16 de octubre de 2015

Capítulo cuarenta - Fresa con Chocolate.



Luego de salir de Sissy's, Fabiola recibe una llamada telefónica de su madre, pidiéndole que por favor vuelva a casa, que su papá ha vuelto y está ansioso por verla. Había estado de viaje los últimos tres días y por eso fue simple que ella pudiera quedarse en mi casa, dejándola por su propia cuenta.

Cuando llegamos, los padres de Fabiola deciden invitar a Drew a cenar. Mi hermano, por supuesto, acepta ansioso. Se lleva fenomenal con los padres de mi amiga, y siempre les pone buena cara. También nos invitaron a mí con Seth, pero no aceptamos. Dijimos que otro día podríamos venir, que debíamos hacer otras cosas, pero que muchas gracias por la invitación. En realidad, lo único que pasaba es que queríamos darles unos momentos entre ellos. Drew no viene muy seguido a casa de mi amiga y cuando lo hace es bueno que tengan algo más personal.

Me subo al auto de Seth y me despido con la mano de las cuatro personas de pie en la entrada de aquella casa. Me hacen el mismo gesto sonrientes, y Seth hace partir el vehículo. La tarde ha pasado increíblemente rápido y ha sido muy divertida. Definitivamente hay que repetirlo.

- ¿Qué hacemos ahora? -me pregunta Seth.

Miro por la ventana. Está anocheciendo. El cielo tiene un bonito color naranja, morado, rosado, o mejor dicho tiene una mezcla digna de admirar. Suelto una sonrisa  y lo observo conducir. Luce tan como él, tan a su manera, tan... Seth.

- No lo sé -le digo, encogiéndome de hombros- Cualquier cosa. Si quieres podemos hacer nada. No me importa.
- ¿Quedarnos aquí dentro estacionados en alguna parte sin razón aparente? -propone sonriente. De inmediato me lleno de ternura. No se molesta en ocultar su gusto por compartir momentos conmigo. Cualquier persona, al no tener nada más que hacer, se iría, quizá proponiendo verse otro día.
- Me encantaría -acepto. Estar con él es más que suficiente- Donde tú gustes.

Seth sigue conduciendo durante aproximadamente treinta minutos más, encontrando algún lugar que le parezca cómodo. La verdad es que no tengo idea de dónde me lleva, pero me limito a guardar silencio. Ya casi no queda rastro de los colores del atardecer. El cielo está casi oscuro y las primeras estrellas comienzan a salir.

Nos detenemos en un lugar desolado. Lo más probable es que sea una zona que alguna vez fue una cancha de fútbol, pero ahora no hay absolutamente nada. Está la calle, las últimas casas están varios metros atrás, y lo que rodea la tierra de la cancha es césped junto con arbustos espinosos. Sería un perfecto lugar para que un violador coja a una chica y haga lo que le plazca con ella. Sería un perfecto lugar para que Seth violase a alguien. A mi. Pero ese no es el caso. Creo.

- ¿Qué piensas? -pregunta, quitándome de mis pensamientos. Lo miro a los ojos, abriendo la boca para hablar.
- En que... es un lugar ideal para violar a alguien -digo con toda sinceridad. Esto hace salir risas de Seth.
- Gran observación -opina. Deja de reír y nada más se limita a mirarme.
- ¿Ya viniste aquí antes? -la curiosidad comienza a invadir mi interior.
- Sí -asiente, mirando alrededor- Mi padre me traía aquí cuando niño.
- Oh...-suelto, y comienzo a darme cuenta de que es la primera vez que me dice algo sobre su vida- ¿Y qué hacían aquí?
- Nada en especial. En realidad, esto siempre ha estado vacío. Traíamos una pelota, o mis autos de juguete. Siempre que tenía el día libre lo hacíamos.
- ¿Qué hay con tu madre? -pregunto, deseando saber más- ¿También hacías cosas con ella en algunas ocasiones?
- Claro. La acompañaba cada vez que le apetecía salir a tomar aire o a relajarse, y cuando papá nos invitaba a los dos a comer afuera.
- Que lindo. ¿Siguen juntos ellos dos?
- Tengo la suerte de tener unos padres enamorados.
- Me alegro -se me escapa una sonrisa delicada, sintiendo una relajación en mis venas.

