30 de diciembre de 2015

Capítulo cuarenta y seis - Fresa con Chocolate.



Dentro de la cabaña Fabiola me empuja a la cama sin ningún tipo de delicadeza. Me ordena que me recueste de una forma no muy agradable, pero no digo nada, guardo silencio y obedezco. Junto a Marizza corre hacia el baño y vuelven con una pequeña toalla empapada. 

- ¿Dónde hay un cuchillo? -pregunta Marizza, lista para pelar los hojas de Aloe Vera que hemos logrado conseguir en el camino. 
- No tenemos -le responde Fabiola, mientras se sienta a mi lado en la cama- Creo que Drew o Seth han traido uno, pero no podemos entrar por nada del mundo. Ni siquiera sé cuál es. Si lo intentamos tardaríamos mucho.
- Entonces tendré que ir a la cabaña de Aurora y registraré sus cosas. Utilizamos uno en el almuerzo. Debe de estar ahí -sin decir nada más, se voltea, abre la puerta y sale al exterior con apuro.

El lugar queda en silencio absoluto. Fabiola se arrodilla sobre la cama a un costado de mí. Toma la toalla lista para ponerla sobre mi espalda y cuando estoy esperando para sentir la fría sensación de humedad, se detiene.

- Necesito que te quites la ropa.
- ¿Qué? -alzo las cejas, sin verla- ¿Por?
- No puedo limpiarte con la parte de arriba puesta.
- Sí puedes -le llevo la contraria- Nada más levanta todo bien.
- ¡No puedo! -grita, sorprendiéndome- ¡Sólo hazlo!

De acuerdo, nunca se pone así, tan agresiva. Debe de estar muy preocupada. Si no fuera mi mejor amiga, en este momento estaría gritándole su vida y diciéndole unas cuántas cosas más que tal vez olvidé al principio, sólo para asegurarme de que cada palabra le quede bien clara.

Suelto un suspiro, me siento y comienzo a quitarme la sudadera, seguido de mi camiseta de tirantes. Cuando estoy lista vuelvo a recostarme boca abajo. Siento que Fabiola desabrocha con cuidado mi sostén. Vuelve a tomar la toalla y en un segundo está pasándola delicadamente de arriba hacia abajo en toda la zona.

- Lamento haber hecho que te cayeras -se disculpa en voz baja. Suena deprimida. Frunzo el ceño- No fue mi intención.
- No ha sido tu culpa. Además, Marizza ha dicho que me han puesto el pie.
- Pero si no hubiese saltado del susto como una tonta no habría chocado contigo, no habrías tratado de sujetarme, no te habrían puesto el pie por detrás y definitivamente no habrías caído sobre un montón de ortigas. 
- Sé que no te gusta que las personas griten demasiado fuerte y ese grito nos pilló desprevenidas -intento hacerla sentir mejor- No es nada grave. Todo está bien.
- ¿Y qué hay sobre lo que tú sentiste? -pregunta- Sé que no te gusta que te vean en situaciones así, cuando luces dolida o vulnerable. Menos cuando tienes a personas de ese tipo frente a ti.

Me quedo muda. Eso es algo que no puedo negar. De hecho, no puse atención a tal cosa hasta ahora. Supongo que tuve mi mente ocupada sintiendo el ardor y picor sobre mi espalda, en lugar de algo más. Debí parecer realmente estúpida frente a ellas y sé que fue así, que no me equivoco. De no haberlo sido, ¿De qué otra cosa se hubieran reído? Pero entonces recuerdo lo que sucedió después, y sonrío.

- Tienes razón, pero me importa un bledo porque todo lo demás valió la pena.
- ¿Te refieres a lo que le dijimos a Cinthia y Anita? -asiento. Fabiola comienza a reír. Sus risas secan luego de unos segundos, y entonces le digo:
- Gracias por defenderme...
- ¿Para qué están las amigas? 

Se encoge de hombros con despreocupación, pero sé que en su interior siente bonito, tal y como yo. Nunca dudé de ella, siempre he sabido que ante alguna circunstancia de tal calibre ella estaría ahí para mí. Y así ha sido. Cierro los ojos e intento relajarme. Duro así un par de minutos, hasta que Fabiola vuelve a hablar.

- ¿Piensas decirle esto a Seth? Me refiero a lo ocurrido.
- Por supuesto que no.
- ¿Por qué? -casi puede sonar a una reprimenda por parte de mi amiga- Debe saberlo.
- Solamente causaría drama o algo así. No quiero que piense que estoy celosa por su antigua relación con Anita o algo, o que piense que lo único que quiero es que me defienda. No lo soportaría. 
- Sabes que Seth no pensaría nada de eso.  

