18 de diciembre de 2014

¡Todo será nuevo!


Hola a cada una de ustedes y buena noche. Hoy vengo aquí a darles nuevas informaciones. Y cuando digo nuevas informaciones, se trata de, más o menos, todo. Porque a partir de la siguiente novela, el blog tendrá cambios drásticos. Puede que drásticos sea una palabra un poco exagerada, pero he querido ponerla, de todos modos. 

Los cambios drásticos-no-drásticos de los que hablo, son unos que beneficiarán tanto a mí, como a ustedes, como al blog, en general. Y es que lo  hago porque no quiero seguir descuidando lo que escribo, ni subir solo cada vez que se me antoja o que me siento bien. Ahora quiero que sea diferente. Voy a esforzarme para tener un buen año, para escribir de la manera en que me gusta, y para darles algo en buen estado, tal y como se debe hacer. 

• Número uno • Las publicaciones de mis capítulos, se harán los días martes y viernes. Esto nos dará un total de ocho capítulos por mes, que es más de lo que estuve acostumbrada a subir en ese lapso de tiempo.

• Número dos  Estoy pensando seriamente en no poner más rayis para referirme al personaje femenino. Pensaba en poner uno en específico. Estoy casi segura de que será así. Si desean, pueden opinar sobre eso en los comentarios. 

• 
Número tres •
Comenzaré a publicar la nueva novela a partir del día 1 de enero de 2015. Esto me dará tiempo de escribir los capítulos que pueda con anticipación y no tener inconvenientes que puedan llegar a impedirme subir los días que ya he dicho.

• Número cuatro • Sobre la encuesta que he escrito, diré que, no haré una novela en donde el protagonista sea un ser Fantástico/humano. Cuando la haga, quiero que sea excepcional, y para ello debo pensar mucho, sobretodo si quiero que sea de lo que tengo en mente, y si quiero crear mis propios seres. Gracias a las que votaron. Por lo que, la primera opción de Fumador y/o alcohólico, será la que haga. Jamás he escrito sobre eso, y es un buen tiempo para empezar y probar.

• Número cinco • Estoy súper emocionada con esto. Sé que les gustará, ya verán. El nombre de la nueva novela será raro, y seguro no tendrán ni idea de por qué lo he elegido. Pero lo sabrán a medida que todo avance. ¡Estoy ansiosa!

Y por último, pero no menos importante. Hay dos chicas que tienen un blog, que sinceramente me encantan sus novelas, mucho, y si las leen, sé que también les gustará.

Blog de Miranda: Se llama Wonderland -hacer clic en la palabra, este tiene un enlace que las llevará directo a este- Sus novelas son preciosas, escribe muy bonito, y merece tener más lectoras. Sé muy bien que les gustará. Sus temáticas me ponen los pelos de punta. Si no hacen clic a esto, se quedarán con la duda y nunca leerán tal maravilla.

Blog de Esca: Se llama Novelas De Justin Bieber y Tú -también hacer clic para ir a este- ha empezado hace muy poco a subir a blogger, pero sinceramente tiene una novela muy genial, que me hace reír bastante y tiene un tipo de conflicto entre los personajes que se está desarrollando -mejor me callo porque terminaré dando spoiler- Sin embargo, deberían leerla también. Encima sube seguido, aveces cada día, o cada dos o tres, pero sube.

¡Anímense a leer a ambas!
Así que bueno, yo ya me voy. Espero que no se molesten por la espera. Que va, eso no pasará. Los días pasarán volando porque se viene la Navidad y el Año nuevo. Mi blog las recibirá el 2015 con los brazos abiertos.

Únanse al grupo en Facebook:  Novelas de Thiare ʕ•ᴥ•ʔ 
¡Un beso!




14 de diciembre de 2014

Escenas extras - Por un capricho - Final.


Narra Justin

Bajando escaleras

Estaba cabreado. Ni siquiera sabía por qué acepté venir hoy. Jamás lo había hecho. Pero justo el día en que decido portarme como un buen hijo y enterarme de lo que se trata la vida amorosa de mi padre, todo sale mal. La vieja era insoportable. No paraba de atacarme por mi forma personal de vestir. Al parecer, el color negro de mis prendas y mi cara totalmente inexpresiva le molestaba.

Sinceramente, yo tenía pensado compartir con ella, como tenía que hacerse. Pero todo ese buen gesto se esfumó cuando lo primero que hizo fue mirarme con espanto o reproche. Ni que fuera un satánico. Solo visto oscuro y tengo varios tatuajes, ¿acaso eso da miedo? Las personas se quedan atascados en sus años de las cavernas.

Ya iban a ser las ocho de la tarde. Salgo del salón en donde mi papá había decidido hacer nuestra cena que resultó ser inservible. Ignoro el ascensor y me voy por las escaleras. Debo de haber bajado unos dos pisos, cuando llego a otro. Iba a pasar de largo, pero entonces noto que hay demasiada gente, incluso más que en el piso por el que ya había pasado y me detengo en la mitad de la escalera en la que me encontraba. Observo el lugar. Todos bien vestidos. Noto que hay una torta de cinco pisos color blanco lleno de rosas comestibles, y en la punta hay dos figuras, una mujer vestida de novia y un novio. Era la fiesta de una boda.

Metiéndome en lo que no es mío, sigo mirando. Hay dos mesas extremadamente largas en donde casi todos comen. Repaso todo, pero mi mirada se queda en una zona en especial. Dos chicas. Una con un vestido azul eléctrico, y una con un vestido de color plateado, algo brillante, como con lentejuelas. Ambas destacan entre la multitud. Casi todas las otras chicas traen vestidos rojos o negros, pero ellas son la excepción.

De entre las dos, la chica de plateado me llama mucho la atención. A diferencia de la otra, ella mira para todos lados sin conversar con nadie, como si se encontrara lo suficientemente aburrida como para querer salir corriendo de allí. Ni siquiera está sentada derecha, está de lado, lo que me permite ver partes de su rostro y su cuerpo. Entonces, toma su celular del bolso y lo revisa sin emoción. 

Mi mirada baja a sus piernas, y tienen bonita forma. No son de las delgadas que todas quieren tener. Las de ella son piernas, pero piernas. De esas que a cualquier hombre les gustan y prefieren. Mi mirada sube hacia sus pechos pero no logro ver bien porque no es de las que ocupa un escote que no deja nada para la imaginación. Es reservada. Podía sentirlo por su postura, por sus gestos, por su incomodidad y por la posición cabizbaja en que solía mantener su cabeza. Por alguna razón eso enciende algo en mí, me pongo inquieto, así que me muerdo el labio y hago lo único que se me ocurre hacer: lanzar un beso en su dirección.

Salgo de mi intenso pero inocente acto cuando la chica del vestido azul eléctrico se gira y justo su mirada cae en mí. Vuelvo mis labios a su posición normal y ella luce sorprendida pero sonreía con la boca abierta, como si no pudiese creerlo. Al parecer me había visto. Así que yo ya no tenía nada más que hacer ahí. No iba a ir a hablar con la linda chica, yo no era de esos. Tampoco iba a interesarme en ella solo porque me llamó la atención. Probablemente era igual que todas las demás. Nada que yo no hubiera visto antes. Simplemente, me habían dado ganas de observar mucho de su persona. No era nada importante. Nada.

Agua corriendo

Mi televisión estaba apagada y me preparaba para dormir. Me quito los pantalones, la playera, los calcetines y me quedo solo en boxers. Hago para atrás las mantas de la cama, me acuesto y me tapo con ellas. Me dispongo a jugar un juego de autos en mi celular. Estaba aburrido, cansado, pero mis ojos aún querían permanecer abiertos.

Cuando ya mis ojos empiezan a cerrarse, decido quitar el juego y dejar el celular en la mesa de noche. Me quedo en silencio total, y me doy cuenta de que olvidé apagar la maldita luz y de que hace una calor infernal. Mi puerta está cerrada, seguramente la razón por la cual siento que me estoy asando.

- Mierda -maldigo en voz baja, ya cabreado. No tengo paciencia ni conmigo mismo.

Me levanto de la cama, voy hacia la perilla de la puerta y la abro. Rápidamente camino hacia la cama y me tiro sobre ella. Suspiro aliviado, ya listo para dormir, pero me doy cuenta de que no apagué la maldita luz y me siento un completo estúpido.

Me da tanta huevada pararme, que decido esperar un poco. Mis oídos se agudizan y me quedo quieto. Creía escuchar algo. Era como un chorro de agua, uno mínimo, que por poco casi ni se oía. ¿Tal vez había dejado alguna llave abierta? 

Espero un poco, para ver si he oído bien. Aunque dudaba haberme equivocado, porque yo poseía un sentido de la audición  bastante bueno. Pongo atención otra vez y ya no se oye nada. Pero justo escucho un chorro más fuerte, con más agua aún. 

O era idea mía y papá ya había llegado a la casa, o simplemente era un problema con el inodoro o el lavamanos. Seguro que era lo último. Así que no importaba tanto. Mañana podía llamar a alguien para arreglar eso.

Me sorprendo y me quedo estupefacto cuando la figura de una chica se detiene en el pasillo, justo en frente de mi habitación. Era la misma que había visto en el local, la de vestido plateado. Se frota el ojo con las manos y frunce las cejas con molestia por ello. ¿Estaba soñando con ella?

Cuando termina, sin querer mira hacia donde estoy y su cara se transforma a una llena de pánico. Me pongo de pie sin dudarlo y camino hacia ella, queriendo preguntarle que demonios hace en mi casa y encima sin mi autorización. No alcanzo ni a llegar a la puerta cuando ella sale corriendo a la velocidad de la luz. Baja las escaleras con dificultad y yo voy tras ella. Por poco se cae, pero retoma el equilibrio y tiene una mirada perdida hacia las paredes, abre la puerta y justo cuando voy a tomarla por el brazo logra salir. Sale hacia la calle y sigue corriendo. Y yo maldigo todo. El día de hoy ha sido estúpido y raro. Las chicas de hoy en día aman meterse en problemas. Luego se quejan si alguien las viola. Y encima era la misma a la que me gustó ver en el local.

Cierro la puerta con seguro, y subo las escaleras. Decido verificar si todo está bien, así que voy al baño. Llaves cerradas, las cosas en orden. Nada falta. Voy a apagar la luz cuando veo un bolso de mano, el mismo que ella traía hace un par de horas.

Me acerco y lo tomo. Lo abro y me encuentro con un celular, un carnet, y unos datos de su dirección, y no sé que diablos más. Lo llevo a mi habitación, dejo el celular en la mesa de noche y tiro el bolso dentro del armario. Quizás vuelva por ellos algún día. O seguro que no. No interesa.

El pan

Tocan el timbre. Maldita sea. Nunca podía dormir tranquilo. O papá me llamaba para hacerle los pedidos que él debía hacer, pero que terminaba haciendo yo, o simplemente tenía una suerte de mierda.

Decido ignorar el timbre y cierro los ojos de nuevo. Pero la maldita cosa suena otra vez. Me quejo en voz baja. Tenía que hablar seriamente con mi padre sobre ese molesto aparato. Sin embargo me levanto y como estoy vestido salgo de la habitación, bajo las escaleras y abro la puerta. No alcanzo ni a preguntar quién era cuando escucho la voz de una chica, prácticamente gritándome.

- ¡Hola! -exclama. Lo animado le sale hasta por los codos, y eso me enfurece un poco. Comenzaba a asustarme de mí mismo. Me estaba volviendo un amargado- Estamos vendiendo pan, ¿le gustaría comprar? Y Dios, __, ¿por qué te escondes?

La chica estaba algo loca. Hablaba sola a una chica llamada __. Así que ruedo los ojos y decido ignorar eso. Entonces, comienzo a responder.

- No, gra...

No puedo continuar porque detrás de ella, sale la misma chica del vestido plateado del otro día, ¡la misma que se metió en mi casa la otra noche! ¿era una clase de broma? Ya sabía su nombre. __. Le quedaba bien. Nombre lindo para chica linda. La pobre estaba roja. Yo ni siquiera había reconocido a la otra. Así que, en base a todo, decido cambiar de parecer.

- Sí, claro, está bien -acepto.

Me giro, riendo de lo que está sucediendo y entro a la casa para buscar el dinero. No tardo y cuando vuelvo ellas siguen ahí.

- ¿Cuanto pan le gustaría? -me pregunta la siempre animada que enoja.
- Puede darme dos kilos -respondo indiferente.
- Bien.

Observo a la niña bonita, y está muy nerviosa. Cualquiera lo notaría. Mira a cada ser viviente y a cada objeto inanimado de este mundo, a todo excepto a mí. Eso me da una sensación extraña. Quería que me viera y poder leer todo de ella. Es un cierto tipo de desesperación, que no sé de donde sale. Me lamo los labios, impaciente.

- ¿Eso no más? -pregunta la otra. Por poco olvidaba que estaba ahí.
- Sí, nada más.

Me entrega la bolsa con el pan y le paso diez dólares. Me mira extrañada, como viendo un fantasma, o algo extravagante.

- Quédate con el cambio.
- No puedo aceptarlo -comienza a negarse-, es más de lo que...
- Solo quédate con él -la interrumpo ya más impaciente y quizás de forma algo brusca, pero es que todo es tan raro y estoy tan cansado que me da coraje.
- Gracias -me dice y finalmente sonríe- Tenga una buena tarde.
- Ustedes igual.

Ambas se giran y caminan hacia el carro en el que traían el pan. Iban a irse, pero decido detenerlas con lo único que se me ocurre, y con lo único que sabía que la chica, __, entendería. De cierta forma quería burlarme de ella.