El silencio invade el vehículo. Creo que es la conversación más personal que hemos tenido. No estoy acostumbrada a ello, porque lo máximo que hemos hecho o dicho han sido cosas sólo de nosotros dos, sin incluir a nadie de por medio. Siento un poco de nervios, y mis manos están sudando. No tengo ni la más mínima idea de qué más decir. Si le sigo preguntando quizás no se sienta cómodo, y es que yo soy muy buena para hacer preguntas cuando alguien realmente me interesa, tanto que puedo llegar a hacer que la persona se agobie.

- ¿Te gustaría conocerlos? -es Seth quien rompe el silencio. Lo miro extrañada, pensando que he escuchado mal.
- ¿Disculpa? -alzo las cejas.
- A mis padres. ¿Te gustaría conocerlos? -por poco me echo a reír, pero gracias al cielo logro darme cuenta con anticipación de que está hablando en serio.

El pánico comienza a crecer. Intento decir algo, lo que sea, quizás algo que ni siquiera tenga que ver con el tema, pero no logro hacerlo. Lo único que hago es secar mis manos en mi ropa, y sonreír ampliamente.

- Por supuesto -acepto- Sería increíble.
- Ya no finjas -me pide, tan rápido que me sorprendo.
- ¿Eh? -frunzo el ceño.
- Me doy cuenta cuando algo no te agrada.
- Yo... No sé de lo que estás hablando. De verdad, quiero conocerlos.
- Estás incómoda con lo que te he dicho. ¿Qué sucede?
- Nada, Seth. No estoy fingiendo.
- ¿Puedo confiar en ti?

Y esas palabras son suficientes para que una culpabilidad enorme se forme. Bajo la mirada a mis pies, teniendo miedo de decirlo. No soy de las personas que dicen lo que de verdad sienten, mostrándose débiles ante los demás. Los últimos dos años me he atrevido a todo sin quejas, aún cuando no esté de acuerdo, porque no soporto que los demás vean inseguridad en mí. Pero ahora me siento impotente, porque por más que lo intente no puedo engañar a Seth. ¿Qué tiene él que puede leer mi interior?

- Les voy a caer como el reverendo forro a tus padres -escupo.
- Cristal...
- ¡Van a odiarme! -chillo- ¿No querías que fuera sincera y que así pudieras confiar en mí? Pues ahí lo tienes. Van. A. Odiarme.
- No es tan así. Tú y ellos se llevarán muy bien -comienza a reír.
- ¿Qué te tiene tan seguro? ¡Todos me detestan! ¿Por qué crees que se la pasan diciéndome lo pesada, antipática, malhumorada que soy? Lo primero que harán será compararme con tus anteriores novias, y hasta ahí llegaré yo.
- No. Lo único que harán será amar tu personalidad tanto como yo.

Mis ojos se abren de par en par. El silencio vuelve a reclamar el vehículo, y por un momento me siento vulnerable. Jamás, en toda mi vida, me habían dicho algo como eso. Mi corazón se estruja. Seth me mira fijamente, y yo temo que mi voz llegue a sonar distorsionada.

- ¿Estás hablando en serio? -balbuceo, sin querer.
- No veo una razón para no hacerlo. Eres la persona menos falsa que he conocido.
- Sabes que no puedo evitar decir lo que pienso ante algunas cosas. ¿Qué pasará si tu papá dice algo y yo tengo otro punto de vista?
- Si eso pasa, mi madre y yo vamos a presenciar un debate muy interesante.
- Seth, no es así de fácil...
- Lo es -me pide- Sé tu misma, como lo has sido conmigo el último tiempo.
- Suelo sentir una necesidad de decir todo lo que pienso, si se trata de un gusto, de alguien, o algo que me parece incorrecto. Molesta a quienes me rodean. No soy una persona que agrada a todos.
- Hay una pequeña parte a quienes le agradas así. A mí desde el principio, por ejemplo. Y a Fabiola.
- Oh, dos personas, vaya cantidad. Y el resto me odia en secreto. ¡Yisus, estamos hablando a tus padres! -alzo los brazos, desesperada. Seth comienza a reír, otra vez. Pero yo no encuentro nada de gracioso.
- Relájate. No va a pasar nada. Tu personalidad es especial. Se está a gusto contigo. Sé tú, vas a encantar a todos.

