28 de abril de 2015

Capítulo treinta - Fresa con Chocolate.




Narra Fabiola

La culpa me corroe. Insisto, soy la peor mejor amiga en la historia de todas las peores mejores amigas. Mientras hablaba con Drew, me debatí a mí misma el volver a la mesa o huir. Sí, es cierto, yo venía para acompañar a Cristal, pero todo se revolvió y luego pensé que el que ella se quedara con Seth iba a ser lo mejor. Ahora no estoy tan segura.

En este momento estoy al lado de unas mesas de comida que casi nadie ha tomado en cuenta, porque se encuentra bastante lejos de donde se reúne casi toda la gente. Nosotros, él y yo, estamos como apartados. Lo que es bueno, porque se puede respirar mejor y no hay tanto olor extravagante.

Estoy un poco nerviosa. Drew no deja de mirarme fijamente, o de recorrer mi cuerpo con la mirada. No estoy acostumbrada a ello. No soy una chica con un autoestima por lo más alto de mí. Incluso si lo que su mirada representa es deleite, yo podría pensar que está haciendo nada más y nada menos que intentando notar todos mis defectos.

- Demonios -escucho a Drew maldecir, y de inmediato llevo mis ojos hacia él. Está concentrado en una zona de la fiesta- Fabiola, date la vuelta -me quedo quieta- ¡Vamos, date la vuelta!
- ¿Para qué? -pregunto confundida.
- ¡No importa eso! -me toma por mi cintura e intenta voltearme, pero me niego- ¡Anda!
- Pero es que no sé para qué quieres que me voltee...
- ¿Drew? -una voz femenina se hace presente entre nosotros. Unos fuertes sonidos de tacones resuenan por todo el lugar. Miro en la dirección hacia la chica- ¿Eres tú?
- Estoy ocupado ahora, Cinthia -le dice Drew con brusquedad, sin mirarla. De pronto me siento un poco fuera de lugar. Es la misma con la que él estuvo.
- ¿Quién es ella? -cuestiona, refiriéndose a mí.
- ¿No la recuerdas? -Drew se gira hacia su persona. Cinthia niega con la cabeza- ¿Cómo puedes no hacerlo? ¡Es casi un insulto!
- Disculpa, tonto, pero no tendría por qué -se excusa ella- Jamás en mi vida la he visto.
- ¡El día en que te pusiste como loca cuando viste que la defendí de Warren! -le ayuda a recordar- O mejor dicho, cuando la reclamé.

El gesto de confusión de Cinthia desaparece como por arte de magia, y en un segundo da lugar a una expresión llena de odio y envidia. Trago saliva, un poco nerviosa. Situaciones como ésta son las que más disgusto me dan. 

- Apenas terminó conmigo y ya te fuiste con otra -le dice a él. Entonces, me mira a mí- Ya veo lo fácil que eres, niñita.
- ¿Ella es la fácil? -Drew suelta una carcajada enorme- ¡Si eres tú la que me persigue a todos lados! Cuando nos conocimos el primer día ya te tenía.
- ¡Es diferente! -Cinthia suelta un grito- ¡Tú me dejaste en cuanto la conociste!
- Porque una chica como ella vale la pena -aclara. De inmediato observo su rostro. Ya había comenzado a sentirme un poco mal- No es como las otras. Es humilde, sencilla, señorita. No es una suelta, ella es digna.
- ¿Qué fue lo que te dijo? -me pregunta, ignorando por completo las palabras de Drew- Te entró con el chamullo de que le rompieron el corazón, que piensa que jamás va a poder enamorarse de nuevo y que fuiste la chica más hermosa que ha visto en toda su pendeja vida, ¿No?

Frunzo el ceño, bastante extrañada, y niego con la cabeza. Drew me observa preocupado, con una pizca de enojo que sé que no es por mí, e incluso con una mueca como si estuviese intentando no reír. 

- De hecho no me ha dicho nada de eso -le digo, con delicadeza. La verdad es que ella me da un poco de pena en mi interior- ¿Por qué debería creerle si me hubiese dicho eso?
- Exacto -ahora se mete Drew, y vuelve a mirar a Cinthia- Con ella no pude inventar nada porque no se lo habría tragado. Lo consideré, créeme -mira hacia mí un momento- Porque soy un capullo, o lo era, no lo sé. Fabiola eso lo sabe. Pero lo que puedo asegurar es que no estoy jugando con ella. Así que, Cinthia, voy a pedirte que te alejes de mi vida, porque yo solamente quiero a una chica.

El calor crece en mi pecho y siento que en cualquier momento soltaré un suspiro de ternura. Aún no entiendo cómo esto pasó tan rápido, me refiero al hecho de que Drew se fijara en mí, que nos besáramos, y que ahora estuviese decidiendo dejar su pasado atrás para seguir adentrándose en mi vida. Es algo simplemente hermoso. Lo lamento mucho por Cinthia, ella es hermosa, tiene un cuerpo deseable, y bueno, si alguna vez deja de ser tan ingenua podría conseguir una buena persona para que esté con ella. Sé que eso Drew no se lo podría dar, porque desde el comienzo todo fue una cosa para nada seria entre ambos.

- ¿Qué tiene ella que no tenga yo? -cuestiona- ¡Mírame! Tengo una figura envidiable -sincera, porque es cierto en realidad. Yo no la envidio, pero reconozco lo que es- Puedo darte todo lo que tú quieras, satisfacerte todo el tiempo, lo que sea. ¿Pero tú nada más me desechas por ésta? 
- No me importa una mierda, yo ahora soy otro. Ella es perfecta para mí.
- Vete a la mierda -Cinthia le da un puñetazo a Drew en el estómago, pero Drew ni se retuerce. Se gira y se va, haciendo sonar, nuevamente, sus tacones. 

Drew y yo nos quedamos en silencio. Él se queda mirando al techo, intentando mantener la calma. Bajo la mirada y saco un poco de papas fritas de una bandeja de la mesa. Escucho como suspira, también noto cuando se gira hacia mí, pero yo finjo no notarlo.

- A mí me encanta tu cuerpo -comienza a decir- Todo de ti me encanta. Tus piernas, tu piel, tus brazos, tu estómago, tú completa. Incluso tus cicatrices.

Suelto las papas de mi mano nada más al escuchar eso. Me tenso de la cabeza a los pies. Alzo la mirada, sorprendida. ¿He escuchado bien?

- ¿Qué cicatrices? -me hago la desconocida, como si no supiera en absoluto de lo que habla.
- Las cicatrices de tus piernas y de tus brazos -aclara- No soy estúpido. Las he visto. 
- ¿Cuándo? -no puedo evitar preguntar.
- En la piscina que armé en casa, cuando los cuatro nos bañamos juntos -dice- Y cada vez que tus mangas se suben. Sé que por eso siempre intentas que sean tapadas, y hoy creíste que por ser de noche no iba a notarlas. Soy muy observador cuando se trata de ti -me quedo en silencio, mientras siento que lo bien que me habían hecho sentir las palabras que le dijo a Cinthia sobre mí, se esfuma- También sé que por eso nunca me recuerdas que debemos ir a nadar juntos.
- No es nada importante, son por cosas que me pasaron de niña. Me enterré unas cosas sin querer.
- Sería muy probable -reconoce. Se mete las manos en los bolsillos de sus jeans- Si de esa forma realmente se pudiese hacer cortes tan bien definidos, derechos y delgados como esos. ¿Te enterraste muchas navajas sin querer?
- Drew, no tenemos que hablar de esto -mis ojos comienzan a humedecerse.
- Sí tenemos, porque quiero que confíes en mí.
- Confío en ti.
- No, no lo haces -se niega, y de pronto parece triste- Sé muy bien que no lo haces. Porque intentas de todas formas que no me de cuenta de ello, no quieres que nadie se entere, y puedo entenderlo. ¿Pero dónde quedo yo? Tengo algo especial contigo. Supongo que lo merezco.
- No es algo con lo que me sienta cómoda, Drew -intento explicarle- Sólo quiero olvidar.
- Nunca vas a poder olvidar, ni aunque quieras. Las cicatrices están ahí, muchas no van a desaparecer, Fabiola -se acerca a mí, y me sobresalto un poco cuando toma mis muñecas- Ellas te van a recordar el resto de tu vida lo que sucedió para que te lo hicieras -baja su mirada y las observa con detenimiento.
- No hagas eso, ¡No las mires! -intento quitar mis brazos con toda mi fuerza, pero las sostiene- ¡Drew, son feas!
- ¡No son feas, porque son tuyas! -exclama con rapidez- No las ocultes. Tienes que estar orgullosa.
- ¿Orgullosa? -cuestiono con dolor- ¿Por qué? ¿De lo débil que fui? 
- Sigues aquí, ¿No? -suelta una de mis muñecas y levanta mi mentón, haciendo que lo mire- Estás viva, estás bien. Sales adelante, y es motivo suficiente para que estés orgullosa. Quiero ésto, Fabiola. Quiero que intentemos estar juntos, y no como algo pasajero. No quiero que temas mostrarte para mí, ni que me ocultes cosas. Yo voy a respetarte, tanto como a ti como a tu pasado. Si quieres no hablamos de ello, pero, no intentes escapar. 

Drew lleva mis muñecas a su boca, y besa mis cicatrices. No logro aguantar, y una lágrima cae por mi mejilla. Jamás nadie había intentado hacer tal cosa por mí. Ni siquiera sé si se tomaban el tiempo para fijarse en algo anormal que mi cuerpo tenía, que yo me provoqué. Cuando acaba, lleva sus manos hacia mi mejilla y la seca. 

- ¿Lo vamos a intentar? -pregunta- ¿Vas a permitírmelo? 
- Sí -termino diciendo, porque de verdad quiero.
- ¿Seremos novios, entonces?
- No lo sé -me encojo de hombros, y logro sonreír- Puede que sea muy pronto.
- Entonces podemos ser amigos, pero en caso de que uno de los dos se meta con otra persona puede ser considerado infidelidad.
- De acuerdo -asiento.
- ¿Y eso qué es?
- Uhm -divago, intentando dar una definición- ¿Novios, quizá?
- Novios será -sonríe enormemente, y me rodea con sus brazos- ¡Já! ¡Todo ésto fue parte de mi plan diabólico!
- ¡Drew, tú planeas todo! -me quejo, fingiendo estar enojada, haciendo que suelte unas carcajadas.
- Cuando se trata de ti por supuesto que lo hago.

Sujeta fuerte mi cintura, se acerca lo más que puede a mí, y me besa. No puedo evitar sonreír entre el transcurso de éste. Estoy feliz, demasiado feliz. Rodeo su cuello con mis brazos, mientras ambos nos desenvolvemos en una hermosa demostración de lo que sentimos el uno por el otro. No sé cuánto dure esto, pero espero que sea increíble. Por alguna razón, sé que Drew hará que lo sea.


Narra Cristal


Sigo mi rumbo hasta la salida. En ese lapso, choco con bastantes cuerpos sudorosos y duros. No sé si soy yo la que tiene un cuerpo delicado, o son ellos los que son fornidos de manera extrema. Independiente de lo que sea, es horroroso. Demasiados cuerpos de personas desconocidas para mí, que no me hacen sentir cómoda ni en el más mínimo sentido.


Logro llegar fuera de la fiesta a duras penas. Pensé que no lo lograría, estaba siendo aplastada y nadie se daba cuenta. Tal vez, sólo tal vez, Drew tenga razón: Soy más baja que un pitufo. No estoy orgullosa, en momentos como éste es despreciable y triste. ¡Aún así es culpa de ellos! La gente tiene que ser más cuidadosa.

