3 de marzo de 2015

Capítulo diecinueve - Fresa con Chocolate.



Ambas miramos al rededor,donde parece que nadie se ha enterado de na discusión de Drew con su chica no chica. Bueno, eso, o están tan acostumbrados que ya es como si ni se esforzaran por hacer algo al respecto. ¡No me sorprendería! Aunque debo de admitir que Cinthia me hace tener un poco de compasión por ella. Nada más está muy enganchada a mi hermano, y no sabe cómo actuar.

- ¿Qué está pasando? -pregunta Seth, sacándome de mi nube, mientras se acerca a nosotras junto con la chica a la que besaba hace un rato.
- Queríamos llegar a un acuerdo con Drew sobre irnos de aquí -le explica Fabiola-, o hacer algo al respecto para que nos sintiéramos cómodoldio todo se volvió un lío y quedó en nada.
- Ésto nunca en la vida fue una galería de Arte, al parecer -suelto con desagrado- Acompañaste la mentira de mi hermano.
- Yo jamás dije que estábamos en una galería de Arte -se excusa, frunciendo el ceño.

La chica que está con él comienza a pasar su lengua por su cuello como una vaca babosa. Miro a Fabiola estupefacta, y ella tiene los ojos tan abiertos que, unos segundos después, cuando notamos que la chica aún no se detiene, se vuelve un poco molesto. ¡Que asco!

- Ah, Anita, basta -se queja Seth, poniendo su mano en la frente de ella y alejándola un poco- Te he dicho que odio que hagas eso. Sobretodo en público -Anita hace caso omiso a las palabras de Seth, parece que ni siquiera lo ha escuchado- ¡Te he dicho que basta!
- Que aguafiestas eres -se queja Anita- ¿Es por ellas?
- No, solamente es porque te he dicho más de diez veces en el día que no me chupetees como si fuese un dulce de mierda. Tengo el cuello todo pegoteado por tu saliva.
- Como sea, ¿Quiénes son? -le pregunta, mirándonos con desprecio.
- Ella es Fabiola -la indica con la mano- y ella -me apunta a mí- es Cristal, hermana de Drew. Son mejores amigas entre ellas.
- Sí, bueno, no parece -expresa con indiferencia.
- Explícate -exijo, alerta a lo que dijo.
- Bueno, es obvio, ¿No crees? Fabiola luce como una chica normal, bueno, no como yo o las chicas aquí, pero normal -sonríe- Pero tú pareces una hueca creída. Hasta tu postura y tu mirada es hueca.
- No la insultes -ordena Seth- ¿Por qué lo haces? ¿No entiendes que son cercanas a Drew?
- ¡Que pesado estás! No me digas que las estás defendiendo, porque voy a enojarme.
- ¿Pueden dejar de pelear? -me meto- ¡Están igual que Drew y Cinthia! Si por lo único que vas a estar con nosotras es para agrandar el problema, mejor te vas.
- Cristal, las estoy defendiendo -nos recuerda, frunciendo el ceño.
- Ah, ¡O sea que sí las defiendes! -Anita vuelve a alegar. 

Fabiola me toma del brazo y me aleja de ellos. Ambas suspiramos, y comenzamos a caminar lejos de la multitud. Todo ésto ha sido para nada. Por un lado, está Drew discutiendo por las razones más estúpidas y encima con una chica territorial. En el otro lado, está Seth, haciendo lo mismo. Nada fue una galería de Arte, vinimos sólo para ser ignoradas y luego víctimas de acusaciones femeninas. 

- Eso ha sido tan dramático que por un momento sentí que estaba en un mundo de tu subconsciente -comenta Fabiola, pasándose una mano por el cabello, frustrada. No puedo evitar reír.
- Ha tenido ciertas partes divertidas -le digo, para hacernos sentir mejor.
- Supongo -se encoge de hombros- Pero demasiado para mi gusto. 

Nos sentamos en una banca que está en la plaza de al lado de donde se celebra la fiesta callejera que no es una galería de Arte, y nos ponemos a conversar de lo que sucedió. Ninguna de las dos esperaba ver algo así entre mi hermano y Seth. Drew jamás me habló de alguna chica que tuviera, y Seth tampoco. Pero bueno, ¿Por qué lo harían? Si no hablamos más que para pelear.

- ¿No te ha hecho sentir nada que te dijeran que eras una hueca? -me pregunta Fabiola, mirándome con atención.
- No -respondo con desinterés- Supongo que estoy acostumbrada. Ni siquiera las conozco, ¿Por qué me afectaría?
- No lo sé, supongo que porque dicen cosas feas sobre ti, cuando no te conocen.
- Me afectaría si fueran una persona que es especial para mí. Por ejemplo, si me lo dijeras tú de una buena forma, así como una crítica constructiva, no me afectaría. Pero si me lo dijeras con odio y desprecio, ahí sí.
- Quisiera desarrollar eso -sincera- Menos mal no me dijeron nada.
- De haberlo hecho, tres personas te habrían defendido. 
- ¿Tres?
- ¡Claro! -le digo, como si fuese lo más obvio del mundo- Yo, Seth y Drew. ¿Acaso piensas que nos quedaríamos de brazos cruzados? -ella hace una mueca- Fabiola, Drew es un imbécil pero sé que te defendería. Seth también lo haría. ¡Ambos nos defendieron! Y para qué hablar de mí, tú sabes que jamás dejaría que te hicieran daño, para luego quedarme de brazos cruzados. 
- Lo sé, tienes razón -sonríe, entendiendo lo que digo, y suelta un gran suspiro. Dirijo mi mirada a cualquier lugar, y cae en un lugar precioso.
- ¡Oh, mira, dientes de león! -exclamo. 

Ambas nos ponemos de pie y nos apuramos a llegar al lugar con las plantas. Exactamente, dos dientes de león están en perfecto estado, grandes, e impecables. Los sacamos, y ambas nos quedamos con uno de ellos.

Me detengo a pensar qué deseo pedir. Siempre pido el mismo, y quizás no debería pedirlo, pero hay algo que en mi vida no me permite tener lo que quiero. Es lo que cualquier persona pediría, o quizás no cualquiera, pero sí muchas.

Deseo ser feliz.


Nada más y nada menos que eso. Cierro los ojos y soplo con todo el aire de mis pulmones. Las semillas de dientes de león no tardan en salir volando, siendo guiadas por el viento hacia un lugar desconocido, y probablemente, no muy lejos.

Cuando abro los ojos, Fabiola está mirándome con dulzura. Sonrío un poco avergonzada, porque no sé cuánto tiempo me he quedado pensando en lo lindo que sería volver a sentir la gran felicidad en mi vida. Porque tantas cosas cambiaron, cuando yo menos me lo esperaba.

- Bien, ustedes dos, ¿Querían irse? ¡Pues vamos! -la voz de Drew se hace resonar con fuerza, rompiendo nuestro silencio espiritual.
- No queremos irnos -responde Fabiola, admirando su diente de león, ahora sin semillas que hacer volar.
- ¿Qué? ¡Pero si hace un rato morían por largarse! -grita Drew, sin poder creerlo- Pero bueno, no importa. Fabiola, ¿Recuerdas lo del helado? -mi amiga asiente- ¿Querrás que te invite a uno?
- Espero que tu novia no se enoje -le dice ella, riendo. Drew no puede evitar sonreír.
- No me importa ella. Me costaste una chica, pero de todos modos no es la gran cosa -vuelve a sonreír, pero de pronto me siento sobrada. ¿Y yo?
- Cristal, tú te vas con Seth.
- ¿A dónde? -pregunto desconcertada.
- A comer helado, estúpida.
- No tengo dinero, subnormal -le hago entrar en memoria, mostrando mis bolsillos- Papá no me ha dado ni para un dulce de los baratos.
- Yo voy a invitarte, Cristal -me dice Seth de repente- Comerás el helado de quieras.
- ¿El que yo quiera? -me pongo a reír- No bromees. Mira que te pediría el helado más caro del mundo, sólo para que te retractes.
- Lo compraría de todos modos -responde. Ruedo los ojos.
- Hermano, si Fabiola me pide uno caro, ¿Me prestas plata? -le pregunta Drew, intentando poner humor que sólo su deficiente cerebro puede crear. Seth comienza a reír.
- ¡Que aprovechado, Drew! -le reprende Fabiola, estallando en risas.
- Era sólo una broma. Tengo dinero suficiente para el helado que quieras -le dirige una amplia sonrisa, y ella se la devuelve- A propósito, ¿Cuándo coño vamos a ir a nadar?
- Uhm, no lo sé. Aún no me dices para poner un día y una hora.
- Tienes razón. Pero eso no me sirve. Ya veré qué hago.

Narra Fabiola

Cuando llegamos a la heladería, en éste caso Sissy's, nos dirigimos a unas mesas de por el fondo, casi igual como cuando vamos Cristal y yo solas. No es el mismo al que solemos ir, es otro, pero como tienen varios locales no hay problema.

Como no es salida de mejores amigas, pido un sabor con ingredientes diferentes. Cristal hace lo mismo, pero antes se asegura de que el suyo no contenga nada de chocolate. Drew y Seth van a la caja a pedir el helado y pagar, mientras que nosotras nos quedamos sentadas, conversando.

Cuando vuelven, Drew me toma del brazo y me lleva hacia otra mesa. No alcanzo ni a reaccionar cuando ya estoy sentada lo bastante lejos de Cristal, que ahora está sentada con Seth frente a ella. Me quedo en silencio, sin entender.

- Voy a hablar con tus padres -suelta Drew, de repente. De pronto creo que he escuchado mal.
- ¿Disculpa? -alzo una ceja.
- Que voy a hablar con tus padres, Fabiola -repite.
- ¿Para qué?
- ¡Para ir a nadar! -exclama animado.
- Eso no es necesario, Drew -le digo- Puedo pedir permiso yo sola.
- Eso es desubicado. Cuando un chico invita a un lugar a una chica, sea para lo que sea, debe plantar cara y pedir permiso por ella. No soy tan imbécil -lleva una cucharada de helado a su boca.
- Es sólo ir a nadar -le recuerdo.
- Para mí no es sólo nadar, Fabiola -dice con admiración- ¡Para mí es nadar!
- ¿Cuál es la diferencia?
- ¿No notas la pronunciación? Nadar, y ¡Nadar! -vuelve a exclamar.
- Bueno, en ese caso, supongo que estaría bien que pidas permiso por mí. Así te conocen y no me llegan de preguntas. Gracias por la intensión -digo, regalando una sonrisa.
- Que bueno que estés de acuerdo. Pero bueno, hay que hablar de algo. Cuéntame de tu vida.
- No hay mucho que decir -sincero.
- Quiero oírlo de todos modos.
- Empieza tú primero -le permito- Para así saber qué cosas decir.
- Bueno -asiente con la cabeza. Se aclara la garganta y se dispone a hablar- Siempre fui un imbécil. Desde pequeño, mi vida se ha basado en molestar a Cristal. Me gustan las Artes desde hace poco, cuando conocí mi verdadero yo. He tenido varias chicas, pero novias sólo una, y fue porque me pilló drogado y supongo que acepté sin que me diera cuenta. Me gusta comer frituras, muchas frituras. Mi primer beso fue a los quince años, porque vamos, era feo y no sabía arreglarme. También me gusta la música, los perros, oh y por supuesto, también me gusta mi tatuaje -se baja un poco el cuello de su playera y me muestra un símbolo de un casete, con alas a su alrededor.
- Vaya -comento- Está increíble.
- ¿Qué me dices de ti?
- Pues, yo nunca fui una imbécil -le cuento, recordando sus palabras- Me gusta dibujar cualquier cosa sin motivo alguno, nunca tengo gran apetito, soy muy callada, además de reservada, y no suelo abrirme con la gente. He tenido tres novios en mi vida. No me gustan los días soleados, porque amo la lluvia. Suelo leer para entretenerme, o veo muchos vídeos en el internet. Jamás me he drogado, sin mencionar que ni siquiera he bebido algo de alcohol a parte de un poco de vino. Soy la menor de mis hermanos, tengo sólo una mejor amiga, y me gusta ver televisión.
- Lindas cosas -comenta Drew.
- Supongo -sonrío- Pero tengo una duda.
- Suelta.
- ¿Por qué estamos apartados? -pregunto, queriendo salir de mis raros pensamientos.
- ¿No es obvio? -alza una ceja- Para conocernos mejor personalmente.
- ¿Y por qué mentiste sobre la galería de Arte?
- Fabiola, soy un hombre, no voy  estar diciéndole a mis padres lo que en realidad hago -responde con cierta burla- Además, yo no estaba enterado de que papá me obligaría a llevar a mi hermana.
- Pero habría sido más fácil hacer algo al respecto, en lugar de llevarnos ahí y meterme en ese lío con tu novia Cinthia.
- He dicho que no es mi novia -frunce un poco el ceño, y yo entrecierro los ojos- De verdad, no lo es. Si tuviera, no lo negaría. Cinthia malinterpreta las cosas.
- Deberías aclararle eso, entonces. No es lindo ilusionar a alguien -le sugiero.
- Créeme, lo he intentado. Pero ya no importa, hemos quedado en nada -se encoge de hombros, como si en realidad le importara muy poco el tema- Es más, ¿Cuál era su nombre?

