30 de junio de 2015

¡Tengo noticias!


¡Hola! ¡Hola, hola, hola, hola! ¡Hola!
Como ya sabrán, he estado muy desaparecida de blogger; subo, no subo, vuelvo a subir, no subo, pasan dos semanas y vuelvo a subir. Pues bien, ahora será diferente, o al menos es lo que tengo planeado. Ya que, el día de hoy, he terminado mis exposiciones y trabajos del semestre -se supone-. El jueves tengo mi último examen también, eso si no me dan otro, así que lo pronosticado sería que con mi tiempo libre comience a escribir la novela y subir los capítulos que faltan, que serían quince aproximadamente. Si me dan otro examen no sería gran cosa porque sería uno solo, es decir, no estaría entre un montón de otros exámenes.

Leí las notitas que me dejaron de cuál fue el mejor día de su vida. Estuvieron hermosas, incluso como que se me ablandó mi corazón en varias partes. Y para las que no lo han tenido, seguro algún día lo tendrán. Es una sensación hermosa, eso es más que seguro.

¡Oh! Esto que viene ahora es algo totalmente aparte. Y es que, he considerado el no escribir más sobre Justin. Me refiero a seguir escribiendo novelas, pero no con él como personaje, sino, escribiendo sobre un personaje propio, con el nombre que yo quiero, con una característica física que yo quiero. Lo que pasa es que no estoy segura, porque hacer eso sería hacer un cambio total en el blog. Cambiaría la dirección -link-, el nombre, diseño, etcétera, pero las novelas de Justin que he escrito seguirían intactas. Lo más probable es que no lo haga, al menos no aquí, porque si no se han dado cuenta en wattpad -al menos cuando subo ahí porque últimamente ni lo abro siquiera- mi personaje de esta historia tiene otro nombre. Me gustaría que me dijeran en comentarios en esta entrada lo que opinan respecto a todo esto, como: ¿Seguirían leyendo? ¿Les gustaría? ¿Se sentirían cómodas? Porque a mí me ilusiona, la verdad. Tengo altas expectativas sobre ello. Me sentiría muy cómoda en mi propia piel.

Y bueno, nada más queda que agradecer a una de mis lectoras llamada Idaly por acordarse de mi cumpleaños que fue ayer. ¡Chica, casi me morí! De verdad no pensé que alguien llegara a acordarse o algo así, pero muuuuchas gracias guapa, eres un amor, me hiciste sentir muy bien cuando lo leí. Te envío un abrazo enorme y con todos mis buenos agradecimientos, muaaah -inserta corazón palpitante-.

¡Es todo! Un beso para cada una de ustedes, ojalá estén teniendo una buena semana, que todo en sus vidas esté muy bien con mucha felicidad, y pues eso, adioooooooooos. Nos vemos pronto. 


17 de junio de 2015

Capítulo treinta y cinco - Fresa con Chocolate.



La cena ha terminado hace ya bastante rato, y estoy que me muero. El frío ha bajado bastante. Acabo de ponerme un abrigo grueso de polar encima, porque no aguanté más. Encima, todos han salido para afuera y mamá me ha ordenado que los siga. Por mí me encierro en mi habitación y no vuelvo a salir.

No veo a Seth desde no sé cuántos minutos atrás. ¿Se habrá ido? Aunque no he escuchado el ruido del motor de su auto o lo que sea. Tampoco se despidió de nadie antes de desaparecer, es mas, sigue todo tal y como está. No parece que alguien se haya percatado de su desaparición, tampoco. Quizás sólo yo estoy lo suficientemente pendiente de él como para no notarlo. Sí, lo admito: No puedo apartarle mis ojos de encima. Puede que me ponga de los nervios su presencia y sus miradas, pero en el fondo me agrada verlo, aunque no suceda nada y yo intente evitarlo. No lo sé, me conformo. Una pequeña parte de mí se ilumina con eso, a pesar de todo.

Todos estamos rodeando la barbacoa, sentados en las bancas del patio. Cada uno tiene un tema de conversación diferente, excepto yo, porque estoy sola. No me molesta, sino todo lo contrario, estoy muy cómoda así. No es que desee que me tomen en cuenta hoy ni esta noche.

- ¿Café? -alguien pregunta a mi lado, y reconozco su voz de inmediato.

Alzo mi cabeza hacia arriba. Seth sostiene dos tazas de las que sale bastante vapor. Tiene una bufanda rodeando su cuello, tal y como yo, a excepción de que la mía es negra y la de él es gris. Antes, habría rechazado su oferta sin piedad. Ahora, si lo hiciera, yo no me lo perdonaría, aún cuando lo único que quiero es que no me dirija la palabra, porque soy una ridícula que aún no logra superar del todo su pasado.

- Sí -asiento con la cabeza, y sonrío un poco. Él extiende una taza hacia mí. La tomo. De inmediato siento el aroma embriagador del café- Gracias. Huele delicioso.
- No hay de qué -me mira con atención, y luego comienza a soplar ligeramente por encima de la taza, para que el contenido se enfríe. Noto que la luz de la lámpara de afuera hace que su cabello brille- ¿No te molesta sentirte dejada de lado?
- ¿De qué me hablas? -pregunto extrañada. Pero entonces, noto que está mirando a Drew y a Fabiola, así que respondo:- Uhm, no. Son novios. Es lo que hacen.
- Pero es tu mejor amiga.
- Claro, pero independiente de eso. Si ella no fuera ni siquiera mi amiga y estuviera con mi hermano, no tendría por qué pasar tiempo conmigo. Vino a casa para ser conocida como la novia de Drew; vino por él. Supongo que cuando venga por mí, pasará más tiempo conmigo.
- ¿No la extrañas ni un poco, o te hace tener mal sabor en la boca?
- No -sincero- No soy una persona envidiosa. Ella está feliz.

La conversación acaba ahí. Comienzo a beber un poco de mi café y de inmediato la cálida sensación va bajando por mi garganta, sintiéndose de una manera realmente satisfactoria. Empieza a darme sueño. Estoy segura de que el café no me ayudará, porque, por alguna razón, no soy de esas personas a las que la cafeína les hace efecto. Independiente de la hora en que lo beba, puedo seguir durmiendo durante horas.

- ¡Mi sobrina! -tío Dino, de la nada, comienza a venir hacia mí.

Tiene sus manos ocupadas con un vaso de no sé que cosa, pero sé que es alcohol, y ríe demasiado sin ninguna razón. Está ebrio. Oh, no. Él cada vez que está así, se pone a preguntar demasiadas cosas. ¡Y encima Seth está aquí, a mi lado! Nada va a pasar desapercibido. Dios, estoy frita, realmente frita.

- Hola, tío -lo saludo, incómoda.
- ¿Y el novio? -empieza con las preguntas. De inmediato siento una punzada de dolor en el pecho. Una más a la lista de ésta noche.
- No tengo novio -le hago recordar.
- ¿Pero y el chico ese que estaba contigo? -insiste con preguntas. Se sienta a mi lado derecho, sin interponerse entre mí y Seth- El que su nombre empezaba con, uhm, no recuerdo.

Bajo la mirada al piso,  intentando no demostrar ninguna muestra de dolor. Sonrío a medias, tratando de no girar mi cabeza en dirección a Seth, que sé que está mirando, pendiente de nuestra conversación. Estoy segura de que tío Dino sabe que yo ya no tengo novio, pero como está ebrio no sabe lo que dice y repite las cosas una y otra vez.

- Terminamos hace mucho -decido decir, después de todo, cada uno de los presentes lo saben. No es algo desconocido.
- ¡Increíble! -comienza a reír muy fuerte. Toda la familia mira en nuestra dirección, incluyendo a Fabiola. Mis manos comienzan a sudar y mi corazón late demasiado rápido- ¿Por qué fue? ¿Se pelearon? ¿Fue por otra?

Y esa es la gota que hace derramar el vaso. Pude creer que preguntaría cualquier cosa, cualquiera, excepto eso. Ha metido el dedo en la herida y siento dolor dentro de mí, pero sobretodo siento el orgullo herido que ha permanecido ahí por bastante tiempo. ¿Por qué estos días han sido así? Mi pasado vuelve a mí sin que yo lo pida, todo junto.

Sé que Seth está a mi lado, pero por una vez en la vida, no quiero mentir. No quiero ocultar lo que he pasado, ni guardar todo dentro, secándose, dejando cicatrices y empeorando todo. ¿Qué saco con eso? Le he dicho a Seth la otra vez, que toda la historia que le conté fue una mentira, que por estar ebria había inventado cosas. Pero no me interesa ya seguir con el engaño. Que lo sepa. Que todo el mundo lo sepa.

- Él dijo que no -confieso, mirando el piso- Pero lo fue.

Todos se quedan en silencio. Tío Dino sigue sonriente, no se entera de nada. Miro a mamá y a papá; ambos tienen una mirada triste. Luego miro a Fabiola y a Drew, que están sorprendidos. Alejandro no sé donde está, pero me niego a mirar a Seth. Así que termino mirando a la tía Susana y a la tía Ana, pareciendo ligeramente preocupadas. Luego, miro al piso un momento, intentando no quebrarme o algo.

- ¡Menos mal! -me sorprendo cuando grita eso mi tío- Porque, sobrina hermosa, el tipo era horrible. ¡Era más feo que la chucha! Merecías a alguien mejor -todos comienzan a reír, y me siento realmente bien cuando me uno a sus risas sin fingir- Es que en serio, ¡Yo jamás vi a una mujer tan linda con un idiota tan desagradable! Y encima hablaba extraño. Tú tienes que tener a tu lado a un hombre atractivo, es lo menos que puedes hacer. ¡Dios te ha salvado de tal desgracia! Yo, al menos, estoy a favor de que hayan roto.
- Dino, ¡Ya déjala! -exige la tía Ana- La harás llorar.
- Sí, Dino, basta -la tía Susana la apoya.

La verdad es que ya me estaba quebrando a pesar de estar riendo. Menos mal mis tías son inteligentes y lo han detenido. Tío Dino alza las manos en modo de disculpa, se levanta de la banca y va hacia papá, para luego abrazarlo y comenzar a decirle lo mucho que lo quiere.

Dios, ¿Qué hice? ¡Seguro quedé en ridículo! ¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¿Mirar a Seth como si nada? Debí mantener la boca cerrada. Acabo de tener un momento de valentía; no han pasado ni tres minutos y ya estoy arrepentida. Que vergüenza. Todo esto es culpa de todos, menos mía, por supuesto, porque estoy muy vulnerable.

Me pongo un mechón de pelo de mi lado derecho tras la oreja, y el otro lado lo dejo normal, tapándome un poco el rostro para que Seth no pueda verme. Hace unas semanas, no sé exactamente cuándo, le dije que todo lo que le había contado era una mentira. No le dije la parte que le he dicho a tío Dino hoy. Le dije todo lo demás, excepto eso.

Noto que Fabiola me mira con detenimiento, y me hace un gesto como preguntándome si necesito hablar. Niego con la cabeza de inmediato, y me dispongo a mirar para otro lado. Por el rabillo del ojo, noto que Seth está mirándome, pero yo estoy abstenida de devolverle una mirada, o de posar mis ojos en alguna parte de su cuerpo siquiera.

- Eh, Cristal, ven para acá -me llama la tía Ana, que está reunida con la tía Susana y mi madre. Me pongo de pie de inmediato y ella me pide que me siente a su lado. Yo lo hago.
- ¿Qué pasa? -pregunto.
- Quédate a conversar con nosotras.
- Mm -lo pienso un momento. No estaría mal- De acuerdo.
- ¡Vicente, no hagas eso! -la tía Susana lanza un grito. Me giro en dirección hacia donde grita. Vicente está haciendo una llave inglesa a Ariela. No puedo evitar reír- ¡Te van a castigar! ¿Qué no ves que tu hermana no tiene fuerza? ¡Es mucho menor que tú!
- ¡Para acá, ahora! -ordena la tía Ana, percatándose de lo que pasa.
- Me recuerdan a Cristal y a Drew cuando eran más pequeños -comenta mamá. Yo la miro con dulzura.
- ¿Nos ahorcábamos así? -pregunto curiosa.
- No. Lo hacían dos veces peor -admite.
- Oh.

Vicente suelta a Ariela y comienza a correr en dirección a nosotras, dejándola en el piso. Ariela se pone de pie de inmediato para comenzar a seguirlo. Se sienta frente a mí, y comienza a hablar.

- Lela, escucha -Vicente le dice lela a tía Susana, es su forma de llamarle, ya que es su abuela- No eres divertida. Mi hermana se estaba divirtiendo.
- Claro, estúpido -le dice tía Susana con sarcasmo- ¡La niña tiene ocho años y tú tienes quince! Podrías romperle un hueso.
- Eso no va a pasar, porque se la hago con poca fuerza.

Otro tema de conversación comienza y de pronto me siento mucho mejor, incluso feliz. Todo está lleno de risas y la verdad es que olvidé lo lindo que se sentía estar con todas las personas a las que quiero y que ocupan una parte importante dentro de mí. Ni siquiera lo que pasó hace unos minutos ha sido suficiente para ponerme demasiado triste.

Miro a mi alrededor, y todo es tan simple pero a la vez bonito. Recuerdo que cuando estuve en una época mala en mi vida, lo único que quería era estar sola, que me dejasen, que no me hicieran preguntas y que evitaran tocar cualquier tema que me molestara. De cierta forma, me desquitaba con ellos. Y ahora que lo pienso, era una verdadera inmadura.

