17 de noviembre de 2014

Capítulo 67 -Por un capricho.



Estoy acomodada en mi asiento con los audífonos puestos y escuchando la radio. Sí, la radio, porque mientras esté viajando no quiero ponerme a escuchar canciones específicas corta venas que pueda causarme cierto malestar, que es lo que casi siempre hago. Además, están tocando algo de los 80', y eso sí que es genial.

Cipion me toca el hombro y yo lo miro. Noto que mueve la boca, pero como no lo escucho tomo el cable de mis audífonos y lo tiro.

- ¿Qué dijiste? -pregunto. 
- Te estoy pidiendo que te quites esos aparatos.
- ¿Qué? ¿Por qué? -pregunto esta vez más alto, y justo va pasando el joven que es el ayudante del bus, y me pide que hable más bajo. Cuando se retira, sigo hablando- ¿Por qué quieres que los quite?
- Porque estoy aburrido y ya es de noche, sin mencionar que los tienes en un volumen bastante fuerte y no me deja dormir.
- Oh, entiendo. Pero no te dije nada cuando te pusiste a cantar wiggle wiggle wiggle mientras intentabas mover el culo en el asiento y te ponías la mano bajo la axila para hacerla sonar.
- ¡Oye, no digas esas cosas! -se lleva una mano al pecho y se hace el ofendido- Trataba de impresionar a una chica.
- ¿Una chica?
- Sí, mira -me pide que me haga hacia adelante, miramos hacia atrás por el costado, y una chica rubia teñida está durmiendo con la boca bastante abierta, con la cabeza pegada al cabezal. 
- Vaya, se ve sexy cuando duerme -comento sarcástica.
- Sí, ¿no es cierto? -suspira- Creo que me he enamorado.
- Lo mismo dijiste cuando fuimos a la playa hace tres años y viste a una chica gótica.
- Ella tenía estilo -se excusa- Lástima que ni siquiera notó mi presencia, de lo contrario se habría enamorado.
- Mm. De hecho sí te vio, pero pasó de ti -sinceré riendo.
- __, tú no sabes de estas cosas. Me miró con tal deseo que sentía que iba a tocarse frente a mis ojos -puso cara de caliente total- Pero cambiando de tema, ¿qué hora es?

Tomo mi celular que había dejado en mis piernas, lo desbloqueo y observo. Me impresiono al instante, no sabía que era tan tarde. Supongo que ver el paisaje de afuera y escuchar música al mismo tiempo aceleraba mucho los minutos. Pero me gustaba, era muy relajante.

- Van a ser las tres y media de la madrugada -respondo.
- ¡Sí! -celebra alzando los brazos- Es la hora perfecta.

Lleva los brazos al costado de su derecha, y noto que saca la guitarra. El tipo se ha metido una tonelada de cosas aquí adentro y yo no me había dado ni cuenta.

- ¿Por qué has puesto tu guitarra aquí adentro? -pregunto- Creí que solo habías subido la comida.
- ¡La comida! -chilla no tan bajo- Lo había olvidado -deja la guitarra sujeta entre sus piernas, coge la mochila, la abre y saca dos paquetes de papas fritas, mas un pote de ketchup- ¿Quieres?
- Claro que sí -prácticamente le arranco el paquete de la mano- Muero de hambre.

Creí que ambos íbamos a empezar a comer de inmediato, pero Cipion no lo hace, así que en cambio, se pone la guitarra acomodada entre su brazo y sus dedos. Me pregunto qué demonios es lo que está haciendo. Abro mi paquete de papitas, me meto una a la boca y comienzo a masticar. El chico no hará nada, no es tonto para hacer lo que pensé que podría hacer.

- ¡I'm so hollow, baby! ¡I'm so hollow! -grita y toca, me tapo los oídos- ¡I'm so, i'm so, i'm so hollow!
- ¡Estás loco!