No digo más. Vuelvo a bajar la mirada, porque sé que tiene razón. Por fin soy como soy, pero es que lo que menos quiero es no agradar a su familia. Jamás me ha importado la opinión de los demás, pero ahora mismo eso no se aplica a este caso. Sé que es porque Seth significa mucho más de lo que pienso para mí y porque mis sentimientos hacia él son muy fuertes.

- No fingía cuando dije que sería increíble conocerlos -confieso. Él sonríe.
- Lo sé.

Desliza su mano hacia la mía, y entrelaza sus dedos con los míos. Está tibio, y por ende, sé que la mía está helada. Siempre tengo mis manos frías, nunca he sabido por qué. A él parece no importarle, porque se dedica a juguetear suavemente con sus yemas, y yo le sigo el juego. No hace falta más. No puedo explicar lo mucho que me agrada estar así con él, o de cualquier manera.

- Siento que si pregunto lo que voy a preguntarte, voy a arruinarlo todo -decide hablar. De inmediato el típico sentido de alerta que surge en mí cuando tengo un mal presentimiento, se activa. La diferencia es que tiene muchísima más intensidad, y en el fondo creo que es por una cosa- Pero voy a preguntarlo de todos modos.
- ¿No puede ser en otro momento? -le pido. Me sorprendo al darme cuenta de que ha sonado casi como una súplica. No quiero que este momento se arruine- Me siento muy bien ahora.
- Quiero que sea lo antes posible -insiste. Aprieta mi mano. Es algo malo. Suelto un suspiro, y apoyo mi cabeza contra el cabezal, cerrando los ojos con fuerza- ¿Quién era él? -hace una pausa- El tipo en el pasillo.

Este era el mal presentimiento, y creo que nunca tuve uno tan acertado. Una emoción tan horrible se apodera de mi cuerpo, la tensión es extrema, y nuevamente Seth vuelve a apretar mi mano, como si le hubiese transmitido la sensación. Me esfuerzo con toda mi fuerza de voluntad para no decir algo equivocado. No quiero reaccionar mal.

- No era nadie -digo, delicadamente- Por favor, Seth, sigamos disfrutando la noche.
- ¿Por qué no quieres decírmelo? -sigue.
- Te estoy pidiendo por favor que te detengas. No quiero reaccionar mal contigo -mi voz comienza a endurecerse.
- No voy a parar hasta que me lo digas -asegura. La desesperación se apodera de mí. Retiro con brusquedad mi mano de la suya y me siento derecha.
- Quiero ir a casa. Ahora.
- Tenemos que tener confianza entre nosotros.
- Este tema no se trata de la confianza. ¿Puedes llevarme a casa, por Dios? -cierro los ojos con más fuerza aún.
- No lo haré -se niega, con una voz dura.
- Perfecto. Vete al diablo.

Abro la puerta del miserable vehículo y salgo. Sería capaz de correr hasta los arbustos llenos de espinas y escabullirme a través de ellos, sin importarme si llegase a perderme. Esto es justo lo que no quería que pasara. ¿Cómo fui tan tonta? ¿Cómo no se me ocurrió que él querría tocar el tema en algún momento? ¿Y por qué precisamente ahora?

- Cristal, detente -habla tras de mí, siguiendo mi paso. Me siento tan mal que no he notado que él venía.
- No estoy yéndome para que me sigas. Si no me llevas, volveré sola.
- Estoy hablando en serio, ¡Para! -me toma del brazo con seguridad, pero me zafo de él, enojada como nunca lo había estado. Me giro en su dirección, enfrentándolo.
- ¡Déjame en paz! ¡De haber sabido que me trajiste aquí para esto ni siquiera me habría molestado en irme de la casa de Fabiola! ¡El que sea tu novia no significa que voy a ceder a todo lo que se te antoje!
- No lo planeé -me dice, sin gritar o mostrar su enfado, lo que me da más enojo. Me hace sentir como si fuese una estúpida niña. Él no logra entender lo que yo siento en mi corazón- Si estamos juntos deberíamos tener la capacidad de hablar sobre las cosas.
- Entonces no debemos ser novios.

