27 de julio de 2014

Capítulo 49 -Por un capricho.



Me desesperaba el no saber que más hacer. Y aún más que el me viera de esta forma sin tener idea de lo que estaba sucediendo. Todo en mí era bastante idiota. Mi dignidad se iba por la borda. 


- ¿Pero qué es lo que pasa? ¡Habla hija!–sabía que no me gritaba por enojo, pero me dolía lo que yo misma provocaba- Me estás asustando –levanto la cara a duras penas y se gira hacia Michelle- ¿Qué sucede? ¿han peleado? –noté que su voz no iba con demasiada dulzura hacia a ella y no podía permitir que ambas saliéramos mal cuando solo debía ser yo.


Pero además, yo tenía más que claro que su susto no era más grande que el mío. Y podía apostar por eso en ese mismo momento. Todos los millones de mundo.


- No la metas en esto –mi voz se escuchó pésimo y me sorprendí- No es con ella. No ha pasado nada entre nosotras. Ella… intenta ayudar.

- ¿Ayudar qué? –preguntó exaltado- ¿Qué mierdas está pasando aquí? Michelle salió de la casa muy bien. Tú en la escuela. La bebé durmiendo. No la dejé por más de diez minutos aquí y me encuentro con esto al llegar –realmente estaba comenzando a alterarse- ¿Y si me dicen de una vez?


Miro fijamente a Michelle, tratando de ignorar que así podrían ver perfectamente mis ojos horribles y mi cara roja. Se encuentra cabizbaja y pude darme cuenta de que ella no se sentía bien ni victoriosa por haberme pillado. Simplemente actuaba como una madre lo haría por su hija. El no serlo directamente de sangre, era lo de menos. 


Yo solo estaba retrasando la verdad, y eso no me llevaba a ningún lado. Era un hecho que no me pararía de este sofá sin desahogar todo lo que había tenido guardado: La culpa, el remordimiento, el temor, la traición. No exagero. Me sentía como una caca de perro pisada por un tipo de zapato enorme. 


- Tengo novio –solté lo más rápidamente posible. 


El silencio reinó en el lugar. Podía meterme en la cabeza de papá, metafóricamente, analizando esas dos cortas palabras. Sin embargo, me quedé impresionada con la respuesta que obtuve a cambio, al cabo de un minuto.


- Bueno, __. Eso tarde o temprano iba a pasar –suspiró, sin nada de gusto, pero queriendo parecer comprensivo- ¿Quién es?


Me quedé callada. Y él esperó, no por mucho.


- __, ¿quién es? ¿Es mayor que tú? Y su nombre, por dios –su insistencia comenzó, pero no podía culparlo.

- No te enojes –bacilé, volviendo a llorar.

- ¿Con quién estás? –volvió a preguntar firmemente. Poniéndose tenso- ¿Con ese chico Justin?


Sentí el desagrado en su voz, pero una pizca de burla, como tirándolo en broma. Eso no duraría mucho. Él realmente creía que no sería posible. Me maldije a mi misma por hacerle creer tan insistentemente que nada ocurría entre nosotros.


- Es Justin, sí –asentí con la cabeza. Demonios.


Me preparé para su furia. Levanté la mirada y su rostro parecía desfigurado y casi irreconocible. Y por eso, me preparé aún más. Los gritos, los regaños, no tardarían en aparecer.


- Maldita mierda, hija –se pasó la mano por su cabello, sin poder creerlo- ¿Él? ¿Estás hablando enserio? –preguntó casi en un susurro, y entonces gritó- ¡Te dije que no te metieras con él! ¡Te lo dije! -fue tan fuerte que salté y hasta Michelle lo hizo. Bastó para seguir llorando, ahora frenéticamente- ¡Fueron tantas veces que perdí la cuenta! ¿Me mentiste? ¡Te creí!

- ¡No es cierto! ¡No me creías, siempre dudabas! –grité en respuesta.

- ¿Entonces por qué carajo seguías esforzándote por convencerme? ¿Te sientes mejor, recordando que querías agrandar aún más la mentira? ¿Y por cuando jodido tiempo han estado besuqueándose?