Me abalanzo sobre él y le quito los dedos de la guitarra. Él me mira confundido, como si estuviera estúpida por interrumpir sus chillidos. Giro mi cabeza para mirar hacia los asientos de atrás. Papá se ha despertado y mira para todos lados con la cara más soñolienta que pueda existir, y como nota que no pasa nada, vuelve a dormirse. Michelle y Lila, por suerte, no se han despertado.

- No puede ser, esto es un insulto a James Blunt -le digo sin poder creerlo, intentando aguantarme la risa.
- ¿Por qué dices eso? ¡Soy un cantante genial! Es más, ¿quieres que cante de nuevo? -comienza a acomodarse otra vez.
- No, está bien así, ya me ha quedado claro -lo detengo- ¿Pero es que no te das cuenta? Los pasajeros están durmiendo. Si se despiertan y alguno se queja, nos echarán y quedaremos a mitad de la nada con nuestros bolsos, sufriremos un asalto, se llevarán todo el equipaje, tendremos que hacer dedo para que nos lleven y terminaremos perdiéndonos.
- Por mis cojones, __, estás alucinando. Yo canto perfectamente, y si alguien se despierta se sentiría bendecido por escuchar tal voz.
- Sí, ya, como digas.

El ayudante del bus vuelve, y se encamina hacia nosotros sin despegarnos la mirada. Se nota un poco molesto. Yo bajo la cabeza y sigo intentando tragarme las risas que quiero soltar. Es para morirse.

- Jóvenes, voy a tener que pedirles que no toquen instrumentos musicales en el trayecto a su destino y que tampoco griten ni se pongan a delirar.
- ¿Delirar? -pregunta Cipion, claramente más ofendido que antes- Estaba cantando.
- Eso no es cantar. Michael Jackson cantaba. Tú ladras. Con su permiso -dice y se retira a toda prisa hacia donde debe de estar, que es cerca del asiento del conductor.


***

Bajamos del ahora mini-bus que tuvimos que tomar luego de ese bus anterior. Son exactamente las 12:30pm, y juro que en la mañana tuve las horas más largas de toda mi vida. No encontrábamos un mini-bus en donde venirnos. No sabíamos que salían recién a las doce. Estuvimos desde las cinco tirados en el suelo del terminal, esperando uno. Dormí en el piso con Cipion.

Diviso a mi tía de inmediato. Ella trota hacia nosotros y salta a los brazos de mi madre. Todos miramos la escena, conmovidos. A ambos se le saltan las lágrimas y no me toma por sorpresa porque siempre pasa, cada vez que venimos. Luego saluda a Michelle con un abrazo, luego a Cipion, luego a Lila, y finalmente a mi. Extiende sus brazos y me estrecha fuertemente contra ellos.

- Oh, __, mi querida __ -me dice mientras sus manos friegan mi espalda. Yo le hago lo mismo y no puedo dejar de sonreír. Ella es la mejor tía que tengo. Me suelta, me sujeta por los hombros y sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas- ¡Mírate! Estás tan grande, tan bonita.
- De hecho mide lo mismo desde la última vez -comenta Cipion. De inmediato lo fulmino con la mirada.
- Bueno, pero entonces lo de bonita si va -insiste mi tía sonriente- ¡No puedo creerlo! Mejor dicho, estás preciosa. Ya veo por qué tienes novio. Pero bueno, era de esperarse. Eres una dulzura de chica.
- Seguro, Casilda -dice mi papá con sarcasmo- ¡Si estuvieras todos los días con ella!

Todos explotan en carcajadas y a pesar de que su broma fue algo pesada, me río también. Y me gusta hacerlo. Hace días que me estaba costando. Es como una ola nueva de esperanza. Una ola más de él.

