26 de diciembre de 2015

Capítulo cuarenta y cinco - Fresa con Chocolate.



Jaqueline nos entrega las llaves. Marizza las recibe y juntas caminamos a nuestra respectiva cabaña. No tardamos nada y sin darnos cuenta ya estamos dentro. Hay, en total, seis diferentes camas de una plaza. El lugar no es tan espacioso como pensé, de hecho creí que habrían más de éstas, quizás ocho, pero no. De todas formas es suficientemente cómodo. Tenemos todo para nosotras solas.

Sábanas dobladas color blanco están encima de los colchones y al lado hay mesitas de noche sin nada encima. En la esquina de la habitación hay un botiquín de primeros auxilios sujeto a la pared. De inmediato me voy hacia la cama que más me llama la atención, junto a la ventana. Fabiola toma la de mi lado. Como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, lanzamos nuestras mochilas encima. No puedo aguantar y me recuesto de espaldas, quedándome mirando el techo. Me percato de que el aroma que hay en el lugar no es desagradable, solamente huele como en todos los lugares que no suelen tener personas todos los días. Sin embargo, es acogedor. Es perfecto.

Los minutos comienzan a pasar. Ninguna habla. Yo estoy muy relajada, al parecer Fabiola está igual. Después de un rato más, busco a Marizza con la mirada. Ha elegido una de las camas del frente, específicamente la del medio. Me siento un poco mal por ella. No tengo nada en su contra. Primero Julián terminó con ella y cuando se interesa en dos chicos se da cuenta de que tienen novia. Tal vez otras chicas se enojarían y se burlarían de tal cosa, pero a mí no me causa ni la más mínima gracia. Ella se siente mal. Lo confirmo cuando se sienta con lentitud en la cama, y se queda como estatua mirando sus manos entrelazadas. Verla así me provoca un triste sentimiento.

Observo a Fabiola. Ella es tan parecida a mí. Creo que incluso antes de mirarla ya sabía que iba a estar con su mirada encima de Marizza de la misma forma que yo. Le hago un gesto, como diciéndole que deberíamos acercarnos a ella o decir algo para hacerle saber que todo está bien entre las tres, al menos por nuestra parte. De inmediato asiente.

- Oye, Marizza -la llamo. Levanta su cabeza y me mira confusa- ¿Qué te pareció el bosque?
- Uhm -bacila entre responder o no- Estaba muy bonito. Demasiado. 
- ¿Verdad que sí? -se une Fabiola- ¿Viste alguna liebre?

Marizza sonríe.

- Sí. De hecho, logré ver siete.
- ¿¡Siete!? -preguntamos Fabiola y yo en voz alta, sin poder creerlo.
- ¡Yo ni siquiera logré ver una! -admito, sintiéndome como una completa ciega. 
- ¡Pero si habían bastantes! -exclama Marizza, riendo. Fabiola se une a sus risas.
- De verdad, no puedo entender cómo no vi nada. Supongo que un día lo superaré, pero bueno -suelto un suspiro mientras me incorporo y me siento. Entonces se me ocurre otro tema de conversación- Oye, pensé que querrías compartir cabaña con tu prima.
- ¿Por qué pensaste eso? -alza las cejas, como si yo estuviera diciendo lo más tonto del mundo.
- Porque son primas... -responde Fabiola por mí.
- Ah, pues no. Ni siquiera nos llevamos tan bien. En realidad no nos llevamos bien.
- ¿Y eso? -no puedo evitar sonrprenderme.
- Mamá y yo vivimos juntas, pero desde hace como dos años los padres de Aurora se divorciaron, por lo que a mi tía no le quedó más remedio que venir a vivir con nosotras y traer a Aurora con ella. 

Comenzó a contar. Fabiola se sentó encima de mi cama, para sentirse más cómoda mientras Marizza contaba su historia. En realidad, no me sorprende que ellas no tengan una buena relación de familia. Por la manera en que le gritó cuando estaba con nosotras, noté que había algo malo.

- La verdad es que cuando niñas nos llevábamos muy bien. Jugábamos a las muñecas, a la comidita, todo. Era como una hermana. Continuamos llevándonos así cuando comenzamos a compartir habitación, pero cuando entró a estudiar a la univesidad se convirtió en una persona completamente distinta. Ahora es igual a esas insoportables chicas con las que se junta. No las soporto.

La voz a través de un citófono comienza a hacerse presente. Es Picasso. Intento escuchar cada palabra de lo que dice pero la verdad es que suena como su propio idioma creado por él. Eso, o yo estoy sorda. Hace rato me sentía ciega y ahora esto.

- ¿Qué es lo que intentó decir? -pregunto con mala cara. La cama está muy rica como para abandonarla.
- Es hora de ir al comedor -me dice Fabiola- Hay que almorzar.
- Bien -comienzo a levantarme- De todos modos ya tengo un poco de hambre. Pero oye, Marizza, si no te sientes bien estando con tu prima y sus amigas, puedes estar con nosotros.
- ¡Sí! No hay problema en eso -Fabiola está de acuerdo con la invitación, sonriente.
- Gracias, pero no. Aún intento superar el momento de hace unas horas atrás -comienza a reír- No puedo sentirme más avergonzada.
- Ya pasó, no te preocupes -le doy a por saber- ¿Pero estás segura de que no quieres venir?
- Sí. Al menos, por ahora no.

Aceptamos su decisión. Tampoco es que podamos obligarla. Así que las tres nos vamos caminando hacia la salida. Abrimos la puerta de la cabaña y caminamos hasta el lugar de donde proviene la voz. Cuando llegamos Marizza se va con su prima. Seth y Drew, al vernos, vienen hacia nosotras. Traen una bolsa cada uno, de esas que hemos traído con comida.

- ¡Nos ha tocado juntos! -celebra mi hermano, sacudiendo el cabello de mi novio. Lo abraza fuertemente- ¡No puedo estar más feliz por eso!
- Ya, Drew, basta -lo empuja ligeramente- Sabes que detesto cuando te dan tus momentos cariñosos en público. Hoy no, ¿De acuerdo?
- Eres un aguafiestas -Drew lo mira mal, pero vuelve a abrazarlo e intenta derribarlo. Seth comienza a reír mientras lucha con él. Se nota que son mejores amigos.
- ¡Jóvenes! -la voz de Picasso, fuerte, por poco revienta mis oídos. Siempre dice la misma palabra para llamar la atención de todos. Cada uno se queda en silencio, y Drew con Seth dejan de bromear entre ellos- Era mentira que ésto es un comedor -indica la cabaña tras de él- No es más que una cabaña como las otras, pero más grande. Así que lamento decepcionarlos pero van a sentarse en algún lugar de los alrededores y comerán lo que sea que hayan traído -muchos, sobre todo chicas, comienzan a quejarse- ¡Debemos ser unos verdaderos excursionistas y disfrutar el aire libre! No voy a dejar que mis estudiantes se vuelvan unos idiotas ajenos a la naturaleza. Ahora disfruten su comida.

Los cuatro comenzamos a mirar hacia todos lados en busca de una zona cómoda en donde no llegue tanto sol y el calor no se sienta tanto. Diviso unas rocas bajo un eucalipto justo a la orilla del lago, un tanto alejado. Luce como una parte ideal para comer.

- ¿Vamos para allá? -sugiero. Los tres miran en la dirección a la que indico. Drew sonríe.
- Hermanita, por fin sirves para algo útil -me felicita Drew, dando palmaditas en mi espalda. No puedo evitar reír.
- Gracias por tus admirables palabras.
- De nada.

Sin prisas nos vamos hacia las rocas. Al momento de estar ya en ellas, debajo del eucalipto, nos damos cuenta de la fresca sombra que nos da. Papá siempre me había dicho que este tipo de árboles eran ideales para eso. Cuando miro más allá y veo un álamo, no puedo evitar pensar aún más en él. Son sus árboles favoritos, además de los sauces. 

- ¿Y qué vamos a comer? -pregunta mi hermano, frotándose las manos, ansioso.
- Sándwiches -responde Seth.
- ¿Sólo eso? -frunce el ceño- ¡Voy a morir de hambre! Quiero a mi madre, ahora.
- Es lo único que tragimos -Seth comienza a revisar en el interior de las bolsas- Además de los jugos en caja. Lo demás lo podemos dejar para más tarde y para mañana.
- Es oficial -lo interrumpe- De aquí no nos vamos con vida. ¿Con qué son?
- Queso, jamón, mantequilla. 
- ¿No se echará a perder con las calores hasta mañana? -pregunta Fabiola. Vaya, no lo había pensado.
- Guardamos todo lo demás en los refrigeradores -le cuenta Seth sonriente.
- ¿Dónde hay de esos? -decido preguntar. 
- En una cabaña de por allá en donde nos tocó. Picasso nos lo dijo. ¿La señora no les avisó?

Negamos con la cabeza. Y en eso queda la conversación, porque los siguientes minutos nos dedicamos a comer. Se nota que estamos hambrientos porque casi no decimos palabra hasta terminar cada sándwich, que eran dos para cada uno. Supongo que a nadie le gusta almorzar sólo esto, pero no es tan malo. Los alrededores son bonitos, hay mucho color verde, animalitos y demás. Nadie puede amargarse en un lugar así.

Nos ponemos a hablar sobre cualquier tema mientras reposamos lo que hemos comido. Estoy satisfecha, sin duda alguna. No tengo razón para quejarme. Todo está de maravilla y estoy segura de que estaremos bien hasta mañana. Hemos traído lo suficiente y no quedamos con hambre.

- Durante la tarde no podremos estar con ustedes -avisa Drew, de repente, mientras acaba su jugo.
- ¿En serio? -Fabiola alza las cejas- ¿Qué harán?
- Según Picasso debemos ir a fotografiar lugares. Supongo que será para un trabajo.
- Los hombres iremos con él. Las chicas con la señora esa. Jaqueline, creo -agrega Seth.
- ¿Y qué haremos nosotras, entonces? -pregunto a Fabiola. Y recuerdo lo que tenía ganas de hacer- ¡Oh, debemos recorrer todo! Mientras las demás se ponen a sacar fotos, nosotras podemos estar pendientes de otras cosas.
- Estoy de acuerdo -Fabiola y yo chocamos los cinco- Tal vez podamos decirle a Marizza que esté con nosotras, para que no se aburra.
- ¿La niña loca que babea por Seth y por mí? -se burla Drew. 
- No seas tan malo -le pide mi amiga- No es una persona detestable. 
- Pensé que se había enojado con ustedes -comenta Seth.
- Creo que no se enojó, solamente se sintió avergonzada -intuyo- No sabía cómo reaccionar ante eso, entonces hizo ese pequeño alegato y se fue. Compartimos cabaña con ella.
- Fabiola, ten cuidado -sugiere mi hermano- Te podrías despertar a mitad de la noche y ver a Marizza registrar tus cosas y oliendo ese osito de peluche que te di. Uno nunca sabe -comienza a partirse de risa por sus propias bromas. Seth explota en carcajadas- ¿Te la imaginas ahí, tío? Deleitándose con mi aroma y atacando a Fabiola cuando ella intenta arrebatárselo. 

No tardan mucho en dejar de burlarse de Marizza, porque Picasso comienza a llamarlos para comenzar la caminata fotográfica. Jaqueline, a su lado, comienza a llamar a nosotras las chicas. Los cuatro echamos las cajitas de jugo a una bolsa, arrugamos todo y lo llevamos a un bote de basura que se encuentra a unos metros. Luego nos despedimos y nos vamos a reunir a nuestros grupos correspondientes. 