Es cierto. Lo sé por antemano. Ni siquiera sé por qué me molesto en inventar excusas que sé que no tienen ni el más mínimo sentido.

- Ya, pero es que hay una razón por la que no quiero...
- ¿Cuál? -comienza a interesarse más por el tema. Dudo un poco entre decirle lo que creo que sucede, pero termino soltando un bufido y abriendo la boca.
- Es que no sé, Seth ha estado extraño. Es como si estuviera duro como roca.
- No me sorprende, dado todo el ejercicio que hace junto a Drew.
- Su cuerpo en forma no es a lo que me refiero exactamente -logro sonreír un poco, pero esa pequeña sonrisa se me va de inmediato- Sino que es a su estado de ánimo, no sé cómo explicarlo. Cada vez que lo he abrazado el día de hoy está demasiado tenso. Siento que se esfuerza hasta para sonreír o estar calmado. Mira a todos lados excepto a mí como si estuviera preocupado o pendiente de algo. Me cuesta lograr que se relaje y no dura casi nada. Me preocupa.
- Tal vez sólo está teniendo un mal día -Fabiola intenta ayudar, pero en realidad eso sólo me ha hecho sentir peor.
- ¿Teniendo un mal día cuando se supone que debería estar disfrutando? Es su viaje por la universidad, no el mío. Tal vez me caí en ortigas y lo que sea, pero me la estoy pasando bien. ¿Por qué él no?
- No lo sé, Cristal. De saberlo te lo diría -frota su mano en mi hombro, queriendo darme su apoyo de alguna manera. Suelto un suspiro- ¿Por qué no le preguntas y ya?
- No me lo diría -le aseguro- De haber querido decírmelo ya lo habría hecho. Además, por poco le digo que le amo.
- ¿Qué? -Fabiola no puede ocultar su sorpresa. Seguro ha abierto los ojos a su máxima capacidad- ¿Estás hablando en serio?
- Sí... -confieso, un poco avergonzada- Fue muy extraño. De pronto creí decírselo, pero al parecer lo imaginé. Al darme cuenta comencé a tener pesadillas despierta. Fue horrible. Creo que sólo estoy delirando y el problema soy yo, no Seth. Tal vez él está completamente normal. Dios, ¡Me estoy volviendo loca! 

Agarro mi cabeza entre mis manos y hundo mi cara en la cama. Afortunadamente mis manos ya no pican tanto, casi nada. Todo en mi mente da vueltas. ¿Desde cuando me pasa esto? Porque lo odio, no lo soporto, no lo aguanto más. Quiero que se vaya este malestar. Debo hacer algo.

- ¿En qué momento empezaste a sentirte así? En la mañana estabas bien.
- Por favor, en el fondo tú lo sabes -aprieto los ojos con fuerza.

Nos quedamos en silencio nuevamente. Casi me da pena tener que hablar de esto. Mi corazón late con fuerza sin que yo pueda evitarlo. Siento algo en el estómago, una molestia. Estoy fuera de control, queriendo moverme de un lado a otro sólo para pensar en otras cosas y calmarme.

- ¿Amas a Seth? -y ahí está, la pregunta del millón de parte de mi mejor amiga. Supe que lo haría desde el momento en que le confesé lo que me sucedía. Me quedo callada y cuando nota que no respondo, continúa:- No está mal que lo hagas -no me atrevo a responder, así que agrega:- ¿Cuál es el problema?
- No lo sé, yo... Algo no está bien conmigo esta tarde. No puedo hacer nada y mucho menos responderte con claridad.
- Solamente dime si lo amas o no.

Inhalo, exhalo. No una vez, sino varias. Comienzo a ordenar todo dentro de mí y pienso en el momento en el bosque. No puedo mentir, mucho menos a Fabiola. De haber sabido que un momento como este sería tan complicado y significativo para mí, habría intentado prepararme.

- Creo que sí -admito. Fabiola deja de pasar la toalla sobre mi espalda y se sienta delante de mí. Me apoyo en mis codos y la miro a los ojos. Lo extraño es que, de pronto, al decir eso me siento más tranquila. Incluso sonrío.
- ¿Ves? ¿Eso era tan difícil? -luce orgullosa de mí. Sonríe aún más, confiada. 

Nuestra conversación se ve interrumpida porque la puerta de la cabaña se abre y entra Marizza con el cuchillo en mano. Nos sonríe y se va al baño, que es donde ha dejado las hojas de Aloe vera. No tarda mucho en volver con las hojas ya peladas y listas para ser usadas. Ojalá sirvan de algo.