Caminamos por la calle hacia la casa de mi tía. Extrañaba este lugar. Los viñedos están presentes en más de la mitad del camino. La calle no es más que piedras y tierra. Cada varios metros hay postes de luz, y puedes escuchar pequeños riachuelos en donde el agua corre. Los pájaros cantan y me doy cuenta de que lo que me dijo Justin era cierto. Necesitaba venir aquí. Había olvidado lo que se sentía.

Llegamos y lo primero que todos hacemos es dejar tirados los bolsos en el piso de la sala de estar, para luego sentarnos rodeando la mesa. La casa de mi tía es muy linda y acogedora. Siempre me ha gustado. Aunque la verdad es que la primera vez que la conocí fue a los once. Papá jamás me había traído y desde ese día entre todos nos volvimos inseparables. Ahora no podemos pensar en otro lugar para pasar vacaciones.

La tía Casilda saca vasos del mueble de cocina y nos sirve gaseosa. Eso es genial, porque la calor es insoportable. Sin embargo, me gusta así.

- ¡Tengo algo que contarles! -exclama mi tía- Este año no nos molestarán las moscas. ¡Miren! -apunta al techo y vemos un pedazo de papel enrollado lleno de pegamento. Decenas de moscas están pegadas y muertas- ¡He encontrado un modo de matarlas sin esfuerzo! Son tan tontas que por su misma cuenta se posan allí.

Al rato el resto de la familia que vive por los alrededores viene a darnos la bienvenida. Papá está encantado. Las veces en que está más feliz es cuando venimos aquí. Hay ocasiones en que hemos hablado de lo mucho que extraña su verdadero hogar. Porque él nació aquí, no en Atlanta. Pero siempre que tocamos el tema me asegura que no se arrepiente, ya que nací yo y no me cambiaría por nada. Eso siempre nos hace sentir mejor a ambos.

La tarde es preciosa. Todos reímos por anécdotas que nos contamos, todos celebramos, todos nos abrazamos. Comemos trozos de una jugosa sandía y nos bebemos varios vasos de jugo y gaseosa. No podía explicarme a mí misma lo mucho que me gustaba estar junto a ellos. Cipion decide no volver a su casa en la ciudad y quedarse con nosotros en el campo. A él no le gusta la soledad. Siempre está solo allá. Prefiere quedarse aquí conmigo y los demás.

Llega la noche y de pronto me siento un poco mal. No me lamento por eso, porque lo que quiero es poder desahogarme a solar y llorar lo que pueda mientras Justin no esté cerca de mí. Quiero llegar vacía a mi casa en una semana, para poder empezar a llenarme de poco a poco.

Sin que nadie se de cuenta salgo por la puerta trasera de la casa de mi tía que tanto adoro. Me siento en el pequeño escalón que divide el suelo con polvo y la cerámica. El viento suave me acaricia las mejillas y de pronto estoy feliz, pero a la vez tan triste que el más mínimo pensamiento podría provocar un desnivel.

Aún no puedo aceptar que Romano no esté. Pienso y me doy cuenta de que al volver a casa, él no me esperará en la puerta. Que no estará para recibirme. Y eso me hace tener ganas de llorar. Me hace sentir rota. Pero es que no logro entender cómo su muerte pudo afectarme tanto. En realidad sé como logró hacerlo, pero a la vez es como si no lo supiera y quiero que algo o alguien me lo diga.

Las ramas de los árboles crujen al chocar, las estrellas en el cielo son infinitas y dudo haberlas visto alguna vez en tanta cantidad. Mariposas nocturnas chocan contra la ampolleta del farol a un costado de la casa y me pregunto lo confundidas que se deben de sentir. O si les gustará.

Me sorprendo a mi misma por poco me comporto. Mis sensaciones han dado un vuelco inesperado. Desde que Romano murió veo todo de una manera distinta. Todo, pero absolutamente todo me hace sentir tanto, que es inexplicable. El cielo, el aire, una casa, el césped, las hojas, los árboles, un insecto caminando, una roca, el sonido de los grillos. Y más. Muchísimo más. Sé que ya lo he dicho antes, todo esto del cambio, pero es que es sorprendente.