- Ah, otra cosa -les digo. Ellas se vuelven  hacia mí de inmediato- ¿A alguna de ustedes se les antoja pasar al baño?

Por fin logré que __ me mirara. Lo hizo al instante. Yo no apartaba mis ojos de los de ella. Eran cafés. Nada de verdes, ni azules, ni grises. Solo cafés y eso me gustaba. Le brillaban. Su cara se enrojece. Parece que se fuera a desmayar. Luce tan inocente. Y aguanto mis ganas de reír.

- Ehm... No, gracias -responde la otra chica, aunque habría deseado que __ me respondiera a eso- No se nos antoja pasar al baño -la miro solo por un segundo y me mira extrañada.

Vuelvo mi mirada a __, la observo por última vez, alzo las cejas, me giro y entro a mi casa. Dejo el pan en la mesa de la cocina y ni siquiera sé por qué pedí tanto pan. Solo éramos yo y mi padre.

El mundo es bastante pequeño. La chica esa se me ha aparecido ya tres veces y de las formas más inexplicables, tontas, y raras. Sin embargo, me llama la atención y no es normal en mí. Quería verla otra vez, pero sin esa chica que interrumpe. Ni siquiera he podido escuchar su voz. Así que ya lo tenía decidido. En cuanto tuviera el tiempo necesario, iría a su casa.

Primer beso

- Entonces, ¿vienes? -insisto una vez más. Me siento en la cama y me quedo mirándola, esperando una respuesta.
- Sí, voy. Pero si te quedas en la fiesta, me vendré. No quiero ser un impedimento para que disfrutes.
- Calla -la fulmino con la mirada. Me pongo de pie y tomo su mano, ayudándola a pararse ella también- No eres un impedimento.

Ella jamás iba a ser un impedimento para nada. Principalmente, porque solo voy a la fiesta porque Víctor es mi amigo y me lo pidió. Jamás me han gustado las fiestas. Me aburren. Se me hacen sofocantes. Demasiada gente, demasiado alcohol, demasiado humo de cigarros y sobretodo, demasiadas mujeres fáciles dispuestas a todo.

Saco de la habitación a __ y bajamos rápidamente las escaleras. Debíamos despedirnos de papá antes de irnos. Él se iría por algunos días, así que ninguno lo vería. Pero yo estaba acostumbrado. Tampoco era algo que me molestara.

Lo que me toma por sorpresa al bajar es, ver a varios amigos de mi padre, bebiendo a su lado. Todos estaban de pie, esparcidos por la sala. Mi mirada cae en un tipo de aparentemente mi misma edad. Sus ojos se fijan en __ desde el primer momento en que la ve. Eso basta para que lo quiera fuera de mi vista.

Saludo a todos preguntando como se encuentran. Eran buenos tipos y me agradaban. No eran de esos que hacían escándalos cuando bebían. Solo se quedaban tranquilos, bebiendo, conversando y riendo por todo como es correcto, y como me gusta. No molestan a nadie. En cambio, al más joven, lo saludo sólo de un apretón de manos. Después de todo, no lo conozco. Y está mirando a __. No lo quiero mirándola.

Me pongo al lado de __ mientras converso un poco con los conocidos. A pesar de estar en temas de conversación, estaba completamente pendiente de los movimientos del intruso. Cada vez se acercaba disimuladamente a __. Nadie parecía notarlo, pero yo sí. De un momento a otro ya estaba a su lado. Era todo, teníamos que irnos de ahí o iba a ponerme de un humor infernal si se atrevía a hablarle a la preciosa chica. Ya me estaba cabreando. Ni que solo la mirara. Él la estaba violando con los ojos. Si seguía haciéndolo iba a ir y le plantaría un puñetazo en la cara que recordaría el resto de su puta vida. __ era mía. Está en mi casa para estar conmigo y tener un lugar donde quedarse, no para que otros la miren como si fuese cualquier otra.

- Papá, iré con __ a casa de Víctor -le aviso, acomodando mi cabello, fingiendo estar despreocupado. Me acerco a él y me despido con un abrazo.
- Está bien, hijo. Diviértanse -me dice. Papá se despide de __ con un movimiento de manos. Ella le sonríe y le devuelve el gesto.

De pronto, las luces se apagan y no se ve nada. Miro hacia la ventana y tampoco hay rastro de luz afuera. De inmediato, una idea completamente estúpida y peligrosa se me vino a la cabeza. Tenía que demostrar que ella, en cierta parte, sería marcada por mí.

De  manera ágil me encamino hacia donde está a ella, la agarro con fuerza por la cintura, la atraigo hacia mí y capturo su boca. Ella la entreabre y es un perfecto acceso. La beso de manera suave, no queriendo que ella piense que quieren violarla o algo más allá. Cuando intenta echarse para atrás, no la dejo. Debo de haberla tomado por sorpresa y recién acaba de reaccionar bien. Delicadamente juego con sus labios, dándole ligeros mordiscos y lamidas. Por fin la besaba. Había querido hacerlo desde hace días. El sabor que poseía era delicioso, podría estar besándola por siempre. Y eso iba a hacer cuando recuerdo que la luz podía volver en cualquier momento. Así que la suelto, sin nada de ganas. No pasan ni diez segundos y la luz vuelve.

- Que raro corte -comenta Armando, uno de los amigos de papá, y a la vez, mío.
- Sí, quizá debe de haber fallado algo de los cables -opinó ahora Miguel.

Entonces, todos ellos siguen conversando. Finjo no estar mirando a __. Lo hago luego de aproximadamente un minuto, como si nada hubiera pasado jamás. Ella tiene una de sus manos en su boca, y una mirada totalmente extraña y confusa. Decido no perder tiempo y ambos nos dirigimos hacia la puerta. Salimos y su expresión no cambiaba, así que iba a tener que preguntarle si se encontraba bien, haciendo como si no supiera nada.

Si tan solo supiera que he sido yo quien la ha besado. Seguro ella piensa que imaginó todo, o que fue el otro tipo, ya que sé que ella se dio cuenta de la forma en que él la miraba. Parece que estuviera en otra dimensión. Pero de lo que estaba seguro, era que ese beso me había encantado y que no me arrepentía de haberlo hecho. Fue el mejor corte de luz de toda mi maldita vida.

- ¿Te encuentras bien? -pregunto despreocupado, mientras caminábamos por la calle. Ella me miraba aún algo perdida.
- Sí, yo... estoy bien -sonríe, pero es una forzada.
- ¿Estás segura?
- Eso creo -hizo una mueca.

No podía evitar estar algo nervioso. El incidente de hace unos momentos me había dejado muy impaciente y pensé que no sería tan así. Sus labios me habían gustado más de lo que creía. Debía aguantarme las ganas de volver a probarlos.

La tomo por la cintura, dándola paso a que me abrace por la espalda. Yo paso mi brazo por sus hombros, y los dejo así, acercándola más hacia mí. Apoyo mi mentón en su cabeza, y no puedo evitar no bajarla para poder oler por un momento su exquisito aroma. Su cabello olía delicioso.

- Amo como hueles -confieso. Respiro hondo para olerlo otra vez, y luego boto el aire.
- No creo oler tan bien -me dice ella soltando pequeñas risas, como siempre hace, negando a todos los halagos.
- Pues de verdad que hueles rico. No tengo palabras -ella me mira y le guiño un ojo. Está sonrojada y es una ternura de chica.
- ¿Y a donde vamos, Justin? -cambia de tema pero sonríe de verdad, y eso me gusta. Me daban ganas de volver a besarla.
- A casa de Víctor, preciosa -y le sonrío de oreja a oreja.

Niñata

Abro la puerta de mi casa, e inmediatamente __ entra sin siquiera mirarme. Subió las escaleras con agilidad y sentí que se encerraba en la habitación en que se estaba hospedando. Eso bastó para que me enojara a más no poder.

Estuve esperándola sentado como imbécil en la mesa de la cocina hasta las dos de la madrugada. Sí, hasta las dos. Y no salió en ningún momento. Lo que yo quería era comer las chatarras que habíamos comprado en el Doggis juntos, mientras veíamos una película o alguna serie de televisión, pero no.

Va, ella me gusta mucho. Me encanta. Y se lo dije, pero ella ha tomado todo mal, creyó que le mentía o que bromeaba y tuve que decirle que lo olvidara y que volviéramos. Quedé como un tonto. No debí haberle dicho eso, siendo que no sé si ella siente algo más que amistad hacia mí. Seguro la espanté.

Pero no entiendo, ¿qué hice mal? Fui sincero con ella, le dije mis sentimientos, me he portado bien y trato de hacerla feliz, pero me ha salido como el culo. Se enojó. Y me cabrea eso. ¿Estoy haciendo todo esto por nada? ¿Ella no me corresponde? ¿Pero cómo no voy a corresponderle si en el Doggis correspondió a casi todo lo que le dije?

Jamás me he interesado de una mujer de la manera en que me interesa __ en toda mi vida. Ella es diferente. Es señorita. Se respeta. ¡Jamás llevé a ninguna en mi auto! Lo hago con ella y como me paga. Además, he sido caballero con ella. Le he dicho cosas lindas. Yo jamás, pero jamás, digo algo lindo, a nadie.

A la mañana siguiente me levanto pero me abstengo de ir a la habitación de __  a darle los buenos días. No pensaba hacer eso. Seguía dolido y enojado. Sin embargo, bajo las escaleras y voy hacia la cocina, para preparar algo de comer. Tomo el queso del refrigerador, lo dejo en la mesa, me hago un sándwich y no me molesto en esperarla. Decido que voy a comer otro, para demostrarme a mí mismo que no la necesito para hacer cosas.

 El tiempo pasa y voy comiendo el quinto pan, estoy apenas. Ni siquiera tengo hambre, estoy comiendo porque pienso estúpidamente que eso me ayudará a demostrarme idioteces. Así que dejo el pan a medio comer en la mesa y tomo un sorbo de jugo. Lo pienso bien y no he notado ningún movimiento en la parte de arriba. ¿Ella seguirá dormida?

Espero diez minutos más y me encuentro nervioso. Así que me decido y voy escaleras arriba, para despertarla. Ya es muy tarde. No creo que su padre la deje dormir tanto, así que yo tampoco debo hacerlo. Estoy a cargo. Es mi casa. Punto. Golpeo la puerta al estar en frente de esta.

- __, hay pan y rebanadas de queso en la cocina, para que comas -le digo. Me preparo para irme abajo de nuevo, pero permanezco en el mismo lugar cuando noto que no responde- Despierta, __. Es tarde, tienes que comer algo -espero como un minuto más, pero no responde- ¡__, que despiertes!

Sigue sin responder. Tomo la perilla, la giro y entro a la habitación, a pesar de que probablemente le moleste. Pero me sorprendo cuando noto que no hay nadie en la cama, ni en los alrededores de la habitación. Salgo de ahí y voy hacia el baño. Abro la puerta y tampoco está ahí.

Joder, maldita sea, se había marchado y ni cojones me había avisado. Con impotencia golpeo la pared con el puño. ¿Por qué demonios no me avisa? ¿Qué voy a hacer si le pasa algo? ¿Qué le diré a su padre? ¡Si ni siquiera lo conozco!

***

Iban a ser las dos de la tarde cuando decido comprar algo de comer. Papá me había enviado, como siempre, a uno de sus encargos de su trabajo y yo tenía que hacerlos por él. Paso al lugar más barato del centro comercial: Troglodito.

En toda la mañana no había hablado con __, pero trataba de restarle importancia a todo lo que tuviera que ver con ella. Porque se ha portado mal. Lo que ella hizo, no se hacía. Fue feo de su parte. Si decide no volver jamás a mi casa, debo de estar feliz con ello.

No había casi nadie en la fila, eran solo dos personas antes de mí. Cuando llega mi turno, me doy cuenta de que soy el último porque no hay nadie tras de mí.

- Unas papas fritas en caja, y una dona, por favor -le digo a la señorita. Ella me mira de manera coqueta. Odio que hagan eso apenas te ven. Es tan típico. Describe mucho del tipo de persona que es cuando hace eso. __ jamás lo hizo. Y ni siquiera sé por qué demonios la pongo como ejemplo.

La chica de la caja registradora me dice el costo de la comida para que luego de que me entreguen lo que pido, yo le pague con lo que debo. Me dispongo a esperar mi comida de manera calmada, a pesar de que muero de hambre. Al parecer los casi cinco panes de la mañana no habían ayudado de mucho.

- Hasta con pancita te ves hermosa -dijo un chico de repente a mis espaldas, pero lejos. Eso era algo malo de tener una buena audición. Oyes hasta lo más mínimo, hasta lo que no te interesa.
- No tengo panza -responde una voz femenina. Pero no cualquier voz. Mi cuerpo se estremece, ¿acababa de escuchar a __? Me quedo en mi posición, sin girarme, para poner atención.
- Aún así, entonces. Con ese royito.
- Roy, eres un tonto -le responde ella, muerta de risa. Me entra una llamarada de furia.
- Querida __, tú te verás inigualable con tu pancita.
- ¿Veré?
- Sí, pues un día tendrás plantado a un pequeño Sam en ella. Será igual de pervertido que su padre, ya verás -siento como la sangre me hierve.
- Sam, ¡estás loco! -le dice __ y siento que todos ríen ¿enserio quieres tener un hijo conmigo?
- Por supuesto que quiero, si eres la más hermosa chica que he conocido, bobita.