Sin poder evitarlo, comienzo a reír por la broma que hace. Es lo más tonto del mundo y probablemente lo más usado, pero por alguna razón me ha divertido. Niego con la cabeza, y suelto un suspiro. Drew me mira conforme con mi reacción, y sigue comiendo su helado.

- Me agradas -sincero, con algo de dificultad. De hace tiempo he estado practicando el decirle a la gente lo que realmente siento con ellas- No sé, no me caes pesado.
- Me gusta saber eso -sonríe- Nunca me llevé bien con alguna de las amigas de Cristal.
- Lo sé, ella ya me lo dijo -le cuento a sabiendas de todo- Algo tarde me lo dices.

De pronto, siento que Drew comienza a mirar fijamente mis muñecas. Mi primera reacción, es tomar el helado con mis manos, impidiendo que él pueda seguir teniendo una despejada vista. Sube mi mirada hacia mí, y de inmediato noto que está confundido. Me quedo en silencio, rogando al cielo que no haga ni diga preguntas incómodas.

- ¿Pasa algo? -me pregunta Drew, en un intento de aligerar el ambiente.
- Para nada -muestro una sonrisa forzada- ¿Tú estás bien?
- ¿Yo? -alza una ceja, ahora más confundido que antes.
- Sí, pareces algo ido -digo, como si no entendiera por qué. Lo que en realidad quiero, es que se le olvide lo que pudo ver, e incluso lograr que piense que vio mal.
- No, es que... -se aclara la garganta- No importa.

Sonríe, y yo hago una mueca divertida. Ahora sólo espero que lo que intenté haya funcionado, y que nunca jamás vuelva a poner tanta atención en mí. Pero supongo que fue un descuido de mi parte. ¿Será que ya ha visto más y yo ni me he enterado?

♥♥♥

¡Bueeeenas! En este momento me cago porque tuve que comprar una bolsa de internet para el celular para así entersrme de algo de mi año escolar -mi madre me obligó- y vusndo entro al blog a chequear me entero de que el mugroso capítulo ni se publicó. Me ha entrado un coraje pero bueno, mil disculpas, la verdad no sé qué pasó, pero para la próxima dejo el blog encargado -mejor amiga silees esto que sepas que serás tú la encargada aunque no quieras, sí Díaz te hablo a ti-. Bueno las adoro  un montón, el viernes compraré otra bolsa móvil para ver si el capítulo se publica. Muuuchas gracias a las que me dieron buenos deseos, son preciosas de verdad. Buenas noches, no olviden comentar, beditooooos.

1 de marzo de 2015

Capítulo dieciocho - Fresa con Chocolate.



Me encuentro subiendo al auto de Seth. Creí que iba a ser fácil agradecerle por su ayuda en mi trabajo de Artes, pero cuando lo tuve en frente no pude hacer más que quedarme callada. Toda mí familia estaba presente, ¿Cómo se suponía que iba a llevar a cabo lo que quería?

Me acomodo en los asientos traseros, pegada a la ventana, mientras Drew bufa, abrochándose el cinturón de seguridad. Comienza a maldecir, y Seth lo escucha plácidamente. Enciende el auto y segundos después estamos en movimiento, directo a casa de mí mejor amiga.

- No sé por qué demonios papá me ha obligado a traer a la bestia -se queja, por milésima vez en lo que lleva de tarde- ¡Se empeña en hacer mi vida miserable!
- Suenas a Cristal -comenta Seth, haciendo una mueca.
- Sí, ¡Pero es lo que ella provoca! -exclama exaltado- No me molesta que llevemos a Fabiola. Ella es agradable y simpática, pero ésta otra es todo un pejelagarto.
- ¡No soy un pejelagarto! -me defiendo molesta.
- ¡Lo eres! -insiste, dándose la vuelta para encararme- No sabes las ganas que tengo de darte con la pala en la cabeza para que entiendas lo mucho que me molestas.
- ¡Lástima que no puedes!
- Puedo, pero no debo -me mira amenazante.
- Hombre, ya dejen de discutir los dos -nos interrumpe Seth- Nos la vamos a pasar bien.
- ¿Cómo vamos a pasarla bien? -le pregunta Drew- Cristal va a aburrirse en cuanto lleguemos. Fabiola puede que se aburra también.
- Fabiola no va a aburrirse porque le gustan los dibujos y cuadros, pero yo sí me voy a aburrir -le dejo en claro- Y te haré llorar del enojo sólo para que no lo disfrutes.
- Cristal, por favor -me habla Seth- No hagas eso.
- ¡Pero él me llamó pejelagarto, Seth! -le explico gritando- ¡Estoy cansada de todas sus quejas! ¡Ni siquiera quería venir, fue papá el que me obligó!

Me cruzo de brazos y me lanzo contra el respaldo del asiento, más molesta de lo que ya estaba por los comentarios de mi tonto hermano. ¡Jamás pedí esto! Podría estar en casa mirando una película dramática, pero no. Todo ésto lo hago nada más para que mi papá me permita ir a la pijamada. Esa fue su condición. 

- ¿No querías venir? -me pregunta él.
- Claro que no -respondo un poco cortante- Vine sólo para que me deje ir a la pijamada.
- No sé por qué mierdas tienes tanto interés en ir a la puta pijamada, joder -Drew vuelve a alegar- Si quieres tirarte a un tipo llámalo o sal con él, pero no intentes ponerte como una loca desesperada fingiendo que lo único que te importa es la estúpida junta con tus huecas amigas. Papá se lo traga, pero yo no.
- ¿Vas a ir sólo para tirarte tipos? -cuestiona Seth, mirándome, frunciendo el ceño.
- ¡Claro que no! -dejo en claro- ¡No voy a ir a eso!
- Sí, seguro -murmura mi hermano con sarcasmo.
- El hecho de que ustedes dos sean prostitutos, no quiere decir que yo lo sea también.
- No he dicho que eres una prostituta -aclara Seth.
- ¡Pero lo pensaste! -lo apunto con el dedo- ¡Noté la forma en que me miraste!
- Solamente me llamó la atención, Cristal -se excusa- No he pensado eso de ti.

Los minutos siguen pasando y Drew continúa discutiendo conmigo. Por una vez en mi vida yo no he empezado, y él se encarga de tirar todo en mi contra por algo que papá decidió. No lo entiende por más que se lo diga. ¡Es un retrasado!

Cuando llegamos a casa de Fabiola, ella aún no se percata. La llamo a su celular, y me dice que de inmediato saldrá, pero que esperáramos unos minutos, que no estaba lista. Al parecer, tuvo que ayudar a su madre a hacer unas cosas, por lo que no pudo cambiarse de ropa a tiempo.

- Oh, miren, ahí viene Fabiola -nos avisa Drew.

Se pasa una de sus manos por el cabello, como tratando de hacerse un peinado atractivo, intento fallido porque queda igual. Eso en particular me llama la atención. ¿Drew, mi hermano neardental, arreglándose para Fabiola? ¿¡Qué está pasando aquí!?

- Voy a ir a recibirla -vuelve a avisar, y sin esperar a que alguien responda, sale por la puerta.

El interior del vehículo queda en silencio, y de pronto siento que es la oportunidad perfecta para decir unas sabias palabras, por lo que decido dejar pospuesto el tema de Drew y su repentino interés en Fabiola, para centrarme en mis cosas.

- Me he sacado un destacado en el trabajo de Artes -le cuento.

Él levanta su mirada por el espejo retrovisor. Me analiza con cuidado y me encojo de hombros. Sin embargo, sonríe de lado y asiente con la cabeza. Me acomodo en el asiento porque de ponto me siento algo incómoda. Suelto un suspiro. ¿Y eso que ha hecho qué significa?

- Me alegro de eso, Cristal -dice, evidentemente satisfecho- Te quedó bastante bien.
- Deja la modestia de lado, quieres -ruedo los ojos- Tú me ayudaste. Yo ni siquiera tenía idea de lo que iba a dibujar. Si no hubieras llegado me habría inventado algo y seguro me hubiese quedado fatal.
- Ganaste un concurso de Artes cuando eras pequeña -me recuerda, y sólo con eso ya me dan náuseas.
- No lo gané, sólo saqué el tercer lugar -dejo en claro- ¿Tenías que recordarlo? Yo sólo quería darte las gracias por tu ayuda.
- ¿Qué tiene que sea el tercer lugar?
- No es eso el problema, es sólo que si gano algo alguna vez, me gustaría que fuese por algo que me gusta -digo, tratando de mantener paciencia- No por algo que ni quería.
- ¿Fuiste obligada?
- No, solamente fui porque me gustó la idea. Era una niña, todo me parecía divertido. No sé cómo pude ganar un lugar. Hice una horrible casa, con unas montañas y un río. Me aburría pintar el pasto uno por uno, y tuvieron que ayudarme para ello. Eso ya es mediocridad.
- Tenías siete años.
- No lo cambia. Otra persona que realmente lo quería, pudo ser feliz con ese premio.
- ¿No fuiste feliz al recibirlo?
- No lo sé. Me dieron una medalla y no recuerdo bien cómo fue. Pero lo que sí recuerdo es que cuando mi clase se enteró, todos comenzaron a aplaudirme -le cuento con indiferencia.
- Debió de ser un increíble momento -comenta.
- Debió serlo -concuerdo con sus palabras, mirando por la ventana- Pero no para mí. Pero, Dios, ¿Qué hago contándote mis cosas? Ya te he dicho gracias. Eso era todo.

Dicho eso, Fabiola abre la puerta, sentándose a mi lado. Cierra delicadamente, se gira hacia mí y me besa en la mejilla. Le doy una sonrisa emocionada.

- ¡Que bueno que viniste! -chillé.
- Sí, menos mal. Creí que no iban a dejarme -dice, mientras saca una liga para hacerse una coleta. Suspira y cierra los ojos- Hace mucha calor. No me gusta.
- A mí me agrada, hay sol -sonrío satisfecha.
- A mí no.

En el camino restante, todos permanecemos en silencio. Drew aún parece un poco enojado. Fabiola, por otro lado, luce cansada. Seth está concentrado manejando, y yo, en cambio, no hago más que mirar por la ventana y pensar en lo lindo que está el día. ¡Me encanta! No sé por qué todos lucen tan amargados con tal increíble clima. ¿Quién los entiende?

- ¿Qué haremos luego de la galería? -pregunto de repente.
- Cristal, por el amor al puto Dios, cállate -me ordena Drew. Lo miro ofendida.
- No tienes por qué  hablarme así -me llevo una mano al pecho.
- ¡Joder, que te calles! -me vuelve a ordenar.
- ¿Por qué está tan enojado? -me pregunta Fabiola, incorporándose, atenta a la escena.
- Porque no quería tener ni una molestia en su paseo -le explico.
- Oh -farfulla- Lo lamento, debieron decirme si no querían que yo viniera. Puedo volver a casa.
- No es eso, Fabiola -le dice Drew- Lo que pasa es que, simplemente yo y Cristal no podemos llevarnos bien en ningún lugar.

Mi amiga asiente con la cabeza algo confundida. La miro de manera en que sepa que todo está bien, que ella no tiene nada que ver. Por suerte lo entiende, y sonríe.

Cuando llegamos a la galería, me doy cuenta de que hay mucha gente, la mayoría personas jóvenes como de la edad de Drew y Seth, o quizás un poco más mayores. Chicos y chicas con cabellos de distintos colores, con ropa llena de pintura o diseños extraños, caras y cuerpos con dibujos, etcétera.

