13 de marzo de 2015

Capítulo veintidós - Fresa con Chocolate.



Seth golpea el volante con tanta fuerza, que llego a dar un salto del susto. ¡Está loco! ¿Tanto le molesta lo que digo? ¡Si él comenzó con todo ésto! Actúa como un demente.

Me apego contra la puerta, queriendo alejarme en caso de que él pierda los nervios y haga algún movimiento lo suficientemente brusco como para que me afecte, y justo con eso, mi susto comienza a irse, mientras que mi enojo vuelve.

- ¿¡Qué es lo que te pasa ahora!? -pregunto en un grito- ¡Contrólate! ¿Hola? Estás con una chica aquí, si no te das cuenta.
- ¿En serio no sabes lo que me pasa? -me mira con los ojos fijos, como si quisiera derribarme con ellos- ¿Es que no te das cuenta? ¡Me pones nervioso, haces que pierda los estribos! Todo el tiempo lo único que haces es parlotear, quejarte y portarte como una inmadura, cuando los demás lo único que quieren es ayudarte. Alejas a las personas, ¡Tienes que dejar de hacerlo!
- ¡Te alejo porque es lo que quiero! -respondo- Seth, tienes que entender que no te quiero cerca de mí. No quiero ser tu amiga, ni tu conocida, ni nada de esas cosas. ¡No me insistas! Ve con Anita, ella es tan tonta como tú, seguro te recibe con placer.
- Maldita sea, ¿Por qué sacas a Anita en éste puto tema? -cuestiona, apretando los puños- ¡Estamos hablando de ti! Ése es tu problema. Te preocupas de los demás, hablas de los demás que no interesan, pero a ti te dejas de lado como si no fueras nada. ¡Creo que es lo que más me molesta de ti!
- ¡No sabes lo que estás diciendo! -le llevo la contraria.
- ¡Claro que lo sé! -insiste- ¿Qué es lo que no te gusta de mí? ¿Es porque fumo? ¿Porque tomo, o he probado drogas? ¿Por cómo me visto, por mis cosas, porque mi familia tiene dinero? ¿O porque simplemente soy amigo de Drew?

Me quedo en silencio. Jamás voy a responder específicamente ésa pregunta. Y no es para molestarlo, creo que es porque ni siquiera yo sé la respuesta. La verdad es una, pero no es nada de lo que dijo. Me aterra pensar que no quiero acercarme sólo por el hecho de que él es hombre. Eso significaría que sigo estancada, y que no puedo superar lo que me sucedió tiempo atrás. 

Miro hacia la ventana, ignorando su presencia. Tal vez así se le olvide el tema. Tal vez no le interese, y sólo haya preguntado por preguntar.

- ¡Demonios, Cristal, responde! -vuelve a golpear el volante, y me niego a volver a dirigir mi mirada hacia él, o a decir algo. Pero entonces me surge otra posible razón reciente, por la cual no siento correcto que yo esté cerca de él. Y no me había percatado de eso hasta ahora.
- ¿Quieres saber una pequeña parte de por qué? -pregunto, pero no dice nada, y todavía sigo mirando- Porque tienes novia y no actúas como deberías. Estás con Anita, pero a pesar de que te dije que ella era una tonta e incluso una zorra, siendo que yo no digo groserías, ni siquiera te diste cuenta ni te tomaste el tiempo de defender su nombre -decido mirarlo, y él tiene los ojos fijos en mí, al parecer algo aturdido- Ya veo lo mucho que la quieres. 

Abro la puerta de copiloto, y salgo. El aire fresco se apodera de mis pulmones de inmediato, siendo suficiente para que me relaje un poco. Me alejo unos cuantos metros, y me quedo de pie, sin hacer nada. Solamente respirando, mientras cierro los ojos. 

Unos pasos se sienten tras de mí. Sé que es Seth. No sentí ni el momento en que salió, pero no importa. Me abrazo a mí misma e intento no ponerme triste. No sé, el simple hecho de que él se comporte así con ella, de una manera tan despreocupada como si pasara de ella, me hace sentir tan mal, que no puedo describirlo. 

- ¿Ya ves que es cierto lo que digo? -pregunta él, deteniendo su paso- ¿Ves que no es mentira? Te preocupas tanto por otras personas, que no te das cuenta de que tienes que preocuparte por nadie más que por ti. Ni siquiera Anita se da cuenta, y tú sí.
- Lo que pasa es que ningún hombre debería ser así con una mujer -sincero- ¿Por qué estar con alguien a quien sabes que no quieres lo suficiente? Vi la forma en que te reclamó. 
- Cristal, Anita no me quiere por lo que soy. Seguro estás pensando que soy un imbécil, que piensas que juego con ella -se acerca un poco más, lo siento aunque no pueda verlo. Un segundo después, siento una cálida respiración en mi oído, para luego oír en susurro, tal y como la vez en que estuvimos solos, juntos en la piscina:- Pero ella nada más me quiere por los billetes, y por mi apariencia. Es todo lo que vio. ¿No es eso ser interesada? ¿No está ella jugando conmigo, también?

Me olvido por unos segundos de la cercanía que tiene contra mi cuerpo. La verdad es que no lo había pensado así. Ni siquiera se me había pasado ni una sola vez por mi cabeza. Yo jamás haría algo como eso, me refiero a estar con alguien sólo por lo que me podría beneficiar. Pero eso no quiere decir que ninguna chica lo haría. También pueden ser malas, y eso quiere decir que no sólo es culpa de los hombres el lastimar...

- Quiero ir a casa -suelto, queriendo detener mis pensamientos. Seth no puede estar logrando que yo cambie mi punto de vista.

Me alejo y camino hacia el auto. Tan pronto como lo hago, siento el frío sobre mi cuerpo, lejos del calor corporal que Seth me brindó por un momento. No quiero sentarme otra vez junto a él, así que intento abrir la puerta trasera, pero sigue cerrada.

- ¿Podrías quitar el seguro? -le pido, casi suplicante- De verdad quiero sentarme atrás. No estoy de humor para nada.

Me giro para verlo a los ojos. Él sigue en el lugar en que estábamos antes, pero en mi dirección. Camina hacia el auto, abre la puerta del conductor y en el interior presiona un botón. Automáticamente el auto suena, y los seguros se desactivan.

- Listo -me dice- Puedes entrar.

Le agradezco con todo mi alma desde el interior. Abro la puerta, ya algo más relajada, y me acomodo a mi gusto. Me apego a la ventana contraria, y suelto un suspiro. Pero cuando me doy cuenta de que Seth está rodeando el auto y que después se prepara para abrir la puerta trasera del otro lado, suelto un grito ahogado.

- ¡Pero qué haces, demente! -exclamo con todas mis fuerzas, mientras se desliza por el asiento. No me responde y se apega a mí- ¡Iugh, aléjate!
- No. Vamos a hablar -me sujeta por las manos, impidiendo que pueda hacer algo en mi defensa- ¿No querías entrar? Te di lo que querías.

¡Maldito idiota, fue una trampa! ¡Debí imaginar que su repentino buen gesto iba a tener algún lado oscuro! Forcejeo lo más que puedo, pero tiene tanta fuerza que sus manos podrías ser hasta como unas esposas en mis muñecas.

- ¡Violador, eso es lo que eres! ¡Quieres violarme! -comienzo a patalear, pero con sus piernas sujeta las mías, y ya no puedo hacer ningún movimiento- ¡Ayuda! ¡Help me!
- Nadie va a escucharte -me dice- Vamos, Cristal. Sólo quiero hablar.
- Seth, ¡Basta! Por favor -mis ojos se cristalizan, pero me niego rotundamente a llorar- No quiero que me toques, ¡Tú sabes que no me gusta!
- Sólo quiero entenderte, tienes que relajarte -me pide en voz baja, como si se sintiera vulnerable por cómo estoy comportándome- Te juro que no voy a lastimarte, pero quiero que confíes en mí y me digas la verdad. ¿Por qué eres así? ¿Quién te hizo daño, Cristal?
- Nunca voy a decirte nada, ¡Tienes que aceptar la realidad! -le repito como le he dicho ya varias veces de que nos conocimos.

Sujeta mis dos manos con una sola de las de él, y la otra la dirige a mi cabeza. De un momento a otro, acaricia mi cabello con delicadeza, con tanta, que de pronto una chispa de bienestar se hace presente en mí. Aprieto mis ojos, sin atreverme a mirarlo. Mi respiración está muy acelerada, y siento la misma sensación de temblor que me da cada vez que me toca. Hace mucho ningún hombre tocaba mi cabello, para hacer algo tan delicado como acariciarlo.

- Quiero lo mejor para ti -se acerca a mí- No quiero hacer nada más que darte cariño. Tienes que creerme. No soy malo.
- Déjame en paz. No me interesa, sólo déjame -insisto.

Intento empujarlo una vez más, pero de un momento a otro me toma en brazos y con un poco de dificultad me recuesta en el asiento. Comienzo a gritar, con casi tanto miedo como la vez en que él, la persona que no quiero volver a nombrar a jamás, me hizo tener miedo de mi vida. Se tumba sobre mí, lo suficiente como para que yo no sea capaz de quitarlo. Sus brazos me rodean, dejándome inmóvil.

- ¡No me puedes obligar a ésto! -exclamo, fuera de mí, que ya no sé si estoy tratando de patearlo, o alguna otra cosa. Lo único que sé es que intento salir, pero no puedo- ¡Loco de remate!
- Silencio, Cristal. Quieta -apoya su mejilla contra la mía, y eso basta para que mis ojos se empapen y quieran derramar lágrimas- Acostúmbrate a mi toque. Tienes que poder. Tú eres fuerte, estoy seguro. Eres la persona más fuerte que he conocido, capaz de todo lo que te propongas. No tengo dudas de ello. Puedes con esto. Puedes con más. Puedes conmigo.

Y no sé, no sé como ocurre. Pero esas precisas palabras son suficientes para que yo deje de luchar por mi libertad, y me quedo tan quieta como él me lo pide. Abro los ojos, y las lágrimas que querían salir ya no son tantas. No me mira, solamente apoya su mejilla contra la mía, y siento su respiración por mi oído, además de cerca de mi cuello.

Jamás un hombre había depositado tanta confianza en lo que yo podía llegar a ser. Nunca, en mis años de vida, me habían considerado como alguien digna, fuerte, llena de poder, en lugar de debilidad. Y creo que era una de las cosas que más anhelaba en mi vida. Que me vieran por lo que yo soy. Que no pensaran en menos sobre mí.

Siempre me consideré a mí misma fuerte, pero en el fondo deseaba que alguien, aparte de mí, lo pensara. Ahora lo he conseguido, y por alguna razón, me siento llena de felicidad. Aún cuando el que me lo haya dicho, sea alguien a quien no acepto completamente. Alguien que fuma, que en algún momento de su vida se ha drogado, que se alcoholiza, que decidió estudiar artes a pesar de que ganará una porquería de dinero siendo que ni siquiera lo necesita porque tiene todo lo que alguien podría desear, que es amigo de mi hermano mayor y quien en cualquier momento pudo hacerme la vida miserable como los otros, pero que sin embargo, no lo ha hecho. Sin mencionar el hecho de que acaba de hacerme entrar en verdadero pánico.

Su agarre hacia mi cuerpo comienza a aflojarse. Lo puedo sentir de inmediato. Su mejilla se desliza sobre la mía lentamente, hasta que nuestros rostros quedan frente a frente. Si él no me hubiera dicho lo que dijo, probablemente estaría gritando, pero ahora mismo quiero saber que en realidad piensa lo que fue capaz de decir.

