17 de febrero de 2015

Capítulo catorce - Fresa con Chocolate.



Estoy en clase, y es viernes. En la sexta de ocho horas diarias de instituto, y no puedo sentirme más sofocada. Estas dos últimas semanas han sido un problema. Creí que la semana de la piscina iba a ser relajada, ya que días antes terminaron todos los deberes en exceso, pero después todo se volvió incluso peor. Hace frío, estoy tratando de que Fabiola no se quede dormida, ya que anoche no pudo dormir bien, y encima nos están mandando un trabajo de Artes. Porque sí, estoy en la clase de Artes. ¡Menos mal que ya empieza el fin de semana!

- Y bueno, alumnos -comienza a hablar la profesora- Como les decía, el próximo viernes van a tener que traer un trabajo ya terminado, es decir que será para llevarlo a cabo en casa. La razón de esto es que el Director obliga a que pongamos una última nota éste mes, que será directo al libro. 

La maestra de ésta clase me agrada bastante. Es muy relajada, agradable, y tranquila. En pocas palabras, es como la maestra de ensueño. Tiene un aire hippie, y luce bonita. Dice que todo en el mundo es Arte. ¡Siempre me recuerda a Drew, porque es lo que él dice!

- Los materiales que usarán serán: pintura, no temperas. Lápiz de mina, goma, pinceles, y nada más que eso -informa- Quiero que lo que dibujen sea creado por ustedes, puede ser lo que quieran. Pero nada de dibujos animados, o frases de bandas musicales, ni insignias de ello tampoco. Exijo algo que los identifique más que eso, que los haga sentir un sentimiento profundo, personal, pero más allá de eso, que sea propio. Que nadie más pueda leerlo y analizarlo tan bien como ustedes.

Bueno, eso sí es tierno. Y significativo. Pero no sé qué es lo que dibujaré. ¡Una cosa más encima de mi preciada cabeza! ¿Cuándo acabará mi infierno? Porque no soy buena en Artes, creo. ¡Para nada! Quizás pueda dibujar algo bonito, pero pintando no salvo a nadie.

- ¿Qué vas a dibujar? -siento la voz de Fabiola, que está sentada a mi lado. La miro, y está refregando sus ojos con sus manos.
- Eso me estaba preguntando -suspiro- No tengo ni la más mínima idea.
- A mí me entusiasma, ya sabes que me gusta dibujar -sonríe de oreja a oreja- Sólo espero que no nos hagan decir el significado de nuestro trabajo en voz alta. Odio eso.
- Yo también. Si es personal que se quede personal -le digo, conforme con sus palabras.
- No voy a pedir que expliquen el trabajo -nos habla la maestra, tomándonos por sorpresa. No me di cuenta de que estaba pasando por nuestro lado. Está sonriendo- Así que pueden estar tranquilas. Cada uno debe sentir el Arte de otra persona a su manera.

Asentimos sonrientes, agradecidas de la decisión de ella. Ojalas todos los profesores pensaran así. Nada más uno hace algo y piden que lo gritemos a los cuatro vientos, ya sea para demostrar lo maravilloso que ha sido lo que hemos hecho, o lo malo y patético que es.

- Yo pienso que deberíamos ir a comprar los materiales pronto -propone mi amiga, mientras caminamos a la parada, para ir a nuestras respectivas casas- No sé, tal vez después de almorzar. Es viernes, tenemos tiempo libre.
- Eso estaría bien -le digo- ¿Entonces vamos hoy? Si quieres luego podemos ir a mi casa y ver una película. Así te quedas a la hora del té.
- ¡Claro! -acepta- Tengo que pedir permiso a mamá, ya sabes como es. Oh, mira -señala con el dedo hacia la calle- Ahí viene tu autobús.

No me esfuerzo en mirar si es o no el que me corresponde, porque confío en lo que me dice y en parte porque no alcanzo a distinguirlo. Aún está lejos para mi capacidad visual. Así la beso en la mejilla y me despido con la mano cuando ya está detenido frente a mí.

- A las cuatro en Sissy's. Pasaremos a comer un helado y de paso vamos por los materiales -le digo entusiasmada, y ella asiente con la cabeza, con mi mismo humor.

Me meto al transporte, pago mi pasaje y voy directo al último asiento. Saco mi celular de la mochila, conecto los audífonos y me pongo a escuchar música. El trayecto se pasa rápido. Los treinta minutos parecían haberse reducido. Eso es lo que pasa cuando te gusta tener algo bueno que oír, y encima te gusta viajar. ¡Son de mis cosas favoritas!

Llego a casa y ya todos están sentados en la mesa, con los platos servidos, esperándome. Me encantan los viernes, es el único día en que pasa esto.

- Hola -saludo, y me siento al lado de Drew. Puré de patatas con carne. ¡Rico!
- Hola, hija -me corresponden mamá y papá al unisono.
- Han hecho puré, ¿No es delicioso? -me pregunta Alejandro, con una felicidad tan notoria que mira al techo, como si fuese un milagro.
- No es gran cosa, pendejo -le dice Drew- Mamá hace puré una vez a la semana, sin excepciones. Ni que no hubieras comido nunca.
- Drew, no le digas pendejo a tu hermano -le reprende mamá.
- Entonces pendex, como suelo hacerlo -propone.
- Así está mejor -le permite papá.
- ¿Hola? -me hago escuchar- Saben que significa lo mismo, ¿Cierto?
- Sí, pero así no suena feo para ellos -me aclara Drew. Yo ruedo los ojos.

Decido ignorar y comienzo a comer mi comida. Alejandro tenía razón, está deliciosa. Me siento animada, ni siquiera tengo deseos de discutir con alguien. ¡Todo es perfecto! Siento que nada podrá arruinar mi día. Ni siquiera los más molestos del planeta: Mis hermanos.

Luego de comer bastante por unos minutos, hago una pausa y recuerdo en lo que he quedado con Fabiola. Yo nunca tengo dinero a la mano, porque no me dan mesada. Así que tengo que prepararme para pedir un poco.

- Papá, dame dinero -exijo.
- Claro, hija linda, cómo negarse a tu por favor -dice con sarcasmo haciendo una sonrisa torcida. Yo suspiro e intento no soltar una carcajada.
- Dame dinero, por favor -recalco el por favor y él me mira.
- ¿Para qué?
- Hoy debo ir a comprar pinturas para hacer un trabajo de Artes, así que quedé en ir con Fabiola y así ella podría venir a tomar el té con noso...
- ¿Tú haciendo Arte? -me interrumpe Drew, explotando en carcajadas- Eso sí es nuevo.
- No lo hago porque quiero, tonto -lo fulmino con la mirada- Es por una calificación al libro.
- En ese caso, creo que estaría bien que tu padre te de dinero -acepta mamá, y yo le sonrío en señal de agradecimiento.
- Créeme, sacarás un cero con o sin la pintura -comenta Drew.
- Cállate -le ordeno, ya un poco irritada. Me sentía bien y él comienza a arruinarlo.

Terminamos de almorzar, y luego me voy a duchar. Cuando termino, voy a mi habitación y comienzo a prepararme para llegar a Sissy's a las cuatro. No tenía ganas de llegar tarde. Además, se me antojaba el helado de la amistad.

Papá me da el dinero antes de irme, y me dirijo hacia el lugar de encuentro. Nada más llego, me voy a la misma mesa de siempre. Fabiola ya estaba ahí. La saludo, ella me pasa su dinero y voy a hacer nuestro usual pedido. No se demoran más de cinco minutos y regreso a la mesa, sentándome en el asiento libre.

- Helado de menta con trozos de oreo y salsa de chocolate para ti -le digo, extendiéndolo hacia ella. Lo toma y me regala una sonrisa grande, ansiosa por comerlo- Y helado de menta con trozos de frutilla y salsa de frutilla para mí.
- Gracias -agradece. Toma su cuchara y se echa un poco a su boca. Lo ingiere y me mira- Hace bastante tiempo que no veníamos. Se me antojaba uno de estos.
- A mi también, precisamente por eso llegamos a la hora justa, al parecer -comento riendo.
- Es que con estas delicias es imposible. Por cierto, ¿Qué almorzaste?
- Puré de patatas con carne, ¿Y tú?
- Caigua rellena -expresa, haciendo una mueca de asco. No puedo evitar soltar carcajadas- ¡No te rías! Sabes que detesto comer eso.
- No sé por qué no te gusta, se ve delicioso -sincero.
- Eso es porque no lo pruebas aún, Cristal. Un día que mi mamá vuelva a cocinar eso, irás a mi casa a probarlo -me invita.
- Sería genial. Porque ya sabes, ¡Mi madre no varía! -me quejo en voz alta- Los lunes legumbres, los martes suelen ser espaguetis con salsa, los miércoles la mayoría del tiempo es estofado, los jueves seguro hay cazuela -hago la misma mueca de asco que hizo ella, y se ríe-, después los viernes hace alguna otra cosa variada, pero hoy ha hecho puré y eso que puré toca los sábados. ¡Los domingos son el único día en que hay la maravilla!
- ¿Arroz con pollo al horno, ensalada de papas con mayonesa y tomate con cebolla? -pregunta, alzando una ceja sonriendo, segura de lo que dice.
- ¡Sí! -exclamo con ganas, retorciéndome por querer comer eso- Ese almuerzo, lo mejor.

El resto del tiempo nos dedicamos a terminar nuestro helado, y no tardamos casi nada en hacerlo. Luego de reposar, nos levantamos y vamos a alguna tienda económica en donde vendan artículos escolares. Elegimos las más bonitas y buenas, que estén al alcance de nuestro bolsillo, claro. Ambas compramos de la misma y satisfechas salimos de ahí.

- ¿Ya pensaste qué vas a dibujar? -me pregunta mi más mejor amiga en todo el mundo.
- No -respondo paciente- Tengo todo el resto de los días para pensarlo. ¿Y tú?
- Tampoco sé todavía. Pero ya se me ocurrirá algo -explica- O tal vez sí. Tengo una pequeña idea, pero te la diré cuando esté confirmada.
- Me parece bien -le sonrío- Ya quiero saber lo que es.

Nos vamos caminando del centro hacia mi casa. Como no queda tan lejos, es bueno hacerlo de vez en cuando. Además es saludable.

Nos la pasamos riendo y contando cosas que nos ocurrieron cuando pequeñas. Ella casi se desmaya de la risa cuando recordé y decidí contarle del día en que me caí en la pileta de gansos de mi abuela, que por cierto, estaba llena de caca. ¡Santa virgen! ¡Casi me morí! ¡Fue AS-QUE-RO-SO!