La sangre me hierve, no aguanto y me giro en dirección a ellos. __ está tan encantada con su conversación, tanto que ni siquiera nota que estoy ahí. Creí que iba a poder con ello, pero una oleada de enojo, celos y instinto asesino me llenan cuando noto que él se acerca su rostro y la besa. Aprieto mis puños con fuerza y quiero ir directo a donde está ese imbécil y partir su cara. Pero no puedo. Porque no puedo reclamar a __ como mía. Porque no lo es. Ni siquiera somos amigos. Ya no. No somos nada. Y eso me vuelve vulnerable.

La chica que entrega la comida me entrega mi pedido en una bolsa de papel café, así que lo tomo. Sin embargo, no puedo dejar de mirar a __, a pesar del dolor que me da hacerlo. Saco el dinero de mi bolsillo y se lo doy a la chica. Justo en ese momento, __ por fin nota mi presencia. Su cara se transforma y se pone completamente blanca. Sus ojos estaban fijos en mí. Pero yo no muestro ninguna expresión, simplemente me quedo serio, porque eso es lo que siempre hago.

Me entregan el cambio, me giro y avanzo hacia la salida. Aún así, mi mirada sigue en ella. Quiero que sepa que la escuché y que vi lo que hacía. Justo cuando salgo, quito la mirada y decido irme a mi casa. Era la última vez que iba a ese estúpido Troglodito. Llevo una de mis manos a mi cabeza y me jalo el cabello. Nunca me había sentido de tal forma. Estaba desesperado, sin saber qué hacer y como enfrentarme a ello. Pero también me sentía decepcionado. Eso no me gustaba.

***

Faltaban cinco minutos para las once de la noche y __ no aparecía por la maldita puerta. Echaba humos por la cabeza. Era una falta de respeto hacia mí, y hacia la ayuda que yo le he dado. ¡Me saca de mis casillas! Jamás había tenido que preocuparme por alguien más que no sea yo, pero llega ella y lo revuelve todo. Se comporta como esas niñas que no piensan y llegan a las horas que quieren, sin importarles que alguien puede estar preocupado por ellas, ¡se suponía que ella no era así! ¿qué es lo que le está pasando? ¡que alguien me explique!

No. La que me tiene que explicar va a ser ella. Nadie más. Así que tomo mi celular de la mesa de la cocina y la llamo. Pobre de ella que no conteste o yo mismo tendré que tomar medidas drásticas. Después de todo, recalco, ella está bajo mi cargo.

Llamada telefónica.
- ¿Diga? -contesta.
- ¿Sabes qué hora es? -voy directo al grano.
- ¿Papá? -pregunta extrañada, casi asustada. Me siento ofendido de alguna forma.
- No, soy Justin. ¿Sabes qué hora es o no? -cualquier persona notaría mi molestia.

Escucho balbuceos y ruidos al otro lado de la línea pero no logro distinguir de lo que se trataba. Pero no importa nada. __ tiene que escucharme, esté donde esté.

- ¿Justin? ¿por qué me estás llamando?
- Son las 10:55 y aún no has llegado a casa. ¿Crees que puedes estar afuera a estas horas? ¡Haz estado todo el día jodiendo con tus amigos y tu novio ese! -no me importaba estar tomándome mi papel muy a pecho. Estaba furioso.
- ¿Puedes dejar de regañarme? Han pensado que eres mi padre -me dice algo fastidiada.
- Me vale una verga. ¡Te vienes a casa ahora!
- ¿Y quién te crees? ¿acaso piensas que tengo que obedecerte?
- ¡Soy tres años mayor que tú, así que tienes que hacerlo! ¡te vienes a casa ahora! -grito fuerte, ni yo mismo me reconocía. Toda esta mierda me tenía harto. Se comportaba como niña.
- Ah, ya veo, ¿piensas que porque eres mayor puedes hacer de todo?
- Exacto.
- Gilipollas -me insulta. Me quedo perplejo. ¿__ diciendo palabrotas? Esto es nuevo.
- ¿Me has llamado gilipollas?
- Exacto -imita lo que dije yo antes. Joder, siento que ya no aguanto.
- Ya vas a ver, me gustaba más cuando no hacías tonterías, ¡ahora tengo que estar persiguiéndote como si fueras una malcriada!
- ¡No soy malcriada! Hoy tenía ganas de divertirme, nada más, ¿a ti qué con eso? -se está revelando.
- ¡Estás castigada!
- ¿Pero qué vicho te picó? ¡estás volviéndote loco!
- ¡Pues ya ves como me haces poner, hazme caso o te castigo!
- ¡No lo haré! -se niega rotundamente.
- Te estás pasando, __ -intento aguantar y no decirle algo que pueda arruinar las cosas aún más- Te estás pasando.
- Ay, el controlador. Te jodes.
- ¡No me faltes el respeto!
- ¿Qué? ¿es que eres mi padre?
- Como tu padre no está aquí y te estás quedando en mi casa, tengo autoridad -aclaro.
- ¡Sueñas! ya te gustaría que sucediera.
- ¡Que te vengas a la casa, niña! -demonios ¿¡por qué hacía todo tan difícil!?
- ¡No voy a ir, aprovechado!
- ¡Lo haces o voy por ti, no me importa quién esté contigo!
- ¿Serías capaz? ¡ni te atrevas!
- No sabes de lo que soy capaz, me haz puesto hasta el carajo de enojado, ¡te vienes! -paso mi mano por el cabello, frustrado más que antes.
- ¡No voy a ir, ya entiéndelo! Voy a cortar -me amenaza.
- ¿Con que vas a cortar? Pobre de ti que lo hagas -advierto.
- ¿Y si lo hago qué? -se ríe, burlándose de mi- No puedes hacer nada, así que cortaré.
- No lo hagas, ¡hablo enserio!
- Adiosito -se despide.
- ¡__ juanita castro de la virgen maría, cortas y... -no alcanzo a terminar. La muy pesada me ha cortado.
Fin llamada telefónica.

Lanzo el celular contra la pared con toda la fuerza que tengo, pero no le pasa nada gracias a la carcasa de goma que le he puesto. Personalmente siempre tengo problemas para controlarme, soy demasiado impulsivo. Jamás había tenido que lidiar con cosas así. Ninguna chica nunca me enfrentó, yo jamás me dejé en nada. ¿Qué pasa que no puedo lograr lo mismo con __? ¿Por qué no me hace caso nunca? ¡No puedo lograr que me tome enserio!

***

Eran las doce y media. Yo estoy sentado en la mesa de la sala de estar, a completas oscuras. Ya era tarde, todo era negro, solo se oían los grillos del patio y me sentía más calmado. No podía gritarle todo lo que quería, ella siempre me enfrentaría y solo nos gritaríamos más. En el lapso luego de nuestra discusión he entendido que mi atractivo no sirve con ella para que no me ataque, así que tendré que tomar estas medidas de calma.

Cuando se hicieron casi un cuarto para las una de la madrugada, noté que se abría la puerta. Era una muy sigilosa __ tratando de hacer el menor ruido posible. La cerró, logrando su objetivo. Se preparaba para subir la escalera cuando encendí mi súper y temible lámpara. Ella se sobresalta porque da un brinco, y de inmediato me nota sentado en la mesa. Mira mis manos juntas pegadas a esta, y mi postura completamente derecha. Debo de intimidar. De hecho, practiqué como me iba a poner. Supongo que lo he logrado. Pero ella no se mueve y está cerrando sus ojos con fuerza.

- __... -hablo- No porque te quedes como estatua significa que no pueda verte.
- Ahm, ¿sí? -dice por fin.
- Ven. Ahora -ordeno, pero sostengo mi apariencia calmada.

Gracias a lo más sagrado del mundo, __ me obedece sin dar indicios de quejas. No quería ablandarme con ella ni un solo poco, así que no la miré, si no que me concentré en el centro de la mesa, mientras que se sentaba en frente de mí. Entonces, cuando ya supe que estaba bien sentada, derecha y lista, me dispuse a hablar.

- Discutiremos este asunto con calma, meditaremos sobre esto y lo más importante, nosotros... -me quedo callado al momento en que decido cambiar mi mirada hacia las manos de __. Siento como mi boca se abre y prácticamente se me cae al suelo- Tú... ¿te tatuaste?

Maldita sea. Está jodida. Su padre va a matarla. No, no hará eso. Solo la estrangulará, la dejará prácticamente inconsciente y la enterrará viva. El hecho de que __ fuera capaz de esto por su enojo me dejaba boquiabierto. Mi pecho se contrajo y sentía que iba a desmayarme. ¿Desde cuando estoy tan delicado? ¿qué demonios pasa conmigo?

- Yo... no tengo palabras -logro decir, apenas.

Decido dejar de mirar el tatuaje. Apoyo mis codos sobre la mesa, y me tapo la boca con mis manos. Me esfuerzo por no decirle nada en exageración, no mostrar mi enfado y no comportarme como un viejo amargado o peor aún, como su padre. Suspiro profundamente. Dios, ten piedad y dame paciencia.

- No te preocupes -me dice ella de repente- El tatuaje es de hena.
- ¿Hena?
- Sí, se sale con el agua -se encoje de hombros- Dura un par de días, no es permanente.

Escucharla decir eso fue como música para mis oídos. Fue tanto, que mi cuerpo entero se relajó y de pronto sentí como si estuviera flotando relajadamente en una piscina. Volví a suspirar y me pasé una de mis manos por el cabello. Que bueno, de la que nos hemos salvado.

- Dios, __. Me has asustado, no sabes cuanto -otra vez suspiro sin poder evitarlo y aprieto uno de mis puños. Pero me doy cuenta de que me estoy olvidando de todo lo demás, y entonces mi molestia hacia ella empieza a crecer de nuevo- ¿cómo iba a reaccionar tu padre si te veía con un tatuaje? Solo tienes dieciséis años, no puedes hacerte uno, joder.
- Lo sé, por eso me puse uno de hena -se ríe. Yo no siento la gracia.
- Realmente, yo creí que habías enloquecido. ¿Pero qué te sucedió? Justo ahora que tomamos este tema, te voy a regañar. Explícame de una vez, ¿por qué te portaste como una niñata todo el día? Quiero una explicación buena, y la quiero ahora -me tenso y me pongo serio sin ocultar nada.
- No soy una niñata ni me porté como una -se niega- Solo quería despejarme.
- ¿Despejarte de qué? ¿de ver la tele hasta tarde o de comer dentro de tu habitación? Me has dejado solo anoche al llegar, creí que, al menos, cenaríamos las chatarras juntos, pero no.
- No creí que quisieras cenar conmigo -me dice a la defensiva- No hablamos nada en el camino y la verdad no tenía ganas. No me sentía bien.
- ¿Fue por la discusión que tuvimos? -pregunto, queriendo entender.
- No fue por la discusión, de hecho. Fue por tu falta de sensibilidad y tu broma pesada de mal gusto -me mira fijamente, como rara vez lo hace- No se juega con los sentimientos de la gente, Justin.

¿Ella creía que yo jugaba con ella? ¿No se da cuenta de que si estuviera jugando solo la dejaría en la calle, sin siquiera ofrecerle que se quedara conmigo?

- No jugué con sus sentimientos...
- Dijiste algo que no sentías para luego reírte. Para mí, eso es jugar. Jugaste conmigo, siendo que soy tu amiga.
- No eres mi amiga -me apuro decir. Es tarde cuando me doy cuenta de que ha sonado ofensivo.
- ¿Qué? -pregunta- ¿entonces qué soy? ¿una conocida a quien dejas estar en tu casa, o una completa extraña? -se para de la silla, queriendo huir.
- No eres una extraña y eres mucho más que una conocida. De no serlo no habría intentado besarte la otra noche.

Tenía que arreglar lo que dije. Ella se lo había tomado a mal. Así que también me pongo de pie. Me quedo mirándola fijamente y voy acercándome a ella, lentamente. Iba a tener que escucharme y entender que no soy un maldito. Tiene una imagen de mí horrible.

- ¿Por qué intentaste besarme?

Su pregunta me toma por sorpresa y no sé como debo responder a eso. Porque yo una vez ya la besé, en mi casa. Pero ella no lo sabía y cree que intenté hacerlo por primera vez.

Soy un cobarde cuando se trata de ella. Simplemente no la quería perder. Si decía algo equivocado, todo estaría acabado. Ella era sensible y yo un impulsivo. Si ella decía algo malo, yo arruinaría todo. Si yo decía algo malo, ella arruinaría todo. Porque éramos así.

Tomo su cara entre mis manos. Siento que ella se estremece bajo mi tacto y una sensación reconfortante recorre mi cuerpo. Me gustaría sentirla así todo el tiempo.

- En realidad -le digo, y hago una pausa pensando palabras adecuadas. Ella me miraba fijamente-, porque anhelaba hacerlo.
- ¿Y por qué lo anhelabas?

Iba a decirle que era porque sentía de todo por ella. Quería hacerlo, pero no podía. Creía haber estado decidido a confesar. Yo nunca había sentido tan cosa por nadie. Yo ya era adulto y ella aún era menor de edad. Nos conocimos del modo más raro del mundo y yo iba a ser un problema para ella. Anoche cuando intenté decirle, la espanté y se puso furiosa. ¿Qué iba a pasar si ahora se lo decía otra vez? ¿iba a irse y esconderse como lo hizo? Yo no quería eso.

- Porque sí -termino por responder.

Sé que respondido mal cuando noto la decepción en su rostro. Demonios. Su mirada se baja y me siento un verdadero idiota. ¿Qué debo decirle ahora? De cualquier manera la estoy espantando, o la hago sentir mal. Me esfuerzo, pero nada funciona.