- Chicas, haremos una caminata para tomar fotografías. Su profesor lo ha dado como una actividad, así que deben hacerlo obligatoriamente, ¿De acuerdo? Sólo por ésta vez tienen permitido usar sus celulares, en caso de que no traigan consigo una cámara -Todas asienten, excepto nosotras. Jaqueline se da cuenta- Ustedes no deben hacer nada de esto. Pueden acompañarnos y hacer lo que quieran, pero no tienen que perderse. Tendrán que ser cuidadosas.

Desde luego estamos de acuerdo y en cinco minutos ya nos estamos adentrando en el bosque, pero al sentido contrario del que llegamos, es decir, a una parte del bosque que no habíamos visto. Jaqueline va en el frente, le siguen las demás y por último, al final, las seguimos nosotras. 

Por fin logro ver una liebre. Marizza y Fabiola me la muestran, pero cuando intentamos acercarnos sale corriendo como si su vida estuviese en peligro y tuviera que escapar más rápido de lo que lo ha hecho jamás. Es una lástima, porque, en realidad, tocar una sería todo un privilegio. Pero lo más seguro es que si la obligo me muerda y me saque un pedazo. Definitivamente no quiero eso.

No llevamos ni quince minutos dentro del bosque y me doy cuenta de que mi cuerpo comienza a agotarse. Mis piernas ya no se mueven con tanta facilidad como hacían por la mañana y mis ojos se sienten pesados. Sujeto con fuerza el brazo de Fabiola, pero ella se queja.

- No te cargues tanto -me pide, casi en súplica- Apenas puedo avanzar.
- Lo siento -giro mi cabeza hacia un lado- Marizza, ¿Por qué tú no luces exhausta? Déjame decirte que deberías estarlo. Lo tuyo no es normal. No es sano.
- ¿Estás bromeando? Yo soy toda una excursionista. Todos los años voy a subir por los cerros con mi familia y acampamos durante tres días. Por mí caminaría varias horas más sin detenerme.
- Chica, te acabas de ganar mi respeto absoluto.
- Y el mío -Fabiola tiene una mirada de admiración- ¿Cómo lograban tener comida suficiente? Supongo que llevaban cosas simples, como fruta, pan, chatarras, y cosas así.
- Para nada -Marizza niega con la cabeza, ansiosa por darnos una explicación detallada- Nos poníamos a cazar nuestra propia comida.
- Tú estás bromeando -comienzo a reír. Pero cuando me doy cuenta de que soy la única que lo hace, me apresuro a preguntar:- ¿Lo dices en serio?
- ¡Claro! Es lo más genial del mundo. No sabes lo deliciosas que son las liebres y los peces recién sacados del río. Mm -finge chuparse los dedos. No puedo evitar sorprenderme ante eso-, un manjar.
- ¿Se las comían crudas? -hago una mueca de asco.
- No, eso sería horroroso -se pone a reír- Las atravesábamos con un palo y las poníamos sobre una fogata. Lo mismo con los peces.
- ¿Y a qué sabía? -pregunta Fabiola, con los ojos abiertos como platos- Es decir, dicen que el sabor cambia cuando se les cocina así. 
- No puedo explicarlo con palabras. Pero debes probar.
- Desde luego que lo haremos -aseguro sonriente. 

No. Nunca en mi hermosa vida lo haré. O sea, tal vez lo haga, pero no si la he cazado en medio del bosque y tengo que ver la forma en que la matan, le quitan el pellejo y la asan. Mi corazón no podría soportar tal cosa. Me niego.

- Por mí, iría a sugerir ahora mismo a Jaqueline que mataramos algunas para comerlas en la cena.
- Oh... -no encuentro qué decir a eso, porque la idea me parece horrible. No puedo evitar echar una mirada a mí mejor amiga. Su rostro describe el desacuerdo que siente. Niega con la cabeza desesperada, queriendo que haga algo- ¡Oye! Marizza, la verdad eres mucho más agradable de lo que creí. Me caes bien.

En realidad no es una mentira, pero no encontré una manera mejor para cambiar el tema. Sin embargo, parece funcionar, porque la chica sonríe de oreja a oreja. Esto hace que yo sienta algo cálido en mi interior. La verdad es que ella nunca me cayó mal, nada más me parecía un poco molesta su manera de comportarse en algunas ocasiones. 

- Espero que Fabiola opine lo mismo -la mira, esperanzada, queriendo que diga algo.
- Por supuesto que lo hago -asegura Fabiola, sonriendo un poco apenada- No tengo nada contra ti.  
- Lamento haberme comportado así -confiesa, recordando el incidente por la mañana- De verdad, no tenía idea de que...
- Eso ya está olvidado -la interrumpo- Entendemos que no te diste cuenta.
- Cualquiera se equivoca. Todo está bien -Fabiola le pellizca el brazo con ternura. Marizza suspira.
- Gracias. De verdad. 

Jaqueline grita diciéndonos que es hora de detenernos, y que podemos recorrer algunos metros a la redonda para tomar algunas fotografías. Vuelve a repetir que ninguna se aleje demasiado en caso de que corra el riesgo de perderse. 

Marizza, Fabiola y yo comenzamos a caminar hasta la orilla del lago, que está muy cerca a sólo unos veinte metros, aproximadamente. Nos sentamos en la orilla con cuidado de resbalar y caer dentro. Ninguna quiere quedar empapada en medio del bosque y tener que caminar de regreso con la espantosa sensación de un cuerpo pegoteado. 

Tomo una ramita delgada y comienzo a salpicar contra el agua. Me sorprendo cuando un montón de pecesitos bebés comienzan a nadar hacia todos lados, escapando de mi inesperado ataque. 

- Acabas de destruir su casa -me reprende Fabiola negando con la cabeza, mientras me dirige una mirada de desaprobación total.
- Técnicamente, todo el lago es su casa -intento defenderme- Sólo salpiqué.
- ¡Los asustaste! -me apunta con un dedo amenazante.
- ¿Qué tiene? Son peces, todo les causa eso -le explico riendo, casi sin poder creer que se ponga así por esto. Me divierte- Además, seguro ya lo olvidaron. Han pasado diez segundos.
- Puede que tengas razón -me da un ligero empujón con su hombro.
- ¿Qué tiene que ver eso con que lo hayan olvidado? -pregunta Marizza, frunciendo el ceño en señal de confusión. Está mirando el agua fijamente. De a poco, los peces vuelven a juntarse justo en donde yo había salpicado con la ramita.
- Dicen que estos animalitos tienen muy poca capacidad de memoria. Es algo así como Dori, en buscando a Nemo. 
- ¿Y tú crees que es verdad? -se pone a reír. Pongo una mano en mi pecho, un poco ofendida.
- ¡Por supuesto!
- Ahora que me acuerdo, la otra vez leí un artículo que decía que ese era un mito completamente falso -nos cuenta Fabiola. Se encoge de hombros- Pero no sé si será verdad.

Una garza vuela hasta la orilla, bastante cerca de nosotras. Nos quedamos mirándola en silencio, sin hacer ningún movimiento. Se queda como una estatua, con sus ojos fijos en el agua, lo que me hace recordar a Marizza hace unos segundos. Pero nos sobresaltamos cuando hunde su pico con rapidez y extrae un pez. Se lo traga en un santiamén.

- Y me regañas porque salpiqué -susurro a Fabiola, extasiada por lo que acabamos de ver.
- No es divertido -me responde de la misma manera- El pobre pez ha muerto. No lo merecía.
- ¿A quién le importa? Es el ciclo de la vida. 
- Mira, Mufasa, no me interesa el ciclo, la cosa es que se lo comieron. 
- Seguro ya lo olvidó -me burlo, explotando en sonoras carcajadas. La garsa se asusta y se aleja con rapidez, para luego comenzar a volar. Cierro mi boca.
- Genial. La espantaste -Marizza rueda los ojos- ¡Jamás tuve una tan cerca!
- Tienes una risa muy delicada -bromea Fabiola. Ruedo los ojos, pero aún así me río.

No pasan ni cinco minutos más cuando decidimos volver hacia el bosque con las demás. Hemos visto una Codorniz salir de entre algunos pastos lo suficientemente altos como para que pudiera esconder allí su nido. Me siento tan ansiosa que me cuesta un gran esfuerzo mantenerme sigilosa. Pero cuando llegamos a la pequeña zona, alzo un poco mi cabeza, para poder ver bien si hay uno o no.

- ¿Por qué no sólo te acercas, haces a un lado el pasto y ya? -pregunta Marizza.
- Si hago eso podría quedar mi olor y puede que su madre ya no quiera cuidarlos -le doy una lección de sabiduría. Mi papá me lo contó- ¡No podemos permitir eso!
- ¡Oh, sí hay huevitos! -grita Fabiola con emoción- ¡Son pequeñitos!

Alzo mi cabeza un poco más y sonrío como nunca cuando me doy cuenta de que es cierto. Comienzo a decir lo maravilloso de la experiencia cuando Marizza, como era de esperarse, me interrumpe.

- ¿Y si nos los llevamos? No es por alardear, pero muchas veces con mi familia los sacábamos y supongo que ya saben lo que hacíamos después.
- Uhm, Marizza, ¿Hay algún animal al que no hayan matado o comido? -pregunto con interés- ¡Se me rompería el corazón si saco este tipo de huevitos! Tan pequeños y llenos de manchitas. No. No podría.
- ¡Estás desperdiciando tu paladar! -exclama desesperada- ¿Siquiera cazaste estos pájaros? Las escopetas son esenciales. Son incluso más ricos que un pollo.
- Oh, por favor -pongo una mano sobre mi cara- No sigas.

Jaqueline comienza a llamarnos a todas para que nos reunamos en donde habíamos estado, diciendo que seguiremos más allá. Cuando volvemos, nos quedamos de pie un tanto alejadas. Justo en ese momento comienza a sonar un extraño sonido, algo así como un golpeteo rápido, pero ligero. Creo que si el bosque no estuviera en un silencio absoluto como este, jamás me abría percatado.

- ¡Marizza! -una voz que no es muy conocida se hace escuchar. Giro mi cabeza en dirección. Es la prima de Marizza llamaba Aurora, si no me equivoco, y está acercándose. La sigue su grupo, ese en donde están Cinthia y Anita.

Ignoramos el resto. Fabiola también logra escuchar los golpeteos. Comenzamos a mirar hacia las copas de los árboles, queriendo saber qué hace tal cosa. Fabiola toca mi hombro y apunta hacia un árbol en específico. Entonces lo veo. Seguramente no lo habría logrado por mí misma por lo ciega que soy. Un pájaro carpintero muy chiquito está haciendo un agujero en el tronco. Mi pecho se oprime de la ternura.

- Es bellísimo -halago al ave, tan concentrado en su trabajo- Nunca había visto uno.
- Mira sus colores... -susurra Fabiola. En efecto, son unos admirables: Su cabeza es de un brillante color rojo y el resto de sus plumas varían entre blanco, café y negro, no logro saberlo muy bien.
- ¿¡Qué están viendo!? -sueltan un grito. 

Fabiola da un salto enorme, choca contra mí, me agarro de ella para que recupere la compostura pero entonces me hago para atrás y tropiezo con algo. Lo siguiente que pasa es que caemos al suelo, ella sobre mí. Entonces siento un fuerte dolor en mi espalda, sintiendo que algo se me entierra, acompañado de un enorme ardor. Suelto un grito. Fabiola, asustada, se quita de encima con dificultad. Intento pararme, llena de desesperación, pero apoyo mis manos en el suelo y se me escapa otro grito, porque siento que se me entierran más cosas. Lo siguiente que sé es que me agarran y me levantan.

- ¡Lo siento tanto! -vuelven a decir, pero esta vez otra voz. Alzo la cabeza. Es Anita. Se nota a la legua que quiere reír. 

