24 de diciembre de 2013

Maratón -Por un capricho.

Capítulo 22


–Capítulo dedicado a Guadalupe-

Bien, tendré que dejar la puerta junta, espero que no se me olvide con lo distraída que soy. Pero  bueno, volví a dejar el celular donde estaba y encendí la tele. Estaban dando una maratón de “Pretty little liars”, estaba más que encantada, por lo que me puse a verla. No me paré del sofá hasta que terminó el último capítulo que darían. Miré el reloj y eran las 1:00am, justas. Bostecé. Ya tenía sueño, así que apagué la tv, tomé mi celular y subí las escaleras, no sin antes dejar la puerta junta, para luego irme a mi habitación. Me duché el cuerpo, no me mojé el cabello, porque ya lo había lavado en la mañana, aparte que quería irme a dormir luego. Aunque Dakota me había dicho que no la esperara, pensé en hacerlo, pero luego decidí que mejor no, ya que conociéndola de seguro llegaría bien tarde.

De pijama me puse un short bien corto y ajustado de color rosa, junto con una camiseta de tirantes –también ajustada- del mismo color, que dejaba a la vista mi ombligo. Era mi pijama favorito, además ya era tiempo de cambiarlo. Me acosté y apenas puse la cabeza en la almohada me quedé dormida.

(Casi dos horas después)

Abrí los ojos con unas enormes ganas de ir al baño. Todo estaba oscuro, al parecer aún era de noche. Desperté algo extrañada por estar en mi casa, pero recordé que ya no me estaba quedando en el otro lugar… había vuelto. Era raro, seguido me pasaba esto de que no sabía cómo había vuelto, siendo que ya habían pasado días. Me daba pena que sucediera. 

Cogí el celular, vi la hora y eran las 02:40am. Dakota no estaba acostada conmigo, la muy sonsa todavía no llegaba, ¿a qué hora pensaba hacerlo? En fin, me paré de la cama como pude y fui hasta el baño. Hice pipi, mucho pipi. Sin querer recordé cuando fui a la casa de… él, con tantas ganas de mear, que no me las aguantaba. Sentí que los ojos se me iban a llenar de lágrimas, así que sacudí mi cabeza para dejar de pensar en ello. Pero bueno, el dolor a la barriga que da cuando te lo aguantas se fue de inmediato. Me lavé las manos y salí para volver a mi cama, que estaba bien calientita, esforzándome por no pensar en esos absurdos recuerdos. Cerré los ojos para volver a dormir, tratando de no pensar en… en mi chico del baño… pero se me hacía imposible… De a poco fui conciliando el sueño… estaba casi dormida, ya no estaba consciente de nada… Hasta que de repente siento que me arrancan las sábanas del cuerpo y me tapan la boca y los ojos. Me asusté como no saben, ¿qué era? ¿iban a robar en mi casa? ¿me violarían? No sabía qué pasaba, ¡no sabía qué hacer! Todo fue muy rápido, quería echarme a llorar. Traté de gritar e intentaba safarme. 

- ¡Shhh! –me hizo callar- __, te soltaré, ¡pero no vayas a gritar! 

Por dios. Esas palabras bastaron para que me quedara completamente quieta, como si fuera una estatua. ¿Era él? ¿de verdad? Aún estaba medio adormilada, ¿o acaso estaba soñando? ¿escuché mal?
De apoco esas manos fueron despejando mis ojos, y en cuanto tuve la oportunidad de abrirlos, lo hice. Era él, no podía ser, yo… creo que estoy soñando.
Quitó su otra mano de mi boca, despacio se incorporó y mi primera reacción fue sentarme rápidamente en la cama y hacerme para atrás, alejarme. No obtuve mucho, porque choqué con la pared, con la estúpida pared. Él se quedó mirándome desde aproximadamente un metro de lejanía. Me di cuenta de que no solo me miraba a mí, si no también mi cuerpo, por la poca ropa que traía puesta.

- ¿Justin? –le pregunté aún asustada, pero nerviosa al mismo tiempo- ¿qué haces aquí? Es de madrugada… -traté de susurrar lo más tranquilamente posible.

Se veía tan atractivo… Como la mayoría de las veces que lo veo por la noche, con su chaqueta de cuero negra, no la misma que las otras, pero siempre usaba alguna. Nuevamente no tenía playera abajo. Traía unos shorts negros junto con un par de supras, también negras.

Me miró indiferente, sin responder a lo que le había preguntado, acercándose a mí muy lentamente. Por una parte me cabreaba que no me respondiera, que me ignorara, pero mi corazón comenzó a ponerse extraño, como de costumbre cada vez que se me acerca. ¿Por qué hacía esto? Él sabe lo que me pasa, por eso lo hace, es malintencionado. Se aprovecha de eso. El sentimiento me distraía de la posible molestia de que no me respondiera.

- Hazte para atrás, por favor –le pedí casi en súplica. Sentía que iba a llorar, aún seguía dolida con él. Quería estar cerca de su anatomía, pero algo había que no me dejaba querer estarlo- Hazme caso, ¡respon…

Con un ágil movimiento se tiró de rodillas a mi cama, cogió mi cara entre sus manos y me besó. Sí, me besó, con desesperación, pasión, y lujuria me estaba besando. Su lengua se adentró en mi boca desde el momento en que nuestros labios se habían juntado, era completamente apasionado. Mis sentidos estaban en otro mundo, pero definitivamente el del gusto era el que más estaba presente. Se acercó más a mí y ladeó su cabeza, para hacer el beso más profundo aún, apoyando mi cabeza contra la pared, sin separarse ni un centímetro de mí. Sus labios mordían los míos, los lamía, y para qué hablar de mí, definitivamente no había rechazado nada, y le correspondía a más no poder el beso. A pesar de lo mal que me sentía, lo hacía, porque el amor que sentía por él, era más fuerte que el daño que me había hecho. Mucho más fuerte. Pero… esperen… esos labios yo ya los conocía… la textura, el grosor, la forma de besar, la suavidad… Por dios, no, debe de ser una equivocación, porque simplemente no pudo ser… 
Pasaba el tiempo y comenzamos a respirar con irregularidad, por lo que, de a poco, el beso comenzó a volverse más suave, fue disminuyendo… hasta que dejamos de besarnos… y solo rozaban… Abrí mis ojos y miré sus hermosos labios levemente entreabiertos. Sabía que él miraba los míos… Llevé mi mano hasta su pecho y lo alejé un poco de mí, temerosa…

- Eras tú… -por fin me había enterado, él había sido. 
- Sí… -me respondió en susurro, asintiendo con la cabeza. Me había besado en su casa cuando la luz de había ido, y yo no lo sabía- He sido yo el que te besó esa noche… -volvió a tomar mi cara entre sus manos, sus manos temblaban, cosa que me asombró. Yo aún no salía del planeta en que me había dejado el beso que él acababa de darme.
- ¿Por qué no me lo dijiste? –le pregunté intentando no llorar- Me lo ocultaste…
- No quería que lo supieras –interrumpió mis palabras- Creí que pensarías que era un idiota, porque lo soy. Pero ese tío te miraba y de un momento a otro sentí la necesidad de besarte… -sinceró apenado- quería dejar una marca, aunque nadie lo vio y tú no lo sabías…
- ¿Y por qué no volviste? –le pregunté. Ya no aguanté y comencé a derramar lágrimas- ¿por qué tardaste tanto en venir? –le quité las manos de mi rostro y con uno de mis brazos me puse a secar mis ojos. 
- Por mi puto orgullo, joder –apretó sus puños, cabizbajo. Tardo unos segundos en dejar de apretarlos y me miró- No llores, por favor. No por mí –nuevamente llevó sus manos a mi cara e intentó secar lo empapado, pero yo seguía llorando.
- Para ti es fácil, ¿no? –le pregunté- Creí que nunca te importé, que te daba igual mi estado, que…
- No digas esas cosas, __. ¡No son ciertas! No pienses eso, nunca más, ¿entiendes?

Él no entendía, yo no quería guardarme lo que sentía, la había pasado muy mal, no tenía idea de lo que sufría. ¿Por qué tenía que quererlo tanto? ¿por qué no pudo ser otra persona? Aunque… dudo haber sentido esto por alguien que no fuera él… No se habría parecido ni un poco. Nada.

- Lo lamento __, odio haberme portado así ese día, pero tú no comprendes que, mierda, me hiciste enojar mucho ese día y me bloqueé. Tenías razón, me cierro ante ciertas cosas, pero no pude evitarlo. Me hiciste poner como nadie nunca lo hizo, ninguna otra, solo tú.
- ¡Pero no siquiera te preocupaste cuando me vine! ¡sola! ¡en la noche! 
- Me preocupé, estaba paranoico, quizás que cosa te pudo haber pasado, pero… mi orgullo… dios, no sabía qué hacer… -lo veía adolorido, al igual que yo- Todo era un asco para mí esa noche. No quise ni despedirme, sabía que me rompería por dentro. Soy un cobarde… lo sé… Pero por favor… olvídalo, olvida todo lo que sucedió –me pidió, tomándome por las manos. Yo ya estaba casi parando de llorar, lo hacía solo porque me lo pedía y no quería seguir haciéndolo- Haz como si nada hubiera pasado, ¿de acuerdo?
- No es algo simple, me dolía… y aún me duele… -bajé la mirada.
- Sé que no lo es… pero por favor… 

Alzó mi mentón con dos de sus dedos. Y no pasaron ni cinco segundos, y me abrazó. Rodeó mi cuerpo con sus brazos, y… yo pasé mis brazos por debajo de sus brazos, acogiéndolo. Olía tan bien… Pero pude darme cuenta de que hace un momento, no eran solo sus manos las que temblaban, si no también su cuerpo, todo él temblaba. ¿Será porque también esto es duro para él y esto es su forma de demostrarlo? ¿o por lo que le transmito al estar con él? Es tan complicado… Hundí mi cabeza en su pecho, y cerré los ojos.