Espero que me diga algo, sin decir nada. No suelto su rostro porque me gusta estar cerca de ella y me dan ganas de besarla. Pero no era el momento. Deseaba que no se tomara esto como algo malo también.

- Justin -habla por fin, pero no me mira-, lo mejor será que... que yo me vaya.

Mi mente se revuelve. Eso era lo que menos esperaba que me dijera.

- ¿Qué? -pregunto lleno de confusión, creyendo que había escuchado mal.
- Que ya debo irme. Ha sido un error venir a quedarme en tu casa, nosotros pudimos ser amigos, habríamos estado mejor si no me hubiera quedado aquí.
- No digas idioteces, __ -le pido molesto.
- No digo idioteces, es la verdad. Creo que lo mejor para ambos será que no nos volvamos a ver -no puedo creer lo que me está diciendo.
- Estás loca, no sigas hablando, ¿quieres?

Suelto de inmediato su cara y me alejo. Apoyo ambas palmas de mis manos en el primer sofá que encuentro, dándole la espalda. La rabia, la ira, la confusión y decepción se adentran en mí. La sangre se me sube a la cabeza con rapidez. Me tomo todo esto como si me estuviera botando, cuando ni siquiera hemos empezado y eso me encabrona. Me rompe por dentro.

- Tú no tenías problemas antes de que yo llegara -comienza a decir. Yo solo quiero que se calle. Por primera vez, no quiero oír más su voz- Yo estaba sola, pero no hacía daño ni a mí misma, ni a ti. He notado que por mi culpa estás todo frustrado y extraño. Como tú mismo dijiste: No sabes qué hacer conmigo. No estás acostumbrado a que un a chica te diga las cosas, eso que solo hice hoy cuando no estuve, ni sabes como actuar. Te cierras.
- Te he dicho que no quiero escucharte, ¿entiendes? ¿no puedes entenderlo? -me volteo bruscamente sin ocultar mi ira- No quiero hablar de este tema, no quiero nada. Todo era mejor cuando te quedabas callada -escupo.
- ¿Tanto te molesta que esté cambiando? Cuando empiezo a conocer a las personas soy muy tímida, siempre soy buena con todos, y por eso se aprovechan de mí. Ya no quiero más eso, ¿entiendes? No quiero que ninguna persona me aplaste como si fuese alguien insignificante que no tiene derecho a hablar, y menos tú, que ya se nota que lo único que pensabas era que pudieses hacer lo que quisieras conmigo y manipularme -me dice- Yo también tengo carácter y no me quedaré invisible todo el tiempo, para que lo sepas -veo que una lágrima le cae, pero no me inmuto- ¡estoy harta de todo esto! Antes los demás, y ahora tú, ¡muchas gracias!
- ¡Bien! -exploto de una vez- ¡entiendo! ¿quieres irte? ¡vete! -no se mueve- ¡anda, vete! ¿qué esperas? ¿una invitación a que te vayas? Si eso es lo que quieres, no te obligaré a quedarte. Y de acuerdo, no nos volveremos a ver. Ojalas estés feliz ahora. Podrás divertirte con tus amigos y con tu novio -le digo con el aire más cínico que pudo salirme-, eso era lo que querías y ahora lo tienes. Y tu casa ya está abierta, para que lo sepas -a continuación, digo lo que más siento y me duele- Lograste ponerme de buen humor y sentirme tan bien a gusto contigo, para luego mandarlo todo a la mierda. Adiós.

Una vez que termino de expulsar todo eso, me voy hacia las escaleras desesperado, casi corriendo porque no quiero seguir viendo su cara, ni escuchando su voz, ni nada que sea de ella. Cuando entro a mi habitación doy un portazo, uno sonó increíblemente fuerte. Nunca di uno igual.

Me lanzo a la cama enseguida. Me sentía un marica. Me había lastimado una chica, y yo estaba hecho un asco. Todo lo que ella dijo no era cierto. Mis problemas estaban ahí antes de conocerla. Ella nunca fue la causante de ellos.

Tampoco me molestaba que ella estuviera cambiando. No era eso. Me molestaba que dijera cosas que arruinaban todo. Como decidir irse por una maldita discusión y malentendido. No pensó en nada más. Solo llegó y lo hizo. Pero yo también tuve cierta culpa. Si hubiera sido sincero con ella, ¿habría mejorado algo? ¿estaríamos así ahora? ¿por qué demonios me preocupo por eso? ¡ella me botó! ¡me mandó a la mismísima mierda! ¿y por qué cojones me siento tan débil? ¿que diablos hizo ella en mí? Soy un marica, uno verdadero. No puedo permitirme estar así.

Cuando __ se fue y yo no quise hablarle, me sentí aún más marica. No fui capaz de hacerlo porque no iba a aguantar. Si ya estaba hecho un asco y me daba verguenza que me viera así, iba a darme más si se enteraba. Al demonio todo. Ya fue. Fin.

Te quiero

Ha pasado una semana y siento que me estoy volviendo loco. No he hecho más que pensar en __. No me levanto de la cama ni para los encargos de mi padre. Ahora mismo está furioso conmigo. Dice que soy un holgazán y que parezco depresivo. Mis ojos son un par de esas esferas para los bolos, no salgo a la calle y me cuesta comer. Lo único que hago en el día es hacer ejercicio y solo salgo de la habitación para ducharme.

A la segunda semana me doy cuenta de que le importo una verdadera mierda a __. No me ha llamado, ni me ha mandado un mensaje pidiéndome disculpas por todo lo que me hizo, ni se ha conectado al Facebook. Voy sintiéndome como un pendejo por fijarme en cosas tan estúpidas como esas.

A las dos semanas con exactamente tres días y medios, me vuelvo paranoico y me pregunto si __ siquiera estará viva. ¿Habrá llegado bien a su casa esa noche? ¿se habrá muerto por mi culpa? La noche en que se fue me sentí pésimo por dejarla ir sola a esas horas, pero en el fondo sentía que estaría bien, que no era para tanto. Ahora no estoy tan seguro.

Yo seguía loco por __. Quería mandar al carajo mi orgullo. Tenía que disculparme con ella. Fui un bruto, un animal con ella. La traté de una forma que no se merecía. Tenía que ir y decirle todo y toda la verdad. No iba a dejar que se me fuera. No iba a perderla.

A las ocho de la noche me encontraba en mi auto camino a casa de la amiga de __. Dakota, creo que se llamaba. Sí. No sabía muy bien en donde vivía. __ me había explicado una vez por el sector en donde era, pero como no me interesaba jamás presté mucha atención. Ahora me arrepentía.

Cuando por fin pude encontrar el lugar, me bajé del auto. Bueno, realmente fue algo así como una suerte, porque vi a la chica salir de una puerta que daba hacia la calle. Simplemente una coincidencia de la vida, pero me salvó el pellejo.

- Oye, tú, chica -le hablo y ella me mira extrañada.
- ¿Qué? -me pregunta. Debía ir al punto.
- ¿Está __ viva?

Su cara se vuelve a una de horror y mucha confusión. Debía de estar haciendo el papel de un loco, pero como no aguantaba más y estaba fuera de mí, tenía esa duda. No me iba a perdonar jamás si algo le había pasado.

- Por supuesto que está viva, idiota -me dice ella, algo enojada. Yo suspiro tan aliviado que quería tirarme al pavimento y darle gracias a Dios.
- Joder, que bueno -le digo y sonrío por primera vez en dos semanas y media.
- ¿Te sientes bien?
- Sí. Ahora sí.
- Pues ya. Un gusto, adiós -se despide pero la detengo, poniéndome en frente de ella.

Le dije que necesitaba que ella me pasara su celular para mandarle un mensaje a __, haciéndome pasar por ella. Me mandó al diablo y me gritó el santo rosario entero. No me importó, lo único que quería era ir por __. Tuve que darle veinte dólares para que me permitiera hacer lo que quería y luego me fui a de ahí. Mi chica iba a escuchar todo de mí.

A las dos cuarenta llego a la casa de __. Entro por la puerta entreabierta que dejó ella, gracias al mensaje que supuestamente Dakota le envió, pero que en realidad era yo. Luego subo por las escaleras y noto que la luz del baño está encendida. Ella debía de estar ahí. Así que entro a su habitación y me pongo en el lugar más oscuro de esta, donde sé que ella no me vería.

Cuando ella y vuelve e intenta volver a dormir, me voy hacia su cama y le arranco las sábanas. Lo primero que hago en tapar sus ojos y su boca, para evitar cualquier reacción desfavorable. Ella se desespera y comienza a moverse para todos lados, luchando por escapar, queriendo gritar.

- ¡Shhh! -la intento hacer tranquilizar- __, te soltaré, ¡pero no vayas a gritar!

De inmediato, su cuerpo se queda quieto. Eso me hace sentir un poco reconstruido. Ella no me teme. No quiere alejarse. Permite que esté cerca de ella. Y significa mucho.

Quito mi mano de sus ojos y ella me mira. Aún en la oscuridad le brillaban. Eran preciosos. Los había extrañado tanto. El hecho de tener su mirada sobre mi bastaba para quererla aún más cerca. Así que quito mi otra mano de su boca, y no me doy ni cuenta cuando ella se incorpora y se aleja de mi, juntándose contra la pared. Yo me incorporo también. No me gustaba que se alejara. La quería conmigo, a mi lado.

Sin poder evitarlo, mi mirada desciende a su cuerpo. Este estaba cubierto solo por un shor bastante corto, que dejaba a la vista sus preciosas piernas y una camiseta también corta, que dejaba a la vista todo su abdomen. Dejo de mirarla cuando me habla.

- ¿Justin? ¿qué haces aquí? -me pregunta, mostrándose asustada- Es de madrugada...

Ignoro su pregunta. La quiero contra mí, ahora. Así que me acerco lentamente hacia ella. Podía notar como se ponía. Su nerviosismo y su impaciencia me hacían sentir tan bien. Lograr que tuviera esas reacciones me hacían sentir que aún tenía oportunidad.

- Hazte para atrás, por favor -me pide- Hazme caso, ¡respon...! -y eso es todo lo que dice, porque me lanzo contra ella, tomo su cara y atrapo su boca con la mía.

Desesperado adentro rápidamente mi lengua y la junto con la de ella. Una sensación inexplicable me recorre cuando ella me corresponde. Me acerco aún más a su anatomía, estrechándola contra la pared y ladeo mi cabeza, haciendo el beso aún más profundo y queriendo explorar cada cavidad de su boca. Muerdo sus labios, los lamo, tanto como deseaba desde hace tanto tiempo.

Al pasar el tiempo mi respiración se volvía irregular y la de __ estaba igual. Así que por el bien de ambos, sobretodo de ella, tuve que hacer el beso más suave, hasta finalmente dejar de besarla. No quería hacerlo, pero debía.

Ella me mira impresionada, y sé que se ha dado cuenta. Este no había sido nuestro primer beso para mí, pero ella al principio debió creer que sí lo era, que nunca antes nos habíamos besado. Entonces, lleva una de sus manos hacia mi pecho, y me hace para atrás. Yo se lo permito.

- Eras tú...
- Sí -respondo susurrando, y asiento- He sido yo el que te besó esa noche.

Incapaz de seguir alejado de ella, vuelvo a tomar su cara, y no me importa que ella note lo vulnerable que me siento. Tiemblo, sin embargo no importa. Ella lo nota, tarde o temprano iba a darse cuenta de lo que me provoca.

- ¿Por qué no me lo dijiste? -me pregunta. Se pondría a llorar. Lo presentía- Me lo ocultaste...
- No quería que lo supieras -la interrumpo- Creí que pensarías que era un idiota, porque lo soy. Pero ese tío te miraba y de un momento a otro sentí la necesidad de besarte... -sincero, tan apenado que no podía creerlo, pero continúo- quería dejar una marca, aunque  nadie lo vio y tú no lo sabías...
- ¿Y por qué no volviste? -comienza a llorar y eso me destruye- ¿por qué tardaste tanto en venir?

Me quita mis manos de su rostro y intenta secarse el de ella con sus brazos.

- Por mi puto orgullo, joder -aprieto mis puños, cabizbajo. Pero me doy cuenta de que no es momento para eso y vuelvo a mirarla- No llores, por favor. No por mí.

Vuelvo a tomar su cara e intento ser yo quien la seque, pero ella continúa llorando y me siento inútil, sin poder hacer nada. Siendo yo quien la lastimó hasta este punto. Y yo que creía que era el más lastimado de ambos. No lo era, porque siempre supe que yo fui el culpable.

- Para ti es fácil, ¿no? Creí que nunca te importé, que te daba igual mi estado, que...
- No digas esas esas cosas, __. ¡No son ciertas! No pienses eso, nunca más, ¿entiendes? -hago una pausa sin querer que siga diciendo tales mentiras- Lo lamento __, odio haberme portado así ese día, pero tú no comprendes que, mierda, me hiciste enojar mucho ese día y me bloqueé. Tenías razón, me cierro ante ciertas cosas, pero no pude evitarlo. Me hiciste poner como nadie nunca lo hizo, ninguna otra, solo tú.
- ¡Pero ni siquiera te preocupaste cuando me vine! ¡sola! ¡en la noche!
- Me preocupé, estaba paranoico, quizás que cosa te pudo haber pasado, pero... mi orgullo... Dios, no sabía qué hacer. Todo era un asco para mí esa noche. No quise ni despedirme, sabía que me rompería por dentro. Soy un cobarde, lo sé. Pero por favor, olvídalo, olvida todo lo que sucedió -le pido, tomando sus pequeñas manos. Afortunadamente ella ya estaba dejando de llorar- Haz como si nada hubiera pasado, ¿de acuerdo?
- No es algo simple, me dolía. Y aún me duele.
- Sé que no lo es. Pero por favor...