De pronto, me quedo de pie justo en la orilla de la vereda. El vehículo de Seth está justo en frente de mí. No pasa ni un alma, parece que la gente ha decido justo hoy no andar por las calles. Para qué hablar de autobuses y taxis, no hay tráfico.

Suelto un suspiro cansado. Definitivamente, me quedaré aquí parada hasta que se hagan las una y media la madrugada. Me niego a volver adentro. Sé que antes me he quejado y sentido un poco mal al darme cuenta de que era una solitaria, pero la verdad de las cosas es que no se está tan mal así. Con el tiempo, con todas las cosas que me han sucedido en el transcurso de mi vida, he aprendido a aceptar la soledad, de tal manera que ya no me parece aterradora, sino que acogedora, en ocasiones necesaria. No tengo necesidad de fingir que hago algo interesante en mí celular para que todos piensen que no soy una marginada. Soy más segura, no bajo la mirada ante esos momentos, siempre recta y firme.

Mentiría si digo que deseo estar sin ningún hombre a mi lado por el resto de mi vida. Sí, he aprendido a ser independiente, a valerme por mí misma, a no necesitar a un tipo en mi vida para ser feliz. Pero, debo admitir, que en ocasiones fantaseo, y me pregunto a mí misma una otra vez el cómo será sentirse enamorada, y cómo será el momento en que llegue alguien que me brinde el doble de felicidad que he logrado conseguir, pero que sin embargo no sea la razón de mi felicidad. No sé si puede entenderse este pensamiento mío, porque incluso yo llego a confundirme.

- Estoy enojado -me sobresalto al escuchar la voz de Seth tras de mí. Por un momento, mi cuerpo se había puesto sólido como una roca.
- Lamento que lo estés, pero agradecería que me dejaras seguir meditando en mi interior por unos minutos más -le digo de buena forma- Aunque puedes quedarte si quieres, sin hacer ruido. No me molesta.
- No me interesa ahora mismo eso que me estás diciendo -habla con pesadez.

De inmediato siento que algo anda mal, y me pongo en guardia. Me giro en dirección a él. Se encuentra, al menos, a tres metros de mí. Está completamente derecho, con los brazos cruzados, escrutándome con una mirada llena de autoridad, decisión e impaciencia.

- ¿Qué te pasa ahora? -le pregunto, algo irritada- Que yo sepa, no te he tratado mal.
- No entiendo por qué saliste de la fiesta.
- Oh, ¿Era eso? -me pongo a reír, y miro hacia la calle, restando importancia- Disculpa si no quiero ser la tercera rueda.
- Aquí no hay ni siquiera dos ruedas -suelta, con un poco de sin sentido. Frunzo el ceño, y vuelvo a mirarlo.
- ¿Qué significa eso?
- Voy a ser directo contigo, Cristal. Estoy harto de ir a tu rumbo todo el tiempo, cansado de controlarme y de ir con calma -se acerca un poco a mí. Por instinto, yo retrocedo- Por lo que voy a preguntarte algo y quiero que me digas la verdad.
- Estás asustándome, déjame sola -ordeno, aún confundida- Vuelve cuando estés normal.
- ¿No sientes nada cuando me ves estando con Anita? -pregunta con superioridad y una media sonrisa, como si le pareciera algo digno de gracia. De inmediato la ira se adentra en mis entrañas- ¿Celos, rabia, enojo?
- ¿Para eso vienes? -cuestiono, sin ocultar mis emociones- ¿Para hablarme de esta tontería y de tu juguete sexual?
- No estás respondiendo a mi pregunta -aclara, y vuelve a acercarse- ¿No sientes nada cuando la toco, o cuando ella me toca? ¿No ha cambiado algo para ti desde la noche en que casi te besé?
- Dios mío, ¡Estás loco! -le grito, al borde del pánico- Apenas salí de la fiesta hace unos minutos, ¿Y ya te drogaste? Lárgate, no quiero hablarte.
- Oh, créeme, estoy más que consciente de lo que estoy haciendo -su expresión se vuelve totalmente seria y yo me limito a retroceder más. Choco contra el costado de su auto- Ahora tienes que responder.
- ¡Por supuesto que no siento nada! -miento, recordando lo cabreada que me sentía la primera ocasión en que ella se colgó de su cuello y mordió su mejilla- No tendría por qué, ¿No?
- He notado tus expresiones, puedo notar lo incómoda que te sientes cada vez que hablas conmigo -reconoce- Pero vamos, no se parece ni un poco a la forma en que trataste a ese tipo esa tarde, cuando saliste de la ducha y él llegó a recogerte.
- ¿Qué tiene que ver Julián en todo esto?
- Que con él no sentiste nerviosismo -avanza lentamente hacia mí, otra vez- No te sentías incómoda, ni acalorada, ni agitada, y tampoco temblabas.

Analizo el momento, y me enojo conmigo misma cuando noto que lo que dice es verdad. Estoy temblando, mi respiración es irregular y tengo una calor del demonio. Todo lo que ha dicho es cierto, ¿Por qué es cierto? ¿Por qué tiene razón?

- Eso no significa nada -logro pronunciar.
- Y además -ignora mis palabras- admitiste que me extrañaste cuando no estuve. La Cristal dura usual, jamás haría eso. ¿Qué es lo que sientes por mí?
- ¡No lo sé, Seth! -exclamo, desesperada- ¿Debería sentir algo, acaso?
- Sí, y acabas de confirmarlo.
- ¿Que yo hice qué? ¡No es cierto!
- ¡Dijiste que no lo sabes! -alza al voz, casi tan desesperado como yo- ¡Exacto, eso es lo que pasa, que no lo sabes! Y no lo sabrás hasta que yo te empuje.

Con una fuerza brutal, Seth se lanza sobre mí y me acorrala contra el auto, casi dejándome sin aliento. Mi cuerpo comienza a temblar el doble, mientras que el frío contacto del metal del auto congela mis piernas. Sujeta ambos brazos míos con sólo uno de él, y con su mano libre sostiene mi cabeza. Cierro los ojos tan fuerte como se me es posible, tanto, que duele.

- Mírame -ordena, jamás lo había escuchado tan autoritario- Mírame, Cristal. Tienes que mirarme si queremos que esto funcione.
- Desquiciado, te odio -escupo sin piedad, sin hacerle caso- Vete.
- No te creo nada, no tienes que cerrarte -su agarre contra mi cabeza se afloja, y entonces siento su frente contra la mía. Su aliento choca contra mi rostro- Estás asustada, tienes miedo, no es más que eso. Olvidaste lo que era que alguien se interese en ti de tal manera que te persiga tanto.

Mi sorpresa es inevitable. ¿Interese? ¿Él está interesado en mí, realmente? ¿No es un juego, o una experiencia más? ¿Qué pasa con Anita, con lo que vi allí adentro, y con todo lo demás?

Comienzo a abrir mis ojos, solamente porque algo dentro de mí si ha ablandado con sus palabras. Cuando ambos están abiertos, de inmediato me encuentro con los de él, fijos con los míos. Mis párpados están pesados y me siento realmente vulnerable. Su rostro luce un poco dolorido, como si se sintiese mal consigo mismo. Mis manos sudan, mi cuerpo incluso suda un poco.

- Eso es -dice, casi como si agradeciera- Así tiene que ser. Tienes que permitirme estar cerca de ti, saber que no tienes que temer.
- Estoy transpirando... -suelto un contario cualquiera.
- ¿Qué pasa si te digo que estoy sintiendo más de lo que debería por ti?
- Seth, Dios, no lo sé -expreso con dolor- Esas son cosas que no deben tomarse a la ligera, y...
- Eso es lo que quería oír -interrumpe mis palabras. Lo miro extrañada- Que no lo sabes.

Siento la manera en que mi cuerpo vuelve a ser acorralado con el de él con una decisión irreconocible, y todo mi interior estalla cuando Seth junta con violencia su boca con la mía. Entreabro mis labios, queriendo gritar, pero él aprovecha ése movimiento para que su lengua entre en mi cavidad bucal, sujeta mi cabeza y entonces siento que voy a desmayarme. Pero creo que voy a morir cuando me percato de que estoy correspondiendo su beso sin negarme un poco siquiera.

Mi estómago se retuerce por la sensación que siento. Seth, cuando nota que no voy a deshacer nada de lo que estamos haciendo, suelta mi cabeza y desliza ambos de sus brazos por mi cuerpo, para terminar rodeando mis caderas por completo. El beso de Seth es realmente exigente. No es nada delicado, es mejor dicho eufórico, lo que hace que me fascine de una manera que no habría esperado. Me apresuro a morder su labio superior, y ante ese acto él me acorrala aún más contra su auto. Desliza sus besos hasta mi mentón, luego comienza a bajar hasta mi cuello, dejando ligeras humedades. Mi respiración comienza a agitarse más de lo normal, puedo sentir los latidos de su corazón, y puedo jurar que nunca lo escuché inhalar con tanta dificultad.

La necesidad de volver a sentir su boca contra la mía se vuelve indescriptible, así que llevo mis manos a su rostro y lo atraigo hacia mí con determinación. Él, gracias al cielo, no me rechaza, y me besa con más desesperación todavía. Todo es realmente salvaje, tanto que me cuesta un momento darme cuenta de que Seth me aleja un poco del auto, y al parecer mete una mano en su bolsillo para sacar ese aparato extraño que presionas para que el auto se desbloquee. Un momento después, abre la puerta y me guía a que entre al auto. Pienso que va a permitir que nos dejemos de besar, pero en lugar de eso continúa haciéndolo lo más que puede, y me ayuda a adentrarme en el auto de la manera más cómoda posible. Nuestros labios solamente son separados por unos pocos segundos.

Con cuidado, va deslizándome por el interior. Seth cierra la puerta con uno de sus brazos. Mi cuerpo me pide más de él durante cada segundo que pasa. Separo mis piernas y me siento sobre él. Seth toca una de mis piernas y presiona. Suelta un gruñido, y decido comenzar a besar su mandíbula, su cuello, mordiendo ligeramente mientras acaricio su cabello. Sus manos recorren mi cuerpo sin intensión de detenerse. De pronto, sin previo aviso, introduce una de sus manos por la parte superior de mi vestido y desabrocha mi sujetador. Pero eso no es lo que me deja estupefacta; lo que me deja estupefacta es que ni siquiera detengo el beso para impedir que esto vaya a más, sino que en realidad me importa un bledo y estoy queriendo ir más allá. Mi mente no reaccionaría jamás en este momento. Mi cuerpo pide más y yo no soy capaz de controlarlo.

- ¿Seth? ¿Hola? -la voz bastante conocida de Anita se hace escuchar. Me separo de Seth casi inmediatamente, y él suelta un bufido frustrado- ¿Estás allí dentro? -siento que se acerca a la ventana al lado de nosotros. Es una suerte que los vidrios sean polarizados.
- Maldita sea -susurra con odio- Oh, joder, demonios, Ana de mierda -intenta no gritar, cerrando los ojos con fuerza.

Por primera vez no la llama Anita. Me limito a bajarme de él, y tengo que forzar un poco para que me suelte. Me siento contra la otra ventana, intentando acomodar mi vestido lo suficiente como para que no se note mi sujetador desabrochado.

Cuando Seth percibe que yo ya estoy presentable para que ella me vea, presiona el botón para abrir la ventana, y en un segundo ésta se baja, pero sólo hasta la mitad. Anita logra captarme de inmediato, frunce el ceño causando que sus cejas grandes que están a la moda, se junten. Parece que su globo ocular va a salir de su cavidad, de su agujero o lo que sea.