- No puedo creer que te haya pasado eso, con razón hueles tan mal.
- ¡Oye! -la regaño con la mirada, pero sin poder evitar reír- Me duché bien y el olor ya se fue. Pasó hace años, por favor.
- Quizás te queda un olor -se acerca e intenta olerme.
- Ya basta, no es gracioso -le pido.
- Sabes que te quiero así de fétida -me abraza, ruedo los ojos pero se lo correspondo. No sé qué haría sin sus burlas y sin su cariño.

Nos vamos acercando a mi calle, y lo primero que noto, es la joya de auto negro que no veía hace días. Frunzo el ceño sin poder evitarlo. ¿Ya está en casa? ¿Quién lo invitó? Que pregunta más sin sentido, obvio que fue Drew. No he visto a Seth desde ese día en la piscina. Sólo espero que no intente acercarse más a mí de nuevo. ¡No lo soportaría!

- Vaya, no soy la única que ha decidido venir hoy -habla Fabiola, sacándome de mis pensamientos, mientras seguimos caminando.
- Al parecer no. Tú no me molestas -le aclaro-, pero él sí.
- ¿Te ha hecho algo malo?
- No -confieso, mirando al suelo- Pero ese día en la piscina, fue tan raro...
- ¿A qué te refieres?
- Tú sabes que no me gusta que ningún hombre me toque, amiga. Sabes que tampoco quiero que se me acerquen, a menos que sea para decirles algún insulto después -ella asiente con la cabeza, escuchándome atentamente- Pero ese día cuando me tocó, me sentí eufórica. Pero luego cuando tú y Drew se salieron de la piscina y me dejaron sola con él, me dijo que... Que lo había hecho bien -vuelvo a observar a Fabiola, y ella tenía una expresión confusa. Desvío la mirada y sigo hablando- Que nuestro roce había sido un paso más para mí. Que no tenía de qué temer -hago una pausa, y suelto un gran suspiro- Por último, dijo que sólo quería ser mi amigo.

Fabiola se queda en silencio por unos segundos, sin quitar la expresión. De pronto me entra la sensación de que está impresionada, tanto como yo. Como en un estado de shock.

- ¿Cómo no me contaste antes? -cuestiona- Estoy enojada.
- No estás enojada -me río.
- Pero podría estarlo, amiga -me dice- ¿Tienes idea de lo que quiso decirte?
- No. No sé a lo que se refería, es todo muy complicado, y...
- No es complicado, Cristal -me interrumpe- Por el amor de Dios, él ha averiguado cosas de ti sólo mirándote. Una de dos, o se refería a que hiciste bien en esforzarte por intentar nadar, o que estuviste bien dando un paso más cuando él te tocó. Sabe que es un problema para ti, lo presiento. Y también presiento que, no sé, que hay algo que él intenta.
- Pero no puedo dejar que él lo sepa -le digo- Voy a seguir negando lo que pasa. Jamás voy a admitir alguna debilidad que yo tenga en frente de él, y sabes por qué.
- Deberías dejar que él sea tu amigo. Lo ha dejado claro. No quiere más que eso.
- Los amigos hombres no existen para mí. Menos él. Me pone los pelos de punta -expreso con nervios, y me dispongo a abrir la puerta de entrada al jardín de la casa.

Nada más entramos, todos están sentados en los sofás, conversando felices. Menos Alejandro, claro, porque de seguro está acostado viendo vídeos en su mugroso celular. ¡Es un rata! Que salga de su madriguera o lo que sea alguna vez en su vida. ¡No tiene gracia ser como él! Que un Dios lo ayude.

- Ya llegué -aviso, como si fuera lo más obvio- Hola a todos.
- ¡Hola! -saluda Fabiola a mamá de un beso, y también a papá. Incluso a Drew y a Seth. Ella sí es educada. Debería de aprender de ella, lástima que no puedo.
- ¿Cómo les fue? -pregunta papá.
- Bien, compramos las pinturas y los pinceles -le cuento- Te sobró un poco de dinero, nada más que unas cinco monedas. Descuida, ya me las quedé -sonrío satisfecha.
- Vaya, te regalé algo y ni cuenta me di -dice él.
- Ese dibujo les va a quedar terrible -comenta Drew, de la nada. Lo asesino con la mirada de inmediato. Nada más acabamos de llegar y ya quiere arruinarnos la tarde, ¡Él es imposible!
- Drew, no seas malo con las chicas -le pide mamá, frunciendo el ceño.
- ¡Pero es que es la verdad! -insiste- No saben dibujar.
- Para que lo sepas, Fabiola es muy buena dibujando. Dibuja por diversión todo el tiempo. Me muestra sus dibujos, sus maquetas, y demás -le cuento orgullosa. Drew abre la boca, sin poder creerlo.
- ¿Es eso cierto? -le pregunta a ella para verificar, mirándola.
- Sí. Siempre lo hago -reconoce algo tímida- Me gusta mucho hacerlo.

Al parecer Drew no se lo esperaba, porque sigue con un aire de no poder creerlo. Alguien tenía que saber los dotes de mi mejor amiga. Hay muchas cosas geniales de ella, muchos talentos que nadie conoce, pero que deberían de ser mostrados.

- Las dos chicas son muy buenas -dice mi padre- Bueno, Cristal lo era, no sé ahora. Ella sacó el tercer lugar en un concurso de dibujo cuando tenía apenas siete años.
- Papá, no cuentes eso -me apresuro a impedirlo.
- ¿Por qué? -pregunta confundido- ¡Tienen que saber lo que mi hija logró!
- No me gusta -sincero- Era pequeña, no quiero hablar sobre eso.
- Yo pienso que fue pura suerte que Cristal sacara un lugar en ese concurso -se mete Drew, poniéndome en una posición aún peor.
- Estás celoso porque tú no sacaste un lugar -le dice Fabiola riendo.

Me uno a sus risas. No me esperaba eso. Drew se quedó callado, con el ceño fruncido. ¡Se lo merece, le pasa por idiota! Mamá y papá empezaron a burlarse de él también, mientras que el espécimen de Seth le daba palmadas en el hombro, en señal de apoyo. ¿Podría ser más tonto? Agh. ¡Me cae tan mal! No sé ni por qué lo aceptan en la casa.

El resto de la tarde pasó rápido. Con Fabiola vimos una película, comimos unas frutas, y luego tomamos el té con mi familia. Fue todo muy bonito, y afortunadamente, no hubo ningún otro problema en el transcurso de nuestro viernes. ¡Al fin un día agradable!

♥♥♥

¡Buenas! ¿Cómo han estado? Yo espero que bien, porque yo sí lo estoy. Quiero decirles que me encanta que les guste tanto la novela. Agradezco a quienes no me han dejado de leer, porque varias lo han hecho por el desagrado que le tienen a Cristal, o porque ésta novela no les gusta tanto como las otras. Así que un montón de besos y abrazos. 

Por cierto, les diré algo. En dos semanas voy a irme de viaje por unos días de otro lado del país, y pensé en tal vez hacer una maratón. Por ejemplo, subiría un día martes. Si los comentarios llegan a +5 en un sólo día, subiría el siguiente de inmediato al llegar a esa cantidad, y así sucesivamente. En total, subiría cuatro capítulos en la semana, si comentan lo necesario. ¿Les parece? No sé si me han entendido, díganme en los comentarios. Y también si les gustaría que lo hiciera. Pero no sé la fecha aún. Avisaré, de todos modos.

Las invito a mí nuevo blog: www.hogarnocturno.blogspot.com
No esperen novela ahí. Solamente son sentimientos profundos que desarrollo.

Bueno, es todo. Espero que lo hayan disfrutado, que les guste, que se hayan antojado de comer helado JAJAJAJ y demás. Muy buenas noches si lo están leyendo ahora en la noche, y buenos días si lo están leyendo en el día. ¡Adiós! ¡Nos vemos el Viernes!

15 de febrero de 2015

Capítulo trece - Fresa con Chocolate.



Después de unos cuantos minutos decidiendo qué era lo que queríamos hacer, quedamos en intentar aprender a nadar. Yo no sé hacerlo, me ahogo de inmediato. Pero Fabiola es mejor que yo. No tanto, pero comparada conmigo, ella podría ser la diosa suprema.

- Tienes que recostarte en mis brazos, patalear y manotear como te indiqué, no debes parar, ¿Entiendes? -me dice ella. Yo asiento con la cabeza.
- Sí, no dejar de mover mis extremidades, lo entiendo -respondo nerviosa- ¡Pero voy a morir! Dios, ya no quiero hacer esto.
- No morirás, Cristal -suelta unas risas- Te sacaré antes de que mueras. Tú solo tienes que relajarte o ni siquiera podrás flotar.
- Amiga, ¿Estás hablando en serio? -me cruzo de brazos- ¡Si ni siquiera sé hundirme sin taparme la nariz! Se me entra toda el agua.
- Ya, pero tienes que esforzarte. Eres capaz. ¡Vamos!

Ella no se cansará hasta que le diga que sí. Lo de no poder hundirme sin taparme la nariz me parece una molestia. ¡Esa fue una de las razones por la cual me enojé cuando me hundieron hace un rato! No quise decirle a nadie, pero creo que inhalé un litro de agua. ¡La sensación es horrorosa!

Me recuesto en los brazos de Fabiola, quedando con mi cabeza fuera del agua y mi cuerpo dentro. Era una posición extraña. Fabiola se esforzaba por mantenerme a flote. No es que sea muy fácil tener todo el peso de una persona en una forma incómoda. Pero bueno, ella insistió.

- ¡Tienes que moverte! -me recuerda, y entonces comienzo a hacerlo. El intento es fatal porque comienzo a gritar en cuanto mi nariz toca el agua.
- ¡Amiga, no puedo! -chillo- ¡No logro flotar!
- Cristal, lo estás haciendo mal. ¡Más rápido! -exige, y hago lo que me pide pero soy tan mala que mi cuerpo se cansa al instante y comienzo a reducir la velocidad.
- ¡No, no puedo, me rindo! ¡Aahh! -me quejo cuando respiro y un montón de agua se me va hacia la boca y la trago- ¡Sabe a cloro!

Me salgo de los brazos de mi amiga y me pongo de pie como puedo, respirando con dificultad. De pronto siento un montón de risas tras de nosotras, y nos giramos. Seth y Drew lloran de la risa por mi momento dramático, que por cierto, fue un desperdicio total. Sin embargo, aunque me cueste, decido ignorar sus risas.

- Mejor muéstrame cómo lo haces tú, e intentaré hacerlo lo mejor posible -le digo.
- Bien -acepta Fabiola- Lo haré, pero tienes que poner atención.

Pone su cuerpo por debajo del agua y de pronto sale a flote. Intenta mantener con dificultad su cabeza algo afuera para poder respirar, nadando así como perrito, cosa que quería aprender yo hace unos segundos. Logra avanzar un metro y luego para. Acto seguido se pone de pie.