¿Por qué me he encargado de alejar de mí a todos los que me quieren? Cuando estás rodeada de personas, quieres estar sola. Pero cuando estás sola, anhelas tener a alguien a tu lado para que te acompañe y te das cuenta del error que cometiste. Yo no quiero que me suceda eso. Quiero aprovechar a mi familia, aprovecharlos, y aunque muchas veces puedan ser molestos quiero seguir teniéndolos a mi lado con sus rabietas, bromas, junto con todo lo demás.

Siento que alguien se sienta a mi lado sigilosamente. Me giro, y es tío Dino, de nuevo. Pienso que va a preguntarme otra cosa, pero en lugar de eso me regala una sonrisa, me toma la mano y pone algo en ella. Luego, hace que cierre la mano en un puño. Lo miro extrañada.

- Para que te compres algo bonito -susurra en mi oído.

Abro un poco mi mano, y es un billete que vale a bastante dinero, lo suficiente para comprar unas cuantas prendas de ropa. Algo dentro de mí vuelve a quebrarse, y de pronto siento unas enormes ganas de llorar. Sin embargo, sé que no es por tristeza.

- Gracias, tío -intento decirle, pero me sale la voz un poco mal- Yo...
- Eres una chica increíble, Cristal. Hermosa por dentro, y por fuera. Tienes que demostrarlo con lo que puedas, ¿Entiendes? No lo ocultes siendo de una manera u otra, o encerrándote en ti misma. Todos aquí te aman. Tienes que recordar eso, ¿Estamos? Manda a la mierda a imbéciles que no valen la pena.
- Lo sé -asiento con la cabeza. Él estará ebrio, pero ha tocado mi punto débil- Lo haré. Gracias.

Vuelve a sonreír, pero luego suelta unas carcajadas y me abraza. Después, pone una de sus manos en mi cabello y lo desordena. Se pone de pie con dificultad, va hacia mi padre y le da un abrazo enorme. Ahora que me acuerdo, un día fui a su casa y entró como cinco veces a la habitación en que me encontraba solamente para preguntarme lo mismo cada vez.

Me sorprendo cuando papá, al terminar el abrazo con el tío Dino, comienza a venir en mi dirección. Me sienta a mi lado también, me pasa un brazo por los hombros y me frota el brazo.

- No pensé que ibas a admitir en frente de todos lo que te pasó -sincera papá. Lo miro a los ojos, y éstos se encuentras vidriosos- Me alegro de que estés así, hija. Estás mejorando. Menos mal que te veo feliz, de lo contrario, no me lo perdonaría.
- Es pasado, ya sabes -me encojo de hombros, queriendo parecer serena, pero por dentro no hago más que temblar y querer llorar- No quise mentirle. Supongo que sentí que no debía sentirme avergonzada, en el momento.
- Por supuesto que no debes estarlo. Tienes que plantar cara -me besa la cabeza dulcemente- Debes salir adelante y demostrar a todos lo que eres.

Por un momento, todo lo malo de mi pasado se me olvida. Estoy aquí, ésta noche, y debo aprovecharlo. Tengo una familia que me ama, unos padres que son muy buenos, y a mí. ¿Acaso importa lo demás? Lo único que jamás va a abandonarme es mi familia, la que tengo ahora. Da igual si tuviese sólo un padre, o sólo una madre, porque quien se queda conmigo no me deja, porque me ama.

No soy de las personas que ha tenido un día en especial para recordar. Pero éste marca la diferencia. Ha tenido lo que quizás tuvieron algunos anteriormente, pero nunca me detuve a meditar sobre lo ocurrido, y a observar cada pequeño detalle que alguien me ofrecía. Ahora puedo decir que éste es el mejor día de mi vida, y siento que ya no volveré a ver nada igual.


¡Hoooola! Prometí que iba a subir hoy miércoles. Probablemente no es el capítulo que esperaban, pero para ser sincera, tampoco es el que yo esperaba. Quería hacerlo más largo, pero sé que no habría alcanzado, así que subí lo que he logrado conseguir. Tal vez sea mejor así, que suba capítulos cortos, porque es mejor que nada. Muuuuchas gracias por sus comentarios, por sus alientos a que siga, ustedes son las mejores. Me puse a pensar en cuánto falta para que la novela termine, y al parecer quedan quince capítulos. ¿Lo pueden creer? Es súper poco, estoy impresionada. Ahora sí, +8 comentarios en el capítulo y voten si pueden. Las quiero, cuídense mucho, y espero que nos veamos el viernes, aunque no estoy muy segura, pero si no es el viernes subo el fin de semana. Por cierto, no he releído el capítulo, así que si hay algo que no me parece, supongo que luego lo editaré. ¡Un beso enorme! Oh, y tengo una pregunta para que me la respondan en los comentarios, me gustaría leerlo: ¿Cuál fue el mejor día de su vida?
*Ari, respondiendo a tu pregunta: La verdad es que no sé si lo soy ahora, porque ya no escucho mucho su música, pero independiente de ello, me encanta. Un beso guapa*.

12 de junio de 2015

Capítulo treinta y cuatro - Fresa con Chocolate.


Cuando le pregunté a Fabiola que cómo era eso de que venía a mi casa, me respondió que ella también había sido invitada. Me impresioné. Es decir, si yo la hubiese invitado la chica me habría respondido un rotundo no, porque no es que le guste estar rodeada de gente desconocida. Pero no, ha aceptado porque Drew quiere presentar a su novia, y eso le pareció un gesto tan dulce que no fue capaz de negarse.

- Así que, él te invita y le dices que sí -continúo diciendo. Estamos solas sentadas en el sofá, todos los demás están afuera. Nadie se ha percatado de que llegó, porque están por la zona de la barbacoa.
- Claro -sonríe en grande- No podía decepcionarlo.
- Sin embargo, cuando te invité a que me acompañaras a casa de mi abuela a almorzar, me dijiste que no.
- ¡Porque es tu abuela! -se excusa- No podía llegar y ponerme a comer, no la conozco y además estaba lleno de todos tus otros tíos.
- No estaban todos, solamente unos cuatro -aclaro- Y habrías sido bienvenida.
- Precisamente ese día no tenía muchas ganas. Me habría sentido incómoda y tímida.
- ¿Y ahora no?
- Exacto -asegura- Porque tu casa ya me da confianza.
- Como sea -finjo estar enojada- Rompiste mi corazón, entiendes.
- Exagerada -comienza a reír y me pasa uno de sus brazos por mis hombros, abrazándome- Si no te conociera tan bien, pensaría que en realidad estás enojada.

Tiene suerte de ser mí mejor amiga, de lo contrario ahora mismo estaría haciendo un enorme escándalo, o peor aún, me estaría dando igual. Así que suelto unas risas y le devuelvo el abrazo, pero pasando mi brazo por su cintura. Nos ponemos a hablar de cualquier tema en particular, y cuando estoy por preguntarle qué es lo que comió hoy para el almuerzo, la puerta de entrada a la casa se abre.

- ¡Fabiola! -Drew asoma su cabeza y viene rápido hacia ella- ¡No sabía que habías llegado! ¿Por qué tan tarde, por cierto? ¿Y qué haces con éste adefesio? -me mira con asco- Te vas a infectar.
- Adefesio serás tú, cara de moco -le insulto algo molesta.

Mamá es quien entra ahora, y mira a Fabiola. De inmediato sonríe y se acerca. Besa su mejilla, preguntándole que cómo está y si se le apetece algo de beber. Fabiola le responde que no, que está bien así, y entonces mamá se pone a gritar.

- ¡Oigan, todos! -grita- ¡Ya llegó la novia de Drew!
- ¡No es el fin del mundo para que vengan como salvajes a conocerla! -me quejo en voz baja- Dios, por todo hacen una fiesta. No es gran cosa.
- Sí lo es -Drew me contradice- ¿Y sabes por qué? Porque yo jamás he presentado una novia a la familia, es decir, ni siquiera pensaron que lo haría alguna vez.
- ¡Menos mal! No hay comparación entre las fáciles de esas con las que salías y Fabiola. Mí mejor amiga es la mejor de todas -ruedo los ojos y miro a Fabiola. Ella me mira sonriente y enternecida.
- Te quiero -se limita a decirme.
- También te quiero -sincero, fingiendo llorar, haciéndola reír nuevamente- Ambas.
- ¿Dónde está? ¿Dónde está la chica? -tía Ana entra por la puerta, mirando a todos lados. Da algo de miedo.
- Aquí, eh -Drew alza su mano- En el sofá.

Los ojos de tía Ana se posan en Fabiola, que luce un poco nerviosa, pero intenta disimularlo. Luego, se acerca a nosotras o más bien a ella, y la mira como si se tratara de un objeto antiguo recientemente descubierto, listo para una exhibición en un museo. 

- ¡Eres más linda de lo que creí, y mucho más sencilla! -exclama tía Ana- No sé, me imaginé a una chica de esas con pantalones manchados como si tuviesen cloro encima, con unas zapatillas nike y una playera mostrando todo el ombligo de un color chillón fosforescente. Oh, y con flequillo recto hasta la mitad de la frente, con un piercing en la nariz, probablemente todo infectado.
- Tía, ¿Qué está diciendo? -Drew interviene- ¿De verdad pensó que yo estaría con una de esas que se avergüenzan a sí mismas haciendo el ridículo de esa forma? ¿Tan mal piensa de mí?
- Olé, ella tiene un punto -le hago recordar- Es que nadie creyó siquiera que saldrías con alguien decente.
- No lo habría dicho mejor -tía Ana me da la razón. Besa la mejilla de Fabiola- Mucho gusto en conocerte, cariño. Me han hablado mucho de ti. Estaba ansiosa por verte, nos vamos a llevar muy bien.
- Muchas gracias, señora. Lo mismo digo.
- ¡No me llames señora! -le pide divertida- Sólo dime Ana. No soy una vieja. Y otra cosa más, no sé si Cristal te lo ha dicho pero suelo tirar muchas bromas. A lo que quiero llegar es que no debes tomarte nada de lo que diga tan a pecho.
- De acuerdo -Fabiola sonríe, ya más relajada. 
- ¡Ay, que dulzura de niña! -le acaricia la mejilla con suavidad. Entonces, se gira hacia Drew y le da un puñetazo en el brazo- ¡Cuídala! Si le haces algo te pego.
- ¿Qué? -Drew comienza a frotar la zona golpeada- ¿No debería ser al revés? Si ella me rompe el corazón a mí, porque yo soy su prioridad, su sobrino preferido, debe cuidarme.
- ¡Incluso si ella te lo rompiera sería tu culpa! -le grita la tía Ana, riendo- Los hombres no se dan cuenta de nada ni aunque nos pusiéramos un cartel en la frente dando la razón de nuestro enfado. Su cerebro no procesa bien la información.

En ese momento, los demás comienzan a entrar a la casa. Miro hacia la puerta y casi todos están entrando. Cada uno se dispone a saludar a Fabiola con una sonrisa de oreja a oreja, al parecer, de inmediato se sienten bien con su presencia. Me preparo para ver a Seth nuevamente, pero él aún no entra y papá tampoco.

Mamá anuncia que pasemos a la mesa para cenar y, cuando Fabiola se pone de pie para que vayamos juntas a sentarnos, me toma fuerte por el brazo y me atrae hacia ella. Miro su cara y luce más pálida de lo normal, incluso preocupada y asustada.

- ¡Dios, no! -se queja casi en un susurro- ¡No puede ser!
- ¿Qué pasa? -pregunto- ¿Estás bien?
- Emergencia femenina. Parece que me llegó el período.
- ¿Estás bromeando? -comienzo a reír, sin poder evitarlo- ¡En hora buena, mujer!
- ¡No es gracioso, Cristal! -me regaña con coraje- ¿Qué hago ahora?

La jalo hacia las escaleras y juntas la subimos. Nos apuramos para llegar al baño a tiempo. Me meto con ella dentro y cierro la puerta con seguro. Me giro para darle un poco de privacidad, sabiendo que ella está bajándose el jeans, para aclarar sus dudas.

- Se me ha manchado la braga -la oigo decir. Otra vez, mis risas no tardan en salir- Como te sigas burlando, voy a terminar molesta.
- ¡No te lo tomes así! -me volteo. Ella intenta taparse- Ah, Fabiola, ni que te fuera a violar. ¿A quién le llega el período justo en la fecha en que conoce a la familia de su novio? Has de recordar este día durante el resto de tu vida. Debes recordar que cuando se acercan tus días debes estar con toallas higiénicas y ropa interior al alcance, no sé,en tu bolso o algo.
- Muy graciosa. ¿Vas a ayudarme o qué? ¡Dime qué hago! -exige paranoica.
- Relax, amiga. Te voy a prestar ropa interior mía.

Me giro y abro la puerta, saliendo. Camino hacia mi habitación y saco lo necesario de un cajón de la cómoda. No tardo en volver a salir del lugar, para luego adentrarme en el baño otra vez. Le entrego la prenda a Fabiola, que está frunciendo el ceño. Entonces, reviso una cajita que está junto al lavamanos, y saco una toallita higiénica.

- Ten, úsala -se la extiendo.
- Gracias. Y para la otra cierra la puerta, si alguien hubiese venido habría visto hasta lo que comí la semana pasada y no habría sido bonito.
- ¡No te lo tomes como algo malo! -le pido- Ha sido muy gracioso, tienes que admitirlo.

Antes de volver a salir del baño, me percato de que suelta unas carcajadas, lo que es suficiente para mí. La espero en la puerta como toda una buena amiga y, cuando sale, hace una mueca de desagrado.