- ¿Es la hermana de Drew? -abre los ojos, intentando reconocerme- ¿Ésta puta? ¿Cómo puedes estar con ella, miserable? ¡Es una hueca engreída!
- No la insultes, Ana -me defiende, mientras más frustración crece en él- Estás haciendo que me enoje más, créeme que no lo necesito.
- ¿Ana? -parece ofendida- ¿Desde cuándo me llamas Ana? ¡Ustedes dos tienen algo! ¡Cinthia intentó decírmelo, pero yo no le creí! ¡Que tonta fui!

No puedo evitar sentirme impresionada con su comentario. No porque me haya llamado puta, sino por lo otro. ¿La gente, al vernos, piensan que yo y Seth tenemos algo? Es decir, antes de que ocurriera esto, claro, porque en realidad no sucedía nada...

- Ana, lo nuestro acabó hace ya tiempo -le dice él, tratando de tener paciencia, moviendo sus manos como si estuviese explicándole a un niño- Tienes que comprender.
- ¡Pero si nada más allá adentro he estado contigo, idiota! -le grita.
- No ocurrió nada, no intentes poner a Cristal en contra de mí inventando mierdas -escupe con odio- Deberías irte, no sé para qué vienes.

Anita adentra la cabeza por la ventana y con rapidez lleva su rostro hacia el de Seth para darle un beso. Él reacciona de inmediato y se aleja, poniendo su mano en el cuello de ella, para que no se le acerque más.

- No, basta -Seth continúa intentando hacerla razonar- Estoy hablando en serio. Ten un poco más de respeto, Cristal está aquí conmigo.

Anita, rendida, retira su cabeza. Por un momento pienso que va a ceder y marcharse, pero cuando se pone a maldecir y a insultar a Seth de la manera más horrorosa del mundo, él comienza a cerrar la ventana. Decido voltearme para intentar abrochar mi sujetador, mientras que Anita continúa gritando, para que luego se escuche sonar lo que parecen ser golpes contra la ventana o el vehículo en general, gracias a posibles puñetazos y patadas. Suelto un suspiro cansado. De pronto, todo afuera parece calmarse, y lo siguiente que se escucha son unos tacones resonar contra la vereda, alejándose.

Mi intento de abrochar mi sujetador es un fracaso, por más que intento, no puedo hacer que mis brazos alcancen atrás. Justo entonces, siento que Seth se acerca a mí, y lleva sus manos hacia la parte superior de mi vestido. Introduce sus manos por allí, y me ayuda a llevar a cabo mi objetivo. Mi espalda tiembla ligeramente ante su tacto, no puedo creer que aún me suceda, incluso después de lo que acaba de pasar.

Cuando se retira, lanzo mi cabello hacia atrás, intentando hacer que la calor corporal que aún está presente en mí disminuya, por lo menos, un poco. Mi cintura es rodeada con unos brazos fuertes, y atrae mi cuerpo hacia él. No puedo verlo, pero sé que está mirando mi perfil desde su posición. Puedo sentir la contextura de su abdomen. Entonces, siento una respiración en mi oído, y después, unos besos son arrastrados a través de mi cuello con delicadeza.

-  ¿Qué es lo que me atrae tanto a ti? -pregunta, casi más para sí mismo que para mí. No puedo evitar sonreír un poco. Dudo un poco en responder de la manera en que quiero.
- ¿Y a mí? -digo- ¿Qué es lo que me atrae a ti?

Seth se queda en silencio, y mi estómago se revuelve. Casi acabo de admitir que me siento atraída por él. Sé que lo estoy, porque no habría reaccionado como lo hice de no estarlo. Prácticamente me entregué a él sin negarme, y estaba dispuesta a más. ¿Dónde quedó mi compostura? La perdí toda por él, con el primer acontecimiento que vivimos.

- No lo sé -dice, y luego suelta unas diminutas risas. Tardo un poco en entender la broma, pero cuando lo hago comienzo a reír con él.
- Con que no lo sabes -comento, lista para repetir lo que él me dijo:- Y no lo sabrás hasta que yo te empuje.

♥♥♥

Ayyyyyy, dioh mioh de mi almah, éste capitulo ha estado precioso, es decir, admirar a Drew con Fabiola y a Seth con Cristal, son una perfección total, no tengo palabras. Sé que el capítulo les ha gustado tanto como me gustó a mí escribirlo, así que espero que comenten y voten mucho, porque lo merezco. ¡No puedo creer que ya estemos en el Capítulo treinta! Que rápido pasa el tiempo. Con ésto, me he preguntando a mí misma cuán larga será la historia, y pues llegué a la conclusión de que, probablemente, no tenga más de cincuenta capítulos.
Ah, por cierto, me veo en la labor de aclarar algo a Priscila Rupayán: Cristal no se refería a ella cuando dijo eso de pasar una noche de rebeldía, sino que se refería a que Fabiola podría ser rebelde si mentía a sus padres, inventándoles que estaba haciendo un trabajo cuando en realidad estaba en una fiesta. ¡Uh! Creo que me expliqué mal JAJAJAJA, así que lo aclaro por si alguna más de ustedes se enredó también. 
¡Un beso enorme a todas! Estoy feliz, muy feliz. Tengan buen día, buena noche, todo lo bueno. Estaré por aquí otra vez muy pronto. ¡Adiós!



26 de abril de 2015

Capítulo veintinueve - Fresa con Chocolate.



Me pongo de pie delante de mi cómoda. Abro uno de sus cajones, y enseguida saco todos los vestidos preciosos que tengo. Uno. ¡Uno! Nada más que uno, porque la verdad es que mi vida es tan poco loca que a las únicas fiestas a las que voy son las familiares y me aburro más que nada. Bueno, no me aburro tanto, porque me gusta estar con ellos, pero me refiero a lo de bailar y todo eso. Ni siquiera es un vestido, es como una playera larga hasta un poco más arriba de la mitad del muslo. Su color es negro, se ajusta completamente a mi cuerpo porque es como elasticada. Quien lo viera, pensaría que es un vestido, así que no hay problema con que me lo ponga.

Para los pies, decido usar mis zapatos de satín negros, con un taco decente lo suficientemente soportable para un par de horas. Tienen un broche, así que si hago un mal movimiento no se me salen. Y que los tenga es pura suerte, porque mamá me los compró cuando me obligó a ir a mi fiesta de graduación de un curso, que por cierto fue un acontecimiento que no quiero volver a repetir durante el resto de mi vida. Ir a esa cosa fue el error del año, perdí tiempo de mi vida que pude aprovechar leyendo un libro.

Me pongo el vestido y los zapatos. Camino hacia el espejo y me sorprendo con lo corto que es. Siempre lo había uso con leggins largos, pero ahora mis piernas están descubiertas y me da una mejor visión de la forma en que siempre ha lucido puesto. Sin embargo, debo admitir que me gusta. Tal vez, incluso más de lo que debería.

Mientras me suelto el cabello, dejándolo caer sobre mis hombros, comienzo a pensar en el infierno que será sin Fabiola. No me confirmó que iría, así que seguro estaré más sola que la ardilla Scrat de la era del hielo, yendo detrás de algo que haya para comer, o que me distraiga, porque no voy a buscar bellotas.

Abro una caja que tengo que contiene unas cuantas pulseras. Me pongo una bañada en oro que me obsequió una tía años atrás. Es preciosa, porque contiene lunas y estrellas colgando. Son diminutas, casi ni ven, lo que las hace aún más preciosas.

Doy un salto cuando siento que tocan la puerta de una forma lo suficientemente brusca como para hacerme enojar. Suelto un bufido, y ruedo los ojos.

- ¿Estás ya lista? -la voz de Drew se hace sonar a través- ¡Tenemos que irnos!
- Sí, idiota. Allá voy -respondo borde.
- Idiota tu abuela.
- ¿Sabes que es tu abuela también? -me río en mis adentros.
- Lo que sea, sal ya o llegaremos cuando no quede nadie.

Al parecer Drew se está poniendo muy pesado y desesperado con todo lo de sentirse asfixiado queriendo respirar. Así que tomo mi pequeña cartera cruzada en la que sólo me cae el celular, me la pongo y abro la puerta de mi habitación, para luego bajar las escaleras. La puerta ya está abierta, así que salgo, y veo que Drew está parado en la vereda de la calle frente al inconfundible vehículo brillante de color negro. De pronto me siento un poco acalorada. ¿Qué me pasa?

Camino hacia ellos y me cruzo de brazos, cargando todo mi peso en una pierna mientras que con la otra hago sonar mi tacón. Cuando ellos notan mi presencia, ruedo los ojos y suelto un bufido molesto. Me niego rotundamente a hacer contacto visual con Seth. Siento mis pierna débiles, como si quisiesen flaquear, y lo que menos necesito es verme insegura. No sé si él me observa todavía o no, pero aún así.

- ¿No te quejabas con que nos fuéramos ya? -alzo una ceja- Porque ahora tú estás demorándote, Drew.
- ¿Vas a una fiesta o a un prostíbulo? -pregunta el muy irrespetuoso, para luego comenzar a partirse de risa. Yo, en cambio, permanezco seria. Menos mal no escucho a Seth reír, o los atacaría sin dudar.
- ¿Terminaste de reír? ¿Hay algo más que quieras comentar, infeliz? -me burlo de él, completamente desinteresada del tema. De inmediato se detiene y me fulmina con la mirada.
- Pesada de mierda -escupe- Subamos al maldito auto o lo que sea.

De inmediato camino hacia una de las puertas traseras y la abro. Me apego a la ventana con rapidez. Drew sube al asiento de copiloto y el último en hacerlo es Seth, obvio de conductor. Drew avisa a mamá y a papá con un grito que ya nos vamos, y en un santiamén estamos a varios kilómetros por hora entre las calles de la ciudad.

Me sobresalto cuando comienza a sonar mi celular. Mi mandíbula por poco se cae cuando lo saco de mi cartera y noto que es Fabiola. Deslizo el dedo y contesto de inmediato.

- ¿Hola?
- ¡Cristal! -suelta un grito- Por favor, dime que no están ya en la fiesta.
- No estamos ya en la fiesta.
- No, en serio. Te lo pregunto de verdad.
- Te estoy respondiendo, aún no estamos allí, vamos apenas en camino.
- ¡Vaya, es una suerte! ¿Van a pasarme a buscar? Porque estoy lista -abro los ojos como plato y una llama de felicidad se enciende en mi pecho.
- ¿Qué? -cuestiono- ¿Estás hablando en serio?
- ¡Sí! Mamá y papá me dejaron a último minuto. Algo bueno que haya logrado intentando como último recurso, comportarme tan insoportable como tú en ocasiones.
- ¡Esto es un milagro, bendito sea Dios! -alzo los brazos y mi cartera sale volando hacia adelante. Golpea en la cabeza a Drew, y se voltea furioso.
- ¿Quién es? -pregunta.
- Iremos de inmediato -le digo a mí mejor amiga- Tú espéranos allí -y corto.

Cuando lo hago, le quito mi cartera a Drew que estuvo teniendo entre sus manos desde que le llegó en su dirección, y guardo mi celular dentro. ¡No puedo estar más feliz! Definitivamente, la mejor noticia que he tenido en toda ésta semana.

- Era Fabiola. Podemos pasarla a buscar, ¿Cierto? -pregunto inocentemente.
- ¿Va a venir? -Drew parece impresionado- ¿No bromeas?
- Por supuesto que no.
- Vaya, eso es genial. No pensé que fuese a presentarse.
- Yo tampoco, ¡Pero ya ves!


La conversación termina ahí, y yo sé que indirectamente eso ha sido un sí. Noté algo extraño en Drew cuando se lo dije, lucía tenso, como si intentara ocultar alguna emoción. Pero no me lo tomo tan a pecho. De haber sucedido algo importante, Fabiola me lo habría dicho. 