Fabiola se agarra de mi brazo para no perderse, y yo hago lo mismo. ¡Uno nunca sabe! Podrían haber secuestradores en busca de chicas guapas, señoritas y jóvenes como nosotras. Hay que ser precavidas de cualquier cosa o lugar sospechoso. Tal parece que la galería es totalmente callejera, no está en un lugar cerrado y las pinturas están hechas por personas de las que jamás oí en mi vida. ¿A ésto se refería Drew al llamarlos "Los artistas más prestigiados del mundo"?

- ¡Chicos, llegaron! -exclama alguien cerca de nosotras.

Miramos hacia Drew y Seth. Ambos sonríen tan contentos que me llama la atención. Un chico con rastas hasta un poco más abajo de los hombros les abraza, dándoles fuertes palmadas en la espalda. Parece que estamos pintadas a un lado, porque nadie nos presenta y el tipo desconocido ni se percata de nuestra presencia.

- ¡Amigos, Seth y Drew ya llegaron! -grita el de rastas, y de un momento a otro un montón de personas se les viene encima.

Entre ellos hay chicas, chicos, todos de aparentemente la misma edad. Seguramente compañeros de la universidad, supongo. Drew, antes de estudiar, me aseguró que sería popular, y al parecer era cierto. Parecen ser el alma de la fiesta.

Frunzo el ceño cuando noto que una chica con aires de superioridad física se le acerca a Drew, coqueteando. No me esfuerzo para notarlo, porque con la mirada exagerada que le dirige ya se sabe todo. Él la toma por la cintura, acercándola a él. Seth, por su lado, tiene una chica entre sus brazos y la está besando. Hago una mueca de horror. Que asco, y que fácil la chica.

Cuando dejan de besarse, Seth dirige mi mirada hacia mí sin previo aviso. Me espanto, y miro para otro lado. No pienso dejar que él crea que he estado observando su escena asquerosa. Bueno, lo he hecho, pero no sólo la de él, sino que la de Drew también.

- No sé por qué vinimos -comenta Fabiola, algo incómoda.
- Recuerda, para ir a la pijamada -le digo yo- Lamento haberte pedido que vinieras. Debí pasar por esto sola.
- Yo me alegro de que vinieras, no habría querido que estuvieras toda sola en esto -sonríe delicadamente- ¿Ya viste eso? No sabía que Drew fuera así. Tampoco Seth.
- Yo tampoco. O bueno, sí. Lo dijeron en algunas ocasiones, y siempre tuve un presentimiento.
- Hola, linda -un tipo le habla a Fabiola por su lado derecho, tocándole el hombro. Ella da un salto y sus ojos muestran inseguridad.
- ¿Admirando nuestras pinturas? -otra voz, pero ahora por mí lado izquierdo.

Siento que me agarra por la cintura y me pega a su cuerpo. Como primera reacción lo empujo lejos de mí con toda la fuerza humana que puedo tener. Mi pulso se acelera y siento pánico. ¿Quiénes son?

- ¡No me toques! -ordeno con autoridad, mirándolo con odio. Alejo a Fabiola del otro chico que seguro puede estar acosándola, y como si fuera poco, ambos tienen un porro en la boca.
- Que agresivas -comenta uno- No tienen nada que temer. Estos lugares son para ser liberales y exponerse al arte y al mundo.
- No me interesa tu arte ni tu mundo, puedes irte -respondo, queriendo ponerle fin a la conversación que yo no pedí- Fabiola, debemos irnos a cualquier lugar, pero no podemos quedarnos aquí.

La tomo de la mano y con mi cabeza alta camino hacia mi hermano, que está aún con la chica y rodeado de las otras personas. Le hablo pero no me escucha. Vuelvo a hacerlo, y ésta vez le tiro del cabello para que reaccione.

- ¿Qué demonios? -pregunta desconcertado.
- Estoy aquí con mí mejor amiga, idiota. ¿Lo olvidaste? -me cruzo de brazos- Nos dejas tiradas con gente que ni conocemos, siendo que deberías cuidarnos.
- ¿Quién es esa? -le pregunta la chica, mirándome con desagrado.
- Mi hermana -le responde, rodando los ojos.
- ¡Se nos acercaron unos idiotas con porros! Drew, no quiero estar aquí -sigo hablándole- Queremos irnos a otro lado. ¡Le dijiste a papá que era una galería!
- Ésta es la galería -me explica él.
- Está muy lejos de llegar a serlo. No me siento cómoda aquí.
- Intenta sentirte bien, entonces. ¡Únanse a nosotros! -sugiere molesto.
- Ni siquiera nos presentaste -le recuerdo- Un idiota se acercó a Fabiola y comenzó a acosarla, creo. ¿Cómo quieres que esté tranquila? No estoy acostumbrada a lugares de estos.
- No voy a tragarme eso -se pone a reír- Déjame adivinar, también se acercó alguien a ti y te quiso violar, ¿Verdad? No me jodas.
- ¡Drew, te lo juro! -chillo- Tienes que hacer algo.
- Drew, está diciendo la verdad -se une Fabiola tras de mí- Sólo diles que estamos haciéndote compañía, y que no nos tomen en cuenta.
- ¿Es decir que en serio alguien te acosó?
- No, mejor dicho te diré que no estamos acostumbradas a socializar de ésta manera -se explica mi amiga- Ellos son muy aventados y creen que somos como ellos. No soy tan así.
- ¿Las conoces, tío? -la misma voz del tipo que se había acercado a Fabiola se hace presente. Veo la forma en que la abraza por la cintura y la hace chocar contra su cuerpo.
- Eh, hombre, aparta tus manos de ahí -ordena Drew.

Suelta bruscamente a la chica que tenía abrazada. Agarra a Fabiola por el brazo y la acerca hacia sí. Maldito traidor, ni a mí me defendió y se pone así ahora. Ésto huele a algo raro. No me molesta, ¿Pero por qué tanto instinto protector hacia Fabiola?

- Lo siento, hermano -se disculpa el tipo, alzando los brazos en modo de disculpa- No sabía que era tu chica. Toda tuya.
- Drew, ¿Es tu chica? -le pregunta la que segundos antes estaba con él- ¡Si estás conmigo, maldito hijo de puta!
- Cinthia, no es lo que piensas. Y yo no estoy contigo -le aclara Drew- Te dije desde el primer momento que no era algo serio. Pero vamos, que ese no es el problema ahora.
- ¿Realmente ella es tu hermana? -le hace otra pregunta, apuntándome con su dedo. Se cruza de brazos y me impresiono cuando parece que su top va a estallar por sus pechugas.
- Sí, es mi hermana. ¿Por qué?
- Tiene pinta de hueca -se pone a reír- ¿No ves cómo habla? -se gira hacia mí, mirándome con asco y disgusto- ¿Qué haces en estos lugares? Tú no perteneces aquí, cariño. Huecas no queremos. Vete a un concurso de pendejas creídas, que estarías mejor.
- Cinthia, no la agarres con ella -se mete Drew- Déjala.
- ¿La estás defendiendo? -le pregunta ofendida.
- ¡Sí! Es mi hermana. Aléjate de ella -la aparta de mí- Está acompañándome, es de mí familia y si te molesta cómo es simplemente lárgate.

Las palabras de mi hermano me dejan tan aturdida que abro un poco la boca, sin poder creerlo. Ni siquiera me apresuro a devolver algún insulto a la tal Cinthia, porque creo que jamás Drew me había protegido y actuado como un hermano mayor. ¿Estoy alucinando?

- ¿Estás cortándome? -abre los ojos como platos.
- Supongo -Drew se encoge de hombros.
- ¿Es por ésa otra de ahí, cierto? -mete a Fabiola- ¡Por eso la protegiste de Warren!
- Más respeto hacia ella, por favor -le pido, frunciendo el ceño.
- Tú no te metas.
- Drew, ¿Ya van a acabar de discutir? -pregunta Fabiola, ya algo incómoda- Cristal y yo sólo queremos estar tranquilas.
- Fabi, mira, nos iremos pronto -Drew la toma por los hombros, mirándola a los ojos, frente a frente- No estamos en una galería de Arte. Todo ésto es sólo una junta que hacemos los viernes. Algo como una fiesta callejera, pero mira, si te esperas un momento luego te invito a un helado.
- ¿La vas a invitar a un helado? -se vuelve a meter la tonta de Cinthia- ¡A mí jamás me invistas a uno, bastardo de mierda!

La pobre y enamorada Cinthia comienza a insultarle con palabras que incluso desconozco, mientras sigue sacando en cara que Drew la engaña con Fabiola, y así sucesivamente. Fabiola está tan incómoda que termina pegándose a mí, y los dos quedan solos, gritándose de la relación que tienen, que al parecer no es una relación.

♥♥♥

¡Heeeeya! Porque ustedes se lo han ganado, por ser tan buenas lectoras, acá está el capítulo del día Domingo, y obviamente les daré el aviso que les dije, que también es importante.
Mañana a medio día, me voy de viaje por toda una semana. No estaré en redes sociales, ni en el blog por todo ese lapso de tiempo. Sin embargo, no se quedarán sin capítulos porque serán subidos automáticamente el día Martes y el día Viernes.
Cuando yo llegue a casa el próximo domingo, iré a clases el lunes de inmediato, porque sí, las vacaciones acaban. No sé si se me hará pesado el año, porque es un instituto nuevo y encima estudiaré una carrera, pero daré lo mejor de mí para poder terminar de escribir mí historia, y subirles más veces a la semana. 
La cosa es, que no voy a dejarlas, que me esforzaré porque quiero que éste sea mi año. No daré pausas, no me tomaré tiempos, el blog seguirá tal y como está, con actualizaciones y buenos deseos. Estoy decidida, y además, se lo merecen. Al volver posiblemente haga la maratón que les dije, ¿Les parece? Porque sí va a ir. Espero poder hacerla esos días. ¡Tengan linda semana! En mi ausencia no olviden comentar y votar en reacciones. Llegaré ansiosa por leer sus palabras. ¡Desearme suerte! ¡Muah!


27 de febrero de 2015

Capítulo diecisiete - Fresa con Chocolate.



Extiende su mano hacia mí, junto con las fresas cubiertas de chocolate, atravesadas por el fino palillo de madera. Dudo un momento, porque no sé si quiero en realidad comer eso, aunque se ve delicioso. Así que termino aceptando, y cuando tengo la maravilla en mis manos, intento sonreír.

- Gracias -asiento con la cabeza, queriendo ser educada.
- No hay de qué -responde indiferente, mientras me siento en mi silla.

Toma otro de los palillos, y comienza a comer de pie. Estoy nerviosa, mucho, porque no sé si decirle lo que quiero decir. Él está muy calmado comiendo, incluso lo hace perfectamente. En cambio yo, por mi parte, soy pésima comienzo frutas porque siempre termino chorreada o con los dedos sucios. Mi boca es pequeña, no me cae la fresa entera como a él. Bueno, sí me cae, pero no me gusta así.

Me llevo una a la boca, y la muerdo lo mejor que puedo. No me mira, así que si de pronto pasa algo vergonzoso pues ni modo, así que me dedico a seguir comiendo. ¿Qué haré luego? ¡Me saldrán granos! Dios quiera no suceda, porque lo culparé de todo. 

- Deberías sentarte -le invito, lista par seguir con la siguiente fresa.
- Estoy bien aquí -se encoge de hombros- Ya será luego.

Paso de lo que me dijo y sigo comiendo. Los minutos pasan y Seth ha comido más que yo. Por mi parte, sólo comeré las de mí palillo, no quiero que después mi cara estalle. Ya me porté lo suficientemente bien con él, porque acepté su comida sin rechistar. Quería hacer algo bueno, porque el remordimiento de lo que le hice el otro día no puede conmigo. Pero ya me siento mucho mejor, ¡Sí! Menos mal, agh. ¡Ya no lo soportaría! 

- ¿Cómo estuvieron? -pregunta, mientras va a la cocina y se lava las manos. Yo, en cambio, tomo una toalla húmeda de la mesa, y me las limpio con ella.
- Ricas -respondo- Gracias.

Tomo mi lápiz junto con mí goma. ¿Qué dibujo? No tengo ni idea. ¡Voy a morir! Papá va a matarme, no me canso de repetir esto en mí cabeza. Me sacaré una calificación horrible, y seré castigada. Por supuesto, ocultaré el resultado hasta que sea la reunión de apoderados, así que tendré días para sentirme libre antes de ello.