Me doy la vuelta y sigo caminando. Casi puedo escuchar el sonido de mi interior rompiéndose. Es la mentira más grande que he dicho. Quiero estar con él con todas mis fuerzas, no tengo ni una sola duda sobre eso, pero él me está forzando de la manera incorrecta. El miedo que me hace tener es tan grande que siento que mi pecho está siendo aplastado, pero no es un miedo a Seth, es un miedo a algo más. Miedo a volver a sentir todo el dolor que un día sentí. Y miedo a otra cosa, que no le pienso decir.

- ¿¡Entonces esto es todo!? -exclama. Es la primera vez que lo oigo hacerlo- ¿¡Te vas!? ¿¡Vamos a terminar!? ¡Lo único que he intentado desde el principio es conocerte, pero te limitas a ser cerrada y alejar a todos de ti! -mi enojo se vuelve el triple. Vuelvo a detenerme y me giro para verlo. Él está a unos tres metros.
- ¡Tú no estás entendiéndome! ¿¡Qué es lo que tengo que hacer para que te des cuenta de que no voy a hablar de esto nunca más!?
- ¡Lo hiciste una vez, Cristal! ¿Por qué no lo harías de nuevo?
- ¡Demonios, estaba ebria! -grito eufórica- ¡No fue más que suerte! ¿Crees que lo habría hecho por mi propia cuenta? ¡Estás loco!
- Si esa fuese la única manera de que seas sincera conmigo, sería capaz de embriagarte yo mismo -suelta. Seguramente se le ha escapado.
- Psicópata. Aléjate de mí. No vuelvas a hablarme.
- No es la primera vez que me lo has dicho.
- Pues esta es la segunda y espero que ahora sí te quede claro -intento volver a girarme, pero con una rapidez sorprendente se acerca a mí y me lo impide, sujetando mi muñeca.
- ¡Suéltame! -forcejeo, sin lograrlo. Toma mi otra muñeca y me asusta la fuerza con la que las sujeta, atrayéndome a su firme cuerpo. No me duele, pero jamás lo vi tan desesperado y decidido- ¡Seth, ya!
- ¿¡Qué es lo que no quieres!? -vuelve exclamar, con más desesperación todavía- ¡Dímelo! ¡Todo el tiempo dices lo que quieres, pero nunca lo que no! ¡No puedo leer todo en ti! -un nudo se crea en mi garganta, y siento que voy a llorar- Por más que quiera, no puedo hacerlo...
- ¡Tampoco es tu obligación! -vuelvo a forcejear cuando afloja un poco su agarre, y retrocedo unos pasos, alejándome- ¡Él no era nadie importante! ¿¡No puedes concentrarte sólo en ti y en mí!? ¡Preocúpate de algo que tenga sentido!
- ¡Te hizo mierda! -suelta sin escrúpulos. Me quedo estupefacta- Todo el tiempo dices que estás bien, que no te importa nada, que lo has superado. ¿Pero y yo? -levanto mi vista que estaba fija en el suelo, para mirarlo- Dime, ¿Y yo? ¿No has pensado en que yo también tengo cosas en mi cabeza? -sigo en silencio.
- No me conocías -le recuerdo- Ni siquiera sabías de mi existencia.
- ¿A quién le importa? Ahora lo hago. Ahora te conozco. Ahora estás conmigo -deja en claro- Tú no sabes lo que se siente el saber que dañaron tanto a la persona que tienes a tu lado, y que le hicieron sufrir, y la maltrataron de una manera asquerosa. Un bastardo bastó para eso.
- Es pasado -intento lograr que entienda- Por favor, olvídalo. Todo esto es mi culpa. De no ser por mí y mi ridiculez, jamás te habrías enterado. Debí oler la botella antes de beber.

El rostro de Seth se transforma. Su expresión se vuelve indescifrable. Es como si estuviese impresionado, confundido, enojado, tratando de asimilar lo que he dicho. Mira al cielo y apoya sus manos en la nuca, como si estuviese tan irritado que requiere de una fuerza externa para no perder los estribos.