No respondo. Apoyo mi espalda contra un árbol, aguantando el dolor que crece en mi espalda y mis manos. Es insoportable. Me siento desorientada, porque ni siquiera sé de dónde ha venido. No es un dolor del golpe. Es otra cosa. 

- Cristal, ¿Estás bien? -Fabiola, preocupada, me toma la cara y hace que la mire. Asiento con la cabeza, aún sabiendo que no es así, pero no pienso lucir como una débil en frente de nadie. Intento llevar mis manos hacia mi espalda y rascarme, pero sólo alcanzo una parte de ésta. Toda mi espalda está llena de ardor y picor- ¿Qué te pasa?

Quita su atención de mí. 

- ¿Qué es eso? -pregunta a quien sea, viendo las plantas verdes sobre las que me he caído. Nadie responde- ¿¡Qué es!?
- Parece que son ortigas... -dice la prima de Marizza, nerviosa.
- Maldita sea, ¡No aguanto! -la impotencia que me da el no poder rascarme bien es enorme. Sigo intentando lograr que mis brazos lleguen a todos lados.
- ¡No te rasques! -me ordena Fabiola, llevando mis brazos hacia adelante- Sólo va a hacer que empeoren las picaduras. 
- ¡Ay niña, no exageres! -exclama Anita- ¡Sólo son unas plantas!
- ¿Quién es tan ida como para caerse sobre ortigas? -agrega Cinthia, burlesca. 
- No fue su culpa -aclara Marizza- Anita hizo que se tropezaran.
- ¿Yo? ¡Si la otra se asustó y la chocó!
- ¡Noté cuando pusiste el pie! -Marizza contraataca. 
- ¡A nadie le importa! Deja que se pudran solas -le dice Anita- A ver si con eso logran estar más atentas al bosque. 
- Mi amiga tiene razón -la apoya Cinthia, riendo- Por tontas les pasa. No es culpa nuestra que el par no se sepa cuidar.
- ¿¡Se pueden quedar calladas!? -Fabiola explota en ira- Las dos no son más que unas resentidas. No me sorprende que Seth y Drew se hayan limpiado el culo con ustedes. 

Todas nos quedamos en silencio y estoy casi segura de que mi boca se ha abierto hasta llegar al suelo. Decido ignorar el ardor en mi cuerpo y observo con atención la escena. Jamás vi a mi mejor amiga así. Jamás la vi defenderme con tanta intensidad. Sólo para hacerlas enojar, suelto una risa extendida, que es fingida en su totalidad.

- Turn down for what! -grita Marizza. Casi puedo verla bailar la canción.
- ¡Cállate! -le ordena Anita. Dirige sus ojos hasta Fabiola- La próxima vez que vuelvas a repetir eso voy a hacer que te tragues tus propias palabras.
- No te tengo miedo -Fabiola no se inmuta, lo que me sorprende aún más- Están celosas porque Seth y Drew nos prefieren a Cristal y a mí. Todo el día han estado pendientes de nuestras vidas y buscan maneras de volver a tener la atención de ellos. Me dan asco. Ustedes averguenzan al género femenino, haciendo algo tan cobarde como atacar a alguien por la espalda por un hombre.

Si tuviera un bol de palomitas de maíz al alcance de mi mano, me sentaría y las comería con cautela sin perderme ni un segundo de este increíble momento. ¡Fabiola es toda una fiera!

- Nena, ¿Estás segura de lo que estás diciendo? -Anita comienza a soltar carcajadas- Parece que no tienes muy bien vigilado a tu querido amorcito, ¿Verdad? Porque, déjame decirte que tu Drew ha estado siéndote infiel con Cinthia durante todo este tiempo. Te ve la cara de idiota babosa a cada momento, pero no se atreve a decírtelo.
- ¿Quieres saber todo lo que hacemos cuando no estás? -le pregunta Cinthia, muy cínica- Te lo puedo contar todo con lujo y detalle. Por mí no hay ningún problema. Yo encantada -comienza a acercarse a Fabiola. Se han puesto a jugar muy sucio. No tienen por qué decir algo así. Estoy a punto de meterme- Después de todo lo hemos hecho tantas veces que es imposible que olvide algo.

Es todo.
- Encantada estoy yo de saber que mi hermano no se alcanzó a contagiar de herpes cuando estaba contigo -me burlo en su cara, acercándome a mi amiga, para que sepa que tiene mi apoyo- Es más, ¿Quieres que te recuerde lo que pasó en el bus, cuando te dijo lo que dijo? Estás tan desesperada por él y tan necesitada que no te resignas a que ya no hay nada. ¿Alguna vez te dijo que te amó? No. Pero sí se lo ha dicho a Fabiola. Se lleva bien con su familia, salen juntos, ríen a cada momento y se quieren por lo que son -Cinthia no dice una palabra- Y no estoy feliz de decir esto, pero yo jamás pensé que Drew iba a convertirse en quien es ahora. Antes, cuando estaba contigo, era un mocoso. Ahora es un hombre. Sabe lo que quiere, lo cuida y no deja que nadie se lo arrebate. Estoy orgullosa de quien es. Puedo confirmarte de que él no es un mentiroso. A mí jamás me ha mentido -pongo mi mano sobre mi pecho. Recuerdo las veces que me llamó superficial y cuando me dijo que estaba cambiada, que ahora era dulce. Mi instinto protector de hermana crece- Y pongo mis manos al fuego por su relación con mí mejor amiga.

Y nadie dice nada más. La tensión del momento comienza a irse. Anita y Cinthia nos miran tan mal que puedo ver llamas en sus pupilas. La prima de Marizza, Aurora, está nerviosa mordiéndose las uñas. Y Marizza está fascinada.

Jaqueline viene hacia donde estamos justo en el momento en que mi cuerpo comienza a reaccionar y el ardor vuelve a hacerse presente. Creo que fue el impulso del momento lo que me llevó a olvidar la sensación horrible en mi espalda y mis manos.  

Cinthia y Anita se van con rapidez antes de que Jaqueline alcance a llegar a donde estamos. Aurora se queda, mirándonos sin saber qué hacer, pero termina dándonos una mirada de dolor y luego desaparece. Noto la cara de decepción en Marizza.

Fabiola se pone en estado de alerta y me observa, quizás preguntándome si quiero dar a conocer a Jaqueline lo que ha sucedido. Niego con la cabeza. Ya es suficiente por hoy y no quiero armar un alboroto teniendo que probar que fueron ellas las que me hicieron caer.

- ¿Qué sucede aquí? -pregunta, aparentenmente molesta- ¿Por qué han gritado tanto? 
- Cristal se ha caído sobre las ortigas -explica Fabiola, aún preocupada.
- ¿Cómo pasó? ¡Esto no es bueno! ¿Dónde te han picado?
- En la espalda, y las palmas... -le digo.
- Necesitas mostrarme eso. 

No me deja responder y me hace girar sobre mis talones. Levanta mi delgada sudadera y mi camiseta de tirantes. No se queda observando por mucho, pero sí lo suficiente como para llegar a una decisión. Cuando la baja, me vuelvo en su dirección.

- Vamos a tener que volver todas a la cabaña...
- No, espere -la detengo- Sé el camino de regreso. No es necesario llegar a esos extremos. Estoy bien.
- ¡Pero te has enterrado ortigas en toda la espalda y manos!
- Lo sé, pero ellas tienen una calificación en juego. No tienen la culpa -al menos no todas- De verdad, no es necesario. Y si no es mucho pedir, no quiero que nadie se entere de esto.
- Eso es algo que no pasará. No puedes continuar. Te pondría en riesgo.
- ¿Y si nos deja volver solas? -propone Fabiola.
- No puedo dejarlas hacer algo como eso. Están bajo mi cuidado. 
- Puede decirnos qué hacer y nosotras la vamos a obedecer -insiste Marizza.

Jaqueline parece dudar un poco, pero termina soltando un suspiro de resignación muy notorio.

- Tienen que tomar un paño húmedo y pasarlo por toda la espalda de su compañera, pero en la misma dirección. Esto es en caso de que quede rastro de ortiga en su cuerpo -comienza a indicarnos- Si en el camino ven Aloe Vera, corten un pedazo y hunten su sábila en la zona. Déjenla ahí por un rato y puede que el ardor, la hinchazón y las picaduras se eliminen. Si todo esto persiste hasta mañana por la mañana, deben hacérmelo saber. 
- De acuerdo -responden Fabiola y Marizza al unisono.
- Voy a pasar a su cabaña en cuanto estemos de vuelta. ¿Están segura de que recuerdan el camino?
- Sí -vuelven a responder.
- Confiaré en ustedes. Tengan mucho cuidado.

Y es todo lo que pasa, porque al segundo nos giramos y comenzamos a caminar de vuelta al inicio. Fabiola, queriendo cuidarme o protegerme, me toma del brazo con seguridad y me atrae hacia ella. Marizza hace lo mismo con el otro brazo. Mi espalda no ya la siento tan mal como al primer momento, pero espero que todo pase pronto. No lo soporto. Pero al menos le he dejado las cosas bien claras a la tonta de Cinthia. Nadie se mete con mí mejor amiga ni con mi hermano.

♥♥♥

¡Hola! Este capítulo ha estado más largo de lo normal, a mi parecer. Yo quería subir antes, pero los comentarios se tardaron demasiado y bueno, no me quedó más remedio que subir hoy. Aparentemente la novela no acabará antes de año nuevo como quería lograr, pero bueno, no importa. Espero que tengan unos días muy bonitos. No olviden, +8 comentarios para que vuelva a publicar. Ah, ¡Feliz navidad! ¡Las quiero! 




23 de diciembre de 2015

Capítulo cuarenta y cuatro - Fresa con Chocolate.



Camino pisando el tierno pasto del húmedo suelo. Como estamos en un bosque, los árboles impiden que los rayos del sol puedan chocar contra la tierra y lograr secarla, así que la temperatura no es sofocante como en la carretera.

Tropiezo con una roca pequeña y por poco me caigo. De inmediato me sujeto de Fabiola. La sangre comienza a subirme a la cabeza. Que vergüenza. Odio cuando pasa eso. Miro hacia todos lados para saber si alguien me vio. Al parecer no. ¡Uf! Menos mal.

- ¡Patas de lana! -escucho que grita Drew, más por atrás de nosotros, muerto de la risa. Seth y unos amigos suyos van a su lado, pero lo miran sin entender. Ellos no me han visto- Tu cuerpo se movió de tal forma que parecías un espagueti remojado. ¡Tonta!
- ¡Cállate! -grito aún más fuerte que él, volteándome- Dios, podrías conseguirte un novio más inteligente. Soy tu mejor amiga, sólo quiero lo mejor para ti.

Alzo mi cabeza para ver a Fabiola. Se encuentra apretando los ojos, aguantando sus ganas de burlarse de mí con todas sus fuerzas. Sin embargo, sus esfuerzos son en vano porque de pronto explota en carcajadas.