La silla que está a mi lado se mueve, y Seth se sienta en ella. Me mira con atención. Su mirada divaga entre mi rostro, y mis manos. De pronto me siento un poco incómoda. ¡Pasaré la pena más grande de toda mi vida! Él es artista, por Dios, va a la universidad y estudia Artes. Quedaré como una tonta que no sabe ni hacer un par de líneas.

- Puedo ayudarte si quieres -se ofrece, rompiendo el silencio. ¿Habrá notado mi tensión y mi poca seguridad al sostener el lápiz? 
- No creo que puedas -respondo lo más agradablemente posible.
- Sí puedo.
- No, no puedes porque el trabajo trata de dibujar algo que represente algo especial para mí -le explico- Si yo no sé qué es especial, ni tampoco qué es lo que me hace sentir algo profundo, ¿Cómo vas a saber tú?
- Es algo fácil, Cristal -me dice- Tienes que mirar las cosas con perspectiva. Dime algo que te haya hecho sentir feliz últimamente. 

No me había sentido feliz ésta semana, porque estuve muy ocupada pensando en lo que te hice, idiota. ¡Cómo me gustaría decirle eso! Pero jamás lo haré, claro que no, antes muerta. Yo siempre con la cabeza en alto.

Sin embargo, tengo que ser sincera. ¡Yo siempre soy sincera! Tanto que me gano el odio de la gente y por eso nadie me aguanta, pero de verdad necesito ésta calificación. No debo dejar pasar la oportunidad de lograr lo que quiero.

- Creo... -trago saliva, y miro a Seth algo temerosa- que ha sido compartir fresas contigo.

Cuando lo digo, parece sorprenderle, porque abre un poco los ojos, y entonces ahora estoy preguntándome si he hecho bien en decirle eso. Dios, ¿Qué es lo que hice? ¡Pensará que soy una inadaptada y deprimida! 

- ¿Y algo que te haya hecho sentir triste? -formula otra pregunta, y quiero ahorcarme porque sé bien cuál es la respuesta. ¡Arriésgate!
- Cuando te golpeé -suelto de golpe- y luego me sentí culpable.
- Mira ésta fresa que quedó -apunta hacia un pedazo de papel con ella encima- y mira el chocolate derretido que está sobre ella.

Hago lo que me dice, y me siento un poco confundida.

- ¿Qué tiene?
- Míralas -insiste. Lo hago, pero no noto nada.
- ¿Quieres que me coma eso? -pregunto.
- No, Cristal. Fíjate bien, tienes que ver más allá de que ésto es una miserable fresa y que lo otro es sólo un poco de chocolate. Mira sus consistencias y lo que transmiten.
- Seth, el chocolate me provoca granos y la fresas son ricas, ¿Pero tanto importa?
- No estoy hablando de eso -a pesar de que dice eso, no luce irritado- Dime qué es lo que te hace sentir la apariencia de la fresa y qué es lo que te hace sentir la apariencia del chocolate. Y luego dime lo que te hace sentir el sabor.

No sé a dónde quiere que llegue, pero me pongo a pensar. Entrecierro los ojos, queriendo lograr lo que me está pidiendo.

Las pequeñas semillitas de alrededor de la fresa, un poco amarillas, mientras que las pequeñas hojas de arriba son verdes. Lindos colores. El verde da vida, sin el verde el mundo sería muy apagado, y por eso es mí color favorito. El amarillo me da luz, y me gusta la luz, en pocas palabras me gusta el sol, porque me anima, me ayuda a impulsarme a hacer buenas cosas. ¿Y el rojo? Calidez, quizás, pero también algo de felicidad, porque cuando miro una fruta que me gusta, en éste caso una fresa, siempre me hace sentir mejor, porque me gusta comerlas. Y su sabor es dulce, realmente dulce. Tanto, que te hace querer comer más. Es muy agradable.

¿Y el chocolate? No sé qué me da cuando miro un chocolate. Jamás me ha gustado casi nada comer eso, y además que tampoco me favorecería. No me atrae.

 ¿Qué haría yo si fuese uno? Tal vez me vería apetitoso por fuera, porque llamaría a la gente a que me comiera, pero si no soy ingerida pronto, terminaría quedando derretida. Sería comos si necesitara ser disfrutada pronto, pero si no lo hacen, me derrumbo. Eso sería triste. Y cuando estás triste, lloras. Tu cuerpo es fuerte, pero lloras, como si una parte de ti se derritiera. Y su sabor, cuando está sólido, sabe bien. Pero cuando está ya derretido y algo tibio, sabe un poco amargo, y ya no se siente tan bien.

- He sentido muchas cosas -respondo, no queriendo decirle lo que me ha provocado, porque no sentiría lo mismo que yo.
- ¿Cosas negativas o cosas positivas?
- Ambas -sincero- La fresa cosas positivas, y el chocolate cosas negativas.
- ¿Y no te da eso una idea de lo que podrías dibujar?
- Sí, al parecer sí -respondo mientras una chispa se forma en mi mente.
- Empecemos, entonces. Tú me dices cómo quieres que quede, y yo te enseño a mover el lápiz.


Asiento con la cabeza, sonriente. Y casi dos horas más tarde, tengo la silueta en color negro de una persona equis, cubierta con una amplia capa roja, y un corazón café. El dibujo, si uno no lo ve, se lo imagina horrible, pero con lo que Seth me ha ayudado a pintar y a hacerle efectos, ha quedado precioso.

El significado de ésta pequeña pieza de arte es: Una persona que se siente desconocida y asustada, aún cuando hay personas que la conocen. Y que sabe que toda su vida va a tener que lidiar con su pasado, con su amargura y la tristeza que por mucho tiempo poseyó su corazón. Pero aún así, va a tener la suerte de cargar con la calidez y amor de personas que la aman, aún cuando sienta que no lo merece.

Jamás se me habría ocurrido hacer tal cosa de no ser por el extraño ejemplo de Seth Maxwell, y algo tan insignificante como una fresa con chocolate. Tal parece, que no son sólo comida.

+++

Hoy es viernes, ya salí de clases y me dirijo a mi casa. Estoy tan cansada que lo único que quiero es dormir. No sé de dónde me ha salido tanta pereza, pero la cosa es que la tengo.

¡Lo bueno es que me he sacado un destacado en mí trabajo! Como si fuera poco, he tenido la nota máxima. Aunque bueno, no es la gran cosa, porque todos tuvieron buena calificación a pesar de que sean horribles. La profesora dijo que la intención valía, pero ella me dijo que le encantó mi dibujo, y hasta quería ponerlo en una exposición, a lo que yo me negué rotundamente, diciendo que no era necesario. Porque lo que en realidad quiero, es colgarlo en una de las paredes de mí habitación y mirarlo todos los días. Hace mucho no lograba tal cosa, y recordarme a mí misma lo que fui, lo que soy ahora, y lo que tendré, me hace querer superarme. Debo admitir, que ésto no estaría pasando de no ser por Seth. No sé cómo voy a agradecerle. Porque sí, quiero agradecer.

Fabiola también ha tenido un destacado, y cuando la profesora le dijo que también quería poner el de ella en la exposición, aceptó de inmediato. Su dibujo fue una estrella siendo atravesada con una espada. Dice que significa: Una pequeña esperanza, que está atascada, y luego me explicó con más detalles. Mí mejor amiga es toda una poeta. Y es mía.

- Mamá, ¿Ya pensaste lo de la pijamada? -le pregunto, cuando tomo un sorbo de jugo.

El almuerzo consiste en fideos con vistec. Estamos todos sentados en la mesa, disfrutando de la comida. Mamá me mira algo dudosa, y Drew, al notarlo, se pone a reír, sacándome la lengua. Yo hago rodar los ojos. ¡Es un fastidioso!

- Pregúntale a tu padre -termina diciendo mamá. Agh.

Giro mi cabeza hacia papá.

- ¿Voy a poder ir a la pijamada? -pregunto, pero ahora con un toque de esperanza.
- No.
- ¿Qué? -exclamo impresionada- ¡Papá, el otro día dijiste que quizás ibas a dejarme!
- Sí, dije que quizás. Pero ahora ya decidí que no -suspira.
- ¿Por qué razón? -me cruzo de brazos.
- Cristal, no conozco a los padres de esa chica, tampoco la conozco a ella. Además, puede que tenga hermanos. Uno nunca sabe -se excusa- Tu seguridad está primero.
- Pero papá, Carlota es agradable y otras compañeras también irán -intento convencerlo.
- No me interesan tus compañeras, hija. Mi trabajo es protegerte. No vas a ir a esa pijamada. ¿Fabiola a va a ir?

Justo en ese momento, cuando estoy por responder, vibra mi celular, que está a mi lado. Lo tomo y deslizo el dedo. ¡Que no sea una mala noticia, por favor!

"No me dejaron, pero dijeron que podría ir si ibas tú. Sólo por un rato -Fabiola".

Suspiro en derrota.

- No la dejaron -le digo- Pero, ¿Y si voy sólo por un rato? Hasta cierta hora.
- ¿Fabiola irá? -alza una ceja.
- Si yo voy, sí.
- No lo sé. Tal vez, pero Drew tendrá que ir a dejarlas -termina por decir.

Abro los ojos como plato. Creo que eso ya es sorpresa, pero cuando miro a Drew está que se le salen los globos oculares. Frunce el ceño, y eso es suficiente para que yo me ponga a reír como una maniática. Le pasa por burlarse de mí hace unos segundos.

- ¿Por qué tengo que llevarla yo? -se queja con notable furia.
- Porque es tu hermana -responde papá, como si fuese algo obvio.
- ¡Ya no es una bebé! Puede ir sola, ni siquiera sé dónde diablos queda -vuelve a quejarse.
- Bueno, ya que hoy viene Seth, podrías pedirle que los lleve -le sugiere.
- ¡No, papá! -se niega- ¡Seth viene a buscarme para ir a la galería de Arte que sólo estará el día de hoy! -comienza a inhalar y exhalar con dificultad, como si tuviese un ataque de asma- ¡No puedes permitir que yo me pierda la muestra de pinturas de los artistas más prestigiados del mundo!
- Hijo, cálmate -le pide papá, algo asustado, poniendo una de sus manos en su hombro
- ¿¡Cómo quieres que me calme!? -a duras penas, estira su brazo hacia el vaso de agua, y luego comienza a beber. Su respiración se vuelve más normal, y yo intento no reír.
- Cristal se irá para allá a las nueve, pasarán a buscar a Fabiola, y las irán a dejar. Asunto arreglado. Y, oh, llévenlas a la galería de Arte con ustedes. Podrían pasar un buen rato -vuelve a sugerir, inocentemente.
- ¡Papá, no estás ayudándome! -grita, y su respiración se vuelve pesada otra vez- Joder, ésto no puede estar pasando.
- Irán con ustedes. Punto.

Ya no aguanto las risas. Comienzo a carcajear tanto, que un par de lágrimas se me escapan de los ojos. Drew me fulmina con la mirada, mientras toma más agua. Bueno, no fue mi intención arruinar su día. En mi defensa, papá así lo quiso.

♥♥♥

¡Hola! Subo apurada, me duele la espalda y quiero tirarme al suelo y hacer nada, pero antes de eso les dejo éste capítulo. Iba a subir anoche, mí mejor amiga me lo recordó pero creo que se me pasó. 
¡Muchas gracias por los comentarios! Me alegro de que Cristal les comience a caer mejor. 
Ya ven, no todo es superficial y egocentrismo en ella. ¡DIGAN NO A JUZGAR!
Un beso enorme, intentaré subirles el domingo, si dejan +5 comentarios antes de ése día, porque me lo han pedido y les dejaré unos avisos importantes.
¡Adiós! Posdata: Lamento algún error o mal redacción, no lo releí.

24 de febrero de 2015

Capítulo dieciséis - Fresa con Chocolate.



Ése día, o mejor dicho ésa noche, luego de que Seth se fue, Drew vino directo hacia mí en la cocina y se sentó en frente. Sus ojos estaban abiertos de la impresión todavía, e intentó preguntarme qué me había pasado. No me regañó, simplemente no podía creer lo que había pasado, creo. Agradecí que no se tirara sobre mí a decirme lo desgraciada que soy, porque no me sentía animada para ello.