- ¿Cómo usas estas cosas? -se acomoda la ropa por encima- Se me entierra en la raya del trasero, casi ni puedo caminar.
- Son muy cómodas -me pongo una mano en el pecho, algo ofendida.
- Estás loca, esto está lejos de serlo -sonríe y me toma del brazo, llevándome hacia abajo- Seguro ya todos acabaron de comer. Y ahora dime, ¿Por qué pareces una gallina aplastada contra la carretera, pisada por un caballo lleno de excremento en sus herraduras?
- ¿De qué estás hablándome?
- Tu cara está fatal, tienes demasiados tonos de maquillaje y colores del arco iris.
- Ah, eso -digo con desinterés- Ariela me maquilló.
- Ya veo.

He estado tan distraída con este pequeño espectáculo divertido de Fabiola, que cuando llego abajo y me topo con la figura de Seth, casi me da un infarto, como si no me esperase verlo, siendo que ya sabía que estaba en casa. Los únicos dos asientos libres que quedan están separados. Fabiola se sienta al lado de Drew, mientras que a mí no me queda más remedio que sentarme frente a Seth. De inmediato, la vez en que él se quedó a tomar el té en casa por primera vez, se adentra en mi mente. Me sentía demasiado cohibida, nerviosa e incómoda. Ahora siento lo mismo, multiplicado en diez.

- ¿Por qué tardaron tanto? -pregunta mamá- ¿Y cuándo te vas a quitar eso de la cara?
- Uhm, no fue nada, solamente buscaba una cosa -miento disimuladamente- Y es que Ariela me dijo que no me lo quitara, creo que ya lo dije.
- Sí, tía -reconoce ella- Yo se lo pedí porque se ve hermosa.
- Que linda inocencia tienes, pequeña -le dice Drew- ¿Quién me pasa la carne?

Tío Dino estira el brazo, toma la bandeja con lo pedido y se la entrega a mi hermano. Me sorprendo cuando noto que Alejandro está sentado a mi lado, ¿En qué momento llegó? ¿Ya estaba ahí cuando yo me vine a sentar? Gran dilema.

- ¡Y bien! -exclama la tía Susana- Queridos Seth y Fabiola, estoy segura de que todos aquí queremos conocerlos. ¿Qué nos dicen de ustedes? ¿Estudian algo? ¿Cómo conocieron a nuestros sobrinos?
- Bueno, yo conocí a Cristal en clase -responde primero Fabiola, lo que me sorprende, ya que luce con bastante confianza en sí misma, casi ni se le nota en la voz su timidez- Así que por ende, de ahí conocí a Drew y a Seth.
- ¿Conociste a Drew hace mucho? -le pregunta interesada.
- No tanto, solamente un tiempo después de entrar a clase este año.
- Ah, entonces es ya hace meses. ¡Que bonito! ¿Cómo es que no se conocieron antes?
- Yo nunca había venido a su casa -explica riendo.
- Oh, entiendo. Pues que mal. Cristal, debiste invitarla antes porque ésta chica es un cielo -se mete conmigo- ¿Y tú, Seth?
- Estudio Artes en la universidad -da a saber. Su voz grave y masculina, me hace estremecer.
- Somos los mejores artistas en todo el maldito mundo -dice Drew con orgullo.
- Maldito es una mala palabra -le interrumpe Ariela, frunciendo el ceño.
- Disculpas sinceras a ti, entonces -le pide Drew con sarcasmo- He de merecer la muerte. Lo que he dicho es un pecado. ¡Me iré al infierno!
- Drew, no seas pesado -exige mamá, mirándolo mal.
- Sólo estoy hablando con ella -explica.
- Hijo, a nadie le importa eso, solamente déjala -ahora es papá quien le habla.
- Bien, pero sólo bromeo con ella -aclara. Luego mira a Fabiola, sonriente- Eres preciosa.

Mi mejor amiga se ruboriza ligeramente y es suficiente para que yo me ponga a reír ligeramente y me llene de ternura. No pensé que mi hermano la haría sentir tan feliz, así que por dentro estoy encantada. Y no sé cuánto tiempo pasa desde entonces, porque me concentro en mi comida. Es tanto lo que me distraigo, que no escucho ninguna conversación y me asusto cuando la voz de alguien me saca de mí.

- Cristal, cariño, ¿Estás bien? -me pregunta mamá, preocupada- No paras de comer, no hablas nada y estás demasiado seria. Siempre comentas cosas en las conversaciones.
- Sí, eso es cierto -se le une tía Ana- ¿Tienes el mal de amores? ¿Alguien te está haciendo sufrir?

Ella no tiene ni idea de todo lo que he llegado a sufrir a causa del tema que ha tocado. Siento una punzada en mi pecho al recordar, y eso era exactamente lo que no quería que pasara. Pero me las arreglo para sonreír, alzar bien la cabeza y decir:

- No, es sólo que la comida está demasiado buena -vuelvo a mentir. Justo en ese momento, puedo sentir la mirada de Seth atravesándome.
- ¿Estás segura? -me sorprendo cuando me doy cuenta de que es él quien me está preguntando. Lo observo, y está alzando un poco la ceja. No sé si me lo pregunta porque de verdad presiente que es otra cosa lo que me tiene mal, o si lo hace sólo para probarme- Porque, que yo sepa, cuando se tiene el mal de amores te da muy poca hambre. Y tú ya has comido tres platos, nunca te vi comer así.
- Eso es cierto -mamá le encuentra la razón.
- ¿Fueron tres platos? -ahora estoy aún más sorprendida- La verdad es que no me di ni cuenta. Y en algunos casos, da todo lo contrario, como a mi.
- ¿O sea que sí tienes el mal de amores? -Seth insiste.
- No he dicho eso -el corazón se me comienza a acelerar.
- Pero tampoco te negaste.
- ¡Vaya, Cristal! -tía Susana exclama, bastante entretenida- ¡Te han pillado! No hay nada de malo con tener ese mal, bonita. Todos pasamos por ello alguna vez.
- No estoy pasando por eso ahora mismo, ustedes entendieron mal -los nervios comienzan a hacerme alterar- ¡En serio!
- ¡Se sulfura! -Drew comienza a molestarme- ¿Por qué te pones roja?
- Oh, Dios -sujeto mi cabeza con ambas manos- Basta.
- Pobre de mi hija, ha estado bastante extraña desde hace días -comenta mamá, lamentándose.
- ¡Mamá! -me quejo- Yo estoy normal, muy normal. No me pasa nada.

El hecho de que éste tema sea tocado con Seth aquí presente, hace que lo único que quiera es salir corriendo a la habitación a esconderme. No quiero que se entere de nada de lo que he hecho, y menos del espectáculo que monté anoche con papá y mamá, cuando dije cosas que no debí decir.

Por suerte, el tema queda dejado de lado. Al parecer, todos se dieron cuenta de lo poco que me agradaba tener esa conversación, y encima Seth se pone a preguntarme porquerías. Tengo calor, parece que estoy sudando. Ya quiero que la noche acabe para poder irme a la cama, dormir, y estar tranquila. Lo anhelo con el alma. 


¡Hoooola! Prometí que subiría hoy viernes, y pues aquí está el capítulo. Lo que me he divertido al escribir eso del período, es que me lo imaginé y todo JAJAJA. ¡Los siguientes capítulos no se los pueden perder! Diooos, estoy ansiosa por publicarlos, no tengo palabras. Muchas gracias por cada comentario del capítulo anterior, son las mejores, no exagero. Las palabras que tienen para decirme son completamente hermosas, perfectas, no puedo evitar sonreír y sentirme afortunada cada vez que las leo. Suelo leer varias veces cada uno, porque de verdad, no puedo explicar lo mucho que me gustan. Así que bueno, espero que tengan bonito día o noche, que estén felices, y todo lo bueno que se le puede desear a alguien. Recuerden, +8 comentarios para que suba el próximo capítulo y si pueden voten en reacciones. ¡Un beso enorme! Las adoro, muaaah.



9 de junio de 2015

Capítulo treinta y tres - Fresa con Chocolate.



Todo mi interior estalla de la sorpresa. Siento la forma en que mi corazón sube hasta mi garganta, se atasca en el lugar mientras que yo intento con toda mi fuerza respirar. No puedo creerlo. Él está aquí. Ha venido, ¡Y yo no lo sabía! He sido imprudente. ¿Cómo no se me ocurrió que alguien podría invitarlo? ¿Por qué nadie me ha dicho nada? ¿No era algo tan importante, acaso? ¡Por supuesto que no! ¡No tienen razón para pensar que podría importarme, porque nadie sabe nada de lo que sucedió!

Parte de mi interior quiere darse la vuelta, subir las escaleras y encerrarse en mi habitación, pero la cosa es que no puedo. Tengo las piernas inmóviles, mi cuerpo no reacciona. No puedo hacer otra cosa que mirar hacia la puerta. Mirar hacia a él.

- ¡Seth, adelante, pasa! -le invita mamá, muy animada- Déjame presentarte a mi familia, te va a encantar. 
- Gracias, señora, ¿Cómo se encuentra? -se acerca a mamá lo suficiente y deposita un beso en su mejilla.
- ¡Perfecto! -responde. Seth termina de entrar a la casa, y suelta una sonrisa. Mamá se gira en dirección a todos- Y bueno, ya han escuchado su nombre, pero tengo que aclarar que es el mejor amigo de Drew. Se han conocido en la universidad, y es bastante unido a nosotros. Siempre viene.
- Es un placer -asegura Seth, sin dejar de parecer simpático.
- Eh, hermano, dame eso -Drew camina hacia él y toma la gran bolsa negra que tenía entre sus manos. Yo ni siquiera sabía que estaba cerca- Es más que suficiente para la barbacoa -dicho eso, se gira y se va hacia la cocina.

Mi pecho da un vuelco cuando Seth entierra sus ojos en los míos. Su sonrisa no desaparece, pero puedo sentir que su mirada representa otra cosa. Es amenazadora, escrutadora, casi como si estuviese probándome. Trago saliva, nerviosa, pero intentando no demostrarlo. Es como si me dijera: Estoy aquí, Cristal. ¿Seguirás intentando escapar?

Tan rápido como me miró, deja de hacerlo. Avanza hacia mi tía Susana, que está sentada en uno de los sofás y la saluda tal como lo hizo con mamá. Luego hace lo mismo con la tía Ana. Cuando llega a papá, le da un abrazo de esos en que al final terminan dándose palmadas en la espalda. Entonces, cuando se acerca a mi tío Dino, le da la mano firmemente con mucha seguridad, mientras se presenta personalmente.

Sólo entonces me doy cuenta de que estoy demasiado cerca de ellos. Prácticamente, estoy al lado, pero a unos dos metros. Ese simple pensamiento hace que mis manos comiencen a sudar. Aún sigo sin moverme, debo parecer la más tonta. Sé que Seth se da cuenta de que todo ha sido muy inesperado para mí. ¡No puedo dejar que note que me afecta su presencia!

Los nervios me poseen. Si finjo desinterés probablemente no me salude y todo estaría bien. ¿Por qué a mí? Anoche he estado triste, por la mañana antes de ir al instituto me he despertado sintiéndome aún peor, y he vuelto con la misma tristeza. No necesito nada más haciéndome sentir así. La presencia de Seth me exalta mucho, me hace pensar cosas que no deseo, sentir sensaciones que no deseo y reaccionar de manera que tampoco deseo.

Miro hacia la puerta, y de pronto siento que se acerca a mí. Finjo que apenas me doy cuenta de que viene, como si fuese algo que no esperara, que me tuviera sin cuidado. Comienzo a frotarme un ojo, desinteresada de todos.

- Cristal -me habla. Quito mi mano de la zona de mi rostro y lo miro con atención, sin inmutarme. Pero toda mi relajación fingida se va por la borda cuando lo hago.
- Seth -le imito. La mirada intensa que me da no desaparece ni por un segundo. Entonces, se agacha un poco a mi altura y deposita un beso en mi mejilla.

Sentirlo así, de ese modo, se siente tan extraño que me estremezco. Después de lo que sucedió entre nosotros, sentir algo en la mejilla está totalmente fuera de lugar. Pero no sé a lo que quiero llegar con este pensamiento, así que lo intento alejar de mi mente con todas mis fuerzas. Por otro lado, es la primera vez que nos saludamos de esta manera. Nunca nos dijimos ni un hola, casi. ¿Habrá alguien aquí tan observador como para darse cuenta de tan pequeñísimo detalle?

Ninguno de los dos dice algo más. Se da la vuelta, y comienza a caminar hacia Drew. De inmediato aparto la mirada de sus movimientos, no quiero demostrar interés. Me niego. Porque lo que ocurrió entre ambos no significó nada. Nada más fue un momento caliente y hormonal. Él no tiene más interés por mí, aunque me cueste reconocerlo. ¡Se nota! Es más que obvio, ¿Por qué querría algo más de mí? O mejor dicho: ¿Por qué querríamos algo más entre nosotros? No hay razón. Él se aleja de mí, yo me alejo de él, hacemos como que nada nunca pasó y seguimos con nuestras vidas. Fin.