Fabiola comienza a pasar su sábila por mi espalda con la ayuda de Marizza. Es tan relajante que podría quedarme dormida y no despertar hasta el año tres mil. La sensación es un tanto extraña, pero es agradable al mismo tiempo. 

- ¿Cómo te sientes? ¿Te sigue ardiendo y picando? -me pregunta Fabiola, más de una hora después de haber untado todo en mí. Niego con la cabeza, pero me fulmina con la mirada- ¿Estás segura?
- Sí. Me siento muy bien ahora -sonrío. Es como si nunca hubiese ocurrido nada.
- ¡Me alegro! -exclama Marizza, animada- Ya decía yo que mañana tendríamos que correr al hospital. Yo me enterré una cuando pequeña, pero fue en la pierna y casi nada. No imagino lo que sentiste al clavarte tantas. 

La puerta de la cabaña se abre una vez más y entra Jaqueline, sonriente. Cuando me ve acostada en la cama riendo con las chicas, parece emocionarse.

- ¿Cómo van las cosas, niñas? -se frota las manos y se acerca a mí, observando con atención mi espalda- ¡Que bien! Casi no hay rastro de las picaduras.
- En realidad no siento nada -le hago saber- Me siento como nueva.
- Estupendo. Pero en caso de que vuelva la comezón, no te rasques por nada del mundo.
- Vale, no lo haré. 
- Deben tener más cuidado con las plantas de los bosques, no tienen que olvidarlo. Hay algunas que incluso son venenosas. Gracias a Dios no caíste en una de esas.
- ¿Tan grave sería? -pregunta Marizza.
- Tanto como para decir que incluso podría perder la vida.
- Entonces es una suerte. ¿Puedo quitarme todo esto ya? -pregunto esperanzada. 
- No veo el problema. Adelante -todas sonreímos- Yo voy a volver a donde me corresponde. Ya todos están de vuelta. Pueden salir cuando quieran. Ah, y pónganse algo que les abrigue porque comienza a hacer frío.

Tan rápido como había entrado, Jaqueline sale por la puerta. Me pongo de pie, tomo mi mochila con mis cosas y aviso a las demás que me ducharé. Antes de cerrar el baño con seguro, Fabiola me avisa que estarán esperando para irnos afuera las tres juntas.

Me enjabono bien el cuerpo y al estar lista me pongo ropa cómoda, entre ellas un short deportivo y una sudadera delgada, igual que la que tenía antes. Menos mal traje tres cambios de ropa o de lo contrario me habría tenido que poner la misma.

Salgo del baño lista para salir.

- ¿Ya? -pregunta Marizza, que está mirando por la ventana de la esquina de la habitación. Fabiola, al notarme, se levanta de inmediato de la cama en donde estaba relajándose.
- Sí. Vamos.

 Salimos de la cabaña y no tardamos en divisar a mi hermano y a Seth, un tanto lejos, sentados en unas bancas de madera. Están conversando animadamente.

- Yo ya me voy -Marizza se despide con la mano.
- ¡Marizza! ¡No es necesario! -le dice Fabiola- Anda, quédate.
- Sigo sintiéndome avergonzada por lo de la mañana.
- Agh, ¡Supéralo! -le digo yo ahora, tomándola del brazo y arrastrándola con nosotras.

Marizza deja de resistirse luego de unos segundos luchando. Drew y Seth, al vernos, sonríen de inmediato. Entonces notan a Marizza y afortunadamente no eliminan la sonrisa. Habría sido algo muy incómodo y tal vez la habrían hecho sentir mal.

- Les presento a Marizza -digo en voz alta.
- Un placer -la saluda Seth, asintiendo con la cabeza. 
- Hey -el intento de saludo de Drew es un asco, pero al menos está sonriendo.

Marizza me toma fuerte del brazo y hace lo mismo con Fabiola. Nos atrae a ella.

- Dios, ¿Por qué sus novios tienen que ser tan hermosos? -susurra. Reímos sin poder evitarlo. Pero entonces Marizza se estremece y parece recordar algo- ¡Oh, ustedes, no saben lo que ha pasado! -se dirige a Seth y a Drew. No deja que nadie le responda y continúa:- ¡Cristal hoy se cayó en ortigas! Sobre un montón. Toda la espalda y sus manos quedaron muy rojas pero al parecer ya está curada. Anita la hizo tropezar.