- Te ha dicho patas de lana -me apunta con el dedo, casi llorando.
- No puedo creer que te estés riendo. No le encuentro la gracia.
- Espagueti remojado -ignora mis palabras mientras continúa riendo, mientras mira al cielo.
- ¡Fabiola! -me cruzo de brazos, furiosa.
- Lo siento, es que ha sido increíble. No me culpes. Culpa a Drew -logra calmarse un poco- Deberías tener más cuidado en el resto del camino. La tercera es la vencida.
- No es cierto -miro hacia otro lado y de pronto siento que tropiezo con otra piedra. El brazo de Fabiola vuelve a salvarme y logro incorporarme. Sus risas vuelven a hacerse presentes.
- ¡Chichicuilote! -me grita Drew. Me volteo cabreada. Ahora él y todos sus otros amigos están muertos de risa, apuntándome y diciendo quizás qué cosa de mí. Seth le da un golpe en la cabeza a mi hermano, frunciendo el ceño. ¡Que le den!
- Dios -Fabiola, nuevamente, intenta calmarse. Tarda unos segundos en hacerlo, pero lo logra- Pensé que sólo te pasaba con las chanclas. ¡Que risa!
- ¿Cuáles chanclas? -pregunto, lanzándole una mirada llena de mala onda.
- Las que te ponías en el verano. Cada que ibas con ellas, por poco aterrizabas tu cara contra el pavimento. 
- No me lo recuerdes -ruedo los ojos.
- Tú preguntaste -me abraza, pero la vuelvo a mirar mal- ¡Ay, ya! No te enfades. Sabes lo mucho que te quiero.
- También te quiero mucho -no puedo evitar sonreír- Pero eres mala.

Lo siguiente que pasa es que Fabiola pasa su brazo entre el mío y seguimos caminando, pero ahora en silencio. Sus ojos viajan de un lado a otro, admirando cada flor, cada árbol, cada ave que vuela por entre las ramas buscando un lugar adecuado para posarse. 

Es una lástima que yo no pueda hacer lo mismo. Lo único que hago es pensar en el acontecimiento de hace un rato atrás, cuando estuve con Seth y tuve esas pequeñas imagenes pasando por mi cabeza contra mi voluntad. En realidad fue como una pesadilla, porque todo fue tan confuso, un momento estaba viendo a Drew con un estado de ánimo, de pronto veía a Fabiola, a Seth, luego yo lloraba... Y de verdad, fue como si estuviera viviendo ese dolor. 

- ¿Dónde demonios está el puto lago? -un Drew muy alegón rodea nuestros hombros con sus brazos- Me duelen los pies.
- ¿Te llevo la mochila? -le pregunto, burlándome de él.
- Te odio.
- Oye, Drew -lo llama Seth, mientras siento sus pasos acercándose. Drew quita su brazo de mi hombro y Seth me abraza por detrás. Sonrío- ¿Dónde está tu espíritu masculino? No debes quejarte en frente de nuestras chicas. Nos haces quedar mal. 
- Demonios, tienes razón -se pasa la mano por el cabello- Era mentira, no me duelen.
- ¡No mientas! -le reprende Fabiola, dándole un empujón mientras ríe. Drew ríe con ella, toma su cara entre sus manos y la besa.
- ¡Oh! -exclamo- ¡Esto es genial! Fabiola, ¿Te gusta el sabor? Mm... -me lamo los labios- Que ricos moquitos. Y cerilla.

Las mejillas de Fabiola se ponen rojas. Yo exploto en carcajadas.

- ¿Moquitos? ¿Cerilla? -cuestiona Drew- A mentitas será.
- Mentitas mi abuela -sigo riendo- ¡Que asco! Cepíllate. Te lo recomiendo. Aunque bueno, no es necesario porque se ve que a Fabiola le encanta.
- ¡Cristal, ya! -ella me mira mal- No es divertido.
- ¡Te pasa por burlate de mis tropiezos y mis chanclas!
- ¿De qué están hablando? -pregunta Seth- No entiendo nada. 
- Lo que pasa es que... -comienzo a explicar, pero Fabiola me interrumpe.
- ¡Bien, diré la verdad! -ella suspira en derrota. Mira a Drew fijamente a los ojos- En el bus hice que te comieras tus propios mocos y la cera de tu oreja.
- ¿Qué? -la boca de mi hermano se abre- ¿Cómo es eso?
- Fue un juego -le da un fuerte abrazo, mientras sonríe- Te amo.
- ¿Hiciste que me comiera tal cosa? -continúa preguntándole.
- Sí, pero oye, no te sientas mal. Ni siquiera te diste cuenta. Me pareció divertido.
- Fabiola... -está a punto de ponerse a discutir, pero se queda en silencio y luego parece reaccionar- Tienes razón. No hay problema. Además, yo soy delicioso, por lo que mis suciedades deben ser deliciosas también.
- Ya Drew, que asqueroso, que cerdo -lo ataco.
- ¿También yo me comí mis mocos? -me pregunta Seth, curioso. Me acerco a él y acaricio su mejilla.
- Por supuesto que no -lo beso en los labios. Él sonríe- Solamente puse mi cabello en tu nariz.
- Que considerada eres -besa mi frente- Y hermosa.
- Fabiola, eres tan traviesa como yo. Por fuera eres como un dulcesito, todo llamativo y apetecible. Pero por dentro eres una explosión de ácido -le dice Drew, boquiabierto, pero encantado- ¿Nos casamos?
- Está bien.
- ¡Desde ahora soy casado! -avisa mi hermano, tomando a Fabiola de la mano. El grupo con el que va Marizza se voltea en nuestra dirección. Entre ellas, Cinthia- ¡Oye, Cinthia! ¡Olvídame!

Ella rueda los ojos, dándose la vuelta mientras continúa caminando.

- ¡Drew! -Fabiola le golpea el brazo- No seas tan malo. 
- ¡Estoy feliz! -exclama- ¡Cuando estoy feliz necesito burlarme de la gente!
- Lo sé, pero... -mi amiga deja de hablar al momento en que desvía su mirada hacia otro lado- ¡Una liebre! -apunta con el dedo- ¡Miren, allá!

Le hacemos caso. Con rapidez nuestros ojos se quedan observando hacia un enorme arbusto. Arbusto en el que no hay nada, por supuesto. 

- ¿Dónde? -preguntamos Seth y yo al unisono.
- Creo que se metió al agujero de un poco más allá. Pero no estoy segura -vuelve a apuntar. Sí, hay una madriguera a la vista.
- Al parecer -le digo asintiendo- ¿Cómo era? Desde hace mucho que no veo una.
- Bastante grande, sin duda alguna. ¡Y bonita!
- Fabiola, sé que es grande y que te gusta, pero por favor, que quede entre los dos -le dice Drew- Me halagas demasiado.
- ¡Que mal pensado! -Fabiola se pone a reír- Eres un grosero. Y así llamas vulgar a Cristal por su vestimenta. Eres un descarado, Drew.
- Son bromas -Drew la besa en sus labios, divertido.
- ¡Jóvenes! -Picasso se hace escuchar desde adelante- ¡Ya estamos por llegar! ¡Recuerden que cuanto estemos allá se les asignará una cabaña! 

Durante los siguientes minutos, Seth comienza a preguntarme si acaso me duele alguna parte de mi cuerpo. Le digo que no, pero sigue desconforme. Me escruta con la mirada y sus ojos me recorren de pies a cabeza, tratando de hayar una mala postura o ver si acaso evito pisar de alguna manera. Sé que confía en mí, que en el fondo sabe que estoy perfectamente, pero le cuesta entenderlo y confiar en que no va a  pasar nada.

- ¿Estás segura? -insiste. 
- Sí, de verdad -vuelvo a repetir- Me siento muy bien.
- Cristal, yo no me siento así sabiendo que tú estás cargando algo. Mi sistema nervioso se desata. Las casi dos horas que llevamos caminando me he sentido como un loco.
- ¿Por qué?
- Porque me espanta que te pueda pasar algo -explica, casi paranoico- Si cualquier cosa te sucede mientras estás conmigo no me lo voy a perdonar. Se supone que tengo que cuidarte. Como tu novio quiero protegerte siempre y no exponerte a peligros. 
- Seth, todo está bien -le intento hacer entender por décima vez, con toda la delicadeza que soy capaz de entregarle- ¿Acaso has visto lo encontrario?
- Tropezaste dos veces seguidas hace rato en un lapso de treinta segundos.
- No pasará otra vez.
- No repitas eso. Cuando uno lo dice, pasa. La tercera es la vencida.
- Fabiola dice eso. Y mi madre.
- Pues no mienten.

Me doy cuenta de que él ya ha tenido suficiente. No debo ser tan egoísta sólo porque no quiero que me vean como una incapaz. Sé que no me considera así, que sabe que puedo hacer de todo, incluso una vez me lo dijo. ¿Por qué no puedo darle el gusto?

Comienzo a quitarme la mochila y cuando lo hago, la extiendo hacia él. Me mira fijamente, dudando si tomarla o no, y sé que es porque, a pesar de que en realidad quiere cargar todo por mí, le importa lo que yo pueda sentir si él la toma. 

- Puedes llevarla, no pasa nada -sonrío y le doy un besito en la mejilla- No hay problema. Ya la he cargado suficiente por hoy. Necesito un descanso. De hecho, creo que mi espalda se ha relajado considerablemente ahora, cuando me la he quitado. No he roto la promesa.


Seth sigue dudoso, pero termina agarrándola y después la cuelga en su hombro libre. No dice nada. Sólo se limita a volver a tomar mi mano. Puedo jurar que incluso ahora su mano está más relajada. Está muy tenso en ocasiones y a veces eso me preocupa. Sonríe. Yo sonrío. Le doy unos ligeros apretones en su manito sin razón aparente, sólo como un gesto juguetón y de cariño. Suelta unas risitas. Me gusta nuestra manera de comunicarnos así, sin palabras, sólo con cosas minúsculas.


+++

El lago comienza a ser visible ante nuestros ojos. Estamos a sólo unos metros de salir de entre los árboles y casi puedo sentir la diferencia de humedad, aún cuando no he salido todavía. Drew nos apura y comenzamos a caminar más rápido. En un santiamén estamos fuera del bosque, con la vista fija en el lago, que ahora está completamente expuesto para nosotros.

Es enorme. Está rodeado de plantas y vegetación, además de tener patitos nadando en el agua. Algunas garzas están de pie por las orillas, tratando de cazar alguno que otro pecesito y así poder saciar su apetito. Las aves, de vez en cuando, van lanzándose al agua mientras se hunden hacia abajo y luego, al sacar su cabeza, la sacuden tirando fuera cualquier rastro de agua de sus plumitas. Estoy maravillada.

- ¿Te gusta? -me pregunta Seth, abrazándome por mi cintura y acariciando mi vientre.
- Oh, sí, bebé. Por supuesto que me gusta. ¡Sigue, sigue! -jode Drew, muerto de risa. Lo fulmino con la mirada.
- ¿Podrías dejarlos de una vez? -le pide Fabiola, capturando su atención y poniéndole un tema de conversación. Mientras, yo vuelvo a mirar hacia la belleza natural.
- Sí, pero eso sería poco -respondo a Seth, ahora sin interrupciones- En el instituto nunca nos hacen paseos así, sólo para disfrutar y vivir la experiencia.

- Voy a hablar seriamente con ellos. No puede ser que mi novia desee tener viajes y ellos no se los den -finge estar fastidiado. No puedo evitar reír. Me gusta su manera tan simple de decir las cosas.


Picasso comienza a gritar que todos nos acerquemos a él. Miro hacia donde está y se encuentra con una mujer a su lado. Nos vamos hacia allá y lo rodeamos, atento a lo que dirá. El sol pega fuerte y no hay algo que lo bloquee, así que lo mejor sería que no se tarde mucho en hablar.


- La señora que está aquí a mi lado es Jaqueline. Ella va a ser quien va a asignar a las chicas sus cabañas y al estar dentro les dirá algunas reglas que deben seguir. Por mi parte, voy a asignar las cabañas de los hombres. A las una de la tarde vamos a juntarnos todos en la cabaña tras de mí -indica. Es la única que está a la vista, la primera que vimos al llegar-, porque allí es donde se encuentra el comedor. Vamos a alimentarnos todos juntos, cada quien con la comida que trajo, por supuesto. El que vino sin nada se morirá de hambre y tendrá que sobrevivir a su suerte, lo siento -parece que no lo dice en broma, porque está muy serio- Hasta esa hora van a tener tiempo suficiente para sentirse a gusto en su cabaña. Recuerden que nos vamos mañana. Bueno, síganme. Y las chicas sigan a Jaqueline.