- Cristal, ¿Jugarás conmigo o no? -la voz de Ariela me saca de mis pensamientos. Miro hacia abajo, hacia ella.
- Uhm, no -respondo. Ahora, miro hacia la ventana.
- ¿Por qué no? -pregunta. Vuelvo mi mirada hacia ella, comenzando a irritarme.
- No tengo ganas -aclaro.
- ¡Por favor, no quiero jugar sola! -insiste. Me toma de mi sudadera y comienza a jalar con desenfreno- ¡Es aburrido! Nunca nadie quiere jugar conmigo, Vicente jamás lo hace y no tengo una hermana.
- Por Dios, que vida tan difícil -digo con sarcasmo, pero algo dentro de mí se ablanda. Suelto un suspiro- Está bien, pero sólo un rato.
- ¡Sí! -me toma de la mano y me lleva hasta la mesa de centro, que por cierto es de madera. Hace las cosas de encima a un lado, dejando un espacio- Siéntate allí.
- ¿Para qué? -cuestiono.
- ¡Siéntate! -hago caso sin comprender. Va hacia la tía Ana y le pide su mochila. Vuelve, y entonces veo que tiene una caja con maquillajes de princesas.
- Oye, yo no...
- ¡Seremos muy bellas! -exclama con alegría- Voy a maquillarte y verás que te va a gustar mucho.
- Mejor te maquillo a ti, porque yo sí sé hacerlo -propongo, pero frunce el ceño en respuesta.
- No, tú no sabes. Yo mando aquí.

Eso en particular me hace poner mala cara. Niña de porquería, que parece creer tener poder sobre mí. ¡Tan  pequeña de edad y tan mandona! Sin embargo, no tengo ganas de discutir, es lo último que quiero, menos con ella. Se vería muy inmaduro. Si de por sí me comporto histérica con la gente, el que lo haga con Ariela sería una vergüenza.

Ella saca sus maquillajes y los separa como toda una experta, segura de lo que hace. Suelto una pequeña risa, casi inaudible. Todos están a nuestro al rededor conversando, probablemente mirando, pero en este momento la verdad quiero ver como le va con eso del maquillaje. Quizás sepa y la estoy subestimando. ¿Qué daño podrían hacerme unos maquillajes de princesa? ¡Ninguno!

- Por fin lucirás bien -escucho comentar a Drew, seguido por unas risas provenientes de Alejandro y de Vicente. De inmediato miro en su dirección.
- Al menos puedo serlo, no como tú que estás siempre horrible -escupo. Vicente se pone a reír por lo que he dicho y Drew lo fulmina con la mirada. Sé que Seth está a un lado de ellos, pero no lo miro.
- Cállate -es lo único que termina diciendo.

Ariela me pide que cierre los ojos y le hago caso. Lo siguiente que siento es que pasa una brocha para sombra de ojos por mis párpados, al menos creo que es eso. Respiro profundamente y luego boto el aire, muy despacio. Sentir esto me relaja de alguna forma. Bueno, el tener los ojos cerrados siempre es relajante, pero en casa me siento segura, aún con la presencia de Seth. Si mi familia está cuando está él, todo estará bajo control, él no me hablará, no sucederá nada.

- ¿Luego podré ponerte una cosita en las pestañas? -me pregunta de repente- Esa como que tiene unos pelitos extraños.
- ¿Máscara de pestañas? ¿Rimel? -pregunto.
- ¡Sí, eso! -dice. Lo pienso por un momento, pero estoy segura de que diré que no. Puede enterrarme el pincel en un ojo.
- Prefiero que me hagas todo lo demás, pero precisamente eso no.
- Oh -suelta un bufido- Está bien.

Con el paso de los segundos y minutos, sigo sintiendo que Ariela me pasa un montón de cosas por la cara. Escucho los temas de conversación de mis tías con mi madre. La mayoría es de personas que viven por las calles de nuestro barrio. Hemos estado casi toda nuestra vida en esta misma casa y todos se conocen. En pocas palabras están hablando de chismes, y tengo que admitir que es gracioso.

- Bien, nosotros vamos a ir afuera -comienza a decir el tío Dino, con un vaso con cerveza en la mano- Y haremos la barbacoa. Drew, eh -lo llama- ¿Hiciste el fuego?
- ¿Yo? -pregunta, que tonto- ¿Se suponía que debía hacer eso?
- ¡Pues claro, hijo! -ahora le habla papá- ¡Te lo dijimos hace un rato!
- Recorcholis, lo olvidé.
- ¿Quién dice recorcholis? -digo, partiéndome de risa, sin abrir los ojos porque Ariela no me deja, ya que ahora está poniéndome delineador.
- Tú no te metas, fea de alcantarilla -me insulta- Te ves horrible.
- ¡Se ve hermosa! -Ariela me defiende- El maquillaje que le he puesto es el mejor.
- Hermosa en el más allá, con los muertos y demás, mejor dicho -se burla Drew.
- Tío, no seas pesado, es una niña -escucho a Seth decir.
- Ariela, pégale a Drew -le dice la tía Ana, riendo- Se lo merece.
- Y bien, entonces -dice el tío Dino- todos los hombres de la casa vamos afuera, las mujeres necesitan tiempo a solas para hablar mal de nosotros y de lo que hacemos mal -abro ligeramente un ojo y veo y escucho que le dice a la tía Ana- ¿Cierto, mi amor?
- ¡Cierto, Dino! Tú si sabes, cariño.

Ambos sonríen y me parece increíble, ¡No se toman nada a pecho! Se admiten cosas que sorprenden e incluso dejan en ridículo a la otra persona, pero sin embargo siguen felices. Admirable, un día les diré lo que me provoca su actuar.

Decido volver a cerrar los ojos, pero siento cuando todos ellos van caminando hacia la puerta y luego salen. Sé exactamente cuando Seth pasa por detrás de mí, es como si pudiera sentirlo sin siquiera mirarlo. No sé si es la cantidad de tiempo que se demora en cambiar de pie al caminar, o si es el sonido que sus zapatos hacen, o simplemente su presencia.

- Y bien, ¿Les dije que la semana pasada los primos del Dino fueron a mi casa? -pregunta la tía Anita- Pero bueno, si lo hice, se los diré otra vez.
- Yo no sabía nada -dice mamá.
- ¿Cómo que no? -cuestiona la tía Susana a mamá- Yo te conté, cuando estábamos en casa de nuestra mamá tomando té la semana pasada.
- ¡Oh, ya me acuerdo! -exclama mamá, entusiasmada.
- Pues bien, resulta que hicimos carne -comienza a decir la tía Ana- Entonces la piqué en muchos pedazos. La cosa es que sólo era para el Dino, el Vicente, la Ariela y para mí, porque nadie sabía que esos primos vendrían. Entonces tuve que hacer más carne, ¡Pero ni siquiera alcanzamos a comer! Puse dos bandejas llenas en la mesa y cuando fuimos a sentarnos no quedaban. ¡Me calenté como no saben!
- ¡Grosera! -le grita la tía Susana, y ella con mamá explotan en carcajadas, entonces agrega:- Caliente de mierda.
- Agh, tú sabes a lo que me refiero. Puede que lo que dices sea verdad, pero no me refiero exactamente a eso ahora -bromea- Como conclusión quiero decir que se comportaron como unos animales. Lo de la carne es algo mínimo, pero fueron muy desconsiderados. Encima, al otro día yo tenía que ir al trabajo junto con el Dino, ¡Y recién se decidieron ir en la madrugada!
- Ya, zorra, a nadie le interesa -le dice la tía Susana- Lo que yo quiero es preguntar una cosa. ¿Cristal está con ese joven que llegó?

Por poco se me detienen el corazón y me desmayo. ¿De verdad acabo de oír eso? Requiero de toda mi fuerza de voluntad para no abrir los ojos y girarme, mostrando mi impresión. Me hago la que no ha escuchado nada, y dejo que Ariela me siga maquillando.

- Eh, cariño, no te hagas la sorda -tía Susana siempre ha sido difícil de engañar. Me volteo lentamente- ¿Estás con él o no?
- Claro que no -respondo decidida, casi muriendo de los nervios- Estoy sola.
- Pues que raro, Cristal -murmura, y luego repite:- Que raro.
- No lo es -me niego, intentando sacar conversación para que no se note lo que siento en mi interior- ¿Por qué lo sería?
- Preciosa ingenua, hasta yo lo sé -dice ahora la tía Ana- Es bastante guapo. Tendré más de treinta años, pero estoy segura de que si un hombre como él se me hubiese puesto en frente a tu edad, no me habría tardado en sentir al menos un poco de atracción. Alguien como él es un manjar.
- Yo no voy a decir lo contrario -suelta mamá. De inmediato todas comienzan a reír. Yo me uno a ella, soltando unas pequeñas carcajadas, no sé si del pánico o felicidad.
- Ya, bueno, pero en serio -decido admitir, a media mentira- No pasa nada con él.Ç
- Que triste -tía Susana se da por vencida- Pero bueno, así es la vida, mi niña.

Todas se terminan parando del sofá, yendo hacia la cocina. Ariela no tarda en terminar de maquillarme, y cuando lo hace me pide que no me quite nada de lo que me ha puesto, que quiere que me quede así el resto de la noche. Le digo que está bien, y entonces voy hacia la cocina también, porque a mamá se le ha ocurrido llamarme.

- Hija, por favor -me dice, mientras me entrega una olla con pollo y carne- Llévalas allá afuera, no es necesario que la vuelvas a traer.
- Oh, no, mamá -me abstengo. No quiero estar cerca de Seth todavía- ¿Y si llamas a papá para que las lleve?
- Te lo he pedido a ti, obedece -insiste, frunciendo un poco el ceño.
- Pero yo...
- Ahora -se pone brava. Ruedo los ojos y me voy con la olla entre mis manos.

Llego a la puerta de salida hacia el patio y, tomando un respiro profundo, la abro. Camino hacia un lado del lugar, y mientras me acerco a la barbacoa noto que Drew nota mi presencia, y se pone a reír. Eso hace que todos se giren a mirarme. Seth está incluido, por supuesto, lo que es lamentable.

- Mamá me mandó con las carnes... -les digo, pero tío Dino me está mirando con ternura y papá intenta no reír. Me esfuerzo por no mirar la reacción de Seth, lo bueno es que lo logro- ¿Qué pasa?
- Mi hija es una estupenda estilista -comenta tío Dino- ¡Seguro será una profesional!
- ¿No deberías quitártelo? -sugiere papá- Tienes todo muy... extravagante.
- Ella me ha pedido que no me lo quite. ¿Está tan mal?
- Mal sería un halago -se mete Drew. Lo miro con odio- ¡Pareces un monstruo! La bella -se apunta a sí mismo, luego me apunta a mí-, y la bestia.
- Te acabas de referir a ti mismo como mujer, idiota -le hago notar. Drew frunce el ceño y parece analizar lo que le digo. Luego, intercambia unas palabras con Seth, seguramente preguntándole si lo que yo he dicho ha sido verdad.

Dejo la olla en una pequeña mesita que han instalado cerca de la barbacoa y, sin esperar ninguna burla más, me voy hacia el interior de la casa. Pero antes, sin percatarme lanzo una mirada directa a los ojos de Seth. Éstos no tarda en atravesarme, y entonces siento que me mira de la misma forma en que me miró en el momento en que llegó: Él esta probándome.

Con la respiración algo agitada, abro la puerta y entro. Mamá viene hacia mí con rapidez, extendiendo mi celular con una de sus manos. Me dice que es Fabiola, así que lo recibo de inmediato. Es el momento preciso para escucharla, seguro me ayuda a sobrellevar todo lo que está pasando hoy.

- ¡Hola! -saludo animada.
- Guárdate los saludos para después -ordena riendo- Estoy en camino.

                                                        ♥♥


¿Cómo han estado estas dos semanas? Espero que bien. Sé que me han estado preguntando por qué no he actualizado, pero por alguna razón decidí no publicar una entrada respondiendo, porque quería darles algo además de sólo unas explicaciones, es decir, un capítulo incluido. 
A estas alturas seguro ya nadie me cree, sé que puede ser posible, pero sin embargo, quiero aclarar cosas: Lamento mucho, de verdad, el no poder actualizar como dije que haría. Lamento mucho dejarlas esperando, también. Me duele más sabiendo lo mucho que les gusta la novela, pero si pudiera actualizar, lo haría, puedo asegurarlo. Chicas, yo no tengo una laptop para escribir. Antes sí. Tengo un pc que es de mis padres que es muy malo, es demasiado lento, tengo que hacer milagros para que dure un par de minutos sin que se quede la pantalla pegada, es tan mal que ni siquiera está bueno el lugar para conectar audífonos. Por fuera está bien, luce bonito, pero por dentro está fatal y necesita formateo. Yo no sé formatear, por lo que no lo haré y mis padres van a ver lo que pueden hacer. Otra cosa: el último comentario del capítulo anterior, escrito por una lectora, tiene muchas cosas erróneas sobre mi vida:


+ Yo estoy en clases, muchos colegios están de paro, pero el mío no.
+ Sí, siempre estoy conectada a Facebook y siempre subo fotos al instagram, pero, ¿Cuánto me demoro en eso? Unos segundos nada más. En el celular activo el wifi para lo que sea y ya aparezco como conectada. Comparar eso con cuánto me demoro escribiendo un capitulo, por favor. Sobretodo cuando yo soy muy exigente conmigo misma, si no me gusta algo que escribo lo borro y ya está, aunque sea el capítulo completo. ¿Y si agregamos que mi pc es una total cosa lenta? Las ganas de escribir se quitan, porque la inspiración cuando te llega, te llega, y si se va pegando el aparato a cada rato, se esfuma.
+ Estudio una carrera, es bastante exigente. Cada vez tengo más trabajos y exposiciones, se acaban unas y llegan otras. Además, tengo controles casi todas las clases y exámenes todas las semanas, al menos dos. Tengo que leer libros para clase y todo, ya ni leo novelas que me gustaba leer por esto. Ni con mi mejor amiga puedo hablar bien porque siempre ando haciendo algo. 

