2 de enero de 2015

Capítulo uno - Fresa con Chocolate.



Apago el despertador antes de que suene, como todos los días lo he hecho desde que empezó la escuela, este año. Me siento en la cama, me pongo las zapatillas de dormir y me dispongo a ir al baño. 


Me ducho con agua tibia. Papá ha puesto el calefont antes de empezar las clases, por lo que nunca tengo problemas y no paso frío. Me costó bastante convencerlo de que arreglara el aparato. Antes no funcionaba. Ahora, gracias a mí, todos pueden utilizarlo. 

Me pongo la camisa blanca, la corbata, el jumper negro, mis calcetas largas de color gris, mis zapatos y por último, mi suéter, también gris. En resumen, el uniforme. Luego me dispongo a cubrir mis ojos con un par de capas de rimel. Veo si mis cejas lucen perfectamente depiladas, y como lo están, abro la puerta, me dirijo a mi habitación a tomar mi celular y voy directamente al primer piso, a preparar mi desayuno. 

Abro la nevera y saco la caja de leche. Busco mi tazón en el sector de los platos. Lo tomo orgullosa. Es precioso. Color rosa con pequeños puntos blancos. Sin duda mi favorito. Así que lo llevo a la mesa que está en la misma cocina y me echo en él un poco de leche junto con el cereal que está a un lado. Es de zucaritas. ¡Me encantan, me fascinan!

Las mañanas son el momento más relajado de todo mi día. Nadie que hable, nadie que me moleste, y sobretodo, nada de hermanos pequeños que me estropeen todo. La tranquilidad me llena. Ni siquiera hay ruido afuera. ¡Es la perfección!

- ¡Cristal! -alguien me grita. Se me cae la caja de cereales de las manos, al suelo. Eso basta para hacerme enojar.
- ¿Qué es lo que quieres, Alejandro? -le pregunto molesta- ¡Vete a tu habitación!
- ¿Qué estás comiendo? -se acerca a mi tazón, mete la mano y saca un cereal.
- ¡Iugh! -me quejo- ¡No toques mi comida! Que asco, por Dios.

Si hay algo que no tolero, es que toquen mi comida. Nunca, pero nunca, ¡Nunca! deben tocarla. Sobretodo si es el ser más asqueroso en todo el mundo como mi hermano Alejandro. Ni siquiera sé cómo puede tener mi misma sangre.

- Deberías de ser como yo -le recomiendo, sin que me lo pida- Ducharte todos los días, arreglarte bien, cepillarte los dientes tres veces al día o más, y ser limpio. Si sigues así, jamás le gustarás a una chica.

Recojo la caja de cereal del piso y con cuidado la limpio, revisando por si hay algo de suciedad que no quiero tocar. Dejo la caja en la mesa, me lavo las manos en el lavaplatos y me siento en la mesa a desayunar, no sin antes sacar los cereales que mi hermano pudo haber tocado, o rozado.

- No quiero ser como tú -me dice- No le gustas a nadie. No eres divertida, Cristal. Todos te odian. ¿Segura que tienes amigos?
- Tengo amigos -me pongo a la defensiva- ¿Qué es lo que has venido a hacer?
- Me ha dado hambre.
- ¿Hola? ¿Estás hablando enserio? -le pregunto- Son menos de las siete de la mañana, bicho raro. Tú entras más tarde que yo. Lo que deberías hacer es dormir, si no quieres tener unas enormes ojeras en un rato.
- ¿A quién le importan las ojeras? -me dice, poniendo cara de desagrado- ¿Ves? Hablas cosas que no tienen sentido. Tengo doce años, ¿Lo olvidas? Ustedes las mujeres son raras.
- ¿Tienes doce? Creí que tenías siete -me burlo de él, fingiendo que me da mucha risa.
- Piérdete -dicho eso, estira la mano hacia la mesa y saca un pastelillo que anoche ha comprado mamá. Se va y luego lo escucho subiendo las escaleras.

Mi relación con Alejandro jamás ha sido buena. ¡Es un hostigoso! Para ir a la escuela, mamá lo levanta a las siete y quince, cinco minutos antes de irme yo. Su voz chillona me retumba en los oídos cada vez que lo escucho. A veces no aguanto y debo taparme con las manos para no oírlo. Hay que hacer milagros para que se duche, apesta a trasero todo el tiempo, y no hace más que estar en ese celular que mis padres le han dado, viendo vídeos de cualquier cosa. No es más que una rata.

Al terminar de desayunar, subo al baño, me cepillo los dientes, y me pinto los labios con el delineador color malva que me he comprado. En ocasiones uso el rojo, pero ambos los uso de manera muy delicada. Nunca cargo el color para que se note mucho. Solo es para darle un poco más de vida a mis labios. Así me veo más bonita. El color cargado me desfavorece. Yo no puedo permitir que algo me desfavorezca. Jamás en la vida, ¡Jamás!