Cuando llegamos a casa de Fabiola, ella no tarda mucho en salir, pero cuando lo hace, puedo asegurar que se hace notar. Luce hermosa. Trae unos leggins de color negro con unas cruces blancas, y encima una polera blanca que tiene unas palabras escritas, además de sus zapatillas. Me quedo fascinada, ella siempre tan natural y simple, que incluso eso la hace aún más hermosa.

Narra Fabiola

Cuando me voy acercando al auto de Seth, siento que un vehículo viene a lo lejos. Me quedo mirando, por alguna razón, hacia el lugar de donde proviene. Cuando están lo suficientemente cerca de mí, noto que es una camioneta, y de pronto un chico se asoma, saca la cabeza por la ventana y me chifla. ¡Vaya!


La camioneta sigue su rumbo. Me quedo embobada. ¡Dios mío, esto nunca había pasado! Digo, me habían chiflado antes, pero éste era especial, porque era guapo, ¡Mucho! Recuerdo que un día estaba sentada en las afueras de un colegio en el que estuve, y alguien me tocó el hombro. Alcé mi cabeza para mirarlo, y era un chico más mayor que yo, que me preguntaba mi nombre. Lo ignoré, y me puse a temblar. Jamás lo había visto en mi vida, y no es que su rostro me ayudara a sentirme cómoda o algo. Podría haber sido un secuestrador. 

Drew saca su cabeza por la ventana, mirando para todos lados y luego deteniéndose en mí. Avanzo hasta el vehículo con rapidez, para no hacer que todo se atrase.

- ¿Qué fue eso? -pregunta, aparentemente molesto- ¿Un idiota te chifló?
- Sí -respondí sonriente.
- Maricas, ¿Y sonríes como si nada? Irrespetuosos de mierda -maldice.
- Ay, ¡Ya cállate, Drew! -interviene Cristal- Si se ve muy guapa, ¿Cómo no iban a hacerlo? -ahora me mira a mí- ¡Amiga, eres toda una modelo! ¡Cuando grande quiero ser como tú, enséñame tus secretos!
- Eso no va a suceder, porque tu nunca vas a crecer -le dice Drew con amargura en su voz. Yo me dispongo a abrir la puerta y me siento al lado de Cristal. De inmediato el vehículo comienza a avanzar- Eres más baja que un pitufo.
- Nadie preguntó tu opinión, bacalao -escupe ella- Fabiola, escucha, como Drew es un bacalao aléjate de él, porque apesta y son anti besos. Nadie jamás querría besar un bacalao, por eso lo ponen como penitencia en algunos juegos. ¡Que asco!

Me quedo en silencio y me dispongo a reír de manera fingida. Intento no sonrojarme. La verdad es que no me ha causado gracia porque de pronto me siento un poco culpable. Cristal no tiene ni idea de que Drew y yo nos besamos hace ya varios días, la última vez que lo vi. Me siento la peor mejor amiga del mundo.

- Estoy seguro de que a Fabiola no le molestaría besarme -sincera Drew, claramente seguro de sus palabras. Noto que me mira por el espejo retrovisor- Apostaría a por ello.
- Uh, ¿Por qué piensas tal cosa? -pregunta Cristal, frunciendo el ceño de la curiosidad.
- ¡Por nada! -me entrometo- Drew, deja a mi amiga. No es momento para hablar de esas cosas.

Le mando una mirada asesina a través del espejo. Él parece captarla y suelta unas risas. Siento mi cuerpo relajarse cuando sé que no seguirá diciendo esas cosas. ¿Por qué le hace gracia? No es en absoluto divertido. Para nada.

Cuando llegamos a la fiesta, me quedo impresionada. Todo está lleno de luces, de gente que nunca antes vi en mi vida y con montones de alcohol junto con humo de cigarrillos. Apesta. Miro a Cristal y ella tiene una mueca de horror. No puedo evitar burlarme de ella.

Ambas seguimos a Drew y a Seth. Tomo el brazo de Cristal con fuerza, porque estoy segura de que si alguien se nos atraviesa, nos perdemos y no nos encontramos hasta la próxima semana, o al menos hasta que la fiesta termine. Ella también se aferra a mí, y eso nos ayuda a sentirnos más seguras.

Puedo admitir que incluso desde antes de llegar, pensé que nos iban a dejar solas de inmediato, no sin antes decirnos que tuviésemos cuidado, que no nos fuésemos muy lejos de un lugar determinado y que por nada del mundo bebiéramos algo que un extraño nos ofreciera. Pero todo fue lo contrario, porque los cuatro llegamos a una mesa. Ellos se sentaron, y Drew nos hizo una seña para que nos sentáramos con ellos.



- ¿Qué? -pregunta Cristal, extrañada por el comportamiento de ambos.
- Siéntense, ¿Acaso quieres estar de pie todo el día? -molesta Drew, riendo.
- ¿Estás invitándonos a pasar el tiempo en la fiesta con ustedes? -ahora pregunto yo, sin ser capaz de ocultar mi impresión- ¿No deberían estar con sus amigos y amigas? Nosotras no vinimos para molestar.

Cuando digo eso, noto que el buen humor de Drew, desaparece como por arte de magia. Su frente se arruga un poco y su cuerpo se pone un poco tenso. Parece que lo que he dicho le ha causado un malestar. Es como cuando dices algo y resulta ser un golpe bajo para otra persona. Pero no entiendo, ¿Por qué debería afectarle? Ha sido la verdad. Puede que nos hayamos besado, pero nada más ha cambiado. No me sorprendería que fuese con otra chica, o con la que estaba con él en la galería de Arte, si es que aún se le puede llamar así.

- No van a molestar -responde Seth por él, quizás dándole una mano- Hemos venido a pasar el rato, nada más. ¿Verdad, hermano? -mira a Drew, ayudándolo.
- Claro, ¿Para qué más íbamos a venir? -Drew intenta volver a tomar su compostura- Le dije a mamá y a papá que vendría a despejarme, no a tomar o hacer algo que no deba.
- ¿Hola? -habla Cristal- ¿Estás hablando en serio? ¿No irás a besar o a mantener relaciones sexuales con alguna de estas golfas? 

Siento una punzada de dolor en el pecho por lo que ha dicho Cristal. Sí, es cierto, Drew y yo no somos nada, pero eso no quiere decir que no me lastime si llega hacer algo así. Es mi culpa, yo no le conté a Cristal sobre lo que pasó entre nosotros. De haberlo hecho, estoy segura de que no le habría dicho tales sugerencias a su hermano.

- Más respeto, pequeña -le detiene Drew- Yo he cambiado. Sólo tengo ojos para una chica. De hecho la besé hace unos días, y no he vuelto a mirar a otra mujer que no sea ella.

Abro los ojos impresionada. Lo miro directo a los ojos, y está mirándome tal como yo. No ríe, no se burla, simplemente quiere transmitir que con lo que ha dicho se refiere a mí. De pronto, me siento un poco feliz. No puedo evitar soltar una diminuta sonrisa.

Me percato de que Cristal mira la escena con un poco de confusión. Sus ojos viajan a los míos, y sé que intenta interrogarme. Me siento de lo peor, pero no puedo hacer nada ahora. No es que quiera decirle de ésta manera, porque seguro montará una escena. Por lo que hago una mueca y encojo de hombros.

- ¿Y bien? -le pregunto- ¿No sentamos o no? -ella parece dudar un momento, aún queriendo leer entre líneas o mis pensamientos. Pero finalmente, suelta un suspiro y asiente.
- Claro. Es mejor que nada.

Me doy cuenta de que va a avanzar hasta el lugar al lado de Drew, pero me apresuro y me siento yo a su lado. Ella me fulmina con la mirada, como si estuviese realmente asesinándome. Ésto no es porque yo sintiese unas ganas desesperadas por sentarme con Drew, sino porque sé que está tratando de huir de Seth, y definitivamente ya es tiempo que se de cuenta de las cosas, que haga algo por ese miedo o trauma que tiene. No saca nada con huir.

Narra Cristal

Miro con nerviosismo el lugar que queda al lado de Seth. Él me observa fijamente. Bacilo entre sentarme a su lado como todos esperan que haga, o en caminar hacia algún lugar de la fiesta sin ningún objetivo. Pero finalmente llego a la conclusión de que haciendo eso podría ser un blanco fácil para un drogado necesitado, y definitivamente no quiero que me violen, así que termino sentándome a duras penas al lado de Seth. Cuando lo hago, siento que rozo con su brazo, y de inmediato me alejo lo más que puedo, hasta que no lo siento.

Nos quedamos un rato conversando, o más bien, se quedan un rato conversando, porque yo no es que diga mucho que digamos. Drew y Fabiola son casi los únicos que hablan, él le ha estado poniendo mucho tema de conversación. ¿Cómo es posible que se lleven tan bien? Porque bueno, es Drew. Sé que siempre pienso esto... ¡Pero es Drew!

Intento no mirar a Seth mientras el tiempo transcurre. No ha intentado hablarme, y yo tampoco voy a hacerlo. ¿Qué podríamos decir? *Oh, sí, ¿Recuerdas ayer, cuando te vi por la ventana? Resulta que me pasé la enorme película en mi cabeza con que tú eras el otro protagonista en mi vida*. No, yo no voy a decir eso nunca, que vergüenza y humillación.

No sé cuanto tiempo termina pasando, pero me percato de que Drew y Fabiola comienzan a pararse de sus asientos. Los observo detenidamente, sin entender nada.

- Vamos a ir a dar una vuelta por ahí, para conocer el lugar -nos informa Drew, sin que se lo preguntáramos siquiera- Juntémonos a las una y media afuera, en el carro tuyo -mira a Seth- Adiós.

Un pánico profundo se apodera de mí, cuando noto que Fabiola se aleja. ¡Traidora! ¿Cómo pudo abandonarme? ¡O sea, yo le pedí que viniera para que estuviésemos juntas y se va con el mugriento de mi hermano! Sé que suena egoísta, ¿Pero por qué no se ha fijado en mí? ¡Me dejó con Seth, la última persona que quiero tener a mi lado para que me acompañe! Estoy destinada al fracaso social.

Minutos después de que ellos se van, Seth y yo seguimos en silencio, de tal forma que me comienza a sofocar. De pronto me siento insoportable y asfixiada, no es que los olores de la fiesta ayuden mucho. Pero cuando dos chicos se sientan en los lugares en que estuvo mi hermano con mí mejor amiga, me causa tal sorpresa que me hago para atrás, hasta llego a creer que se han equivocado de mesa.

Comienzan a saludar a Seth, y entonces dos chicas llegan, que al parecer son novias de esos dos anteriores. Me comienzo a sentir fuera de lugar, porque hablan como si la vida les dependiera de ello, mientras que yo estoy como pintada al lado.  No me puede importar menos el tema de conversación que tienen, solamente escuché algo de que la fiesta es como un huracán de licor (?), ah, y que unos metros más allá una pareja completamente drogada estuvo teniendo sexo en frente de todos. ¡Vaya historia! Es algo de tanto interés que tendrán que contárselo a sus hijos, si es que llegan a tener.

Me harto y me pongo de pie, sin siquiera dedicarles una mirada y camino hacia donde mis pies me permitan. No voy a sobrar, estoy aburrida y no ganaría nada quedándome. Tampoco parecieron percatarse de mi presencia. Odio eso, cuando estás con alguien y llegan personas que conocen a ese alguien, pero notan que estás ahí y pasan de ti como si no fueses más que un estorbo que no merece ni el mínimo de interés, o por lo menos, una presentación o un saludo con la mano. Se siente feo, pero de todas formas: ¿Por qué habrían de pensar que yo era acompañante de Seth? Si parecíamos dos personas que no habían hablado nunca en la vida, unos completos desconocidos.