Si alguna de ustedes me sigue, avísenme, porque las sigo de inmediato.
¿A qué quiero llegar con esto? Disculpas, y si no me importara esto no me tomaría el tiempo de darles una explicación extendida, siquiera. ¡Muuuuchas gracias a cada una de las que me sigue apoyando! NO voy a cancelar la novela, eso jamás. ¡Y ya he avanzado la mitad del capítulo siguiente! Si de aquí al viernes hay +8 comentarios, subiré ese mismo día, lo prometo. Además de que, bueno, sería viernes, tocaría subir JAJAJA. ¡Ya me voy! Un beso a cada una, tener un lindo día, dulces sueños, y todo. ¡Nos vemos!



23 de mayo de 2015

Capítulo treinta y dos - Fresa con Chocolate.



Fabiola sujeta mi brazo y me cuenta con todo su entusiasmo lo bien que la pasó nadando con Drew la tarde de ayer. La escucho enternecida, no sólo porque me parece muy dulce que Drew la esté tratando como ella realmente se merece, sino que además ambos se llevan de una manera demasiado buena, que incluso llega a ser impresionante.

- Entonces, Drew me abrazó por la cintura, me acercó a él, comenzó a besar mi cuello, mi boca y yo sentí que...
- Ya, detente -alzo una mano, fingiendo una mueca de asco mientras río- No quiero saber cómo se sentía la lengua de mi hermano en tu boca.
- ¡Cristal, no es eso! -chilla- Me refiero a lo que sentí en mi interior. Tienes un hermano increíble. Si lo intentan, podrían llevarse bien.
- Sí, bueno -ruedo los ojos- ¡Dímelo cuando te tire caca de perro sólo para que sus amigos rían! ¡Agh, un horror!
- Uf, mujer, tienes que superarlo.
- Suenas como mamá -la miro mal- Como sea, fue humillante.

La verdad es que lo superé, ¡Pero eso no quiere decir que ya no me acuerde! La humillación pública que pasé en esa ocasión se volvió un trauma. Aún puedo sentir las risas escalofriantes cual macaco saliendo de las bocas de esos idiotas buenos para nada, junto con las vibras negativas que transmitían.

- ¿Qué harás hoy? -me pregunta, cambiando de tema- Ya salimos de clase, el resto de la tarde la tenemos libre.
- Oh, sobre eso, la verdad es que tengo que ayudar a mamá a hacer unos preparativos. Parte de mi familia vendrá a casa, al parecer. Se quedarán hasta la noche.
- Estarás ocupada, entonces. Una lástima, mientras que yo estaré recostada en mi cama, comiendo algo rico, leyendo un libro o viendo vídeos relajada como nunca -intenta burlarse.
- Que risa, muy graciosa, no puedo dejar de reír -digo con sarcasmo- Tienes un interior cruel.
- Sí, siéntete orgullosa de conocerlo -alza las cejas. Suelto unas carcajadas.
- Créeme, lo estoy.

Llegamos a la parada y veo mi autobús correspondiente. Le aviso a Fabiola que ahí viene, así que me despido de ella con un beso en la mejilla, asegurando que hablaremos luego. Me subo al transporte, pago mi pasaje y me voy a los últimos asientos, que para mi fortuna permanecen vacíos, casi todos.

Nada más al sentarme, abro mi mochila y saco mi celular junto con mis audífonos. Los conecto y en unos segundos estoy escuchando canciones. Lo malo, es que he puesto una triste por elección. Es algo muy difícil de explicar: cuando estoy con personas a mi alrededor es como si no ocurriese nada malo, pero tan pronto como vuelvo a estar sola todo lo que pude hacer para sentirme mejor desaparece y no queda nada más que tristeza con melancolía. Y yo no soporto este último.

Los usuales treinta minutos de viaje llegan a su fin, por lo que me bajo y camino hasta mi casa. Entro, haciendo que lo primero que vea sea a mi familia sentada en la mesa, listos para almorzar. Lanzo mi mochila al sofá y los saludo uno por uno con un beso en la mejilla. Sólo entonces, me siento en mi respectivo lugar. Tomo el tenedor y me dispongo a comer fideos con carne.

- ¿Cómo te fue hoy? -me pregunta mamá, con una sonrisa.
- Bien -ahora sonrío yo, pero miento a medias- Me la he pasado genial.
- ¡Que bueno! ¿Qué nota te sacaste en el examen del otro día? -vuelve a preguntar.
- No me lo han dicho aún.
- Oh, no importa. De todos modos me enteraré cuando haya reunión.
- ¿Te dijo tu hermano ayer por la noche quiénes iban a venir? -ahora me habla papá.
- Sí, antes de dormir me lo dijo.
- ¿Por qué le preguntas si le dije o no? -interviene Drew- Te aseguré que lo haría. ¿No confías en mí?
- Hijo, no es eso -niega- Solamente que eres un poco olvidadizo y retraído.
- Ya, ¿Y piensas que eso es mejor? -Drew frunce el ceño.
- No es para tanto -le dice mamá, mirándolo con desaprobación- La cosa es, que cada uno de ustedes va a ayudarme a hacer los preparativos para lo que resta de las horas del día. Quiero que haya comida suficiente para que sea una buena junta familiar.
- ¡Mamá, yo no puedo! -exclama Alejandro, sobresaltándome. Incluso había olvidado que estaba aquí- ¡Tengo que ver una película que darán en la televisión!
- Tú no, niño. No sabes cocinar ni hacer el aseo siquiera -mamá rueda los ojos- Pero Cristal y Drew pueden ayudarme. Por otro lado, tu padre no puede integrarse a ustedes porque va a salir.
- Mamá, yo tengo cosas que hacer -la voz de Drew vuelve a hacerse escuchar- Soy un hombre ocupado. Tengo vida social.
- No me interesa, te vas a quedar acá y harás lo que yo te pida porque vives bajo nuestro techo, porque quiero y porque puedo obligarte.
- ¡No es justo! -grita- Papá, ¿Cómo le permites que me haga esto?

Papá no le responde, se limita a encogerse de hombros y a reír. Drew bufa y se apoya contra el respaldo de la silla, intentando mantener la calma. Me esfuerzo para no reír, porque realmente la escena me parece muy cómica. Yo no digo nada ya que no me molesta ayudar. Siempre me ha gustado que venga a casa parte de la familia. Todos nos llevamos muy bien desde que tengo memoria.

- ¿A qué hora van a irse? -decido preguntar. Cuando mamá está por responderme, es interrumpida.
- ¿Aún ni llegan y ya te quieres deshacer de ellos? -cuestiona Drew- Linda sobrina que eres.
- No es por eso, idiota. Sólo estaba preguntando -lo fulmino con la mirada.
- No lo sé, pero supongo que será después de media noche, como suele ser -me aclara mamá, logrando que no sigamos discutiendo- Tu padre y tu tío Dino harán un asado para que todos lo disfrutemos.
- Yo también quiero ayudar en eso -o es mi idea o Drew está metiéndose en todo el día de hoy. Parece demasiado hablador.
- Está bien -acepta mamá- Mientras más manos, mejor.

Eso es lo último que se dice, y entonces nos quedamos pendientes de nuestra comida. Hablamos de vez en cuando, pero no tanto, porque está delicioso y nos dedicamos casi a sólo comer. Dicen que cuando se tiene mucha hambre y además está delicioso, nadie habla. ¡Yo pienso que es cierto! A menos que no hables solamente porque no tienes ganas. Es comprensible.

Casi media hora después, cada uno está satisfecho y yo estoy que reviento. Decido comenzar a levantarme, lista para subir a mi habitación y disfrutar un rato haciendo algo que me guste, como leer, quizás ver una película o hacer un poco de ejercicio. Lo que sea para no sentirme deprimida el resto de la tarde. No quisiera llorar o que alguien se de cuenta de que algo me sucede. Aún siento dolor dentro de mí, y no sé cuándo se irá.

- ¿A dónde crees que vas, señorita? -es mamá, pero no me deja responder y agrega:- Ni lo sueñes. Vamos a empezar de inmediato con los preparativos.
- ¡Mamá! -me quejo- ¿No puede ser mas tarde?
- Por supuesto que no. De ser así, no alcanzaríamos a estar listos antes de que lleguen.
- Y Alejandro -dice papá. Alejandro lo mira- Será mejor que te quites toda esa ropa apestosa porque no quiero que los invitados se espanten.
- Pero si yo estoy muy bien -él levanta su brazo y huele su axila, ¡Asco!- Es olor a hombre.
- ¡Tienes siete años! -me burlo de él, fingiendo tener ganas de vomitar.
- ¡Tengo doce! -me corrige- ¡Doce! ¿No puedes entender eso? ¿No sabes contar?
- Familia -exclama Drew, golpeando la mesa- Será mejor que discutamos este asunto con calma, la vida diaria debe contener amor y paz, así se vive bien, no podemos... -le doy una palmada en la cabeza haciéndolo callar. quitando toda su inspiración.
- Anda a predicar a otro lado, tonto -sugiero- Nadie te pesca. No te sale lo de hacerte el bueno, falso.
- Eso es cierto -papá me apoya. Drew lo fulmina con la mirada.

Mamá se va hacia la cocina y yo la sigo. Me obliga a preparar guacamole. Pensé que me haría hacer algo más difícil, pero me encanta lo que me ha tocado. Drew se acerca a mí y comienza a reír, ya que me toca picar el ajo y esas cosas que se requieren. Pero la sonrisa se le va cuando mamá le ordena picar cebolla.

- Odio hacer eso -se cruza de brazos- No pienso colaborar.
- ¿El niño va a llorar? -me burlo, rodando los ojos- Parece que no es tan gracioso burlarte de mí ahora.
- Y no es sólo eso, Cristal -dice mamá- Mira que, si no ayuda, estará castigado todo un mes.
- ¿Qué? -Drew, otra vez quejándose- ¿Qué te hace pensar que puedes castigarme?
- Soy tu madre, tengo derecho.
- Sí, pero soy adulto, yo sé lo que hago o no.
- Vuelve a decir eso y estarás castigado por una semana más. Tendrás edad de adulto pero haces drama por todo, hasta por picar una bendita cebolla, hijo.
- Porque me hacen llorar, los ojos arden.
- ¡Já! ¡Lo admitiste! -grito en señal de victoria, apuntándolo con un cuchillo- Llorón.
- A ti también te pasa. Cuando mamá prepara encebollado, siempre acabas llorando y saliendo al patio para que se te vaya el lagrimeo -me recuerda sonriendo con la maldad. Yo frunzo el ceño.
- Te odio.

Finalmente, mamá pone a Drew a preparar pebre. También necesita cebolla, pero mamá le dice que se encargue de todos los demás ingredientes y que ella hará el resto. Los minutos pasan y todo va muy bien. Ambos estamos solos en la cocina. Yo soy buena cocinando, lo suficiente, pero cuando veo a Drew picando ajo me llega a dar una pena enorme.

- Se supone que debes picarlo en pequeños trocitos, idiota -miro con desagrado su tarea- Hasta un pavo se atragantaría con aquel enorme pedazo. Es tan grande como una roca.
- Exageras -rueda los ojos- Lo estoy haciendo muy bien, sólo mira lo que hago -intenta picar con rapidez tal y como lo hacen en los canales televisivos de chefs profesionales, pero el muy ignorante se pasa a llevar un dedo con la cuchilla y suelta un grito- ¡Maldita sea!
- ¡No sirves para nada! -lo hago a un lado, pero una gota de sangre alcanza a caer en los enormes trozos que picó- ¡Que asco! Hay que tirarlo.
- ¿Para qué? -Drew lleva su dedo sangrante a su boca y succiona. Luego, toma una cuchara y comienza a revolver el ajo con sangre que se supone que debo llevar a la basura- Listo. Nadie se dará cuenta. Le da el toque.
- ¡Mugriento! ¡Vagabundo! -le doy un codazo en su duro abdomen, bastante enojada- ¡Mamá, mamá! -ella entra a la cocina, un poco asustada.
- ¿Qué sucede?
- Drew se cortó el dedo, sangre cayó en el ajo y lo ha revuelto para que lo sigamos utilizando. ¡Dile que está mal, que no tiene higiene! -le digo exasperada- Eso no se puede comer.
- No seas sucio, hijo -lo regaña- Mejor lava tus manos y vuelve a hacer lo que debes. Puedes continuar con el cilantro, y Cristal, encárgate de picar otros ajos, por favor.
- Bien -acepto- Será mejor que al menos esto te salga bien, inútil.
- Inútil -me imita, poniendo voz de niña.

Decido ignorarlo y voy a por los ajos que necesito. Drew no puede ser más asqueroso, no sé cómo Fabiola está con él. Bueno, sí sé, pero igual. Aunque si ella viera esto seguro no le da asco, sino risa. De ser una persona que sea muy especial para mí, seguramente no me daría tal sensación. Pero vamos, es Drew. Repito: ¡Es Drew!

+++

Son casi las siete de a tarde. Salgo de la cocina, lista. He acabado de preparar todo lo debía, y con placer me lanzo en el sofá boca arriba para descansar con los ojos cerrados. No hice mucho, pero me lo merezco porque hice un buen trabajo, todo ha quedado increíble. Lo hemos hecho todos juntos, claro, pero aún así.