- No está nada mal, pero podrías mejorar -sincero.
- Sigo siendo mejor que tú.
- Bueno, sí -reconozco soltando risas, y ella ríe.
- Vamos a ver, chiquillas tontas -se mete Drew, de la nada, en nuestra conversación de chicas- El más maravilloso profesor de nado sincronizado, es decir yo -aclara, apuntándose con su dedo índice-, va a salvarlas de lo patéticas que se ven haciendo la cosa esa que sea que hagan.
- Nadie pidió tu ayuda, Drew -le recuerdo- Tú solo vuelve a tu lado de hombres.

Dicho eso, me empuja con fuerza a un lado sin que pueda hacer nada y se pone al lado de Fabiola. Miro a Seth, que también está acercándose a nosotros y mira la escena de mi hermano, con un aire divertido. No puedo evitar girar los ojos.

Fabiola

El sentir a Drew tan cerca de mí, de pronto me hace sentir nerviosa, y quizá hasta un poco incómoda. Sé que puede ser grosero, pero nadie le pidió que nos enseñara. Pero sinceramente, tengo grandes ganas de aprender a nadar bien pronto. Aunque una de mis ventajas es que puedo aguantar mucho tiempo sin respirar sin problemas.

- Vamos al extremo de la piscina -me dice Drew, creyéndose todo un instructor o jefe.

Sin esperar a que yo le responda, va hacia donde me indicó. Miro a Cristal, que está con el ceño fruncido, y se encoge de hombros. Sonrío divertida por su comportamiento. Pero decido hacer caso a Drew, solamente porque en serio quiero esto. Así que camino hacia donde él, y me pongo a un lado, a una distancia considerable.

- Solamente tienes que tirarte al agua e intentar avanzar, ¿Estás captando? -me pregunta, alzando una ceja. Luce serio, y es como que comienzo a creer que no está intentando hacer ninguna broma o inventar algo sólo para que me vea ridícula.
- ¿Eso no más? -pregunto dudosa.
- Sí. Tienes que hacerlo moviendo los brazos -dirige su mirada hacia donde están Cristal y Seth, uno al lado del otro, observando con atención- Ustedes dos también deberían memorizar lo que nosotros dos vamos a hacer para que no se ahoguen si un día viajan en un barco y éste se hunde.
- No tengo problemas con ello -dice Seth- Soy un buen nadador.
- Entonces va para ti, Cristal -dice Drew, riendo sólo para molestarla.
- No veo el problema si un barco se hunde. Siempre están los chalecos salvavidas -se excusa ella, haciendo una mueca, y agrega:- Además tengo ventaja, siempre mujeres y niños primero. Ustedes son lo que se van a ahogar.

Suelto carcajadas incontenibles, porque lo que dice es completamente cierto. Drew me mira con el ceño fruncido, creyendo que eso me hará dejar de reír, pero aún así no puedo parar. Cristal se une a mi risa.

- Ya, ya, si ya terminaron de reír como unas hienas locas, deberíamos aprender a hacer esta cosa ya -interrumpe Drew- Después de todo será una ayuda para ustedes.

Decido callarme y me aclaro la garganta. Drew se pone en una posición para lanzarse, por lo que yo intento hacer lo mismo. Se siente un poco raro hacer todo esto con su ayuda. Nunca habíamos hablado más de un saludo.

- A la cuenta de tres, te lanzas conmigo e intentas nadar hasta el otro extremo -indica, y yo asiento con la cabeza.

Uno, dos, tres... Y me lanzo. Trato de mover los brazos y piernas lo mejor que puedo, pero me cuesta lograr sacar la cabeza un momento para respirar, y eso es lo que yo quiero lograr, porque lo demás siento que lo hago como se debe. Pero festejo cuando llevo al extremo debido y salgo a la superficie.

- ¡Lo hiciste! -grita Cristal, feliz por mi logro- ¡Eres toda una profesional!
- No es una profesional -Seth le lleva la contraria- Sólo lo logró.
- ¿Es una mosca la que habla? -se pregunta Cristal, poniendo una mano en su oído- Porque yo no te he preguntado nada, bocón.

Parece que Seth va a decirle algo, pero luego deja su boca abierta sin decir nada, la cierra y se queda callado. Aguanto mis risas, porque es sorprendente que alguien se detenga a meditar sólo para no discutir con ella, tragándose todo el orgullo. Eso no es lo normal.

- Estuviste bien -me dice Drew- No tanto como yo, pero aún así.
- Gracias.
- ¿Alguna vez en tu vida hiciste natación?
- Sí. Bueno, por la escuela a la que iba -le cuento- Nos obligaban.
- Con razón. Porque te mueves bien. No entiendo como una chica tan pequeña y frágil puede haberlo hecho. No se te nota.
- Uhm. El que no lo demuestre físicamente no quiere decir que no lo haya hecho.
- Ya veo. Estoy impresionado -sonríe satisfecho- ¿Te parecería venir a nadar conmigo a la piscina del centro algún día?

Me quedo estupefacta. Primero que nada, está teniendo buenos modales y segundo, me está invitando a ir a nadar con él. ¿Está pasando algo de lo que no me he enterado? ¿Drew está siendo agradable conmigo? Cristal me dijo que jamás era así con alguna de sus anteriores amigas.

- Oh, pues, yo... -trago saliva, aún en otra dimensión- De acuerdo.
- Bien. Porque debe de gustarte nadar, ¿Verdad?
- Me encanta, lo adoro en sí.
- ¡Pues ya estamos! -exclama entusiasmado- No puedo creerlo.
- ¿No puedes creer qué?
- Eres la primera chica que acepta ir a nadar conmigo.

Me quedo callada, porque no sé qué decir. Miro a Cristal, y está prácticamente con la boca abierta. No sé si es porque he aceptado la invitación o por el actuar de Drew. Seth, por otro lado, está sonriendo de oreja a oreja.

- Vaya, hermano -Seth comienza a hablar- Por fin encontraste a una chica que comparta ese afán tuyo. No lo desperdicies.
- No lo haré -responde Drew, casi con la misma sonrisa.
- ¿¡Alguien puede explicarme qué es lo que sucede aquí!? -grita Cristal, tan fuerte que Drew llega a hacer una mueca. Yo sonrío un poco- ¿Desde cuándo te gusta nadar?
- Desde que me he ido en las vacaciones de éste año a la casa de nuestra tía -nos cuenta.
- ¿Y por qué pasó eso? -vuelve a preguntar ella.
- ¿Qué coño te importa a ti? -comienzan a responderse mal.
- Tienes razón, no me importa -Cristal se cruza de brazos.
- ¿Vas a querer hacer lo que hice yo con Fabiola? -le pregunta Drew, dejando de lado la pequeña discusión- Dilo.
- No. Pensándolo bien, no quiero -responde.
- Vamos, Cristal, tú puedes -la animo, y ella me mira algo dudosa- Con el tiempo te irá saliendo bien. No es la gran cosa que no puedas todavía.
Mantiene su mirada fija en la mía por un momento. Luego suspira, y mira hacia el agua. Sé que es un poco difícil para ella. Hacer algo que no le entusiasma mucho, que no sabe hacer, y encima en frente de muchas personas no es su fuerte. Termina encogiéndose de hombros, sin una expresión de ansias en su rostro y voz.
- Está bien -responde- Voy a intentarlo.
- Vas a ver que vas a mejorar -le digo, intentando hacerla sentir mejor. Y parece que lo logro, porque sonríe y asiente con la cabeza.
- Te toca hacerlo con Seth -dice Drew, y Cristal abre los ojos como plato.
- Pero creí que era contigo.
- Será con Seth, porque yo ya tengo mi pareja de natación -le dice.

Al parecer Drew se está tomando muy a pecho lo de la natación. Pero por alguna razón no me molesta. A mí también me agrada tener a alguien que quiera hacer conmigo algo que me gusta. Nunca lo he hecho con un chico.

Cristal mira a Seth algo nerviosa, y él sólo se limita a asentir, como diciéndole que está bien. Ambos se acercan al extremo, y Cristal se aleja más de lo debido de él. Sus expresiones en su rostro muestran inseguridad, pero nadie más parece darse cuenta. Yo obvio no digo nada.

Cuando Drew se pone a contar y llega al número tres, ambos se lanzan al agua y comienzan a nadar. Digo, Seth lo hace. Pero como Cristal no sabe hacerlo, se termina poniendo de pie al llegar a duras penas a la mitad de la piscina. Se pone la mano en la nariz. Debe de haberle entrado agua. De pronto me siento un poco mal por ella. Seth ya está parado en el extremo. Él sí es muy bueno haciéndolo, tanto como Drew, por lo que pude ver.

- En las siguientes podrás haber avanzado un poco más -me acerco a ella, y la abrazo por los hombros.

Sé que se siente desilusionada. También sé que quizás, si ella quiere, algún día aprenderá a nadar. Pero no sé si llegue a superar su miedo.

- No lo creo -me dice ella- Soy pésima.
- Es cierto, eres pésima -se mete Drew- Yo creo que peor que eso.
- No la molestes -le pido por lo bajo.

La tarde sigue pasando rápido, entre ciertos juegos y burlas entre Drew y Seth, que me hacen reír. Cristal también lo encuentra gracioso, pero se niega a reír como lo hago yo. En parte será porque no quiere darles tal satisfacción a ellos de saber que los encuentra graciosos, pero también es porque sigue sintiéndose mal por su fracaso en aprender a nadar. Lo intentó algunas veces más, pero ninguna le salió. Y terminó rindiéndose. No es usual en ella. Quizás se sintió presionada por tener más de mi mirada sobre ella.

El anochecer llega, y aún somos los únicos en la casa. Comienza a hacer frío y digo que ya tengo ganas de salirme. Todos están de acuerdo, sintiendo que la brisa ha empezado a salir. El primero en hacerlo es Drew. Al ya estar fuera toma una toalla y se rodea con ella, intentando cubrirse del frío. Sin esperar a nadie, asiente con la cabeza y entra a la casa.

La que sigue soy yo. Pido que nadie mire y subo y luego bajo la escalera, para luego cubrirme con mí toalla. Miro a mi alrededor. Todo de pronto está en silencio.

Cristal

Me quedo mirando fijamente el agua de la piscina, viendo cómo se va poniendo más quieta una vez que hay menos personas dentro de ella. Alzo mi mirada y Fabiola sigue mirando hacia todos lados, como si hubiese visto algún fantasma o cosa extravagante. ¡Está loca! Sonrío sin poder evitarlo. Ella es tan tierna, es una cosita adorable.

- Voy a estar en tu habitación secándome y poniéndome mi ropa -me avisa cuando se gira en mi dirección- Te espero allí.