Agarro su mentón con dos de mis dedos, y la miro. No alcanzan a pasar unos cinco segundos y ya la tengo rodeada con mis brazos. Ella me acoge. Aún tiemblo, pero no me esfuerzo por dejar de hacerlo. Ella hunde su cabeza en mi pecho, y cierra los ojos.

***

Varios minutos después, aún seguimos abrazados. Ambos estuvimos callados cada segundo, sin decir ni una sola palabra. No era nada incómodo. Era un momento que podía compartir con ella por el resto de mis días.

- Justin, yo... -habla de repente- digo, Dakota está por llegar y si te ve luego tendré una interrogación. Será mejor que... que te vayas -había olvidado decirle la verdad de eso- Estoy muy confundida, y... eso.

Ella se acomoda bien y se empieza a parar de la cama. Ni que lo sueñe. La atrapo con mis brazos, impidiendo que se mueva un centímetro más. La giro y la atraigo hacia mí, haciendo que quedemos frente a frente, aunque con cierta diferencia por estar yo sentado y ella hincada. Su mirada se desvía hacia mis labios y sé que en el fondo quiere volver a repetir lo de hace unos minutos.

- Dakota no va a llegar -le digo por fin.
- Llegará, me mandó un mensaje -se veía muy cohibida- Se quedará esta noche a dormir.
- No, no va a llegar -repito- Yo fui quien te mandó el mensaje desde el celular de ella -eso basta para que la confusión se hace presente en su rostro.
- ¿Cómo pasó?
- __, eso ya no importa. Céntrate en algo más...

La abrazo más fuerte por la cintura y miro sus labios, sintiendo como ella se estremece por la sensación. Me vuelve loco. De un momento a otro mis intenciones hacia ella se vuelven nada inocentes. La quería para mí. La necesitaba. Quería que ella supiera que me pertenecía.

- Justin, no. Es que... -la atraigo aún más hacia mí y mira mis labios. Tengo que lograr que ella quiera tanto como yo- No puedo con esto, no es correcto.
- ¿Y quién dice que es correcto? -voy acercando mi boca a la suya, y hago que nuestros labios se rocen, apropósito. No iba a escapar de mí. Ya no más.
- Nadie lo dice, pero...
- ¿Entonces? -interrumpo- Te he extrañado, no sabes cuanto.
- Yo también te extrañé. Lo mínimo que quería hacer era verte -sincera y algo dentro de mí se enciende- Pero tú...
- Calla, __. No digas cosas erróneas, solo quédate callada, tu lengua se cansará -le ordeno.
- Que se canse, no me importa tanto.
- No debe cansarse, al menos no hablando -muerdo mi labio inferior inconscientemente. Quiero devorarla. Ella baja la mirada, avergonzada- Mírame, __. ¿Por qué te pones tan nerviosa?

Suelto carcajadas, adrede, queriendo provocarla. Sube la mirada de golpe, y sé que lo he logrado. No importaba si se enojaba. Esta noche sería especial para ambos. Yo estaba más decidido como jamás lo estuve.

- No estoy nerviosa -miente- No digas boberías -intenta alejarse. Esta noche está difícil, pero me gusta. Así que la sostengo aún más fuerte.
- Lo estás -vuelvo a insistir- Puedo notarlo en cada movimiento que haces, lo siento a través de ti.

Rápidamente la tomo por las piernas y se las separo. Me pongo de pie, haciendo que lo único que le quede sea rodear mi cintura con sus piernas. Vuelvo a sentarme y la posición que tenemos ahora es aún mejor. Pero es un problema a la vez porque me enciendo de manera no apta. Tenerla sentada así sobre mí, me hacía querer tantas cosas.

- ¿Qué hacemos? -me pregunta con un hilo de voz, sin atreverse a mirarme- Creo que... estás loco. No deberíamos estar haciendo esto.
- ¿Por qué no?

Quito uno de mis brazos de su cintura, y apoyo mi mano justo detrás de su cabeza, queriendo atraérla hacia mí. Nuestros labios vuelven a rozar. Ella los mira. Un montón de hormonas se revuelven en mi interior.

- Porque... porque no.
- ¿Y por qué, entonces, no me has pedido que deje de hacerlo? No haré nada que tú no quieras, shawty -le digo- Pero sé que te agrada, y a mí me agrada más.
- No hagas esto, Justin -me pide a duras penas. Ella quería. Su voz se dificultaba- No es... no es divertido.
-  Así es como me tienes -sentía que no aguantaría más por mucho tiempo. Junto un poco sus labios con los míos- No sé bien lo que hago...

Sin esperar más, me lanzo a su boca con brusquedad y la beso con desesperación. __ quita mi mano que estaba detrás de su cabeza y rodea mi cuello con sus brazos. Eso es perfecto. Se deja llevar y quiere todo tanto como yo. Por fin lo has hecho bien, Bieber.

La beso como si no hubiese un mañana, la atraigo lo más que puedo hacia mí, como si eso fuera posible, sin dejarla ir ni que se separe de mí ni por el más mínimo segundo. Succionaba y mordía sus labios sin prestar mucha atención por si a ella podía llegar a lastimarse, porque ella estaba haciendo prácticamente lo mismo con los míos, quizás aún más. Eso me fascinaba.

- Por Dios -susurro, atrapando su labio inferior con mis dientes- Besas como ninguna. Jamás me arrepentiré de esto.

No la dejo responder y sigo besándola. Ella no se niega. Así que me pongo de pie, me giro y recuesto a __ en la cama y me pongo sobre ella, sin dejar de besarla en ningún momento. Entonces ella flexiona sus piernas dándome un mejor paso y eso lo hace todo increíblemente excitante. Deja de abrazar mi cuello y sus manos bajan a mi torso. Pasa sus manos por debajo de mi chaqueta, y hunde sus dedos en la piel de mi espalda. Eso me enciende completamente y ahora soy yo el que se estremece, y no puedo evitar empezar a bajar mis labios hacia su mejilla, llegando a su cuello y depositando besos húmedos en él. La chaqueta me estorbaba. Sin separarme, me la quito como puedo y la lanzo lejos. Ella podía tocarme todo lo que quería. Yo era suyo. Quería que lo supiera. Y ella era mía. Tampoco del imbécil de su novio. Me importaba una miserable mierda si ella en este mismo momento estaba siéndole infiel a él. No lo quería, me quería a mí. Tenía que estar queriéndome a mí.

Queriendo sentir más de su cuerpo, comienzo a acariciar sus muslos y a apretarlos, sintiendo la textura y la perfección de ellos. Cada parte de ella me encantaba. Nuestras respiraciones estaban tan entrecortadas que era imposible escuchar algo más que eso. Me sorprendo cuando __ hace que me gire. Se sube encima de mí y presiona su zona con la mía. Eso solo logra que me encabrone y quiera mucho más que eso. Me continúa besando y luego sus besos bajan a mi barbilla, y luego hacia mi cuello, mordiéndolo. Seguramente mañana tendría marcas y estaría más que feliz de tenerlas.

Mis manos recorren su cintura. Paso mis manos por debajo de su camisa y siento su piel algo húmeda igual que la mía. No aguantaba más. Su ropa me estorbaba. Quería hacerle todo lo que nadie más. Quería arrancar todo lo que traía encima. Si ella no se negaba, no iba a soportar más y no duraría en hacerla mía de una vez. Pero eso no sería lo correcto. Si lo hacíamos, quizás mañana ella se arrepentiría y no iba a permitirlo. Por más que quisiera, no podía. Así que decido hablar.

- __... -mi voz es un asco, no podía hablar bien.
- ¿Qué pasa? -me habla con una voz tan dulce e inocente que me entran ganas de reír.
- Debemos detenernos -alejo mis manos de su piel para así poder controlarme y tomo su cara, para continuar besándola- De lo contrario, terminaré desvirgando a una chica de dieciséis en esta misma habitación, y aunque  no se deba, muero por hacerlo.

Todo eso lo susurré sobre sus labios, y seguí ocupándome de esa boca que me encantaba tanto. Era gracioso, porque yo mismo le pido que nos detengamos, sin embargo, sigo besándola. Eso solo hace que tenga más ganas de ella. Así que dejo de besarla, y llevo mis manos hacia su cintura, y me esfuerzo porque permanezcan ahí y solo ahí. Y lo logro.

La miro, esperando que abra sus ojos. Cuando lo hacen, me relajo rápidamente, y poco a poco me siento ya más controlado. Ella era preciosa. Suelta un bostezo y sonrío de inmediato. Fue el bostezo más largo y enorme que había visto.

- ¿Puedo quedarme aquí, a dormir? -pregunto, pero justo en ese momento me contagio del bostezo sin poder evitarlo.
- Claro que puedes quedarte, Justin -aceptó, sonriendo delicadamente- ¿Dónde te gustaría dormir? Está la habitación de papá, y hay una de huéspedes, por si quieres. Es muy cómoda.
- Quiero en la tuya -me decido por la opción que no me dio- Está bastante cómoda, ¿no crees?
- ¿Estás riéndote de mí? -me saca la lengua, divertida.
- No, para nada -digo sarcásticamente y por fin le digo algo que quería decirle- Te quiero, __. Mucho -alzo mi cabeza y deposito en sus labios el más pequeño beso.
- Yo también te quiero mucho -ahora, me besa ella.

Finalmente, nos vamos moviendo hacia la cabecera de la cama y recostamos nuestras cabezas en la almohada. Tomo su mano fuertemente. ¿Qué ha hecho ella en mí?

Nos miramos en silencio, sin decir absolutamente nada, y sin movernos ni un solo centímetro. Finjo que me estoy durmiendo, y ella comienza a cerrar sus ojos lentamente. La diferencia es que ella lo hace enserio, y yo no.

Cuando finalmente ella está en un profundo sueño, yo me dispongo a mirarla. Su respiración es pausada y calmada, y luce tan indefensa que me dan ganas de protegerla por siempre. Y eso es lo que quiero hacer. Debo ganarme su corazón, seguir haciéndolo y seguir logrando que ella me dé momentos como los que me permitió minutos atrás. Quiero ser el único para ella. No importa lo demás.


________________

Saben chicas, me da algo de pena saber que esto es lo único que escribiré de estos personajes. Y es que no son solo eso, son mucho más. Quiero confesar que esta novela, aparte de ser solo basado en un sueño, la creé también por mí misma. Hay muchas partes en esta novela que me he sucedieron a mí. Y quiero compartirles un poco de mí ahora mismo.

Este es Romano. Es, o mejor dicho, fue. Yo no lo he puesto solo porque se me ocurrió, o porque tuve ganas de poner un gato y ya. Lo puse porque se lo merecía. Porque él, ahora mismo, es mi esperanza. Tal vez no me crean, pero todo con él pasó exactamente como en la novela. Cada palabra que __ dirigió a Romano, se la dirigí yo a él en la vida real. Los insectos que se comía, no lo hacía con él, pero lo hice con mi primer gato llamado Romano, así que él también se encuentra en esta novela, a pesar de no ponerlos separados. No hay un solo día en que no lo extrañe, o que no piense en él. Fue mi mejor amigo, ¿saben? Cuando no tenía a nadie, él estuvo ahí. Y sufrí tanto, y aveces aún lo hago. Como dije en la novela, quizás nunca lo superemos, pero podemos salir adelante, y yo lo estoy haciendo. Ahora ya no siento remordimientos por haber sido la culpable. Sé que me perdonó. Él lo hizo. Y si yo pude salir adelante después de cometer errores, sé que ustedes, si tienen algún problema, también podrán.

Habían días en que estaba arrepentida. Cada vez que estaba ocupada haciendo algo y él se me acercaba para que lo acariciara, aveces yo lo sacaba y le decía que ahora no, que no era momento, porque estaba apurada. Y cuando ya no estuvo, me di cuenta de que, de haberlo sabido, habría aprovechado cada segundo con él. Así que quiero decirles que si ustedes tienen una mascota que aman de verdad, pero que no se lo demuestran tan seguido: háganlo. No lo desperdicien. Con sus padres, con su familia, con quien sea que amen, demuestren lo importante que son. Aveces es difícil mostrar el cariño, yo lo sé, pero sepan que el día en que alguien importante no esté, sufrirán mucho y estarán arrepentidos, quizás para siempre.

Cuando leí el comentario de Andu Solorzano en el último capítulo -si estás leyendo esto Andu, muchísimas gracias- me cayeron incluso lágrimas. Ella dijo que deseaba encontrar un Romano, y que si algún día este llegaba a su vida, recordaría a ese lindo gato feo, me recordaría a mí y a esta historia y lo llamaría Romano, en su honor, y en el mío. Que incluso mi novela, en ocasiones, le ayudaba a resolver sus propios problemas. Y que si un día tenía a una hija que amara leer, le imprimiría mi historia y se la daría. Que mi historia había cambiado su vida.

¿Qué creen que yo siento con eso? ¿qué creen que siento cada vez que alguna de ustedes se toma el tiempo de comentar en mis capítulos? Porque aveces me preguntan si los leo todos. Yo leo absolutamente cada palabra de cada comentario que ustedes me escriben. Todos son hermosos, todos me gustan, incluso aveces hasta los memorizo -y eso que yo soy muy mala recordando cosas.