De pronto, siento que algo se lanza sobre mí, quitando automáticamente todo el aire de mis pulmones. Abro los ojos y la furia entra en mí cuando noto quien es. Intento golpearlo, pero no puedo, porque mis brazos están atrapados gracias a su cuerpo.

- ¡Muerte al ogro! -grita lo que está sobre mí. Es Drew.
- ¡Quítate! -le ordeno- ¡Salvaje! ¿No notas que estaba descansando?
- Si yo no descanso tú tampoco -comienza a revolcarse sobre mí como si fuese un perro queriendo ensuciarse con tierra justo después de ser bañado- ¡Suplica piedad!
- ¡Drew, te he dicho que salgas! -los movimientos que hace y la cara de tonto que pone son suficientes para que me ponga a reír en contra de mi voluntad- ¡Basta, me estás haciendo reír! ¡Me aplastas!
- Ni que fuese una bola.
- ¡Pero los huesos pesan! Mamá siempre lo dice -intento quitarlo, pero vuelvo a fracasar.
- ¡Sí! -la voz de Alejandro se hace escuchar- ¡Una montaña de humanos! ¡Yo también quiero!

Alejandro comienza a correr en nuestra dirección como si estuviese viendo la cosa más magnífica en todo el planeta. Me entra el pánico y comienzo a gritar.

- ¡Alejandro, no! ¡Ya es suficiente con Drew! -intento detenerlo- ¡Tú también pesas mu...!

Es tarde, porque de pronto ya lo tengo sobre mí y es como si mis pulmones se reventaran. Si con Drew ya me costaba respirar, ahora siento que moriré asfixiada. Los dos enfermos del cráneo están encima y no puedo hacer nada al respecto.

Alejandro, cual mono, se pone de pie sobre la espalda de Drew y ésto a él le cansa un gran dolor, porque suelta un grito, haciendo un movimiento brusco y esto los hace caer a ambos al suelo. Drew cae mal, y golpea su cabeza contra la esquina de la mesita de centro. Comienzo a reír como una loca.

- Ah, Alejandro, cabro culiao, ten cuidado -se queja, poniendo una de sus manos en la cien. Tiene los ojos cerrados y frunce el ceño- ¡Joder, me duele!
- ¡Eso ha sido muy divertido! -Alejandro parece tener cero interés por ir a ver si Drew se encuentra bien- ¡Hay que repetirlo! ¡Fue genial! Pensé que eran unos aburridos, pero ya veo que no tanto.
- ¡Esto es precioso! -se oye gritar a mamá. Los tres miramos hacia donde se encuentra, parada con papá en la entrada de la cocina. Ni siquiera sabía que él había llegado, porque había salido a no sé dónde- ¡Están jugando juntos!
- Hay que tomar una foto -decide papá. Saca su celular de su bolsillo y comienza a teclear- Uh, cariño, ¿Cómo se toman fotos con esta cosa?
- Oh, cielo, no puedes. Tu celular es de la edad de piedra, no tiene cámara.
- Pero el tuyo tiene.
- Sí, el mío. Pero recuerda que te compré ese porque tú nunca aprenderías a usar uno con pantalla táctil como yo -expresa orgullosa.

Papá luce un poco ofendido. Golpes en la puerta comienzan a sonar. Mamá aplaude entusiasmada y papá se encoge de hombros. Nos pide que nos tranquilicemos. Abren la puerta y de inmediato comienzan a demostrar lo felices que están de tener a nuestros familiares en casa.

- ¡Llegaron! -grita mamá.
- ¡Hooolaaaa! -la tía ana, como siempre llena de vida, comienza a saludar con abrazos emotivos a cada uno de nosotros, no sin antes dar un abrazo a mamá y a papá- ¡Que grandes están! ¿Cómo les ha ido en el colegio? ¡Me han dicho que no muy bien! -da un abrazo a Drew, primero- ¿Es cierto que estás con novia?
- ¿Cómo se enteró? -le pregunta Drew.
- Niño, con Facebook todo se sabe.
- Pero no la tengo agregada.
- ¡Porque me bloqueaste! -la tía Ana le da un puñetazo en el hombro- Tu mamá me dijo.

Pasa sus abrazos a Alejandro, y le dice unas cuantas cosas que no escucho porque me distraigo sin tener intención de hacerlo, mirando un punto fijo. Reacciono cuando noto que avanza hacia mí, y correspondo su enorme abrazo con una sonrisa. Tía Ana no sólo es mi tía, sino que también es mi madrina.

- ¡Cristal, que hermosa estás! -me halaga en mi oído- Como siempre, cada vez más. Te he extrañado. Incluso te he traído un regalo -me suelta y extiende su mano hacia mí, con lo que parece algo cuadrado cubierto de un lindo papel- ¡Felicidades por la carrera que estás estudiando!
- Muchas gracias, tía -le doy un beso en su mejilla, completamente agradecida- Pero no es necesario que se haya molestado.
- ¡Niña, no digas eso! Tú sabes que me encanta hacer estas cosas.

Tía Ana recibe un empujón por parte de su madre, la tía Susana. Voy a aclarar ésto, tía Ana tiene como treinta y cinco años, en realidad es mi prima pero como es mucho más mayor que yo le digo tía desde que aprendí a hablar y se ha quedado así. Tía Susana, ella, sí es mi tía.

- ¡Ay, ésta zorra que está linda! -el vocabulario de ella siempre me ha hecho reír. Me abraza con fuerza- La Ana tiene razón, ¿Segura que no andas con un novio así como Drew? Porque no me extrañaría.
- Para nada -niego con la cabeza, riendo- Estoy soltera.
- ¡Pf! A mi tinca que no, eh. Algo me lo dice. Estás mintiendo, chica -se echa a reír, pero no dice nada más porque luego se va a abrazar a Alejandro. En eso, se acerca mi tío Dino.
- ¡Cristaaaaal! -sus brazos me rodean con entusiasmo- ¡Tan pequeña que sigues! Tú ya no creces, te has quedado así para siempre, estoy seguro -vaya esperanza que me da, pero no puedo evitar reír. Toma a papá por el brazo y lo acerca a nosotros- ¿Y la escopeta? ¿Dónde está? -le pregunta- Tienes que estar preparado, porque cualquier hombre seguro se le viene encima a tu hija.

Mi pecho es golpeado por mi corazón de manera inesperada fuertemente al oír esas palabras, porque lo primero que se me viene a la cabeza es Seth, juntos en su auto, esa noche en que nos besamos de manera frenética y, si no hubiésemos sido interrumpidos por Anita, quién sabe, quizás hubiese ido a más.

- Ni que lo digas, nada de escopeta, aquí lo que tengo es una sierra eléctrica, tipo como la de la película donde sale Jason. ¡Así la sangre vuela!

Ambos chocan las manos y se ponen a conversar como si no se hubiesen visto en toda la vida. Decido dejar de pensar en Seth. Y además, ¿Qué problema tiene la gente con pensar que siempre ando con novio? Casi la mayoría del tiempo, es lo primero que dicen. Es un poco divertido. Sin embargo, están locos.

Me acerco a donde está Drew con Alejandro, saludando a Vicente con Ariela, pero antes dejo mi regalo en la mesita de centro. Ellos dos son menores que nosotros. Vicente tiene quince y Ariela siete años. Los saludo a ambos con un beso en la mejilla y acaricio la mejilla de Ariela. Yo no es que me lleve muy bien con los niños, pero Ariela desde pequeña ha tenido un extraño afecto hacia mí. Cuando yo me hice un flequillo recto hace un par de años, ella lo quería como yo así que por su propia cuenta se cortó el cabello. A tía Ana casi le da un ataque al corazón cuando vio a su hija con el pelo todo destrozado. Incluso quería vestir como yo, y así. Me parece dulce, pero la chica es un demonio en ocasiones y por eso me aburre. ¡Sólo soy sincera!

- Como decía, los dinosaurios no se han extinguido. Están en algún lugar, quizás en el centro de la tierra. Es una teoría que he analizado con el tiempo, y te aseguro que un día demostraré que no me equivoco -asegura Alejandro.
- ¿La analizaste tú? -pregunta Vicente, riendo- Estás jodido de la cabeza. No existen.
- ¡Sí existen!
- Alejandro, esa no es tu teoría, porque sale en la película Viaje al centro de la tierra -le dice Drew- Estás relatando lo que sale allí.
- Hay un libro de eso también -les recuerdo, como si fuese lo más importante del mundo saberlo.
- ¿A quién le importa? -Drew se encoge de hombros- La película es mejor.
- Sin el libro no hubiese existido la película -contraataco.
- Cristal, te diré algo de ésta forma -me habla Vicente. Pone sus dos manos en mis hombros, y me mira como si estuviese a punto de decir algo doloroso- Piensa en  cuántos árboles han sido cortados, mutilados, destrozados para que tú tengas tus libros. Gracias a eso, todos nos estamos muriendo ahora mismo por lo del calentamiento global, la falta de oxígeno, etcétera. Tú fomentas a que la humanidad muera. Siéntete la bestia más cruel del planeta.

Por un segundo consigue que me sienta horrorizada. A mí me encanta la naturaleza, los árboles y animales, pero también me encantan los libros y es como que tengo que debatir a qué lado irme. Pero bueno, seguramente cuando llegue el fin del mundo yo ya estaré muerta, así que es mejor que disfrute los libros mientras pueda y así no será mi culpa en realidad. ¡Problema resuelto!

- Casi, casi te sale -lo apunto con el dedo, riendo- Pero no.
- ¡Demonios! -maldice, soltándome- Un día lo lograré.
- Lo dudo.
- ¡Cristal, cristal! -Ariela me llama con alegría, mirándome con un brillo en sus ojos- ¿Dónde están tus muñecas? Quiero jugar con ellas. Por favor, tienes que prestarlas.
- Yo no tengo muñecas -le digo, haciendo una mueca- Lo siento.
- ¡Sí tienes! -da un salto- La última vez que vine me las prestaste todas. ¡Yo me acuerdo!

Divago entre mis pensamientos, y me doy cuenta de que tiene razón. Cada vez que viene le presto todas mis Bratz. A mí me encantaban las Bratz, papá me compró varias cuando era una niña y para mí eran el mejor regalo que podría existir. Cada navidad pedía, cada cumpleaños, cada día del niño.

- Ya me acordé -sincero- Pero no tengo idea de dónde están.
- ¡Podemos buscarlas! -sugiere, sin quitar su emoción- Yo te ayudaré.
- No lo sé, Ariela. La verdad es que me da pereza y, tendría que revisar muchas bolsas.
- ¡Tenemos tiempo, estaremos aquí hasta la noche!

Me toma de la mano y me arrastra hacia las escaleras. No tengo ganas de ser pesada con ella, así que decido que me lleve. Ambas subimos cada peldaño, hasta que llegamos a mi habitación. Abre mi puerta con seguridad, y en un segundo nos encontramos dentro.

- ¿Dónde crees que estén? -pregunta, ilusionada. Ver la cara de fascinación y esperanza que tiene por jugar con mis muñecas, me hace ablandarme un poco. Suspiro, derrotada y decido sonreír.
- Seguramente están en la caja que está bajo mi cama -le digo, acercándome al lugar, mientras me hinco de rodillas en el piso- Bueno, en alguna de ellas.
- ¡Genial! -aplaude, y se hinca por el otro lado- Sacaré y revisaré contigo.
- Cuidado, pueden haber arañas -advierto.
- Oh, sí. No me gustan las arañas. Papá dice que pican fuerte, y que las de rincón son las más peligrosas.
- Sí, y te diré que en ésta casa las de rincón son una plaga, así que mantente al margen -ella abre los ojos como plato y me río por la cara de miedo que pone, pero no digo nada para tranquilizarla porque lo que he dicho es verdad.

Nos pasamos aproximadamente media hora revisando las cajas, porque al final no estaban en las que estaban debajo de la cama. Ariela parece un poco triste, y yo intento despejar mi mente para pensar en un posible lugar en donde éstas se encuentren. De pronto, me acuerdo de algo.

- ¡La habitación de Drew! -exclamo- Creo que están ahí.

Las dos corremos hasta donde he indicado. Salimos de mi habitación y abro la puerta de la habitación de Drew. Todo luce lo suficientemente ordenado, a excepción de que hay unas cuantas prendas en el suelo. Hago una mueca de asco cuando veo un bóxer de Drew. Iugh. Con mi pie lo corro hacia debajo de la cama. Pero recuerdo que la caja que he dejado con las muñecas está allí, así que me arrepiento al instante.

Con la punta de mis uñas, tomo el bóxer, como si tuviese veneno o algo tóxico lo suficientemente fuerte como para matarme. Lo lanzo lejos y por poco le llega a Ariela en la cara, menos mal la chica tiene reflejos rápidos y estaba atenta. Muevo una que otra zapatilla por debajo hasta que veo la caja. La saco a duras peñas. Es tamaño promedio, lo suficientemente grande como para que todas las muñecas con sus ropas pequeñas caigan. Cuando la abro, Ariela se pone muy feliz.

- ¡Las encontramos! -grita- Al fin podré jugar. ¿Las vamos a llevar abajo?
- Claro -acepto. Tomo la caja, ya que a ella le costaría ir con ella abajo. Salimos de la habitación y nos vamos hacia las escaleras.

Bajamos, y noto que todos están sentados en los sofás conversando muy animados, con sonrisas en sus caras. Pero mamá va hacia la puerta con decisión, fuera de lugar con los demás.

- ¡Nuestro otro invitado ha llegado! -exclama. Cuando la puerta es abierta, por poco no me desmayo cuando veo a Seth, de pie, tan arreglado como siempre, con una bolsa negra colgando de una de sus manos.