Miro sus ojos. Nuestras narices rozan, y lucho para reprimir las lágrimas que ahora amenazan con salir, pero no por algo malo, si no por lo bien que me ha hecho sentir.

- ¿De verdad piensas que soy fuerte, y capaz? -pregunto esperanzada. Seguro me verá como la más tonta por estar así, pero no puedo evitarlo. No podría jamás.

Espero una mirada de burla, o una risa, pero nada llega. Solamente se dedica a mirarme, y a acariciar mi cabello. Suelta un suspiro lleno de alivio. No lo culpo. No sé muy bien por qué estoy comportándome así, seguro mañana me odie y estaré gritándole, pero me gusta éste momento. No lo cambiaría por nada.

- Claro que lo pienso -susurra de manera casi inaudible. Su aliento choca contra mi rostro. Es un aroma extravagante. No es a mentas ni a dulces, pero me gusta- Estoy seguro de todo lo que tiene que ver contigo, Cristal. No sé lo que te pasa, la verdad no entiendo lo que está sucediendo ahora ni la razón de tu pregunta -sincera, volviendo a juntar su nariz contra la mía- Pero gracias al puto Dios que lograste que yo esté así contigo. Creí que no iba a poder...
- Ya cállate -ordeno, interrumpiéndolo. Se queda callado, algo aturdido, pero de pronto suelto una sonrisa enorme. Cuando lo nota, parece volver a relajarse, y sonríe conmigo- Pero no esperes que te lo diga, Seth. Cuando digo que no lo haré, es porque jamás, pero jamás lo haré.

Ante mis palabras, sus ojos muestran un poco de decepción. No es algo que me tome por sorpresa. Sólo estoy siendo sincera. No voy a engañarlo tampoco.

No sé si soy yo en realidad, pero quito mis brazos acorralados con facilidad, ya que no me lo impide, y con timidez lo abrazo por su cintura. Abre los ojos impresionado, pero yo no puedo dejar de mirarlo como si estuviese viendo la joya más preciosa que vi jamás. Su cuerpo es duro, firme, pero no es lo que importa. Si no lo fuera, seguiría mirándolo con admiración.

- Gracias -agradezco. Vuelvo a juntar su nariz con la mía, tan feliz, que luego hasta lo beso en la punta de ésta.

No me dice nada, solamente me observa, y asiente de una manera en que si no estuviera tan pendiente de él, no lo notaría. Pero yo no necesito nada más. Hoy, a ésta hora, casi las una de la madrugada, ha sido el momento más precioso y feliz de mi vida en más de un año. Jamás lo voy a olvidar.

+++

¿Qué pasó anoche? ¡Que alguien me lo diga! ¿Me drogó? ¿El muy estúpido, miserable, drogadicto y todo lo malo del mundo, me hizo algo de eso? ¡No puede ser! ¡No me reconozco! Mi dignidad se ha ido por el inodoro, aún no puedo creerlo.

Anoche, cuando llegué a casa, me sentía como en la misma nube, tan esponjosa y suave que la verdad aún siento la sensación. ¡Pero no pudo haber pasado por mi cuenta! Aunque tengo que admitir que dormí como una princesa. No puedo quejarme de eso, ¡Incluso soñé con flores, bolas de estambre, valles de la diversión y de más! Ni que fuera un gato.

Sin embargo, hoy me siento feliz. Muy feliz. Quizás tanto como me sentí anoche, pero hay algo que no cuadra. Es decir, no sé cómo actuar ahora. ¿Qué haré la próxima vez que vea a Seth? ¿Cómo voy a mirarlo? Dios mío, ¡Santa foca! Qué verguenza, qué humillación, qué todo. Merezco morir. Estoy casi segura de que él puso droga en el aire dentro del vehículo. ¡Tuvo que ser eso!

Salgo de mi habitación para desayunar y bajo las escaleras.. Me siento un poco extrañada al notar que sólo mamá y Alejandro están sentados en la mesa, ya comiendo sin mí. Bueno, todos menos Drew. ¿Dónde se metió?

- Fue a la casa de tu mejor y agradable amiga -me dice mamá. La miro. Al parecer, notó que yo me estaba preguntando a mí misma por él.

Esperar. ¿Dijo: A la casa de tu amiga?

- ¿¡Fue a la casa de Fabiola!? -pregunto exaltada. Mamá se sobresalta por mi grito, tanto, que se atraganta con el té.
- Cristal, no grites tanto -me dice Alejandro- ¡Que mamá puede sufrir un soponcio! -le da ligeras palmaditas en la espalda. Bueno, ligeras si a eso se le llama cuando la espalda suena bastante- ¿Qué no ves que ya está vieja?
- ¡Alejandro, no estoy vieja! -lo reprende a mamá, repentinamente curada- Vuelve a decir eso y te castigo sin juegos, sin internet y sin celular por todo el fin de semana -Alejandro se queda callado y mamá se vuelve a mi dirección- Sí, fue a casa de ella, pero no me dijo a qué. No sabía que ellos dos se llevaran tan bien. Es una muy buena noticia. Fabiola me cae muy bien.

Guardo total silencio, no queriendo decir algo que no deba. Ya aprendí mi lección de anoche, cuando me puse prácticamente como una cuba, sin percatarme ni en el más mínimo momento. ¿Es sano que mi cabeza no pueda dejar de recordar eso?

- Oh -me aclaro la garganta- Bueno, yo voy a hacerme el desayuno.
- Tomarás sola, porque yo ya he terminado y tengo que a hacer la compra -dice mamá, mientras se levanta- Alejandro, tú vienes conmigo.
- ¡Mamá, no! ¡Hoy dan una maratón en canal History de Top Gear! ¡No me lo puedo perder! -se niega mi hermano, tan paranoico que creo que va a llorar- ¡No puedes hacerme ésto, dijiste que me dejarías verlo!
- Ya sé niño, pero tenemos que ir. Tu padre me ha dejado dinero para la mercadería. Además, dijiste que la maratón es a las dos de la tarde y son precisamente -toma su celular, desliza el dedo y ve la hora- las once en punto. Vamos a llegar temprano.

Me río de Alejandro y me burlo de él. Me fulmina con la mirada. Mamá se gira en mi dirección, asustándome, y disimulo no tener ninguna expresión. Espero que no me haya visto.

- No te burles de tu hermano -me regaña- Mira que te vas a quedar preparando el almuerzo. Ahí en la cocina queda un paquete de arroz, y en la nevera hay unos paquetes de croquetas, para que las pongas en el horno.

No alcanzo ni responder, mamá toma su bolso, Alejandro la sigue y ambos salen de la casa. Dios, ahora resulta que tengo que cocinar. Debí suponer que no iba a salirme con la mía, de todos modos. ¡Pobre de mí! ¡Siempre tengo mala suerte!

Voy a por el hervidor, y echo agua en la taza que fue ocupada por mamá, porque la otra seguro está infectada con el virus T de Alejandro. No quiero ser contaminada. ¡Ni hablar! Así que cuando pongo la bolsa de té en la taza, vuelvo a la cocina para dejar el hervidor. Me regreso a la mesa, me siento, tomo un pan y le pongo una rebanada de jamón encima.

Me quedo analizando la situación. Dios, ¡Qué risa! Muero para que Fabiola me cuente todo lo que pase. No dudo que Drew hará el ridículo en más de una ocasión, y tampoco dudo que Fabiola se pondrá más roja que un tomate, porque estoy segura de que mi hermano ni le avisó que iría ésta mañana. Uy, la diversión que me espera. No tiene nada que ver, pero soy la mejor amiga del mundo.

Por otro lado, ahora que lo pienso, ¿Debería contarle a mi más mejor amiga en todo el mundo lo que me pasó anoche con Seth, además de la humillación que sufrí?


♥♥♥

¡Es viernes! Ya es fin de semana. No iba a subir hoy, pero me di cuenta que desde ayer en la tarde los comentarios llegaron a más de cinco, así que pensé: ¿Por qué no? 
Muchísimas gracias por comentar antes, y por su apoyo hacia mi proyecto, como siempre les digo. ¡Que tengan buena tarde! Ahora que Cristal y Seth tuvieron más contacto, las cosas empezarán a avanzar más de lo normal. ¡No se pierdan los próximos capítulos! Y recuerden, +5 comentarios y votos para que suba el Martes. Un beso enorme.



11 de marzo de 2015

Capítulo veintiuno - Fresa con Chocolate.



Me encuentro sentada en mi colchón, casi muriéndome del sueño porque la tipa que está a mi lado derecho me tiene realmente aburrida. No pensé que sería así, digo, desde que se confesó no ha dejado de parlotear a mi lado, mientras me ruega que haga algo por ella y su felicidad. ¡Es una obsesiva, una psicópata de hermanos!

- Cristal, por favor, tienes que presentarme a tu hermano -insiste Marizza por no sé qué número de vez en lo que llevamos de la pijamada.
- No -respondo borde. Me giro a mi lado izquierdo, donde está Fabiola, y le hablo en susurro- ¿Puedes creer esto? Ya se me está haciendo molesto.
- ¿Por qué no? -pregunta Marizza, volviendo a tocar el tema- ¡No está mal que yo quiera conquistarlo! Si la otra que está tratando de conquistar no le da bola, ¿Por qué yo no puedo intentar demostrar que soy mejor que ella?
- Porque no, y punto. Déjame, Marizza. Me está hartando éste tema. No quiero ser grosera, ¿Pero puedes parar de una miserable vez? 
- Tú no entiendes lo que siento por él -expresa, frunciendo el ceño. Ahora se enojó. 
- Por Dios, no sientes absolutamente nada, sólo atracción física. 
- ¡Llámalo a su celular y pregúntale si puede venir acá un rato, para que nos conozca con las chicas! -propone, y eso me hace quedar tan impresionada que intento con todas mis ganas no reírme en su cara.
- Se nota que no lo conoces, Marizza. Drew jamás en su vida vendría a una pijamada con mis amistades. Lo aborrece -sonrío de lado- Con suerte me trajo a mí y a Fabiola.
- ¿Fabiola se lleva bien con él? -pregunta, repentinamente interesada.
- Por supuesto que sí -le cuento con orgullo- Mí mejor amiga es la única que ha logrado llegar al corazón de Drew, y encima sin siquiera intentarlo. 
- ¿Drew está enamorado de ella? -abre los ojos, tanto, que en cualquier momento el globo ocular se le podría salir para afuera.
- No he dicho eso, pero él le tiene un cariño y una protección que jamás brindó a otra chica. Es más, ¡Terminó a su antigua chica por Fabiola! Y encima la invitó a nadar.
- ¿Es eso cierto? -Marizza se dirige a Fabiola, mirándola amenazante- ¿Significa que tú eres la chica a la que Drew quiere conquistar?

Fabiola me mira impactada. Sé que probablemente no debí decir eso, pero es la verdad. Drew tiene un gran afán de querer estar cerca de ella, además de todo lo que nombré, y no veo por qué debería ser algo que ocultar. 

- No, yo no soy la chica -niega Fabiola, rotundamente- Estás malinterpretando.
- ¿Entonces por qué hace todo lo que Cristal dijo, por ti? -cuestiona molesta.
- No lo sé -responde mi amiga, aturdida- No tengo idea. Jamás le he preguntado, pero es un chico increíble. Realmente se ha portado excelente.
- Le podría agradar yo también, quizás incluso más de lo que tú le agradas -ataca Marizza. Ruedo los ojos, ya algo fuera de mí.
- Marizza, escucha -me meto, para que deje de decirle cosas así- Tú podrías agradar a Drew, pero con esfuerzo, quizás sin que seas tú misma. Fabiola, prácticamente, sólo tuvo que hacer sonar los dedos y en un segundo tuvo a mi hermano en la palma de su mano. Fin.