Lo del besuqueo me cayó mal. Pero lo demás, puedo decir, lo reconocía, dentro de mí. Pero no me atreví a decirlo. Me odiaba.


- Dos meses –y ahora me odiaba aún más, por mentir sobre la cantidad de tiempo- Solo dos meses –vaya, remate.

- ¿Segura que solo dos meses? –olvidaba que papá era testarudo y tenía un maldito don de saber qué es cierto y qué no lo es- Puedo sentir que estás mintiéndome. 


Me quedé callada y rodé los ojos, pero no lo notó.


- Él es buena persona, ha hecho mucho por mí, papá.

- ¿Mucho por ti? ¿qué cosas ha hecho por ti? –su risa sínica se apoderó de él por un segundo- ¡Tú lo quieres por lo que ha hecho por ti, solo es compasión! Ni siquiera sé si es cierto eso de lo que ha hecho, ¡pero no es amor, __! ¡Son cosas distintas!

- ¡Yo quiero estar con él, papá! ¡No es la estúpida compasión! –ahora ya no tenía pena, me sentía cabreada por la poca comprensión que él tenía.


Siempre los adultos están quejándose y diciendo que los adolescentes somos aún niños y que no podemos amar a alguien. Todo el tiempo se escucha el “Cuando seas grande, entenderás” y se olvidan de que también tuvieron nuestra edad, ¡me jodía!


- ¡No lo quieres, entiéndelo! ¡Yo te dije que te buscaras alguien mejor, joder! –ahora gritaba más- ¡A un hombre! ¡Un hombre que te cuide, que sea responsable! ¡Aún son unos niños! ¿Qué crees que pasará si te deja embarazada? Adiós puta juventud, adiós salidas, adiós vida loca, y adiós a él, ¿sabes por qué también le dirás adiós a él? Porque te va a dejar. Va a irse con otra y tú tendrás que criar al bebé, sola. Luego dejarás la escuela y trabajarás de niñera con una mierda de sueldo, ¿acaso eso quieres?


No, por dios, ¿cómo querría eso? Y odiaba que utilizara a las mujeres que son niñeras, como poniéndolas en menos. Son personas que se ganan la vida haciendo lo que pueden, además de que cuidar bebés no es nada fácil. No andan robando. Que él las viera como poca cosa era horrible. Pero también, por un lado, sentí que solo quería poner un ejemplo. Él quería que yo fuera mucho más mejor. Que saliera adelante.


- No –respondí sin más.

- ¿Entonces? –gritó de nuevo.

- ¡Que no voy a quedar embarazada! ¡No por estar con alguien significará que todo está asegurado, quizás ni siquiera me case con él! –reconocí, nadie sabe su destino, ni aunque lo desee- ¡Tienes que dejarme tener la edad que tengo! ¡Darme más libertad, no conozco nada del mundo! ¡Ni siquiera me sé el nombre de las calles del barrio!

- ¿Cómo quieres que te deje hacerlo? Me descuido por un tiempo y luego resulta que ya estás con alguien y yo no lo sabía. ¡No sabía lo que estaba sucediendo en la vida de mi hija, hasta ahora!

- ¡Tenía miedo, papá! ¡Tú me das miedo! Antes me decías que si yo llegaba a quedar embarazada a temprana edad me echarías de casa, y que si llegaba a tener un novio que no aprobaras me alejarías, costara lo que costara. ¡Incluso hubo una vez en que amenazaste con llevarme a un internado!


Michelle abrió los ojos como platos. Definitivamente no se lo había esperado, pero tenía derecho a enterarse. Y no temí en decirlo, porque sabía que ellos seguirían juntos. Después de todo, sé que se aman. Quizás tanto como yo amo a Justin. O más. 


- __, eso del internado no era cierto, cuando uno se enoja dice cosas estúpidas. Pero sigo sin entender, ¿no tienes cabeza? ¡Creí que eras más inteligente! ¡Esperé más de ti!

- ¡Joder, papá! ¡Basta! –le grité furiosa.

- ¡No, tienes que entend…! 

- ¡__(tu papá)! –la voz de Michelle nos interrumpió de sorpresa y ambos la miramos, atónitos- Tú y yo también estuvimos escondidos, ¿se te olvidó?