Seth y Drew nos hacen un gesto de despedida. Asentimos con la cabeza, sabiendo que no es necesario nada más porque nos veremos pronto. Supongo que cada uno de los presentes sabía que no iban a permitir que ambos sexos compartieran cabañas. Eso, ni en un millón de años, lo permitirían. Y también, medio mundo, sabe la razón.  

Las cabañas se encuentran un poco más allá, por entre los árboles. Mientras caminamos me doy cuenta de que el lago es más grande de lo que creí, porque se extiende mucho más allá. Sólo me había fijado en una parte de él. Hay un enorme lugar por recorrer y quiero conocerlo por completo, o al menos hasta donde pueda. No tengo dudas.

Cuando llegamos, todas nos sentamos en una mesita que hay, lo suficientemente alargada como para que  podamos caer todas. Jaqueline se queda de pie, con un cuaderno entre sus manos. Comienza a revisar lo que dice, y luego nos mira con atención. 

- Chicas, ya saben mi nombre, así que supongo que no es necesario que les diga algo más de mí. Como dijo su profesor, deben seguir unas cuantas reglas. Estas reglas son sólo dos. La primera es que cuando se vayan deben dejar todo en el interior tal y como estaba, sin ningún rasguño o daño. Y la segunda es que, definitivamente, por nada del mundo, pueden meter hombres a sus cabañas. Si no vinieran por la universidad, podrían, pero como es un paseo de estudio queda estrictamente prohibido -todas asentimos- Ahora, voy a distribuirlas. 

Comienza nombrando algunas chicas. No puedo evitar notar que, de un momento a otro, los ojos de Marizza se posan en mí. No le quito la mirada, así que ella es la primera en cortar el contacto visual. Al parecer no está muy a gusto con el grupo de su prima, porque casi no habla con ellas y parece aburrida. 

- ¿Fabiola? -llama a mi amiga- ¿Dónde está Fabiola?
- Presente -dice, alzando la mano.
- Bien, tú estarás en la cabaña número cuatro -le avisa. Me mira con nerviosismo, creo que esperando que nos toque juntas. Yo estoy igual- Vas a compartir cabaña con... ¿Hay alguna Marizza aquí?
- ¡Soy yo! -grita Marizza.
- Bien, entonces ustedes dos estarán juntas en la cabaña -da a por saber- Y también estará una chica llamada Cristal. ¿Quién es?
- Aquí estoy -aviso en voz alta.
- Genial. Dado que son las únicas tres que vienen fuera de la universidad, compartirán cabaña juntas y sin nadie más. ¿Les parece?


Asentimos sin ningún problema. Es mejor, así no nos sentimos fuera de lugar o algo. Tendremos toda una cabaña sólo para nosotras y eso es genial. A pesar de que Marizza haya hecho un pequeño escándalo hace rato, no me parece una molestia. Cuando la observo, hace una mueca, que no es de asco, sólo es como por hacer algo. No parece mal por haber quedado con nosotras y eso me hace sentir a gusto. Así que miro a Fabiola. Ella está sonriente y luce feliz. Y yo también lo estoy.

♥♥♥

¡He subido como dije que haría! Es súper tarde, van a ser las dos y media de la madrugada así que me despido de inmediato. Un beso a todas, +8 comentarios y subo de inmediato. ¡Las quiero! Bienvenidas a las nuevas lectoras y espero que les haya gustado lo que he escrito para ustedes esta vez. ¿Cuál fue su parte favorita? Amé escribir este capítulo, me divertí muchísimo y espero que ustedes también. ¡Adiós!




21 de diciembre de 2015

Capítulo cuarenta y tres - Fresa con Chocolate.



Intento no reír demasiado fuerte. Requiero de toda mi fuerza de voluntad para poder controlar el sonido, pero me cuesta un mundo. Fabiola ríe el doble, pero no se controla de la misma manera que yo, ya que pone su brazo encima de su boca para que no se escuche nada. Esto no es porque somos tontas y simplemente no queremos reír, sino que es porque Drew y Seth están dormidos con su cabeza sobre nuestro regazo y nos da pena despertarlos. 

- Oh, no puedo más -dice Fabiola, con la cara roja. Aprieta su estómago con sus manos- ¡Me está comenzando a doler!
- Admite que es una de las mejores sensaciones -digo, ya más calmada. 

Vuelvo a tomar la punta de mi cabello y lo llevo lentamente hacia la nariz de Seth. En cuanto lo hago frunce el ceño, aún dormido, y comienza a rascarse desesperadamente con una de sus manos. No se despierta. Ahora ha reaccionado un poco más calmado, porque hace un momento parece que se golpeaba el rostro de la picazón. Fabiola ya se ha quitado el brazo de encima y ahora se encuentra riendo en un tono moderado.

- Me toca -avisa, mientras lleva su mano al oído de Drew. Le introduce lentamenente el dedo. Drew, por supuesto, no reacciona. Entonces lo saca y lo mete en su nariz con muchísimo cuidado. Cuando lo retira de ahí, lo lleva a su boca y lo introduce. Mi hermano reacciona, abre la boca y comienza a pasar su lengua por sus labios mientras frunce el ceño dormido, al igual que Seth. Dejo escapar una risa demasiado fuerte pero me callo al instante. Fabiola está muerta del horror y la risa porque Drew, prácticamente, ha comido cerilla y moco.
- A ver si te vas a reír cuando lo beses y te sepa así de exquisito -comento con burla, esperando ansiosa el momento en que suceda. 
- Dios -abre los ojos, asombrada- No había pensado en eso. ¡No es gracioso! ¿Y ahora qué hago? No podré besarlo.

Justo cuando estoy por decir algo, el profesor se asoma por la puerta abierta.

- ¡Jóvenes! -exclama- Faltan cinco minutos para llegar a nuestro destino. Guarden todo y prepárense para descender. Nadie puede quedar arriba -y cuando está por desaparecer, vuelve a asomar su cabeza y agrega:- ¡Recuerden apagar sus celulares! Sólo podrán utilizarlos en una hora determinada. Si esto no se cumple tendrán un punto menos -concluye. Entonces cierra.

Todos sueltan algunos quejidos, diciendo lo injusto que es el hecho de que no les permita usar tecnología. Fabiola comienza a despertar a Drew. Miro a Seth, perdido en sus sueños, tan tranquilo y sin preocupación alguna que me parece demasiado dulce. Comienzo a susurrar en su oído que se despierte, mientras lo sacudo con delicadeza. No funciona. Parece muerto. Me asusto por un momento y compruebo si está respirando. Sí. Así que lo sacudo un poco más fuerte, lo que sólo logra hacer que se mueva en su lugar por un segundo. No veo otra alternativa, más que abrir sus párpados con mis manos mientras tapo su nariz.

- ¿Hola? -le hablo, observando sus pupilas- Tienes que despertar. 

Me doy cuenta de que Drew ya ha despertado, pero continúa recostado. Fabiola le dice que estamos por llegar. Me sorprendo, porque Seth no da signos de vida. ¿Tanto sueño tiene?

- Dios, ¿Te toca hibernar o qué? -toco su cara por todos lados, jalo sus orejas y vuelvo a meter mi cabello en su nariz. Gracias al cielo se sobresalta, abre los ojos con toda la pereza del mundo y lo primero que ve es a mí. Sonrío- Buenos días por segunda vez. Estamos por llegar. 

+++

Bajamos del bus sin prisas. Se nos pide que nos ubiquemos bajo un enorme árbol al costado de la carretera, que al parecer indica la entrada oficial hacia el bosque. Debajo tiene un enorme cartel que nos desea una feliz excursión. Todos dejamos nuestras mochilas en el suelo, para no tener que gastar fuerzas antes de caminar. Nos queda un largo camino por recorrer. No puedo evitar notar lo mucho que el grupo de Cinthia y Anita observa a mi hermano y a Seth. Miro a Fabiola, que ya me está mirando.

- ¿Un poco más obvias, por favor? -dice sarcástica, y comienzo a reír.
- ¡Escuchen! -el profesor alza la voz- No me he presentado, pero para quienes no me conocen mi nombre es Peter Proaso. Pero aquí mis alumnos me llaman Picasso -alzo las cejas al momento en que todos ríen, y no puedo evitar hacerlo yo también. Éste hombre se toma muy a pecho su parte artística. Se ve que es un apodo de cariño- Ahora, voy a pedir a cada uno que no se separe del grupo. Si alguno se pierde no va a quedarle otra que volver al punto de inicio y luchar por su vida. Están lo suficientemente grandes para cometer tal ridiculez, así que espero que sean responsables y no se alejen. En el transcurso pediré que hagan algunos trabajos que van a tener calificaciones, por supuesto. Y cuando lleguemos al lago se van a percatar de que estará con unas seis cabañas, aproximadamente. Ahí vamos a hospedarnos hasta mañana. Y por último, los siguientes diez minutos vamos a esperar a algunos compañeros de ustedes que optaron en venir por otros medios. Gracias. Pueden relajarse, conversar, descansar, o lo que les apetezca.

Picasso toma su mochila y se va a sentar a una roca grande que está a unos cuantos metros. Saca una botella de agua de su mochila, y comienza a beber. Drew y Seth comienzan a decirnos que estaremos caminando por al menos dos horas, por lo que les dijeron en la universidad. Entonces, me percato de que un vehículo se detiene a un costado de nosotros, pero pasamos de eso y seguimos hablando. En ese momento, escucho una terrorífica voz.

- ¿Cristal? ¿Fabiola? -mi cuerpo se estremece. No puede ser cierto. 

Fabiola y yo nos volteamos. En el transcurso de ese pequeño movimiento, creo rezar en mil y un idiomas sólo para que no fuera real. En efecto, no me equivoqué. Es ella.

- ¿Marissa? -no me molesto en ocultar mi sorpresa- ¿Qué haces aquí? 
- ¡Chicas, no puedo creerlo! -grita- ¡No sabía que me las iba a encontrar aquí!
- Nosotras menos... -admite Fabiola, tan ida como yo.
- ¿Vinieron al viaje de los de Arte? ¿Cómo no me dijeron que conocían personas que estudian en esta universidad? Yo he venido para estar con una prima.
- Bueno, es que mi hermano y... -comienzo a explicar pero me interrumpe cuando mira tras de mí.
- ¡Oh, Dios, tu sexy hermano está aquí! -dice ansiosa en voz baja. Por poco vomito- ¡Y con su sexy amigo! Dios, papasitos. Esto será increíble. ¡Nunca las voy a perdonar por no decirme!
- ¿Y ella quién es? -pregunta Drew, sin entender nada, mientras pone cara de pocos amigos. Jamás había notado que se comporta igual que yo cuando alguien no le da buena espina.
- ¿Recuerdas cuando fuimos a la pijamada y una chica quería hablar por teléfono contigo, pero te negaste? -le pregunta Fabiola. Mi hermano niega con la cabeza- Uhm, cuando dijiste que te importaba una mierda las amigas de Cristal, que no te molestara con porquerías de esas. Ibas a ver una película con Seth, pero se pusieron a discutir por el teléfono porque te comiste todas las papas fritas.
- ¡Oh, ya recuerdo! -comienza a reír- ¿Pero qué tiene que ver? 
- Bueno, esa chica es ella -la indica con el dedo.
- Ah. Vale. De acuerdo -dice con desinterés.
- Mucho gusto en conocerte, Drew -lo saluda Marizza, muy sonriente. Mi hermano asiente con la cabeza, mirando a Fabiola de reojo. Pero no le dice nada. Luego se dirige a Seth. Vuelve a sonreír aún más y sus ojos brillan. Creo que no puede soportar que estén los dos chicos que le gustaron, aquí, en frente de ella después de todo lo que esperó- Tú debes de ser Seth. También, encantada de conocerte. Los tres nos vamos a llevar muy bien.