- ¡Maldita sea! -exclama. Me sobresalto. Sus ojos se clavan en mí- No sé qué es peor, el que te eches la culpa de algo que ni siquiera fue malo, o que de verdad ibas a ocultarme esto para siempre. Vaya mierda.
- ¡Lo siento! Pero tú me has dicho que no te mienta. No veo la necesidad de habértelo contado -Seth comienza a caminar de un lado a otro, tapándose el rostro, y a mí me empieza a dar un ataque de sensibilidad que estaba tratando de evitar, pero no aguanto más y agrego:- ¡Si no lo hubiese hecho, ahora estaríamos bien! ¿No te das cuenta de lo que intento explicar?
- ¿Cuenta de qué? -se quita las manos de su rostro, y mi corazón se rompe al ver sus ojos llorosos. Y todo por mí. Las ganas de llorar se me hacen inmensas- Lo único que te pido por nosotros es que me digas lo que sientes. Me gustaría que me hicieses sentir que no soy cualquier persona. Nunca te juzgaría, y tampoco me reiría de lo que sientes. Tus problemas son tan importantes para mí como todo lo demás. ¡No apliques tus reglas personales a mí!

Y no aguanto más. Lágrimas comienzan a caer por mis mejillas y soy incapaz de detenerlas. Tal vez Seth tenga razón. Tal vez deba abrirme a él, y deba confiar en que él jamás me criticaría por algo que yo diga, por más insignificante que pueda parecer para otros.

¿Cuántos tienen esa capacidad? Desde el principio no ha hecho más que intentar saber cosas de mí. Sí, a mí me molestaba, le gritaba y le decía cosas feas. Pero se quedó. No huyó ni me dejó tirada cuando le escupía insultos, o actuaba como una insoportable. Todo lo contrario, seguía queriendo averiguar más. Me acosaba y me observaba hasta cuando veía las calorías de cada alimento del refrigerador...

No puedo ser tan tonta. El que me hayan dañado en el pasado, no quiere decir que él lo va a hacer también. Sé que jamás estaría maldiciendo o gritando por algo que no lo vale. Ni siquiera me ha dicho algo doloroso, ni se ha desquitado conmigo. Solamente ha mostrado su desesperación al querer entenderme, y yo me he negado a darle eso que él tanto quiere y necesita para sentirse bien. Si él ha hecho cosas por mí, ¿Por qué yo no podría hacerlas también?

Debo aferrarme al hecho de saber que él es una persona completamente diferente a todas las que he conocido. Tiene una paciencia infinita, una inteligencia enorme, es observador, intuitivo, persuasivo, dedicado, honesto, sincero, demostrativo, atrevido, insistente. Sin omitir que sabe lo que quiere. Pero sobretodo, es real y es él mismo ante todo. Ahora es mi turno de darle ese pedacito de mí que no le he dado, que sabía que nos haría daño y que por eso mismo he evitado todo este tiempo.

♥♥♥

¡Buenas noches! Sí, ahora mismo estoy subiendo y es de noche, por eso. ¿Lo han notado? ¡No he tardado nada en subir! Bueno, habría subido antes, pero es que veía que nadie comentaba y pues si lo hubiesen hecho habría acabado el capítulo antes. Sin embargo, cada palabra que me escribieron me encantó, ¡No tengo cómo agradecerles! 
¿Qué les ha parecido el capítulo? No sé, como que me llegó muchísimo saben, incluso iba por la mitad y me puse a llorar. No sé, ando muy sensible y agobiada. De todas maneras me ha encantado escribir este capítulo, no tengo palabras.
¡Recuerden! +8 comentarios para que suba el capítulo siguiente. Las quiero muchísimo, de verdad. Un beso enorme a cada una. Si comentan pronto, probablemente suba otro capítulo en cuanto lleguemos a los ocho. Posdata: ¿Tienen alguna idea, algo que pueda incluir en el canal de Youtube? ¡Estoy escasa de ocurrencias! ¡Help me! ♥





10 de octubre de 2015

Capítulo treinta y nueve - Fresa con Chocolate.



Narra Fabiola

Drew tiene mi mano tomada y me lleva demasiado rápido hacia el interior del supermercado, tanto, que mis piernas tienen que esforzarse para alcanzar su paso. Esa sensación me molesta, así que hago fuerza y logro que nos detengamos. Se gira hacia mí y alza las cejas, cuestionándose mi reacción. Cristal y Seth han quedado atrás, lo que es una prueba clara de que nosotros íbamos a una velocidad totalmente diferente.