Ésta tipa ya me está haciendo dar la cabeza vueltas. ¡Me estoy volviendo loca! Lo que me hace preguntarme: ¿Por qué la defendí de Julián? Oh, sí, por recuperar la honra de una mujer. Lástima, porque de saber que Marizza sería tan irritante como cual mono alfa de trasero colorado, gritando por conseguir hembras, me habría inventado otros insultos para Julián, incluso mucho mejores.

Marizza continúa acribillando a Fabiola de preguntas, desesperada por saber más de Drew, queriendo saber qué tiene Fabiola que no tenga ella. No sé por qué se hace tanto problema. Yo no soy tan parecida a Fabiola en el carácter, pero sí en los gustos y en nuestros sentimientos más profundos. A pesar de eso, estoy completamente consciente de todo lo que Drew pudo ver en ella, como para que se llevasen bien. Quiero destacar lo sencilla, tranquila y humilde que mi amiga es. Esas tres cualidades son las que puedes notar a simple vista, incluso antes de hablar con ella por primera vez.

¡He colapsado, definitivamente no aguanto más!
Tomo mí celular que está a un costado del colchón en el que me encuentro. Deslizo el dedo para desbloquear la pantalla, busco el número de Drew y lo pongo en altavoz. Los pitidos suenan y sé que contestará en cualquier momento.

Fabiola me mira como si yo estuviera loca por lo que estoy haciendo. A Marizza se le nota lo nerviosa, pero lo sorprendida y también animada que está. Las chicas, incluyendo a Faloon, Teddy, Amanda y Carlota, han ido afuera a buscar unas cosas para comer, por lo que no han escuchado nada de la conversación, y definitivamente, no escucharán lo que Drew diga.

- Qué pasa -saluda Drew, con voz neutra.
- Tengo a alguien que quiere hablar contigo -informo aburrida.
- ¿Es Fabiola? -pregunta- Porque si es ella, dile que puedo llamarla de inmediato.
- No es ella -le digo, sonriendo satisfecha. Miro a mi amiga, y ella está tratando de no sonreír. Por otro lado, Marizza está claramente molesta- Es una chica que conocí antes.
- Pf -bufa Drew- Cristal, sabes, me haces perder mi tiempo. Seth y yo estamos pasando un rato de hombres en casa, así que no llames para mierdas de éstas.
- Su nombre es Marizza, sólo quiere conocerte -insisto sin nada de ganas, pero sólo lo hago para ser cortés. No quiero ser tan grosera- Podría agradarte.
- Me importa una cagada, ¡Tus amigas me repugnan! -grita- Joder, ¿Fabiola está por ahí?
- Está a mi lado.
- Dile que no haga nada que yo sí haría con alguien.
- ¿Qué significa eso? -pregunto extrañada.
- Tómalo como quieras. Con que ella entienda el concepto, yo feliz.
- Drew, ¿Y las papas fritas? -se escucha la voz de Seth- Las dejé en el sofá cuando llegamos. Es como si hubiesen desaparecido.
- ¡Oh! ¿Eran para compartir? -pregunta mi hermano, todo inocente- Tío, no sabía. Me las comí todas. Venga, dame un abrazo.
- Pero si te dije que eran para ver la película, imbécil.
- No escuché, lo siento -se disculpa- Cristal, ya me largo, no me molestes más -dicho eso, la llamada se corta y no escucho más que los pitidos.

Me quito el celular, lo bloqueo, y suelto un suspiro. Miro a Fabiola, que está mirando fijamente a Marizza, con algo de pena en su rostro. Pienso un momento qué decir para que se sienta mejor o se olvide del asunto, pero sus palabras me interrumpen antes de que siquiera lo intente.

- No me interesa, tu hermano es un capullo. Que se vaya al infierno -escupe con despecho- Quédate con él, Fabiola, yo ni quería -se gira, se recuesta en el colchón, y al parecer, intenta dormir. Su frase no pudo ser más típica.

Las chicas vuelven a la habitación, se sientan sobre sus colchones mientras abren paquetes de comida chatarra, y tardan en darse cuenta de que Marizza se ha puesto a dormir. Supongo que lo hace, porque está roncando al cabo de pocos minutos.

Rato después, me ofrezco a ir por las bebidas a la cocina. Me levanto, saco los vasos del lugar que Carlota me había indicado, y comienzo a servir. Sobrepaso el borde y un poco comienza a chorrear cuando el sonido de mi celular me sobresalta. Lo saco de mi bolsillo, que lo había guardado ahí luego de hablar con Drew, miro para ver quién es, y me pongo un poco confundida.

- ¿Papá? -pregunto, incrédula- ¿Qué haces llamándome?
- Aún estás en la pijamada, ¿Cierto? -cuestiona con autoridad- Porque más te vale que no te hayas ido para otro lado.
- No me he ido, estoy donde te dije -ruedo los ojos, a pesar de que no pueda verme.
- Confío en tu palabra.
- ¿Para qué me llamas? -pregunto insistente- ¡Estoy bien!
- Quería decirte que Seth va a ir por ti y por Fabiola.  A las doce tienes que estar fuera de la casa de Carlota, ¿De acuerdo? Espero que seas puntual.
- ¡Papá, no hagas ésto! -reclamo de inmediato- ¡Habías dicho que tú vendrías!
- Noticia de último minuto, estoy muy cansado. Trabajo de noche, Cristal. Necesito dormir y recuperar mis fuerzas.
- ¿No piensas que Seth quizás hará eso de mala gana? -intento convencerlo- ¿O que puedo ser una molestia? Debe de tener planes.
- Estoy seguro de que no, hija. Hazme caso y por favor no seas grosera. Adiós -no me deja decir nada más, y corta la llamada.

Me quedo mirando el celular como una estúpida, queriendo tirarlo al suelo y pisarlo con toda la fuerza que mi cuerpo me permita, pero me abstengo, porque sé que no me comprarán otro si lo arruino. Con suerte pude conseguir uno en navidad. Papá y mamá no ganan tanto dinero, y todo lo que tenemos ha sido por el esfuerzo de toda una vida de cada uno.

Bueno, podré ser de todo, de lo que sea, pero siempre pienso en mis padres y en su situación, a pesar de no demostrarlo. No soy una persona maldita. Yo sé eso, así que me hace sentir bien y orgullosa, a pesar de cualquier cosa.

- ¿Estás bien? -Fabiola llega a la cocina, viendo mi expresión. Suelto un suspiro que tenía contenido, y cierro los ojos. Alzo una mano y niego con mi dedo índice.
- No es nada, sólo papá al teléfono -sincero a medias, porque no es necesario decirle que me cabreé un poco con él. No es para tanto tampoco.
- ¿Estás segura? -alza una ceja.
- Sí, no es nada importante -sonrío para tranquilizarla.

Me ayuda a llevar los vasos con bebidas nuevamente a la habitación, y todas, excepto Marizza que está dormida, seguimos conversando de cualquier tema sin importancia. Gracias a Dios, el tema excesivo de los chicos ya se acabó, así que en su lugar charlamos hasta del instituto.

Comienzo a relajarme y se me olvida todo lo que pudo salir mal en el día. Creí que estaría de mala gana el resto de la noche, ¡Pero no! En su lugar, estoy radiante porque realmente es como si nada hubiese pasado. ¿Así serían mis noches de pijamada al lado de Fabiola, en mi casa y en la de ella?

Ahora que lo pienso bien, es un no. Claro que no. Las nuestras serían más reales. No tendríamos nada que ocultar, hablaríamos de lo que quisiéramos, ya sean de decepciones de la vida o de los momentos más felices. Podríamos llorar, reír o gritar, sin sentirnos juzgadas en ninguno de los sentidos. El pasado saldría a relucir, el futuro se soñaría a nuestro gusto, y al final, seguramente, quedaríamos en que somos fuertes y en que seguiremos adelante, no importa lo que pase o lo que haya pasado.

Cuando se hacen las once y media, las cosas comienzan a volverse aburridas. Marizza despierta, y comienza a lloriquear por el desinterés que mi hermano le dio. Comienza a darme sueño, y me reprimo de acostarme en el colchón porque no quiero dormir todavía, quiero hacerlo en mi casa. Fabiola, por otro lado, decide pasar el tiempo viendo vídeos graciosos en la laptop de Carlota. No escucha nada de los lloriqueos de Marizza porque está con audídonos.

Cuando faltan quince minutos para las doce, mi celular comienza a sonar y contesto de inmediato. Nadie parece darse cuenta de que siquiera ha sonado, así que me lo llevo a la oreja, con despreocupación.

- ¿Hola? -otra llamada que no quiero.
- Estoy afuera, Cristal -escucho decir a Seth, con voz ronca.
- Acosador, ¿Quién te dio mi número? -pregunto impactada.
- Tu padre.
- Hablaré seriamente con él. No puede estar dando mi número a enemigos.
- Ésa no es la palabra con la que deberías dirigirte a mí -corrige con algo de amargura.
- Lástima.
- Sal, que te estoy esperando.
- Aún no son las doce.
- Pero ya llegué, así que si tú y Fabiola son tan amables, ¿Podrían salir para que yo las vaya a dejar y luego me vaya a mi casa?

Lo pienso un momento, por poco ablando mi corazón y respondo que sí, pero en lugar de eso, corto la llamada y me quedo mirando mis uñas los siguientes minutos. Quiero irme, pero sólo lo hago para molestarlo. Después de todo, el día de hoy comiendo helados en Sissy's él se enojo, ¿No?

Cuando son diez para las doce, mi celular vuelve a sonar. Me lo llevo con desdén al oído, nuevamente. ¡Quiero morir! Estoy cansada, que Dios se apiade de mí.

- Qué quieres -escupo. ¿Desde cuándo recibo tantas llamadas?
- Cristal, si no sales de ahí, prometo no volver a dejar que vayas a ver a tus amigas -me regaña papá, con los nervios algo disparados. Sin embargo, no llega a estar enojado.
- ¿Qué te pasa?
- Seth me ha llamado y me dice que no quieres salir. ¿No te pedí que no fueras grosera? He estado intentando mantener mi compostura contigo, hija. No te he regañado, te dejé ir a esa pijamada, y tú no estás dándome nada bueno a cambio -su voz de pronto suena triste. Dios, está haciendo eso que sabe hacer. Ya está logrando que me sienta culpable.
- Pero papá, aún no son las doce -le recuerdo, queriendo que me comprenda.
- Cristal, vete de ese lugar ahora y regresa con Seth, ahora.

Me doy cuenta de que no va a descansar hasta que le haga caso, y si no llevo a cabo lo que me pide seguro se lo dirá a mamá y ella me dará una reprimenda que no quiero recibir, así que termino dándome por vencida, ya cansada.

- Bien -acepto- Nada más déjame recoger mis cosas, ¿Bueno?
- De acuerdo, gracias -noto que papá se relaja a través de la línea- No sé si estaré despierto cuando llegues, pero tienes que avisar a tu madre cuando lo hagas, ¿Ya?
- Ajá. Buenas noches.
- Buenas noches, hija. Descansa -y cuelga.