Cuando se hacen las siete y veinte de la mañana, me despido de mamá, salgo de la casa con mi preciosa mochila puesta y camino para llegar a la parada del autobús, que está a, más o menos, cuatro cuadras. En el trayecto voy escuchando música en mis audífonos grises, que combinan con mi suéter y mis calcetas del instituto.

En el autobús todo luce normal. Casi siempre me toca ir de pie. Tengo la mala suerte de que hay un sólo autobús que pasa cada varios minutos a estas horas por donde vivo, por lo que la gente se desespera por alcanzar un lugar. Es molesto, porque te empujan. Además es como si cada persona fuera acompañada y tuviera a alguien con quién hablar. En cambio, yo siempre voy sola. ¡Qué lindo! ¿O no?

Me quito un audífono y decido pasar el tiempo fijándome en los pasajeros que soy capaz de ver. Un hombre de aparentemente unos cincuenta años, no tiene ni una sola cana, ¿Se teñirá el cabello? Y este tipo que está a mi lado tiene unos audífonos bastante grandes y encima su música va demasiado fuerte. Es esa cosa de reggaeton. Ho-rror. ¿Tendrá sentido del gusto?

Al pasar media hora por fin llego a mi destino. Tengo diecisiete años, en unos meses cumplo dieciocho y aún no consigo salir de aquí. Repetí dos años. Uno porque fui increíblemente vaga, y el otro, porque me hicieron bullying, tuve depresión y mamá me retiró. Tuve que ir al psicólogo por eso. Lloraba cada vez que me tocaban el tema. Ahora lo recuerdo o me lo recuerdan, y no lloro. Lo superé.

- ¡Cristal! -siento que me llaman. Es Fabiola. Su voz la reconocería en todo momento. Giro mi cabeza a un lado y sonrío al verla.
- ¡Amiga! -troto hacia ella y ambas nos abrazamos- Que guapa estás hoy.
- Sigues con lo mismo -me suelta y la veo rodar los ojos- Pero tú sí estás guapa también.
- Gracias -sonrío aún más, rodeo su brazo con el mío y entramos juntas a donde debemos entrar.

Caminamos por los pasillos mientras voy arreglando mi cabello, peinando con mis dedos. Lo sacudo, haciéndolo volar. Me encanta hacer eso. El aroma se dispara. Pero siempre que lo hago muchas chicas me miran de mala forma. Sin embargo, no me interesa.

- Dos semanas y ya hay chicas que te odian -se queja Fabiola.
- Siempre sucede, ya sabes -le digo, queriendo que entienda- Tú sabes que a mi no me interesan. Son unas envidiosas. Creo que lo único que no me gusta es que al odiarme a mí, también te odian a ti.

Lo que le digo es verdad. En nuestro año de mejores amigas, siempre me he preocupado por ella y por lo que recibe por mi culpa. Puedo decir que es lo único que no me gusta de ser como soy. Que ella pague por mi.

- No importa, Cristal. Eres mi mejor amiga. No voy a cambiarte sólo para que la gente me quiera más, o encajar -sonríe tímidamente y me siento más que bendecida por tener a alguien como ella.
- ¿Te he dicho lo mucho que te quiero? -le pregunto apoyando mi cabeza en su hombro.
- Sí. También me has dicho que te volverías la lesbiana más grande del mundo, por mi -ambas soltamos grandes carcajadas recordando ese tipo de conversaciones que hemos tenido.

Sólo para aclarar, este es el primer año que estamos en este instituto. Antes íbamos a otro, pero nos cambiamos porque ninguna de las dos soportaba más ese lugar. Sobretodo yo. Podría decir que ella se fue de ahí por mí. No muchas personas harían eso. Y significa tanto, que no sé como agradecerlo.

Llegamos al salón de la clase que nos toca, y nos apoyamos contra una baranda, esperando a que lleguen las demás. El timbre aún no lo tocan. Justo en ese momento, me doy cuenta de que alguien se detiene al lado de nosotras. Es Darío. Ruedo los ojos y miro hacia otro lado, ignorando por completo su presencia.

- Cristal, ¿cómo estás hoy? -me pregunta- ¿Pensaste mi propuesta del viernes?
- Eres un maleducado. Primero que nada, deberías saludarnos -le digo, haciéndome la ofendida.
- Hola, Fabiola -la saluda. Ella asiente con la cabeza- Hola, Cristal. Ahora sí, ¿lo pensaste o no?

Miro a mi mejor amiga, haciéndole un gesto. Ella capta al instante y me alejo de ella unos metros, tomando a Darío por el brazo. Me pongo frente a él y lo miro como si nada malo pasara.