Él la mira sin mostrar ningún sentimiento. La ignora por completo, mirando hacia otro lado. Suelta un suspiro y luego me mira a mí, como implorándome que me desaga de ella. Seth y Drew no tienen paciencia en este tipo de cosas. Y ahora me sorprende que no se haya comportado igual conmigo, sólo pasando de mí, cuando nos conocimos.

- ¿Los tres? -pregunto confusa. Yo veo que, contándola a ella, somos cinco.
- Sí. Yo, Seth y tu hermano -Fabiola y yo fruncimos el ceño, mientras ella parece notarlo- Ustedes ya los conocen, pasan todo el tiempo con ellos. Ahora es mi turno. ¡No sean así!
- ¿Y por qué no todos juntos? -pregunta Fabiola.

Marizza se sonroja. Ya tenía una idea de lo que estaba pasando, pero ahora mismo puedo confirmar mis sospechas. El coraje que siento hacia Marizza es horrible. Casi puedo ponerme en el lugar de Julián y entender el por qué de sus insultos hacia ellla, pero me abstengo a eso y decido aclarar todo de una vez con ella. Es que, en serio, ¿Cómo no se da cuenta?

- Cariño, a ver, al parecer no estás entendiendo lo que pasa -la tomo de un brazo y la arrastro un poco más lejos de ahí, junto a Fabiola. No tengo ganas de decirle nada malo o que la haga quedar en ridículo en frente de mi hermano y Seth. No sé por qué, pero me haría sentirme un poco bruta. Tal vez ellos tengan razón: Estoy cambiando- Sabes la razón por la que estamos aquí, ¿Verdad?
- Sí. Porque decidiste acompañar a esos dos hombres hermosos de ahí -apunta disimuladamente en su dirección. Seth y Drew fruncen el ceño cuando ella deja de observarlos. Fabiola niega con la cabeza, ya un poco aburrida.
- Yo estoy aquí porque Drew, el hermano de Cristal, es mi novio -aclara mi mejor amiga. Marizza parece tan sorprendida ante sus palabras, que se queda callada por segundos. Miro al cielo, rogando que por favor un rayo de luz ilumine a esta chica que no se da cuenta de nada.
- Exacto -afirmo- Mi hermano y Fabiola están enamorados. Son novios. Él la ha invitado a venir con él.
- ¿Entonces tú por qué estás aquí? -me pregunta. No sé, pero si yo fuera a ella, a esta altura ya entendería todo lo que pasa.
- Porque Seth me ha invitado -le doy por saber- Él y yo estamos en una relación.
- Oh... -mira al suelo. Nos quedamos en silencio, las tres. Fabiola me mira y yo me encojo de hombros. No es como que haya algo más para decirle a la pobre Marizza. De pronto sube la cabeza y nos mira con un odio tremento, lo que me toma por sorpresa- ¡Estoy enojada! ¿Por qué no me dijeron nada! ¡Me vieron la cara de idiota todo este tiempo!

Y ahí es cuando mi paciencia se agota.

- Niña, no tenemos por qué contarte tal cosa. Ni siquiera tenemos contacto contigo.
- Es cierto -agrega Fabiola- ¿Por qué estás tan enojada?
- ¡Porque he quedado en ridículo! -grita en voz alta. Los universitarios de nuestro al rededor, casi la mayoría, se nos queda viendo. Siento la incomodidad de Fabiola hacerse presente- Les dije en la pijamada que me gustaban, pero ustedes van y se meten con ellos. Son unas...
- ¡Marizza! -grita una chica del fondo. Cuando miro hacia allá, me doy cuenta de que es una de las chicas del grupo de Anita y Cinthia. Al parecer también está enojada, o molesta por algo. Cada una de ellas nos observa como si fuésemos algo raro- ¿Qué haces por ahí? ¡Ven ya!

Lo que faltaba. La prima está en ese grupito. De por sí, Marizza ya está contaminada. Antes de irse hacia ellas, nos dirige una mirada igual de mala que la anterior. No nos dice nada, se gira y se va. Cuando llega a donde la han llamado, se acopla y eso es todo, porque mi atención desaparece por completo de ella. Justo entonces Picasso comienza a decirnos que ya es hora de comenzar con la caminata. Nos reunimos con los chicos y tomamos nuestras mochilas. 

- ¿Qué estás haciendo? -me pregunta Seth, arrancando mi mochila de mis manos.
- Iba a ponérmela... -le digo, intentando tomarla pero la aleja aún más.
- Ni lo sueñes. No lo permitiré.
- ¿Por qué? 
- Porque nos espera un largo camino y ésto -la señala- está muy pesado.
- Tío, ya luché contra Fabiola -le cuenta Drew, acercándose con la mochila de mi amiga en su espalda.
- Drew, te repito que me des esa cosa -le ordena Fabiola, cruzándose de brazos- No soy una inútil, puedo llevarla por mí misma.
- ¡Sí! -exclamo- ¿Qué les pasa? ¿Acaso creen que no somos capaces de llevar tal carga? La mochila del instituto es mil veces más pesada, con todos los libros y cuadernos. Son unos exagerados.
- Cuando se rompan la espalda y estén llorando nos lo van a agradecer -asegura Seth, tan serio como sólo él puede ser.
- Por Dios, es sólo una mochila -les recuerda Fabiola, sin poder creer lo cuáticos que son- ¿De verdad estamos teniendo esta discusión?
- ¡Soy completamente capaz de llevarla sola! -exclamo. Odio que me vean en menos.

Noto la mirada de Seth sobre mí. Él sabe que no soporto que la gente piense que soy una débil o lo que sea. Su seriedad no se va pero hace un extraño movimiento con su mandíbula, y de pronto noto que está como luchando consigo mismo para no dar su brazo a torcer. Termina suspirando abatido y con desgana.

- A ver, ya -dice Seth, tocando a Drew con su hombro para llamar su atención. Los tres lo miramos- Podemos llegar a un acuerdo.
- ¿Cuál? -pregunta Drew- Ninguno de los quiere que las dos mujeres de aquí lleven esto.
- Lo sé. Pero mira, se las vamos a dar -los dos dirigen su mirada hacia nosotras- Pero en cuanto les duela algo, o estén cansadas, o ya no puedan más, nos lo van a decir y nos permitirán llevarlas.
- Bien -acepta Drew- Y tienen que prometerlo. Si de todos modos siguen cargándolas, tendrán el remordimiento de que nos mintieron, siendo que nosotros estamos confiando en ustedes.

Creo que ha sido el lío más dramático y sin sentido que he tenido en mi vida con estos dos, pero ambas terminamos accediendo. Nos entregan las mochilas recordándonos que lo hemos prometido y que si no cumplimos con nuestra palabra seremos unas malvadas mentirosas. Por el amor a la vida, ¿Es en serio?

El profesor Picasso nos guía hacia el interior del bosque. Todos, de a poco, lo vamos siguiendo con lentitud. Es bueno que nos dejen ir despacio y que nos permitan tomar nuestro tiempo. Además, no hay un montón de rocas que nos puedan impedir caminar bien. Recuerdo que una vez, con mi familia, incluyendo a Drew, fuimos a una caminata hasta un río en otra parte del país. Jamás sentí un dolor de pies igual. Las rocas se nos enterraban, no habían tantos árboles que nos pudiesen proteger del calor e incluso tuvimos que caminar sobre pequeños riachuelos para poder llegar a nuestro destino, empapándonos. Para variar llevábamos una sandía en nuestras mochilas, que por cierto se las tiramos a los peces porque ya no podíamos más.

- No olvides la promesa -siento la voz de Seth tras de mí. Se pone a mi costado y de pronto su mano se entrelaza con la mía. Lo miro a sus ojos, y me sonríe. Asiento con la cabeza.
- No lo haré -sonrío también.
- Quiero que sepas que no me importa ser protector contigo. No es algo que lamente.
- No te lo discuto. Tranquilo.
- Y supongo que sabes por qué he accedido a que la lleves.
- Por supuesto que lo sé -comienzo a reír. Y no sé qué me da, pero me acerco a su anatomía y lo abrazo con todas mis fuerzas, sin hacer que nos detengamos. Él me corresponde de inmediato, como si lo hubiese estado esperando desde antes, preparado en cualquier momento. Deposito un besito en su cuello, sintiendo la forma en que la ternura se adentra en mi interior, apoderándose por completo de todo a su paso, de cada vena, de cada órgano, de cada célula, de cada tejido. Y sin darme cuenta, termino susurrando cerca de su oído:- No puedo explicarte en palabras todo lo que eres para mí.

El agarre de Seth se intensifica. Puedo sentir que su respiración se atasca por un momento, pero me digo que son ideas mías. Y siento otra extraña sensación, como si quisiera decirme algo pero no se lo permite. Se queda sosteniéndome así y no deja de hacerlo hasta que me alejo lentamente de él y vuelvo a darle la mano. Otra vez lo miro a los ojos, y esta sonriendo, pero vuelvo a sentir que quiere o está tratando de comunicarme algo. Eso me hace sentir que enloquezco, porque puede que sean ideas mías y no me atrevo a preguntarle. 

De pronto me veo a mí misma diciéndole que lo amo. Me sorprendo y me asusto. Él sigue mirándome igual y no muestra ningún indicio de haber escuchado algo que, definitivamente, nunca le he dicho. Llego a la conclusión de que lo he imaginado.
Le quito la mirada de encima y miro hacia cualquier lado, menos a él. Que raro. A mí nunca me pasa esto. ¿Por qué estoy teniendo este tipo de visiones hacia el futuro, o como sea que pueda llamarlas? Porque, en este preciso momento, si Drew se pusiera en frente de mí a molestarme y me presionara preguntándome si amo a Seth, no le diría un no por respuesta. Creo que lo miraría, y trataría de ver qué es lo que respondería Seth a la misma pregunta. 

Imágenes comienzan a pasar por mi cabeza: Drew escrutándome con la mirada. Fabiola sonriendo. Seth mirándome a los ojos. Yo asustada y temblando. Drew diciéndole te amo a Fabiola. Mi mejor amiga correspondiendo sus palabras. Seth mirándome con compasión. Yo llorando con mi corazón herido. Mamá y papá diciéndome que todo irá bien. Drew preguntándome por qué lloro. Fabiola diciéndome que no hay razón para llorar. Seth mirándome con furia y decepción. Yo confiando en lo que siento y expresando mis sentimientos. Fabiola orgullosa. Drew contento y asintiendo con la cabeza. Mamá y papá felices. Seth abrazándome, sonriente... Feliz. Yo sacándole el dedo medio a Drew. Seth riendo. Yo y Seth abrazados en la noche. Seth mirándome, queriendo decir algo. Yo tratando de decirle que lo amo, lo amo, lo amo.

♥♥♥

¡He vuelto! No me he tardado nada en subir capítulo. Hoy hemos llegado a los ocho comentarios, por lo que me apresuré a terminar el capítulo y he publicado de inmediato. Muchas gracias por seguir aquí, pendientes de mi escritura, de verdad no tengo palabras para decirles lo que siento con esto. Mientras más rápido dejen los +8 comentarios, más rápido subiré, porque de verdad que tengo ganas de terminar esta historia antes de año nuevo. ¡Un beso enorme y hasta el próximo capítulo!