La cara de papá casi se cayó al piso, pero la mía realmente se cayó. No tenía idea de eso, jamás supe historias de sus romances. Bueno, sí, pero nunca me contó la de él y Michelle. 


- Cuando yo tenía dieciséis y tú tenías veinticuatro, nos escondimos de mi madre y de mi padre por bastante tiempo, ¡tú sabes lo que se siente!

- Cariño, eso no es lo mismo, ¡no puedes compararlo! –se negó.

- __ tiene la misma edad que tenía yo cuando nos conocimos –sentí que ella me defendía, y se sintió tan, pero tan bien. Entonces, se dirigió hacia mí- Tu padre y yo estuvimos juntos a esa edad. Luego de un tiempo, todo acabó. Y nos encontramos hace cinco años y volvimos a estar juntos, y entonces nos casamos hace poco, pero tú eso ya lo sabes, __.


Asentí, aún tratando de asimilar todo, y no entendía, ¿por qué si ellos pasaron por eso, me lo están negando a mí? ¿Con qué cara?


- ¿Y yo qué? –pregunté- ¿No puedo hacer lo mismo?

- No, no puedes. No quiero que vuelvas a ver a ese chico –habló bajo, pero muy seguro de sí mismo.

- Si se lo niegas, será peor –dijo Michelle- No creo que __ deje de verlo solo porque tú se lo ordenas. Lo hará de todas formas –hubo un silencio, ambos me miraban y supe que esperaban una respuesta de mi parte- ¿verdad?


De eso no tenía dudas. Asentí con la cabeza, sin mirarlos, pero estaba completamente segura de que lo haría y eso nadie me lo haría cambiar.


- Sí. 


Estuvimos discutiendo y gritándonos por varios minutos más, y ninguno hacía cambiar de parecer al otro, y yo ya estaba cansada, mi cuerpo se adormecía y quería tirarme en la cama a llorar y dormir. No quería seguir ahí.


- ¿Saben? Hagan la mierda que quieran. Desde ahora Michelle, tú te vas a ocupar de ella. ¡No quiero nada que tenga que ver con __! Nunca voy a perdonar esto. Que haga lo que quiera. Yo me rindo.


Y eso me rompió el corazón. Se giró sobre sus talones, se fue hacia las escaleras y subió al segundo piso. Cerró la puerta de un portazo. La bebé debía estar en mi habitación durmiendo, porque no se despertó con los gritos. Y yo, a pesar de que no estuviera ahí, seguí llorando. Y de repente agradecí al cielo no haberle dicho que Justin ahora trabajaba en mi misma escuela. Odiaba seguir mintiéndole, pero ahorraría problemas. No era necesario que se enterara. Eso pensé, al menos.


Cuando sentí un brazo sobre mi hombro, lloré aún más. No podía creer que siguiera aquí, a mi lado, siendo que le mentí y me gané la confianza completa de su parte. Ni siquiera mi verdadera madre se dedicó a cuidarme, pero ella actúa como una. Jamás me ha significado el hecho de no tener una verdadera, de que me haya abandonado en los brazos de papá, pero agradecía al cielo tenerla a ella. Incluso a veces me daban ganas de decirle Mamá, pero no tenía las agallas. 


- Lo siento tanto, Michelle –ella me entregó un pañuelo suave y me soné- Yo no quería que tú también salieras con problemas con él , de verdad. Puedo jurarte esto, y no te miento, ¡enserio!

- Tranquila, __ -me acarició- Sabes como es tu padre. Se le va a pasar. Solo necesita tiempo para entender todo y aceptar las cosas como son –asentí, intentando creerle, y tener confianza sobre ella, tanto como ella la tuvo por mí- Pero esta debe ser la última mentira, por favor, no lo repitas, ¿de acuerdo? Y ahora límpiate la cara, porque estás horrorosa –se echó a reír- Ese chico, Justin, seguramente saldría corriendo por esa puerta de verte así.


Y me reí con ella, fue como un milagro. El día en que menos espero sonreír, ella lo logra con algo como eso. Era increíble. Una increíble persona.


- Gracias, Michelle. Por todo –agradecí temerosa. No podía decirlo más enserio.