Me levanto, quedando firme sobre mis propios pies y me acerco a donde se encuentra mi mejor amiga. Toco su hombro. Ella se sobresalta. Estaba tan concentrada, que no me vio venir. Se quita los audífonos y me analiza con la mirada.

- Debemos irnos, Seth está afuera.
- Oh, vale -comprende de inmediato. Comienza a ponerse de pie.
- No hay prisas, iré al baño. En cuanto vuelva, tienes que estar lista.
- Bien -sonríe y yo me voy hacia donde le dije.

Al llegar, me miro un poco en el espejo y luzco un poco demacrada. De verdad estoy cansada, al parecer. Creí que era sólo algo pasajero, pero al parecer no. Mis ojos lucen muy pesados, y están un poco rojos. No es algo que suela apreciar.

Salgo del baño exactamente a las doce, sólo para mantener mi palabra. Papá dijo a las doce, le dije que bien, así que de más puedo decir que tardé en guardar mis cosas y que por eso terminé saliendo a esa hora aunque me haya dicho que saliera antes. Aunque, bueno, sólo traigo mi celular. ¿Qué importa? ¡Nadie se dará cuenta!

Fabiola y yo nos despedimos de las chicas, y luego salimos de la casa. El auto de Seth está ahí, tan reluciente que el reflejo de la luna choca contra el capó de su auto negro, haciéndolo brillar. Es fascinante, aunque me muestro desinteresada.

Seth sólo nos observa. Noto que la mirada que me dirige a mí, es con algo de molestia. Hace un gesto indicando que nos subamos, y sin rechistar, lo hacemos. El camino transcurre en silencio. Primero noto que vamos en la dirección contraria a mi casa, así que me percato de que primero dejará a Fabiola. Al hacerlo, sus padres me agradecen y me preguntan quién es quien nos ha traído.

- Un amigo de la familia, especialmente confiado por mi padre -les digo, y eso parece que les hace relajar. No quiero que luego ataquen a Fabiola con preguntas.

Me despido, ellos cierran la puerta y regreso al vehículo. Intento abrir la puerta de los asientos traseros, que es donde Fabiola y yo nos habíamos venido, pero están aseguradas. Observo a Seth, y apunta el asiento de copiloto. Frunzo el ceño, pero como no tengo ganas de hablar con él, decido hacerlo a su manera. Estúpido.

- Por suerte que era a las doce -suelta Seth, cuando echa el auto a andar. Ruedo los ojos. Creí que el resto del camino seguiría siendo en silencio.
- Tú fuiste quien llegó antes -me defiendo de mala gana.
- Sí, pero aún así saliste a las doce y cinco minutos de adentro, Cristal -dice con exactitud- Deberías tener un poco más de respeto.
- No es para tanto, ¿De acuerdo? Deja el tema, estoy cansada -confieso- Quiero llegar a mi casa y dormir.
- Bien, pues yo quiero fumar un cigarro ahora mismo, pero no todo en ésta vida se puede -escupe- No  vas a tener todo lo que quieres todo el tiempo.
- No empieces, Seth. ¡Sólo conduce! ¿Qué te sucede ahora?
- Quiero hablar contigo como personas normales.
- Tú fuiste quien se enojó hoy, ¿Por qué me culpas?
- No, Cristal. La que me atacó fuiste tú. Yo sólo quería disculparme en nombre de alguien.
- ¡Por favor, Seth! -me quejo en voz alta- ¡No te disculpaste en nombre de la tonta de Ana, lo hiciste porque quisiste!
- ¿Qué hay de malo en eso? -cuestiona con molestia. Hace una maniobra brusca con el vehículo, y siento que apaga el motor, pero me vale un verdadero bledo en estos momentos.
- ¡Eso es lo malo, precisamente! -vuelvo a quejarme- ¡No necesito que lo hagas!
- ¡Demonios, sólo he estado portándome bien contigo! -me grita, tan fuerte que me hace enfadar aún más. ¿¡Quién se cree!?
- ¡No tienes que portarte bien conmigo! ¡Entiéndelo! -expreso, y para variar, agrego:- Tu Anita es una zorra.
- ¡Me preocupo por ti, Cristal! -continúa- ¡No puedo entenderte! ¡Intento hacerlo, pero no puedo, ni siquiera me dejas! ¿Crees que es agradable ver cómo la gente te juzga?
- Si mal no recuerdo, tú eres uno más de quienes lo hacen. Me llamaste fresa, malcriada, y otras cosas. No intentes hacerte el santo.
- ¡Sí eres fresa! ¡El que te lo diga no quiere decir que lo use como un insulto contra ti! -sigue gritándome- ¡Todo lo otro lo fingí, no he pensado las otras cosas que te dije! ¿No te quedó claro el otro día, cuando te ayudé en el trabajo?
- ¡Oh, por el amor de Dios! ¿Qué es lo que quieres a cambio dejarme en paz? -pregunto desesperada- ¡No me defiendas, no me hables, sólo tienes que hacer como que no existo! Dado que eres tan bueno fingiendo, podrías fingir que soy invisible, también.

♥♥♥

¡He vueltoooooo! No pude subir antes porque estuve bastante ocupada, así que subo ahora. ¡Les tengo una noticia! No entré el lunes a clases, ahora entro el 16 de marzo, así que éstos días los tendré libres para escribir capítulos y si todo sale bien, avanzaría lo suficiente como para subir también los domingos. No estoy segura, sin embargo. No es una confirmación. Muchas gracias por todos y cada uno de sus comentarios. Ya he vuelto de mis vacaciones, y a las que entraron a clases, mucha suerte. ¡Las adoro! Besitos y abrazos. Recuerden, +5 comentarios para que suba. ¡Hasta el viernes!


6 de marzo de 2015

Capítulo veinte - Fresa con Chocolate.



Narra Cristal


Vuelvo a tomar otra cucharada de helado, y la echo en mi boca. Eso es lo único que he hecho en todo el tiempo que llevo en la heladería. Miro a Fabiola y a Drew conversar muy animados, pero en cambio yo estoy en silencio absoluto, porque ni Seth ni yo nos dignamos a decir algo. No es que quiera hacerlo, pero ya estoy un poco aburrida, y eso que no es usual en mí.

Miro hacia las otras mesas. Una señora, con los que supongo que son sus hijos, comen copas de helado, y por lo que veo están más que felices. Un poco más allá, una  par de ancianos beben un licuado, sentados uno al lado del otro, mientras se miran como si fuese la primera vez. El corazón se me deshace, y siento que jamás había sentido tanta ternura en mi vida. ¿Algún día, alguien me mirará de esa forma?

- Sí, son adorables -comenta repentina voz de Seth, sacándome de mis pensamientos.
- ¿Qué? -lo miro, llevando mis ojos hacia él con dificultad.
- Que ellos, esa pareja de mucha edad -los indica con la cabeza-, son adorables.
- Ah -murmuro, intentando analizar bien la situación- Supongo que sí.

Me encojo de hombros, y esta vez dirijo mi mirada hacia la una de las ventanas. Personas pasan apuradas y otras relajadas. Una camioneta con un micrófono pasa diciendo que un circo hará un show éste fin de semana, y que la entrada está en oferta.

- Lamento el comportamiento de Anita hoy por la tarde -vuelve a hablarme Seth.
- Gracias -le digo, sin mirarlo-, pero no me interesa lo que haya dicho. Ya ni me acuerdo.
- Que eras una hueca creída -me recuerda. Ruedo los ojos, ni siquiera se lo pedí.
- Vaya insulto. Ni que no lo hubiese escuchado antes.
- Ha sido descortés -continúa-, y te miró de una manera desagradable.
- Seth, éste tema no me importa -giro mi cabeza hacia él, intentando no entrar en molestia- Anita y tú pueden actuar como quieran. Paso de eso.
- Yo no paso de eso, Cristal -recalca con voz dura, llamando mi atención- Ella se pasó. Te juzgó de primera con sólo verte.
- No es algo nuevo. ¿Podemos hablar de otra cosa?
- ¿Por qué actúas como si no te importara? -pregunta enojado.
- ¡Porque no la conozco, no me hace sentir nada! -dejo en claro, alzando la voz, pero lo suficiente como para que nadie a nuestro alrededor escuche.
- ¿Cómo mierdas no vas a sentir nada, si la gente se burla de ti y te trata mal en tu cara?

Vuelvo a rodar los ojos, ya algo desesperada. Si hay algo que logré es no tomar en cuenta opiniones innecesarias que no brindan nada. No quiero ponerme como una loca, menos aquí en público. Tampoco quisiera arruinar el buen rato de mi amiga con Drew.

- Entiende una cosa -ordeno, amenazante- Sé cuidarme por mí misma y he madurado lo necesario como para dejar que ningún comentario de gente hipócrita me lastime.
- Estoy dándome cuenta de eso, no tengo ni dudas.
- Te sorprendería lo fácil que soy de caer mal a las personas, y no es algo que tenga interés en cambiar. Así que olvida el tema de una vez.
- Solamente no te entiendo -se excusa, suspirando algo frustrado.
- Seth, escucha, tú sólo preocúpate de tu relación con Anita. Ni siquiera pienses en mí, ¿Está claro? -digo, más como una orden, que como una sugerencia. Él me mira atento- No necesito que alguien me defienda o venga a darme un sermón. Que te quede claro que no me afecta en nada. La gente como esa de las que me insultan, están muertas para mí. Y punto final. Ya basta.

Dicho eso, me lleno la boca con helado, dando por finalizada la discusión. En el fondo, agradezco que Seth se preocupe por mí, pero yo no voy a demostrar debilidad o vulnerabilidad en frente de un hombre jamás. Me lo he prometido a mí misma desde hace ya tiempo, y el que Seth se haya portado bien el otro día ayudándome con mi trabajo y encima compartiendo fresas conmigo, no cambia las cosas. Sigo en mi postura.

Cuando ya pasa bastante tiempo, Drew y Fabiola se acercan a nuestra mesa, que ha estado en silencio desde que dije ya basta, nos dicen que es hora de irnos para que nos dejen en la pijamada. Me animo un poco con eso, porque la verdad no estoy cómoda sola con Seth, y menos después de la pequeña riña que hemos tenido.

Me subo al auto en silencio, y nadie dice nada en todo el camino. Me harto un poco de eso, porque lo último que necesito es incomodidad o soledad, así que aclaro mi garganta, ya preparada para hablar de cualquier cosa.

- ¿Cómo estuvo el helado? -le pregunto a Drew.
- Estuvo bien -responde, sonriendo- De hecho, diría más que bien.
- ¿Y el tuyo, amiga? -le pregunto sonriente.
- ¡Espléndido! -Fabiola aplaude- Drew va a hablar con mis padres para que me dejen ir a nadar con él, y así se conocen.
- ¿Es eso cierto, Drew? -le pregunto, claramente impresionada.
- Sí, hermana. Te dice la verdad -me guiña un ojo.
- Eso es genial -sonrío con sinceridad.

Me gusta que Drew se comporte como caballero con ella. Me gusta que saque ese lado, porque casi nunca lo hace. Suele ser el imbécil subnormal enamora chicas, pero al parecer algo en él está saliendo a flote. ¿Acaso en realidad estoy soñando? ¿Qué pasa si nada de ésto es real? ¡Porque, por Dios, es Drew!

Llegamos a la pijamada y entramos de inmediato a la casa de Carlota. Ella nos recibe gustosa, y nos informa de que sus padres no están en casa, por lo que podemos hacer lo que queramos. Supongo que es lo que cualquier chica que quiere vivir la vida con rudeza haría. Yo no, ¡Mi madre me arrancaría el cabello uno por uno! ¡Y para qué hablar del carácter que se hace presente en mi padre!