Entre la multitud, me encuentro con una máquina de gaseosas. Sonrío, porque tengo sed y como no bebo alcohol, esto es lo único que podría permitirme. Así que meto el dinero necesario por el espacio correspondiente, pero parece que hay algún problema técnico, porque por más que espero, mi gaseosa no cae.

Decido dar ligeros golpes en la máquina, para ver si eso es necesario para que la cosa funcione. Pero no lo hace, así que comienzo a desesperarme y ahora no sólo doy golpes, sino que también uno que otro puntapié frustrado. ¡Maldita sea!

Me enojo a tal nivel que me alejo. No ha valido la pena encontrar la porquería de máquina y encima me ha robado el dinero. ¿Por qué a mí? ¡Moriré de sed el resto de la noche! No pienso pedir algo en el bar, porque cobran muy caro y de seguro no venden algo que sea para personas sobrias.

Varios minutos me quedo dando vueltas por la fiesta, solamente para matar el tiempo, queriendo que llegue rápido la hora en que deba volver a casa. Miro la hora en mi celular, y falta un montón. Pero tengo que admitir esto: Tanto rato sola, aquí en un ambiente totalmente fuera de lugar para mí, me ha servido para reflexionar sobre algunas cosas de mi vida.

Primero, jamás en mi vida volveré a hacer caso a papá sobre cuidar a Drew.
Segundo, traer algo para beber desde tu casa cada vez que sales.
Tercero, hacer caso a tu madre cuando te dice que comas y así luego no pasar hambre.
Cuarto, no creerle a tu mejor amiga cuando te dice que no te dejará sola.
Y quinto, que soy una solitaria nivel yisus.

Pero de pronto miro hacia una mesa grande y espaciosa, llena de taburetes a su alrededor. En ella, está Seth, solo, sentado con nada más que una botella de SevenUp, mirando hacia ningún lugar en específico, y pasando sus manos por su cara de vez en cuando. Al parecer, no soy la única solitaria.

Lo que pasa a continuación es algo que me sorprende: siento unas enormes ganas de ir hacia él, y no se por qué, ya que hace rato lo tuve a mi lado pero sin embargo lo único que deseaba era alejarme. Aún así, decido caminar hacia él, sin esperar nada en realidad, solamente porque quiero sentirme menos sola y quizá a su lado el tiempo pase más rápido, o podría convencerlo de que me lleve a casa antes.

Cuando se da cuenta de que me siento en un taburete cercano al de él, se sorprende. No estoy cerca, dos taburetes nos separan, pero no hay nadie entre nosotros tampoco. Sonrío ligeramente, para que sepa que vengo en son de paz, pero él no hace nada, solamente se queda ahí, sin hacer ninguna expresión.

La verdad es que me sorprende que Seth esté sin nadie a su alrededor. Sé que es popular, porque Drew me lo ha dicho incontables veces, siempre tan orgulloso que da náuseas. ¿Por qué está solo? ¿Por elección? No dudo que sus amigos esos de antes lo hubieran invitado a ir con ellos.

De la nada, una chica aparece, y de inmediato me percato de que es Anita. Se acerca a Seth con tal decisión, que lo abraza por detrás, susurrándole cosas al oído y luego muerde su mejilla. Él parece fuera de lugar, solamente me mira, y cuando se decide por girarse hacia Anita parece impresionado, como si apenas se hubiese dado cuenta de que prácticamente tiene a un mono colgando de su anatomía.

La escena me parece asquerosa, horrible, y de pronto me siento cabreada. Seth vuelve a mirarme y  yo hago una mueca de horror. Me giro en mi taburete en dirección contraria al de ellos. No quiero ver la manera en que fornican entre sí. Me siento enojada, realmente enojada. Una sensación molesta crece en mi pecho, como si alguien me lo estuviera apretando y yo desease gritar sin lograrlo.

Lo bueno es que logro distraerme, porque aparece un chico que podría haber sido la última persona que esperaba encontrarme. Es quien me gustó mucho cuando era más pequeña, a la edad de trece años. Luce tan diferente que me sorprende.

Cuando mira en mi dirección, me sobresalto un poco. Parece que intenta averiguar si en realidad soy yo, porque me estudia detenidamente. No es que sea algo inesperado, porque he cambiado mucho físicamente, pero bueno, aún así por ciertos rasgos soy capaz de reconocer. Finalmente, se pierde entre la gente. No es que fuese a venir hacia mí.

- Ten -una voz completamente conocida se hace escuchar tras de mí. Me giro muy despacio, y noto que Seth me extiende la botella de SevenUp que tenía. Lo miro sin entender- Es tuya. No pudiste obtenerla, y yo la saqué por ti.

Me quedo estupefacta, porque no puedo creer que se haya dado cuenta lo que me ocurrió. Él estaba con sus amigos, ¿Es posible que haya estado pendiente de mis movimientos? Es decir, se supone que cuando pasan ese tipo de cosas siempre ruegas que nadie haya visto tu fracaso. Como cuando subes al autobús y tienes ganas de abrir una ventana, lo intentas pero eres un bueno para nada porque no logras ni mover un poco el vidrio siquiera.

- Gracias -agradezco, tomando la botella de sus manos, algo temerosa de hacer un movimiento equivocado. Él sonríe con delicadeza. Creo que jamás lo vi sonreír tan dulcemente conmigo.
- ¿Por qué tan solitaria? -pregunta, lo que me hace avergonzar un poco.
- ¿Porque no conozco a nadie, quizá? -le digo- Fabiola me abandonó, si no te diste cuenta.
- Me tenías a mí.
- No es lo mismo -le explico- Tú y yo somos un problema. Ni hablamos, o algo.
- Estamos hablando ahora mismo -aclara.
- Sí, ahora. ¿Pero y hace rato? -suelto un suspiro- No estábamos haciendo nada.
- Eso no quiere decir que no me sintiese bien estando contigo.

Me quedo muda. No sé muy bien qué responder a eso, porque la verdad es que me parece ridículo. ¿Por qué se sentiría bien? Cada vez que hablamos todo sale fatal. Soy una alterada, histérica, y todo se pone aún peor cuando Seth mete el dedo en la herida, como la noche en que me puse ebria. Aún no supero ese momento. Me da hasta pena recordarlo.

- ¿Por qué no fuiste a casa en dos semanas? -decido preguntar, porque algo me llama a saber las razones, sobretodo porque puede ser por mi culpa. Él intenta ocultar su impresión por lo que he dicho. Intenta ocultarlo, pero aún así me percato de ello.
- No pensé que querrías que fuera -responde- Menos después de lo que ocurrió.
- No sé -me encojo de hombros, y miro mis manos- Te he extrañado, por alguna razón -sincero. Mi corazón comienza a latir con fuerza- Me sentí un poco culpable por tu ausencia, porque de hecho sí ha sido por mí, así que no me equivoqué.
- ¿Por qué no me llamaste por teléfono? -pregunta con seriedad- Habría ido en lugar de darte espacio.
- Quería hablar contigo ayer, pero te fuiste de inmediato.
- Me habría quedado si me lo hubieses pedido -asegura. Levanto mi mirada, para encontrarme con la de él. Sonrío un poco, porque no sé que más decir. No sé si sentirme bien o mal con eso- ¿Ya ves? ¿No dijiste que éramos un problema? No hemos discutido en al menos dos minutos.
- Es un nuevo récord -bromeo, y ambos soltamos unas risas. De alguna manera, se siente bonito- ¿Quieres SevenUp? -le ofrezco la botella.
- Sólo si tomas tú primero. No la probaste. Aún está sellada.
- Bien -acepto, y giro la tapa haciéndola sonar. Me la llevo a la boca y tomo un sorbo. De inmediato los ojos se me humedecen por la fuerte sensación de gas. Luego, la extiendo hacia él.

Seth acerca su taburete más hacia mí, de tal forma que quedamos bastante cerca. Es suficiente para que los nervios se hagan presentes en mí. Él toma la botella, y la lleva directo a su boca. Pero dejo de mirarlo cuando algo interrumpe.

- ¡Seth! -la voz de Anita se hace escuchar. Se vuelve a colgar del cuello de Seth. Que bien. Una vez en la vida nos estamos llevando bien, y se arruina. Anita me observa con asco, como esperando a que yo me vaya. Y eso haré.
- Bien, disfruten la noche, me voy -les digo- Si ves a Drew, dile que esperaré afuera. Quizá me iré a casa, ahí voy a ver. Adiós.

Me paro del taburete y me voy caminando hacia la salida de la fiesta. No quería estorbar entre ellos, tampoco. Seth no tiene por qué poner pausa a su vida sólo porque yo estoy cerca. No tiene que cuidarme, ni estar tan pendiente. Puedo hacer las cosas por mi cuenta, no requiero de nadie.


♥♥♥

¡Buenas! ¿Cómo están? Aquí un capítulo, como soy buena, he cumplido, porque subí el martes y hoy sábado. Aunque debería haberlo hecho ayer, pero no alcancé. Espero que les haya gustado, que lo hayan disfrutado, y que, bueno, que sea de su agrado en general. Son increíbles, muchas gracias por el apoyo que me dan. ¡Un beso enorme! ¡Comenten y voten! Nos vemos pronto, muah.



21 de abril de 2015

Capítulo veintiocho - Fresa con Chocolate.



Estoy sentada en la mesa, desayunando. Son exactamente las diez y media de la mañana. Obvio yo no tenía ganas de levantarme a estas horas, pero hoy es viernes y no ha habido instituto por una reunión especial de maestros. Creí que mamá me permitiría dormir hasta tarde, pero ha ido a despertarme porque no quería desayunar sola. 

No he visto a Seth desde hace dos semanas. Sé que ha venido a casa algunas ocasiones, pero nada más ha dejado a Drew y luego se va a quién sabe donde. Lo sé porque he estado en la ventana algunas veces cuando eso sucede. No se da cuenta, porque ni mira hacia la casa. ¿Estará enojado? ¿Lo harté? Vaya sorpresa, qué novedad. Me molesta el hecho de que se esté comportando así siendo que no debería, pero bueno, mejor sola que mal acompañada, sobretodo con él.

- ¿No vas a comer nada? -pregunta mamá, alzando una ceja. 

Me preparo para responder que no, que no tengo hambre y no me apetece nada, pero puedo notar su mirada amenazante, queriendo asesinarme con la mirada si digo algo indebido. Así que asiento con la cabeza y suelto una sonrisa. No le gusta que yo deje de comer desde hace tiempo, cuando tuve problemas con el peso y todo eso.

- Sí comeré, sólo no me decido -termino diciendo.
- Decide luego, porque de lo contrario acabaré antes y te quedarás sola aquí en la mesa -toma un sorbo de té mientras revisa su celular.

Justo en eso, unos fuertes pasos se escuchan en las escaleras. En unos segundos Drew y Alejandro llegan a la sala de estar y se acercan a la mesa para unirse a nosotras. Alejandro tiene unas ojeras horribles que le salen por ver puros vídeos inútiles de niños ratas en internet, y Drew tiene el pelo todo alborotado, tanto que parece un simio recién parido.

- Buenos días -saluda Drew, mientras ambos toman una silla y se sientan. Sacan un pan cada uno y se disponen a agregarle algo- ¿Hoy hace frío o calor afuera?
- ¿No miraste por la ventana? -pregunto impresionada. Todas las mañanas, lo primero que yo hago, es mirar por ella y ver el clima.
- No, no estoy loco -bufa- Ni que fuera importante.
- ¿Entonces por qué preguntas? -cuestiona Alejandro.