- De nada, cariño –la miré y tenía una sonrisa tan diminuta y dulce, sé que significaba mucho para ella oírme decirlo- Y por cierto, estás castigada –se puso seria y se paró del sofá- No hay Internet, ni llamadas, ni televisión. Estoy segura de que a tu padre se le olvidó decírtelo, y que está ahora mismo en la habitación enojado con él mismo por no gritártelo. 

- Tienes razón, debe estar haciéndolo –era cierto. 


Michelle se fue a la cocina, a lavar los platos. Fui a buscar mi almuerzo y subí las escaleras y me adentré en mi habitación lo más rápido que pude. 


Lo primero que miré fue la hermosa cabeza de Romano. Ronroneó al instante, apenas mi vio. Y una ola de alegría vino hacia mí. Él podía provocar tanto en mí, que no podía creerlo. Sin él, estaría perdida.


No me enorgullezco de decir que seguí llorando por horas seguidas. Pero al menos tenía a mi mejor amigo a mi lado. Es un gato, lo sé. Pero no un simple gato. Él es mío. Es mi niño, mi bebé, mi ángel de la guarda. Tiene un gran trozo de mi corazón. Y no podía imaginar el no tenerlo cerca. Y tampoco quería. Pero podía sentir su intento por hacerme estar mejor. Se paseaba sobre mis piernas, queriendo tener mi mano acariciando su pelaje, y decía
miau continuamente, mirando mis ojos. Y créanme, lo lograba, porque dejé de llorar gracias a él. Sus patitas estaban apoyadas en el colchón. Su cabeza reposaba en mi hombro y ahora se encontraba durmiendo plácidamente. Verlo tan tranquilo y en paz, me hizo mi día, a pesar de que tuve una tarde de solamente mierda. Pero él hacía la diferencia. Y sentía que no necesitaba nada más. Solo a él, ahí conmigo. 

     ___________

¡Hola! Les he subido pronto, ya lo ven. Y ojalas les guste.
No sale Justin, y pido disculpas por eso. 
Pero ya saben, es solo por este.
Besotes y comenten y voten muuucho.
¡Chaolín!



24 de julio de 2014

Capítulo 48 -Por un capricho.



Todos en la clase estaban impresionados. Un poco más y la mandíbula se les caía al piso. Tenía ganas de pasar por en frente de cada uno y cerrarles la boca de manera burlona. No me atrevería, por supuesto. Pero deseaba hacerlo.

- ¡Sorpresa nivel dios! –exclamó el profesor, asustándome- Señorita __, usted debe tener al menos un agradecimiento para este joven. La ha elegido a usted, entre todas –dicho eso, dirigió su mirada a mi ardiente novio- Justin Bieber, cada vez es más digno de mi admiración. Podría darle una medalla, pero no gastaría mi valioso dinero en ello –volvió a dirigir su mirada hacia mí- Señorita __, el gracias por favor. Los modales son esenciales en mi clase.
- Ahm… –me aclaré la garganta, roja como un tomate.
- No, que no agradezca –interrumpió mi novio- Una dama no agradece un halago que no solicita.

El silencio reinó en el salón. Todos estaban, aparentemente, aturdidos por lo que había dicho Justin. Pero yo lo comprendí. Es más, lo comprendí perfectamente. Dirigí mi mirada hacia Sam y Roy, que yacían dormidos con las babas colgando.

Flashback.
Cuando llegó la hora de comer, todos nos fuimos a sentar. Todo estaba perfectamente ordenado. Los cubiertos, las copas y los platos brillaban de lo limpios e impecables. De verdad que se había tomado un trabajo muy duro en hacer todo esto. Me senté en frente de Dakota y Sam. Todos guardamos silencio y papá hizo un brindis y a continuación todos aplaudimos. Me hacía muy feliz ver esa sonrisa en su cara. Si él estaba feliz con ella, yo lo estaba y nada más importaba.

Luego vinieron unas palabras de un amigo del trabajo de papá. Yo no lo conocía. Tenía las intenciones de escuchar todo el discurso pero me aburrí, así que cogí mi móvil y entré a Facebook. Escribí un estado y subí una foto que había sacado en mi habitación al ponerme el vestido. A los minutos ya tenía comentarios de algunos amigos diciéndome lo bien que me veía. Yo siempre los dejaba ahí, sin poner like o decir siquiera un "gracias". No sé, no prestaba mucha atención a ese tipo de cosas. Si me gustan mis fotos, las subo. Eso.
FinFlashback.