18 de diciembre de 2015

Capítulo cuarenta y dos - Fresa con Chocolate.


Narra Cristal

Mi despertador suena. De inmediato recuerdo que es sábado, que debe ser un error, que tal vez olvidé apagar la alarma. Pero no. Es la cruda realidad. Son las seis de la mañana y debo abrir los ojos, levantarme, ducharme y viajar a nada más y nada menos que un bosque. Haremos una caminata hasta llegar hasta un lago. No conozco a nadie excepto a mi hermano, a Seth y a Fabiola. No sé qué haría si ella no fuera. ¿Qué tendría de agradable ir sola? Bueno, no sola, pero no es lo mismo si tu novio y tu hermano conocen a todo el mundo y yo, que no soy muy buena dando impresiones a la gente, estuviera en medio.

Seth dijo que iba a pasar a recogernos a las siete a mí y a Drew para irnos a la universidad, que es el punto en donde todos los de Arte se juntarán. Obviamente, pasaremos a recoger a Fabiola en el transcurso para así irnos todos juntos y llegar puntuales.

- Cristal, sal del puto baño o juro que tiraré la puerta -amenaza Drew desde el otro lado, mientras me pongo un poco de labial veinticuatro horas. Ahora que tengo novio y tengo a quien besar, es importante que el labial no se me salga.

Me he vestido con un short corto color gris y una camiseta blanca de tirantes. Encima traigo una sudadera delgada y veraniega también gris, que deja sutilmente mis hombros al descubierto. En mis pies me he puesto unos botines para acampar que cubren todo mi tobillo, estos de color café. Y por supuesto, no puede faltar mi coleta alta. Lo que menos me conviene es ir con mi cabello suelto, para que se llene de hojas y ramas, sin mencionar que estaría completamente enredado.

- Ya voy a salir -aviso concentrada en lo que hago.
- ¡Ahora! -ordena autoritario. Ruedo los ojos.
- ¡Ay, que pesado! -le grito- ¿Cómo Fabiola te aguanta? Eres un gruñón.
- Lo mismo te digo, no sé cómo Seth está decidió estar contigo, yo que él te dejaría.
- Es que eso no sería posible. Yo jamás estaría con tu persona ni en un millón de años. Preferiría morir -acabo de pintar mis labios y guardo todo lo que usé en mi neceser.
- ¿Podrías abrir ya? -vuelve a insistir- No aguanto más, me voy a mear aquí.

Decido ser buena y hacerle caso. Abro, y paso por su lado no sin antes recibir un ligero empujón de su parte, como siempre ha hecho desde que somos niños. Bajo las escaleras, miro la hora en mi celular y faltan diez minutos para que Seth llegue. Un ratito después, cuando Drew está bajando del segundo piso ya listo, se escuchan golpes en la puerta. Él abre de inmediato.

Apenas se me permite verlo, me doy cuenta de que es increíble lo parecido que se visten estos dos. Traen el mismo chándal ajustado, Seth de color gris y Drew de uno color negro. La misma sudadera de cuello cerrado con capucha incluida; Seth con una gris y Drew con una negra como era de esperarse. Y para acabar ambos traen botas para caminata, pero la diferencia aquí es que las de ambos son cafés, igual que las mías.

- Tarde, como siempre -le dice Drew- Deberías aprender de responsabilidad.
- Ya cállate -se echa a reír Seth. Se abrazan y se dan esos golpes en la espalda. Luego camina hacia mí, me abraza y comienza a besarme. Se despega de mí en unos segundos- Buenos días.
- Vamos del mismo color -sonrío de oreja a oreja. Él sonríe conmigo.
- ¿¡Podemos irnos de una vez!? -pregunta mi hermano, exaltado- No soporto estar aquí. Ustedes dos me dan migraña. No los tolero. Pueden pudrirse en su mierda.
- Amigo, te invito a que veas detenidamente como estoy con Cristal y disfruto a su lado ahora mismo -junta su nariz con la mía mientras acaricia mi mejilla. Cierro los ojos, sintiendo su suave tacto, mientras aguanto unas risas- Es una lástima que estés solo y seas la tercera rueda aquí.
- Cállate. No le veo la gracia -ataca Drew, enojado- Joder, ¡Ya vamos o llegaremos tarde!

Voy a tomar mi mochila del sofá y en menos de cinco minutos salimos de la casa. Nos despedimos de papá, mamá y Alejandro anoche así que no tenemos que hacerlo de nuevo. Quedamos en que no los íbamos a despertar tan temprano por la mañana.

Me siento en la parte trasera del vehículo y de pronto, sin darme cuenta, ya estamos en la casa de Fabiola. La he llamado por celular unos dos minutos antes de que estuviéramos afuera, así que salió de inmediato. También trae short igual que yo a excepción de que trae unas calzas abajo y sus botines cafés de caminata, junto con una sudadera color morado. Antes de subir besa a Drew por la ventana y termina subiéndose a mi lado.

- ¡Estás hermosa! -grito con una fuerza incontenible.
- Maldita sea, Cristal. ¿Tienes que andar chirreando por todos lados? -me regaña Drew, evidentemente todavía enojado- Todos sabemos que mi preciosa novia luce como toda una modelo. Ella se viste decente y no muestra de más, no como tú, que te exhibes por todos lados. Eres una vulgar. Una prostituta.
- Esa boca, tío -Seth lo mira mal- Mi novia no es nada de eso.
- ¡Tienes suerte de que estemos en el auto porque de lo contrario te cruzaría la cara con una piedra, miserable cabrón! -escupo- Además, no me hagas reír, ya que todos sabemos que tú solías tener una vida rodeada de facilonas.
- Te cagó -le dice Seth, haciendo que Fabiola comience a reír. Todos sabemos que es verdad.
- ¿Con que sí? -Drew parece ofendido- Eso, queridos amigos, es pasado -se vuelve a mirar a Seth- ¿Y tú qué? Tampoco fuiste un santo.
- Lo sé. Y no lo discuto. Pero llamaste puta a mi novia y no me gusta. ¿Me ves a mí llamando así a Fabiola?
- Oh -Drew se da cuenta- Tienes razón. Lo siento, hermano. Es que Cristal me hace perder los estribos. A veces no sé cómo Fabiola la aguanta, escuchando su voz de aquí para allá todo el día -le dice sin darle importancia, como si no estuviésemos presentes. Yo frunzo el ceño- Cada día y cada noche tengo pesadillas preguntándome por qué no se busca una nueva mejor amiga.
- ¿Te das cuenta de que oigo todo lo que dices? -le pregunto, sin poder creer lo que ha dicho.
- Tranquila, Cristal -me dice Fabiola, abrazándome- No pienso cambiarte por nada del mundo. Me encanta nuestra amistad, con tus gritos y dramatismos incluidos.
- Dios mío -no puedo evitar emocionarme ante sus hermosas palabras y me siento avergonzada cuando siento que mis ojos se van humedeciendo un poco. Me alejo con lentitud de ella e intento que no se salga ni una lágrima. Fabiola se da cuenta y comienza a reír.
- ¿De verdad estás llorando? -parece sorprendida. Sé que le enternece y que sabe que es por lo mucho que la aprecio. Siento la mirada de Drew sobre mí junto con la de Seth por el espejo retrovisor.
- Aún no lo hago -intento reír- No sé, yo no suelo ser así, tan llorona -me echo aire con una mano a los ojos, para que se sequen o algo- Es que me alegra demasiado haberte conocido.
- Y a mí también -vuelve a abrazarme, tratando de no emocionarse como yo.
- Este es uno de los momentos más íntimos en que las he visto -dice Seth, sonriendo.
- Oye sí, querida hermanita -me habla Drew- Tú no eres así, tan tontamente dulce. ¿Qué te pasa? Desde hace semanas te siento distinta. Tengo que admitir que ya no eres tan insoportable, y que incluso ahora eres cariñosa con nosotros tres y con todos en casa. Tampoco eres tan criticona y superficial. Estás cambiada.
- Es cierto -admiten Seth y Fabiola al unisono, como si se hubiesen puesto de acuerdo.
- Aunque la verdad conmigo siempre ha sido así -comenta Fabiola, orgullosa y creyéndose. No puedo evitar reír ante sus palabras- Era pesada con ustedes, pero yo siempre tuve la mejor parte.
- Ya, no es para tanto -miro por la ventana- ¿Podemos cambiar de tema? O me pondré violenta.
- Está bien -acepta Drew- Trajimos la comida, ¿Verdad? -todos asentimos- Que bien, porque tengo un hambre de cien hombres.
- No vas a comer todavía -le reprende Seth.
- ¿Qué? -parece que mi hermano se va a desmayar- ¿Por qué?
- Porque debemos sobrevivir con lo que hemos traído hasta mañana -le dice Fabiola- ¿Acaso crees que nos van a regalar todo allá, en el bosque? No hay lugares para comprar comida.

El resto del camino hacia la universidad no hacemos gran cosa. Yo me limito a mirar por la ventana. Fabiola va escuchando música con los audífonos puestos con tanto volumen que alcanzo a escuchar todo y Seth con Drew charlan entre sí. No sé de qué, porque no me dedico a poner atención a ninguna de sus palabras.

Cuando llegamos a las calles en que el mar comienza a presentarse, aprieto el botón para bajar el vidrio de la ventana y jalo a Fabiola del brazo. De inmediato tira su aparato a donde caiga y se acerca a mí para poder ver hacia afuera conmigo. Sacamos nuestras cabezas, recibiendo la fresca brisa mañanera.

- Dios, ¡Ésto es vida! -exclamo alegre. No puedo explicar lo mucho que me encanta el mar.
- ¿Hace cuánto que no veníamos? -pregunta Fabiola- ¡Y vivimos tan cerca!
- Debemos volver estos días -propongo- Había olvidado lo que se sentía.
- Lo haremos sin duda. ¡Mira! -indica hacia arriba.

Las gaviotas vuelan en el cielo despejado. El sol hace brillar el agua, y las olas chocan contra las rocas mientras los pelícanos disfrutan del agua salpicada. Pasamos por frente los hoteles que suelen estar repletos de turistas durante el verano, y los lugares en que los programas de televisión vienen a instalarse en ese tiempo. Las playas no están llenas, no hay casi nadie, lo que las hace perfectas para poder ir y estar en una paz infinita, recorriendo todo de un lugar a otro sin la más mínima preocupación, sólo disfrutando, viviendo el momento.

La universidad queda en una especie de cerro lo suficientemente grande como para permitir ver todo el mar que se es posible. Entramos al recinto y Seth estaciona el auto. Todos nos bajamos sin prisas. De inmediato miro los alrededores y noto un grupo de personas reunidas un poco más allá. Después, dirijo mi mirada hacia la universidad. Yo ya la había conocido antes, tanto por dentro como por fuera. Un primo mío había estudiado aquí y lo vine a ver cuando dio su examen de grado. Es preciosa, espaciosa, en pocas palabras es muy bella.

- ¡Dios, no puedo esperar! -Fabiola comienza a saltar de la felicidad- ¡Ya quiero estar en contacto con la naturaleza!
- ¡También yo! -la tomo de las manos y saltamos juntas- ¡Será una experiencia increíble!
- ¡Sí, sí! -nos motiva Drew. Luego llama a Seth- Tío, si Fabiola sigue así de feliz me va a dar algún regalito de esos que me gustan. ¡Sí, vamos mi amor, alégrate más!

Seth comienza a partirse de risa. Las dos dejamos de saltar, yo porque nuestro pequeño momento de felicidad fue interrumpido por un comentario sexual de mi hermano y Fabiola porque está sorprendida de que en realidad haya dicho eso. Me uno a las risas de Seth y voy hacia él, mientras Fabiola abraza a mi hermano y le dice que es un idiota. Intento sacar mi mochila del maletero, pero Seth se me adelanta y me la quita de las manos, poniéndosela en su hombro.