Pensar en la mirada que Fabiola me dirigió esa noche a través de la pantalla del notebook, me hacía querer esconder mi cabeza bajo la tierra y permanecer allí hasta morir. Había tanta decepción en ella, tanta tristeza y dolor por lo que hice, que no puedo olvidar.

No se molestó conmigo, ni siquiera hemos hablado del tema en lo que llevamos de días de instituto ésta nueva semana. Agradezco eso, pero al mismo tiempo quiero que me diga algo. Que me diga que estuve mal, que no debería comportarme así.

Siento que la bofetada se la tenía merecida, porque la discusión fue en mi casa, y no tenía derecho a hablarme así en la misma. ¿Pero era necesario llegar a tanto? Ni siquiera alcancé a percatarme de lo que hice. Me di cuenta cuando él ya tenía su rostro rojo, y todos se quedaron en silencio. Jamás pensé que iba a llegar a éstos extremos. ¿No he cambiado ya lo suficiente?

- Fabiola, tengo que decirte algo -le digo, tragando saliva y sentándome derecha a su lado. 

Es miércoles. Estamos en el instituto, en el último recreo de la jornada. Hace bastante frío, porque el día está nublado, cosa que se está haciendo costumbre. Por lo que froto mis manos con delicadeza, queriendo calentarlas. Tengo guantes puestos, pero no están ayudando mucho.

- Claro, dime -me permite ella, con una sonrisa, mirando los lugares del instituto que están a la vista- Sabes que puedes contarme lo que quieras.
- No quiero contarte algo, solamente quiero hablar de lo que pasó -le doy a entender- Me refiero a lo del viernes, en casa, mientras que hablábamos por cámara, junto con la bofetada, mi carácter, mi reacción y...
- Sí, entiendo -me interrumpe, mirándome. Bajo la mirada un poco cohibida. Hablar de ésto se me hace tan difícil, que siento que no lo podré manejar bien.
- Al parecer quieres decirme algo, y si lo haces, prometo que no me enojaré -le digo, segura de mis palabras- Porque no me gusta que no estés siento honesta conmigo. Sé que tienes cosas guardadas sobre ello.
- Las tengo, pero no creí que quisieras hablar.
- Pues quiero, así que, no sé, pensé que tal vez es momento de que lo hagas -miré al cemento del suelo, y suspiré.

Ella se queda en silencio, y se acomoda en su asiento. No con incomodidad, si no que sólo para adaptar una mejor postura y poder expresar mejor lo que tiene para decir. Me siento un poco nerviosa, por lo que me preparo mentalmente para lo que vendrá.

- Estuviste mal, Cristal -habla por fin, y yo froto mis palmas contra mis rodillas- Mejor dicho, sé que Seth no debió decirte eso, pero no debiste golpearlo. Era como si, uhm -se aclara la garganta-, como si no fueras tú.

Es cierto. Yo puedo ser la más pesada, la más dura de carácter y hasta la más histérica, pero jamás llegué a tal límite de golpear a alguien. Ni siquiera con los antiguos amigos de mi hermano, que me hacían la vida miserable.

Y eso es precisamente lo que más me llama la atención. Que yo no le haya hecho eso a ellos, que se pasaron diez veces más conmigo, pero, sin embargo, se lo hice a Seth. ¿Cómo se llama éste sentimiento? ¿Culpabilidad, de verdad? ¿Desde cuándo yo siento eso?

- Me sentí un poco decepcionada -continúa- Jamás te vi de ésa forma. Sé que tienes tus razones por haber cambiado, pero Cristal, hay ciertos límites que debes intentar no cruzar.
- Me sentí atacada -me excuso- Tú sabes que...
- Lo sé, amiga -me interrumpe- Pero a veces no puedes hacer nada para que alguien te diga algo que no quieres escuchar. Debes plantar cara. Tú no eres de las que golpea, lo sabes. Odias hacerlo.
- Es que no sé qué es lo que me pasó, Fabiola -sincero, algo frustrada- Estos días he pensado mucho, porque siento que estoy empeorando. No quiero que eso suceda.
- Entonces tienes que esforzarte. Tú eres más que ésto, puedes salir adelante -pone una de sus manos en mi hombro, con ternura- No dejes que tu pasado siga afectándote en tu futuro. Sé que no vas a cambiar de un día para otro, pero oye, puedes amarrar tus manos para así no dar golpes. Mantén eso en mente, chiquilla loca.

No puedo evitar soltar unas carcajadas, y ahora mi nuevo suspiro no es de frustración, si no de relajación. Tan paranoica que me había puesto por ésto. Fue sólo un golpe, si me lo propongo puedo no volver a hacerlo jamás. No es nada de vida o muerte. ¡Por favor, yo soy más que ésto! Puedo con ello. Soy fuerte. Soy muy fuerte.

- Gracias por apoyarme -le digo, sonriendo delicadamente- Sé que no te gusta ésta parte de mí, pero no te alejas, y eso ya es suficiente para mí.

Ella sonríe, y yo me giro para tomar mi termo. Lo abro, y en la tapa en forma de taza, sirvo un poco de té. Se lo entrego, y ansiosa, lo coge. Comienza a soplar para que se enfríe un poco, y yo ya me siento más tranquila. No sé qué haría si me quedara sin mí mejor amiga. La soledad me aterra. Sí, yo le tengo miedo a eso.

- No importa cómo seas, yo voy a quedarme contigo -asegura- Sin mencionar que le das ese toque de locura e histeria a mi vida -ríe, y yo me uno a ella.
- Y yo me quedaré contigo a pesar de que salgas con mi hermano -expreso, y de un momento a otro ella se atraganta con su té y tiene un ataque de tos- Dios, siempre te pasa ésto. ¡Respira!
- No estoy saliendo con tu hermano -me dice, cuando termina de toser, con cierto tipo de dificultad- No tiene sentido lo que dices.
- Fabiola -la reprendo con la mirada-, han quedado en ir a nadar juntos.
- Sí, pero no significa nada -se pone a reír- Solamente es nadar.
- Para ti es un paso muy grande, y para Drew también -le digo- ¿No viste la felicidad que irradiaba de él? ¡Jamás lo vi así! Menos con una amistad mía, por si no te ha quedado claro antes. Sin mencionar que no te gusta que nadie te vea con poca ropa.
- La verdad no sé por qué he aceptado, no lo pensé -admite- Me da un poco de pena.
- No tiene por qué darte pena. Mi hermano te ha estado tratando bien, eso significa que no será malo contigo, Fabiola.
- ¿No te molestas con que yo pase tiempo con él?

Su pregunta me toma por sorpresa. Me pongo a pensar un poco en ello, pero lo suficiente, y luego niego con la cabeza, segura de lo que en realidad pienso. Aunque en el fondo, la respuesta que le daría ya la sabía.

- Jamás voy a interponerme en algo que quieras hacer -sincero-, a menos que sea algo que ponga en riesgo tu vida. Pero, no sé, pase lo que pase tienes mi apoyo. Yo no tengo poder en decirte qué es lo que tienes que hacer.

Fabiola

Ésta es una de las cosas que más adoro de Cristal. Que siempre deja que los demás tomen sus decisiones, al menos a mí, no importa lo que sea. A veces hago cosas tontas, de las que luego me arrepiento, pero siempre está ahí, y a pesar de que ella pueda haber pensado antes que era una mala idea, jamás me lo saca en cara.

- Gracias -sonrío, satisfecha con su respuesta- Drew ya no me parece una mala persona. Ni siquiera me parece molesto. Me gusta cuando se ve interesado en hablarme.
- También me gusta que se muestre así -confiesa, sonriendo de lado- ¡Pero a veces es un acosador! Es decir, quiero hablar a solas contigo, pero llega él con su ánimo a meterse entre nosotras, y nos aleja. Pero qué le voy a hacer. No estoy tan acostumbrada a compartirte con hombres -hace una mueca, yo río.
- Lo dices como si fuera a gustarme él, o como si fuese a ser más frecuente que él me hable desde ahora -le digo, suspirando- No quiero que me gusta nadie más. No sé si algo que yo haga, va a ser correcto o incorrecto.
- No hay problema en que te gusten chicos con cierta frecuencia, Fabiola -me dice, mirando directamente a mis ojos- Es parte de la vida. Yo era como tú antes.
- Pero ya no lo eres -le recuerdo. Ella se encoge de hombros, y mira hacia el frente.
- Es lo que me gané por ser la más estúpida de las estúpidas -dice con normalidad.

De pronto me siento un poco mal. ¿Será que Cristal algún día logrará superar lo que le pasó? Sé que intenta no demostrarlo, pero aún sigue dolida. ¿Qué digo? ¡Por supuesto que está dolida! ¡La chica no se acerca a hombres ni en sueños! Bueno, sí se acerca, pero para hacerles cosas malas.

- No eres estúpida -intento animarla. Pero es cierto, no lo es- Sólo fueron cosas que pasaron. Jamás te mereciste nada de eso.
- Pero me cegué. Tapé el sol con un dedo, por miedo y por el tipo que no voy a nombrar, perdí todo lo que pude tener. Tal vez no fuera mucho, pero hice cosas incorrectas.
- Un error lo comete cualquiera.
- Sí, un error, quizás dos o tres. ¿Cuántos no cometí yo?

Me quedo callada, porque no puedo discutirle eso. Cometió muchos, y tropezó con la misma piedra tantas veces que me faltan dedos en la mano para contar la cantidad. Quizás ni siquiera sé el número exacto de sus errores.

Ella nota que no voy a decir nada más, y se encoge de hombros, restando importancia al tema. A fin d cuentas, ya pasó, ya está libre de ello, y aunque no lo esté enfrentando de la manera correcta, quiere poner de su parte.

- Solamente no hagas lo que yo hice, Fabiola -me pide, volviendo su mirada hacia mí- Siempre ten los pies sobre la tierra, no importa que te mueras por volar. Es el mejor consejo que podré darte en mi vida. Por favor, hazme caso.

El sentimiento de agobio que siento por dentro, es un poco molesto. Pero sé que debo llevar a cabo lo que me dice, porque no me gustaría pasar por lo mismo. Si mí mejor amiga me está deseando ésto de corazón, es porque quiere mi seguridad y mi bienestar, nada más que eso. Así que asiento con la cabeza, y tomo una de sus manos.

- Prometo que lo haré -la aprieto-, puedo asegurarlo.
- Ni siquiera con mi hermano -recalca.
- Ni siquiera con tu hermano.

Y la conversación llega hasta ahí, porque el recreo termina y es hora de volver a los salones, a seguir estudiando, o también a seguir parloteando, porque estudiar a nadie le gusta.

 Cristal

Cuando el instituto termina, voy hacia la parada del autobús con Fabiola. Ella divisa el que me corresponde, me despido de ella y me subo. Los treinta minutos de viaje pasan volando. Ni cuenta me doy y ya tengo mis pies en el piso del interior de mi casa.

¡Estoy repuesta! Nada podrá detenerme. ¿Qué haré hoy? ¿Ver vídeos en internet toda la tarde? ¿Quizás un película? ¿Haré ejercicio? Porque me hace falta. O podría leer algún libro, cosa que es tentadora. O quizás podría ser algo como...

Oh. ¡Santa jirafa! ¿Cómo lo pude olvidar? ¡El trabajo de Artes, es para el viernes! Y yo no tengo nada hecho, ni siquiera he pensado en lo que voy a dibujar. Estoy frita. Si no lo hago y papá se entera de que me he sacado un insuficiente, me colgará viva y me dirá lo holgazana que soy. No voy a aguantar eso. ¡Prefiero morir!

Antes de ponerme a hacer cualquier cosa, bebo un poco de agua, y voy a mi habitación a quitarme el uniforme. Lo doblo, dejándolo ordenado en los pies de mi cama. Me dejo puesta una ropa cómoda, que consiste en mi pijama de polar color rosado y diseños de mariquitas. Listo eso, tomo el cartón entelado que mi padre me ha comprado para el trabajo, además de las pinturas que fui a adquirir con mi mejor amiga, y bajo al primer piso.

Tomo mi celular de la mesa y marco el número de Fabiola. Impaciente, comienzo a chocar el pie contra el suelo. Ésta mujer jamás contesta el celular. ¿Qué haré con ella? Dios.