Él sabía que a mi no me gustaba agradecer cuando me decían algo bonito. Pero yo a él siempre se lo agradezco, porque no es cualquier persona, es mi novio, y se merece toda la cortesía del mundo. Sin embargo, él no olvidó que para todos los presentes,  nosotros éramos unos completos desconocidos. No dejó que yo hiciera algo que no me gusta estando en otro papel.

- Bueno –la voz del profesor se hizo sonar, de repente- No pensaré que es un demente, a pesar de que lo pienso, porque algo me dice que tiene una razón para decir tal cosa. Así que muchas gracias por compartir parte de su tiempo con nosotros, joven Bieber. Ha hecho feliz a bastantes alumnas hoy –se rió él y luego al terminar, aclaró su garganta-  Que tenga un buen día.
- Y usted también, Don Juan.

Justin hizo un gesto de marinero con la mano y se dio vuelta para salir por la puerta, no sin antes darme una hermosa mirada. Sonreí para mis adentros, no podía ser tan obvia. Recibí la mirada de algunas chicas y la de Jackson. Él no es una chica, pero igual. Fue entonces cuando me di cuenta de la cara melancólica y molesta que tenía. Dirigí mi mirada hacia el frente para no tener que lidiar con eso. No me gustaba.

El día siguió pasando, como siempre. Estuve con Sam y Roy durante los siguientes recesos. Y cuando estaba por tocar el timbre para ir a casa, recibí un mensaje de Justin diciéndome que lo esperara en la misma calle en la que me deja ciertas veces. Me emocioné. Quería que llegara el momento, ansiosamente.

- Hola –lo saludé inocente al ya estar cerca de su auto. Me esperaba de pie, en la puerta. Me puse en puntillas y besé sus labios. Él correspondió al instante.
- ¿Cómo está la más guapísima de toda la escuela? –me reí ante lo que dijo y él también.
- No sé como lo hiciste –sinceré sin quitar mi sonrisa- No me lo imaginé.
- Deberías. Soy capaz de muchas cosas –una sonrisa coqueta se le formó- Muchas, muchas. Muuuchas.
- Deberías mostrarme –coqueteé también.
- Demonios, sí. En cuanto tenga la oportunidad, créeme –me abrazó por la cintura y antes de que pudiera besarme, me lancé encima y lo besé yo.

Puedo decir que fue un beso demasiado feroz. Tenía una inmensa necesidad de sentir sus labios, de abrazarlo, de decirle lo mucho que lo amaba y de morderlo por todo su delicioso cuerpo. Me aferré con más fuerza a él y ninguno de los dos hacía algo por parar. Lo disfrutaba, y sentir que él estaba igual que yo, me hacía estremecer. Somos novios, podemos hacer lo que sea que queramos.

De pronto sentí incomodidad. Un mal presentimiento. A pesar de no ser correcto, abrí uno de mis ojos y miré, por las dudas. Estreché la mirada. Una silueta que no se distinguía bien, estaba en la esquina de la izquierda. Decidí no darle importancia, cualquier persona podría pararse en una esquina. Decido fijarme bien una vez más. Dejo de besar a Justin y lo alejo lentamente de mí. El corazón me golpea y mi cuerpo se acalora. Mis manos tiemblan y al mismo tiempo sudan. Oh, no. Maldita sea, no. ¡No!

Se encuentra mirándome fijamente. Lo sé. Me reconoció. Posiblemente el momento más horrible que podría pasar, específicamente hoy. Miro a Justin, con ganas de llorar. Él me mira extrañado, y decide mirar a donde yo lo acababa de hacer. Sus ojos se agrandan y de un momento a otro, su piel se vuelve pálida. Luego vuelve hacia mí. Ambos nos miramos con pánico. Pero esa silueta que ahora ya los dos reconocimos, no se mueve. No queda otra opción que caminar directo hacia allí.