- Drew, me gustaría caminar -le digo con delicadeza-, no correr una maratón.
- Lo sé, lo siento -suspira abatido- Pero es que no quiero estar tan cerca de esos dos. Me dan diabetes de esas extremas y riesgosas.
- ¡Si no se han dicho nada malo! -comienzo a reír.
- ¡Exacto! ¿Dónde está la maldad? -pregunta- ¿Y las burlas? ¿Dónde?
- Cariño, tienes que acostumbrarte -acaricio su mejilla- Ellos dos están juntos ahora.
- No lo soportaré -exagera, tomando mi rostro entre sus manos. Besa mis labios por un segundo, y luego dice:- Me gusta más cuando nosotros provocamos diabetes a los demás. Es muchísimo mejor.
- A mí también -suelto unas risas- Pero no seamos tan egoístas y dejemos que ellos también derramen azúcar. ¿Bien?
- Bien -acepta, sonriendo- Te amo.
- También te amo -correspondo, dando otro beso y muriendo por dentro.

Noto que Cristal y Seth ya vienen hacia nosotros, así que tomo por la mano a Drew para que no se adelante. Cuando ambos llegan nos quedamos en silencio, cosa que se hace notoria. Intento no reír ante el ceño fruncido de Cristal, leyendo entre líneas.

- ¡No puede ser! ¡Estaban hablando de nosotros! -se queja- Lo intuyo, lo presiento.
- La verdad es que sí -admito riendo.
- ¡Fabiola! ¡Tú, mi mejor amiga! -el dramatismo se adentra en su piel- Jamás lo pensé de ti. Acabas de romper mi corazón en pequeños trozos.
- ¡No pude evitarlo! -me excuso- Sabes todo lo que te quiero.
- También te quiero -se lanza sobre mí y me abraza.
- ¡Oye, atrás! -Drew empuja a Cristal a los brazos de Seth- Es mía.
- Menudo desgraciado, te voy a... a... -intenta decir algo, pero termina cerrando los ojos con fuerza,  los abre y alza una mano- No pienso pelear.
- ¡Dios, estoy tan orgullosa de ti! -no puedo evitar gritar- ¡Estás menos prepotente con tu hermano! Gracias, muchas gracias. Esto ayudará a Drew a madurar más.

Seth explota en risas. Cristal sonríe satisfecha y cuando veo a Drew noto que su rostro no puede estar más desfigurado. Al parecer, no le ha gustado lo que he dicho.

- ¿Piensas que soy inmaduro? -pregunta, indignado.
- Drew, mi amor, tú y yo ya lo sabemos. Solamente lo estoy recordando.
- ¿Estás segura?
- ¡Claro! Yo te he amado así -le beso los labios.
- Oh, eso ya me convenció -sonríe, abrazándome por la cintura- A ver, otro -me pide. Sin quejas vuelvo a besarlo, pero esta vez dura más- Que sabrosa eres.
- ¿¡Podemos hacer la compra!? -exclama Cristal, haciéndonos sobresaltar. Ambos la miramos- No estoy en contra de sus mimos, pero detesto comprar la mercadería. Agradecería que, no sé, me ayudaran para poder salir antes de aquí.
- Es cierto -habla Seth, por primera vez en toda la conversación- Mi novia tiene toda la razón del mundo. Mientras más pronto acabemos, mejor -la abraza por el costado, y ambos se miran, sonriendo como unos completos bobos. Me emociono por dentro.
- Que asco -susurra Drew. Le doy un codazo. De inmediato me mira- ¿Y eso por qué?
- No seas malo con ellos.


Unos minutos después, todos vamos al sector en donde están los pasillos, todos con incontables gabinetes llenos de comida. Propongo que Drew y Seth vayan a por lo más difícil de encontrar, cosas pequeñas que siempre suelen cambiar de sector. Ellos se van, mientras que Cristal y yo nos quedamos juntas escogiendo el tipo de fideos que queremos llevar. Ella odia los que son en forma de tubo o caracol, sus preferidos son los espirales o espaguetis. Yo, por otro lado, no tengo preferencia por ninguno, ya que me parece que tienen el mismo sabor. Lo tienen, de hecho. 