- No voy a ser tu novia, nunca -lo que le digo le toma por sorpresa, porque todas lo consideran guapo. Todas, menos yo. Yo no encuentro a ningún hombre así.
- ¿Por qué? -pregunta algo tenso.
- Ah -suspiro y le acaricio el hombro, con pena- Darío, me gusta otro hombre.
- ¿Qué?
- Lo que has oído, que me gusta otro hombre.
- ¿Pero cómo? -no se lo cree- ¿Desde cuándo, Cristal?
- Desde hace una semana, aproximadamente -respondo con  desinterés. Observo mis uñas detenidamente, admirándolas.
- Hace una semana aceptaste ir conmigo a comer algo a Subway -me dice- ¡Te compré lo que quisiste comer y te traté bien! ¿Qué es lo que pasa contigo?
- Tenía hambre ese día -le explico de manera pasiva- Y solo comí el sándwich más barato. Ni que te hubiera pedido tanto. El chico que me gusta ahora es mucho mejor que tú. Después de todo, ¿Por qué me fijaría en ti?

Sonrío con ironía por un momento. Lo miro de abajo hacia arriba, mostrando mi desagrado. Su rostro se pone aún más tenso. Sonrío de manera amplia, triunfante. Ya es el número diez en los últimos tres meses. Los chicos son unos desesperados. Nada más ven a una chica y van hacia ella, no importa quién sea. Pero me sirve.

- Sabes, Cristal -comienza a hablar- Eres la más puta de toda la maldita ciudad. Me lo advirtieron, pero no hice caso. Métete el maldito subway por donde te caiga -escupe, y sin decir una palabra más, se da la vuelta y camina con rudeza hacia el salón que le toca.

Mientras lo veo marchar, vuelvo a suspirar, y camino hacia Fabiola completamente normal. Me pongo al lado de ella y hago una mueca.

- ¿Qué te dijo?
- La palabra con P.
- Oh -comprendió al instante- Bueno, ya ha pasado antes. No es el primero.
- Lo sé, pero no es que me interese -le digo, y ella se pone a reír.
- Eso lo tengo más que claro. ¿Y qué le dijiste para que te dijera eso?
- Que me gustaba otro hombre mucho mejor que él y que no sabía quién se fijaría en él. Algo más o menos así  -y no me dice nada, solo vuelve a reír.

Por supuesto que era mentira. No me gustaba nadie. A mi no me gusta nadie desde el incidente. Pero encuentro que es una de las maneras que más los dañan. Que ponga a alguien por delante de ellos a quien nunca podrán alcanzar.

La mañana termina pasando rápido, y sin darnos cuenta, ya son las cuatro y media de la tarde, así que podemos irnos a casa. Con Fabiola estudiamos una pequeña carrera en el instituto. Es de Geología. Si la suerte nos acompaña, en menos de dos años seremos asistentes en geología, ¡Ni siquiera yo puedo creerlo! Cuando le dije a papá que estudiaría esto, por poco se muere. Pero en fin, seremos eso que dije. O algo así, según nos dijo nuestra maestra. ¡Es magnífico!

- ¿Vienes mañana a clase? -le pregunto a Fabiola, caminando hacia la salida del instituto.

Esa es una de las típicas preguntas que nos hacemos al terminar la jornada. Nunca puede faltar. No sé por qué, pero se ha hecho algo habitual. Aún así me gusta.

- Claro que sí -responde- Recuerda que este año no podemos faltar.
- ¡Recordado! -hago el gesto de marinero cuando entiende la orden, y sonrío- ¡Hasta mañana!
- ¡No llegues tarde!

Al llegar a casa, subo a mi habitación. Cuelgo mi mochila en el gancho que tengo tras de mi puerta, y me quito el uniforme. Al ya tener mi pijama puesto, que es lo único que llego a ponerme, doblo el uniforme y lo dejo ordenado a los pies de la cama.

El resto de la tarde me quedo haciendo ejercicio, mientras miro vídeos en el internet. Mejor dicho, solo hago eso por algunos minutos, porque me canso. Pero en estos últimos meses, he logrado mejorar mucho mi cuerpo con eso. Debo decir que yo era una completa perezosa. Nunca hacía esto. ¡Las cosas cambian! Soy muy diferente ahora. Aún así, no me gusta que nadie me vea. Por eso siempre cierro con el pestillo. Si Alejandro me viera, se burlaría de mí por el resto de la vida, diciéndome que me veo horrenda haciendo ejercicio. ¡No pienso permitir eso! ¡Ni hablar!