Drew lo fulmina con la mirada. Murmura algo que no alcanzo a escuchar, porque últimamente estoy bastante sorda, pero tampoco me dedico a darle importancia. Así que tomo una tostada y le pongo un poco de mermelada. Yo nunca como mermelada, pero hoy me siento muy extraña y no sé, hay algo extraño en mí.

- Alguien se levantó de mal humor hoy -comenta mamá.
- ¿Puedo ir a una fiesta? -pregunta Drew, ignorando lo anterior que ha dicho mamá. De inmediato se gana la atención de ella- Es mañana por la noche.
- Tú estás loco -es lo que mamá se limita a decir- Me lo pensaré.
- Oh, querido hermano, eso -la apunto a ella- es un rotundo no.
- ¿Por qué? -Drew se pone enojado- ¿Por qué no puedo ir?
- Sabes lo que te pasa cuando vas a fiestas, ¿Quieres volver a pasar por lo mismo? -Mamá se cruza de brazos y apoya los codos en la mesa, firme en lo que dice.
- ¡Era antes! -se queja mi hermano- Pasó hace siglos. Las cosas cambian.
- Fue sólo hace unos meses -comento.
- Demonios, Cristal -me mira con odio- No me ayudas nada.
- ¿Por qué debería ayudarte? -me pongo a reír de lo patético que suena lo que ha dicho.
- Porque soy tu hermano -responde, y todos nos quedamos en silencio. Definitivamente éste no es Drew, digo, está pidiéndome ayuda- Sólo déjame ir a la fiesta, mamá. No haré nada malo.
- Tendrás que convencer a tu padre porque yo no te...
- ¡No es justo! -se queja, interrumpiendo a mamá- ¡No va a dejarme!
- Pues allá tú, chiquillo. Pero por favor, sufre en silencio.
- ¡Mamá! -Drew golpea la mesa con sus puños- Soy un hombre pecho peludo, puedo hacer lo que yo quiera. He madurado.
- Cuando tengas tu propio techo harás lo que quieras, y es todo -le dice mamá, ya un poco molesta- Fin de la discusión.
- Bien, perfecto. Me mudaré. Mañana me voy y no volverán a verme.
- ¡Pero si no tienes dónde caerte muerto, por Dios! -exclamo riendo.

Cuando Drew está por gritarme algo en su defensa, se escuchan otros pasos por las escaleras. Papá aparece y se acerca a nuestra mesa. Toma una silla y se sienta, tal como lo hicimos todos nosotros. De inmediato mamá se para, va hacia la cocina y vuelve con el hervidor. Le sirve té a papá, va a dejar el hervidor a la cocina y después vuelve a sentarse donde estaba.

- Buenos días, familia -saluda papá- Hoy tengo que ir a cobrar el cheque, y yo...
- ¡Oh, yo quiero! -Drew alza la voz, desesperado- ¡Yo quiero acompañarte!
- ¿En serio? -papá luce tan asombrado, que se le salen los ojos para afuera- Pero si siempre tengo que estar convenciéndolos. ¿Estás enfermo?
- Sucede que quiero ir a una fiesta, así que es como un acuerdo que podríamos hacer -le explica Drew- Yo te acompaño a eso de tu cheque semanal, y tú me permites ir.
- Y también existen los unicornios, supongo -papá comienza a reír de su propio sarcasmo.
- Los unicornios sí existen -se mete Alejandro, que ha dejado de intentar atrapar a la mosca y decidió hablar por primera vez desde que estamos desayunando.
- Como sea -interrumpe Drew- ¿Me dejas ir o no?
- No lo sé, hijo. Tú sabes que las cosas hoy en día están peligrosas. Y el que estés por allá afuera, quién sabe donde y encima solo, es algo que no puedo permitir.
- Papá, es que no voy a ir a sólo. Iré con Seth.
- ¿Seth es tu novio? -pregunta Alejandro. Intento con todas mis fuerzas aguantar la risa cuando noto la cara que Drew a puesto. Sin embargo, todos deciden no tomarlo a pecho.
- Hijo, puede que sea un viejo de más cincuenta años pero no soy estúpido -le reprende papá- Ambos se van a separar buscando chicas, van a tomar y del otro ya ni se acuerdan.
- ¡Papá, tienes que dejarme ir! -insiste- No voy a hacer nada indebido, ni siquiera voy a tomar. Por favor, maldita sea, sólo quiero pasar el rato. Estoy cansado de encerrarme, la universidad ha estado pesada y necesito respirar.

Todos quedamos en silencio. Mamá sigue comiendo, pasando de la conversación, igual que Alejandro. Yo decido tomar la cuchara y revolver mi té. Doy una mordida a mi pan con mermelada, sintiendo el sabor. Sé que papá está debatiendo con él mismo.

- ¿Tanto quieres ir a esa fiesta?
- Sí, de verdad quiero ir -sincera Drew- Quiero despejarme.
- Si te digo que sí, tendrás que hacerlo bajo ciertas reglas claras, de lo contrario, olvídate de ello. Que conste que estoy hablando muy en serio.
- Bien, todo lo que tú quieras -acepta de inmediato, sonriendo- Lo aceptaré de todas formas.
- ¡Excelente! Entonces que les vaya bien -papá aplaude, y luego mira en mi dirección- Cristal, ponte linda para mañana, porque irás con tu hermano a la fiesta.
- ¿Qué? -la molestia de Drew vuelve a crecer- ¿Qué dijiste? ¡No puede ir!
- Eh, ¿Qué acordamos? -papá sonríe con malicia- O va tu hermana o nada.
- Papá, ¿No puede haber otra regla que no sea esa?
- Dije o tu hermana o nada.
- Demonios -maldice. Apoya sus codos en la mesa y suelta un suspiro frustrado. Cierra los ojos, y se prepara para dar su respuesta- De acuerdo. Iré con ella.
- Yo no tengo muchas ganas -decido hablar- ¿Qué voy a hacer ahí? No conozco a nadie y las amistades de Drew no me interesan.
- Hija, puedo darte dinero para que te entretengas en algo, sólo tienes que cuidar a tu hermano. Además, volverán a las dos de la madrugada, más tardar -mira hacia Drew- Supongo que Seth los vendrá a dejar, ¿O me equivoco?
- Sí, lo que sea -bufa Drew- Hablaré con él. Da lo mismo.

El resto de la mañana cada uno de nosotros se limita a desayunar, por lo que el tema de la mugrosa fiesta y eso queda completamente olvidado. Drew y papá se van a cobrar el cheque junto con Alejandro, que finalmente decide unirse a ellos.

Mamá y yo, por otro lado, nos quedamos haciendo el almuerzo. Sugerí que preparara arroz con hamburguesas. Creí que iba a mandar mi sugerencia al infierno, pero me sorprendí cuando aceptó gustosa, siendo que no es la gran admiradora de comer hamburguesa con el almuerzo. ¡Soy invencible! He podido con mamá. Merezco un premio.

La verdad es que todo eso de la fiesta me tiene un poco de los nervios. ¡No quiero estar como una idiota ahí! Seguro serán puros universitarios, y no es que yo me lleve bien con la gente al primer momento. ¿Qué hago? ¿Y si llamo a Fabiola? ¡Sí! Sería una gran idea, aunque seguro no la dejarán. Si de por sí ya me sorprende que a mí me hayan dado permiso, que a ella se lo den también, sería casi un milagro.

Termino de ayudar a mamá y subo las escaleras directo a mi habitación. Entro, tomo mi celular de la mesita de noche y me dispongo a marcar su número. Lamentablemente, como siempre, la chica tarda un siglo entero en contestar. Hago rodar mis ojos, aún esperando.

- ¿Aló?
- ¡Aleluya! -exclamo- Creí que estabas muerta.
- No -suelta unas risas- Pero estaba en el baño.
- Lamento interrumpirte mientras hacías tus necesidades, pero es que quiero preguntarte algo de vida o muerte.
- ¿Qué cosa? -pregunta. Respiro profundamente.
- Tengo que ir a una fiesta mañana en la noche, y no quiero ir sola. Papá me obliga.
- Eso es raro -reconoce- Explícate.
- Drew tiene una fiesta y no puede ir si yo no voy. Lo dejaron, así que por ende debo ir con él -termino de darle la explicación- Por favor, pregúntale a tus padres si puedes ir conmigo. ¡No me abandones!
- ¿De verdad crees que me dejarían? No me dejan casi a nada, ya lo sabes.
- ¿Y si los engañas un poquito? -propongo algo tímida- Una mentirita piadosa por aquí, por allá. Así revelas tu maldad interior.
- Lo que tú quieres es que me castiguen hasta los cien o no.
- ¡Claro que no! Seguro no llegamos ni a los noventa, pero es que Dios, ¡No puedes hacerme esto! ¿No crees que es emocionante hacer papel de algo rebelde por una noche?
- Mm, puede ser -se ablanda por dentro- ¡Pero no es el punto!
- No seas así. Vamos, yo lo haría por ti -confieso- Nada más pregúntales si puedes venir a hacer un trabajo ultra largo, que tiene un porcentaje muy alto para las calificaciones de éste semestre. Oh, y que te iremos a dejar después, como a las dos de la madrugada.
- ¿Piensas que van a tragarse eso? -cuestiona- ¿Quién haría un trabajo hasta esa hora?
- Las alumnas responsables que estudian una carrera complicada, como nosotras.
- ¡Ugh! -se queja- Lo intentaré, pero no prometo nada -dicho eso, corta la llamada.

Un par de horas más tarde me dedico a almorzar. Drew llega a casa y se queda el resto de la tarde. Papá se pone a ver partidos de fútbol, mamá hace sudaderas para una de las líneas de ropa en las que trabaja, y Alejandro como siempre está ocupando su tiempo siendo un niño rata desamparado.

Mi día está pasando tan, pero tan lento, que siento que voy a morir desahuciada o algo así. Es tanto, que decido tirarme al piso y mirar el techo, no sin antes haber tomado todos mis libros y dejarlos cerca de donde me tiraría para elegir algo qué leer. Eso nunca está de más, y nunca es un problema. Son la solución a los días de éste tipo. En pocas palabras: Son la solución a todo.

A pesar de que logra capturar mi atención por aproximadamente una hora y media, luego se me comienza a hacer pesado. Mis párpados comienzan a cerrarse, y de inmediato decido ponerme de pie. Debo hacer algo productivo, porque sinceramente odio dormir la siesta. Cada vez que lo hago, al despertar, mi cuerpo se encuentra un poco helado y me atacan dolores de cabeza. ¡Lo odio!

Lanzo mi celular a la cama y me pongo a pensar en qué cosa hacer. Pero no encuentro nada de mi agrado, por alguna razón hoy no tengo ganas de hacer lo que suelo. Así que enciendo la televisión y me dedico a cambiar de canal todo lo que quiera, hasta que por fin encuentro una película digna de ver: El diario de Noa. Ya está por acabar, eso sí.

No es que me gusten tanto las películas con un romance así. Pero tengo que admitir que me llama la atención el hecho de que ellos discutían por todo y que jamás estaban de acuerdo en nada, pero que aún así estaban locos el uno por el otro. Aquí en la vida real si discutes por todo te dan una patada en el trasero que madre mía. Al menos la mayoría.

Justo en el momento en que Allie llega a casa de Noa luego de haber tomado su decisión, seguido con Noa saliendo de la cama y yendo hacia el balcón para ver quién es, siento el ruido de un auto estacionándose en la calle. De inmediato me sobresalto, me levanto de la cama y voy hacia la ventana lo más rápido que puedo.