Un silencio horrendo se hace presente. Pongo una de mis manos en mi cara, frustrada, queriendo colgarme de un árbol. Fabiola me da un ligero codazo y luego, con una de sus manos, me da un apretón, como intentando darme fuerzas para enfrentar la situación. Lo que menos quería era que alguien se enterara. 

Cuando despejo mi cara, lo primero que hago es dirigir una mirada hacia Marizza. Ella parece entender lo que acababa de hacer. Da un brinco.

- ¡Lo siento tanto! -se tapa la boca, sin saber qué hacer- ¡No sabía que no querías que lo supieran! No debí decir nada. Yo... Ya me voy -comienza a caminar hacia algún lugar, no sé a dónde, seguramente muy lejos de nosotros.
- ¿Como es eso? -pregunta Drew. 

Al mirarlo, echo un pequeño vistazo a Seth. Un miedo se apodera de mi. Su rostro ha adoptado una expresión que nunca antes le vi. La sonrisa que tenía hace un momento ya no está. Está tieso. Ni siquiera me observa. Sé que está tratando de no atormentarme con preguntas y no decirme algo equivocado.

- No es nada, estoy bien -intento aclarar.
- Te he preguntado otra cosa -recalca Drew, frunciendo el ceño. De pronto me siento fatal, y enferma.
- Cristal no tiene la culpa -Fabiola sale en mi defensa, sabiendo que yo no quiero decir nada sobre lo que puede causar más drama- Estábamos en el bosque y alguien gritó tras nosotras. Me asusté, choqué con ella, intentó sujetarme y cuando se hizo para atrás Anita le puso el pie. Se enterró las ortigas. Anita y Cinthia se burlaron, nos insultaron, dijeron que me eras infiel, no ayudaron en nada, pero les dimos su merecido.

Seth se levanta sin previo aviso con brusquedad al mismo tiempo que Drew, como si fuesen el reflejo o la sombra del otro. En silencio comienzan a irse con decisión a donde están nuestras cabañas. Mi estómago se contrae y mi corazón late con fuerza. Se supone que ellos no pueden aparecerse por allá, está prohibido. Esto es justamente lo que quería evitar. Lo que menos quería era causar problemas.

Con Fabiola comenzamos a ir tras ellos, pero avanzan demasiado rápido. Miro a todos lados para ver si Jaqueline está en algún lugar sabiendo lo que hacemos, pero no, está charlando con Picasso lo suficientemente lejos para no darse cuenta de lo que pasa. 

Al llegar a la primera cabaña, Seth y Drew comienzan a abrir las puertas de cada una, buscando la de Anita y Cinthia. Creo que incluso ni siquiera están pendientes de si los hemos seguido o no. La que buscan termina siendo la número tres, la que está justo delante de la nuestra. Golpean con brusquedad, y cuando abren puedo ver a Anita muy sonriente, casi feliz por la inesperada visita. Pero cuando nota la expresión que traen en la cara y Drew prácticamente la hace un lado para entrar, su sonrisa se va. La puerta se cierra y lo siguiente que escuchamos son puras maldiciones.

Tomo a Fabiola de la mano, porque no soporto quedarme como una tonta ahí parada. Ella está temblando. Terminamos sentándonos en una roca grande, un tanto apartada del lugar. Aún podemos escuchar todo. Seth le grita a Anita tantas cosas, entre ellas que deje de comportarse como una perra infeliz. Comienza a defenderme, dejándole en claro que soy su novia y que nadie puede ponerme un dedo encima. Drew, por su lado, está vuelto loco de ira hacia Cinthia. Luego no entiendo nada más porque las voces del interior se mezclan demasiado y es imposible entender algo al respecto. 

- ¡Terminaste conmigo por ella! -le grita Anita, en un tono más alto que cualquier voz que haya oído, porque destaca entre las otras- ¡Nosotros dos nos amábamos! ¡Pero tú lo tiraste todo a la basura sólo por esa imbécil! ¡Nos olvidaste!

Un ligero malestar se intala en mi interior de forma automática, sin que pueda hacer nada al respecto. Bajo la mirada hacia mis pies, mientras un montón de pensamientos se asoman a mi cabeza. Pensamientos que, definitivamente, no tuve antes.

Me siento un poco mal. No sólo eso, incluso me siento algo estúpida por no haberlo consultado con Seth. ¿Cómo no se me ocurrió preguntarle si, antes de conocerme, él sentía algo por Anita? Quizás sí había algo más que una relación sin sentimientos entre ellos. Quizás yo fui la única culpable de que ellos dejaran de estar juntos. Al parecer yo los separé, porque antes de aparecer, ellos pueden haber tenido una relación completamente normal. Así como los vi en la supuesta galería de Arte. 