La noche llega. Papá llega del trabajo y mamá termina de hacer el té. Cuando me llaman, imagino que es para comer, pero no. Al llegar abajo, me quedo parada en el último peldaño de la escalera y me percato de que es otra cosa porque aún no hay nada en la mesa. Ellos se encuentran sentados de pie en medio de la sala, pálidos como un cadáver. ¿Acaso vieron un fantasma? ¿O un espíritu? En ocasiones pueden ser tan tiernos. Pero ahora no siento ternura en absoluto. Algo malo pasa. Y tengo que saberlo ahora mismo.

- ¿Qué sucede? -pregunto, alerta de cualquier cosa.
- Ha pasado la cosa más inesperada en todo el mundo hace un minuto -dice mamá, casi llorando, pero a la vez, sonriendo.
- Me pones nerviosa -le digo- ¿Qué es lo que ha pasado?
- ¡Jamás vas a creerlo! -vuelve a hablar, pero prácticamente me grita. Me quedo estupefacta.
- ¡Mamá, dime ya! -exijo- Me harás pensar cualquier cosa, ¡Enserio!
- ¡Es que jamás creímos que podría ocurrir! -grita papá ahora.

Ambos se abrazan, y mamá llora en su pecho. Ella nunca se pone así. Es más, ¡Está feliz, pero a la vez llora! Algo muy magnífico tuvo que pasar. Nadie se pone así por nada. ¿Y por qué soy la única que no está de ese modo?

- Cristal, hija -ahora habla papá, se acerca a mí y me toma por mis dos hombros, firmemente y parece que va a llorar también- Drew, tu hermano, nos acaba de llamar por teléfono. Ha decidido entrar a la universidad y estudiar Artes. Va a volver con nosotros.

Ya, ya. ¿Acabo de alucinar? ¿Imaginé algo imposible? No puedo aguantar y comienzo a soltar una que otra risa. Esto es una broma pesada. Muy pesada. ¡Lo es!

Aunque, ellos no parecen estar bromeando. Papá cuando bromea siempre ríe solo. Porque sus bromas son fatales y nadie las toma enserio. Ahora mismo el temor comienza a entrar en mis venas, y me pongo un pongo incómoda. De incomodidad pasa a estado de alerta, luego a meditación y finalmente, a querer estar seguro de que lo que me dice es cierto. Pero no puede ser así, ¿No? ¿Estoy volviéndome loca? ¿O estoy dormida?

- No puede ser cierto -suelto otra risa forzada- Repite eso, creo que escuché mal. ¿Haz dicho algo de Drew? -estoy teniendo una pesadilla. Que me digan que es una.
- Sí, Cristal. Drew vuelve.


♥♥♥

Ha sido un gusto presentar el primer capítulo de mi nueva novela: Fresa con Chocolate.
Espero que les guste mucho, chicas. Pero bueno, solo es el primer capítulo, así que. 
Oh, aprovecho para aclarar, que no deben esperar que las cosas surjan rápido en esta novela. Pero tampoco será lento. Será algo normal. Sin prisas. Y también con esto aclaro que eso pasará por el tipo de pensamiento que tiene la protagonista. .
Poco a poco lo entenderán, pero seguro que les encantará a medida que avance.
Comenten mucho, ¿sí? Quiero saber qué opinan.
¡Muchas gracias por tomarse el tiempo de comentar para que subiera hoy! Si ustedes son tan lindas, aish. Agradecida siempre.
¡Recuerden que subiré los martes y los viernes
Besos enormes, ¡las adoro! Y bienvenidas sean las nuevas lectoras. ¡Así que hasta el Martes!



4 comentarios:

  1. ¡PRIMER COMENTARIO! Oh, dios mio :O ¡ME ENCANTÓ! Pero, ¿por qué la dejaste ahi? Siguela ya jajja :) en serio lo amé, escribes genial. Creo que esta novela va a ser una de mis favoritas :D... espero que subas pronto y besos enormes <3

    ResponderEliminar
  2. Me encanta! Ya quiero que sea martes e.e.

    Me dejastes intrigada :( Eres mala, pero bueno. El capitulo 1 me emcanto.

    Besos! This.

    ResponderEliminar
  3. Si eres malvada me dejaste con la curiosidad...pero me gusto muchote verdad se te quiere...espero el martes con ansias

    ResponderEliminar
  4. Hola, corazón!
    Ay, Dios, no es por nada pero me cae tan mal Cristal. Es su actitud, no sé. O sea, me encantan que sea una perra pero a la vez no, ¿quién me entiende? Aunque no tampoco soportaría tener un hermano como el de ella.
    Y pobre Darío. Pero bueno, Cristal de hace desear. Esto sí me gusta.
    Ya quiero ver qué pasa cuando Drew vuelva :B
    Estaré por aquí el martessssssssss!
    Besos!

    ResponderEliminar