(Varios minutos después)

Seguíamos abrazados, en ningún momento dije una palabra, y él tampoco. Pero… ya se estaba haciendo más tarde… Yo había reaccionado y no quería salir herida de nuevo…

- Justin, yo… digo, Dakota está por llegar y si te ve luego tendré una interrogación… Será mejor que… que te vayas –me había costado decir eso- estoy muy confundida, y… eso.

Me acomodé bien y me empecé a parar de la cama, pero fui atrapada por sus fuertes brazos. Logró atraerme hacia él y me giró, haciendo que quedáramos frente a frente, aunque con cierto desnivel, ya que él estaba sentado y yo medio hincada, a no más de un centímetro de distancia. Sus ojos inmediatamente me hipnotizaron. No pude evitar desviar mi mirada hacia sus labios de vez en cuando.

- Dakota no va a llegar –me informó.
- Llegará, me mandó un mensaje… -me costaba un mundo parecer normal, sin demostrarle lo cohibida que estaba- Se quedará esta noche a dormir.
- No, no va a llegar –repitió- Yo fui quien te mandó el mensaje desde el celular de ella –lo miré impresionada y confundida, ¿qué estaba diciendo?
- ¿Cómo pasó? 
- __, eso ya no importa –me abrazó más fuerte por la cintura y miró mis labios, haciéndome estremecer- Céntrate en algo más…
- Justin… no… es que… -ahora me atrajo mucho más a él, me quedé fijamente mirando los suyos, sus labios- no puedo con esto, no es correcto…
- ¿Y quién dice que es correcto? –preguntó rozando sus labios con los míos, él sabía el efecto que estaba teniendo sobre mí.


                                       
Capítulo 23



-Capítulo dedicado a Gabriela Rodriguez-

Sí, él lo sabía. Yo estaba más nerviosa, ruborizada, emocionada, feliz, triste, confundida, de todo, y él estaba consciente de ello. ¿Qué hago? No puedo rechazarlo, yo… me encanta cuando se comporta así, decidido. De verdad que me encanta. Lo hacía a propósito, y eso me hacía enrojecer más aún.

- Nadie lo dice, pero…
- ¿Entonces? –interrumpió- Te he extrañado, no sabes cuanto… –me miró fijamente, tenían un cierto brillo, podía notarlo.
- Yo… también te extrañé… lo mínimo que quería hacer era verte… -sinceré con algo de dificultad- Pero tú… 
- Calla, __. No digas cosas erróneas, solo quédate callada, tu lengua se cansará –me ordenó. Sentí un vuelco. Lo de la lengua lo había tomado de otra forma. 
- Que se canse, no me importa tanto… 
- No debe cansarse, al menos no hablando –se mordió el labio inferior, joder, ¿a qué se refería? Que especificara. Bajé la mirada- Mírame, __. ¿Por qué te pones tan nerviosa? –soltó unas carcajadas.

Mi pulso se aceleró. Inmediatamente subí la mirada. No quería que se notara… no tanto. Me había dado algo de coraje, sentí que de alguna manera se burlo. Ya quería darle una bofetada.

- No estoy nerviosa –dejé en claro, aunque mentía- No digas boberías –intenté alejarme de nuevo, pero me sostuvo más. Demonios.
- Lo estás… -volvió a insistir- Puedo notarlo con cada movimiento que haces, lo siento a través de ti… 

De repente, no sé como, me soltó, me tomó por las piernas y las separó de cierta forma. Se puso de pie, e hizo que estas rodearan su cintura, para luego volver a ponerse sobre la cama y continuar abrazándome por la cintura. Quedé sentada encima de él, de sus piernas. No fui ni capaz de reaccionar ante aquel acto, pero lo que sí sabía era que lograba que cada vez más se agregaran más animales al zoológico que tenía dentro de mi cuerpo.

- ¿Qué hacemos? –pregunté con un hilo de voz, no podía mirarlo, me daba cosa, vergüenza, timidez- creo que… estás loco, no deberíamos estar haciendo esto...
- ¿Por qué no? 

Quitó uno de sus brazos de mi cintura –mientras que el otro seguía ahí- y puso la mano tras mi cabeza, tratando de atraerme. Nuestros labios volvieron a rozar. Yo me quedaba mirando los de él. No sabía que hacer.

- Por que… no… 
- ¿Y por qué, entonces, no me has pedido que deje de hacerlo? –sentí que mi piel se erizaba por la pregunta- No haré nada que tú no quieras, shawty. Pero sé que te agrada, y a mí me agrada más…
- No hagas esto, Justin… -le pedí apenas, sus labios me tentaban, no podía dejar de mirarlos, y además no podía moverme- No es… no es divertido –hasta hablar se me era difícil. 
- Así es como me tienes –soltó y juntó un poco nuestros labios, pero sin que lleguen a crear un beso. Su aliento me aturdía, me gustaba, mucho- No sé bien lo que hago…

Justo al terminar de decir esa última palabra, se lanzó a mi boca, logrando un nuevo beso entre nosotros. Mis emociones se multiplicaron por diez. La verdad yo tampoco sabía bien lo que estaba haciendo y pasando, solo me dejaba guiar por mi corazón, por ese momento, por lo que sentía.

Transcurriendo el beso, por instinto, con mi brazo quité su mano que se encontraba tras mi cabeza, para así poder poner mis brazos alrededor de su cuello sin un solo obstáculo. Al hacerlo, me adherí mucho más a sus suaves y carnosos labios, mientras que él hacía lo mismo, pero a mi cintura. Nos besábamos como si no hubiese un mañana, como si fuera lo último que haríamos en la corta vida que llevábamos viviendo. Justin succionaba y mordía tanto mis labios, que ya estaba comenzando a pensar que se podían romper y sangrarían de lo hinchados que debían de encontrase, pero no mentiré, puedo estar casi segura de que los de él estaban mucho peor. 

- Por dios –susurró mientras con sus dientes sujetaba una parte de ellos- Besas como ninguna, jamás me arrepentiré de esto.

Y ahí las mariposas llegaron en más cantidad. Intenté responder, pero no me dejó, ya que al dejar de hablar, de inmediato volvió a lanzarse a mi boca, para seguir besándome desenfrenadamente. Amaba que hiciera eso, y tener el pensamiento de que en realidad a él le fascinaban este tipo de cosas que yo podía lograr, me hacía amarlo más aún. Incluso creí que ese sería el límite al que llegaríamos, pero me equivoqué, ya que se puso de pie sin soltarme, se giró y con mucho cuidado me recostó en la cama, poniéndose sobre mí, sin acabar ni sin ponerle pausa a nuestra pelea de lenguas ni por un solo segundo. Entonces yo, por voluntar propia, flexioné mis piernas, dando paso a mejor cercanía y comodidad para ambos. No pude evitarlo y dejé de abrazarlo por su cuello, para así poder llevar mis manos a su torso, que solo se encontraba cubierto por una fina chaqueta de cuero. Juro por lo más importante para mí que no pude aguantar, por lo que pasé mis manos por debajo de esta, para hundir mis palmas y las yemas de mis dedos en su espalda. Sentí que su cuerpo lo disfrutaba tanto como el mío. Sus besos comenzaron a decender por mi mejilla, hasta llegar a mi cuello y depositando ligeros besos húmedos en él, cuando de repente, sin dar previo aviso, comenzó a quitar su chaqueta, tirándola a un lado. Ni por un segundo imaginé que lo haría, pero yo no iba a quejarme, por supuesto que no, después de todo solo yo he podido tener esto de él. Ni esas perras que lo persiguen han obtenido algo como esto, solamente yo. Y él también estaba obteniendo de mí lo que ningún otro pudo obtener, y me di cuenta más aún cuando comenzó a masajear mis muslos con sus fuertes y grandes manos, dándoles leves apretones. Nuestras respiraciones estaban tan entrecortadas que hasta con cualquier otro ruido que se hiciera presente se sentirían de todas maneras. Entonces pensé que ahora era mi turno de tomar el control, aunque tenía un poco de miedo, ¿y si hacía algo mal? ¿y si no le gustaba? Mi timidez comenzó a adentrarse de mí nuevamente. Como pude, hice girar a Justin, pasando por arriba de él. No se me hizo difícil ya que él no estaba tan cargado sobre mí y él al notar lo que yo intentaba me ayudó por su cuenta a ponerse como yo quería. Me subí sobre él, mi intención no era que nuestras zonas íntimas se sintieran un poco más, pero sin embargo, sentí su “bulto”. Me sentía poderosa, aunque para algunos lo que hacemos podría parecer poco, pero así me sentía. Así que llevé mis labios a los de él y continué besándolo apasionadamente, para luego pasar por su barbilla y comenzar a besar y a mordisquear su cuello, desconocía si lo hacía bien o mal, pero me atreví a averiguarlo. No sabía como se hacían los chupones, pero creo que en ese momento le dejé algunos y ni cuenta me había dado, porque de inmediato al ver la zona, noté un color oscuro, algo morado con algo de rojo. Se veía bonito. Sonreí para mis adentros, lo había hecho bien. Las manos de Justin recorrían mi espalda, mi cintura y mis caderas por debajo de mi camiseta de tirantes, sin parar… Y justo en ese momento me percaté de qué si no parábamos esto podría avanzar a algo más, supongo que saben de lo que hablo. A pesar de que no me gustaba la idea de tener que detenernos, debía hacerlo. Por mí, que jamás acabara este momento con mi chico del baño, pero no se podía. Me esforcé logrando articular palabra para que todo eso se detuviera. Aproveché los últimos segundos como más pude y tuve que hacerlo… Pero alguien me ganó.