Mientras avanzo, me siento patética. Siento rabia, dolor, tristeza. De todo lo que no es bueno ni bonito. La incertidumbre me carcome y no sé que pasará. Aunque es más probable que desde este momento, ya no pase nada más con él.

- ¿Cómo pudiste? -me mira con tanto enojo y decepción que no puedo hacer más que bajar la mirada- Dijiste que no tenían nada. ¡Lo juraste! 

El alza de su voz me hace querer salir corriendo. No podía creerlo. No debía enterarse así. Se suponía que lo haría en el momento correcto. Se suponía que todo saldría como Justin y yo lo habíamos planeado, ¡eso debía pasar!

- Lo siento, Michelle –intento no tartamudear, y trato de no llorar- De verdad lo siento. 
- No, no lo sientes –se niega a comprender- Tú aseguraste que nada pasaba. Siempre lo hiciste. Ambos lo hicieron –nos apunta- ¡Le hice creer a tu padre que no tenían nada! –grita- ¡Yo más que nadie confié en ti y te defendí de él! 

No sabía qué decirle. Y sabía que Justin tampoco. Él parecía una estatua. Y yo sentía que cada parte de mí se rompía y caía al suelo. Era primera vez que me daba cuenta de que la idea que se nos ocurrió de ocultarnos no había valido nada. Nada.

- ¿No dirás nada? –preguntó sin perder su postura- ¿Te vas a quedar callada? Eres mentirosa. Los dos lo son. Pero sobretodo tú, __. Rompiste nuestra confianza. Sobretodo la mía. Yo confié más en ti que tu padre, y lo sabes.

Ella lo sabía, no iba a atreverme a decir nada. Y lo más irónico era que todo lo que ella decía era la verdad. Mentí. Gané su confianza y los traicioné. Y además de eso, soy una completa cobarde. Y trataba de guardar mis lágrimas con toda mi fuerza, pero se me hacía tan difícil.

- Hoy mismo le dirás sobre esto, apenas llegues a la casa. Todo se lo vas a decir –el solo pensarlo me hacía retorcer- Y lo lamento, pero si todo con este muchacho termina aquí, no será mi culpa. Simplemente tendrás que aceptarlo –eso lo sabía- Ya camina.

Michelle se gira y avanza. Me preparo para caminar y doy un paso, sin siquiera mirar a Justin. Él da un paso al mismo tiempo, pero Michelle lo frena.

- Tú no, Justin. Vete a tu casa. Déjala hasta aquí.

Me atrevo a mirar por un momento a mi novio, o ex-novio, no lo sé, la verdad. Y lo veo tan destrozado. Tan pálido, tan confundido. Era como si no estuviera aquí emocionalmente. Estaba perdido. Pero luego logró llevar sus ojos hacia mí y pude ver la agonía en ellos. No pude mirarlo más. Y no tuve más opción que caminar tras Michelle.

Mientras íbamos a casa, no sabía qué pensar. ¿Todo acabaría aquí? ¿Ya no podría verlo más? ¿Qué iba a pasar? ¿Cómo reaccionaría papá? El miedo me consumía poco a poco y cada vez más rápido. Los segundos pasaban y yo acumulaba muchas más preguntas sin respuesta en mi cabeza. Quería llorar, pero al mismo tiempo, no quería. Pensaba en cómo convencer a Michelle de no obligarme a contar la verdad, pero no me escucharía, menos después de enterarse de esta forma.

- Michelle, yo… -traté de mantener mi voz bien- No quería. No sabía que…
- No, __ -me interrumpió sin voltear y sin dejar de caminar- Tú juraste que no había nada. Lo juraste. No sé como pudiste mentir.
- No quería, ¿está bien? –le dije demostrando desesperación- ¡Tenía miedo! Tú y papá me presionaban, ¡no supe qué hacer!
- ¡Sabías lo que tenías que hacer __! ¡Debías decir la verdad! –dos hombres iban pasando cerca de nosotras, concientes de nuestra discusión, pero no me importó.
- ¿Cómo podría haberlo hecho? Papá me habría alejado de él. Pudo cambiarme de escuela, cancelar mis salidas, mis amigas, y… -paré al momento de darme cuenta de que yo ya no tenía amigas- Habría obligado a que rompiéramos. ¡Y yo no quería eso! 
- ¿Y preferiste mentir por meses antes de enfrentarnos? –dijo aún con más enojo- Eso es de cobardes, lo sabes. ¿Acaso eso es lo que tu padre te ha enseñado?