Mi respiración se atasca cuando veo a lo lejos una silueta familiar. Observo bien, con mi corazón intentando salir por mi garganta, y de pronto comienzo a sentir nerviosismo. No esperaba encontrarlo aquí. No es que me provoque dolor, de hecho sabía que en algún momento pasaría, pero ha sido tan inesperado que ahora mismo no sé cómo procesarlo. Casi dos años ya, y hoy es el día.

La sorpresa me consume aún más cuando veo otra silueta familiar apareciendo, acercándose al otro. ¿Justo hoy, y juntos? ¿Desde cuando son amigos? Esto es demasiado nuevo para mí, ni en un millón de años se me habría podido ocurrir que se juntaran. 

Dos chicas aparecen, se ponen a sus costados, y ambas son completamente reconocibles para mí. Una se cuelga de los hombros de uno de ellos, para que luego la otra abrace al siguiente por la cintura y lo atraiga hacia ella. 

Miro a Cristal para ver si se ha dado cuenta de lo que está sucediendo. Me atemoriza que se percate de su presencia y reaccione de mala forma. En el fondo siento que realmente lo ha superado, pero esto es muy repentino y ahora que está feliz lo que menos quiero es que todo lo que ha logrado se le venga encima. Sin embargo, ella está muy tranquila sin percatarse de nada, mientras trata de encontrar más paquetes de fideos espirales que al parecer, se han acabado. Cuando logra encontrar unos, los toma con felicidad.

- ¡Eureca! Aquí están -celebra riendo- Sabía que debían quedar. Digo, la gente no se los puede llevar todos y dejarme sin nada, sería horrible que lo hicieran, aunque bueno, sí pueden, pero a quién le import...
- Cristal -interrumpo, dejándola con la palabra en la boca- ¿Recuerdas cuando hablamos sobre qué pasaría si te lo encontrabas por la calle? -mi pregunta parece confundirla, porque frunce el ceño, poniéndose de pie.
- ¿A quién? 
- Al innombrable -aclaro. Abre los ojos, comprendiendo. Definitivamente no esperaba el tema y no la culpo, para nada.
- Sí, lo recuerdo. Claro que lo hago.
- Bien, escucha -tomo los paquetes de fideos de sus manos y los pongo en el carrito. Ahora entrelazo sus manos con las mías- Él está aquí, en este supermercado, ahora  mismo. Un poco más allá, específicamente.
- Tienes que estar bromeando -hace una mueca de asco.
- No, no lo hago. Y está con... Leo.
- ¿Con que sí? ¿Los dos idiotas juntos? No me interesa. 

Narra Cristal

Tengo que admitir que no puedo creerlo. Sabía que este momento iba a ocurrir en algún momento, digo, ha pasado mucho tiempo. Si esto hubiese ocurrido meses atrás, me habría puesto enojada o quizás incluso me habría deprimido. Pero los tiempos cambian, las personas cambian y todo se supera. Gracias al cielo yo lo he hecho.

- No importa que estén aquí -le digo a Fabiola- Sigamos con lo nuestro. ¿De acuerdo?
- Sí, eso creo -asegura, pero parece dudosa.
- ¿Tú estás bien? -pregunto, preocupada.
- Sabes que soy más sensible que tú -me hace recordar- Siempre recuerdo en daño que me hacen las personas, y...
- Fabiola, estoy contigo, ¿De acuerdo? -me acerco a ella y rodeo mis brazos a su alrededor, acogiéndola- Voy a estar para ti y voy a defenderte ante cualquier persona. Podría hacer el gran escándalo o enfrentarme a mi mayor miedo con tal de que tú te encuentres bien. Nadie va a hacerte daño otra vez. Nunca.

Mi abrazo se alarga durante unos segundos. Ella asiente con la cabeza en silencio y yo puedo oír su respiración. Mataría por su seguridad, aún si en alguna situación yo tuviese tanto miedo como ella o incluso más. Mi temor no sobrepasa mi instinto de protección, ni mi amistad.

- Ellos desaparecieron de nuestra vida. Ahora no son más que unos desconocidos, que en algún momento creímos conocer. No significan nada.