- __... –habló Justin de repente, ¿será que estaba pensando lo mismo que yo? Me separé de sus labios para poder mirarlo.
- ¿Qué pasa? –pregunté, con timidez, por lo que habíamos estado haciendo.
- Debemos detenernos –me dijo. Tomó mi cara entre sus manos y continuó besándome- De lo contrario, terminaré desvirgando a una chica de dieciséis en esta misma habitación, y aunque no se deba, muero por hacerlo.

Todo eso lo había susurrado sobre mis labios, para luego continuar con ese largo beso. ¿Él quería tener relaciones conmigo? ¿de verdad? No sé, me emocionaba, porque en el fondo yo también quería, aunque me daría vergüenza y quizás luego no me atrevería. Pero aparte, si quería que paráramos ¿por qué me seguía besando? Era algo gracioso, pero me gustaba, y mucho. Luego de un par de minutos aquel dulce beso acabó. Sus manos lentamente fueron deslizándose por mi mejilla, hasta quitarlas y fijarse en mi cintura, sin moverse de ahí. Abrí mis ojos y él estaba mirándome. El reflejo de la luz de la luna a través de la ventana hacía brillar sus ojos. Nuestras miradas no reflejaban deseo, ni intimidación, ni nada que pudiese hacer algo de nerviosismo o incomodidad entre nosotros, si no que era una mirada serena, dulce, pasiva y tranquila. Era perfecta, sin duda. Solté un bostezo sin percatarme de que vendría uno, abriendo la boca como una leona. Él, sonrió.

- ¿Puedo quedarme aquí, a dormir? –me preguntó en ese entonces. Seguidamente también soltó un bostezo, que al parecer yo le había contagiado.
- Claro que puedes quedarte, Justin –le dije sin pensarlo dos veces, sonriendo delicadamente- ¿Dónde te gustaría dormir? Está la habitación de papá, y hay una de huéspedes, por si quieres. Es muy cómoda.
- Quiero en la tuya –se decidió por una opción que no había dado, haciendo que yo soltara una carcajada- Está bastante cómoda, ¿no crees? 
- ¿Estás riéndote de mí? –le saqué la lengua, divertida.
- No, para nada –usó sarcasmo- Te quiero, __. Mucho –alzó un poco su cabeza para besarme por un segundo.
- Yo ambién te quiero mucho –le besé al igual que él lo había hecho.

De a poco, juntos, nos fuimos moviendo hacia la cabecera de la cama. Depositamos nuestras cabezas en la almohada. Tomó mi mano fuertemente. Nos quedamos mirando sin decir ni una sola palabra, y sin movernos ni un solo centímetro. Todo era nada más que silencio. Un hermoso silencio. Y así estuvimos, hasta que sin darnos cuenta, nos quedamos dormidos.


Capítulo 24

                                     -Capítulo dedicado a Valen-

Comencé a abrir los ojos muy de a poco, con algo de dificultad, como siempre pasa. Estaba girada hacia el lado de la ventana. Inmediatamente me di cuenta de que era un día soleado muy agradable. Sentí unas cosquillas leves en mi cuello y fue cuando supe que eran ocasionadas por la respiración de Justin, que tenía su cabeza posada en este, aún durmiendo. Recordé todo lo que había pasado anoche, ¿cómo pudo haber sido posible? Sin duda fue lo más hermoso que me ha pasando en toda mi vida, no tengo palabras. Al menos lo ha sido hasta ahora. Jamás pensé que él volvería, menos por mí, pero noto que me he equivocado al pensarlo. Pero al final, valió la pena la espera y esos pensamientos. Sentí que vibraba mi celular que se encontraba en la mesita de noche. Estiré la mano despacio, intentando no mover ni un solo centímetro de mi cuerpo, para no despertarlo. Cuando ya tuve el aparato en mis manos, me di cuenta de que era un mensaje. Lo abrí, y otra vez, era uno de Dakota, pero la verdadera, no el Justin-FalsaDakota.

“¿Te ha gustado la sorpresita de anoche?” –su mensaje me había hecho sonreír de inmediato. Tan rápido como pude le escribí.

“¿Cómo pasó? Él me dijo que había sido el quien me envió el mensaje de tu celular, pero no me quiso decir por qué, ¡anda, dímela!” –le envié apenas estuvo listo. Me sentía ansiosa por saberlo. El mensaje de vuelta no tardó en llegar.

“Vino como a las nueve de la noche a rogarme para que lo dejara mandar un mensaje a tu celular a través del mío. Lo reté mucho, pero me dijo que estaba arrepentido y que solo quería arreglar las cosas, que por favor lo ayudara. Fue demasiado emotivo, ¡tienes suerte, niña! –decía. Sonreí de oreja a oreja.

“Aww, aún no puedo creerlo. No pensé que regresaría, todo lo de anoche fue maravilloso. Muchas gracias, sonsa” –le escribí.

“No me agradezcas, lo hice por voluntad propia y porque te amo un montonazo. Aún así, obviamente no iba a desaprovechar la oportunidad de tener dinero, por lo que le cobré veinte dólares. ¡Me siento millonaria, no tienes idea!” –mi amiga está realmente loca haha.

“¡Cada vez estás más chalada de la cabeza, no puedo creerlo! También te quiero un montón, y ojalas te sirvan los veinte dólares que descaradamente arrebataste, lol”

“Servirán de mucho, ya verás. Ya tengo que irme, amiga. Mamá quiere que la acompañe a no sé donde, cuídate un montón. Bye, un beso

“De acuerdo, tú igual cuídate. Un besazo enorme, ¡adiós!” –me despedí.

-¿Con quién te mensajeas? –me hizo dar un brinco de la sorpresa, ¿desde hace cuanto estaba despierto?
- ¿Cuándo despertaste? –le pregunté girándome, luego de dejar el celular nuevamente en la mesita, donde estaba.
- Acabo de hacerlo, pero te veo muy entretenida. ¿Es tu novio o amigo, lo que sea, ese Sam? –noté algo de molestia en su voz- Como sea, le has sido infiel conmigo. No creo que se lo quieras ocultar, ¿verdad? Nadie merece una mentira así, por lo que terminará contigo, ya verás. Espero.
- Justin, no le he sido infiel, no le diré nada –aclaré, mirándolo con las cejas alzadas por lo que acababa de decir- ¿y cómo eres capaz de preferir que alguien que no te agrade termine conmigo?
- ¿Por qué no le dirás? ¿se lo vas a negar? Y lo espero porque es un estúpido, se le nota a leguas que quiere acostarse contigo, se le caen las babas. No dejaré que andes con él, tienes que estar a alguien que enserio te quiera –me dijo. 
- Haber, ¿como quién? –cuestioné, mientras me sentaba en la cama.

Él no movió su cabeza de la almohada. Justin era verdaderamente egoísta, aunque no me importaba tanto, porque yo ni siquiera estaba de novia con Sam, ¡estaba soltera! ¿será que está celoso? Creo que sí… de seguro lo está, y tengo muchas ganas de que así sea. 

- Como yo, por ejemplo –dijo de lo más normal.
- ¿Tú? –solté risas.
- ¿Por qué te ríes? Anoche te gustó mucho la idea de que solo fuera yo –se me subió la sangre a las mejillas, en dos segundos me ruboricé.
- Eres un idiota –me tapé la cara con las manos, para luego quitarlas y pellizcarle una mejilla. Él se puso a reír y yo también- Sam ni siquiera es mi novio.
- ¿No lo es? 
- No, solo es mi amigo.
- Lindo el cariño de tu amigo –rodó los ojos, sabía que se refería a cuando me vio en la comida rápida junto con él y mis amigos.
- Ya, ¿acaso estás celoso?
- Por supuesto que no. Que estúpido tener celos de alguien menor que yo. 
- Ah, está bien. Tienes razón, sería estúpido –dejé de mirarlo y me hice la loca. Sabía que a él me estaba fulminando con la mirada por mi comentario.
- ¿Y qué vamos a desayunar? –preguntó, fue muy notorio su cambio de tema.
- ¿Quieres desayunar aquí? –pregunté esperanzada, yo creí que iba a irse y dejar todo atrás, o algo parecido. Menos mal que no sucedió.
- Claro –sonrió ampliamente- a menos que sea un problema para ti –al decir eso, de a poco se fue poniendo serio.
- No lo hay, digo… no hay ningún problema en que te quedes –le hice saber.
- Me alegro. ¿Puedo ducharme aquí? Estoy algo… fétido –su expresión me hizo soltar carcajadas.
- Claro, pero no tengo ropa que te quede, solo la de mi papá.
- No importa, usaré la que traje –tomó mi mano, que se encontraba apoyadas en la fresada de la cama, mientras le daba bellas caricias.

Cuando ya estuvimos los dos duchados, bajamos hacia la cocina por algo de comer. Justin se sentó en la mesa. Revisé la nevera, que se encontraba con mucha comida, ya que en el tiempo que estuve sola fui a comprar al supermercado. Incluso había ido al que Justin me llevó hace un tiempo, porque tenía la ilusión de que lo encontraría ahí. Sí… ese día me había desilusionado mucho el no encontrarlo ahí…

- Hay pizza, leche, pastel, yogurt, gaseosa, limonada, queso, jamón, mermelada, dulce de membrillo, mantequilla, paté, mayonesa, Ketchup, mostaza, pavo en rodajas… -cerré la puerta de la nevera y caminé hacia el mueble de cocina. Lo abrí y continué dando el menú- Cereal, oreos, galletas de champagne, entre otros.
- Vaya… no sé qué elegir… -se rió por la cantidad de comida que yo le había ofrecido. Al ver tal sonrisa no pude evitar sonreír también.
- ¿Quieres huevos con tocino? –le pregunté al momento en que vi huevos sobre la mesa y recordé que había tocino en el congelador.
- ¡Por supuesto! –respondió animado- ¿quieres que cocine yo?
- Para nada, eres mi invitado especial –le saqué la lengua- Yo cocinaré.
- Pues veamos como es la mano de esta hermosa princesa –me guiñó un ojo. Me giré frente al congelador para sacar el tocino, queriendo que no se diera cuenta de mis mejillas rojizas.