Sin darme cuenta ya caminó hacia la casa y está entrando por la puerta de ésta, Mis sentidos de alerta se activan con rapidez.

- ¿Qué? ¡No! -le pido- ¡Fabiola, no me dejes sola con él! Sabes que no me... -y dejo de hablar, porque ya ha juntado la puerta y escucho sus pasos subiendo por la escalera del interior.

Me quedo en silencio. Y cuando lo hago, hay aún más silencio, tanto que es un poco escalofriante. Me abrazo a mí misma, protegiéndome de la brisa helada. De pronto me siento intimidada. Y nerviosa, e incómoda.

Espero a que Seth salga de la piscina. Pero los segundos pasan, incluso un par de minutos, y no hay ningún movimiento. Me niego a salir antes que él, o a romper el silencio. ¿Por qué tengo que sentirme así cada vez que estoy a solas con él? No es una sensación que me guste, ni que esté acostumbrada a sentir. Sólo me pasa con él, y eso me preocupa. Él da miedo. Sobretodo con lo que me hizo el otro día. No puedo soportar este sentimiento.

Suelto un suspiro, impaciente porque decida irse y dejarme sola aquí. Pero pasan aproximadamente cinco minutos, que se hacen eternos, y cada vez estoy más impaciente y sofocada.

- Puedes salir tú primero, Cristal -dice su voz.

Mis manos comienzan a temblar de tan sólo escucharla. Dios, ¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho para que me afecte tanto su presencia solitaria? Trago saliva, preparándome para fingir que estoy de lo más bien. Que no pasa nada. Que por gusto me he quedado parada como una tonta en medio de la piscina.

- Está bien -respondo, y me lamento al instante, porque me ha salido distorsionada.

No digo nada más, y comienzo a avanzar hacia la escalera, a un paso tan lento que impresiona. Apoyo una de mis manos en ella. Subo uno de mis pies al primer escalón, y luego el otro al mismo. Suelto otro suspiro. Estoy nerviosa.

Pero me pongo aún más nerviosa, cuando siento una respiración tras de mí, en mi oído. Un ligero calor corporal hace que el frío en mi espalda se vaya, incluso sin que esté haciendo contacto. Me estremezco y mi piel se eriza. No lo sentí acercarse. Que no haga nada malo. Por favor.

- Lo haz hecho bien, Cristal -susurra, de una forma casi inaudible, que no ayuda en nada. Mi respiración se vuelve un poco pesada, y cierro mis ojos, apretándolos tan fuerte como puedo- Nuestro leve roce cuando toqué tu abdomen, ha sido un paso más para ti, pequeña. No tienes de qué temer.

Aprieto aún más mis ojos. Intento salir desesperada de la piscina, pero mis piernas no reaccionan. Nada en mi cuerpo reacciona. Todo queda en silencio, pero sigo sintiendo su respiración. De a poco voy abriendo mis ojos, y noto que apoya una de sus manos cerca de la mía, pero no me toca.

- Sólo quiero ser tu amigo -concluye, con el mismo tono casi inaudible. Dios.

Y eso es suficiente para que reaccione. Con toda mi fuerza interior, continúo subiendo la escalera y bajo rápidamente después. Agarro mi toalla, aún con mi cuerpo temblando, y me rodeo con ella. Me preparo para caminar adentro. Sé que está observándome. Pero tengo que dejarle claras las cosas. Nada va a hacerme cambiar de opinión.

- Yo no tengo amigos hombres, y tampoco quiero tenerlos -suelto, dándole la espalda, sin atreverme a mirarlo- Pero gracias por las mentas del otro día.

Y sin más, me voy hacia la entrada de la casa, respiro hondo, subo las escaleras y me voy hacia la seguridad de mi habitación, dejándolo solo allá afuera.

♥♥♥

Les dije que subiría el Domingo, y aquí tienen el capítulo. 
Espero que les haya gustado y que me lo hagan saber. ¡Muchas gracias por leerme!
Recuerden, +5 comentarios para que suba el Martes, o no lo haré.
¿Qué opinan sobre el acercamiento que están teniendo Seth y Cristal?
¿Y qué opinan sobre Drew y Fabiola?
¡Un beso! Son preciosas.

13 de febrero de 2015

Capítulo doce - Fresa con Chocolate.




Han pasado dos semanas desde esa noche. Dos semanas con cuatro días, para ser exacta. Días en que he estado bastante ocupada, y en que no he tenido que lidiar ningún problema. Drew ha estado yéndose más temprano a la universidad, y para mi suerte, no he visto a Seth tampoco. Lo que es excelente. ¡No tengo palabras! 


Bueno, puede que quizás hayan estado aquí juntos en la casa en alguna ocasión en que yo no estaba o en que me mantenía ocupada, pero no he tenido que presenciarlo ni darme cuenta. He tenido muchos deberes por hacer, cosas que estudiar, que memorizar, y aprender. Mis días han estado tan pesados, que no he tenido tiempo ni para pensar.


El verano está acabando. Mejor dicho, ya acabó.
  A lo que me refiero es que se va notando el cambio de estación, puesto que las mañanas comienzan a volverse un poco mas frías, y las hojas no están tan verdes como antes. 

Pero hoy es la excepción, sin duda alguna. Es martes. He llegado del instituto y siento que voy a morir asada. Amo el pollo asado, pero vamos, ¡Yo no soy un pollo! Y no voy a comerme a mí misma, y menos alguien va a comerme. 


Yo no soy admiradora de las piscinas, pero debo decir que cuando miro por la ventana hacia el patio trasero y me doy cuenta de que está llena de agua, me dan unas inmensas ganas de ir a por ella. Drew la ha terminado de armar hace unos días y ayer en la mañana puso la manguera. Por la noche ya estaba al límite. Y para variar, hoy hace un clima perfecto. 


Estoy sola en casa. Mamá está de compras con Alejandro, papá está en el trabajo, y no sé donde está Drew, pero estoy feliz de que no esté. Así que tomo mi celular que he dejado en un mueble de mi habitación, y marco a Fabiola.


- ¡Hola! –contesta animada.
- ¿Dónde estás?
- En el centro. Compraba un nuevo par de zapatos para el instituto –se echa a reír, y yo lo hago junto con ella. 

Hoy se le ha enganchado el zapato en un clavo fuera del baño justo cuando tocaron el timbre de ingreso a la nueva clase, y sin querer la empujé. El zapato se separó del clavo tan bruscamente que le hizo un enorme desgarrado en la suela. Para variar, pisó un charco de agua que estaba un poco más allá, por lo que quedó mojada. 


- ¿Encontraste de tu talla? –pregunté.

- Sí, ya los he comprado. Me preparaba para ir a la parada del autobús e irme a mi casa.

- ¿No quieres venir?

- ¿A dónde?

- Aquí en donde estoy, ¿Dónde más? Mi casa, claro. A bañarte en la piscina conmigo. 

- ¿La que ha armado tu hermano? –pregunta dudosa- Cristal, tú sabes, no me gusta que nadie me vea en poca ropa. No lo soporto.

- Nadie te verá, lo prometo. Además no hay nadie, estoy solísima. 

- ¿Estás segura? –cuestiona.

- Sí. Admite que hace calor. Sería pasar un buen rato –digo, y espero unos segundos para ver si acepta. No importa si no quiere, yo la entiendo completamente. 

- Está bien –se decide, y no puedo evitar sonreír de la felicidad- Llegaré en veinte.


Escucho los pitidos, dando la señal de que ha cortado. Debo admitir que me ha sorprendido que haya accedido, ¿Pero qué más da? Ya lo hizo, y tendré una linda tarde. ¡Estoy libre! El instituto comienza a relajarse, cosa que no me molesta para nada. No quiero arrugas en mi piel a causa del estrés o sobre esfuerzo. Lo que espero es que se quede así por unos días. A veces, se necesita un descanso. ¡Sobretodo yo! ¡Agh, no creí que éste año sería tan pesado!


Minutos después, Fabiola entra por la puerta y subimos a mi habitación. Le presto un bikini morado, un short y una camiseta de tirantes. Yo me quedo con el bikini color lila y otro short con otra camiseta de tirantes. Ninguna de las dos usa solamente el bikini. Y a nadie tiene que interesarle el por qué. Fin.


- ¿Lista? –le pregunto, entregándole una toalla. Ella la coge, y asiente con la cabeza, sonriente- Llevaré bloqueador por si acaso. Eres tan pálida que no me perdonaría si quedas toda roja por mi culpa. A mí nunca me pasa nada de eso, así qué. 


Soltamos carcajadas, nos vamos de la habitación y corremos escaleras abajo. Cuando está conmigo, no se preocupa en taparse, porque sabe que yo sé todo de ella y que no la juzgaré por nada. Costó para que eso sucediera, pero estoy muy contenta de que con el tiempo yo me haya vuelto alguien tan especial como para que se haya atrevido.


La piscina es grande y redonda, se ve monstruosa y como ambas somos pequeñas con suerte nos quedará la cabeza afuera. No sé cómo hizo Drew para que mamá y papá le permitieran armarla. Para meterse a ella, hay una escalera blanca con azul. 


- ¡Llegaron las mujeres! –grita una cabeza asomándose por la orilla de la piscina. Ambas gritamos del susto, dando un brinco hacia atrás. Nos tapamos con las toallas como unas completas desesperadas, llenas de pánico. Levanto mi vista.

- ¿Drew? –pregunto enojada- ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste?

- Hace unos diez minutos. ¿Por qué traen toda esa ropa puesta? Existen los bikinis.

- Qué te importa, orangután –respondo, frunciendo el ceño. Me giro hacia Fabiola- Amiga, te juro que yo no lo sabía.

- ¿No sabías qué? –pregunta otra cabeza que se asoma, y Fabiola y yo volvemos a gritar. Seth. Dios, ¿Tenía que estar aquí? Mi corazón comienza a latir con rapidez.

- ¡Fuera de mí piscina, ahora! –exclamo lo más fuerte que puedo.

- Tú estás loca –me dice Drew- Yo la armé, querida hermanita. Tengo autoridad.

- La cosa ésta, es mía así que si yo no te autorizo, no puedes usarla –me cruzo de brazos. 

- Cállate. ¿Van a entrar o no? –pregunta, ignorando lo que le dije.


Me volteo, para volver a mirar a Fabiola. Ella está nerviosa, lo noto porque tiene su mano cerca de su boca y está sujetando la toalla con firmeza. Por un momento me recordó a mí cuando Julián vino a casa y luego pasó lo que pasó con Seth. Pero me quité rápidamente ese pensamiento de la cabeza. Por supuesto yo se lo había contado
  ella, todo fue algo muy raro, ambas nos impresionamos.

- Si, vamos a entrar –responde. Abro los ojos como plato- Pero tienen que voltearse.