El gran vehículo color negro de Seth se encuentra justo en la entrada, y toca la bocina. No puedo ver muy bien su rostro, porque los vidrios están polarizados. Pero entonces baja la ventana y alcanzo a verlo. Al parecer espera a alguien.

No había visto a Seth en dos semanas, y ahora que está aquí, tengo unas extrañas ganas de que se quede. Es como si lo echara de menos, o como si quisiera que se digne a hablarme, aunque sea para preguntarme qué hora es, o incluso, para preguntarme de temas personales de los que hablé la noche de hace dos semanas atrás.

Una silueta se acerca a su vehículo. Es Drew. Lleva consigo una bolsa como con un extraño cuadro con telar blanco, además de otra bolsa con cosas de colores dentro, que supongo que deben de ser pinturas. Eso es extraño, Seth es rico, ¿Por qué tendría que pedir prestadas unas pinturas? Tiene un transporte de incontables billetes y no quiero ni imaginarme la mansión que tendrá que ser su casa.

¿Será Seth mi Noa? Me refiero, a que estaba viendo la película y Noa salió al balcón. Entonces, llega Seth y yo me asomo a la ventana. Pero Seth no puede ser mi Allie, porque es hombre. Y yo no puedo ser su Noa, porque soy mujer. Así que, ¿Será Seth alguien que podría ser importante para mí? ¿Por qué lo extraño? ¿Por qué quiero ir hacia allá abajo, acercarme a su vehículo y preguntarle por qué no ha venido?

Me asusto cuando su mirada se dirige en mi dirección, tan decidida y penetrante que hace que mi corazón de un vuelco. Pero no quiero alejarme, en realidad, quiero que sepa que sé que está aquí y que lo estoy viendo. Así que intento sonreír, cosa que me sale fatal, y alzo una mano en señal de saludo, lo que lo deja estupefacto, realmente estupefacto, porque frunce el ceño y mira hacia afuera del vehículo para saber si en realidad lo estoy saludando a él. ¿Tan difícil es de creer?

Cuando vuelve a dirigir su mirada a mí, hace una extraña mueca y alza la mano, correspondiendo a mi sutil gesto. Eso me hace sentir un poco mejor, incluso considero ir abajo y hablarle. Pero no lo logro, porque enciende el motor y en unos segundos se va alejando, hasta que ya no lo veo.

Siento un balde de agua fría sobre mí. Realmente quería saber cómo estaba, qué ha sido de él, y por qué ha estado tan ausente en mi vida. Y ahora tengo ganas de exprimirme el cerebro, porque el hecho de que Seth me haga falta es tan inesperado que no lo entiendo. ¿Qué sucede? Y me doy cuenta en éste momento de otra cosa: ¿Por qué me pregunté a mí misma si Seth era mi Noa?
                                                            

♥♥♥

¡Holaaaa! Es Martes por la noche, aquí tienen un capítulo. Iba a hacerlo más largo, lo intenté pero me quedaba horroroso. Hoy no ha sido mi día que digamos, así que eso es todo lo que puedo decir. Espero que les haya gustado. ¡Oh, y una cosa! Los dos siguientes capítulos no se los pueden perder porque estarán llenos, pero llenos, de cosas que les van a gustar. ¡Un beso, no olviden comentar y votar! ¡Chao!



13 de abril de 2015

Capítulo veintisiete - Fresa con Chocolate.

Capítulo dedicado a Sara Santos: ¡Ojalá hayas pasado un feliz cumpleaños!
y a Iris Anabalón:  Aquí estoy, no desaparecí JAJA.



Abro los ojos, y lo primero que hago es volver a cerrarlos. Me quejo en voz baja. ¿Anoche he olvidado cerrar la cortina, que está toda abierta y me entra toda la luz? Papá siempre me recuerda hacerlo, ¡Anoche no lo ha hecho! Debo regañar su actuar.

Me volteo un poco bruscamente, y de inmediato siento como todos mis sesos se sacuden dentro de mi cabeza. De la molestia y dolor, la sujeto con mis manos, quejándome aún más. ¿Por qué yo, de todas las personas del mundo, tengo que estar así? Aunque bueno, muchas personas están así un domingo por la mañana, pero porque eso es lo que ellos quieren. ¡Pero yo no lo pedí, así que no cuenta!

Una palabra se viene a mi mente: Drew. Menudo capullo, hijo de la trola, bastardo... ¡Oh, por Dios, qué he dicho! La trola sería mi mamá. Merezco morir. Como mi madre se entere, uy, vaya que se va a enojar. Menos mal nadie puede oír mis pensamientos. ¿Hola? ¿¡Hola!? No, nadie.

Activo mi sentido del olfato. ¿Por qué mi almohada huele a perfume de macho? Si yo no ocupo éste. Es más, me pongo un poco cuando me acuerdo y es olor a flores. Me incorporo en la cama con mucho cuidado, para que no se me sacuda todo de nuevo. Cuando estoy bien sentada, comienzo a recordar.

Lanzo un grito tan fuerte como mis cuerdas vocales me permiten. Es tan fuerte, que tengo que volver a agarrar mi cabeza con fuerza, porque llega a hacerme doler. ¡Todo ésto es por Seth! Estuvo en mi habitación, me vio vomitar la porquería de todo un año, me cambié de ropa en frente de él y para colmo casi me lo como a besos. Que vergüenza, Cristal, ¡Qué vergüenza! ¿Dónde están tus modales?

Me pongo de pie de la cama, soportando otra sacudida de sesos, y comienzo a tocar todo mi cuerpo en caso de que algo falte. ¿Mis bragas están puestas? Sí. ¿Mi sostén? Uhm, no. No está. ¿No está? ¿Me lo quité en su presencia? Dios mío.

Tomo mi celular, deslizo el dedo y marco el número de Fabiola. Golpeo el piso detenidamente con mi pie, entrando en pánico. He quedado como la bruta del siglo. ¡No lo soportaré! ¿Y por qué no contesta?

- ¿Aló -escucho su voz.
- ¡Al fin! -exclamo- Fabiola, no sabes lo que me pasó. Estoy en una depresión post-muerte.
- Oh, ni que lo digas. Drew me llamó y me lo ha contado todo. Estoy llegando a tu casa -suelta unas risas sonoras.
- ¡Chica, Dios tiene que haberse apiadado de mí, enviándote! Yo te llamo para una charla desesperada, pero el que vengas es muchísimo mejor. Dios te bendiga, hija. Dios te bendiga.
- Aguarda, ¿Estás predicando? ¡Esa cosa que bebiste sí que debe de haberte afectado! -grita- Pero ya, nos vemos en unos minutos -y corta la llamada.

Camino por la habitación de aquí para allá, pensando en si hay algo que no he recordado, en si se me ha escapado algo, pero no, nada sale a flote.  Pero antes de eso, aprovecho de buscar un sostén y ponérmelo. No quiero que se trasluzcan mis senos. No tengo tanto, es poquito la verdad, lo suficiente, ¡Pero aún así! No por eso voy a andar dejando que todos me las vean, ¡Ni muerta!

Narra Fabiola

Troto por las calles lo más lento que puedo para no cansarme. Se me olvidó traer dinero para un taxi desde el centro a la casa de Cristal, así que sólo me alcanzó para el autobús y me deja a unas cuantas cuadras. He decidido venir porque me ha dado algo raro saber lo que le pasó, aunque debo admitir que igual quiero reírme un poco de ella, para que no sienta tan mal ni se lo tome tan en serio. En ocasiones es muy dura consigo misma, y no quiero ni imaginar como se pondrá de aquí a unas horas o días más.

Cuando llego al lugar, abro la puerta que da de la calle al jardín, y luego me detengo en la puerta de la casa, respirando algo agitada, con las manos apoyadas en mis rodillas y mirando al suelo cabizbaja, porque soy pésima para ésto del deporte. No es tan así, pero bueno, simplemente no me gusta.

Me sobresalto cuando la puerta se abre de golpe. Alzo mi cabeza y un Drew muy sonriente está frente a mí. Me pongo derecha, y disimuladamente finjo mirar a mi pecho, pero en realidad quiero saber si huelo mal o algo con o que sudé. ¿Cómo supo que llegué?

- ¡Fabiola, viniste! -exclama, haciéndose a un lado para que yo pase. Lo hago de inmediato, y luego cierra la puerta tras de mí- ¿Cómo estás?
- Bien, acabo de transpirar un montón. Olvidé para un taxi -le cuento algo nerviosa. Es increíble que aún no pueda desenvolverme bien a su lado- Pero a pesar de eso todo va muy...
- Debes de estar cansada, lo sé porque luces un poco roja -me dice, antes de siquiera dejarme terminar- Te traeré jugo. Pero oye, puedes subir a ver a Cristal y yo te lo llevo para allá.

Se aleja de mí, en dirección a la cocina. Me percato de que la casa está en total silencio. Drew es muy atento, tanto que me da una sensación extraña. El estómago se me encoge cuando estoy cerca, y el que actúe de ésta manera lo provoca aún más.

Decido hacerle caso, porque para eso he venido. Así que voy hacia las escaleras y las subo. Pero casi me da un infarto cuando, al llegar al último peldaño, algo o alguien me empuja contra la pared, poniendo los brazos a los costados de mi cabeza. Suelto un grito ahogado cuando me percato de que es Seth.

- ¿Conocías a Cristal cuando le pasó todo eso? -pregunta amenazante- Estoy seguro de que sabes de lo que hablo.
- Suéltame, me pones nerviosa -le pido, porque en serio, no es que Seth sea alguien muy difícil de ignorar, menos de ésta forma- No sé de lo que hablas.
- Ella me contó mucho anoche sin desearlo -me dice. Abro los ojos como plato. ¿Tan lejos llegó ella? ¡Dios mío, no creí que fuera para tanto!
- Júralo -ordeno, sin quitar mi expresión de asombro.
- Fabiola, ¿Qué...? -escucho la voz de Cristal. Miro en dirección de donde proviene, y la noto refregando sus ojos con sus manos, justo en la entrada a su habitación.

Cuando me nota a mí, completamente atrapada por el cuerpo de Seth, pone una expresión de horror, y parece que se va a desmayar. Pero me quedo desconcertada cuando vuelve a entrar en su habitación, y más aún cuando vuelve a salir y trae con ella un bate de béisbol.

- ¡Violador! -grita- ¡Sabía que eras un violador! -corre hacia nosotros, empuja a Seth con toda su fuerza a pesar de que no logra que se mueva nada, e intenta golpearlo.
- ¿Qué? -Seth me suelta e intenta frenar sus golpes con sus brazos- ¡No intentaba eso!
- ¡Maldito, aprovechador! -logra darle en una pierna- ¡Fabiola, corre a mi habitación y protégete! -sigue golpeándolo- ¡Este tipo está desquiciado!
- ¡Cristal, lo vas a matar! -le grito, queriendo que se detenga- ¡No me hacía nada malo!
- ¿Cómo que no? -se detiene, pero apunta a Seth con el bate, que se encuentra algo enojado, apuntándolo como si fuese un arma- ¡Si lo que yo he visto pareció otra cosa! -se gira a Seth- Quédate quieto o llamaré a la policía.

Seth no hace caso, se acerca a nosotras y arranca el bate de las manos de Cristal sin el más mínimo esfuerzo. Ella lanza un grito desesperado, y me cubre con su cuerpo, queriendo que yo esté a salvo. Así que para aligerar el ambiente, la tomo por los hombros, girándola hacia mí, y la miro fijamente.