 Cociné haciendo bromas con Justin. Él me contaba algunas cosas de su vida, y que había visto a su padre hace unos días, que incluso me había mandado saludos, a pesar de que no tenía idea de que nosotros estábamos “distanciados” por así decirlo. Yo le conté que Michelle tendría pronto el bebé que sería mi hermano, bueno, no completamente, pero no quiero clasificarlo de otra manera y tampoco lo haría. También le dije que había conocido a Kathryn, mi nueva amiga vecina.


Los huevos con tocino no tardaron en estar listos, así que los puse en dos platos y los llevé a la mesa. Luego cogí dos tenedores del cajón y le entregué uno. Serví dos vasos de limonada y me senté a su lado. Me sentí algo extraña, no estaba acostumbrada a sentarme en la mesa cuando no estaba mi padre. Ambos estábamos callados, como si fuéramos a dar las gracias por la comida.

- ¿Qué te parece si desayunamos viendo una película en la sala? –propuse emocionada. 

Sin pensarlo dos veces cogimos nuestros platos y nos fuimos a la sala. Encendí la tele, cambié de canal y estaban dando la película “Scary movie 3”. Por dios, amaba esa película, y por la cara que Justin tenía al notar que la estaban dando, supe que también le gustaba, por lo que la dejé ahí. Ambos mirábamos la película llenos de risas, mientras nos devorábamos los huevos con tocino, que por cierto, me habían quedado deliciosos.

La película terminó. Se hicieron las 12:30pm, y Justin se paró del sofá. Supuse que ya se iba a ir, por lo que también me paré. Sin decir nada caminamos juntos hasta la puerta y la abrí. Intenté sonreír, y lo bueno fue que me salió. Él se veía algo extraño, como decaído.

- ¿Cuándo nos veremos de nuevo? –preguntó, mientras salía para afuera y se paraba en la alfombra para pies que decía “Bienvenido”.
- Cuando se pueda –le dije yo- Ya sabes donde vivo, y yo sé donde tú vives.
- ¿Puedo llamarte para que salgamos uno de estos días? 
- Claro que puedes –sonreí ampliamente, y él también lo hizo al escuchar mi respuesta.
- Entonces, nos vemos pronto, señorita –se me acercó y me dio un fuerte abrazo. Un lindo y reconfortante abrazo. Yo sonreía como una boba en ese momento.
- Nos vemos pronto –le dije en su oído. 

Nos separamos lentamente y nos miramos. Él asintió con la cabeza y se volteó para caminar hacia la calle. Fui cerrando la puerta, haciéndola rechinar un poco. Iba a tener que ponerle algo de aceite para que ya no pasara eso. Al ya estar bien cerrada, me sentí algo triste. Esa sensación que sientes cuando alguien que estuvo acompañándote se va es muy deprimente, hace que te sientas muy sola. Aparte, yo quería que él… no sé, me invitara a su casa a quedarme otra vez, ¿será que suena muy estúpido o aprovechador? 

Sentí que tocaban la puerta, inmediatamente abrí, esperanzada de que fuera él. Increíblemente, era quien yo esperaba ver, mi chico del baño, de vuelta. Le sonreí y lo saludé con mi mano, como diciendo “Hola”.

- ¿Se te ha quedado algo? –pregunté mirándolo.
- Sí, te me has quedado tú. ¿Quieres volver a mi casa?

                                          ______________

¡Feliz navidad! ¿qué les ha parecido la maratón? Iba a subir cinco capítulos, pero al final, decidí que no. Pensé que era mejor subirles tres capítulos más, pero en año nuevo, para que sea como otra maratón, ¿qué les parece? He dedicado los capítulos por orden de quienes los pidieron, así que en los siguientes capítulos continuaré dedicando :3 
Espero que pasen una hermosa navidad, muchos buenos deseos para ustedes, son hermosas. Un beso a todas, espero que les haya gustado. ¡Adiós!


18 de diciembre de 2013

Capítulo 21 -Por un capricho.


-Capítulo dedicado a Karla-



Luego de, como una hora aproximadamente, decidí pararme del buen sofá, que había acogido abiertamente mis lágrimas nocturnas. Sentía mis ojos arder, sabía que ya se habían hinchado. En toda esa hora no había dejado de llorar. Me sentía tan mal y tan sola, quería acabar con todo esto de una vez. Quería estar feliz, quería tener mi corazón reparado. Y es que lo de mi chico del baño me ha golpeado como no tienen idea. Es la primera vez que me siento así por un chico. Bueno, he tenido mi corazón roto antes, pero no me dolía nada comparado con esto. ¿Será que he llegado a amarlo? No, no puede ser… porque uno no puede amar tan rápido a una persona, menos a alguien con quien ni siquiera estás en una relación, es como imposible. ¿Pero y qué pasa si en mi caso no es imposible? ¿y si en realidad he llegado a sentir tal sentimiento?

Caminé hacia las escaleras, las subí a duras penas, tan pocas ganas tenía que no hice ni el más mínimo ruido. Entré a la habitación que tanto extrañaría… De verdad la iba a extrañar. Justo en ese entonces, se me vino a la mente algo… debía irme ahora. No tenía sentido quedarme, solo iba a hacer que sufriera al tener a Justin en su habitación sin poder estar con él, luego de la discusión que habíamos tenido. ¿Cómo le vería la cara al otro día luego de todo lo que le dije? ¿y él como vería la mía? Sería incómodo, tanto como él como para mí.  Así que, aún derramando algunas lágrimas, caminé hacia el closet de la habitación, en donde yo había dejado la playera que Justin me había prestado la primera y única noche en que había dormido a su lado. La llevé hacia mi cara, hacia mi nariz, y… dios, su olor, era tan embriagante. Olía a él, a su cama. Tenía su perfume, ese aroma que tanto me encantaba tener cerca de mí. Pero luego de un par de minutos oliéndola, la volví a dejar en su lugar, para luego salir de la habitación. Lo único que debía llevarme de ahí era mi celular, que lo tenía en el bolsillo, porque no había traído ninguna otra pertenencia aquí. 

Me paré en la puerta de la habitación de él. Por un momento pensé en irme sin avisar, a escondidas. Pero no, tenía cierta esperanza, por lo que toqué la puerta, pero nadie respondió. Volví a tocarla. Nada. Otra vez la toqué.

- Justin… ya… ya me voy… -avisé lo suficientemente fuerte como para que pudiera escucharlo. Él no respondió, pero podía sentir que estaba despierto y que estaba oyéndome. Al parecer no quería hablarme- Justin, me iré ahora… -avisé una vez más, pero no pude obtener una respuesta.

Resignada, caminé hacia las escaleras y la bajé. Me sentía ignorada, pisoteada como siempre. Hasta dejé mi orgullo de lado, le avisé que me iría, pero seré sincera, no fue precisamente solo para que lo supiera y no preocuparle, si no porque deseaba que él abriera y me abrazara, o que me dijera un simple “no te vayas, no todavía”… o que al menos, me dijera adiós. Tenía esperanzas de que algo sucediera, pero no, no sucedió nada. Y nada pasaría. No sé como había podido pensar tal cosa.

A esas horas de la noche no había ni un alma en la calle. Tenía algo de miedo y aparte, como estaba solo en una camiseta de tirantes, me estaba entrando algo de frío. Me iba lo más rápido posible, no quería encontrarme con un grupo de borrachos o perros bravos que se salen de su hogar y muerden a alguien. Los minutos pasaron y llegué a mi casa. A la mitad del camino me fui trotando, así que no había tardado lo que debería, aunque admito que llegué sin aire y toda jodida. La puerta estaba junta, lo noté a distancia. Al estar frente ella, agarré la manilla y lentamente la fui abriendo. Miré hacia el interior y estaba todo como debía estar. Nadie había entrado a robar, ni nada de las cosas paranoicas que suelo pensar. Cerré la puerta y subí las escaleras. Inmediatamente me fui al baño a darme una ducha. Me relajó demasiado e hizo que me sintiera mejor, al menos por un rato.

Terminé a los minutos, y al ya tener el cuerpo seco me fui a mi habitación. Saqué mi pijama que se encontraba bajo mi almohada y me lo puse. Busqué el secador de cabello. Debo haber tardado unos veinte minutos en secarlo hasta cierto grado en que el cabello no fuera capaz de dejar tanta humedad en la almohada, jamás me ha gustado secarlo completamente. Pero bueno, al ya estar lista, me tiré a la cama, intentando no recordar nada de lo que había sucedido esta noche. Cerré los ojos, hasta que sin darme cuenta, me dormí.

(Días después)

Ya habían pasado dos semanas y medias desde que no veía a Justin. Faltaba como un mes para que mi padre volviera, o un mes y medio, no sé… Ni siquiera recuerdo si se iba por dos meses o dos meses y medio. En fin, he estado mejor, no del todo, pero mejor. Salgo con Dakota algunos días, también he conocido a una vecina, se llama Kathryn, es muy simpática y agradable, no sé como no lo conocí antes. Tiene dieciséis igual que yo, y muchas veces viene a mi casa, viceversa. Me hace mucha compañía. Gracias a ella y a Dakota he estado más animada. De hecho, ahora nos encontrábamos en su casa jugando Xbox. 