Quiero darle las gracias a cada una, por haberme apoyado, y por esperar pacientemente a que yo subiera, siendo que tardé más de un año. Son increíbles. Son geniales, y no importa lo que les pase siempre deben ser fuertes. Aprovechen cada minuto de su día. Todas nosotras tenemos problemas, pero nunca es tarde para avanzar. Lo peor es arrepentirse de lo que podías hacer, pero que nunca hiciste, y desaprovechaste.

Ahora, yo no quisiera que en Facebook se hiciera saber esto -en mi facebbok personal- pero en el grupo sí, por supuesto, porque son mis lectoras y solo mis lectoras ven esto. Les he compartido porque creí que debían saberlo, y porque aquí el crédito se lo lleva Romano y por supuesto, ustedes también.

Un beso a todas, las amo muchísimo, pero muchísimo ♥ y si algún día no tienen a alguien con quien hablar y están solas, pueden contar conmigo. Pero saben, al final, nunca lo estarán. Si recuerdan a alguien que las hizo feliz, y confían, van a ver que a pesar de no estar físicamente, lo están en el corazón. Eso ayuda como no saben. Un beso enorme, y subiré luego la próxima novela ♥

Atentamente: Thiare.

2 de diciembre de 2014

Epílogo -Por un capricho.



Mis manos están frías y temblorosas. No por miedo, no porque esté asustada. Si no porque ya no funcionan bien. Mi cuerpo, en sí, no funciona bien.

Tengo una enfermedad. Me la han diagnosticado ya hace unos años. Hoy en día tengo noventa y cinco años, y me sorprende que a estas alturas aún siga viva. Porque ya estoy muy vieja. Soy una anciana. Mi piel está llena de grietas y de arrugas que hace un tiempo nunca estuvieron. Porque recuerdo mi infancia y mi adolescencia como si hubiera sido ayer. Y cualquiera que me viera se asombraría por todo lo que he vivido.

No todas las personas tienen el privilegio de vivir tantos años. Sin embargo, estoy ya satisfecha. Siento que no es necesario que yo viva más. He cumplido. He tenido una vida hermosa y profunda. Me enamoré, cuidé de mi familia, tuve hijos y nietos.

A los treinta años perdí a papá. Él murió porque una de sus etnias se reventó dentro de él, y eso fue suficiente para que supiéramos que ya no había nada que hacer. Se suponía que no podía hacer mucha fuerza, pero lo hizo, y eso fue lo que pasó.

Mi madre -Michelle- murió por su vejez, eso sí que fue precioso, aunque triste a la vez. No hay tantas personas que tengan la suerte de eso, tampoco. Jamás ninguna enfermedad la tomó y eso es ya algo por lo que agradecer.

Y por último, el amor de mi vida. Justin murió pero en realidad no sé por qué. Fue hace ya unos dos años, y un día estaba bien, se durmió, y al otro día no despertó. Se fue en un sueño. Recuerdo que toda la noche estuve abrazada a él, creyendo que dormía conmigo. Pero cuando me di cuenta de que no fue así, mi corazón se rompió. Me convertí en viuda y ni siquiera pude saber que ese momento se acercaba. Eso es lo que me dolió más. No tuve tiempo de nada.

El dolor físico de la enfermedad se hace presente nuevamente y cierro los ojos, aguantando. Cada vez me cuesta más respirar. Pero no quiero quejarme. No quiero preocupar a nadie.

La puerta de mi habitación se abre y entra Lila a duras penas. Mi pequeña hermana de ahora setenta y ocho años camina hacia mi cama, dejándome mi jugo favorito en mi mesita de noche. Ella aún tiene marido y también tuvo hijos, por lo que soy tía. Recuerdo que cuando me contó que estaba embarazada de su primer hijo parecía que yo estaba más feliz que ella. Fue hermoso.

- Aquí tienes, __ -su voz ya luce más apagada, pero sigue animada a la vez y fuerte- Está recién preparado.
- Gracias, pequeña -le digo. Tendrá la edad que tiene pero siempre será mi hermana menor.
- ¿Cómo te sientes? -pregunta esperanzada.

En el fondo no quiero decirle lo mal que me siento, ni lo mucho que me duele, ni que estas noches he estado soñando repetidamente con mamá y papá diciéndome que falta poco. Pero sé que debo hacerlo. No quiero irme en una sorpresa. Quiero explicarle que falta nada para que yo me vaya. Así que decido hacer caso omiso a lo que me pregunta, y opto por decirle otra cosa.

- ¿Recuerdas cuando éramos más jóvenes y tú tomabas mi maquillaje y te lo ponías en la cara? -le pregunto. Su sonrisa aparece al instante. Tiene una memoria fugaz. Ella es preciosa.
- Sí -responde- Me enojaba cuando me los quitabas y papá te obligaba a prestármelos.
- Exacto, entonces yo me enojaba porque él me obligaba -concluí.
- Eso es cierto también -ríe otra vez.

Me aclaro la garganta para que la voz no se desvanezca. Otro dolor fuerte empieza y me muerdo mi pálido labio, queriendo disimular. Aprieto la sábana con toda la fuerza que me queda.

- ¿Te duele mucho?

Me sorprendo porque no me esperaba su pregunta. Sus ojos lucen tristes, y me siento un poco culpable. Ella no tendría que estar aquí cuidándome, ni viendo como me voy muriendo lentamente. Mi hermana es fuerte, pero sensible, al igual que yo. Ambas somos muy parecidas. Papá y mamá siempre nos lo recordaban. Desde la muerte de ellos, nunca nos hemos separado por más de cinco días. Siempre nos juntábamos y salíamos juntas al menos una o dos veces a la semana.

- Ven acá -le pido, dando palmaditas en la cama, para que se acueste a mi lado.

Ella se levanta de la cama y se da la vuelta, para así poder hacer lo que le pido. Sus rodillas caen en el colchón, y gatea hasta mi. Luego, se deja caer. Posa su cabeza en la almohada, y toma mi mano entre las suyas. Ella está muy tibia. La sensación es reconfortante.

- Tus manos están frías -me dice- ¿Quieres otra manta?
- No, estoy bien -respondo- Es normal a estas alturas.

Ella asiente, y nos quedamos en silencio. Observo el techo detenidamente. Mis ojos pesan mucho y me cuesta trabajo pensar.

- ¿Crees que puedas mejorar y salir de esta? -su voz suena tan debilitada que me entran ganas de llorar, pero no puedo hacerlo, porque ella se me adelanta.

Desde que ella era una niña siempre me he propuesto no llorar si ella lo hace, porque me gustaba hacerla sentir mejor y no verme destruida. Si ella me ve mal, no tendrá quien la conforte, y le haga pensar que todo estará bien. Como hermana mayor no puedo permitirme su dolor. Sin embargo, decido ser sincera con ella. No puedo ocultar la verdad por más. De lo contrario, mi tiempo de hacerlo se acabará.

- No lo creo, pequeña -al confesar, aprieto su mano fuertemente- No creo poder mejorar.
- ¿Estás segura?

Cierro los ojos y asiento con la cabeza.

- Sí, lo estoy.

Ella baja la mirada por un momento, pero luego vuelve a subirla. Sus ojos brillan por las lágrimas y es un sentimiento horrible saber que es por mi.

- ¿Cuánto? -pregunta- ¿Cuánto crees que falte? -no es necesario ni que lo piense. Me limito a suspirar y a recordarme que debo decir la verdad.
- No sé si seré capaz de pasar de esta noche, Lila. No sé si podré despertar mañana -me duele decírselo, pero lo hago- Creo que es tiempo.

Más lágrimas caen por sus mejillas, y entonces entiendo muchas cosas. Cuando eres niño, o adolescente, o incluso un adulto y llega el momento de perder a alguien, siempre te dicen que esa persona desearía que no lloraras, o que no sufrieras. Y es cierto. Pero no se entiende completamente hasta que eres tú el que está a punto de morir, y ves a los demás hundirse, poco a poco.

- Pequeña, si estoy aquí, ni siquiera me he ido aún -le digo, y logro que se ría. Yo río por un momento junto a ella.
- No es gracioso. No quiero reírme por esto -me dice, tratando de parar y lo logra- Eres la única de la familia que me queda, __. Perdimos a papá, a Michelle, a tía Casilda, a Cipion, a todos. Y ahora tú me dejas. Estaré sola y tú estarás muerta. Sé que soy vieja y que debería entender mejor las cosas, ¿pero quién lo haría? Nosotras hemos sido inseparables -se sorbe la nariz- Todo acabará.

La entiendo mejor que a nada. Porque yo sentí lo mismo, o parecido, cuando los perdí a ellos. También cuando perdí a Justin. También cuando perdí a Romano, y a todos a los que a lo largo de mi vida he amado incondicionalmente.

- No te dejo, Lila. Siempre estaré contigo -le corrijo.
- Quisiera que estés aquí conmigo, viva.

De pronto siento que no la veo a ella, si no, que me veo a mi misma en años anteriores. Porque yo dije esa misma frase cuando perdí a mi esperanza, a mi mejor amigo, a Romano. Y me doy cuenta de que ella se siente tan desesperanzada como yo me sentía.

- Lo sé -concuerdo- Yo también quisiera quedarme aquí, y no dejarte, como le prometí a nuestra familia que haría. Sin embargo, ya he terminado. Hice lo que debía hacer.
- Yo también hice lo que debía hacer, ¿por qué no me lleva Dios también?
- No, eso no -la detengo- Tú no has terminado.

Ella parece no entender. Su frente se arruga un poco más de lo que es, pero luego vuelven a su posición normal. Suspira resignada, y me doy cuenta de que sabe que ha dicho algo que está muy lejos de ser cierto.

- Eso, así me gusta -le digo- Tú sabes que aún tienes tiempo aquí. Tus hijos te aman, y tus nietos aún están muy pequeños. Ellos querrán tener a su abuela un poco más.
- Tienes razón -sonríe un poco- Debo quedarme aquí.
- Por mucho tiempo más -termino de decir.
- ¿Por qué lo dices ?-pregunta. Dudo si decirle, pero termino  haciéndolo.
- Lo sé porque papá y mamá me lo han dicho.

Ella abre los ojos impresionada, pero sé que me cree. Ambas sonreímos con lágrimas en los ojos. Me siento feliz a pesar de todo. Me gusta que nuestros últimos momentos juntas sean así.

- Aveces dicen que las personas desarrollan ese sentido de la comunicación con los muertos cuando se tiene miedo. O que una parte de nuestro cerebro lo desarrolla inconscientemente.
- La ciencia dice muchas cosas, bonita. Y cuando es sobre cosas sobrenaturales, con más razón -hago una pausa para respirar, pero sigo- Nunca creen nada. Es como si trataran de tapar el sol con un dedo apropósito.

El sueño comienza a hacerse más presente y lucho por mantener mis ojos abiertos. Doy un largo bostezo, y me pongo a mirar el techo otra vez, en lugar de a Lila.

- ¿Qué es lo que te dijeron mamá y papá? ¿Los viste? -pregunta. Sé que desea que le diga que sí, pero la decepcionaré, lamentablemente.
- No, no los vi. Pero me dijeron que mi tiempo en este mundo ya acababa -le conté- Solo pude oír sus voces en un lugar completamente blanco. Pero aún así, les pregunté por ti.
- ¿Por mi?
- Sí. Les pregunté qué era lo que pasaría contigo.
- ¿Y qué te dijeron?
- Me dijeron que estarías bien -sincero- Y es todo lo que necesité escuchar, y lo que tú necesitas saber. No debes de tener miedo, pequeña. Tú estarás increíble.
- Pero triste. Aveces siento que olvido la cara de nuestros padres. Si no miro una fotografía, es como si no los pudiera imaginar bien.
- El tiempo hace eso.
- Yo no quiero que pase lo mismo contigo.

Se acurruca mejor hacia mi. Apoya su cabeza entre mi pecho y mi brazo, y yo le doy un ligero abrazo con este. Siempre nos ganábamos así.

- Si quieres, no me recuerdes así.
- ¿Cómo, entonces?
- Te gustan las mariposas, ¿no? -pregunto.
- Sí, lo sabes. Desde que era una niña me han gustado. Me dan paz.
- Pues cuando veas a una, piensa en mi. Cada vez que te sientas triste, imagina que yo estoy allí -le incito- Yo estaré donde tú quieras que esté.

Ella asiente con la cabeza una vez más, sin mirarme. Ni siquiera es necesario que lo haga. Este momento lo es todo. Y si no pudiéramos hablarnos, seguiría siendo todo, además de perfecto. Pero de pronto sé que quiere decirme algo, sé lo que dirá, pero me adelanto.

- Voy a extrañarte, pequeña. Viva, o no viva, lo haré. Te voy a extrañar desde donde esté -siento que voy a llorar, porque digo la verdad. La extrañaré muchísimo- Mañana cuando no esté, tienes que pensar que algún día nos volveremos a encontrar, ¿sí?
- También voy a extrañarte -la oigo llorar- Te prometo que pensaré eso, siempre. Eres la mejor hermana que he podido tener.

Acaricio su cabello con mi mano, y asiento con la cabeza.

- Y la mejor que yo he podido tener has sido tú. Te amo, hermosa. Hasta pronto.
- Hasta pronto.

Esas fueron nuestras últimas palabras, porque al poco tiempo ambas caemos en un profundo sueño. El último que tendremos juntas, porque sé que lo será. Porque las ancianas siempre sabemos cuando nos llega el momento. Y yo ahora lo sé.

Mientras duermo, de pronto despierto. Observo a mi mesita de noche. Son exactamente las 04:05am. Lila duerme plácidamente, siento su respiración. No se ha movido de donde estaba. Me quedo mirando el techo, la verdad no sé cuantos minutos. Pero de pronto, me empieza a dar una cantidad de sueño que no reconozco. Los párpados comienzan a caerme, y me cuesta un poco respirar, pero no me alarmo, ni siquiera duele.