- ¡Juguemos a las preguntas! -propone Faloon, una compañera de curso.
- ¡Oh, sí, yo voto por eso! -la apoya Carlota- ¡Vamos, chicas! ¡Todas acerquen sus colchones, poniéndolos juntos hasta hacer un círculo!

El círculo no tarda en hacerse presente. Éste está formado con la cabecera de los colchones, lo que nos permite estar lo suficientemente cerca la una de la otra. Fabiola está a mi lado, ansiosa por empezar. ¡Vamos, que aquí nos enteramos de muchas cosas!

Tiramos el cachipún, y al final la que pierde es Amanda, una chica de la escuela pero que es de otra clase distinta. Ella se queja en derrota, y al final termina cediendo.

- Bien, Amanda -habla Carlota- ¿Alguna vez lo haz hecho con un chico?
- ¿Hacer qué? -pregunta ella, juntando las cejas, extrañada.
- ¡Hacerlo! -le vuelve a repetir.
- ¿De qué hablas? -que inocencia.
- Se refiere a si tuviste sexo con alguien -aclaro, y de pronto todas comienzan a burlarse de la tierna y dulce Amanda. Tengo una prima pequeña que se llama Amanda y es la gran demonio, no la soporto.
- Oh, eso -se sonroja un poco- Pues, no. No lo he hecho con nadie.
- ¿Esperas a la persona correcta? -le pregunta Fabiola, interesada en el tema.
- Supongo que sí -se encoge de hombros- No es algo que tenga como meta.
- ¡Pero oye, tuviste que estar a casi hacerlo, al menos! -Faloon insiste con otra pregunta, queriendo sacar más información- ¡Si estuviste con Caleb como por un año!
- Nunca estuve a solas con él, Faloon. Papá y mamá no me lo permitían, y además no es que tuviera muchas ganas de aceptar cada vez que me invitaba a ir a escondidas a su casa -dice- ¡No soy tan tonta! Sé lo que quería.
- Está bien lo que hiciste, Amanda -le intento hacer sentir mejor- Si no quieres hacer algo, no lo hagas y ya. Ya ves, no estás con él ahora. Menos mal no cometiste un error.
- Cristal tiene razón -me apoya Fabiola- No está mal que te guardes para alguien en un futuro.
- ¡Oh, gracias! -exclama ella- ¡Al fin me siento comprendida! Porque Faloon está tan abierta que no sé cuántos han estado dentro de ella el último año.
- ¡Amanda! -la regaña Faloon- ¡Dijiste que no ibas a decir nada!
- Te pasa por bocona. Sabías que no quería hablar sobre Caleb -comienzan a discutir.

La siguiente en perder es Teddy, otra compañera de curso con la que no hablo mucho, pero que me aún así me agrada. Se toma sus manos y ruega para que no le hagan una pregunta que no quiere contestar. No puedo evitar reír.

- Nombra a los tres últimos chicos con los que te liaste -ordena Fabiola, y me sorprendo por ello. ¡Seguro logra que quede la embarrada! Ésto será divertido.
- Pues, si mal no recuerdo, fueron Robert, Arturo y Dylan.
- ¿¡Dylan!? -pregunta Amanda, algo histérica- ¿Cómo te liaste con él?
- No sé, fue en la fiesta de una amiga. Él fue y pues aproveché al situación.
- Zorra, ¡Sabías que él me comenzó a gustar luego de que terminé con Caleb! -le saca en cara, ya un poco roja del enojo.
- Ay, Amanda, es sólo un juego.
- ¡Pero lo hiciste! -le recuerda- Jamás lo pensé de ti.
- ¡Y encima también con Robert, él fue mi ex! -sigue hablando, ignorando por completo las palabras de Teddy.
- Tú lo dijiste, tu ex. ¡Ex! -grita- ¡Es pasado, tienes que superar las cosas! Marizza, ¿Tú cómo hiciste para superar a Julián?

¿Ha dicho Marizza? O mejor dicho: ¿La chica que estuvo todo éste tiempo frente a mí, es Marizza? ¿Cómo no pude reconocerla? ¿Tanto ha cambiado? Porque creí que venía solamente acompañando a alguien, porque casi nadie la conocía, al parecer.

¡Claro que ha cambiado! Reemplazó sus dos trenzas largas junto con sus lentes con mucho aumento y su flequillo recto. ¡Ahora luce mucho más despejada! Tanto, que juro que de verdad no la he reconocido. No puedo evitar mirar a Fabiola y ella está igual o incluso más sorprendida que yo.

- Me costó mucho -sincera Marizza- Yo lo amaba, pero al parecer él a mí ya no, y por eso creo que me fue infiel -confiesa con algo de pena- Pero si algo me ayudó a superarlo, fue simplemente el tiempo y comenzar a salir más frecuentemente con mis amigas.
- Pf, Amanda ya ha tenido bastante tiempo pero como es tan ilusa no le sirve ni un carajo -comenta Carlota. Amanda la fulmina con la mirada.
- ¡Pero bueno, ya! -anuncia Teddy- ¡Ahora le toca a Fabiola y a Cristal!

Todas aplauden, cosa que no me esperaba. Digo, sé que soy una persona que tiene muchos rumores a su alrededor y Fabiola también los tiene gracias a mí, cosa que no me enorgullece. La cosa es, que parece que éstas chicas están hambrientas por algún chisme nuevo. ¡Qué desesperadas!

Ahora más que nunca me alegro de haber tratado a Julián mal. Se lo merecía, puesto que le fue infiel a una chica, que es de las cosas más ruines que existen. El tipo es un bastardo, menos mal tuve la oportunidad de darle un poco de su merecido.

- Fabiola, ¿Es verdad que te gusta Austin del último año, y que tuviste sexo en la cancha junto al arco de fútbol con él? -pregunta una chica que no vi antes.

Parece que a mí mejor amiga se le cae la cara al piso, y yo abro la boca impresionada. ¿De dónde salió eso que ni siquiera yo me enteré? Porque sé muchos de los rumores, pero éste jamás lo oí ni en broma. Estoy impresionada. ¡No lo puedo creer!

- No, claro que no -responde Fabiola, algo aturdida- Jamás me ha gustado Austin. Ni siquiera he hablado con él.

Las chicas ponen cara de decepción.

- Pero debe de gustarte alguien, ¿No? -pregunta Faloon.
- Por el momento no.
- Oh, vaya, creímos que tendríamos más información -se queja Teddy- Ya sabes.
- Lamento decepcionarlas -se disculpa Fabiola riendo.
- ¿Y tú, Cristal? -se dirigen a mí, ahora Marizza- ¿Andas con alguien, tienes novio? Porque nos dijeron que Angelo y tú salieron del baño de chicas una tarde, y se comportaron extraños, e incluso algo sudados.
- ¡Por supuesto que no tengo novio! -me pongo a reír por tal barbaridad- Angelo entró al baño de los hombres sólo a verse en el espejo del baño, porque dice que los hombres no tienen uno tan bueno. Y nos comportamos extraños porque abrió el grifo de la llave tan brusco, que el agua saltó por todos lados y me mojó. ¡Qué historias inventan!
- Que triste, la verdad tenía la esperanza de saber algo del tipo de chicas que le gustan a Angelo -comenta Teddy- Es tan lindo.
- Sí, bueno, si lo encuentras lindo ve a por él -sugiero, y ella sonríe emocionada.
- Ahora le toca a Marizza, porque hay una cosa que quiero saber pero que no pregunté -expresa Carlota, con mirada maliciosa- ¿Hay algún chico que te guste ahora?
- Uh, podríamos decir que sí -responde ella sonriendo.

Todas gritan de la felicidad, y luego de unos murmullos que no se entienden y de raras expresiones de rostros, el lugar queda en silencio y Marizza se pone a hablar.

- ¿Cuál es su nombre? -pregunto algo enternecida.
- No sé si tú debas saberlo -me dice. De inmediato algo me pone el alerta. ¿Será él?
- ¿Por qué?
- Porque... -hace una pausa y piensa sus palabras- Porque es tu hermano.

Creo que me muero y vuelvo a revivir, porque es tan grande la sorpresa que no me percato de que todas están mirándome atentas, llenas de ganas de saber qué es lo que diré. Fabiola tiene una expresión consternada, supongo que porque ambas, lo que menos esperábamos oír, era sobre Drew, ¡Y menos aún en una pijamada del instituto!

- Bueno, Marizza -comienzo a hablar- Lamento decepcionarte, pero Drew está en plan de conquistar a alguien -sincero. Bueno, no miento, porque al menos eso es lo que creo. Siento que algo se trae con respecto a Fabiola, estoy casi segura.
- ¿Qué? ¡No puede ser! -se queja Marizza, al borde de las lágrimas- ¡Es tan precioso! Hace unas semanas, cuando bajaste frente al instituto en un auto negro lo vi. ¡Parece un modelo de revista!
- No es para tanto -le digo con desgrado- Chica, estás delirando.
- ¡Pero es que de verdad creí que algún día le hablaría, y se enamoraría de mí! -grita, y comienza a llorar.

Entro en pánico, porque no sé que hacer. No sé si reírme o hacer algo para que se calme. Mi hermano, el animal menos avanzado en todo el mundo, está rompiendo corazones por doquier. ¿Quién lo diría?

- Está bien, Marizza -le dice Faloon, dándole palmaditas en la espalda- Habrán más chicos.

Marizza levanta la mirada con los ojos aguados y asiente. Suspira, cerrando los ojos con fuerza. Pasa sus manos por el rostro, y sonríe.

- No importa, su amigo también está bueno. Puedo intentar con él -dice con aparente alegría. Vaya, ésta sí que es rápida. Parece que su rompimiento con Julián la dejó así de cambiante.
- ¿Te refieres a Seth? -pregunta Fabiola.
- ¿Ése es su nombre? -Marizza cobra un destello de vida- ¡Es precioso! ¡Estoy ansiosa por conocerlo! ¿Van a presentármelo, verdad?
- Lamento decirte que él tiene novia -suelto, sin una pizca de piedad. Ya me molestó un poco, primero con mi hermano, se olvida al segundo de él y ya quiere con otro. Un poco suelta.
- ¡No, mierda, no puede ser!

Comienza a golpear su cabeza contra el colchón. Teddy intenta pararla y yo me siento fuera de lugar. Aguanto mis risas, y cuando miro a mí mejor amiga, ella está igual. Me hace una ceña, como pidiendo que por favor no haga nada burlesco, y como me lo pide ella, le doy a entender con una mirada que no lo haré. Pero vaya, ¡Sí que es difícil! Con tal espectáculo dramático, no es para menos. Y encima provocado por Drew, y por Seth.

♥♥♥

¡Hoooola! Es viernes, sigo lejos, pero acá está el capítulo! ¿Cómo se subió? ¡Magia! Porque sí, soy maga o hechicera, para que sepan. Un beso a todas, comenten y voten. Son preciosas, nunca lo olviden, y pues feliz viernes. ¡Adiós!


3 de marzo de 2015

Capítulo diecinueve - Fresa con Chocolate.



Ambas miramos al rededor,donde parece que nadie se ha enterado de na discusión de Drew con su chica no chica. Bueno, eso, o están tan acostumbrados que ya es como si ni se esforzaran por hacer algo al respecto. ¡No me sorprendería! Aunque debo de admitir que Cinthia me hace tener un poco de compasión por ella. Nada más está muy enganchada a mi hermano, y no sabe cómo actuar.