- Mi novia no va a cargar nada -avisa con una sonrisa- Para eso estoy yo.
- Oh, pero tú sabes que no te veo como un burrito de carga -acaricio su mejilla- No hay problema en que yo la lleve.
- ¿Y correr el riesgo de que tu cuerpo se canse demasiado, o te duela algo? No, gracias -se acerca a mí, y de inmediato tomo su cara entre mis manos y lo beso.
- Está bien, pero déjame sacar algo que tengo guardado -se la quita y la extiende hacia mí. Abro el cierre y saco una bolsa con algo dentro. La vuelvo a cerrar y se la pone nuevamente.
- ¡Tío, llegó el autobús, ya todos se van hacia él! -dice Drew, acercándose al maletero, tomando su mochila y la de Fabiola, junto con unas bolsas de comida- Hay que irnos.

Se aleja, llevándose a Fabiola con él. Seth cierra el maletero con fuerza, saca esa especie de llave que tiene un botón y hace sonar una alarma del auto.

- Espera, ¿Lo dejarás aquí? -pregunto sorprendida.
- Sí, la universidad estará cerrada el fin de semana. Hay cuidadores, nadie va a robarlo -asegura. Entonces me toma la mano, mientras sostiene bolsas con la otra al igual que Drew.

Juntos vamos hacia el bus, en donde se encuentra un hombre dando instrucciones sobre el viaje. Nos ordena que las chicas entremos primero. Fabiola se acerca a mí, y nos vamos hacia donde todas se han reunido para subir. Somos doce, aproximadamente. Pensé que seríamos más. Sin embargo, nos escabullimos entre todas para no entrar de últimas y obtener un buen lugar.

- ¿Sus nombres? -nos pregunta aquel hombre, revisando una lista.
- Yo soy Cristal y ella es Fabiola -respondo por ambas.
- Ah, sí. Una es invitada de Seth y una es invitada de Drew, ¿O me equivoco?
- Es tal y como lo  ha dicho.
- Perfecto. Pueden subir -dice, mientras saca unas pulseras color rosa y nos las entrega- Deben ponérselas en la muñeca. Es sólo para recordar que ustedes son acompañantes y que tienen permiso de estar aquí. Disfruten el viaje tanto como yo.

Asentimos con la cabeza y comenzamos a subir. Cuando lo hacemos me doy cuenta de que no es como los otros buses que he visto, en los que todos son para dos personas y están fijos hacia el frente. Aquí también son para dos personas, pero unos van volteados para atrás y otros para adelante, como para permitirte charlar y compartir pero de a cuatro. Yo con Fabiola nos vamos hacia unos que están en el medio de todo el bus, ya que los de atrás están ocupados por las otras chicas que lograron subir primero. Cuando ya todas han subido, comienzan a venir los hombres.

Pasan varios. No me había dado cuenta de que ellos son la mayoría. Aunque en realidad sólo son como quince, pero aún así. Casi ni se nota, después de todo sólo son como tres más que nosotras. Seth y Drew suben de los últimos, buscándonos con la mirada. Cuando nos encuentran sonríen como por arte de magia y se acercan.

Drew toma asiento al lado de Fabiola y Seth al lado mío. De inmediato recuerdo que tengo una cosa para él. Abro la bolsa y saco algo cubierto en papel aluminio. Sonrío mientras Seth me observa curioso y se lo entrego. Él la recibe sin problemas, quizás pensando que quiero que me lo sostenga.

- Es para ti -le hago saber- Espero que lo disfrutes.
- ¿Qué es? -sonríe contento, sorprendido por mi inesperado gesto.
- ¡Ábrelo! -le incito ansiosa. Obedece de inmediato y apenas lo va abriendo, comienza a salir olor a comida que yo no comería. Su sonrisa se hace incluso más grande cuando se da cuenta de que son dos sándwiches con vistec llenos de grasa y queso lo suficientemente derretido. Me doy cuenta de que chorrea un poco- Lamento si tiene tanto aceite, pero es que cuando vi a Drew una mañana en que sacó dos de esos para calentarlos en el microondas y me viste desayunar, me di cuenta de que ni siquiera se molestó en quitar el exceso y supuse que a ti también te gustaba de esa form...
- Eres la mejor novia que podría tener -me interrumpe, cogiendo mi cara con una de sus manos y besándome. De inmediato le correspondo. Cuando se aleja de mí, lo encuentro observándome fijamente a los ojos- No sabes lo mucho que valoro que te hayas tomado el tiempo de prepararme algo que consideras asqueroso y que ni siquiera te gusta, sólo para hacerme feliz y darme algo de comer. Y encima le agregaste un montón de aceite, eso es tan... romántico.

No puedo evitar reír ante lo último que dijo, y él lo hace también. Ambos desviamos la mirada hacia Fabiola y Drew, que luce sorprendido por lo que he hecho, mientras Fabiola aguanta las risas.

- Hermanita, tú sabes que te quiero.
- No, no he preparado nada para ti -lo fulmino con la mirada- Es sólo para Seth.
- Menuda desgraciada, ya vas a ver lo que... Agh, Fabiola, ¿Ves como es Cristal? ¡Y luego se quejan porque me enojo con ella! Demonios, estoy muriendo de hambre. Y Fabiola no me ha traído nada porque se los comió en su casa. Mi corazón se ha destruido -finge llorar.
- ¡Ay, Drew, sí te traje! -admite Fabiola, sacando una bolsita de su rincón. A Drew pareciera que le brillan los ojos- Cristal y yo sabemos lo mucho que les gusta y decidimos traerles. Solamente estaba jugando contigo, tontito -le extiende los panes envueltos en el papel- ¿En serio creíste que iba a dejarte mirando?
- No puedo creerlo. Con eso no se juega -le dice Drew, mientras ella se lo va entregando- Muchas gracias, mi amor -le besa la frente con delicadeza- No hagas caso a Seth, no sabe lo que dice. Aquí la mejor novia eres tú. Y tu comida sabe mejor. Estoy tan enamorado de ti -la besa en los labios.

Minutos después, ya estamos, definitivamente, camino hacia el bosque para llevar a cabo la tan esperada caminata. Seth y Drew están casi acabando su desayuno grasoso. Fabiola y yo hemos sacado leches en cajita y barritas de cereales de la bolsa que trajeron los chicos desde abajo, que por cierto, están deliciosas.

No tardo en sentir que alguien me observa. Los chicos están demasiado concentrado comiendo, así que miro a Fabiola y ella luce incómoda. Frunzo el ceño, sin comprender lo que le pasa. Me hace un gesto con cabeza, diciéndome que mire hacia un lado. En cuanto lo hago, sé perfectamente quién me ha estado observando. Y además, Fabiola está siendo observada, pero por otra chica. Las he visto antes. Sé quienes son.

- Oye, Seth -le hablo. Él quita su atención del pedazo de pan que le queda, para mirarme.
- Dime, preciosa -me dice. Sonrío de inmediato.
- ¿Recuerdas esa chica, la que estaba en la supuesta galería de Arte y en la fiesta? -luce confundido por mi pregunta- Esa a la que besabas, la que te lamía el cuello y se colgaba de ti...
- ¿Te refieres a Anita? -alza una ceja, dándole otra mordida a su pan.
- Sí. Bueno, ¿Todavía está loca por ti?
- ¿Estás bromeando? -se mete Drew en la conversación- A esa estúpida se le moja la braga por Seth. Un día él y yo estábamos hablando, se nos acercó y le ofreció volver a como estaban antes y más, en frente de mí. Pero Seth la rechazó y le dijo que era una regalada. Creo que fue unos días antes de que ustedes se hicieran novios. Ah, y cada día lo saluda, no sé para qué, porque Seth ni le responde.
- ¿Y qué hay de la chica que estaba contigo? -le pregunta Fabiola a Drew.
- ¿La tonta de Cinthia? -asiente con la cabeza- Sigue muerta por mí. Pero no le hago caso. Ella no puede entender que nunca sentí nada por ella, ni que te amo a ti.
- Bien -hablo yo- Porque ella está mirando demasiado a Fabiola. La está incomodando. Deberías decirle que deje de mirarla.
- ¿En serio? -le pregunta Drew a mí mejor amiga.
- Sí -admite- Es molesto. No soporto tener sus ojos encima.
- Eso no lo puedo permitir -asegura Drew. Se gira en dirección a Cinthia, que está sentada con Anita en un costado nuestro, donde hay otros cuatro asientos- Oye, tú. ¿Tienes algo en los ojos? ¿Algo te impide girarlos, quizá? -la chica lo mira perpleja. Estoy a punto de reír, y para qué hablar de Fabiola- Porque me estoy dando cuenta de que miras demasiado a mi novia. Sé que te causa envidia que ella esté conmigo, pero podrías disimular y tener un poco más de respeto. Me tienes harto.

Dicho eso, se gira en nuestra dirección y nos sonríe. Abraza a Fabiola con cuidado, muy delicadamente, y le susurra algo la oído. Ella sonríe y se besan. No puedo estar más orgullosa de Drew. Amo que no la haga sentir en menos y que demuestre lo importante que es para él. Lo que menos me gustaría es que mi mejor amiga se sintiera insegura a su lado, o que mi hermano le causara dolor.

- Parece que alguien tampoco te quita la mirada de encima a ti -me dice Seth, con voz neutra. Su mirada está fría. No tardo en darme cuenta de que algo malo hay en él. Que algo le pasa.
- Tranquilo, Seth -le digo, mientras me acurruco a su lado. Pasa uno de sus brazos por la cintura y me acerca a él. Puedo sentir su cuerpo demasiado tenso. De pronto me preocupo un poco por él- No me interesa que tenga atención en nosotros. Tenemos que disfrutar el viaje. No hemos venido para estar pendiente de este tipo de situaciones, ¿O sí? -acaricio su mejilla y me alzo un poco para besarlo allí. Él sonríe delicadamente.
- Tienes razón -toma una de mis manos y la entrelaza con la suya- No prestemos atención.

Noto que su cuerpo se relaja un poco y eso me hace sentir más tranquila. Nos ponemos a conversar los cuatro juntos y pasamos un buen momento, sin prestar atención a nada. Reímos sin parar por temas sin sentido y no puedo explicar lo bien que me siento al haber decidido venir. Y espero que todo en el bosque se vuelva muchísimo mejor. No hay nada mejor que compartir con tres de las personas que más quiero, y si será en la naturaleza pura va a ser muchísimo mejor.


♥♥♥

¡Buenas! ¿Cómo están? Yo muuuy bien, he salido de vacaciones el martes, si no me equivoco, así que haré lo posible para terminar de escribir y publicar la novela antes del 30 de Diciembre. ¿Ustedes ya salieron? Espero que sí, porque Dios, los últimos días se hacen interminables, al menos para mí. Es como si el tiempo se pusiera lento, muy lento. Lamento si hay algún error, o si hay algo mal redactado, o si repetí mucho alguna palabra, no sé. Lo revisaré en otra ocasión.
Ojalá les haya gustado el capítulo. Quiero agradecer por cada uno de los comentarios que me dejan en mis entradas y en el chat. Ustedes son las mejores. Subiré muuuy pronto, creo que pasado mañana, eso si comentan lo suficiente. Recuerden, +8 comentarios para que suba. Ahora sí va en serio. Estoy de vacaciones y no hay nada que lo impida. ¡Adiós! Pd: ¿Cuál fue su parte favorita del capítulo? ¡Se viene lo bueno!