Algo me da, no sé que fue, pero miro a duras penas hacia los pies de mi cama. Parpadeo, creyendo que estoy imaginando tal cosa. Una pequeña figura de color blanco con negro está allí. Mi corazón late de manera desenfrenada de la sorpresa, y mis ojos se humedecen. La figura se gira, y veo a Romano.

FlashBack.
- Puedes irte, Romano. Puedes darte por vencido e irte sin mi. No sé que pasará, ni lo que harás. Te aseguro que no sé lo que hay allá arriba en el cielo, mi niño, pero el día en que me toque partir, me gustaría que lo primero que vea seas tú... y saber que morir haya valido la pena. 
Fin FlashBack.

- ¿Romano? -le llamo.

Su miau se hace sonar, y siento una ráfaga de aire puro. Había soñado tanto con escuchar ese sonido de nuevo, al menos una sola vez. Él lo ha hecho. Él ha cumplido mi deseo. Ha vuelto a buscarme como le pedí que hiciera. No me olvidó. No olvidó mis palabras, ni siquiera no estando vivo.

Lágrimas caen por mis mejillas, y de pronto la habitación comienza a aclararse. Las paredes van desapareciendo, y de un momento a otro no es de noche, y yo estoy de pie. Todo es color blanco. Pero él sigue allí, observándome.

Doy un paso creyendo que deberé esforzarme, pero me equivoco, y me sorprendo la agilidad con la que he movido un pie. Miro mis zapatos, y me encuentro con la ropa que solía llevar cuando tenía diecisiete. Pero eso es lo que menos me importa ahora.

Corro hacia Romano, y lo envuelvo entre mis brazos. Lo estrecho con fuerza contra mi pecho, llorando desconsoladamente. Sus ronroneos en mi oído me hacen llorar aún más. Sus patitas rodean mi cuello y sé que no podría estar más feliz de lo que he estado jamás. Por fin estoy con él otra vez. Él ha vuelto por mi y yo lo he alcanzado.

Siento que alguien más nos abraza. Alzo mi cabeza y veo a mi chico del baño, el de ojos miel, mirándome y sonriendo con esa dulce y joven sonrisa que me enamoró desde un principio. Tiene diecinueve, porque luce justo como cuando nos conocimos.

Lloro aún más, me besa en los labios y siento que todo es un sueño, que no es posible que esto esté sucediendo. Es mi mundo perfecto. Pero es más perfecto aún cuando miro más allá, y veo a toda mi familia mirando en mi dirección, felices. Incluso a todas las mascotas que crié.

- Lo has hecho, shawty. Lo has hecho.

Vuelve a abrazarme a mi y a Romano. Esconde su cabeza en mi cuello. Y sé que ya he dejado la vida como debía. Nada de tristeza, todo es felicidad. Todo es un nuevo comienzo. Y tengo a mi esperanza aquí conmigo.

Me doy cuenta de que morí como debía. Fui fuerte, aguanté, soporté. Salí adelante. Y eso es lo que debemos hacer todos. Por más difícil que la vida se vuelva, por más que veamos que no tenemos sentido de vida, debemos esperar. Y cuando nos llegue la hora, moriremos orgullosos. Y aún mejor, seremos unos verdaderos guerreros. Unos ángeles guerreros.

__________

Chicas, quizás hayan odiado el tipo de final que les he dado, o más bien, el tipo de epílogo, pero es que cuando se me ocurrió la idea me di cuenta de que nadie jamás lo había hecho así antes, o al menos nunca leí uno parecido, no sé. Pero me encantó. Dudé si en subirlo o no, por eso he tardado tanto. Pero he decidido que debía. Espero que les haya gustado, aún así. 

Quiero darles las gracias por haberme acompañado e impulsado por esta novela. No pararé de repetir que he puesto todo mi sentimiento en ella. Ustedes son geniales y hacen que esto sea posible. Las adoro ♥ Comenten mucho y subiré las escenas extra lo más pronto posible. Un beso enorme.



28 de noviembre de 2014

Último capítulo -Por un capricho.


-Él ha terminado su propósito en la vida-


Un año después.

Tomo otra prenda de mi pequeño armario y comienzo a doblarla lo mejor que puedo, aunque no sale del todo bien. Siempre he sido pésima doblando ropa. Michelle, mi madre, lo hace sin problemas todo el tiempo pero esta vez no ha podido ayudarme porque ella hace lo mismo, solo que con la de ella, la de papá, y la de Lila. 

Meto la prenda en la caja color café que es algo delicada y comienzo a sacar más ropa para continuar doblando y guardando. De a poco va quedando vacío por dentro y habré terminado con esta parte. Hay un montón de ropa que jamás uso así que la he apartado para regalarla a personas que la necesiten. Eso de tirar a la basura cosas que aún sirven no es lo mío.

Golpes no tan fuertes en la puerta de mi habitación se hacen notar, y sé que de seguro es papá, porque conozco muy bien el tono que hace al tocar. Tin ti ri rin tin, tin tin. O algo así. Le digo que pase y él lo hace de inmediato. Asoma su cabeza por el espacio.

- ¿Lista para terminar con la mudanza?
- No, aún no -le digo concentrada en lo que hago, sin mirarlo- Es lo único que falta.

Observo a papá y él mira todo el interior de mi habitación y asiente con la cabeza. Yo hago lo mismo que él. La habitación sin nada en ella se nota mucho más espaciosa, y entonces me doy cuenta de lo mucho que voy a extrañarla. Las paredes color damasco son de una niña pequeña porque al crecer jamás quise pintarla, y me parece acogedora y dulce, pero a la vez nostálgica. Jamás la quise color rosa porque todas las niñas la tenían rosa, y yo quería ser diferente.

- Bueno, intenta apurarte para yo llevar el armario vacío al camión con ayuda de Justin para después llevar la caja de tu ropa. Quiero acabar con esto pronto. Se me hace latoso.

No alcancé ni a contestar y él ya había cerrado la puerta. No tardé mucho en terminar de guardar la última prenda. Tomé la cinta de embalaje que había dejado a un lado por el suelo y la sellé. Tomé el plumón negro que tenía en mi bolsillo y escribí en letra imprenta y grande "Ropa estilosa de __". Sonreí al terminar. Justo entonces siento que alguien grita desde abajo.

- ¡__, iré con tu padre y tu hermana a cargar dinero al celular, volvemos enseguida! -y luego escucho un portazo.

Hace ya rato que quería estar sola. Justin podría llegar en cualquier momento así que debía aprovechar la oportunidad. Si no hacía lo que quería hacer me arrepentiría por mucho tiempo o quizás el resto de mi vida. Debía despedirme.

Salgo de la habitación lo más rápido que puedo, bajo por las escaleras y salgo al patio delantero. Miro el espacio que siempre me daba algo de tristeza mirar. A pesar de que ya estaba saliendo adelante sin él, el dejarlo aquí, tirado y solo, me retorcía por dentro.

Entonces, camino lentamente hacia su pequeña tumba. Me agacho y apoyo las rodillas contra el césped, y me acomodo, mirando su lugar. Me entran un poco de ganas de llorar.

- Hola, Romano -lo saludo apenada, creyendo que él me escucha. Espero un momento para relajarme, porque de lo contrario estaré hecha un mar de lágrimas- Hoy me voy. Nuestra familia ha decidido irse de aquí, y no sé, pero quizás otras personas lleguen a vivir a esta casa.

No aguanto y mi cara comienza a humedecerse. No quería dejarlo. Tenía tantas ganas de que siguiera aquí, de que me reconfortara haciendo que lo acaricie en su pelaje.

- Me habría gustado irme contigo -continúo, sorbiéndome la nariz- Y es que tu vida fue muy corta. Los gatos duran varios años, casi lo mismo que los perros, o más. Pero tú te fuiste tan temprano. No tuviste la gran vida que me habría gustado que tuvieras.

Guardo silencio por un momento para respirar bien.

- Lo que quiero decir es que, se me hace difícil irme y dejarte. Siento que de alguna manera te abandono. Porque ya nadie te visitará, de hecho, ni siquiera sabrán que hay alguien tan especial enterrado aquí, y si lo supieran, ni siquiera se interesarían. Porque no cambiaste la vida de ellos. Cambiaste la mía, y me encanta que haya sido así -le digo- Me encanta que yo haya tenido la oportunidad de tenerte como mi mejor amigo.

Llevo mi mano a donde está la tierra que lo cubre y comienzo a jugar con ella. No puedo evitarlo y dibujo un corazón. Dentro de él, escribo "Romano". Ahora llevo mi otra mano al bolsillo de mi pantalón y saco un sobre de semillas de césped. Las esparzo por encima de esa tierra, por sobre lo que he escrito. Me levanto, voy a llenar la regadera con agua y luego riego. La tierra queda café oscuro y vuelvo a sentarme a su lado.

- Cuando el césped crezca y la gente llegue, nadie sabrá que estás aquí, y supongo que eso es mejor -le explico y vuelvo a llorar- Tu trabajo ha terminado, bebé. Por fin puedes descansar en paz, sin remordimientos por mí. Porque en este mismo momento te dejo ir de verdad. Nunca voy a olvidarte, y sé que tampoco vas a olvidarme a mí. Te amo, te amo tanto. Gracias por todo.

Vuelvo a llevar una de mis manos a mi pantalón y de entre ellos saco un insecto volador que tanto le gustaban. El otro día pasaba por cerca de los arbustos con espinas y había uno tirado, ya muerto. Así que hago un pequeño agujero en la tierra mojada, lo dejo dentro, y lo cubro.

- Ese es un pequeño regalo de agradecimiento -le cuento- Sé que te gustaban mucho y era muy divertido cazarlos. Todas las tardes hay montones por los alrededores. Si estuvieras aquí estarías encantado y no dudarías en ir corriendo conmigo hacia ellos -ahora sonrío, porque recordar esas cosas preciosas que pasamos ya no me dan tristeza. Me dan felicidad. Y por eso mismo, sé que ya estoy saliendo adelante.

Suspiro y miro al cielo. ¿Y si él estuviera cerca, observándome? ¿si en realidad su alma me escuchara? Sería tan hermoso e increíble. Pero no se sabe. Uno no sabe lo que es estar muerto. Solo lo sabremos cuando lo seamos.

- He pensado en adoptar otro gato -le digo mis planes- No sé si papá me deje. Seguro que sí, pero es que creo que quizás hay otro pequeño por allí que me necesita. Podría ayudarlo y salvarlo de una vida mala, sin alimento, sin amor. Sé que te gustaría que eso hiciera, además sería correcto. Pero no dudes que siempre vas a ser mi favorito. Nadie podrá arañarme el primer día más de lo que hiciste tú. Recuerda que tuve que ganarme tu cariño con comida, prácticamente te soborné -me río en voz alta porque me hace tanta gracia que no logro aguantar.

Si alguien me viera pensaría que soy una loca porque hablo sola y porque encima me río como desquiciada. Pero no importa. Nada de eso importa. Solo Romano y yo sabemos el contacto que tenemos, aún si él no está vivo.

Sé que mamá y papá están por llegar. El tiempo se ha acabado, pero es lo suficiente. Mis ojos tienen un poco de lágrimas al saber que en realidad el momento ha llegado. Creo que lo más difícil de tener que venir aquí.

- Adiós, bebé -me despido de una vez por todas- Nos veremos de nuevo algún día. No lo olvidemos -me seco la lágrima que acaba de caer- Te amo infinitamente -y por último, agrego- Te echaré de menos.

***

- ¡__, baja la caja de tu ropa ya, que el camión de mudanza ya se va! -grita papá desde abajo.

Intento tomarla pero es muy pesada. Con toda mi fuerza logro sujetarla contra mi cuerpo, pero me sobresalto porque la puerta se ha abierto de golpe y se me cae al piso. Afortunadamente sigue cerrada y no se ha roto.

- Shawty, ¿estás lista? -me pregunta Justin. Su mirada se va al piso y se ríe- ¿Quieres que te ayude?
- Sí, por favor -acepto riendo con él- Pesa como el infierno.

Él entra a la habitación y se agacha para recoger la caja. Creo que no será capaz de tomarla, pero me sorprendo cuando la levanta como si fuera la pluma más liviana del mundo, siendo que la caja, en sí, ya es grande. Miro a cualquier lado de la habitación excepto a él, intentando disimular mi sorpresa.

- Yo creo que tú eres la debilucha -se burla de mí- Pobre, no tienes fuerza.
- Pues es mejor porque soy mujer -me defiendo- Debo tener la fuerza necesaria. No quisiera ser una musculosa. Es poco femenino.
- Tienes razón -reconoce- Me encantas así. Eres caliente.
- Tú eres más caliente -me acerco a él, tomo su cara entre mis manos y lo beso- Te amo.
- Yo te amo más.
- ¡__! -grita mi padre otra vez- ¡Justin te pedí que fueras a buscarla, no que te quedaras ahí con ella!
- Será mejor que bajes -le digo, soltándolo.
- Te espero abajo -me dice- Tú has lo que tengas que hacer.

Con la caja entre sus brazos, camina hacia la puerta y sale. Lo escucho bajar las escaleras y hablando con mi padre de algo que no logro distinguir. Pero supongo que es por la tardanza, sobretodo la mía.