- ¿Voltearnos? –le pregunta Drew- ¿Para qué? Si están llenas de ropa.

- Ya escuchaste, Drew –le digo firme. Él me mira, hace rodar los ojos y suelta un bufido. 

- Hagamos caso, hermano –le dice a Seth- Estas mujeres son unas controladoras.


No puedo evitar notar que Seth sonríe de lado, y luego ambos caminan un poco más allá y nos dan la espalda. Le doy el paso a Fabiola, para que entre primero. Ella deja su toalla colgada en el cordel para tender la ropa, y comienza a subir la escalera con cuidado. Yo hago lo mismo. Cuando ella ya ha entrado, comienzo a subir yo. Apenas toco el agua con el dedo del pie, suelto un grito. Seth y Drew se voltean rápidamente y Fabiola está a un lado de ellos, riendo.


- ¡Está helada! –vuelvo a gritar- Oh, Dios, no puede ser peor. Hay un inmenso calor y no ha hecho efecto alguno en la temperatura de ésta cosa. No me pienso meter…


Y no sé cómo sucede, juro que no lo sé. Pero de un momento a otro siento un extraño zumbido en mis oídos, y me doy cuenta de que estoy bajo el agua. Algo roza mi piel, pero me niego a abrir los ojos. La temperatura de mi cuerpo baja rápidamente, y salgo a la superficie, paranoica. Miro a todos, que por cierto están llorando en risas, pero alguien falta. El poco hombre de Seth. ¿Dónde está?


Algo acaricia mi abdomen por encima de mi camiseta. Algo está contra toda mi espalda, y de pronto siento otro calor corporal, pero con humedad que no es proveniente sólo de mí. Mis ojos se abren de la impresión y mi temperatura se eleva. 
Miro hacia abajo y unos brazos me rodean.

- ¡Iugh, déjame en paz! –arranco mi cuerpo de él lo más fuerte que puedo, furiosa como nunca antes lo había estado- ¡Maldito! –me giro y lo enfrento- ¿Qué no te quedó claro todo lo que dije el otro día? ¡Te odio!

- No subas la voz la voz, que no le he dicho a tu hermano ni lo que he visto ni lo que hemos hablado esa vez –me dice, casi en un susurro. Lo miro confundida y a la vez con sorpresa, porque no me esperaba eso. 

- Algo que hagas –lo fulmino con la mirada, y es lo único que me atrevo a decir, aunque en el fondo, muy en el fondo, siento agradecimiento.


Me doy la vuelta y observo a Fabiola. Y no sé por qué razón, pero presiento que ha escuchado lo que él me ha dicho. Sonríe de oreja a oreja. ¡Mi mejor amiga está loca! ¿Por qué sonríe? Agh.


Drew va hacia Seth aún riendo. Ambos comienzan a reír mientras se dan un abrazo bastante brusco, como lo hacen todos los de su tipo, mientras chocan sus palmas en sus espaldas. ¡Par de locos! No entiendo a qué va eso, ni a qué va nada, pero tampoco es que me interese.


Me giro, dispuesta a mirar a Fabiola y a Drew. Ella ya no ríe, sólo muestra una sonrisa. Pero con Drew parece que llora de la gracia. ¡Yo no le encuentro nada gracioso! No se respetó mi decisión. Cuando toqué el agua dejé en claro que no me iba a meter y el inútil del otro me lanzó junto con él al agua. ¡No es justo! ¿Por qué a mí? ¿¡Por qué!?


- ¡Te puedes dejar de reír miserable mal parido! -le grito a Drew, y él deja de reír como por arte de magia, para luego mirarme echando humo por las narices y los oídos.

- Mal parida serás tú, mira cómo saliste de tonta que hasta te tiraron al agua sin que te enteraras -contraataca.

- ¡No me interesa ni un poco! -escupo- Aborto de mono.

- Cristal, ¿Jamás te dije que eres adoptada? -comienza a decir.

- ¿De qué estás hablando? -pregunto, enojada- ¡Eso no es gracioso, Drew!

- ¡Pues es hora de que aceptes la verdad! -me grita- Lo siento, pero tus padres te regalaron por lo fea que eras. Creyeron que eras un tumor cuando naciste -se acerca a mí, y pone sus manos en mis hombros, mirándome con tristeza- Lo lamento tanto.

- Tío, ya, en ocasiones te pasas -nos interrumpe Seth, haciéndose el serio, y yo lo miro con desaprobación. ¡Ni que me fuera a tragar eso!

- ¿Por qué siempre tienes que meterte en todo? -le pregunto- ¡Yo puedo defenderme sola! ¿Crees que mi enojo se me va a pasar sólo porque me defiendes?

- No te estoy defendiendo, sólo no quiero escuchar tus discusiones.

- ¿Mis discusiones? -alzo las cejas, y suelto una risa- Mejor cállate y no me hables, que con el salvaje éste no se puede ni dialogar. 

- ¡Tú me gritaste mal parido primero! -me grita Drew.

- Chicos, lo que yo pienso es que... -habla Fabiola, y yo la miro fijamente para escuchar lo que quiere decir- parecen unos niños de primaria. Cristal no es adoptada y tú Drew te tomaste muy en serio lo de mal parido.


Asiento con la cabeza, reconociendo que tiene razón, mientras hago una mueca. Mi mejor amiga es muy sabia. Drew frunce el ceño y me mira, y luego asiente igual que yo. Por otro lado, cuando noto que Seth sonríe en aprobación a lo que ella dice, me pongo a reír de lo ridículo que se ve. Fabiola se da cuenta.


- ¿Por qué sonríes tanto? -le pregunta ella, alzando una ceja. Seth parece un poco sorprendido porque se dirige a él.

- Porque pensamos lo mismo -sincera.

- Pues no lo hagas. Es aterrador -le pide ella.


Estallo en carcajadas tan fuertes que de pronto me siento un poco tonta, porque nadie a parte de mí está riendo. ¡Pero no pienso perder mi dignidad! Así que sigo riendo, en parte fingida, intentando hacer que alguien se enoje e intente hacerme callar. No pasan muchos segundos hasta que sucede.


- Joder, ¡Ya cállate! -me ordena Drew. Comienzo a bajar el nivel de mi risa- Si Fabiola no tuviera razón, te haría trizas con mis propias manos. Será mejor que te controles.

- ¡Uy, sí, que miedote! -alzo las manos en señal de lo poco que me asusta. 


Drew me fulmina con la mirada y se gira hacia Seth.


- ¡Hermano, no podemos quedarnos aquí! -le reprende- ¡Podríamos estar en una piscina con chicas civilizadas que estén dispuestas a hacer lo que queramos!

- ¿Disculpa? -me meto entre ellos- Nosotras -indico a Fabiola con la mano, y luego me indico a mí-, somos las chicas más civilizadas del planeta.

- Fabiola tal vez, pero tú no -me dice, alzando una ceja. Yo me pongo la mano en el pecho, algo ofendida pero obvio no me lo creo. Luego él se dirige a Fabiola- No me molestaría tener un rato de los buenos contigo, pero estoy seguro de que mi amigo no estará dispuesto a nada con la mojigata de mi hermana.

- Pero yo no quiero nada contigo -le dice Fabiola con desgrado. Vuelvo a reír tan fuerte como puedo y nuevamente nadie se ríe, así que le doy un leve codazo a Fabiola pidiendo que me salve y gracias al cielo ella lo hace. Por lo que empieza a reír conmigo. Luego de unos segundos paramos.

- Pero bueno -dice mi amiga, aclarándose la garganta- Yo quiero tener una linda tarde en la piscina, así que sería mejor que encontremos una forma de, no sé, llevarnos bien.

- Ella tiene razón -admite Seth, incluyéndose en la conversación- No pueden pelear todo el tiempo. Deberíamos estar divirtiéndonos en el agua. 

- Pero bro, en serio, con chicas como éstas no podemos divertirnos -vuelve a decir Drew- ¿No ha quedado claro ya?

- No estoy hablando de esa diversión -le dice Seth con simpatía, dándole palmadas en la espalda- Me refería a no sé, pasar el rato entre nosotros, charlando. Como lo estábamos haciendo antes de que llegaran.

- ¡Oh, claro, así que como llegamos nosotras su diversión se arruinó! -me quejé, fingiendo estar dolida- ¡Ni queríamos estar con ustedes!

- No me refería eso -se excusa Seth.

- ¡No me importa! -le grito en su cara.

- Cristal -me habla Fabiola- Entonces ellos pueden seguir con su diversión. Mujeres ésta mitad, y hombres la otra. A mí no me importaría.

- Bien -acepto. Miro a mi hermano y al otro que no quiero nombrar.


Yo y Fabiola nos vamos a nuestro lado correspondiente, y los dos nos miran con las cejas alzadas. Todo fue muy rápido, ahora resulta que cada uno tiene su terreno, pero bueno. Fabiola sonríe y yo le devuelvo la sonrisa. ¿Y ahora qué? La cosa era que la piscina debía estar para nosotras solas. ¡La mala suerte está de mi lado más de lo normal! Cristal, definitivamente, eres una chica que pasa por cosas catastróficas sin razón alguna. 


♥♥♥

¡Hoooola! Ya es viernes, así que aquí está el capítulo nuevo. No tengo mucho qué decir, salvo que muchas gracias por su apoyo y sus comentarios. También que las quiero mucho y que están en un trocito de mí cada día. 

Oh, sí, ahora que me acuerdo, me han preguntado que si lo de subir los domingos va a ser permanente, o sólo por ésta semana. La respuesta es que será que: sólo por ésta, porque aún no termino de escribir la novela completa. Planeo tenerla ya lista para fin de mes o para principios de Marzo, porque ahí entraré a clases y sinceramente no sé si tendré tiempo para escribir.
Un beso a todas, dulces sueños, ¡Y nos vemos el domingo!
¡No lo olviden!
¡Chao!

10 de febrero de 2015

Capítulo once - Fresa con Chocolate.



Jamás, pero jamás, alguien había presenciado ni una de mis escenas con chicos. Solamente Fabiola lo ha hecho. Pero supongo que ya no puedo decir eso. Seth Maxwell ha escuchado, visto y presenciado toda mi discusión con Julián, y yo no me di cuenta.

No sé de dónde viene mi nerviosismo. ¿Qué es lo que me sucede? Jamás me ha importado. Pero no necesito que alguien vaya con chismes en mi familia. Los demás, allá afuera, pueden decir todo lo que quieran de mí, como lo han hecho desde el principio. Pero en mi familia no quiero nada de eso. Y no dudo que Seth pueda contarle a Drew, y luego Drew le cuente a mis padres, o me haga alguna amenaza para controlarme.