- Lo que sea que estés pensando, deja de hacerlo -ordena Fabiola, de un momento a otro. Alzo mi cabeza y la miro a los ojos. Está frunciendo el ceño con preocupación. El sonido de fondo de nuestra conversación siguen siendo maldiciones y cosas ofensivas- Lamento que se hayan enterado, sé que no querías. 
- No es tu culpa. Ni de Marizza. Ella no sabía que era un secreto.
- Tienes que admitir que es mejor que se enteraran.
- ¿Para esto? -hago una mueca- No me gustan estas cosas. Lo único que sacaremos será que Seth se ponga aún más extraño, tenso, ido, distraído y pensativo a como ha estado todo el día.
- Yo digo que necesitan hablarlo -opina. Suspiro y me encojo de hombros.
- Puede que sí. ¿Sigue gustándote el drama? -le pregunto, logrando sonreír. Unas carcajadas diminutas se escapan de su boca.
- Sabes que sí, siempre y cuando no se relacione con nosotras. 

Le doy un ligero empujón con mi brazo y nos quedamos así, hablando sobre cualquier tema para distraernos. El sol ha desaparecido casi por completo, solamente quedan los colores anaranjados, violetas y grises en algunas partes del cielo. Minutos después la puerta de la cabaña se abre, dando paso Drew y a Seth. Sus rostros, sus maneras de caminar y sus cuerpos logran demostrar a lo lejos que todo está mal. Parecen no darse cuenta de que nos encontramos cerca. Tampoco se molestan en echar un vistazo en nuestra búsqueda, simplemente parecen creer que no los seguimos hasta ahí. Juntos se van hacia el interior del bosque, probablemente tratando de llegar hacia sus cabañas y poder pasar desapercibidos.

Las dos nos quedamos en donde estamos, sin siquiera querer seguirlos. Sería estúpido y desesperado. Tampoco tendría sentido. Deben de estar muy enojados y si estamos allí sólo empeoraríamos todo. Así que permanecemos viendo el atardecer y nos mantenemos ahí hasta que está completamente oscuro. Entonces, sólo entonces, decidimos ir a nuestra cabaña.

♥♥♥

¡Aquí estoy! He tardado un poco más en subir pero bueno, ya no importa. Mañana es año nuevo así que espero que todas se la pasen excelente y tengan un genial nuevo comienzo. Planeo subir pronto. ¿Pueden darse cuenta de que sólo quedan cuatro capítulos más? ¡Estamos por acabar! No falta nada, pero nada de nada. Las quiero mucho, un beso enorme, +8 comentarios para que suba nuevamente. ¡Adiós! ¡Feliz año!


16 comentarios:

  1. primer comentario si como lo hacia antes jajajaja...Que tengas un feliz año tambn baby...sii quedan nada mas que cuatro muero lentamente...pd siguela quiero ver en que termina bye se te kiere besos

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  2. Holaaaaa que bueno que hayas subido el capítulo.. Ya quiero ver los otros capítulos. Estoy muy emocionada. Te deseo un mejor año y que cumpla todos tus sueños en este año 2016. Besos

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  3. DIOS, NO PUEDO CREER LO QUE HA PASADO.. Odio a Anita y Cinthia con todo mi corazón. -.-' ¡Mujer, no puedes dejarlo así! -.-' Tienes que subir lo más pronto posible. xd Te quiero. ❤

    By: *Cajitadesecretos* ❤

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  4. Dioss me encantó!!! Seguilaaa

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  5. Siguela porfa es buena, y feliz años nuevo a todos

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  6. Siguela porfa plisss me encanta

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  7. Siguela y luego por porfa muy buen capítulo, ojalá sean mejores lo últimos

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  8. Me encantó, estoy deseando saber qué pasa��❤

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  9. Ay Dios mío, espero q todo se arregle, síguela!

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  10. porfa siguela no puedo esperar mas es tan viciada esta novela 😉 por favor no tardes te he dado me gusta

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  11. Ay Thiare perdoname!!! no habia podido comentar antes, pero ya me puse al dia...uf que decirte, me han encantado estos ultimos caps, no me canso de decir que amo tus novelas. Sube pronto please, ah y feliz navidad y año nuevo atrasados, te deseo todo lo mejor, un abrazo enorme!!!
    Att: Idaly <3

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  12. Holaa! YA SUBE PORFAS!

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  13. Ya te quedaste pegada aun no subes :c

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  14. Holaaa me fascinó el capítulo:) Subiiii si? Uruguay<3

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  15. Holaaaa Me Encanto El Capitulooo *-* Sube Yaa!

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