Estoy de pie en el medio de la habitación. La contemplo fascinada, y agradecida. He pasado tantos buenos momentos en esta casa. También malos, pero ahora mismo siento que esas cosas malas nunca existieron. Que lo verdaderamente importante es lo que me hizo feliz. Así que la miro por un par de minutos más y respiro hondo. Debo empezar una nueva vida. Es hora de hacerlo, y no hay vuelta atrás.

Cuando ya estoy en la sala de estar, papá parece ya más relajado. Entre todos nos disponemos a tomar las últimas bolsas que están dispersas por ahí. Cuando lo hacemos, miro todo el lugar, y no hay nada. Solo hay paredes. Nada de cuadros, nada de sofás, nada de nada. Es tanto el vacío que cuando uno habla se escucha un eco.

- Bueno, familia, es todo -dice papá- No hay que estar tristes. Nuestra vida quizás mejore. Hay que confiar en eso.

Todos asentimos con la cabeza.

- ¿Tú por qué asientes, Justin? -le pregunta papá, mirándolo serio- Si ni siquiera vives con nosotros.
- Eh, uh -no sabe qué responder- No lo sé.
- Eres extraño, ya veo por qué se aman tanto -le dice.

Me pongo a reír y Justin sonríe en mi dirección.

- Tendrá que aguantarme, suegrito -le asegura Justin- Porque me casaré con ella en algún día no tan lejano ni tan cercano.
- ¡Sabes que no me gusta que me digas suegrito! -grita papá, pero luego nos apunta a ambos. Mi madre, se ríe y Lila se ríe con ella por su grito- Ustedes dos son un peligro, no puedo imaginar como serán sus hijos, si es que llegan a tener.
- Sí tendremos -le dice Justin.
- Muchacho, ya, que entiendo que quieras pero no me porfíes. Soy el hombre de la casa, estas son mis reglas, así que guarda silencio. Ahora vamos al camión de mudanza.
- Oh, no, papá -le detengo- Justin me llevará en su moto.

Papá se detiene y mamá lo mira preocupada. Lo que sucede es que hace poco a Justin le ha dado por tener una moto y su padre se la regaló. Además él piensa ir a la universidad un día, dentro de poco. No sabe cuando, porque tiene que decidir que estudiar. A mi aún me falta para ir.

- ¿En la moto? -pregunta tan serio que asusta.
- Sí, señor -le responde Justin- No se preocupe, manejaré con cuidado.
- Uno nunca sabe. Esas cosas son peligrosas, yerno.
- Sí, pero no sobrepasaré el límite de velocidad, tendré a __ amarrada a mi y ambos tendremos cascos.

Papá se tarda unos segundos en responder, pero luego la tensión en su cara de desvanece y se convierte en resignación. Mamá suspira aliviada y yo hago lo mismo. Realmente creí que no iba a dejarme, pero sé que está mejorando y cada día entiende de mejor forma que yo estoy ya creciendo, que no soy una niña como era antes.

- Está bien, pueden ir en la moto -nos deja- Pero por favor, tengan cuidado. Agradezcan que los dejo solo porque me siento bien hoy y no quiero empezar nuestro gran cambio con el pie equivocado.
- ¿Enserio? -pregunta Justin- Ya que está tan bien, ¿dejaría a __ dormir en mi casa hoy, en la misma cama?
- No te pases hombre, no te pases -lo fulmina con la mirada. Todos reímos, incluidos ellos.

Cuando Justin ya me tiene sobre su moto y estoy sujetada a él, lista para partir, me pongo a mirar la casa por última vez. Hace unos segundos, cuando estaba dentro, sentía que aún vivía en ella. Pero ahora la observo desde la distancia y es como si nunca hubiese sido mía. Porque ya no lo es.

Estoy a punto de alejarme de la vida que solía tener. Del dolor, de las lágrimas, de la tristeza. Todo eso que pasé en esta casa ya no me atormentará. Pero me quedarán lindos recuerdos. Esos que no olvidaré nunca, jamás.

- ¿Lista? -pregunta Justin- Agárrate bien.
- Sí, y estoy bien agarrada. Recuerda que estamos amarrados -río, porque Justin no bromeaba cuando le dijo a papá que me amarraría. Ató una cuerda entre nuestros cuerpos.
- Bien, lo siento -se hace sonar su risa angelical- Es solo que es primera vez que te llevo en ella. No quiero hacer algo mal.
- Lo sé, tú tranquilo -le digo y acaricio su mejilla. Lo siento sonreír y partimos.

Los minutos pasan y andar en esta moto se siente bien. El viento me golpea fuerte en la cara pero es relajante y me gusta. Por el motor no siento casi ningún ruido. Se siente adrenalina al estar montados en ella. En un momento nos detenemos porque el semáforo está en rojo y como para las personas está en verde, se disponen a cruzar.

- Demonios, estoy que me meo -se queja Justin en voz alta, para que yo pueda escucharlo.
- ¿Ah, sí? ¿Tanto como cuando me metí en tu casa por no poder aguantar más? -me echo a reír.
- No, vaya, es que yo jamás haría eso. No sé como fuiste capaz de hacer algo así. ¿Cómo te atreviste?
- No lo sé, pero no importa ya, ¿o sí?
- Claro que importa -gira su cabeza hacia atrás y me mira- Si no hubieras hecho eso, probablemente nunca te habría conocido.
- Si no hubieras dejado la puerta abierta tampoco -le corrijo.
- Que bueno que fui un imbécil despistado, entonces -sonríe de manera amplia y me dan ganas de besar sus labios, pero nuestros cascos nos lo impiden.
- Eres tan dulce -digo suspirando, sin poder evitarlo.
- ¡No me digas dulce! Por Dios, __, tengo que verme rudo y lucir rudo conduciendo esta cosa -hace puchero enojado pero sé que finge.
- Para mí nunca serás rudo, porque no te temo -me burlo de él.
- Ya verás, te daré tanto miedo que no aguantarás y te mearás encima.
- Oh, claro, esperaré eso entonces -ruedo los ojos.

No sé que me da, pero miro hacia una de las tiendas y de pronto mi mirada se dirige a unos tarros enormes de basura. Entre ellos veo una cosa peluda y blanca. Trato de ver mejor.

Es un gato. Un pequeño y diminuto gato que no debe de tener más de un mes, está entre ellos. Un perro está ladrando hacia él y quizás puede que lo ataque.

El corazón me late fuerte y deshago el amarre lo más rápido que puedo. Me bajo de la moto con una agilidad que no conozco y me voy hacia él corriendo.

- ¡__! -me llama Justin- ¡Vuelve! ¿qué haces? ¡Es peligroso y el semáforo está a punto de cambiar!

Ese pequeño necesita ayuda y yo puedo brindársela. Ahuyento al perro fingiendo que le lanzaré una piedra, siendo que no tengo nada en ella. Él se lo cree y se aleja al instante. Cojo al pequeño gato y corro hacia la moto. Me subo y Justin está rojo y temblando de los nervios.

- __, me has dado un susto de muerte, ni siquiera he alcanzado a bajarme porque todo fue muy rápido ¿qué es lo que te pasa? ¡tengo que cuidarte, tu padre me mata si algo te sucede!
- Cálmate, amor -intento tranquilizarlo mientras él me ata de nuevo- Ese perro pudo matarlo. ¿No es lindo este chiquitín?

Le apunto. Lo observamos bien y me doy cuenta de que tiene los ojos de un color azul cielo. Son hermosos. Yo nunca tuve un gato blanco y tampoco con este color de ojos. Pero si fuera uno con el pelo alborotado y sin el sentido de la vista, aún así sería hermoso.

Él se acurruca contra mi con plena confianza. Yo me sorprendo. El pobre no tiene miedo, de hecho está desesperado por recibir amor. Se entrega a mí sin el más mínimo signo de querer irse. Y eso me emociona, me pone nostálgica, porque lo he salvado.

- No es tan feo como Romano -comenta Justin. Lo miro, y sonríe. Sé que de alguna manera lo alaga y quiere decir que ninguno, nunca será como él. Así que asiento con la cabeza.
- No, no lo es -concuerdo- Nunca ninguno será como él. Pero este es diferente y me necesita.
- ¿Crees que tu papá estará de acuerdo si es que es hembra?
- No lo sé. Pero le engañaré y no se dará ni cuenta si es que es gata o gato. Al menos no hasta que crezca un poco -sonrío delicadamente.
- Está bien. Me gusta.

El semáforo cambia y todo el tráfico comienza a avanzar. Yo me afirmo con un brazo a Justin y con el otro sostengo al pequeño.

- ¿Cómo le llamarás? -me pregunta. No lo había pensado. Apenas lo he conseguido hace unos segundos.

Miro al cielo, y de pronto siento más cerca que nunca a Romano. Siento que es una esperanza más que él me ha enviado. Que no me dejará sola. Que me ha permitido volver a tener un amigo, y volver a ser feliz con alguien como él a mi lado. Así que sonrío.

Una bocanada de aire llega a mi y siento que un peso de encima se me va. Ya no siento que lo que sucedió con él sea mi culpa. No siento remordimiento alguno por ello. Y entonces, justo ahora, sé que me he perdonado a mi misma. Pero lo más importante, es que sé que por fin, él me ha perdonado. Porque me estoy permitiendo volver a ser feliz. Porque lo he salvado. Porque he dejado ir a mi mejor amigo, a pesar de que aún quisiera tenerlo vivo.

Mis ojos se llenan de lágrimas, pero no tristeza, si no de felicidad pura. Tomo bien al pequeñín  y miro para averiguar su género. No tiene genitales masculinos. Vaya, resulta que en realidad es una gatita. Así que no se me ocurre un mejor nombre que el que se me ocurre. Romano es mi esperanza, y mi ángel. Él será siempre eso para mi. Pero él también me ha mandado una en cuerpo y alma ahora.

- Se llamará Esperanza -le digo- Ese será su nombre.
- Es precioso, amor -me dice- Romano estaría orgulloso de ti.

Intento que la voz no se me quiebre, porque significaría mucho para mi. Respiro hondo y apoyo mi cabeza en su hombro. Unas lágrimas de alivio salen de mis ojos.

- Lo sé -sincero, porque sé que es cierto- Sé que lo está.

Justin acelera y, de una vez por todas, siento que por fin todo lo malo se ha ido. En el fondo sé que siempre vendrán otras cosas malas, pero también sé que debo aprovechar lo que ahora mismo siento como si nunca volviera a sentirlo nuevamente.

La vida es confusa, y difusa. Es así. Nos destruye, nos hace sentir que nunca volveremos a ser lo que éramos antes, y que nunca volveremos a conocer ciertas sensaciones que solíamos conocer. Pero todo tiene su sentido. Todo tiene una razón y una recompensa.

En ocasiones cometemos errores que no tienen arreglo. Que nos hacen arrepentirnos de tal forma que daríamos todo por cambiarlo, y por haber actuado de otra forma. Quizás alguien pueda pagar lo que nosotros hemos hecho mal, como me pasó a mi con Romano. Pero el tiempo nos hará darnos cuenta de que a pesar de que hemos actuado mal, y que hemos cambiado las cosas de mala forma, siempre existirá el perdón hacia nosotros mismos y hacia todo. Que el amor y la amistad nos van a ayudar a vencer todo. Pero que sobretodo, jamás debemos perder la esperanza.

A lo largo de nuestra vida perdemos amigos, perdemos familiares, perdemos tanto de lo que alguna vez nos llenó por dentro que creemos que es el fin. Pero no, amigos, eso no es lo cierto. Lo único que debemos hacer es tener esperanza. Debemos aferrarnos a lo que significa eso para nosotros, como una persona o alguien que ya no esta, y creer en ello, pero sin llegar a poseer a ese alguien. Dejándolo ir, y permitiendo que ellos estén lejos, apoyándonos desde ahí.

No sé las siguientes cosas por las que tendré que pasar. No sé como será mi vida que estoy comenzando ahora. No sé si Justin estará conmigo por siempre, y tampoco sé si algún día sabré lo que el destino tiene preparado para mi. Solo hay que vivir el día a día. Amar como si fuese la última vez que amaré a alguien, recordar como si pudiese perder la memoria en algún instante, llorar como nunca has llorado, soñar como nunca has soñado, desear como nunca has deseado, darte oportunidades como si creyeras que enserio puedes lograrlo ahora y superarte como si nunca puedas volver a hacerlo. Y, especialmente... tener a tu esperanza, a tu Romano, como si pensaras y temieras que algún día, en realidad podría desaparecer.

No estás sola.
Agárrate fuerte.
Espera lo más que puedas.
Sal adelante.
Vive y perdona.
Porque todo saldrá bien.

_______________


Chicas, la verdad todo esto ha sido increíble. Muchas gracias por apoyarme en "Por un capricho" y muchas gracias a las que no me han dejado. Esta novela es muy profunda porque siento que jamás me he entregado tanto a una. Sé que me tardé montones, más de un año, y no saben lo difícil y emocionante que fue escribirla. Lloré, sufrí, sonreí, de todo un poco, pero estoy tan satisfecha que no podrían creerlo. Todo esto comenzó por un sueño que tuve, pero mientras avanzada se volvía aún más potente, y no puedo estar más feliz por haber soñado tal cosa. Las quiero mucho, gracias por todo, realmente espero que les haya fascinado y que hayan llorado mucho ♥ JAJAJA. Aún queda el epílogo, y las escenas extra. Ese será el fin definitivo. Les aviso que el epílogo probablemente será como no se lo esperan. Así que, si quieren que suba rápido, comenten mucho. Subiré conforme a la cantidad de comentarios que haya, así que si no lo hacen varias, no subiré. Después de todo el último capítulo se lo merece. Un beso a todas ♥