- ¿Qué está pasando? -pregunta Seth, sacándome de mi nube, mientras se acerca a nosotras junto con la chica a la que besaba hace un rato.
- Queríamos llegar a un acuerdo con Drew sobre irnos de aquí -le explica Fabiola-, o hacer algo al respecto para que nos sintiéramos cómodoldio todo se volvió un lío y quedó en nada.
- Ésto nunca en la vida fue una galería de Arte, al parecer -suelto con desagrado- Acompañaste la mentira de mi hermano.
- Yo jamás dije que estábamos en una galería de Arte -se excusa, frunciendo el ceño.

La chica que está con él comienza a pasar su lengua por su cuello como una vaca babosa. Miro a Fabiola estupefacta, y ella tiene los ojos tan abiertos que, unos segundos después, cuando notamos que la chica aún no se detiene, se vuelve un poco molesto. ¡Que asco!

- Ah, Anita, basta -se queja Seth, poniendo su mano en la frente de ella y alejándola un poco- Te he dicho que odio que hagas eso. Sobretodo en público -Anita hace caso omiso a las palabras de Seth, parece que ni siquiera lo ha escuchado- ¡Te he dicho que basta!
- Que aguafiestas eres -se queja Anita- ¿Es por ellas?
- No, solamente es porque te he dicho más de diez veces en el día que no me chupetees como si fuese un dulce de mierda. Tengo el cuello todo pegoteado por tu saliva.
- Como sea, ¿Quiénes son? -le pregunta, mirándonos con desprecio.
- Ella es Fabiola -la indica con la mano- y ella -me apunta a mí- es Cristal, hermana de Drew. Son mejores amigas entre ellas.
- Sí, bueno, no parece -expresa con indiferencia.
- Explícate -exijo, alerta a lo que dijo.
- Bueno, es obvio, ¿No crees? Fabiola luce como una chica normal, bueno, no como yo o las chicas aquí, pero normal -sonríe- Pero tú pareces una hueca creída. Hasta tu postura y tu mirada es hueca.
- No la insultes -ordena Seth- ¿Por qué lo haces? ¿No entiendes que son cercanas a Drew?
- ¡Que pesado estás! No me digas que las estás defendiendo, porque voy a enojarme.
- ¿Pueden dejar de pelear? -me meto- ¡Están igual que Drew y Cinthia! Si por lo único que vas a estar con nosotras es para agrandar el problema, mejor te vas.
- Cristal, las estoy defendiendo -nos recuerda, frunciendo el ceño.
- Ah, ¡O sea que sí las defiendes! -Anita vuelve a alegar. 

Fabiola me toma del brazo y me aleja de ellos. Ambas suspiramos, y comenzamos a caminar lejos de la multitud. Todo ésto ha sido para nada. Por un lado, está Drew discutiendo por las razones más estúpidas y encima con una chica territorial. En el otro lado, está Seth, haciendo lo mismo. Nada fue una galería de Arte, vinimos sólo para ser ignoradas y luego víctimas de acusaciones femeninas. 

- Eso ha sido tan dramático que por un momento sentí que estaba en un mundo de tu subconsciente -comenta Fabiola, pasándose una mano por el cabello, frustrada. No puedo evitar reír.
- Ha tenido ciertas partes divertidas -le digo, para hacernos sentir mejor.
- Supongo -se encoge de hombros- Pero demasiado para mi gusto. 

Nos sentamos en una banca que está en la plaza de al lado de donde se celebra la fiesta callejera que no es una galería de Arte, y nos ponemos a conversar de lo que sucedió. Ninguna de las dos esperaba ver algo así entre mi hermano y Seth. Drew jamás me habló de alguna chica que tuviera, y Seth tampoco. Pero bueno, ¿Por qué lo harían? Si no hablamos más que para pelear.

- ¿No te ha hecho sentir nada que te dijeran que eras una hueca? -me pregunta Fabiola, mirándome con atención.
- No -respondo con desinterés- Supongo que estoy acostumbrada. Ni siquiera las conozco, ¿Por qué me afectaría?
- No lo sé, supongo que porque dicen cosas feas sobre ti, cuando no te conocen.
- Me afectaría si fueran una persona que es especial para mí. Por ejemplo, si me lo dijeras tú de una buena forma, así como una crítica constructiva, no me afectaría. Pero si me lo dijeras con odio y desprecio, ahí sí.
- Quisiera desarrollar eso -sincera- Menos mal no me dijeron nada.
- De haberlo hecho, tres personas te habrían defendido. 
- ¿Tres?
- ¡Claro! -le digo, como si fuese lo más obvio del mundo- Yo, Seth y Drew. ¿Acaso piensas que nos quedaríamos de brazos cruzados? -ella hace una mueca- Fabiola, Drew es un imbécil pero sé que te defendería. Seth también lo haría. ¡Ambos nos defendieron! Y para qué hablar de mí, tú sabes que jamás dejaría que te hicieran daño, para luego quedarme de brazos cruzados. 
- Lo sé, tienes razón -sonríe, entendiendo lo que digo, y suelta un gran suspiro. Dirijo mi mirada a cualquier lugar, y cae en un lugar precioso.
- ¡Oh, mira, dientes de león! -exclamo. 

Ambas nos ponemos de pie y nos apuramos a llegar al lugar con las plantas. Exactamente, dos dientes de león están en perfecto estado, grandes, e impecables. Los sacamos, y ambas nos quedamos con uno de ellos.

Me detengo a pensar qué deseo pedir. Siempre pido el mismo, y quizás no debería pedirlo, pero hay algo que en mi vida no me permite tener lo que quiero. Es lo que cualquier persona pediría, o quizás no cualquiera, pero sí muchas.

Deseo ser feliz.


Nada más y nada menos que eso. Cierro los ojos y soplo con todo el aire de mis pulmones. Las semillas de dientes de león no tardan en salir volando, siendo guiadas por el viento hacia un lugar desconocido, y probablemente, no muy lejos.

Cuando abro los ojos, Fabiola está mirándome con dulzura. Sonrío un poco avergonzada, porque no sé cuánto tiempo me he quedado pensando en lo lindo que sería volver a sentir la gran felicidad en mi vida. Porque tantas cosas cambiaron, cuando yo menos me lo esperaba.

- Bien, ustedes dos, ¿Querían irse? ¡Pues vamos! -la voz de Drew se hace resonar con fuerza, rompiendo nuestro silencio espiritual.
- No queremos irnos -responde Fabiola, admirando su diente de león, ahora sin semillas que hacer volar.
- ¿Qué? ¡Pero si hace un rato morían por largarse! -grita Drew, sin poder creerlo- Pero bueno, no importa. Fabiola, ¿Recuerdas lo del helado? -mi amiga asiente- ¿Querrás que te invite a uno?
- Espero que tu novia no se enoje -le dice ella, riendo. Drew no puede evitar sonreír.
- No me importa ella. Me costaste una chica, pero de todos modos no es la gran cosa -vuelve a sonreír, pero de pronto me siento sobrada. ¿Y yo?
- Cristal, tú te vas con Seth.
- ¿A dónde? -pregunto desconcertada.
- A comer helado, estúpida.
- No tengo dinero, subnormal -le hago entrar en memoria, mostrando mis bolsillos- Papá no me ha dado ni para un dulce de los baratos.
- Yo voy a invitarte, Cristal -me dice Seth de repente- Comerás el helado de quieras.
- ¿El que yo quiera? -me pongo a reír- No bromees. Mira que te pediría el helado más caro del mundo, sólo para que te retractes.
- Lo compraría de todos modos -responde. Ruedo los ojos.
- Hermano, si Fabiola me pide uno caro, ¿Me prestas plata? -le pregunta Drew, intentando poner humor que sólo su deficiente cerebro puede crear. Seth comienza a reír.
- ¡Que aprovechado, Drew! -le reprende Fabiola, estallando en risas.
- Era sólo una broma. Tengo dinero suficiente para el helado que quieras -le dirige una amplia sonrisa, y ella se la devuelve- A propósito, ¿Cuándo coño vamos a ir a nadar?
- Uhm, no lo sé. Aún no me dices para poner un día y una hora.
- Tienes razón. Pero eso no me sirve. Ya veré qué hago.

Narra Fabiola

Cuando llegamos a la heladería, en éste caso Sissy's, nos dirigimos a unas mesas de por el fondo, casi igual como cuando vamos Cristal y yo solas. No es el mismo al que solemos ir, es otro, pero como tienen varios locales no hay problema.

Como no es salida de mejores amigas, pido un sabor con ingredientes diferentes. Cristal hace lo mismo, pero antes se asegura de que el suyo no contenga nada de chocolate. Drew y Seth van a la caja a pedir el helado y pagar, mientras que nosotras nos quedamos sentadas, conversando.

Cuando vuelven, Drew me toma del brazo y me lleva hacia otra mesa. No alcanzo ni a reaccionar cuando ya estoy sentada lo bastante lejos de Cristal, que ahora está sentada con Seth frente a ella. Me quedo en silencio, sin entender.

- Voy a hablar con tus padres -suelta Drew, de repente. De pronto creo que he escuchado mal.
- ¿Disculpa? -alzo una ceja.
- Que voy a hablar con tus padres, Fabiola -repite.
- ¿Para qué?
- ¡Para ir a nadar! -exclama animado.
- Eso no es necesario, Drew -le digo- Puedo pedir permiso yo sola.
- Eso es desubicado. Cuando un chico invita a un lugar a una chica, sea para lo que sea, debe plantar cara y pedir permiso por ella. No soy tan imbécil -lleva una cucharada de helado a su boca.
- Es sólo ir a nadar -le recuerdo.
- Para mí no es sólo nadar, Fabiola -dice con admiración- ¡Para mí es nadar!
- ¿Cuál es la diferencia?
- ¿No notas la pronunciación? Nadar, y ¡Nadar! -vuelve a exclamar.
- Bueno, en ese caso, supongo que estaría bien que pidas permiso por mí. Así te conocen y no me llegan de preguntas. Gracias por la intensión -digo, regalando una sonrisa.
- Que bueno que estés de acuerdo. Pero bueno, hay que hablar de algo. Cuéntame de tu vida.
- No hay mucho que decir -sincero.
- Quiero oírlo de todos modos.
- Empieza tú primero -le permito- Para así saber qué cosas decir.
- Bueno -asiente con la cabeza. Se aclara la garganta y se dispone a hablar- Siempre fui un imbécil. Desde pequeño, mi vida se ha basado en molestar a Cristal. Me gustan las Artes desde hace poco, cuando conocí mi verdadero yo. He tenido varias chicas, pero novias sólo una, y fue porque me pilló drogado y supongo que acepté sin que me diera cuenta. Me gusta comer frituras, muchas frituras. Mi primer beso fue a los quince años, porque vamos, era feo y no sabía arreglarme. También me gusta la música, los perros, oh y por supuesto, también me gusta mi tatuaje -se baja un poco el cuello de su playera y me muestra un símbolo de un casete, con alas a su alrededor.
- Vaya -comento- Está increíble.
- ¿Qué me dices de ti?
- Pues, yo nunca fui una imbécil -le cuento, recordando sus palabras- Me gusta dibujar cualquier cosa sin motivo alguno, nunca tengo gran apetito, soy muy callada, además de reservada, y no suelo abrirme con la gente. He tenido tres novios en mi vida. No me gustan los días soleados, porque amo la lluvia. Suelo leer para entretenerme, o veo muchos vídeos en el internet. Jamás me he drogado, sin mencionar que ni siquiera he bebido algo de alcohol a parte de un poco de vino. Soy la menor de mis hermanos, tengo sólo una mejor amiga, y me gusta ver televisión.
- Lindas cosas -comenta Drew.
- Supongo -sonrío- Pero tengo una duda.
- Suelta.
- ¿Por qué estamos apartados? -pregunto, queriendo salir de mis raros pensamientos.
- ¿No es obvio? -alza una ceja- Para conocernos mejor personalmente.
- ¿Y por qué mentiste sobre la galería de Arte?
- Fabiola, soy un hombre, no voy  estar diciéndole a mis padres lo que en realidad hago -responde con cierta burla- Además, yo no estaba enterado de que papá me obligaría a llevar a mi hermana.
- Pero habría sido más fácil hacer algo al respecto, en lugar de llevarnos ahí y meterme en ese lío con tu novia Cinthia.
- He dicho que no es mi novia -frunce un poco el ceño, y yo entrecierro los ojos- De verdad, no lo es. Si tuviera, no lo negaría. Cinthia malinterpreta las cosas.
- Deberías aclararle eso, entonces. No es lindo ilusionar a alguien -le sugiero.
- Créeme, lo he intentado. Pero ya no importa, hemos quedado en nada -se encoge de hombros, como si en realidad le importara muy poco el tema- Es más, ¿Cuál era su nombre?