¡Estoy acabada! ¿Desde cuando soy tan distraída? ¿Cómo pudo suceder que no me haya dado cuenta? Estoy en la nube. Algo anda mal conmigo estos días, yo lo sé. Lo he presentido pero no creí que fuera para tanto. ¡En serio!

- Tú, miserable acosador, vuelve por donde viniste o gritaré -amenazo, siendo lo único que se me pudo ocurrir. Aprieto el nudo de mi toalla, sin moverme.
- Eres muy dramática -dice, y hace una sonrisa torcida- Con lo que he visto, ya nada de ti me sorprende, querida Cristal.
- No me llames querida -ordeno, fulminándolo con la mirada- No tienes derecho a decirme tal palabra. No estás al nivel. Que lo sepas.
- Dramática, juzgadora y egocéntrica -comenta, asintiendo con la cabeza- Nada que no haya averiguado y notado antes.
- Gracias -me lo tomo como un cumplido.
- ¿Sabes que no entiendo? -suelta una risa- Lo masoquista que puedes llegar a ser.

Frunzo el ceño. Este tipo, ¿Qué se cree? ¿Yo masoquista? ¿De dónde ha sacado eso? Me sorprende, la verdad. No puedo creer que salga cada cosa de la boca de los hombres. Son todos tan ilusos. No tienen idea de nada de lo que sucede en el mundo.

- ¿Disculpa? -pregunto.
- Vamos a ver -se aclara la garganta- Un pendejo más marica que cualquier marica en el mundo, viene, te pide diversión, te insulta, te grita que eres perra, maricona y todas esas mierdas, mientras que tú solamente te limitas a defender a la idiota que no conozco, en lugar de defenderte a ti. Sin embargo, el cabrón se va y tú estás feliz. ¿Qué coño es eso?

Si antes me sorprendí de lo que me decía, ahora lo estoy más. He quedado impactada. Lo miro fijamente, y él hace lo mismo. Quiero abofetearlo. Es peor que Drew.

- Ordinario -le digo.
- ¿Qué?
- ¡Ordinario! -exclamo- ¿Te das cuenta de cuántas groserías dijiste en la misma oración? Que poca clase, de verdad. Yo no hablo con tu gente -miro hacia otro lado y entrecierro los ojos- Como máxima ayuda, puedo prestarte un diccionario.
- Pasa ese diccionario, Cristal. Con mucho gusto lo recibiré -dice, y yo sonrío satisfecha- Y te aseguro que lo primero que haré será partirlo en dos, para después prenderle fuego.
- ¡Que grosero y malagradecido! -hago una mueca- No me hables.
- ¿Por qué le tienes pánico a los hombres?

Por un momento, creo que he escuchado mal. Pero sé bien que sólo me gustaría que fuera eso. Porque lo ha dicho fuerte y claro. La furia comienza a adentrarse en mí de una manera que desconozco. Que me sorprende. Y solamente me limito a mirarlo con odio. ¿El cambio de tema tenía que ser tan brusco e inesperado?

- Que pregunta más estúpida -respondo- Hazme el favor, y cállate.
- Le tienes pánico a los hombres -afirma, y yo frunzo el ceño, sin poder creerlo.
- ¿Podrías dejar de decir eso, subnormal? -alzo la voz- ¿Qué te crees?
- Mira, si no quieres que saque mis propias conclusiones, entonces responde lo que te he preguntado y problema acabado. No deberías tener impedimentos para negarte. 
- ¡No tengo pánico a los hombres! -exclamo, para que se calle de una vez.
- No te creo.
- Que mal por ti. Yo no tengo que hacer que me creas nada, y mucho menos a ti -me giro y comienzo a caminar a la escalera- Te voy a demandar. Adiós.
- Demuéstralo -exige interrumpiendo mi ida, y me quedo de pie, sin girarme a enfrentarlo- Si lo que dices es cierto, no tendrías que tener problemas para aceptar a lo que te voy a pedir -siento unos pasos viniendo hacia mí, lentamente. Mi cuerpo se estremece- Enróllate conmigo.
- ¡No voy a hacer eso! -grito, pero él ni se sorprende- ¡No quiero estar cerca de ti!

Mi corazón comienza a acelerarse. Quiero ir más allá, pero no me percato del mueble y choco con él, haciendo que mi cuerpo caiga contra la pared. Intento ir otra vez hacia la escalera para correr a mi habitación, pero me voy cuenta de que Seth está demasiado cerca y que no me dejará pasar.

- Aléjate o juro que le diré a mis padres que me haces daño para que nunca más te admitan aquí -amenazo, creyendo que será suficiente, pero vuelve a acercarse más. Está a no más medio metro de mí y no sé qué va a pasar. Yo no quiero nada con él, ni con nadie.

Mi pecho se aprieta y siento que voy a asfixiarme. Mis manos sudan y el terror se apodera de mí de una manera que desconozco. Cierro los ojos con fuerza, intentando prepararme mental y físicamente para lanzar algún golpe cuando llegue a ponerme un dedo encima. Mis ojos se humedecen, presa del pánico y la desesperación.

- ¡Basta, por favor! -ruego, tirando por la borda todo el coraje que pude demostrar. Me acurruco, abrazándome a mí misma, deseando que por favor no haga algo que no logre soportar. Decido intentar por última vez, y agrego en un hilo de voz:- No me toques, no te pido nada más.

Espero al momento, pero pasan los segundos, y no siento nada. Mis ojos duelen de la presión con la que los he cerrado, y todo está en silencio. No hay más pasos. Solamente escucho los latidos desenfrenados de mi corazón, apunto de sufrir un paro. Pero no me atrevo a abrirlos. No me atrevo a moverme, siquiera. Lo único a lo que estoy dispuesta, es a desaparecer. O a que me deje sola.

- No voy a hacerte daño, Cristal -siento que habla, y mi cuerpo se estremece al notar lo ronca que suena. Lo tenebrosa que es- No temas de mí. No ha sido en serio eso de que nos enrolláramos juntos. Sólo quería ver tu reacción.

El miedo comienza a desaparecer poco a poco, y ambos nos quedamos en silencio. Pero no desaparece así porque sí, si no que es porque está siendo reemplazado por enojo, por furia, por el coraje que perdí hace unos segundos. Abro los ojos, levanto la cabeza, armándome de valor lo más que pueda. Él está a no más de menos de medio metro, con las manos en sus bolsillos.

- ¡Maldito! -le grito- ¡Bastardo!
- Cálmate -me pide- Quédate tranquila.
- ¡Te odio! -lo empujo con mis manos, cuidadosa de que la toalla no se me caiga, pero ni se tambalea, no sucede nada con él. Como si estuviese construido de piedra- ¡Quítate! ¡Eres peor que Drew, peor que Julián, que Darío, que todos!

Se hace a un lado, permitiéndome ser libre. Corro hacia las escaleras, queriendo estar lo más lejos posible de él. Pero me volteo antes de subir.

- No tienes idea de lo poco inteligente que es hacer pasar por algo así a una persona. ¡Estás enfermo de la cabeza! ¡Ve a un manicomio! 
- Bien, lo haré -responde, mirándome fijamente. Lo que me enoja aún más.
- ¡No vuelvas a intentar acercarte a mí o les diré a todos que quieres violarme! 
- Sí, soy un violador.
- ¡Agh! ¿¡Qué es lo que pasa contigo!? -pregunto en un grito- ¡Lo que has presenciado ahí afuera no ha sido más que una coincidencia! Que te quede claro que no por eso vas a poder burlarte de mí o hacer cualquier porquería, ¿Entendido?
- Sí.

Tengo unas ganas de darle una bofetada por no decir algo más, pero decido pasarlo por alto, y corro escaleras arriba, queriendo escapar. Drew baja las escaleras mientras yo subo, y está todo polvoriento. Trae una enorme caja que lleva sobre sí, que está llena de telarañas. Reconozco esta cosa, pero sigo mi camino, tratando de tener una mejor compostura para que él no note algo extraño.

- ¿Seth te ha invitado a armar la piscina? –pregunta, con la caja aún al hombro.
- No, y no me interesa –respondo mientras sigo subiendo.
- Bueno, pero si quieres echarnos una mano para armarla, bienvenida seas.

Es obvio que no voy a ayudarlo. No pienso estar cerca de ninguno de los dos. Si ahora mismo se pudre el mundo, no me importaría. ¡Que se alejen de mí!



+++


Aún no puedo creer lo mucho que me he asustado. Lo aterrada que me he sentido. Y todo lo llevó a cabo nada más y nada menos que Seth. Desde que lo he visto por primera vez, jamás creí que él sería una persona así.


Lo veía como nada más que una molestia, pero a la vez como alguien completamente inofensivo, porque en ningún momento intentó atacarme o decirme algo hiriente antes, y eso me mantenía tranquila. Pero ahora, ha hecho algo que ningún amigo de mi hermano había hecho antes, y eso me hace hacerme mil y un preguntas.

En lo que he llevado comportándome de ésta manera, siendo mi nuevo yo, jamás había tenido que lidiar con que alguien me hiciera lo que él me hizo. ¿Por qué él tuvo que hacer eso? ¿Por qué se burló así de mí? ¿Y por qué ha tenido la capacidad de ser tan observador? Nunca una persona me había analizado tanto como para llegar a averiguar algo así de mí, por sus propios medios. ¡Y no se le pudo ocurrir una manera más cruel de llevarlo a cabo!

Odio a Seth. Si antes lo detestaba, y decía que lo odiaba, ahora es muchísimo peor. ¡No lo tolero! Lo quiero lejos de mí, sobretodo ahora. Mis amenazas no han servido de nada, mi comportamiento tampoco. No sé qué sería de mí ahora si él me hubiese puesto un dedo encima. ¿Me habría desmayado? Porque no puedo explicar la manera tan fea en que mi garganta se cerró, ¡No podía respirar! No me había pasado tal cosa en ningún momento de mi vida. Tampoco nadie había actuado de esa forma conmigo desde que tengo mi nuevo yo, pero, no lo entiendo. ¿Era necesario su actuar? ¿No pudo pensar lo que sentiría yo?

Pero ahora se me acaba de ocurrir otra cosa. ¿Qué es lo que me sucede? Yo no soy así. Yo soy fuerte y no dejo que nadie vea que me ha afectado algo. ¡Tengo que dar la cara! Cristal, eres más que esto, por favor. Estoy enojada a más no poder. ¿Seré capaz de estar bien para el Lunes, día de instituto?

- Cristal –me sobresalto en la cama al oír la voz de Drew al otro lado de la puerta de mi habitación- Es hora de tomar té y comer.
- No tengo hambre, coman sin mí –le digo, con voz normal.
- Sabes que mamá y papá odian que no quieras hacerlo.
- ¡No me interesa! –grito, ya harta- ¿Te puedes ir?
- Maldita sea, ¿Qué es lo que te pasa ahora?
- ¡Nada! –grito aún más- ¡Sólo estoy cansada de ser molestada todo el tiempo y de que no me dejen en paz!
- Joder, vete a la mierda.