- ¿Hola?
- ¡Fabiola! -grito- ¿Ya pensaste qué hacer en el trabajo de Artes?
- Sí, lo tengo casi listo. Por cierto, Drew me llamó a mí celular, para decirme que iremos a nadar uno de estos días, que pidiera permiso.
- Me alegro por ustedes, sólo espero que no intente ahogarte, porque en las piscinas siempre es mal intencionado -le hago saber- A mí me ponía debajo hasta que me quedaba sin aire.
- No pasará nada -se pone a reír- Ya le he dejado la condición.
- Me gusta, me gusta -sonrío satisfecha con lo que me cuenta- Pero oye, ¿Qué vas a dibujar?
- Uhm, es un secreto. Puedo mostrártelo el viernes. ¿Tú ya tienes una idea de lo que harás?
- No, estoy desecha. Papá seguro va a colgarme si se entera de que no lo hago.
- Ya se ocurriría -escucho unas voces aparte de la de ella- Tengo que ir a ayudar a mamá, hablamos luego, te quiero -y me corta.

Genial, estoy sola en éste embrollo. No sé cómo pude ganar un concurso de dibujo cuando era sólo una niña. ¿Dónde quedó mi talento? Encima debe de ser algo personal, que te haga sentir mucho. Pero no tengo ni idea de lo que podrá ser.

Los minutos empiezan a pasar. Mamá se va donde mi abuela con Alejandro, dejándome totalmente sola en casa. A Drew no lo he visto, así que debe de estar en no sé donde. Papá trabaja, y Fabiola está ocupada. Tendré que dibujar algo, lo que sea, y fingir que siento algo con él.

Cuando tengo la goma y el lápiz de mina en mis manos, lista para dibujar, tocan la puerta. Miserable de Drew, seguro es él, interrumpiéndome en mí momento de concentración máxima. Juro que le gritaré y amenazaré de hacer su vida un asco si no me ayuda con ésto.

Abro la puerta, y me sorprendo al ver a la única persona que no me esperaba ver. Seth, con sus manos en sus bolsillos, una bufanda gris oscuro y una chaqueta del mismo color, junto con una mochila, está mirándome. Parece que también tiene frío.

No digo nada, y lo dejo pasar, en lugar de decir que no está quien busca, por lo que ha venido para nada. Me vuelvo a mí lugar de trabajo, e intento volver a concentrarme. Él entra sin rechistar, y siento que se baja el cierre de su chaqueta y la tira al sofá. De pronto, me siento un poco nerviosa.

- Drew no está -rompo el silencio, con voz fuerte y segura- Si lo buscas, puedes volver más tarde, o llamarlo y preguntar dónde viene, porque no tengo idea.

Dicho eso, vuelvo a tomar mi lápiz y mi goma, Intento ignorar el hecho de que no me ha respondido, como si pasara de mí por completo. Me molesta un poco, ¿Pero qué podría decirme? Lo golpeé el otro día, debe de seguir enojado.

El nerviosismo sigue adentrándose en mí cuando siento sus pasos, acercándose. Cálmate, Cristal. ¿Por qué te pones así? Tienes que relajarte. No es nada de otro mundo. Él no es de otro mundo. No pasará nada malo.

- ¿Qué estás haciendo? -me pregunta. Yo suelto un suspiro de relajación, porque su voz no está llena de odio, o de furia. Es un tono de voz normal.
- Un trabajo -me limito a responder. Alzo la mirada, y noto que espera que diga algo más- Un trabajo de Artes, que nos han mandado hace una semana.
- Y lo haces a última hora -afirma, más para sí mismo que para mí.
- Lo he olvidado -admito- He tenido muchas cosas en mi cabeza ésta semana.
- Sí, te entiendo -suspira profundamente- Yo también.

Me niego a preguntar por qué, ya que es una de las cosas que he estado evitando de hacer hace ya muchos meses. No entrometerme tanto en la vida de alguien. Excepto en la de Fabiola, claro. A los hombres no les gusta que una chica sea tan metida.

Nos quedamos en silencio, y de pronto me siento un poco triste. La culpabilidad vuelve a mí como un golpe bajo, y de pronto me siento pequeña, cosa que odio. Yo no debo sentirme así con nadie, menos con él. Pero no puedo evitarlo. Así que decido hacer algo que pienso que me hará sentir mejor, a pesar de que seguramente luego me sentiré una tonta.

Me pongo de pie, derecha, así como él, y miro hacia mis pies. Apoyo mis manos en el respaldo de la silla en la que yo me encontraba, pero a la vez, queriendo parecer decidida.

- Lamento haberte golpeado esa noche -expreso, desde lo más profundo de mi alma, con todo mi esfuerzo- No debí actuar de esa forma -levanto la mirada un poco, y él está fijo en mí. No habla, y me pone un poco frustrada- No supe lo que hice hasta después de un rato, yo...
- Está bien, Cristal -me interrumpe, y no puedo evitar notar que me habla con cierto corazón blando, como si no quisiera ponerme mal- No hay problema con lo que pasó -me quedo en silencio ante lo que me dice, dando el tema por terminado, pero me sorprendo cuando agrega:- Lamento haberte dicho que eras una malcriada, y haberte amenazado con golpearte. Pero quiero que sepas que todo eso fue fingido.
- ¿Ah? -la confusión se apodera de mí.
- Fingí todo, Cristal. No estaba enojado, no quería golpearte, y todas las cosas que dije fueron improvisadas -se calla, pero cuando nota que no digo nada y que sigo impactada, continúa- Tenía que llegar de una forma a ti, porque tú no me dejas. Y cuando te altero, es el único modo para analizarte.
- Pero yo creí que...
- ¿Que te odiaba? -termina por mí- ¿Que pensaba que eras todo lo que te dije? ¿Y que en serio quería golpearte, y hacerte la vida miserable? Pues no, no era cierto. No soy un imbécil, ni un irrespetuoso. Lo único cierto de todo lo que dije, es que sí tengo los pantalones bien puestos, y que eres muy fresa. Además, no vas a creerme lo que he traído en modo de disculpa.
- ¿Venías a disculparte conmigo? -pregunto, ahora aún más confundida.
- Sí, no era para ver a Drew.
- Yo no tengo nada que darte, Seth, así que no esperes algo de mí -le aviso- Tampoco esperes que después de ésto voy a comportarme como ángel contigo. Solamente son disculpas.
- Sé que no vas a darme nada, no espero algo a cambio -responde como si nada. Pero yo lo hacía.

Camina hacia su mochila, que descansa en el sofá, y saca una pequeña caja cubierta en una bolsa de color blanco. La acerca a mí mesa, en donde tengo mis materiales. Quita la bolsa y abre la caja, y no puedo creer lo que veo. Lo miro y él sonríe, y yo sigo tan extrañada que no hago ningún movimiento, y tampoco sonrío. ¡Él está loco! ¿O acaso es una burla?

- ¿Quieres fresa con Chocolate? -toma el palillo que tiene las fresas atravesadas por él y que están cubiertas de chocolate provoca granos. Ah, no, el que provoca granos es él.
- ¿Estás bromeando?
- No -de un momento a otro, empieza a explotar en risas. Frunzo el ceño. ¡Sabía que no podía ser tan increíble que vienen a por mis disculpas!- Pero Cristal, fue realmente estúpido lo que me dijiste el otro día. Me dejaste desconcertado. Ésto es todo un espectáculo, cuando las vi no pude evitar comprarlas. Anda, come. Son para nosotros.

♥♥♥

¡Meeeeee meeeeeo! Porque, a ver, iba a subir capítulo anoche a las doce, pero de pronto, al releerlo antes de publicarlo, sentí que estaba incompleto, que algo le faltaba, y vaya que estoy conforme con haber hecho eso, porque el final del capítulo me ha encantado *Que se note la poca modestia*, y bueno, sé que les ha gustado a ustedes también.

Muuuuuuchas gracias a cada una de ustedes, como siempre digo, que me apoyan, que están al tanto de mi proyecto, y que no podría llevar a cabo ésto sin ustedes. Me dan motivación para seguir con esto, no me cansaré de decirlo.

Tengo la necesidad de aclarar el por qué del nombre de la historia Fresa con Chocolate, porque leí por ahí que no entendían muy bien lo de Fresa y de Chocolate, así que aquí van los significados de por qué:

Fresa = Es como una jerga en algunos países. Fresa se les dice a las personas que tienen un complejo de superioridad, de soberbia, que rechaza a personas por cómo son, y tienen una manera de hablar como si fuesen sofisticados, creyendo que todos deberían hablar como tal.

Chocolate = Cristal le dijo a Seth chocolate, porque él se comportó prepotente con ella, y de alguna manera ella lo comparó con un chocolate, por tal efecto que provoca en las personas provocando erupciones en la piel, haciendo estallar granos, molestias que a nadie le gusta tener.

Espero que haya quedado claro. Un besito a cada una de ustedes, tengan buenas tardes, abrazos grandotes para cada una. 

¡Chaaaaaao!
¡Nos vemos el viernes!


20 de febrero de 2015

Capítulo quince - Fresa con Chocolate.



Me encuentro en mi cama, recostada, leyendo un libro. Es sábado. Son las de la nueve de la noche, hora perfecta para hacerlo. La comodidad de mi habitación me hace olvidar todo lo del mundo exterior. Mamá y papá están abajo, Drew está no sé dónde, y Alejandro, obviamente, en su celular en algún lugar de la casa, y encima escondido, seguramente.

Me sobresalto cuando mi celular empieza a sonar. ¿Quién se atreve a llamarme a ésta hora? ¡Estoy concentrada en mi lectura. Más vale que sea alguien importante, porque, sea quien sea, me las va a pagar, y muy caro.

Cojo el celular de la mesita y miro la pantalla. Vaya, es Fabiola. Pensándolo bien, ella no cuenta en eso de que las pagaría sea quien sea. Porque mi mejor amiga en todo el mundo, por supuesto. Gran suerte que tiene, padece inmunidad por mi parte. La quiero tanto.

Deslizo mi dedo en la pantalla y contesto.

- Hola -saludo con simpatía.
- ¿Qué haces? -preguntó. A lo lejos se escuchaba el sonido de la radio.
- Leía. ¿Y tú?
- Veía televisión -me cuenta. Entonces no era la radio, pf- Pone el canal que nos gusta, están dando una película buena. Y además hablé con Carlota porque me llamó a mí celular para darme una invitación, y ya que no le contestaste me pidió que te informara.

Carlota es una compañera de instituto con la que nos llevamos bastante bien. Varias veces nos dedicamos a compartir en clases y en los recreos, junto con Ana y Lucía, otras dos compañeras.

- ¿De qué invitación me hablas? -curioseé, mientras afirmaba el celular con una mano y con la otra cerraba el libro, para luego dejarlo en la mesita. Tomé el control y encendí la tele, poniendo nuestro canal favorito. 
- Una pijamada que hará en su casa la próxima semana, día viernes. ¿Vas a ir?
- No lo sé. ¿Tú irás?
- Aún no pido permiso -se echa a reír- Pero dudo mucho que me lo permitan.
- Entonces hazlo y dependiendo de tu respuesta veo qué hago.
- De acuerdo. ¿Por qué no te conectas a internet y chateamos? Tengo algunas cosas que contarte. Y por aquí no me apetece.
- Bueno, tienes suerte, mi notebook está cargado -suelto unas risas.

Soy interrumpida cuando se abre la puerta de mi habitación. Es mamá, y parece algo apurada junto con un toque de ansias.

- Cristal, yo y tu padre vamos a ir un rato a la casa de tu abuela -avisa- Por favor pórtate bien, cuida a Alejandro y échale un vistazo cada cierto tiempo para ver cómo está.
- Bien.
- No tardaremos. Drew va a llegar pronto a casa, así que estarán solos por sólo unos minutos. Traten de no pelear.
- No es que Drew sea necesario en la casa, sabes.
- Hija -me reprende con la mirada. Entiendo de inmediato y ruedo los ojos- Bien, adiós.

Cierra la puerta y suelto un suspiro. Vuelvo a poner el celular en mi oreja, dispuesta a seguir la conversación con Fabiola. Nada más lo hago y ella comienza a hablar.