- ¡Dale! ¡duro! –chillé a mi nueva amiga.
- ¡Eso hago! Dios, esto si cansa –se quejó- Tengo sed, ¿no podemos parar el juego?
- ¡Por supuesto que no! Estoy a punto de ganar –solté risas.
- Claro, solo porque vas ganando. ¡Voy a morir aquí! –debo admitir que yo tenía los mismos deseos de parar, pero no, porque iba ganando.
- Vamos, voy a ganar –insistí.
- Ni loca, me doy por vencida –dejó de moverse, para luego tirarse al suelo. Finalmente gané, ¡sí!
- ¡Ganadora! –grité hacia el cielo, bueno… techo. Me quedé quieta, analizando mi victoria. No sentí nada- La emoción ya se fue, ¿por esto me cansé tanto? Que desilusión. 
- Te pasa por competitiva –se echó a reír, mientras se paraba del piso- Anda, vamos a la cocina, hay helado.

Caminamos hacia la cocina, ella abrió la nevera y sacó un frasco grande de helado de chocolate. Yo saqué dos cucharas del cajón, para después sentarnos en la mesa a comerlo. 

- ¿Cómo te ha ido con Josh? –le pregunté, Josh era su novio, bueno, casi novio.
- Bien… aún no me pide que lo seamos, no sé cuando me lo pedirá –hizo pucheros.
- Quizás tiene vergüenza, es comprensible –traté de hacerle sentir mejor- Yo al menos lo entiendo.
- Sí, tienes razón, porque siempre es muy atento conmigo y se pone rojo –ambas reímos ante su comentario- Solo me queda esperar. ¿Y tú has sabido de… Justin?

Yo le había contado sobre Justin el día en que nos conocimos, porque ella me trasmitió mucha confianza cuando la conocí. Y pensar que la amistad había iniciado porque me tropecé frente a su casa al doblarme el pie entre el desnivel de la calle con la vereda. Ella me había ayudado a pararme, a pesar de reírse de mí.

- No, no he sabido nada de él… -dije algo apenada, jugando con un poco de helado.
- ¿Ni un mensaje de texto? –abrió la boca impresionada.
- No, ni una llamada, ni un mensaje. Nada. Acordamos no volver a vernos, y eso es lo que haremos. Prefiero no esperar nada… es mejor.
- Tienes razón… Pero por lo que me contaste, creo que aún piensa en ti –me dijo.
- No, de más que no es así… he notado que no le costó alejarse de mí –sinceré- Ni siquiera se preocupó cuando me fui de su casa en la madrugada, ¡ni fue capaz de llamarme para saber si había llegado bien! Jamás le interesé…

Bajé la mirada. Me sentía tan mal al entender que él jamás se interesó en mi bienestar, que nunca me vio como alguien especial en su vida, ni como amiga, ni como conocida… solo era una persona más. Pero todo esto me ha ayudado a ser más fuerte. Ya no estoy siendo tímida, bueno, no tanto. He estado cambiando, y estoy conforme con eso. Pero, no les mentiré, hay veces en que deseo con toda mi fuerza que él vuelva, saber algo de él, hasta me conformaría con verlo, aunque sé que eso también me haría daño.

La mano de Kathryn se posó en mi hombro, dándole leves masajitos. La miré, y ella se encontraba con sus ojos posados en los míos. Sonrió levemente, y yo le sonreí también. Me hacía sentir apoyada, y eso me gustaba. Era una gran persona, se estaba convirtiendo en alguien muy especial para mí, hasta ya la quería.

- Quizás… es su orgullo lo que no le deja volver… -comentó.
- ¿Y si no? ¿y si está feliz, disfrutando de todo mientras que yo estoy mal?
- No lo sé, pero descarto eso de que esté feliz… Ve el lado bueno, fuiste la única a quien llevó en su auto.

La miré. Lo dijo con un humor tan raro que ambas explotamos en carcajadas. Por alguna extraña razón había dado risa. Reíamos y reíamos sin parar. Acabamos cuando nos estuvimos limpiando una que otra lagrimita.

- ¿Por qué nos hemos reído? –pregunté.
- No tengo idea.
- Me parece bien.
- A mi igual.

Y así estuvimos el resto de la tarde. Llegó la noche y ya me tenía que ir a casa, así que nos despedimos y hasta ahí fue todo. Al ya estar dentro de la mía, miré la hora, y eran las 10:30pm. Con Kathryn no habíamos querido cenar, porque antes nos habíamos comido unas galletas con leche, pero ahora me estaba dando hambre, así que fui a la nevera y saqué un trozo de pizza que había en la nevera y me fui a sentar al sofá para ver la televisión. Justo cuando iba a encenderla, vibró mi celular que había dejado en la mesita de centro. Lo cogí y miré el por qué. Era un mensaje de Dakota. 

“__, ¿puedo ir a quedarme a tu casa? Mamá trabajó esta noche y no quiero estar sola. Eso sí, llegaré por la madrugada, tengo que hacer unas cosas que mamá me pidió, blabla. Deja la puerta junta. Te quiero, tonta. Un beso –Dakota”

                                         _______________

Muchas gracias por los comentarios de la entrada anterior. Este capítulo ha estado aburrido, ya saben, sin Justin, mucho que leer sin diálogo, pero irán mejorando, ya verán. Lo habría hecho aparecer, pero decidí que era mejor que no, porque no quedaba. Pero bueno, los próximos estarán mejores, recuerden que habrá maratón como regalo de navidad, así que no piensen que estará siempre así *u*, porque si lo piensan se darán cuenta de que no. Es que quiero dejar lo mejor para ese día en que suba los capítulos, así que les diré que no volveré a subir hasta el día de la maratón. Díganme en los comentarios el día en que quieren que lo suba: ¿24, 25 o 26 de diciembre? Ustedes decidan en los comentarios. Un beso enorme. Las amo.

 

14 de diciembre de 2013

Capítulo 20 -Por un capricho.




No sé cómo explicar la cara que Justin tenía. Estaba impresionado, enojado, confundido, en otra dimensión. Enserio que pensé que se iba a desmayar o le iba a dar un ataque. Como lo veía tan de esa manera, comencé a asustarme.

- Yo… no tengo palabras –logró decir. 

Por fin pudo desviar la mirada de mi nuevo tatuaje. Apoyó sus codos en la mesa, y puso sus manos en su boca, como si fuese a rezar. Nuevamente miraba el centro de la mesa. Sabía que se estaba esforzando por no discutir conmigo o regañarme.

- No te preocupes… -le dije yo, él me miró- el tatuaje es de hena.
- ¿Hena? –preguntó confundido.
- Sí, se sale con el agua –alcé un poco los hombros para luego bajarlos y desviar la mirada- Dura un par de días, no es permanente. 

Y no es por nada, pero si su cara antes se veía tensa, ahora se veía completamente lisa, relajada, como no tiene idea. Su mal humor y todo lo malo se había ido. Suspiró hondo, llevando una de sus manos a su cabello y peinarlo con ella hacia atrás. 

- Dios, __. Me has asustado, no sabes cuanto –volvió a suspirar y apretó su puño- ¿cómo iba a reaccionar tu padre si te veía con un tatuaje? Solo tienes dieciséis años, no puedes hacerte uno, joder.
- Lo sé, por eso me puse uno de hena –reí un poco.
- Realmente, yo creí que habías enloquecido. ¿Pero qué te sucedió? Justo ahora que tomamos este tema, te voy a regañar –avisó, ya venía el sermón- Explícame de una vez, ¿por qué te portaste como una niñata todo el día? Quiero una explicación buena, y la quiero ahora –estaba exigente, y su cara estaba muy seria, decidido.
- No soy una niñata ni me porté como una, solo quería despejarme –corregí, estaba demasiado triste, ni siquiera respondía con ganas.
- ¿Despejarte de qué? ¿de ver la tele hasta tarde o de comer dentro de tu habitación? Me has dejado solo anoche al llegar, creí que, al menos, cenaríamos las chatarras juntos o algo, pero no.
- No creí que quisieras cenar conmigo –sinceré- No hablamos nada en el camino y la verdad no tenía ganas. No me sentía bien.
- ¿Fue por la discusión que tuvimos? 
- No fue por la discusión, de hecho. Fue por tu falta de sensibilidad y tu broma pesada de mal gusto –le dejé en claro, sin despegar mi mirada él. Me había decepcionado- No se juega con los sentimientos de la gente, Justin.
- No jugué con tus sentimientos… -se había ofendido.
- Dijiste algo que no sentías para luego reírte. Para mí, eso es jugar. Jugaste conmigo, siendo que soy tu amiga –sí, amiga. Me había dolido decir esa palabra y él no lo sabía.
- No eres mi amiga.
- ¿Qué? –pregunté impresionada- ¿entonces qué soy? ¿una conocida a quien dejas estar en tu casa o una completa extraña? –me paré de la silla. No quería seguir hablando de esto ni comenzar a discutir de una forma horrible.
- No eres una extraña y eres mucho más que una conocida. De no serlo no habría intentado besarte la otra noche –no bastó ni un milisegundo para que mi corazón se acelerara. Se paró de su silla, para hacerse a un lado y acercarse a mí, a paso lento. Me ponía nerviosa.
- ¿Por qué intentaste besarme? –bajé la mirada.