Hace como tres meses yo había pensado en venir. De un momento a otro tuve muchas ganas, pero solo lo tomaba como un pensamiento pasajero, por lo que ni siquiera me molesté en decírselo a papá. Me preguntaba quién podría cuidar a Romano en alguna ausencia. Lo primero que pensaba era en Justin. Él si lo haría por mí. Pero ahora, él cuida la casa. A nada ni a nadie más. No puedo llamarlo y preguntarle: He, Justin, ¿cómo se encuentra mi gato? ¿Le has dado su comida en su bandejita naranja que compré especialmente para él? ¿Le cambiaste su agua? Espero que lo entres por la noche, así no pasa frío. Le gusta salir en las mañanas y por las tardes debes cazar insectos voladores con él, sin excepción.

De pronto, me doy cuenta de lo que hago. Pienso mucho en lo que ya es. En lo que ya no se puede arreglar. Me sentiré miserable probablemente el resto de mi vida, pero debo seguir adelante con quienes viven. Justin vive, gracias al cielo. No podría haber soportado perder a ambos, por lo que tengo que cuidarlos. Lo amo más que a nada. Lo quiero para mi, el resto de mi vida, si es que puede ser posible. Espero que lo sea.

No puedo esperar más. Tengo que aprovechar todos los segundos que pueda. Debo apreciar la vida más que nunca en este momento, y hacer saber a las personas que amo lo importantes que son para mi. Ahora mismo.

Cojo mi celular que estaba guardado en el bolsillo de mi jeans, bastante apretujado. No tengo que ni buscar el número porque es el primero que siempre sale y que me sé de memoria. De hecho he borrado su nombre de mis contactos, porque no creo que sea necesario. Solo sé cuando es él. Así que empiezo a llamar. Tarda un poco, ya va por el cuarto pitido y aún no contesta. Estoy impaciente por decirle lo que tengo que decir.

Llamada telefónica.
- ¿Shawty? -al fin contesta- Lo siento, me estaba duchando y dejé mi celular en la cama de la habitación.
- Te amo -le digo sin más, haciendo caso omiso a lo que dice. Pero me muero el labio imaginando lo sexy que ha de verse recién salido de la ducha en ese momento.

Parece llamarle por sorpresa lo que le digo, pues nada que ver con el tema. Escucho un par de risitas provenientes de él, y entonces yo también río. Comienzo a sentirme mejor. Su voz, su risa, su todo es capaz de lograr grandes cosas.

- También te amo, __. Te amo demasiado más.

_______

Por dios soy mala pero mala porque no les he subido.
Iba a hacerlo el sábado en la noche pero se me pasó porque estuve haciendo otra cosa y lo olvidé. 
Y anoche estuve en el notebook haciendo otra cosa y pues no alcancé. 
Pero ahora sí que va enserio que les subiré seguidos los últimos capítulos, ¿bueno?
Comenten y voten mucho y lo haré lo más rápido que pueda, lo prometo. 
Ustedes saben que cada vez que lo prometo, va enserio.
¡Las adoro mucho! Besos enormes. Muah.



5 comentarios:

  1. Siguela!! Esta exclente me encanta:D
    Siguela Pronto!!
    Besos<3
    Att:Karla

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  2. me gusto muchote...gracias eres la mejor pd no te preocupes...siguela tkm att: francis g

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  3. Aw dios mio me encanto *_*
    Jajaja me hizo reir el momento de Cipion y rayis en el bus jajaja.
    Me encantó el final. Dios, lo amé.
    Seguila pronto <3 besos<3

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  4. Hermoso capitulo Tishu :3
    Me encanto ... y ya me imagino a Cipion cantando Wigle jsjsjsk xd Lol

    Te quiero Bye♡

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  5. Me encantó :) siguela...
    By : barby

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