Me alejo de ella, y noto que sonríe. De inmediato sonrío también. Acaricio su brazo y seguimos buscando el resto de las cosas en la lista. Nos olvidamos del asunto de tal manera que comenzamos a hablar de Seth y Drew y de lo genial que nos hemos sentido desde anoche. Comenzamos a recorrer por los pasillos buscando azúcar, y de pronto noto la presencia de ellos. Miro hacia otro lado, pendiente de lo mío y me siento orgullosa de que lo he superado, de que ya no me importa, y que tanto yo como Fabiola hemos madurado un montón en los últimos meses.

- Jamás me había vuelto tan loco tratando de encontrar los aceites -oigo a Drew quejarse mientras se acerca a nosotras. Deja las botellas en el carrito, abraza a Fabiola de inmediato, y de pronto siento unas manos rodear mi cintura.
- Hay un tipo a lo lejos que te está mirando demasiado -susurra Seth contra mi oído. Mi respiración se atasca y me vuelvo tensa. Parece notarlo, porque su agarre en mí se vuelve más fuerte- ¿Lo conoces?
- Uhm, no -respondo neutra- Ni siquiera he visto quién es, y no sabía que me estaban mirando. ¿Cuántos kilos debemos llevar de azúcar?

Mi cambio de tema se vuelve evidente. Me giro para quedar frente a Seth. Intento demostrar o dar a entender que sus preguntas no me han incomodado en nada, por lo que beso sus labios con ternura. Él me corresponde, pero hay algo en su rostro que no está normal. Desde que lo conozco ha tenido la capacidad de leerme, pero ruego que esta vez no tenga esa capacidad.

- Según la lista, son cuatro kilos de azúcar -comienza a hablar Drew- Es lo último que queda de todo lo que debemos llevar.
- ¿Lo último? -pregunto extrañada.
- Sí, mira -indica el carrito. Me sorprendo cuando noto que hay muchas más cosas de las que esperaba. Fabiola y yo habíamos recogido arroz, margarina, vianesas y por último los fideos con el azúcar, pero al parecer ellos se encargaron de buscar yogurt, té, café, aceite y todo lo demás. Fueron mucho más rápidos que nosotras.
- ¡Aleluya! -exclamo feliz- Ahora paguemos y nos vamos.

Nos ponemos en una fila y casi maldigo al planeta entero cuando me doy cuenta de que estamos al lado de la fila de ellos. Siento las cuatro miradas puestas fijamente en mí y en Fabiola, que por cierto nos encontramos una al lado de la otra. Que estúpidos, no tienen nada mejor que hacer que estar pendientes de nosotras. Sin embargo, Fabiola y yo logramos ignorarlos, y todo es muchísimo mejor cuando Seth comienza a darme caricias y besos. Me doy cuenta de que mi día ha sido hermoso aún cuando me he topado con estos ignorantes. Nada va a arruinar mi vida. Hoy en día estoy feliz, y lo seguiré estando.


♥♥♥

¡Hola! He aquí un nuevo capítulo de Fresa con Chocolate. Cada vez falta menos para que esta novela acabe y estoy muy ansiosa por seguir escribiendo y dar un final merecido
¿Cómo se encuentran? Yo bien, tengo este fin de semana largo, por lo que estoy muy feliz. ¡Cada vez falta menos para las vacaciones! Estoy segura de que no soy la única desesperada por que esto ocurra de una vez, pero bueno. 
Sé que nunca respondo uno por uno sus comentarios, pero quiero que sepan que los leo absolutamente todos y cada uno me saca una sonrisa enorme. Son preciosas. a pesar de lo ausente que he estado me siguen apoyando y eso es algo que valoro muchísimo  No sé cómo podría agradecerles. Son las mejores lectoras, de verdad.
Subiré pronto. Recuerden, +8 comentarios para que suba el próximo capítulo. ¡No pueden perderse el siguiente! Tendrá un poco de drama. No sé si sea exactamente eso, pero aún así. ¡Besos, las quiero!
Oh, y la última vez, si no me equivoco, les dije que tenía una noticia para ustedes: Estaba pensando en hacer un canal de Youtube. Para las que son antiguas, recordarán que en algún momento lo dije pero nunca lo llevé a cabo. Ahora la idea me está viniendo de nuevo y pensé en pedirles su opinión. ¿Qué les parecería? Ahora sí, ¡Hasta pronto!