♥♥♥


¡Hola! ¡Tanto tiempo! ¿Cómo están? No sé por qué, pero me ha divertido mucho escribir éste capítulo. ¿No han notado algo diferente respecto a Cristal? ¿Pequeños detalles que han surgido, cambiado, y nuevos que ha desarrollado? Porque hay cositas mínimas que ella no hacía antes y, si no lo notan, es porque no están poniendo suficiente atención. ¡Muchas gracias por seguir leyendo la novela! Lamento mucho no subir capítulos como antes, cumpliendo como han dicho por ahí, pero es que se me hace complicado. Tiempo, pero inspiración más que nada. Espero que puedan comprender. La maratón sí la haré, pero no he dado una fecha, lindas. ¡Un beso, cuídense! Comenten cuál fue su parte favorita del capítulo. Y bueno, +8 comentarios para que suba el siguiente porque ya sé de lo que irá y comenzaré a escribirlo en un rato. ¡No se pierdan los siguientes porque, uf, hasta yo estoy emocionada! ¡Chao!



13 de mayo de 2015

Capítulo treinta y uno - Fresa con Chocolate.



Entro a mi habitación con Fabiola tras de mí. No he podido evitarlo, y la he llamado hoy mismo, porque no aguanto más, tengo que soltarlo todo. Anoche me quedé dormida en el vehículo de Seth y no volví a despertar. Hoy por la mañana, al abrir los ojos, me he percatado de ello. ¡Ni siquiera me enteré del momento en que me trajeron a la cama! Hablé con Drew, y me dijo que anoche él me recostó, me arropó, y por esa razón tenía aún el vestido puesto junto con el maquillaje que me puse en los ojos un poco corrido. 

Me he duchado hace ya bastante rato. Son aproximadamente las cuatro y media de la tarde y mis manos sudan, no porque haga calor o algo así, sino porque tengo que confesar cosas y no sé muy bien cómo empezar. Por otro lado, estoy algo preocupada. Me he dado cuenta de que la presencia de Seth me relaja demasiado. Cada vez que tengo un momento con él, me duermo como un bebé, tan relajada que me sorprende, como si todo estuviese bien. No debería ser así. No es... ¿apropiado? Digo, para mí.

- ¿Por qué caminas de un lado a otro? -pregunta Fabiola, toda inocente. De inmediato la sangre se me sube a la cabeza.
- No intentes pasarte de lista -advierto, apuntándola con el dedo, sin dejar de moverme- Sé que sucede algo muy importante y no quieres decirme -sus ojos se expanden de inmediato, un poco preocupada- ¡Ocultas algo!
- ¡Claro que no! -intenta parecer firme- Estás extraña. ¿Bebiste algo anoche?
- Fabiola, por el amor de Dios -miro al techo, y suelto un suspiro frustrado- No vas a engañarme, ¿Por qué me mientes? ¿Sucede algo malo? ¿No confías en mí?

Ahora la que suelta un suspiro es ella. Mira hacia el suelo, y luce resignada. Niega con la cabeza. Un poco de relajación se adentra en mí al saber que no es un asunto de confianza. Me doy cuenta de que quizás estoy un poco alterada, pero no es exactamente a raíz de su secreto, sino por todo lo que se me ha acumulado en la cabeza desde anoche.

- Sí suceden cosas -comienza a decir- Pero la verdad es que no te he contado porque no sé muy bien como hacerlo.
- Sabes que puedes decirme lo que sea -le digo, ya más tranquila- Independiente de que te expliques bien o mal, voy a intentar comprender.
- Lo sé -reconoce, y se encoge de hombros- Pero no sé cómo te lo vas a tomar. 
- Vamos -me pongo a reír- No puede ser tan malo. Dilo.
- Está bien -sonríe un poco y me mira- Resulta que hace como dos semanas y un poco más o algo así, me besé con Drew en su habitación. Me subió a su escritorio y pues, ya sabes, todo muy excitante. Entonces, anoche en la fiesta llegó Cinthia y se puso como una loca. Estuvo discutiendo con Drew por mí, entonces Drew la rechazó, me miró y me habló sobre mis cicatrices por los cortes en mis muñecas, las besó, me dijo que le permitiera intentarlo. Acepté, y pues entonces nos convertimos en novios. ¡Así que ahora tengo novio! ¡Sí! Somos cuñadas, ¿No me dirás algo? ¿Bienvenida a la familia, quizá?

Una presión en mi cabeza se hace tan fuerte que me cuesta saber si he escuchado bien o he alucinado todo. La sonrisa en el rostro de Fabiola se hace tan grande y dulce que me abstengo con todas mis ganas para no decir algo equivocado. Siento que la voz se me va, porque hablo la boca para balbucear, al menos, y no me sale nada. 

- ¿Estás bien? -pregunta, frunciendo el ceño, pero cuando asiento con la cabeza suelta unas risas- Te lo estás tomando mejor de lo que creí.
- Yo... -por fin me sale una palabra- Es decir, no entiendo nada.
- Lo sé -Fabiola acaricia el cobertor de mi cama, como si fuese lo más precioso del mundo- Todo fue parte del plan diabólico de Drew -al decir eso, suspira- Siempre hace sus planes. 
- ¿Plan diabólico? -cuestiono, exasperada- ¿De qué estás hablándome? 
- Él y yo lo entendemos -sonríe aún más. 
- ¿Hablan en código? Me siento como una tonta, ustedes con sus cositas y yo sin saber nada -derrumbada me siento a su lado, y guardo la respiración. Boto el aire, pero permanezco en silencio.
- Lamento no haberte dicho nada. Sé que estás intentando no ponerte como una reina del drama.
- Descuida, supongo que es porque sabía que esto pasaría -me encojo de hombros- Entendí que no era normal todo ese instinto protector hacia ti.
- La verdad es que a mí todo me tomó por sorpresa -sincera, un poco abatida.
- A veces es más fácil darnos cuenta de lo que sucede alrededor de otras personas, pero cuando sucede al nuestro es como si fuese algo totalmente desconocido, invisible, como si nunca hubiese estado ahí antes. Como cuando a lo lejos notas que un chico está interesado en una chica. Todos lo saben, todos notan como la mira y la forma en que le da su atención. Todos, excepto ella. Porque es lo suficientemente ciega como para no notarlo -froto las palmas de mis manos contra mis rodillas cuidadosamente- Son cosas de la vida.

Me sorprendo a mí misma cuando, al decir esas palabras, la imagen de Seth se viene a mi cabeza. No solamente la de él, también la de Anita, cuando dijo que Cinthia le había advertido que él y yo teníamos algo solamente mirándonos desde lejos, siendo que nunca pensé siquiera en ello, porque nunca ocurrió algo, y nunca me di cuenta.

- Tienes razón -dice, luego de analizar lo que yo he dicho- Es algo muy extraño. Todos los días se ve y sucede. No tiene sentido.
- Somos todos un montón de tontos -aclaro- Pero bueno, qué le vamos a hacer.
- Siempre dices eso -ríe en voz alta.
- Es una de mis expresiones típicas. ¿Te gusta?
- ¡Claro! No serías tú si no la dijeras. Te la voy a copiar.
- ¡Adelante! No es que yo no te copie eso del pos.
- ¿El pos?
- Sí, como cuando dices, pos ya está o algo así, o pos estoy bien. Ya sabes, el pos.
- ¡Ah! Pero eso más lo escribo cuando chateamos.
- Pero me haces escribirlo también, ese es el punto -suelto unas carcajadas- ¿Y bueno, qué te digo ahora? ¡Somos cuñadas! ¡Bienvenida a la familia! -me lanzo sobre ella, dándole un fuerte abrazo.
- ¡Oh, muchas gracias! -me aprieta con fuerza- Espero que realmente estés tan feliz como muestras.
- ¡Por supuesto que lo estoy! ¿Por quién me tomas? -me alejo de ella y me toco el pecho, un poco ofendida- Tu felicidad siempre estará por delante de todo. Nada más dime que si algún día pues, no sé, lo tuyo con Drew no funciona, no dejarás de ser mi mejor amiga. No te mentiré, pero la verdad es que no lo soportaría.
- No dejaré de serlo nunca -toma mis manos, y sonríe- Antes muerta. Nadie se interpondrá entre nosotras. Te lo aseguro.

+++

Abro los ojos y de inmediato siento que están húmedos, mientras que mi pecho está siendo golpeado con los desenfrenados latidos de mi corazón. ¿Por qué? ¿Por qué me persigue hasta en los sueños? ¡Él, quien más me dañó en todo el planeta sigue atormentándome cuando ha pasado tanto tiempo!

Me doy vuelta, dando espalda a la luz apenas visible de la ventana, e intento dormir de nuevo. Con todas mis fuerzas trato de pensar en algo lindo, pero por más que quiera, no puedo. Justo entonces recuerdo que tengo que ir a clase, así que cojo el celular y miro la hora. Seis y media, tengo que levantarme. No puede ser peor forma de despertar. Menos mal ya es jueves, mañana es viernes y entonces podré relajarme lo suficiente.

Yo no quiero que él vuelva. La desesperación y dolor que sentí en el sueño fue tan real al pensar que en realidad iba a seguir atormentándome, que me da pánico. Gracias a Dios fue sólo un sueño. Una pesadilla, que sinceramente no quiero volver a repetir.

Me siento en la cama y cojo mi uniforme para luego encerrarme en el baño. Llevo a cabo todo lo que debo y, cuando estoy lista, me dispongo a salir del lugar y bajo las escaleras. Me sorprendo cuando me doy cuenta de que Drew ya está en la cocina desayunando.

- Buenos días -me saluda animado.
- Hola -correspondo. Él suena demasiado bien para mi gusto.
- ¿Cómo amaneciste?

Me limito a encogerme de hombros con desinterés. No podría explicar cómo de mal humor me ha dejado el mugroso sueño. Ha estropeado mi mañana, mis sentimientos, mi todo. Y me hace enojar de una manera enorme, porque estoy dándole la satisfacción de hacerme daño. Claro, él no lo sabe, pero aún así me cabrea.

- ¿Estás bien? -vuelve a hace otra pregunta.
- Claro, solamente tengo sueño -me limito a decir, porque ya estoy cansada de que esté hablándome. Nunca me habla, Dios.
- Hoy iré a nadar con Fabiola -me cuenta.
- Vaya, en pleno otoño, con un montón de frío afuera -escupo de mala forma- Genial.
- La piscina es cerrada y el agua está temperada, tonta -expresa como si fuese lo más obvio en todo el bendito mundo- No voy a llevarla a una expuesta al aire libre para que se resfríe.
- Oh, sí, como sea. ¿Cuánto llevan?
- Una semana con tres días.
- Felicidades.
- Gracias.

Tomo mi tazón con una cuchara, me siento a la mesa y tomo la botella de leche para echarme un poco en él. Luego, tomo la caja de cereales y le echo un poco encima. Me quedo mirando el tazón como si fuese un objeto de máximo interés. No sé cuántos segundos o minutos permanezco así, pero un sonido de cuando te toman una foto, me hace volver a la realidad. Alzo mi cabeza y Drew tiene su celular, con una sonrisa satisfactoria en su rostro.

- ¿Qué estás haciendo? -pregunto enojada.
- Tomo fotografías.
- ¿Por qué tiene que ser de mí? ¿Desde cuándo quieres fotografiarme? -cuestiono, ahora echando humo por las orejas.
- Relaja tu tren, hermanita. Necesito esta maldita foto.
- ¿¡Para qué!? -vuelvo a insistir.
- Te haré un meme -comienza a reír con exasperación- Serás el hazme reír de toda la universidad. Imprimiré copias y pegaré varias en cada pared, además de en los casilleros.
- Te odio. No, ¡Los odio a todos! -grito molesta- ¡Estoy harta de que todos se la pasen haciéndome la vida imposible!

Me pongo de pie y empujo el tazón lejos de mí, sin haber tocado mi desayuno siquiera. La brusquedad con que empujo el tazón es tan fuerte que la leche en su interior se va de un lado a otro, hasta que un poco se derrama sobre la mesa. Comienzo a dar la vuelta a la mesa, cuando Drew me toma por el brazo con decisión, y se pone frente a mí, bloqueando mi paso.

- Estás extraña de hace varios días -comenta- Te alteras por todo, incluso más que antes. No es muy normal.
- ¿Y qué? ¿No puedo actuar así, acaso? -intento forcejear para que me suelte, pero no lo logro- ¡Déjame en paz!
- ¿Qué te tiene tan como una leona? -sigue acumulando preguntas- ¿Es por Seth, o qué? Me gustaría saberlo.

La sangre se me sube a la cabeza.

- Él no tiene nada que ver en esto -escupo- No me interesa, no es alguien con suficiente interés como para ello.
- ¿Segura? Porque me ha contado lo que pasó entre ustedes, y no parecía eso en la fiesta.
- ¿Te lo contó? -grito más todavía, y mi cabeza comienza a doler de la impotencia- Miserable imbécil, ¿Cómo se atreve?
- Era mentira, no me ha dicho nada por más que le pregunté, pero ahora acabas de confirmar mis sospechas. Deja de comportarte así, Cristal. Nada más te estoy tratando de ayudar.
- No necesito tu porquería de ayuda -en un momento en que él se distrae, logro sacar mi brazo de su agarre- No vuelvas a meterte en mi vida.

Lo empujo lejos y comienzo a caminar apurada. Corro escaleras arriba y cuando llego a mi habitación pesco mi mochila junto con mi celular, para luego volver a salir, bajar las escaleras e irme a la parada del autobús.