Y es lo último que me dice, porque se aleja y luego siento que baja las escaleras. Hundo mi cabeza en la almohada. Tengo que idear un plan. ¿Pero cuál? Algo que haga notar que estoy con la cabeza en alto. Que demuestre que me importa un comino lo que ha pasado.

Lo único que se me ocurre, es pasar indiferente, como si lo que hoy sucedió nunca hubiese sucedido. Ignorar puede ser algo muy bueno, después de todo. Quizás funcione. Tengo que llevarlo a cabo y ver que pasa. ¡Estoy decidida! Es lo que se me ocurre ahora, porque lo que más deseo en este preciso momento es adentrarme en un profundo sueño. Hoy ha sido un día muy pesado. Y comienzo a sentirme mejor con mi decisión.

♥♥♥

¡Hooooooola! ¡Tantos días! Una semana, exactamente. Primero que nada, quiero aclarar la razón de por qué no he subido el viernes. No voy a dejar la novela, si es lo que piensan. La cosa es que el jueves por la tarde se cortó la luz en mi casa. Iba, volvía, iba, volvía y así sucesivamente, hasta que terminó haciendo cortocircuito. Vinieron los hombres electricistas, lo arreglaron, pero luego nos dimos cuenta de que no nos servía el internet. Estuve desde esa noche sin nada, así que hoy vinieron a arreglarlo, ¡por lo que tengo internet de nuevo! 

Ahora nos podemos reír de mi desgracia, olvidar por completo mi falta de publicación y hacer como si nada hubiese pasado, ¡JÁ!

¿Es idea mía o este capítulo está mal escrito? No sé, no me ha terminado de convencer. Quizás más tarde lo edite, o haga algún cambio. ¿Qué opinan ustedes? Decirme en los comentarios. Algo me mantiene extraña al leerlo.

Pero les tengo una recompensa. No subí el viernes. Ahora acabo de subir, que es día martes, así que volveré a subir este viernes como siempre lo hago y luego les subiré un capítulo el domingo. ¿Les parece? Porque publicar ambos al mismo tiempo como que no queda. El domingo estaría bien. 

Muchas gracias a todas por sus comentarios, por haberse tomado el tiempo de preguntarme por qué no subía. Eso demuestra que de verdad les gusta lo que escribo. Así que estoy agradecida, varios besitos para ustedes y espero que hayan disfrutado el capítulo.
¡Chaaaaaaoooooo!



3 de febrero de 2015

Capítulo diez - Fresa con Chocolate.


Los minutos pasan, Seth y Drew conversan entre sí y yo aún estoy acostada en los asientos traseros, tal y como me ha dejado Drew. Mi mente divaga en un mundo sin final, pero es como que no estoy pensando nada en realidad. Solamente siento que mis ojos están pesando un poco. Se abren y cierran lentamente, queriendo quedarse cerrados por completo, pero me esfuerzo intentando no permitirlo. 

Es tan agradable. A pesar de que debería estar haciéndolo, no escucho voces, ni autos. Mis sentidos no funcionan. Es como un mundo aparte, y en paz, del que no tengo control alguno ni aunque quiera. Y me encanta que así sea.

Cuando me permito cerrar los ojos, comienzo a entrar en un sueño profundo. Estoy completamente consciente de que yo jamás me hubiera subido aquí por mi propia cuenta, pero ahora puedo admitirme a mí misma que podría ser el vehículo más cómodo y suave que he probado en los años que tengo de vida. De pronto, ya no siento nada.

- Cristal -me sobresalto, no sé por qué siendo que ni siquiera me han gritado- No te duermas.
- Estoy cansada, Drew -me quejo, y vuelvo a acurrucarme en el lugar.
- Estamos por llegar a tu instituto -dice- No querrás entrar adormilada. Lo odias.
- ¿No podemos volver a casa? -pregunto bostezando, sin abrir los ojos- Quiero estar en mi cama.
- No, sabes que mamá se enojaría si faltas.
- Por favor, que ambos me lleven a casa -ruego, sin darme cuenta de cómo estoy actuando.
- ¿Ha dicho por favor? -escucho susurrar a Seth, y eso basta para que comience a entrar en razón.
- Se pone así cuando tiene sueño y la despiertas con buena voz, sin gritar. Como que se pone en un trance -le responde él. Abro los ojos, para justo alcanzar a ver que se voltea hacia mí- ¿Vas a dejar a Fabiola tirada así como así? ¿No que era tu mejor amiga?

Si la voz de Seth diciendo eso ayudó a hacerme entrar en razón respecto a cómo me estaba comportando, ahora estoy completamente repuesta. A duras penas me incorporo. Me había olvidado de mí mejor amiga, por Dios. ¿Qué me pasó? ¿Y por qué, prácticamente, supliqué para que me llevaran de vuelta? ¡Ésta no soy yo! Tengo que castigarme.

- Como sea, ya estoy bien. Y por si no lo saben, aún los odio -digo- ¿Alguien tiene una menta, por casualidad? -espero, pero nadie me responde- ¿No?
- Aliento matutino, ¿eh? -dice Drew, riendo. Lo fulmino con la mirada.
- Drew, en la caja esa, hay mentas -dice Seth, indicándole con un dedo, el índice para especificar- Dale todo el paquete.

Drew comienza a abrir y revisar la caja del vehículo, y yo miro atentamente a Seth. Sé que es sólo un paquete de mentas, digo, son muy baratas. Pero no tiene por qué darme un paquete entero. Sólo pedí una. Por no mencionar que nunca hemos hablado, por lo que no tendría por qué darme algo suyo.

- Toma -me dice Drew, extendiendo su brazo hacia mí. Ni cuenta me di de que ya las tenía- Ojalas te atragantes con una, y te ahogues.

No alcanzo a responder, porque me percato de que estamos estacionados frente a la entrada. Miro el paquete, y está sellado. Nadie lo ha abierto. Así que rasgo una de las esquinas con mi mano, saco una y me la echo en la boca. ¡Genial! Las tengo todas para mí sola. Y para Fabiola, por supuesto. Yo sólo comparto con ella y las otras amigas que nos agradan en la clase.

Siento que quitan el seguro para niños y tomo mi mochila. Me la cuelgo por uno de mis hombros, y la abro. Mis pies tocan el suelo y me pongo de pie, para luego dar un portazo, pero mucho más fuerte de lo que quería, logrando que mi hermano y su amigo se sobresalten.

- Oh, fue sin querer -digo, aguantando una risa. Pero no mentía.
- ¡Cristal! -siento el grito irreconocible. Me volteo y Fabiola viene hacia mí. Me abraza y yo la abrazo a ella, sonriendo.
- ¡Buenos días! -la saludo. El abrazo se deshace y nos quedamos mirando. Se acerca un poco a mi rostro.
- Ese olor es irreconocible -me dice- No seas egoísta, comparte una -extiende una mano hacia mí y espera.
- Claro, sabes que iba a darte -llevo el paquete a su mano y caen tres. Se las echa a la boca de inmediato, haciendo que escuche cómo las muerde.

Alguien se aclara la garganta. Fabiola se gira y se queda pasmada. Eso llama mi atención,por lo que me giro, y el vehículo sigue en el lugar, con los otros dos adentro. Frunzo el ceño de inmediato, no puedo creer que esté haciendo eso.

- ¿Acaso no vas a despedirte y tu amiga no va a saludar? -pregunta Drew, encendiendo el cigarrillo que tiene en sus manos, con un encendedor. Comienzo a enojarme.

Fabiola lo mira fijamente, como pensando algo. Espero para ver si lo saluda. Sé que lo hará, ella no es como yo. Somos muy distintas. Ella siempre se pone en el lugar de la otra persona, y sabe qué es correcto y qué no lo es.

- Hola -termina saludándolo. Drew asiente con la cabeza.
- Deja de fumar -le ordeno. Él me mira asombrado, para luego esbozar una sonrisa satisfactoria.
- No -es lo que se limita a decir- Ahora, si no te vas a despedir, puedes irte.

Con su cigarrillo en la boca, toma una gran bocanada y luego tira todo el humo por la boca. Veo la cara de asco de Fabiola, ella no soporta el olor tal y como yo. Mi enojo crece al punto en que no puedo controlarme. Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, nos acercamos juntas a la ventanilla.

- Te he dicho que dejes de fumar -repito.
- Vete a la mierda, Cristal -vuelve a reír, seguido por las risas de Seth. Drew lo mira- ¿Quieres que te encienda uno?
- Vale, hazlo. Me apetece uno -le responde él.

Cuando se lo enciende, estira la mano para entregárselo.

- Tú lo pediste -termino.

Le arranco ambos cigarrillos de sus manos lo más rápido que puedo, se lo entrego a Fabiola y ella, mirando fijamente a Drew, los parte en dos y los tira al suelo para luego hacerlos añicos con su zapato.

- ¿Qué coño les pasa? -pregunta Drew, sacando su cabeza y mirando el cadáver de su putrefacto amigo llamado tabaco- ¡Ambas están locas! Maldita sea, joder -se pasa la mano por el cabello, desesperado- Era el último puto cigarro que me quedaba, ¡El último!
- Te dije que dejaras de fumar y no hiciste caso -me cruzo de brazos.
- ¡Son unas completas zorras! -se vuelve a quejar, ignorando lo que le dije- ¡Me las van a pagar! ¡Están en mi lista negra! No saben en la mierda que se han metido.

Se enciende el motor del auto y comienzan a salir del lugar. Mi mirada se dirige hacia Seth, que luce evidentemente enojado, quizás tanto como Drew, creo. Debería de estarlo. Aunque lo dudo un poco. ¿Por qué no se queja? Admito que tengo ganas de ver cómo se lamenta y llora por su cigarrillo.

Fabiola y yo nos miramos complacidas. Nos giramos y caminamos hacia la entrada. El timbre que da el inicio de la mañana en el instituto, suena. He llegado a la hora, incluso un poco antes. Seth y Drew deben de haber venido lo suficientemente rápido como para que yo lograra llegar a tiempo. He olvidado dar las gracias por las mentas, pero supongo que podré hacerlo en otra ocasión, si es que me acuerdo.

+++

Los días pasan un poco lentos, cosa que no me agrada en absoluto. Abro la puerta de la casa, cansada como hace mucho no lo había estado. Estoy llena de tierra, con mi traje color café claro, una pala y mi mochila del instituto.

Como estoy estudiando la carrera, la profesora nos ha llevado al cerro para inspeccionar terrenos y buscar cosas interesantes, como algún mineral. No había nada de eso ahí. ¡Era obvio que no habrían minerales! Aunque debo de admitir que era un lugar muy bonito. Estaba lleno de árboles y hasta había un panal de abejas. Increíble experiencia, pero ahora mismo me encuentro muy exhausta.