- Estás sola. Deberías hacer una fiesta, con muchas drogas, alcohol y todo lo que puedas comer -suelta una risa tan grande que pareciera que se burla, y no puedo evitar reír. Sabe la respuesta que le daré.
- Sabes que eso no me va -hago una mueca, aunque no pueda verme- Y lo dice la que más toma. Alcohólica, mala influencia.
- ¡Oye! -se queja- En ocasiones tomo vino. Eso cuenta.
- Sí, un vaso minúsculo que casi no se ve -digo en broma.
- Algo es algo. Eso demuestra mi rudeza. Pero ya, te dejo, y te espero para chatear. Oh, mejor por cámara, así es más entretenido.
- Muy bien, adiós -y cuelgo.

Me levanto de la cama y voy a por el notebook, que está en mi pequeño escritorio. Lo abro, pongo la contraseña y me meto internet. Nunca la apago, sólo lo hago antes de ir a dormir. Detesto esperar a que encienda y esas cosas. ¡No lo aguanto!

En un abrir y cerrar de ojos ya tengo a Fabiola en la pantalla y su rostro sonriente está frente a mí. Saludo con la mano, inocentemente.

- Mis padres tampoco están en casa -me cuenta.
- ¿Por qué?
- Fueron al supermercado a ver no sé qué cosa, la verdad es que no recuerdo.
- ¿Y qué fue lo que pasó?
- Pues... -hace una sonrisa, y ladea la cabeza- Digamos que lo mismo de siempre. La historia de mi peso, de que debería subir, y pues, esas cosas que no me gustan.
- Lo lamento -me pongo la mano en el corazón para que sepa que lo digo en serio, y ella niega con la cabeza y suelta unas risas tristes.
- Sé que lo lamentas. Pero es que me afecta mucho que me recuerden ese tipo de cosas. No soy tan delgada porque quiera, sabes. ¡Simplemente no puedo subir!
- Vamos a ver cómo le hacemos, ¿Sí? -intento tranquilizarla- No prestes atención a tus padres. Voy a ayudarte. Son cosas sin importancia. No pienses en ello.
- Está bien -suspira, y quedamos en silencio por unos segundos- ¿Y qué hiciste hoy?
- Oh, me puse a hacer unos separadores de libros con papel lustre, cinta adhesiva y tijeras. Deberías verlos. ¡Han quedado preciosos! -aplaudo con las manos, entusiasmada.
- Que modesta, Cristal -suelta unas carcajadas.
- Es que es de verdad, mira -me salgo de la pantalla y busco en el cajón de la mesita de noche. Saco los seis colores en los que los hice y vuelvo, a mostrárselos- ¿Ya ves? ¿Qué te parecen? A mi parecer, tres palabras: Maravillosamente preciosos.
- Esas fueron dos -comienza a reír fuerte- Mujer, eres muy mala contando.
- Sabes que soy pésima en matemáticas -me excuso, pasando mi mano por mi cabello, haciéndolo volar, para luego poner un mechón de pelo tras mi oreja- ¿Quieres uno?
- ¡Claro! Pero mejor tres -sonríe.
- Bueno, ¿Qué color? Tú elige, a mí me gustan todos, así que tampoco sabría.
- Me gusta el morado, el rojo y verde.
- ¿Cuál de los dos verdes? -le muestro uno en cada mano.
- El oscuro. El claro luce demasiado claro -decide.
- Dios, Fabiola. Por algo se llama verde claro. Aunque en realidad es verde limón.
- Yo lo veo verde chillón, está horrible -hace una mueca de desagrado y yo me hago la ofendida- Me refiero al color, no a que te haya quedado feo -y ríe.
- Más te vale, porque ya sabes, para mí están increíbles. Y me costó hacerlos.
- ¡Oh, no te conté algo! -grita, y me sobresalto, igual que cuando escuché su llamada al celular- Hoy supe que Darío está saliendo con una chica, y sabes, es una con características físicas parecidas a las tuyas, pero yo creo que es más para darte celos.
- Pobre de la chica. Y que estúpido por parte de Darío, haga lo que haga jamás una de sus novias me va a superar. Quiere darme celos que nunca llegarán...
- Eso es cierto. Los vi en el centro comercial. No estaban haciendo nada, pero cuando él me vio, de inmediato se tiró encima de la chica y comenzó a besarla como un animal. Supongo que quería que te enteraras por mi parte.
- Que asco. ¡Odio a los hombres así! -expreso con desagrado.
- Tú odias a todos los hombres -sonríe, alzando las cejas. No puedo evitar reír.
- Algo así.

Justo en ese momento, abren la puerta de mi habitación. Me giro extrañada, y abro los ojos lo más que puedo cuando noto que es Drew. ¡Pero no sólo él, si no que también está con Seth! ¿Quién los invitó a mi habitación?

- Con que el tal Darío quiere darte celos -comenta mi hermano, lanzándose a mi cama, seguido por el otro. Ay Dios, mi cobertor. ¡Lo van a ensuciar!
- ¿Estuviste escuchando mis conversaciones? -cuestioné, frunciendo el ceño.
- Sí -se encoge de hombros- Seth y yo nos quedamos tras la puerta desde que escuchamos el nombre Darío, hasta que entramos.
- Miserables metidos, ¿No tienen algo mejor que hacer? ¿Eh?
- No te sulfures, princesa -se mete Seth, cruzado de brazos, sentado en los pies de mi cama.
- No me llames así, mi nombre es Cristal. Además nadie te incluyó en la discusión. Ahora no me molesten, estoy hablando con Fabiola.
- ¿Es Fabiola? -pregunta Drew, evidentemente interesado.

Ambos se ponen de pie. Toman dos de los banquitos que tenía en el extremo de mi habitación y, como si yo los hubiese invitado, se ponen a mi lado y se sientan. Los miro con horror. ¡Que molestos! ¿Por qué a mí? ¿Cuando estaré en paz?

- ¡Hola Fabiola! -la saluda Drew, moviendo la manito como si fuese un niño pequeño.
- Hola -le corresponde.
- ¿Cómo estás? ¿Vas a ir a la piscina conmigo? ¿Qué día? -la atormenta con preguntas sin percatarse de lo molesto que es.
- Uhm, no lo sé. Aún no he pedido permiso -responde ella, con timidez.
- Deberías pedir. Mira, voy a darte mi número, tienes que anotarlo en un papel.
- ¿Tú crees que ella te va a llamar, inepto? -le pregunto, riéndome en su cara- ¡Que inocente! Tú tienes que llamarla para lo que tú la invitaste -ahora me giro hacia Seth- ¿Puedes creerlo? ¿Acaso tú eres igual? ¡No sé cómo las chicas pueden interesarse en ambos!
- Somos atractivos -me dice Seth, con desinterés- Eso les importa más que lo demás.
- ¡Asco! -grito- Ustedes sólo se meten con tontas sin cerebro. Agh, no me hables -pongo una mano frente a su cara por un segundo. Luego la bajo y miro a mi amiga, en la pantalla.
- Fabiola, entonces dame tu número -le pide Drew.
- Oh, claro, déjame ver cuál era -le dice ella, tomando su celular que está a su lado.
- No es necesario, yo ya lo conseguí el otro día. Sólo te lo preguntaba para ser cortés.

Los ojos de Fabiola se agrandan y yo lo miro frunciendo el ceño.

- Más te vale que no hayas revisado mis cosas.
- Tenía que hacerlo.
- ¡No, no tenías! -vuelvo a gritar- ¿Por qué no se van? ¡Déjenme tener vida privada!
- ¿Para qué? Si escuchamos bastante. Por cierto, ¿Quién es ese tal Darío? ¿Fue tu novio? -me pregunta Drew, cruzándose de brazos, protector.
- Cristal no tiene novios -responde Fabiola por mí. Le sonrío y agradezco con la mirada.
- ¿Era tu amigo con derecho, entonces? Porque por lo que pude oír, ya te cambió -se pone a reír como un desquiciado y yo intento guardar paciencia.
- Nunca en mi hermosa vida estaría con alguien como él -excuso- El tipo era igual que ustedes dos, así de poco hombres.
- Habla por Drew -Seth me lleva la contraria, frunciendo el ceño- Yo sé que tengo los pantalones bien puestos. Así que no hables si no sabes, Cristal. Callada te ves mejor.

Ante sus palabras, intento no demostrar que me ha sorprendido que me dijera eso. Digo, que me enfrentara. Porque es gracioso, éste cree que voy a tragarme el cuento de que no es poco hombre. Todos dicen lo mismo. Al menos los que he conocido. Y encima se atreve a decirme que me calle.

- Cierra tu bocota y será mejor que me respetes, ¿Entiendes? -le dejo en claro- A mí nadie me habla así, ni siquiera tú.
- Yo voy a hablarte como quiero -responde cortante.
- Seth, déjala -le ordena Fabiola seriamente. Mi cuerpo se tensa.
- ¡Sigue hablándome así y juro que te echo de mi casa!
- No vas a venir tú a ponerme reglas -vuelve a enfrentarme.
- Estoy hablando en serio, Seth. ¡Déjala, no sabes lo que estás haciendo! -vuelve a insistir mi amiga, pero mi furia ya está hasta el tope. No voy a permitir que él me haga esto.
- No, Fabiola. Cristal está pasándose -le dice él, y luego vuelve a mirarme- Estoy harto, no porque seas la reina suprema vas a poder decirme lo que se te antoje. ¿Estamos, malcriada?

Y eso fue la gota que rebasó el vaso. Mi respiración se vuelve agitada de una manera inmediata. Sin esperar ni un segundo más, levanto mi brazo y estampo mi mano contra su cara con toda la fuerza que tengo. Siento que mi garganta se cierra, y siento que todos me están mirando en silencio, impresionados, porque sólo tengo mi mirada fija en Seth. Su cabeza, que quedó hacia un lado por el impacto, se gira y sé que está furioso. Desvío mi mirada hacia la pantalla, para ver a Fabiola, y ella está con una mano en su boca, y su mirada no muestra otra cosa que dolor. Por último Drew, que está con la boca un poco abierta, y no reacciona.

- Fabiola, yo... -me aclaro la garganta- Ya me voy. Puedes quedarte a hablar un rato con ellos si quieres. Buenas noches.

Dicho eso, me levanto de mi asiento y salgo de mi habitación. Me adentro en el baño, e intento calmarme. Abro la llave y lavo mi cara con toda el agua que puedo. Dios, ¿Qué he hecho? ¿Qué me está sucediendo? ¿Soy yo, en realidad? ¿Esto es lo que ha estado logrando mi dolor?

Me seco el rostro, salgo del baño y me voy hacia las escaleras. Llego a la cocina y cojo un vaso limpio, para luego llenarlo de agua y tomarla como si no hubiese un mañana. Vuelvo a llenar el vaso, y me siento en la mesa, a intentar no pensar en nada más. Estoy enojada. Pero lo que más me enoja, es que Seth tenga razón. Estoy pasándome.

No sé cuantos minutos pasan. Al momento en que me sumerjo en mis pensamientos, pierdo toda conexión con la realidad, por lo que cuando noto que hay una persona dentro de la cocina, me asusto de un salto y doy un grito ahogado.

Seth está mirándome fijamente. Su ceño fruncido y su rostro ligeramente rojo, me dice que sigue furioso. Lo ignoro con la mirada, como si me diera igual, y tomo un sorbo de agua. Aclaro mi garganta, y miro mis uñas. Les hace falta una nueva capa de barniz, ¿Cómo no me di cuenta antes? Es hora de cambiar el color. Éste ya me aburrió.

- ¿Por qué me golpeaste? -me pregunta. Su voz está más oscura que nunca.
- No te golpeé -me defiendo- Sólo fue una bofetada.
- ¡Tu maldita bofetada me tiene cabreado! -alza la voz- Está bien que seas como seas, pero no te da derecho a ir y golpearme como si tuvieras poder sobre mí.
- Cállate, Seth -lo fulmino con la mirada- Tú me provocaste. Y si estuviera bien para ti que yo sea como soy, no me abrías dicho malcriada, ni las otras cosas, y nunca abría pasado lo demás.
- ¿Así que porque te provoqué vas a creerte mi madre o mi padre y vas a hacerme entender como si fuera un pendejo? ¿Fue eso un castigo?
- No, pero Fabiola te advirtió que pararas. ¡Te lo advirtió! -le grito- ¡Si ella te dice algo sobre mí, es porque tienes que hacerle caso!
- Si crees que voy a darte el gusto de hacerte sentir bien tratándome mal, así como lo hiciste con el imbécil del otro día -comienza a acercarse a mí, y de pronto siento un poco de miedo-, estás equivocada.
- Sólo hazle caso a Fabiola para la próxima, ¿Bien? -es lo único que me limito a decir- Y asunto acabado. No quiero hablar más.
- Me importa una mierda que no quieras hablar más -escupe, y sus ojos ahora muestran odio, y es como si se pusieran más oscuros. Comienzo a sentir mi respiración irregular, y todo se vuelve peor cuando comienza a acercarse a mí de nuevo- No he tenido un buen día, y tú acabas de ponerlo aún peor ¿Qué pasa si ahora me provocas tú? ¿Vas a aceptar mi golpe en tu cuerpo con gusto? -me paro de la silla, con más miedo que antes y retrocedo hasta la pared. Dios, ayúdame.
- Aléjate de mí -ordeno- No te atrevas a hacerme daño.
- Entonces tú deja de comportarte así.
- Si fueras tan hombre como dices, no estarías amenazándome con golpearme -suelto, como último recurso de lograr que no siga acercándose a mí. Aún está lo bastante lejos, pero sirve.