- Escucha, amiga. Nada malo sucedió -le digo- Solamente Seth me estaba preguntando una cosa.
- Pero no entiendo, ¿Quién pregunta de esa manera? -luce confundida- No me fío de él.
- Anoche no parecía eso -escupe Seth, evidentemente más enojado que antes.
- Cállate, no estoy hablando contigo -le responde Cristal.
- No discutan, no entiendo nada del asunto. ¿Qué sucedió entre ustedes? -pregunto, casi al borde de la locura. Detesto estar en medio de algo que no sé.
- Te sorprenderías -suelta Seth- Pero alguien aquí no quiere reconocer nada.
- ¿Cuál es el problema contigo? -Cristal se gira en su dirección- Que yo sepa, no pasó nada que sea digno de contar. Dices cosas que no son.
- ¿Estás segura? -Seth alza un ceja, y se le acerca- ¿Estás jodiéndome?
- ¡Aléjate! -ella se echa para atrás, en lugar de él.
- Fabiola, aquí está tu jugo... -Drew aparece en la escena por las escaleras, y cuando nos ve a los tres con el ceño fruncido, suelta un suspiro- Vamos a mi habitación.
- ¿Qué? -pregunto.
- Que vamos a mi habitación, gatita -me toma por la cintura y me arrastra con él.

Sin darme cuenta, ya estoy en su habitación y él asegura la puerta con pestillo. Un poco de miedo se adentra en mí, no es que sea para menos, considerando todo lo que pasó allá afuera y de la nada llega él, prácticamente me trae sin mi consentimiento, me llama gatita y para suavizar la situación tiene un vaso de jugo entre sus manos. Me lo tiende, y lo acepto algo dudosa.

- Esos dos tienen un problema de hormonas que deben solucionar -me cuenta- Pero que bueno que vinieras, me habría molestado estar solo mientras ellos dos se dicen cosas.
- Sigo sin entender -sincero, pegada contra el escritorio de Drew, mientras él se sienta relajadamente en su cama.
- Anoche Cristal bebió una cosa que no debió, obvio contenía mucho alcohol. Se puso ebria, y tiró muchas secretos personales de ella sobre Seth. Él la ayudó hasta que se durmió, y bueno, yo, como todo hermano cotilla que soy, escuché todo.
- ¿Qué exactamente le dijo? -pregunto.
- Todo sobre el maricón ese que estuvo con ella, incluso estuvieron encerrados en su habitación, pero eso ya es un tema aparte, porque me encerré aquí y pasé de ellos totalmente -se pone a reír. ¿Dónde está la gracia? Todo es mi culpa, yo fui la que abrió la boca y provocó que pensara en él más de la cuenta, pero que va, ¡Amigas por siempre! ¿Cierto? Sí, no creo que me odie por ello.
- Ah, bueno, eso ya está mejor, comienzo a entender. Cuando me llamaste sólo me dijiste que estuvo ebria -le digo, soltando una sonrisa.
- Supongo -se encoge de hombros, y lentamente se va poniendo de pie- Pero ahora hablemos de nosotros, que esos dos se vayan a la mierda.

Mi corazón se comienza a acelerar nada más al escuchar esas palabras. Drew se viene acercando a mí con decisión, como si yo fuera un indefenso gato y él un perro feroz, listo para atacar. El corazón se atasca en mi garganta y me limito a hacerme más para atrás, pero el escritorio me lo impide.

- ¿Pasa algo? -pregunta, alzando una ceja. Se detiene frente a mí, y acerca su mano a mi cintura. El aire se me va- Estás tensa.
- ¿Nosotros? -es lo único que me atrevo a decir.
- Sí, nosotros, nada más que nosotros -aprieta su agarre contra mi cintura, y de pronto me siento demasiado encerrada, con mucho calor.
- No hay un nosotros -le recuerdo. La voz casi ni se me escucha, ¿Qué me pasa?
- Que lo haya, entonces -dice con seguridad- Apostaría para que tuviéramos algo, tanto, que dejaría que apostaras por un No habrá, y yo esforzarme hasta ganar con mi Sí habrá.
- Drew...
- ¿Drew? -sonríe un poco, pero una vez más, yo no veo la gracia.
- Tú no eres así, estás comportándote extraño -le digo.
- Oh, estaba esperando el momento indicado, pequeña Fabiola -esboza una sonrisa aún más grande- Lo astuto que soy te podría dejar impresionada. Planeé hasta lo del jugo.
- ¿Qué? -abro los ojos- ¿Cómo podrías planear eso? -ahora estaba un poco molesta.
- ¡Todo fue parte de mi plan! -dice orgulloso- Si te dejaba pensar que era un tonto muy atento que no se daba cuenta de nada, aceptarías estar más cerca de mí, y funcionó. Por poco fracaso, pero míranos ahora. Indefensa en mi habitación.
- ¿Quieres decir que fingiste todo? -intento ocultar mi voz molesta.
- No -niega con la cabeza- Claro que no. A lo que me refiero es que quise que tuvieras un poco más de confianza en mí, y sólo iba a lograrlo si iba a paso lento. Lo de tus padres, y mi atención hacia ti eran completamente verdad, pero a poca velocidad. Si me tiraba como un tigre sobre ti, te iba a espantar.
- Me estás espantando ahora -confieso, temblorosa.
- ¿Y por qué no estás corriendo? -pregunta, y ahora rodea mi cintura con ambos de sus brazos y se adhiere a mí. Mi respiración se detiene- ¿Va a ser necesario que nos emborrachemos como esos dos? -suelta risas- Espero que no.
- Yo no bebo -mi poca capacidad de habla en este momento es lo que me molesta más ahora- Sólo un poco de vino, en ocasiones.
- Me alegro de eso -acerca su rostro a mí, y siento que voy a morir. Ni siquiera puedo moverme, estoy totalmente tiesa- No temas de mí. Tú y Cristal son tal para cual, ambas parecen haber sufrido y creen que todos vamos a hacer lo mismo con ustedes.

Drew hace un movimiento tan rápido con sus brazos que no alcanzo a reaccionar. Solamente me percato de que una de sus manos sujeta mi cuello con decisión, y abalanza su boca contra la mía, dejándome completamente capturada por él.

Nada más al primer contacto, siento que un montón se sensaciones estallan dentro de mí y se esparcen por cada cavidad de mi cuerpo. La sangre me hierve, mis manos sudan y de pronto es como si estuviera pasmada, como si no supiera qué hacer. A pesar de eso, cuando logro entrar en razón, comienzo a corresponder su beso como si mi vida dependiera de ello.

Mi cintura permanece rodeada por uno de sus brazos, mientras que su otra mano la mantiene en mi cuello, pero termina deslizándola por entre mi cabello, queriendo sentir su textura y suavidad, atrayéndome aún más a él.

Me estremezco cuando muerde mi labio inferior y suelta un gruñido. Sé que se da cuenta, porque aprieta su agarre y hace que nuestro beso se vuelta totalmente apasionado. Llevo mis brazos a su cuello y ahora soy yo la que lo trae a mí. Jamás había tenido un beso tan increíble como éste. Llego a desconocer lo sexy que me parece, lo atractivo y caliente que es, sobretodo cuando Drew me alza en el aire y me sienta sobre su escritorio, para luego adentrarse entre mis piernas y hacer que estemos completamente adheridos el uno al otro. Puedo sentir su cuerpo y de pronto siento una calor insoportable.

Por poco me alejo cuando siento que Drew desliza una de sus manos por debajo de mi camiseta holgada. De no ser porque me lo impide, seguro lo habría hecho. Su dedo recorre con delicadeza la zona de mi columna vertebral, desde arriba hacia abajo, lentamente, y vuelve a intensificar nuestro beso. Pero justo entonces, se detiene en la parte baja de mi espalda, y hace presión con la yema de sus dedos, como queriendo que se queden pegados a mi piel. Es cuando nuestros labios comienzan a separarse, y una sensación de malestar crece en mí. Yo no quiero que se acabe.

Había besado a otros chicos antes, pero jamás había sido de ésta manera, menos cuando apenas es el primero. Mi respiración está un poco entrecortada, mi estómago parece un remolino y cuando alzo mis ojos para verlo, me pregunto qué es lo que siento por él.

Narra Cristal

Cuando mi mejor amiga y Drew se encierran en su habitación, Seth y yo nos quedamos en completo silencio. Pero cuando él se da la vuelta y baja hacia el primer piso, todo está más silencioso aún. De pronto me siento un poco sola. Algo triste, también.

Estoy realmente aburrida de ser como soy. Siento que no encajo ni con mi hermano. No soy idiota, sé que él tiene sentimientos por Fabiola, y aunque ella no lo reconozca o quizás ni siquiera se ha dado cuenta, puedo sentir que hay algo dentro de ella que brilla a causa de él.

Con esto puedo llegar a la conclusión de que me quedaré totalmente desamparada o algo así. No es que me moleste, me haría muy feliz que ella pueda volver a querer o incluso amar a alguien. ¿Pero y yo? ¿Qué pasará conmigo? Vamos a alejarnos. Nadie me soporta.

Unas enormes ganas de llorar se apoderan de mí. Doy todo mi esfuerzo por mantener mi rostro sin ninguna expresión, y porque mis ojos dejen de humedecerse, pero se me hace tan difícil que fracaso; La primera lágrima cae por mi mejilla.

Seco mi rostro con mi brazo, y suelto un suspiro frustrado. ¿De dónde viene esa tristeza? Porque no es sólo por esto que pienso. Creo que hay algo más, pero no sé lo que es. Así que me decido a ir abajo. Es mejor que quedarme desconectada del mundo, tan solitaria y penosa.

Encuentro a Seth sentado en el sofá, mirando fijamente el florero de la mesita de centro, tan concentrado que me pregunto en qué pensará. Y eso hace que recuerde todo lo que le conté anoche, por lo que la idea se me hace insoportable y estoy desesperada por decir algo al respecto.

- Seth -le hablo, con voz calmada. De inmediato se sorprende, y sus ojos se dirigen hacia mí.
- Dime.
- Recuerdo muy bien lo de anoche -sincero, y eso parece llamar su atención, porque endereza su postura y sigue atento a lo que digo- Pero nada fue cierto, ni lo del maldito abusivo imaginario. Nada más te dije puras porquerías, me pareció divertido jugar con algo así -miento de tal manera que me duele- ¿Está claro?

Lucho por lucir decidida y segura de mis palabras. La mirada fija de Seth hace que las cosas se me hagan un poco difíciles, pero gracias al cielo logro mi objetivo. Cuando lo veo asentir con la cabeza, mi cuerpo se relaja un poco.

- Lo sé -se limita a responder.
- ¿Lo sabes? -suelto, y me maldigo a mí misma por no mantener mi boca cerrada- Digo, ¿Cómo supiste?
- Estabas ebria, tu mente procesó cosas sin sentido -se encoge de hombros- No es nada.
- Y lamento haber intento besarte o algo -trago saliva- No tengo intenciones ni nada de eso.
- Bien.

Dicho eso, me dirijo hacia un sofá individual y me siento allí. Llevo mis rodillas al mentón, y abrazo mis piernas con mis brazos. Sé que Seth me mira, pero escondo mi cabeza entre mi cabello, queriendo demostrar que he dado el tema por acabado. Porque así son las cosas: No hay nada más que decir.

♥♥♥

¡Hola! Aquí un capítulo, sé que seguro pensaban que no iba a publicar, pero ya ven que he cumplido. ¡Ha sido el primer beso de Fabiola y Drew! Estoy muriendo, literalmente. Espero que les haya gustado tanto como a mí. No olviden comentar, y estaré de vuelta por aquí pronto. Las quiero un montón, besos para ustedes, muaaah.