Mamá y papá están sentados en la mesa, junto con Alejandro y Drew. Me miran de pies a cabeza y comienzan a reír tan alto y de manera tan burlesca que ruedo de los ojos. Los platos de comida están servidos, pero nadie ha tocado nada. Al parecer me han estado esperando.

- Hija, siéntate para almorzar -me dice mamá.
- Iba a ir a ducharme -le digo, dejando mi mochila en el sofá y apoyando la pala al lado de la puerta.
- Puedes hacerlo más tarde, todos estamos muriendo de hambre -recomienda papá.

Me encojo de hombros, y acepto. Si no estuviera tan cansada, me habría negado rotundamente y en este preciso momento estaría ya dentro de la ducha, pero no tengo fuerzas para nada. Así que me acerco al lugar y me siento al lado de Drew. Me lavé las manos antes de salir del instituto, así que tomo el tenedor y como un poco de ensalada de tomate que está en mi plato.

- Apestas -comenta Drew, tapándose la nariz. Lo fulmino con la mirada.
- Sé que no es cierto, no voy a caer -le digo y sigo comiendo- Tú eres el apestoso.
- Yo no me revuelco en la mugre -se excusa- Soy artista. Yo creo, pinto, embellezco...
- Sí, como sea -le interrumpo- Entonces hueles a agua ras y a pinturas secas. Yo que tú me doy un baño porque parece que de hace mucho que no lo haces.
- Lo he hecho esta mañana -frunce el ceño, molestándose- ¡Cochina!
- ¡Púdrete! -escupo.
- Por favor, por una vez en la vida tengamos una comida tranquila -pide papá, mirándonos de manera amenazante, por lo que asentimos y nos concentramos en nuestros platos.

El almuerzo termina y yo reposo cinco minutos sentada en el sofá, para luego ir a mi habitación y buscar ropa limpia. La dejo estirada en la cama para que, al salir de la ducha, la tenga ya lista para ponérmela.

Cuando estoy con las cosas casi listas, papá y mamá golpean la puerta de mi habitación, diciéndome que irán a casa de mi abuela junto con Alejandro a buscar unas cosas que le han prestado. El lugar no queda a más de quince minutos a pie, por lo que no es la gran cosa.

Si tengo que decirlo, jamás me he llevado bien con mi abuela. Digo, sí, hablo con ella y me río cuando una de las dos dice algo gracioso, pero siempre estoy por detrás de todos sus demás nietos. Cuando pequeña me regañaba por todo y hasta en algunas ocasiones era tan brusca conmigo que me hacía llorar. La preferencia, supongo. No es la gran cosa, en casi todas las familias sucede.

Nada más al sentir el agua tibia sobre mí, una sensación de relajación extrema se apodera de mí. La suciedad que pude haber tenido en mi pie comienza a desaparecer a medida que me hago todo el aseo que debo, y en un abrir y cerrar de ojos ya he terminado. Me quedo un momento bajo el agua al terminar, solamente respirando de manera lenta y pausada. En pocas palabras, aprovechando lo bien que se siente y lo mucho que me gusta.

Salgo de la ducha y me envuelvo el cabello con una toalla blanca. Luego comienzo a secarme el cuerpo con otra más, del mismo color, Soy interrumpida por el sonido del timbre, y no hago más que rodar los ojos. Detesto que venga gente a casa cuando no quiero ni ver a alguien.

Salgo del baño aún envuelta, y bajo las escaleras. Abro la puerta, sin importar que me vean en la toalla porque sé que serán mamá y papá, o quizás mi tía, porque aveces viene de visita. Pero me sorprendo cuando noto que no es ninguno de ellos.

- ¿Julián? -pregunto desconcertada. Su mirada me recorre de pies a cabeza. Frunzo el ceño.
- Creí que estarías lista -me dice riendo.

Oh, Dios. ¡Lo he olvidado! ¿Cómo pude hacerlo? Quedé en salir con él la semana pasada y como he estado tan ocupada en mi vida y no tengo espacio en mi agenda mental, se me ha pasado. Ni siquiera me percaté de que era viernes. ¡Si salí temprano y Drew ya estaba aquí en casa! Sólo los viernes pasa eso. Mi cabeza, definitivamente, no está funcionando bien.

- Se me hizo tarde -le digo- Aunque la verdad lo olvidé por completo.
- ¿Lo olvidaste? -pregunta haciendo una mueca.
- Sí -asiento- No es que sea algo muy importante, sabes.
- Es importante -me dice, como si fuese obvio, pero ya no parece muy animado- Aceptaste salir conmigo y quedamos que vendría aquí a esta hora.

Intento no reír, para que no se sienta tan mal, pero cuando creo que ya está bueno de aguantar, comienzo a burlarme en su propia cara. Niego con la cabeza e intento respirar bien. Me pongo en postura defensiva, cargando mi peso en una pierna y con una mano en mi cadera. La otra la tengo ocupada sujetando mi toalla.

- No puedo creer que seas tan inocente -le digo, mirándolo con ternura.
- ¿Qué? -alza una ceja- ¿Quieres ver si soy inocente? -da un paso hacia mí.
- Aléjate de mí, subnormal -exijo algo incómoda, haciéndome para atrás- ¿De verdad creíste que iba a salir contigo? -suelto una risa cínica, a pesar de que las odio- No puedo creerlo, de verdad. Aunque sabía que no eras tan inteligente.
- Cristal, ¿Qué coño sucede contigo? -ahora sube su voz, mostrando su enojo.
- ¿Sabes lo que sucede? Que eres un cabrón. ¡Un cabrón! No eres más que eso. Poco hombre y un inútil. ¡Peor que eso, a decir verdad! Menos mal que Mariza está lejos de ti.
- Cabrona serás tú. ¿Y a quién coño le importa Mariza?
- ¡A mí me importa! ¿Tu crees que puedes ir e insultar a una chica que según tú amaste, en mi cara? ¿No existe el respeto para ti?
- ¿Vas a darme sermones? -pregunta- Porque yo preferiría hacer otras cosas. Para eso he venido a por ti, para nada más.
- Te las tendrás que aguantar porque jamás dejaré que me toques ni un pelo. Créelo.
- Estás enloqueciendo. No parecías así el otro día. Prácticamente te lanzaste a mis brazos cuando te pedí salir. No tienes por qué hacerte la difícil -extiende uno de sus brazos hacia mí, para agarrarme por la cintura, pero me hago a un lado rápidamente.
- Eso fue lo que quise hacerte creer, y vaya que fue fácil. No iba a ser la siguiente.
- Entiendo -comienza a reír, y se cruza de brazos- Te mueres por mí, ¿Verdad? Si estás celosa de Mariza porque estuve con ella, me importa una verdadera mierda.
- No tendría celos ni aunque estuviera perdidamente loca. Pero puedes pensar lo que quieras. No eres lo suficientemente capacitado para recibir la atención de mi parte -lo miro con desprecio.

Su mandíbula se aprieta y una vena de su cuello hace su aparición. Aprieta los puños, pero yo ni me inmuto. Se acerca a mí, pero vuelvo a retroceder. Me percato de que está dentro de la propiedad privada de mi familia.

- ¡Sal de mi casa!
-Si no estabas dispuesta a tener un rato de diversión conmigo, tuviste que habérmelo dicho y asunto arreglado. No estoy para tus gilipolleces, ni para estar gastando mi tiempo en venir aquí para nada.
- Oh, cariño, ¡Ni en un millón de años pasaría un rato contigo! Antes prefiero morir -lo empujo hacia afuera con toda la fuerza que puedo, y logro sacarlo- Jamás me caíste bien, prostituto, espero que te vaya mal. Estoy feliz por Mariza, gracias al cielo ahora está con alguien mejor que tú. Ahora puedes irte y buscar a una fácil allá afuera, porque te aseguro que yo no soy de esas. Pobresillo, tan desesperado que me inventas la gran excusa en el kiosko de que querías verme desde hace tiempo -comienzo a reírme de él otra vez- No soy una tonta.
- ¡Maricona! -me grita, pasándose la mano por el cabello, frustrado- Juro que me las vas a pagar, maldita mojigata. Piérdete. Ni siquiera estás tan buena. Sólo te quería para el rato. Perra.

Comienza a caminar hacia la salida que da hacia la calle y de pronto desaparece. Bueno, no ha sido como esperé. Creí que habría algo más de acción. Que aguantaría a que lo insultara más antes de irse. Pero tendré que conformarme.

Obviamente le inventé la historia de Mariza, eso de que tenía un mejor novio ahora, porque no tengo idea, ni siquiera sé si está viva aún o no, y no me interesa. Solamente defendí la honra de una mujer, porque sé de antemano que la chica no se merece que hablen así de ella, aún cuando ni siquiera lo sabe.

Sujeto bien el nudo de mi toalla y comienzo a cerrar la puerta. Al hacerlo, suelto un suspiro de relajación y me quedo mirando fijamente por el ventanal de al lado. Me siento mejor, pero siento que faltó algo. ¿No le dije algo que debí de haberle dicho, tal vez? ¿Mencioné muy poco a Mariza?

- Vaya, Cristal -siento tal voz, que me sobresalto y choco contra la puerta, de cara. Pero no me duele. Mi pulso se acelera. Su voz ronca hace que cierre los ojos con fuerza. ¡Creí que estaba sola!- Al fin me das algo clave. Algo que estaba tratando de averiguar sobre ti.

Poco a poco, voy girando mi cuerpo. Mis manos, que ahora ambas se aferran al nudo de mi toalla, comienzan a temblar. Miro el piso fijamente, y pego mi espalda contra la puerta. Poco a poco levanto mi mirada, y puedo jurar que de hace mucho que no me sentía tan vulnerable. Seth Maxwell está ahí, apoyado contra la mesa, con sus brazos cruzados y su mirada perforándome.

♥♥♥

Las he dejado con la intriga, a que sí. ¡Yo lo sé! Pero es que quería hacerlo. Estoy muy emocionada, la verdad es que me encantan estos personajes, tanto que me da como un poco de susto. Vale, no. Pero sí me encantan.

Por cierto, lamento si hay alguna falta o redacté mal alguna parte, porque la verdad es que para éste capítulo me calenté la cabeza y pues no sé, ahora lo he releído para editarlo y como no estoy tan de buenas, no he podido hacer gran cosa.

Ya saben, +5 comentarios en el capítulo para que suba el viernes. Muchísimas gracias por los diez comentarios del capítulo anterior. Me han sorprendido, hace ya mucho que nadie comentaba tanto. Bienvenidas a las nuevas lectoras, por cierto. 
¡Adiós!