No. Tenía razón. Lo que más el me enseñaba era que no debía engañarlo, ni andar por la vida creando toda una farsa. Ser responsable y buena hija. Pero él siempre me ha mantenido sobreprotegida, aún sabiendo que ya no soy una niña.

- No, no es. Pero tú no entiendes, ¡no lo haces! –caminé más rápido para alcanzar su paso. Jamás me di cuenta de lo rápido que caminaba, sin contar que antes estuvo embarazada- ¿Jamás pasaste por algo como esto?
- Vamos a hablar en casa. Sé que no soy tu madre, pero me he preocupado por ti desde que entré en la vida de tu padre. Eres una hija para mí. Me has decepcionado. No lo esperé de ti, ¡yo fui la que deposité todo en ti! ¡En cierto modo te ayudé a que continuaras con la falsa historia de solo amistad!

Y no me atreví a contestar. Me daba coraje que tuviera tanta razón. Y no quería pelear más con ella. No quería decepcionarla aún más. Y sabía que algo peor esperaba en casa. Esto no era nada con lo que me imaginaba.

El tiempo pasó tan rápido, que ni supe cuando ya estábamos en la puerta de la casa. Mi corazón iba a salir por mi garganta. Michelle buscó a papá por la casa, pero él no estaba. Me tiré en el sofá y no pude más. Tapé mi cara con las manos y me eché a llorar en silencio. Estaba aterrada, como nunca antes lo había estado. 

Michelle paseaba por la casa haciendo los deberes usuales del aseo, y mantenía una expresión tan dura y fría, que la desconocí. No era la mujer que estaba acostumbrada a ver. Nos llevábamos bien, pero verla de esta forma me hacía temblar. Y no me atrevía a hacerlo más de unos segundos. No lo soportaba.

En el momento en que papá cruzó la puerta trayendo una bolsa de comestibles, me sequé rápidamente los ojos. Él me miró más o menos sonriente, pero luego pudo ver mis ojos hinchados y rojos. Su sonrisa se desvaneció.

- ¿Pasó algo? –avanzó hacia mí y depositó un beso en mi frente. Luego se giró y fue hacia Michelle, que ahora se encontraba en la cocina.

Cuando ambos salieron de ahí, sentía la mirada femenina sobre mí. Sabía que ella estaba esperando que acabara con todo de una vez. Y yo sabía que era lo correcto. Pero, ¿Cómo diablos empezar? 

Verás, papá, aquí un resumen. ¿Recuerdas cuando fue tu fiesta de matrimonio en el local y yo fui por un baño público? Pues, entré a casa de Justin, el tipo que ni conocía, y fui a mear a su baño. Lo vi en boxers y salí corriendo. Olvidé mi celular y por eso no te cogía la llamada. Fui a buscarlo a su casa, y olvidé las llaves. Luego me quedé a dormir con él por varios días, fui a la fiesta de su gran amigo Víctor, una chica me llamó pequeña zorra y al devolvernos por poco nos atropella un auto. Confesó querer violarme en el capó de su auto. Tuve momentos malditamente calientes con él y también me fui de pinta por primera vez. Y oh, lo olvidaba. Tuvimos sexo desenfrenado, también. Y me gustó.

- Tengo que hablar contigo –solté de una vez.
- ¿Está todo bien?

Me quedé callada y negué con la cabeza. Bajé la mirada, tratando de no volver a llorar. No sabía como comportarme frente a él en ese preciso instante.

- Habla, __. Dilo –de inmediato se puso insistente.
- Por favor, no te enojes conmigo –chillé y no aguanté, ya era tarde. Las lágrimas volvían a caer por mis mejillas, esta vez, frente a él.

                                                           
____________

Mil disculpas por la tardanza. Perdonaaarme, ¿vale?
Las amo así enormemente. Se merecen lo mejor.
Gracias por no abandonarme, ¡enserio!
Besitos a todas. 
¡Subiré luego!