Sin poder evitarlo, comienzo a reír por la broma que hace. Es lo más tonto del mundo y probablemente lo más usado, pero por alguna razón me ha divertido. Niego con la cabeza, y suelto un suspiro. Drew me mira conforme con mi reacción, y sigue comiendo su helado.

- Me agradas -sincero, con algo de dificultad. De hace tiempo he estado practicando el decirle a la gente lo que realmente siento con ellas- No sé, no me caes pesado.
- Me gusta saber eso -sonríe- Nunca me llevé bien con alguna de las amigas de Cristal.
- Lo sé, ella ya me lo dijo -le cuento a sabiendas de todo- Algo tarde me lo dices.

De pronto, siento que Drew comienza a mirar fijamente mis muñecas. Mi primera reacción, es tomar el helado con mis manos, impidiendo que él pueda seguir teniendo una despejada vista. Sube mi mirada hacia mí, y de inmediato noto que está confundido. Me quedo en silencio, rogando al cielo que no haga ni diga preguntas incómodas.

- ¿Pasa algo? -me pregunta Drew, en un intento de aligerar el ambiente.
- Para nada -muestro una sonrisa forzada- ¿Tú estás bien?
- ¿Yo? -alza una ceja, ahora más confundido que antes.
- Sí, pareces algo ido -digo, como si no entendiera por qué. Lo que en realidad quiero, es que se le olvide lo que pudo ver, e incluso lograr que piense que vio mal.
- No, es que... -se aclara la garganta- No importa.

Sonríe, y yo hago una mueca divertida. Ahora sólo espero que lo que intenté haya funcionado, y que nunca jamás vuelva a poner tanta atención en mí. Pero supongo que fue un descuido de mi parte. ¿Será que ya ha visto más y yo ni me he enterado?

♥♥♥

¡Bueeeenas! En este momento me cago porque tuve que comprar una bolsa de internet para el celular para así entersrme de algo de mi año escolar -mi madre me obligó- y vusndo entro al blog a chequear me entero de que el mugroso capítulo ni se publicó. Me ha entrado un coraje pero bueno, mil disculpas, la verdad no sé qué pasó, pero para la próxima dejo el blog encargado -mejor amiga silees esto que sepas que serás tú la encargada aunque no quieras, sí Díaz te hablo a ti-. Bueno las adoro  un montón, el viernes compraré otra bolsa móvil para ver si el capítulo se publica. Muuuchas gracias a las que me dieron buenos deseos, son preciosas de verdad. Buenas noches, no olviden comentar, beditooooos.

1 de marzo de 2015

Capítulo dieciocho - Fresa con Chocolate.



Me encuentro subiendo al auto de Seth. Creí que iba a ser fácil agradecerle por su ayuda en mi trabajo de Artes, pero cuando lo tuve en frente no pude hacer más que quedarme callada. Toda mí familia estaba presente, ¿Cómo se suponía que iba a llevar a cabo lo que quería?

Me acomodo en los asientos traseros, pegada a la ventana, mientras Drew bufa, abrochándose el cinturón de seguridad. Comienza a maldecir, y Seth lo escucha plácidamente. Enciende el auto y segundos después estamos en movimiento, directo a casa de mí mejor amiga.

- No sé por qué demonios papá me ha obligado a traer a la bestia -se queja, por milésima vez en lo que lleva de tarde- ¡Se empeña en hacer mi vida miserable!
- Suenas a Cristal -comenta Seth, haciendo una mueca.
- Sí, ¡Pero es lo que ella provoca! -exclama exaltado- No me molesta que llevemos a Fabiola. Ella es agradable y simpática, pero ésta otra es todo un pejelagarto.
- ¡No soy un pejelagarto! -me defiendo molesta.
- ¡Lo eres! -insiste, dándose la vuelta para encararme- No sabes las ganas que tengo de darte con la pala en la cabeza para que entiendas lo mucho que me molestas.
- ¡Lástima que no puedes!
- Puedo, pero no debo -me mira amenazante.
- Hombre, ya dejen de discutir los dos -nos interrumpe Seth- Nos la vamos a pasar bien.
- ¿Cómo vamos a pasarla bien? -le pregunta Drew- Cristal va a aburrirse en cuanto lleguemos. Fabiola puede que se aburra también.
- Fabiola no va a aburrirse porque le gustan los dibujos y cuadros, pero yo sí me voy a aburrir -le dejo en claro- Y te haré llorar del enojo sólo para que no lo disfrutes.
- Cristal, por favor -me habla Seth- No hagas eso.
- ¡Pero él me llamó pejelagarto, Seth! -le explico gritando- ¡Estoy cansada de todas sus quejas! ¡Ni siquiera quería venir, fue papá el que me obligó!

Me cruzo de brazos y me lanzo contra el respaldo del asiento, más molesta de lo que ya estaba por los comentarios de mi tonto hermano. ¡Jamás pedí esto! Podría estar en casa mirando una película dramática, pero no. Todo ésto lo hago nada más para que mi papá me permita ir a la pijamada. Esa fue su condición. 

- ¿No querías venir? -me pregunta él.
- Claro que no -respondo un poco cortante- Vine sólo para que me deje ir a la pijamada.
- No sé por qué mierdas tienes tanto interés en ir a la puta pijamada, joder -Drew vuelve a alegar- Si quieres tirarte a un tipo llámalo o sal con él, pero no intentes ponerte como una loca desesperada fingiendo que lo único que te importa es la estúpida junta con tus huecas amigas. Papá se lo traga, pero yo no.
- ¿Vas a ir sólo para tirarte tipos? -cuestiona Seth, mirándome, frunciendo el ceño.
- ¡Claro que no! -dejo en claro- ¡No voy a ir a eso!
- Sí, seguro -murmura mi hermano con sarcasmo.
- El hecho de que ustedes dos sean prostitutos, no quiere decir que yo lo sea también.
- No he dicho que eres una prostituta -aclara Seth.
- ¡Pero lo pensaste! -lo apunto con el dedo- ¡Noté la forma en que me miraste!
- Solamente me llamó la atención, Cristal -se excusa- No he pensado eso de ti.

Los minutos siguen pasando y Drew continúa discutiendo conmigo. Por una vez en mi vida yo no he empezado, y él se encarga de tirar todo en mi contra por algo que papá decidió. No lo entiende por más que se lo diga. ¡Es un retrasado!

Cuando llegamos a casa de Fabiola, ella aún no se percata. La llamo a su celular, y me dice que de inmediato saldrá, pero que esperáramos unos minutos, que no estaba lista. Al parecer, tuvo que ayudar a su madre a hacer unas cosas, por lo que no pudo cambiarse de ropa a tiempo.

- Oh, miren, ahí viene Fabiola -nos avisa Drew.

Se pasa una de sus manos por el cabello, como tratando de hacerse un peinado atractivo, intento fallido porque queda igual. Eso en particular me llama la atención. ¿Drew, mi hermano neardental, arreglándose para Fabiola? ¿¡Qué está pasando aquí!?

- Voy a ir a recibirla -vuelve a avisar, y sin esperar a que alguien responda, sale por la puerta.

El interior del vehículo queda en silencio, y de pronto siento que es la oportunidad perfecta para decir unas sabias palabras, por lo que decido dejar pospuesto el tema de Drew y su repentino interés en Fabiola, para centrarme en mis cosas.

- Me he sacado un destacado en el trabajo de Artes -le cuento.

Él levanta su mirada por el espejo retrovisor. Me analiza con cuidado y me encojo de hombros. Sin embargo, sonríe de lado y asiente con la cabeza. Me acomodo en el asiento porque de ponto me siento algo incómoda. Suelto un suspiro. ¿Y eso que ha hecho qué significa?

- Me alegro de eso, Cristal -dice, evidentemente satisfecho- Te quedó bastante bien.
- Deja la modestia de lado, quieres -ruedo los ojos- Tú me ayudaste. Yo ni siquiera tenía idea de lo que iba a dibujar. Si no hubieras llegado me habría inventado algo y seguro me hubiese quedado fatal.
- Ganaste un concurso de Artes cuando eras pequeña -me recuerda, y sólo con eso ya me dan náuseas.
- No lo gané, sólo saqué el tercer lugar -dejo en claro- ¿Tenías que recordarlo? Yo sólo quería darte las gracias por tu ayuda.
- ¿Qué tiene que sea el tercer lugar?
- No es eso el problema, es sólo que si gano algo alguna vez, me gustaría que fuese por algo que me gusta -digo, tratando de mantener paciencia- No por algo que ni quería.
- ¿Fuiste obligada?
- No, solamente fui porque me gustó la idea. Era una niña, todo me parecía divertido. No sé cómo pude ganar un lugar. Hice una horrible casa, con unas montañas y un río. Me aburría pintar el pasto uno por uno, y tuvieron que ayudarme para ello. Eso ya es mediocridad.
- Tenías siete años.
- No lo cambia. Otra persona que realmente lo quería, pudo ser feliz con ese premio.
- ¿No fuiste feliz al recibirlo?
- No lo sé. Me dieron una medalla y no recuerdo bien cómo fue. Pero lo que sí recuerdo es que cuando mi clase se enteró, todos comenzaron a aplaudirme -le cuento con indiferencia.
- Debió de ser un increíble momento -comenta.
- Debió serlo -concuerdo con sus palabras, mirando por la ventana- Pero no para mí. Pero, Dios, ¿Qué hago contándote mis cosas? Ya te he dicho gracias. Eso era todo.

Dicho eso, Fabiola abre la puerta, sentándose a mi lado. Cierra delicadamente, se gira hacia mí y me besa en la mejilla. Le doy una sonrisa emocionada.

- ¡Que bueno que viniste! -chillé.
- Sí, menos mal. Creí que no iban a dejarme -dice, mientras saca una liga para hacerse una coleta. Suspira y cierra los ojos- Hace mucha calor. No me gusta.
- A mí me agrada, hay sol -sonrío satisfecha.
- A mí no.