No estaba acostumbrada a hablar de estos temas, no con mi chico del baño, que me traía por las nubes. Tomó mi cara entre sus manos. Puedo jurar que sentía que me iba a desmayar. Su tacto me volvía completamente débil, pero no podía dejar que todo lo que me había hecho sentir, que todo el daño que me había hecho con las palabras que anteriormente me había dicho, se me olvidaran por un momento tan lindo pero “intimidante” como este. Él tenía este poder sobre mí, pero no podía dejar que sucediera. Debía ser fuerte. Debía mostrarle que yo tengo sentimientos, y que los hirió. Quién iba a pensar que esa hermosa sonrisa que tiene cuando se ríe, en un momento equivocado iba a destrozarme. Aún de lo acelerado que tenía mi corazón y de mi tristeza, lo miré a los ojos.

- En realidad… -dos palabras, y se quedó callado, al parecer pensando cómo hablar- porque anhelaba hacerlo…
- ¿Y por qué lo anhelabas? –pregunté. Lo único que pedía era que él fuera capaz de decirme lo que en realidad sentía, sin mentiras… sin bromas. Estaba esperanzada de que me dijera algo que me gustaría.
- Porque sí –respondió.

Definitivamente, no era la respuesta que esperaba. El que fuera tan cerrado, sobre todo ahora, me hacía sentir muy mal. Si antes estaba decepcionada, ahora lo estaba más. Y es que no es su culpa, él es así, no puedo obligarlo a cambiar de forma tan apresurada, siendo que solo somos… conocidos, creo, o lo que sea que él haya querido decir. Bajé mi mirada, no miento, si antes tenía decepción, ahora tenía el doble. ¿Por qué no podía decírmelo? Pero… quizás… no tiene que hacerlo. Quizás, todo esto son ideas mías. No tendría por qué decirme algo que me guste, siendo que de seguro no siente nada. Además, tal vez yo no soy la chica para él. Puede que sea por eso el que estemos así, porque no soy la indicada… no soy la persona por la que él sería capaz de hacer tales cosas, o de decirlas. De tanto pensar ya estaba que me ponía a llorar, ahí mismo, frente a él. Y la razón, era su persona. Él. Nadie más. Nadie más que él y mis ilusiones tontas del amor. 

Les contaré, que yo desde hace años he estado esperando una persona, una historia de amor muy linda, un amor correspondido, de esos que cualquier chica como yo quisiera tener. Siempre creí que cuando ese chico llegara, todo estaría bien, que me trataría de la mejor forma del mundo, que me cuidaría como si fuese lo más especial para él. Que me diría palabras bonitas, y me haría saber lo mucho que me quiere, o lo mucho que me ama. Pero, ¿qué pasa si esa persona no es así? ¿cómo puedo esperar que él me trate de la forma que yo quiero, siendo que no pasará jamás? Porque ahora me he dado cuenta, no puedes tener tu historia de amor única, no puedes tener momentos inesperados y hermosos, no puedes tener detalles, no puedes tener esos besos luego de una discusión ni el empujón a la pared con un montón de declaraciones que deseas. Tampoco puedes tener la visita a través de tu ventana abierta a la mitad de la noche, y menos el perdón luego de hacer algo horrible a la hora que sea: el arrepentimiento. No puedes tener la capacidad de lograr que sea persona se abra de corazón y mente, que se atreva a confesar lo que siente. No puedes lograr que luego de un momento horrible, esta persona vuelva a ti, y sea capaz de hacer muchas cosas con tal de no hacerte sufrir. No puedes tenerla si no es la persona adecuada. Llegará, realmente cuando sea tu amor verdadero lo tendrás y será la mejor sensación que podrás recordar y seguir teniendo, pero si no es la persona correcta, jamás sucederá. Por fin me he dado cuenta. Si no sucede, es porque no es quien esperabas que fuera. Así son las cosas. Lo mejor será que yo ya no lo vea, y quizás me he rendido muy pronto, pero es hora de ser realista –cosa que odio, porque soy una de las personas más optimistas de este mundo-, aunque quiera o no quiera aceptarlo.

Él me miraba, esperando una respuesta de su tan fácil “porque sí”, pero ¿qué iba a decirle? No podía fingir que era lo que en realidad habría deseado escuchar desde que lo había conocido. No iba a hacerlo.

- Justin… -hablé, sin mirarlo. De hacerlo no sería capaz de decir lo que diría- lo mejor será que… que yo me vaya… -sentía que mis ojos se humedecían.
- ¿Qué? –se notaba extrañado, confundido, podía sentirlo a pesar de no mirarlo.
- Que ya debo irme. Ha sido un error venir a quedarme en tu casa, nosotros pudimos ser amigos, habríamos estado mejor si no me hubiera quedado aquí.
- No digas idioteces, __ -me pidió algo molesto.
- No digo idioteces, es la verdad. Creo que lo mejor para ambos será que no nos volvamos a ver… -se quedó perplejo ante mis palabras.
- Estás loca, no sigas hablando, ¿quieres? –soltó mi cara y se alejó. Lo miré. Apoyó sus dos manos en uno de los sofás, dándome la espalda. Me dolía verlo así, pero también me dolía estar sintiendo lo que yo sentía.
- Tú no tenías problemas antes de que yo llegara. Yo estaba sola, pero no hacía daño ni a mí misma, ni a ti –escupí, ignorando lo que me pidió- He notado que por mi culpa estás todo frustrado y extraño. Como tú mismo dijiste: no sabes qué hacer conmigo –sentí que me caía una lágrima- No estás acostumbrado a que una chica te diga las cosas, eso que solo hice hoy cuando no estuve, ni sabes como actuar. Te cierras.
- Te he dicho que no quiero escucharte, ¿entiendes? ¿no puedes entenderlo? –se volteó hacia mí con una cara de enojo extremo- No quiero hablar de este tema, no quiero nada. Todo era mejor cuando te quedabas callada –aquellas palabras habían sido como una punzada. 
- ¿Tanto te molesta que esté cambiando? Cuando comienzo a conocer a las personas soy muy tímida, siempre soy buena con todos, y por eso se aprovechan de mí. Ya no quiero más eso, ¿entiendes? No quiero que ninguna persona me aplaste como si fuese alguien insignificante que no tiene derecho a hablar, y menos tú, que ya se nota que lo único que pensabas era que pudieses hacer lo que quisieras conmigo y manipularme. Yo también tengo carácter y no me quedaré invisible todo el tiempo, para que lo sepas –le dejé en claro. Volví a votar otra lágrima, y él lo había notado- ¡estoy harta de todo esto! Antes los demás, y ahora tú, ¡muchas gracias! 
- Bien, ¡entiendo! ¿quieres irte? ¡vete! –gritó- ¡anda, vete! ¿qué esperas? ¿una invitación a que te vayas? Si eso es lo que quieres, no te obligaré a quedarte. Y de acuerdo, no nos volveremos a ver. Ojalas estés feliz ahora. Podrás divertirte con tus amigos y con tu novio, eso era lo que querías y ahora lo tienes.  Y tu casa ya está abierta, para que lo sepas. Lograste ponerme de buen humor y sentirme tan bien a gusto contigo, para luego mandarlo todo a la mierda. Adiós –dicho todo eso, se dirigió rápidamente hacia las escaleras, las subió casi corriendo. Sentí como caminaba en el piso de arriba y daba un portazo con la puerta de su habitación. 

Me había dejado hablando sola. No aguanté más, y comencé a llorar. Caminé hacia el sofá más cercano y me tiré en él, para seguir llorando. Me sentía de lo peor, y lo más malo aún, era que sentía que sí tenía la culpa, que lo hice sonreír y ser más feliz, para luego lograr que se pusiera así. Odiaba sentirme así, odiaba sentir que era una pésima persona, que solo pensaba en ella y en nadie más. Realmente, odiaba eso, a más no poder. 

                                        ______________


Lamento un montón la tardanza, pero es que no tenía inspiración suficiente, chicas. Lo siento. Pero no se preocupen, que comenzaré mañana o en estos días a hacer la maratón como su regalo de navidad, ¿de acuerdo? Las amo demasiado, muchas gracias por los veintisiete comentarios del capítulo anterior, los amé, casi lloré haha. No recuerdo haber tenido tantos en un capítulo. Y muchísimas gracias también a las chicas que comentan en chat, amo sus comentarios y la motivación que entre todas me dan para escribir. ¡Un beso enorme! Subiré pronto

5 de diciembre de 2013

Capítulo 19 -Por un capricho.





Sí, de seguro ya no tengo donde dormir, pero eso es lo que menos me importa ahora. Nada más necesito una manta, una almohada y la hamaca que está en el jardín de mi casa. Sí. Dakota podría prestarme esas cosas, porque no sé, no me quedaría en su casa y ni tengo idea de por qué, pero no me dan ganas. ¿Será que no me sentiría cómoda de la misma forma que en la casa del chico del baño? Digo, por supuesto que no me sentiría igual, porque Dakota es mi mejor amiga, pero con él… con él es distinto. Yo gusto de él. 


¿Qué habrá pensado de mí recién, cuando me vio aquí con mis amigos, en especial en algo con Sam? No hubo beso ni nada, ¡pero me preocupo siendo que no debo hacerlo! Él me rompió el corazón, él me hizo llorar toda la noche e hizo que me viera horrible hoy por la mañana. No tiene porqué importarme lo que piense. Además, él no tiene por qué pensar cosas porque no le gusto, me rechazó, ¡así es! Al diablo con él, yo haré lo que me plazca y él hará lo mismo.


Menos mal que los chicos no se dieron cuenta de lo que había pasado, ni de cómo me sentía, ni de todo lo que rondaba por mi cabeza en ese momento. Lo pude notar porque estaban muy ocupados comiendo como salvajes. Así que yo, con toda la inteligencia que tengo, los imité. 