Aún no es hora de que me vaya a clase, pero la verdad es que lo único que quiero es estar sola. Las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, y la sensación es tan insoportable que me dan más ganas de llorar aún. Lo peor es que nadie, jamás, va a entender el dolor que he tenido que sobrellevar todo este tiempo a causa de la razón de mi pesadilla, no importa cuánto intente explicarlo. Por eso mismo no se lo digo a nadie, además de que no haría más que armar un enorme drama. Mis padres se pondrían locos, Drew también y estoy segura de que lo buscaría e intentaría molerlo a golpes, y eso solamente lograría que, de alguna forma, se haga presente en mi vida, y mis ganas de eso son menos que cero.

Cuando llego al instituto, me encuentro con Fabiola. Ella tiene una sonrisa tan radiante que por un momento me llega a dar cosa acercarme a ella. Lo que menos quiero es estropear su felicidad. Yo siempre le cuento todo a ella, y en ocasiones noto que le afecta. Su relación con Drew, al parecer, va muy bien. Él la hace estar así, tan contenta, y si yo llego a ser la causa de que eso se vaya, me consideraría la peor mejor amiga.

Finjo una sonrisa, y me voy hacia donde se encuentra. La saludo con un gran abrazo y un beso en la mejilla. Ella me toma por el brazo y nos vamos juntas al salón. Noto que me mira más de lo normal, así que hago como que estoy mirando hacia otro lado con admiración.

- ¿Estás bien? -decide preguntar. Yo giro mi cabeza hacia ella y la observo como si estuviera loca.
- Por supuesto que sí, ¿Por qué?
- Tus ojos están un poco rojos por los bordes -indica la zona, pero en ella misma- Como si hubieses llorado, o algo.
- Para nada, la verdad es que no he llorado -aseguré, porque es verdad, no lloré, me aguanté.
- Suéltalo ya -ordena. La miro extrañada.
- ¿A quién?
- No me refiero a una persona, mujer -rueda los ojos- Suelta lo que te tiene así.
- Ah -me quejo- Es algo sin importancia. No es necesario que te lo cuente.
- No importa, quiero oírlo. Casi te ha hecho llorar, no creo que se sea algo tan insignificante como dices.

Bacilo entre contarle o no. Pero la necesidad de desahogarme es tan grande que me vence. Suspiro resignada, bajo un poco la mirada y asiento con la cabeza. Ambas entramos al salón y nos sentamos en nuestros respectivos pupitres, por la fila de la ventana, una al lado de la otra. Dejo mi mochila sobre la mesa, ella la deja en el costado de su silla, por el suelo. Me mira atentamente, esperando a que yo empiece de una vez por todas.

- Él volvía -le cuento- Bueno, no, no volvía. Pero me llamaba por teléfono y me advertía que lo haría, que estaba arrepentido, que jamás debió abandonarme -comienzo a recordar tales palabras que provenían de su boca- Fue muy poco lo que me dijo, la verdad. Lo que pasa es que la seguridad con las que pronunciaba era... aterradora, con un toque de maldad, como si supiera que iba a seguir haciéndome daño y que yo seguiría siendo lo suficientemente estúpida para permitírselo.

Pongo un codo sobre la mesa y apoyo mi cabeza en mi mano. Mis ojos comienzan a humedecerse de nuevo, pero intento disimularlo lo mejor que puedo. Recrear el sueño es como volver a sentir esos sentimientos terribles. Hace que mi corazón vuelva a acelerarse, incluso.

- Tenía tanto miedo mientras lo escuchaba, Fabiola -continúo, al saber que no dirá nada- Intenté decirle que no volviera a acercarse a mí, pero casi no me salía la voz.
- Fue sólo un sueño, Cristal -Fabiola pone una de sus manos en mi hombro- Estás bien, y él está lejos. Por ahí, en algún lugar. Un día tendrás que volver a verlo, por supuesto, pero no intentará acercarse a ti. Y en el remoto caso de que lo hiciera, sé que es seguro que lo mandarías al demonio.
- Tienes razón, también estoy segura de eso. Pero me causa un dolor horrible tener estas pesadillas, es como si fuera a atormentarme durante el resto de mi vida -sueno un poco desesperada.

La profesora entra por la puerta y se dispone a saludar. Sé por antemano que la conversación ha concluido, pero me siento ya más relajada al haber soltado lo que me tenía mal. Lo malo es, que no consigo sacar de mi cabeza el sueño. Y para variar, Seth se incluye en mis pensamientos.

Fuera del tema, la verdad es que he estado evitando a Seth desde que ocurrió lo que ocurrió. Ha venido a casa, pero siempre me encierro en mi habitación. Lo veo por unos cinco segundos, analizo cada detalle de él y luego desaparezco. Sé que es un acto cobarde de mi parte, pero desde que él y yo tuvimos ese acercamiento, he estado teniendo las pesadillas que tanto odio. Con esto no quiero llegar a que él sea culpable, sino que no quiero que me vea así, triste, llena de dolor, enojo conmigo misma, porque a los hombres no les agrada estar con la presencia de una mujer triste. Mis sentimientos por su persona se despertaron de una manera extraña desde que nos besamos y todo esa noche. Reaccioné de una manera tan inesperada que me sorprende que no me haya percatado de lo que sentía antes de ello. Después de todo, se olvidará de mí pronto. Allá afuera seguro hay personas que valgan más la pena. Yo estoy muy rota todavía. Y no estoy orgullosa.

+++

Llego a casa y la relajación que siento es tan placentera que puedo percatarme de la forma en que mi cuerpo deja de lado casi toda la tensión. Lanzo mi mochila al sofá con toda mi fuerza, queriendo desquitarme. Me queda año y medio de instituto, pero no voy a negar que estoy ansiosa porque todo acabe de una vez.

Comienzo a buscar a mamá, y la encuentro en su habitación viendo un programa de asesinatos, acostada. Me acerco a ella y me agacho lo suficiente como para depositar un ligero beso en su frente. Me pregunta que cómo me ha ido hoy. De inmediato comienzo a sentirme un poco triste, de nuevo.

- No lo sé -me encojo de hombros- La verdad, me siento un poco mal.
- ¿Por qué? -se interesa- ¿Pasó algo malo?
- No, no es nada. Desperté así por alguna razón -digo una verdad a medias.
- ¿No está enferma?
- Para nada, estoy muy sana -sonrío un poco y me giro en dirección a la puerta- Voy a ir arriba, por si acaso.
- No olvides almorzar -me recuerda. Asiento con la cabeza y salgo del lugar.

Subo las escaleras y me dirijo a mi habitación. Apenas entro, busco mi pijama. No tengo ganas de vestirme con otra ropa, quiero traer puesto algo cómodo. Así que cuando lo encuentro me quito todo el uniforme del instituto, y cuando ya tengo el pijama puesto me pongo a doblar el uniforme por los pies de la cama. Al terminar, me lanzo sobre ésta boca abajo e intento relajarme, sin pensar en nada.

¿Por qué tengo que tener mi conciencia intranquila? ¿Por qué no puedo simplemente salir adelante? ¿Y por qué siento que tendré que cargar con esto por el resto de mi vida? Antes de que Drew volviera a casa para estudiar Artes en la universidad, todo estaba bien. No había tenido que lidiar con nadie, incluso llegué a pensar que todo por fin había acabado. Sin embargo, me equivoqué. Otra vez. Como siempre.

Termino almorzando más tarde de lo normal, y cuando llega la hora del té no tengo hambre. Salgo de mi habitación y bajo las escaleras, para luego caminar hasta llegar a la mesa del comedor. Me siento en mi lugar de siempre. Drew ya está en su lugar, a mi lado. Todo como siempre suele ser.

Juego con el té en mi taza, y sólo me alimento con un pedazo de pan. Papá y mamá me miran con desaprobación, pero no es suficiente para que yo me digne a comer más. No tengo ganas de nada. Solamente quiero dormir y hacer descansar mi mente.

- ¿Qué sucede? -oigo preguntar a papá. Alzo mi mirada, y como era de esperarse, se dirige a mí.
- No tengo hambre -me limito a decir. No iba a esforzarme tratando de decir algo más.
- ¿Por qué? -cuestiona- Sabes que no nos gusta que dejes de alimentarte.
- Lo sé, pero precisamente hoy no tengo ganas -intento mantener la calma- Almorcé muy tarde.
- Esa no es una razón suficiente.
- Mamá -me giro hacia ella- Dile que es verdad, almorcé tarde y comí mucho.
- Sí, es verdad, pero tienes que comer -no se pone de mi lado.
- Comí la mitad de un pan -me defiendo, comenzando a molestarme.
- Eso es miserable -a papá se le suben los humos, también. Frunce el ceño- Te vas a tener que comer la otra mitad, o estarás castigada.
- ¡Papá, solamente es por hoy! -grito.
- ¿Quieres volver a lo mismo? -alza la voz, autoritario. Drew, mamá y Alejandro permanecen en silencio- ¿Quieres volver a bajar de peso y enfermarte?
- ¡No, no quiero eso, pero no me siento bien hoy! -doy con el puño en la mesa- ¡Estoy cansada, ninguno de ustedes tiene que meterse en mi vida, yo sé lo que hago y lo que no hago! Si no quiero comer me importa un rábano, no pienso hacerlo. ¡No sigan insistiendo porque no cambiaré de parecer!

Me doy cuenta de lo que he dicho cuando el rostro de papá luce tan dolido como nunca lo había estado. Mi pecho se oprime y un sentimiento de culpabilidad enorme se adentra en mí. Alzo mi mirada hacia Drew. Está serio, tiene los puños apretados y parece que su cuerpo está muy tenso. Me he pasado.

Me siento tan mal, que no aguanto y me echo a llorar. Las lágrimas comienzan a caer por mi rostro y luzco tan ridícula que me llega a dar pena por mí misma. Tengo tanto guardado dentro, tanto que nadie sabe, tanto que ellos no podrían comprender, que me desespera. No sé si alguien se ha dado cuenta de que estoy llorando, pero sea como sea yo misma me lo he buscado.

- Lo siento, papá -le digo, con voz entrecortada. Pongo mis codos sobre la mesa y tapo mi cara con mis manos, mirando hacia abajo- Perdóname, no sé qué me pasó. Yo no quería...
- Cristal, no ha sido un buen comportamiento el que acabas de tener -expresa con decepción- Yo no te he criado así, hija.
- Lo sé, pero de verdad, te juro que no tenía intención -sorbo mi nariz, y las lágrimas no dejan de caer- Pero no tengo hambre, es todo. Me desesperé, no pude controlarme.
- Es que tienes que controlarte, Cristal. No puedes hacer todo lo que quieres todo el tiempo -no es la primera persona de quien he escuchado eso, pero tiene razón- ¿Qué le pasó a la niña que eras? Tan alegre, tan dulce, tan respetuosa?

Me quedo en silencio, llorando aún más. Esa niña se ha ido. Se fue desde el día en que comencé a tener problemas en mi vida, cuando supe que nada era lo que parecía, cuando pude ver la maldad en personas, cuando me hicieron todo el daño que se le puede hacer a alguien. Cuando perdoné demasiado, confié demasiado, me ilusioné demasiado. Y me he convertido en esto.

Luego de la discusión, subo directo a mi habitación. No me molesto en secar mis lágrimas, porque sé de antemano que seguirán deslizándose más, una por una, por mis mejillas. Porque nada ni nadie podría detenerlas, solamente yo, y ahora me siento tan destrozada que no puedo.

Cuando estoy casi quedándome dormida, siento que tocan la puerta. Me quedo en silencio, tratando de volver a la realidad que tanto odio. Vuelven a tocar. Por la forma en que suena y con la fuerza en que lo hace, puedo saber que es Drew.

- Qué -logro pronunciar a duras penas.
- Cristal, mañana van a venir la tía Mari, la tía Susana, el tío Dino, el primo Vicente, la prima Ariela...
- Ya entendí -lo interrumpo. Pienso que no me escucha, pero sí lo hace, porque se queda callado.
- La cosa es que mamá quiere que llegues luego de clase porque quiere que la ayudes a preparar todo para cuando ellos lleguen. Será una junta familiar hasta la noche.
- Bien.

Siento que suelta un suspiro. Aprieto mis ojos, intentando no volver a llorar y adentrarme en un profundo sueño. Segundos después, siento los pasos de Drew alejarse y luego siento que cierra su puerta, incluso puedo sentir que le pone el seguro. Después, todo es oscuridad. Una agradable oscuridad.

♥♥♥

He estado desaparecida por exactamente dos semanas, pero no quiero poner mis razones porque a estas alturas ya me parece patético. Sólo quiero aclarar que mis obligaciones no me han permitido hacer las cosas como quiero y que con esto también me ha venido la falta de inspiración.
¿Cómo han estado? ¡Lamento mucho haberlas dejado esperando! La verdad es que odio la intriga, tanto para como para dársela a ustedes, y sé que al haber leído éste capítulo tal vez no ha sido como esperaban ya que es algo melancólico, pero como siempre digo: Es necesario para continuar mi historia. ¡No se pierdan los siguientes capítulos! Son muy, muy importantes. Intentaré subir el viernes o el fin de semana, ahí se me aligera lo suficiente la vida como para hacerlo. ¡Las adoro! Muchas gracias por estar tan pendientes, me da a saber lo mucho que les gusta lo que escribo. Me esforzaré al máximo para darles la maratón que tanto piden. No olviden comentar y votar. xx. ¡Chao!