En el camino restante, todos permanecemos en silencio. Drew aún parece un poco enojado. Fabiola, por otro lado, luce cansada. Seth está concentrado manejando, y yo, en cambio, no hago más que mirar por la ventana y pensar en lo lindo que está el día. ¡Me encanta! No sé por qué todos lucen tan amargados con tal increíble clima. ¿Quién los entiende?

- ¿Qué haremos luego de la galería? -pregunto de repente.
- Cristal, por el amor al puto Dios, cállate -me ordena Drew. Lo miro ofendida.
- No tienes por qué  hablarme así -me llevo una mano al pecho.
- ¡Joder, que te calles! -me vuelve a ordenar.
- ¿Por qué está tan enojado? -me pregunta Fabiola, incorporándose, atenta a la escena.
- Porque no quería tener ni una molestia en su paseo -le explico.
- Oh -farfulla- Lo lamento, debieron decirme si no querían que yo viniera. Puedo volver a casa.
- No es eso, Fabiola -le dice Drew- Lo que pasa es que, simplemente yo y Cristal no podemos llevarnos bien en ningún lugar.

Mi amiga asiente con la cabeza algo confundida. La miro de manera en que sepa que todo está bien, que ella no tiene nada que ver. Por suerte lo entiende, y sonríe.

Cuando llegamos a la galería, me doy cuenta de que hay mucha gente, la mayoría personas jóvenes como de la edad de Drew y Seth, o quizás un poco más mayores. Chicos y chicas con cabellos de distintos colores, con ropa llena de pintura o diseños extraños, caras y cuerpos con dibujos, etcétera.

Fabiola se agarra de mi brazo para no perderse, y yo hago lo mismo. ¡Uno nunca sabe! Podrían haber secuestradores en busca de chicas guapas, señoritas y jóvenes como nosotras. Hay que ser precavidas de cualquier cosa o lugar sospechoso. Tal parece que la galería es totalmente callejera, no está en un lugar cerrado y las pinturas están hechas por personas de las que jamás oí en mi vida. ¿A ésto se refería Drew al llamarlos "Los artistas más prestigiados del mundo"?

- ¡Chicos, llegaron! -exclama alguien cerca de nosotras.

Miramos hacia Drew y Seth. Ambos sonríen tan contentos que me llama la atención. Un chico con rastas hasta un poco más abajo de los hombros les abraza, dándoles fuertes palmadas en la espalda. Parece que estamos pintadas a un lado, porque nadie nos presenta y el tipo desconocido ni se percata de nuestra presencia.

- ¡Amigos, Seth y Drew ya llegaron! -grita el de rastas, y de un momento a otro un montón de personas se les viene encima.

Entre ellos hay chicas, chicos, todos de aparentemente la misma edad. Seguramente compañeros de la universidad, supongo. Drew, antes de estudiar, me aseguró que sería popular, y al parecer era cierto. Parecen ser el alma de la fiesta.

Frunzo el ceño cuando noto que una chica con aires de superioridad física se le acerca a Drew, coqueteando. No me esfuerzo para notarlo, porque con la mirada exagerada que le dirige ya se sabe todo. Él la toma por la cintura, acercándola a él. Seth, por su lado, tiene una chica entre sus brazos y la está besando. Hago una mueca de horror. Que asco, y que fácil la chica.

Cuando dejan de besarse, Seth dirige mi mirada hacia mí sin previo aviso. Me espanto, y miro para otro lado. No pienso dejar que él crea que he estado observando su escena asquerosa. Bueno, lo he hecho, pero no sólo la de él, sino que la de Drew también.

- No sé por qué vinimos -comenta Fabiola, algo incómoda.
- Recuerda, para ir a la pijamada -le digo yo- Lamento haberte pedido que vinieras. Debí pasar por esto sola.
- Yo me alegro de que vinieras, no habría querido que estuvieras toda sola en esto -sonríe delicadamente- ¿Ya viste eso? No sabía que Drew fuera así. Tampoco Seth.
- Yo tampoco. O bueno, sí. Lo dijeron en algunas ocasiones, y siempre tuve un presentimiento.
- Hola, linda -un tipo le habla a Fabiola por su lado derecho, tocándole el hombro. Ella da un salto y sus ojos muestran inseguridad.
- ¿Admirando nuestras pinturas? -otra voz, pero ahora por mí lado izquierdo.

Siento que me agarra por la cintura y me pega a su cuerpo. Como primera reacción lo empujo lejos de mí con toda la fuerza humana que puedo tener. Mi pulso se acelera y siento pánico. ¿Quiénes son?

- ¡No me toques! -ordeno con autoridad, mirándolo con odio. Alejo a Fabiola del otro chico que seguro puede estar acosándola, y como si fuera poco, ambos tienen un porro en la boca.
- Que agresivas -comenta uno- No tienen nada que temer. Estos lugares son para ser liberales y exponerse al arte y al mundo.
- No me interesa tu arte ni tu mundo, puedes irte -respondo, queriendo ponerle fin a la conversación que yo no pedí- Fabiola, debemos irnos a cualquier lugar, pero no podemos quedarnos aquí.

La tomo de la mano y con mi cabeza alta camino hacia mi hermano, que está aún con la chica y rodeado de las otras personas. Le hablo pero no me escucha. Vuelvo a hacerlo, y ésta vez le tiro del cabello para que reaccione.

- ¿Qué demonios? -pregunta desconcertado.
- Estoy aquí con mí mejor amiga, idiota. ¿Lo olvidaste? -me cruzo de brazos- Nos dejas tiradas con gente que ni conocemos, siendo que deberías cuidarnos.
- ¿Quién es esa? -le pregunta la chica, mirándome con desagrado.
- Mi hermana -le responde, rodando los ojos.
- ¡Se nos acercaron unos idiotas con porros! Drew, no quiero estar aquí -sigo hablándole- Queremos irnos a otro lado. ¡Le dijiste a papá que era una galería!
- Ésta es la galería -me explica él.
- Está muy lejos de llegar a serlo. No me siento cómoda aquí.
- Intenta sentirte bien, entonces. ¡Únanse a nosotros! -sugiere molesto.
- Ni siquiera nos presentaste -le recuerdo- Un idiota se acercó a Fabiola y comenzó a acosarla, creo. ¿Cómo quieres que esté tranquila? No estoy acostumbrada a lugares de estos.
- No voy a tragarme eso -se pone a reír- Déjame adivinar, también se acercó alguien a ti y te quiso violar, ¿Verdad? No me jodas.
- ¡Drew, te lo juro! -chillo- Tienes que hacer algo.
- Drew, está diciendo la verdad -se une Fabiola tras de mí- Sólo diles que estamos haciéndote compañía, y que no nos tomen en cuenta.
- ¿Es decir que en serio alguien te acosó?
- No, mejor dicho te diré que no estamos acostumbradas a socializar de ésta manera -se explica mi amiga- Ellos son muy aventados y creen que somos como ellos. No soy tan así.
- ¿Las conoces, tío? -la misma voz del tipo que se había acercado a Fabiola se hace presente. Veo la forma en que la abraza por la cintura y la hace chocar contra su cuerpo.
- Eh, hombre, aparta tus manos de ahí -ordena Drew.

Suelta bruscamente a la chica que tenía abrazada. Agarra a Fabiola por el brazo y la acerca hacia sí. Maldito traidor, ni a mí me defendió y se pone así ahora. Ésto huele a algo raro. No me molesta, ¿Pero por qué tanto instinto protector hacia Fabiola?

- Lo siento, hermano -se disculpa el tipo, alzando los brazos en modo de disculpa- No sabía que era tu chica. Toda tuya.
- Drew, ¿Es tu chica? -le pregunta la que segundos antes estaba con él- ¡Si estás conmigo, maldito hijo de puta!
- Cinthia, no es lo que piensas. Y yo no estoy contigo -le aclara Drew- Te dije desde el primer momento que no era algo serio. Pero vamos, que ese no es el problema ahora.
- ¿Realmente ella es tu hermana? -le hace otra pregunta, apuntándome con su dedo. Se cruza de brazos y me impresiono cuando parece que su top va a estallar por sus pechugas.
- Sí, es mi hermana. ¿Por qué?
- Tiene pinta de hueca -se pone a reír- ¿No ves cómo habla? -se gira hacia mí, mirándome con asco y disgusto- ¿Qué haces en estos lugares? Tú no perteneces aquí, cariño. Huecas no queremos. Vete a un concurso de pendejas creídas, que estarías mejor.
- Cinthia, no la agarres con ella -se mete Drew- Déjala.
- ¿La estás defendiendo? -le pregunta ofendida.
- ¡Sí! Es mi hermana. Aléjate de ella -la aparta de mí- Está acompañándome, es de mí familia y si te molesta cómo es simplemente lárgate.

Las palabras de mi hermano me dejan tan aturdida que abro un poco la boca, sin poder creerlo. Ni siquiera me apresuro a devolver algún insulto a la tal Cinthia, porque creo que jamás Drew me había protegido y actuado como un hermano mayor. ¿Estoy alucinando?

- ¿Estás cortándome? -abre los ojos como platos.
- Supongo -Drew se encoge de hombros.
- ¿Es por ésa otra de ahí, cierto? -mete a Fabiola- ¡Por eso la protegiste de Warren!
- Más respeto hacia ella, por favor -le pido, frunciendo el ceño.
- Tú no te metas.
- Drew, ¿Ya van a acabar de discutir? -pregunta Fabiola, ya algo incómoda- Cristal y yo sólo queremos estar tranquilas.
- Fabi, mira, nos iremos pronto -Drew la toma por los hombros, mirándola a los ojos, frente a frente- No estamos en una galería de Arte. Todo ésto es sólo una junta que hacemos los viernes. Algo como una fiesta callejera, pero mira, si te esperas un momento luego te invito a un helado.
- ¿La vas a invitar a un helado? -se vuelve a meter la tonta de Cinthia- ¡A mí jamás me invistas a uno, bastardo de mierda!

La pobre y enamorada Cinthia comienza a insultarle con palabras que incluso desconozco, mientras sigue sacando en cara que Drew la engaña con Fabiola, y así sucesivamente. Fabiola está tan incómoda que termina pegándose a mí, y los dos quedan solos, gritándose de la relación que tienen, que al parecer no es una relación.

♥♥♥

¡Heeeeya! Porque ustedes se lo han ganado, por ser tan buenas lectoras, acá está el capítulo del día Domingo, y obviamente les daré el aviso que les dije, que también es importante.
Mañana a medio día, me voy de viaje por toda una semana. No estaré en redes sociales, ni en el blog por todo ese lapso de tiempo. Sin embargo, no se quedarán sin capítulos porque serán subidos automáticamente el día Martes y el día Viernes.
Cuando yo llegue a casa el próximo domingo, iré a clases el lunes de inmediato, porque sí, las vacaciones acaban. No sé si se me hará pesado el año, porque es un instituto nuevo y encima estudiaré una carrera, pero daré lo mejor de mí para poder terminar de escribir mí historia, y subirles más veces a la semana. 
La cosa es, que no voy a dejarlas, que me esforzaré porque quiero que éste sea mi año. No daré pausas, no me tomaré tiempos, el blog seguirá tal y como está, con actualizaciones y buenos deseos. Estoy decidida, y además, se lo merecen. Al volver posiblemente haga la maratón que les dije, ¿Les parece? Porque sí va a ir. Espero poder hacerla esos días. ¡Tengan linda semana! En mi ausencia no olviden comentar y votar en reacciones. Llegaré ansiosa por leer sus palabras. ¡Desearme suerte! ¡Muah!