No tardamos tanto en terminar la comida, debo mencionar que estaba muy rica. Y tan saludable, ah. Así que nos quedamos conversando un rato, lo que fuese. Reíamos y seguíamos riendo. Ni siquiera pensé en el otro, sí, el otro, porque ya ni me importa. Okayno. ¿Qué te está pasando, __? ¿desde cuando piensas así, tan directa y poniendo tu lugar? Esto no es lo tuyo, ¿o sí? Definitivamente no, pero es necesario, sí. Ya es hora de que una nueva yo se haga presente. 


- ¿Qué sabor? –me preguntó Sam, a las cinco de la tarde, cuando nos fuimos a comer todos un helado.

- Frambuesa, por favor –le respondí sonriente. 


Pidió los cuatro helados, uno para cada uno. Dakota pidió de chocolate, Roy pidió de Vainilla, Sam de moras y bueno, ya saben cual elegí yo. Cuando ya todos estuvimos con nuestros conos de helado en la mano, nos fuimos.


Se hizo de noche, nos pasamos toda la tarde pasándola muy bien. Comimos chatarra, helados, hasta fuimos a ver una película al cine, y ahora nos encontrábamos tomando un capuchino, sentados en una mesa afuera del lugar al aire libre. No me di ni cuenta cuando oscureció. Pero de pronto sentí algo vibrar en el bolsillo de mi short. Me sobresalté un poco. Lo saqué de mi bolsillo y sin nada de ganas me lo levé a la oreja.


- ¿Diga?

- ¿Sabes qué hora es? –me preguntó de repente.

- ¿Papá? –pregunté confundida. Joder, había llegado antes y no me ha encontrado en casa, ¡estoy muerta!

- No, soy Justin. ¿Sabes qué hora es o no? –estaba molesto. No me la creía.


Me paré de la mesa de un brinco y me fui a hablar por teléfono a un lugar más apartado. Al alejarme oí que Dakota dijo: “Santo cielo, su padre nunca deja de llamarla”.


- ¿Justin? ¿por qué me estás llamando? –comencé a molestarme.

- Son las 10:55 y aún no has llegado a casa. ¿Crees que puedes estar afuera a estas horas? ¡Has estado todo el día jodiendo con tus amigos y tu novio ese! –me regañó.

- ¿Puedes dejar de regañarme? Han pensado que eres mi padre –estaba fastidiada.

- Me vale una verga. ¡Te vienes a casa ahora! –wtf.

- ¿Y tú quién te crees? ¿a caso piensas que tengo que obedecerte? -¡es un tonto!

- ¡Soy tres años mayor que tú, así que debes hacerlo! ¡te vienes a casa ahora! –gritó, jamás creí que alguna vez estaría tan enojado.

- Ah, ya veo, ¿piensas que porque eres mayor puedes hacer de todo?

- Exacto –reconoció de lo más normal.

- Gilipollas.

- ¿Me has llamado gilipollas?

- Exacto –le imité.

- Ya vas a ver, me gustaba más cuando no hacías tonterías, ¡ahora tengo que estar persiguiéndote como si fueras una malcriada!

- ¡No soy malcriada! Hoy yo tenía ganas de divertirme, nada más, ¿a ti qué con eso? –aghh.

- ¡Estás castigada!

- ¿Pero que vicho te picó? ¡estás volviéndote loco!

- ¡Pues ya ves como me haces poner, hazme caso o te castigo!

- ¡No lo haré! –antes muerta.

- Te estás pasando, __ __. Te estás pasando.

- Ay, el controlador. Te jodes.

- ¡No me faltes el respeto!

- ¿Qué? ¿es que eres mi padre?

- Como tu padre no está aquí y te estás quedando en mi casa, tengo autoridad –me dejó en claro.

- ¡Sueñas! Ya te gustaría que sucediera –me defendí.

- ¡Que te vengas a la casa, niña!

- ¡No voy a ir, aprovechado!

- ¡Lo haces o voy por ti, no me importa quién esté contigo! -¿ah?

- ¿Serías capaz? ¡ni te atrevas! –me mato de la vergüenza, ¡encima no tiene derecho!

- No sabes de lo que soy capaz, me has puesto hasta el carajo de enojado, ¡te vienes!

- ¡No voy a ir, ya entiéndelo! Voy a cortar –amenacé.

- ¿Con que vas a cortar? Pobre de ti que lo hagas.

- ¿Y si lo hago qué? –me reí para fastidiarlo- No puedes hacer nada, así que cortaré.

- No lo hagas, ¡hablo enserio!

- Adiosito –me despedí.

- ¡__ juanita castro de la virgen maría, cortas y… 


Pi, pi, pi. Es lo que debió haber escuchado. Porque sí, corté como dije que haría. 
Estaba muy enojada, molesta, de todo con Justin. Si antes estaba triste y con el corazón roto, lo que más hacía en este momento era odiarlo. ¿Qué le ha sucedido? ¡se ha portado como si fuese mi padre o mi niñero! ¡está realmente loco! No pienso hacerle caso.

(…)

-Casi dos horas después-


Ya iban a ser un cuarto para las una de la madrugada. Me había bajado de un taxi justo en frente de la casa de Justin. No voy a mentir, estaba hasta los pelos de nerviosa y asustada. ¿Pero qué me pasó? ¡me porté como una rebelde! ¿por qué no lo pensé antes? ¡ahora estoy cagada de miedo y nervios! Eres una tonta, __... eres una tonta. Es obvio que Justin tiene autoridad, te estás quedando en su casa, ¡tienes que respetar el lugar en donde te quedas? Joder, es que me dio como un ataque de ira, por eso reaccioné así, encima esto de llegar tan tarde lo hice a propósito. Agh, me golpearía si pudiese. Es decir, puedo, pero no quiero. No quedaré toda morada, no soy taaan tonta. 


Para mi sorpresa, la puerta de entrada a la casa estaba junta, no estaba cerrada. Agradecí a Dios por iluminarme y salvarme de esta. Miré al cielo y le lancé un beso. Gracias, enserio, querido Dios. Pero bueno, abrí la puerta y entré sigilosamente con mucho cuidado de no hacer ni un solo tipo de ruido. Luego, la cerré, sin hacer tampoco un solo ruido. Pero justo cuando iba a subir la escalera, una lámpara se encendió. Me sobresalté, y lo primero que vi fue a Justin sentado en la mesa de la sala de estar, con las manos juntas y apoyadas en esta, y perfectamente derecho. Aquí me esperaba un sermón. 


- __... –me llamó. Cerré los ojos, sin moverme- No porque te quedes como estatua significa que no pueda verte.


Me resigno, ya me vio. 


- Ahm, ¿sí? –me hice la loca, con una voz de niñita buena y dulce.

- Ven. Ahora.


No dije nada, no me quejé, no hice absolutamente nada. Con la cabeza algo agachada fui caminando hasta la mesa. De alguna manera sentía que él tenía toda la razón en retarme o algo por llegar tan tarde, pero por otra sentía que no tenía derecho a hacerlo y solo quería ahorcarlo hasta dejarlo sin respirar.


En casa paso que daba se me posaban nuevas cosas en la cabeza. Si Justin fuera mi padre ahora mismo estaría sin mi móvil, sin televisión, sin Internet, sin contacto con el mundo, ni con las hormigas. Pero bueno, lo es, no tengo que preocuparme ni por un segundo. Ajá. ¿¡Pero si es así por qué pedo lo estoy!? ¡No entiendo nadaaaaa! Es que él es tan serio pero a la vez tan lindo, tan estricto pero a la vez tan divertido, tan cariñoso pero a la vez tan frío en sus momentos. Creo que… definitivamente, no puedo no pensar en él como algo más, no puedo no pensar en él con amor… 


Al estar sentada me puse bien derecha y él yacía mirando al centro de la mesa, sin mirarme a mí. Estaba completamente serio.


- Discutiremos este asunto con calma, meditaremos sobre esto y lo más importante, nosotros… -hizo una pausa, posando su vista en mi mano. Su boca se abrió completamente, todo asombrado- Tú… ¿te tatuaste?


Ups. Había olvidado ese pequeño detallito. Jeje.


                                        ______________



¡Hasta aquí el capítulo! Espero que les haya gustado, no he tardado haha, ¿Qué tal les pareció? Los comentarios del capítulo anterior estuvieron hermosos, muchas gracias. ¿Cómo han estado? Cada vez falta menos para mis vacaciones, así que no se preocupen, que habrá maratón luego de que salga. No sé cuando, pero posiblemente tengan un regalo de navidad haha. ¡Un beso! Comentar y votar. Adiós, cuídense.



3 de diciembre de 2013

Capítulo 18 -Por un capricho.




Cuando ya estuve duchada y lista, me salí y me vestí con la ropa de mi amiga. Me quedaba justa, porque no éramos tan diferente de cuerpo que digamos. Nunca tuvimos problemas en compartirla. Pero bueno, al ya estar vestida me fui del baño y entré a su habitación. Me prestó unos cosméticos y me puse frente al espejo a maquillarme. Lo usual, solo los ojos y un poco los labios. 

- ¿Tienes delineador líquido negro? –le pregunté.
- ¿Cómo no voy a tener? –caminó hacia un cajón que había y sacó uno nuevo, sellado y todo- Ten, está sin usar, si quieres quédatelo.
- Gracias, el mío se está acabando –ella se echó a reír.
- Pues te he salvado, me debes una. 

Yo solo sonreí y continué arreglándome. Dakota luego me prestó un corrector de ojeras, porque creo que era demasiado necesario. Eran unas bolsas enormes debajo de mis ojos, para nada bonitas. La verdad, es la primera vez que me salen unas tan feas y tan notorias. Todo por culpa de él… principalmente decidí ponerme el corrector por si me lo encontraba por el CC o en el camino, porque no iba a dejar que supiera que estuve llorando toda la noche a causa de él y su rechazo.

- ¿¡Estás lista!? –chilló mi amiga desde abajo, al empezar la escalera.
-¡Ya voy! –tomé mi celular, que antes había lanzado a su cama y salí de la habitación.

Obviamente nos fuimos a pie. Al llegar, lo primero que hicimos fue pasar por tiendas de ropa, hermosas por cierto. No traía dinero conmigo, pero Dakota me compró algunas prendas y le dije que le pagaría en cuanto pudiera. Ella tampoco adquirió tantas cosas nuevas, más bien lo mismo que yo, pero en otros colores. Teníamos gustos muy parecidos, pero siempre tratábamos de no usar lo mismo un día. Si comprábamos cosas iguales, las usábamos días distintos y así. 

A las 1:30pm ya habíamos pasado por todas las tiendas de ropa, así que luego nos fuimos a comprar algunos cosméticos que solíamos usar, porque ya era tiempo de cambiarlos, llevaban unos cuantos meses. Como dije antes, también le pagaré el dinero por esto. 

No sé a ustedes, pero cuando estoy demasiado mal, salir a pasear me hace sentir mucho mejor. Lo más probable es que luego me encuentre llorando desconsoladamente en la habitación mientras veo películas de amor trágico, pero debo aprovechar los tiempos de solo felicidad que pueda tener, y no hay alguien mejor con quien hacerlo que mi mejor amiga. 

- __, muero de hambre, ¿tú no? –me preguntó sobándose el estómago con cara de retrasada, cosa que me hizo reír- ¿de qué te ríes?
- Nada, olvídalo –solté la última risa- Pero como sea, también tengo hambre. Vamos a comer, yo invito. Luego te pago –hice una mueca.
- Para esto no, tonta. Yo invitaré. 
- Ya que insistes –me eché a reír. Ella me dio un codazo.
- ¡Aprovechada! No hubo que convencerte mucho –rió al igual que yo.
- Pues te pasa por no dejarme hacerlo, sonsa. 

Juntas comenzamos a caminar hacia el primer local de comida rápida que hubiera. Sí, con Dakota no vamos a almorzar a restaurantes de esos que dan comida normal, como la que uno puede cocinar todos los días en casa. Siempre, pero siempre que tenemos hambre, nos vamos a lugares de chatarra pura y rica. Definitivamente lo menos sano, pero definitivamente lo mejor para comer juntas.

Justo cuando nos faltaban como unos diez metros para llegar a nuestro preciado paraíso de frituras, sentimos un piropo de silbido. No sé, lo he escuchado tantas veces que ya lo reconozco. Y es que él lo hace con un tono extraño, especialmente para que yo lo reconozca. No tardé en sentir que alguien pasa su brazo por mis hombros.

- __, princesa, ¿qué haces por aquí tan sola? –rió.
- No estoy sola, Sam –reí al igual que él. 

De alguna manera siempre era capaz de sacarme una sonrisa. Seguíamos caminando. Miré a mi lado, a Dakota, que se encontraba hablando con el mejor amigo de Sam, llamado Roy. 

- Hey __, ¿cómo has estado? –me preguntó este en el momento en que paramos en la puerta del lugar donde comeríamos.
- Bien, lista para comer, ¿y tú?
- Bien también. Neta, ¿van a comer? Justo nosotros estamos hambrientos.
- Ni hablar Roy, no los invitaremos –dijo Dakota, y chocamos los cinco.
- ¿Por qué no? –preguntó esta vez Sam- Digo, nuestras nenitas necesitan que las cuiden –se giró hacia mi lado y me abrazó por la cintura, mirándome a los ojos- ¿Quién mejor para cuidar de esta preciosura que yo mismo? 
- Agh, Sam. Basta –traté de soltarme- ¡que me pones nerviosa! 
- Vamos por buen camino, estás loquita por mi, tanto que te acelero ese corazoncito y te hago sonrojar –se mordió el labio.
- Tarado, tú no cambias –me eché a reír y le abracé. Él, obviamente, correspondió mi abrazo.
- Hey Sam, controla tus hormonas –le dijo Roy- Sé que es difícil con estas chicas, pero intentémoslo. ¿Las invitamos a comer?
- Claro, solo jodíamos con eso de que nos invitaran. Vamos adentro, nosotros pagamos –habló Sam. Ambos se habían ofrecido muy animados. 

Yo y Dakota comenzamos a caminar hacia adentro, felices. Porque bueno, aparte de tener una gran compañía, nos habíamos ahorrado dinero. No tanto yo, más bien ella, pero como sea, la cosa es que era de mucha ayuda, ¿no?

El lugar se llamaba “Troglodito”, un nombre bien raro, pero lleno de comida rica. Buscamos una mesa para cuatro. Estaba limpia, así que nos sentamos. Podría decir que Sam corrió a sentarse al lado mío. Dakota se sentó frente a mí, y a su lado estaba Roy. Miramos las carteleras con la comida que ofrecían. Estuvimos unos cinco minutos eligiendo y al final optamos por pollo frito con papas también fritas a un lado, y de regalo traía una soda enlatada del sabor que quisiéramos. Los chicos se fueron a ordenar y yo con Dakota nos quedamos sentadas, conversando.

- Dios, Sam se muere por ti –me contó ella- ¿no ves como te mira y como te coquetea? Uf, enserio le gustas.
- Y también se nota que Roy va por ti, ¡también se le nota! –le dije animada- ¿no has pensado en… bueno, andar con él?
- Uhm, no estaría mal. Roy es lindo, y divertido. Me agrada. Quien sabe –se mordió la lengua sonriendo- y tú con Sam… no pasa nada, ¿verdad?
- No lo sé, bueno… ya sabes lo que me sucedió ayer. Pero no descartaré el andar con Sam, puede que le de una oportunidad –no me desagradaba la idea de andar con él, es más, me gustaba pensarlo de alguna forma.
- ¡Moriré! ¿hablas enserio? ¡serían tan lindos! –alzó los brazos.
- ¡Eres una loca! –alcé los brazos al igual que ella, cosa que nos hizo reír más.

Los chicos al rato estaban de vuelta con las bandejas de comida en sus manos. La tarde en sí pasó muy rápido. Ellos nos hacían reír mucho, tanto que llegábamos a llorar en ocasiones, sin mencionar que de la desesperación por no poder parar nos poníamos como unos tomates. Quedamos tan llenos que apenas podíamos movernos de los asientos. Dakota tuvo que desabrochar el botón de su jeans, eso me hizo casi mear de la risa. 


- Hasta con pancita te ves hermosa –le dijo Roy todo dulce.

- No tengo panza –le fulminó con la mirada ella. Yo y Sam aguantábamos las ganas de jodernos de la risa.

- Aún así, entonces. Con ese “royito”.

- Roy, eres un tonto –ella tampoco pudo aguantar la risa y sin darse cuenta estaba igual que nosotros. Roy la abrazó y ella le correspondió el abrazo.

- Querida __, tú te verás inigualable con tu pancita –me miró sonriente.

- ¿Veré?

- Sí, pues un día tendrás plantado a un pequeño Sam en ella. Será igual de pervertido que su padre, ya verás. 

- Sam, ¡estás loco! –todos reímos- ¿enserio quieres tener un hijo conmigo?

- Por supuesto que quiero, si eres la más hermosa chica que he conocido, bobita. 


Se acercó a mí tan rápido que pensé que iba a besarme, pero no, besó mi nariz. Los chicos nos miraban como si se fueran a desmayar, aparte que estaban con una cara de aww enorme. Yo me sonrojé ante aquel acto de Sam, pero lo más extraño era que no sabía por qué no me molestaba ni trataba de alejarme. 


Pero ahí, todo se volvió negro. A que no saben a quien vi. Sí, al chico del baño. A Justin. Estaba fijamente mirándome desde la caja registradora en donde se pagaba la comida. Él la había pedido para llevar, pude darme cuenta porque estaba en una bolsa café, de papel. Mi mirada se quedó posada en él, no sabía qué sentir, estaba como perpleja. Él no hizo nada, ni siquiera despegó su mirada de mí, pero cuando le entregaron el cambio, caminó hasta la salida y recién cuando estaba a punto de salir dejó de mirarme. Su seriedad me había asustado, mi corazón se puso extraño, mis sentidos se pusieron extraños. Me sentía mal de alguna manera, pero, ¿por qué? Él me había lastimado, yo tenía derecho a sentirme mejor de la manera que fuese. Dios mío, de seguro ahora estoy en la calle. 



                                      ________________


Capítulo 18, aquí. ¿Qué les ha parecido? Subiré lo más pronto que pueda, espero que les haya gustado. Tardé algo, pero espero que no sea una mierda, si no que haya valido la pena. Muchísimas gracias por los comentarios del capítulo anterior, estuvieron hermosos y me alegro mucho de que les esté gustando la novela :3 ¡no se pueden perder el siguiente capítulo! Publicaré pronto, ¿vale?
Ah, chicas, si no puedo subir tan rápido estos días, pediré que me esperen hasta la próxima semana. Porque el jueves de la próxima semana salgo de vacaciones, y les prometo que en ese tiempo les subiré maratón, no sé cuando, pero lo haré. Es más, posiblemente termine la novela en ese lapso de casi tres meses que tenga libre. No confirmo nada, es un quizás. Ah, y otra cosa, no he corregido el capítulo ni lo he leído como lo suelo hacer, así que si está incompleto o con errores, será por eso. Bueno, las amo, cuídense mucho. ¡Un besazo! Buen día, muah :3