Gracias al cielo, mi intento funciona. Porque Seth se queda de pie, y no sigue avanzando. Intento que no se note un suspiro que dejo salir. Mi cuerpo tiembla. Él es un loco. No tiene respeto por una mujer. ¡Me amenazó!

Toma una silla de la mesa y se sienta en ella con brusquedad. Mi corazón, que está lo suficientemente agitado, no quiere volver a la normalidad. Queriendo escapar, tomo mi vaso de agua, y me preparo para salir de la cocina.

- No sé por qué ocupo mi tiempo pidiéndote que te comportes -habla de repente, impidiendo que pase por su lado y que me vaya. Suelta una carcajada irónica- No eres más que una fresa.
- ¿Cómo me llamaste? -pregunto, queriendo que se retracte.
- Fresa. ¡No eres más que una fresa! Creída, egocéntrica, hueca... ¡Toda esa mierda! Si crees que es linda una mujer así, no tienes ni idea de nada. Ni idea de nada, Cristal.
- Oh, bien. ¡Pues entonces me encanta ser una fresa! Mejor que ser una cualquiera con las que están tú y el mugriento de mi hermano. Y si yo soy una fresa, tú eres un chocolate. ¡Un asqueroso chocolate!
- ¿Asqueroso? -alza una ceja, y vuelve a reír con ironía- Un chocolate. Vaya insulto.
- ¡Sí, un chocolate! ¡Que haces que me salgan granos de la molestia que provoca tu presencia y tu voz en mí! -dejo de gritar y me quedo en silencio. Seth ahora ya no ríe. Está con el ceño fruncido- No vuelvas a hablarme.

Corro hacia la salida de la cocina, y salgo de la casa. Me voy hacia la piscina que está en el patio trasero y me siento en una banca que está a un lado. Necesitaba aire fresco. Detesto lo que ha pasado. De verdad que lo hago. Y lo que más me enoja, es que Seth tenga razón: Me he pasado.

♥♥♥

Bueno, ¡Hola! Supongo que ahora se les aclaró la duda de por qué le puse así a la novela. Es algo muy tonto, lo sé, pero me gusta bastante. No me arrepiento de haber puesto éste nombre. ¿A ustedes qué les pareció?

Muchas gracias por todos sus comentarios, son las mejores. Estaré subiendo el Martes de nuevo. Quizás, sólo quizás, suba el domingo otro capítulo, pero aún no lo sé. No prometo nada. Como que no me agrada mucho esto de subir sólo dos veces a la semana. Repito: No prometo nada. ¡Un beso, y buenas noches o buenos días dependiendo de cuándo lo han leído! Posdata: Lamento si está mal narrado o tiene alguna falta, pero no he tenido ganas de releerlo. 


17 de febrero de 2015

Capítulo catorce - Fresa con Chocolate.



Estoy en clase, y es viernes. En la sexta de ocho horas diarias de instituto, y no puedo sentirme más sofocada. Estas dos últimas semanas han sido un problema. Creí que la semana de la piscina iba a ser relajada, ya que días antes terminaron todos los deberes en exceso, pero después todo se volvió incluso peor. Hace frío, estoy tratando de que Fabiola no se quede dormida, ya que anoche no pudo dormir bien, y encima nos están mandando un trabajo de Artes. Porque sí, estoy en la clase de Artes. ¡Menos mal que ya empieza el fin de semana!

- Y bueno, alumnos -comienza a hablar la profesora- Como les decía, el próximo viernes van a tener que traer un trabajo ya terminado, es decir que será para llevarlo a cabo en casa. La razón de esto es que el Director obliga a que pongamos una última nota éste mes, que será directo al libro. 

La maestra de ésta clase me agrada bastante. Es muy relajada, agradable, y tranquila. En pocas palabras, es como la maestra de ensueño. Tiene un aire hippie, y luce bonita. Dice que todo en el mundo es Arte. ¡Siempre me recuerda a Drew, porque es lo que él dice!

- Los materiales que usarán serán: pintura, no temperas. Lápiz de mina, goma, pinceles, y nada más que eso -informa- Quiero que lo que dibujen sea creado por ustedes, puede ser lo que quieran. Pero nada de dibujos animados, o frases de bandas musicales, ni insignias de ello tampoco. Exijo algo que los identifique más que eso, que los haga sentir un sentimiento profundo, personal, pero más allá de eso, que sea propio. Que nadie más pueda leerlo y analizarlo tan bien como ustedes.

Bueno, eso sí es tierno. Y significativo. Pero no sé qué es lo que dibujaré. ¡Una cosa más encima de mi preciada cabeza! ¿Cuándo acabará mi infierno? Porque no soy buena en Artes, creo. ¡Para nada! Quizás pueda dibujar algo bonito, pero pintando no salvo a nadie.

- ¿Qué vas a dibujar? -siento la voz de Fabiola, que está sentada a mi lado. La miro, y está refregando sus ojos con sus manos.
- Eso me estaba preguntando -suspiro- No tengo ni la más mínima idea.
- A mí me entusiasma, ya sabes que me gusta dibujar -sonríe de oreja a oreja- Sólo espero que no nos hagan decir el significado de nuestro trabajo en voz alta. Odio eso.
- Yo también. Si es personal que se quede personal -le digo, conforme con sus palabras.
- No voy a pedir que expliquen el trabajo -nos habla la maestra, tomándonos por sorpresa. No me di cuenta de que estaba pasando por nuestro lado. Está sonriendo- Así que pueden estar tranquilas. Cada uno debe sentir el Arte de otra persona a su manera.

Asentimos sonrientes, agradecidas de la decisión de ella. Ojalas todos los profesores pensaran así. Nada más uno hace algo y piden que lo gritemos a los cuatro vientos, ya sea para demostrar lo maravilloso que ha sido lo que hemos hecho, o lo malo y patético que es.

- Yo pienso que deberíamos ir a comprar los materiales pronto -propone mi amiga, mientras caminamos a la parada, para ir a nuestras respectivas casas- No sé, tal vez después de almorzar. Es viernes, tenemos tiempo libre.
- Eso estaría bien -le digo- ¿Entonces vamos hoy? Si quieres luego podemos ir a mi casa y ver una película. Así te quedas a la hora del té.
- ¡Claro! -acepta- Tengo que pedir permiso a mamá, ya sabes como es. Oh, mira -señala con el dedo hacia la calle- Ahí viene tu autobús.

No me esfuerzo en mirar si es o no el que me corresponde, porque confío en lo que me dice y en parte porque no alcanzo a distinguirlo. Aún está lejos para mi capacidad visual. Así la beso en la mejilla y me despido con la mano cuando ya está detenido frente a mí.

- A las cuatro en Sissy's. Pasaremos a comer un helado y de paso vamos por los materiales -le digo entusiasmada, y ella asiente con la cabeza, con mi mismo humor.

Me meto al transporte, pago mi pasaje y voy directo al último asiento. Saco mi celular de la mochila, conecto los audífonos y me pongo a escuchar música. El trayecto se pasa rápido. Los treinta minutos parecían haberse reducido. Eso es lo que pasa cuando te gusta tener algo bueno que oír, y encima te gusta viajar. ¡Son de mis cosas favoritas!

Llego a casa y ya todos están sentados en la mesa, con los platos servidos, esperándome. Me encantan los viernes, es el único día en que pasa esto.

- Hola -saludo, y me siento al lado de Drew. Puré de patatas con carne. ¡Rico!
- Hola, hija -me corresponden mamá y papá al unisono.
- Han hecho puré, ¿No es delicioso? -me pregunta Alejandro, con una felicidad tan notoria que mira al techo, como si fuese un milagro.
- No es gran cosa, pendejo -le dice Drew- Mamá hace puré una vez a la semana, sin excepciones. Ni que no hubieras comido nunca.
- Drew, no le digas pendejo a tu hermano -le reprende mamá.
- Entonces pendex, como suelo hacerlo -propone.
- Así está mejor -le permite papá.
- ¿Hola? -me hago escuchar- Saben que significa lo mismo, ¿Cierto?
- Sí, pero así no suena feo para ellos -me aclara Drew. Yo ruedo los ojos.

Decido ignorar y comienzo a comer mi comida. Alejandro tenía razón, está deliciosa. Me siento animada, ni siquiera tengo deseos de discutir con alguien. ¡Todo es perfecto! Siento que nada podrá arruinar mi día. Ni siquiera los más molestos del planeta: Mis hermanos.

Luego de comer bastante por unos minutos, hago una pausa y recuerdo en lo que he quedado con Fabiola. Yo nunca tengo dinero a la mano, porque no me dan mesada. Así que tengo que prepararme para pedir un poco.

- Papá, dame dinero -exijo.
- Claro, hija linda, cómo negarse a tu por favor -dice con sarcasmo haciendo una sonrisa torcida. Yo suspiro e intento no soltar una carcajada.
- Dame dinero, por favor -recalco el por favor y él me mira.
- ¿Para qué?
- Hoy debo ir a comprar pinturas para hacer un trabajo de Artes, así que quedé en ir con Fabiola y así ella podría venir a tomar el té con noso...
- ¿Tú haciendo Arte? -me interrumpe Drew, explotando en carcajadas- Eso sí es nuevo.
- No lo hago porque quiero, tonto -lo fulmino con la mirada- Es por una calificación al libro.
- En ese caso, creo que estaría bien que tu padre te de dinero -acepta mamá, y yo le sonrío en señal de agradecimiento.
- Créeme, sacarás un cero con o sin la pintura -comenta Drew.
- Cállate -le ordeno, ya un poco irritada. Me sentía bien y él comienza a arruinarlo.

Terminamos de almorzar, y luego me voy a duchar. Cuando termino, voy a mi habitación y comienzo a prepararme para llegar a Sissy's a las cuatro. No tenía ganas de llegar tarde. Además, se me antojaba el helado de la amistad.

Papá me da el dinero antes de irme, y me dirijo hacia el lugar de encuentro. Nada más llego, me voy a la misma mesa de siempre. Fabiola ya estaba ahí. La saludo, ella me pasa su dinero y voy a hacer nuestro usual pedido. No se demoran más de cinco minutos y regreso a la mesa, sentándome en el asiento libre.

- Helado de menta con trozos de oreo y salsa de chocolate para ti -le digo, extendiéndolo hacia ella. Lo toma y me regala una sonrisa grande, ansiosa por comerlo- Y helado de menta con trozos de frutilla y salsa de frutilla para mí.
- Gracias -agradece. Toma su cuchara y se echa un poco a su boca. Lo ingiere y me mira- Hace bastante tiempo que no veníamos. Se me antojaba uno de estos.
- A mi también, precisamente por eso llegamos a la hora justa, al parecer -comento riendo.
- Es que con estas delicias es imposible. Por cierto, ¿Qué almorzaste?
- Puré de patatas con carne, ¿Y tú?
- Caigua rellena -expresa, haciendo una mueca de asco. No puedo evitar soltar carcajadas- ¡No te rías! Sabes que detesto comer eso.
- No sé por qué no te gusta, se ve delicioso -sincero.
- Eso es porque no lo pruebas aún, Cristal. Un día que mi mamá vuelva a cocinar eso, irás a mi casa a probarlo -me invita.
- Sería genial. Porque ya sabes, ¡Mi madre no varía! -me quejo en voz alta- Los lunes legumbres, los martes suelen ser espaguetis con salsa, los miércoles la mayoría del tiempo es estofado, los jueves seguro hay cazuela -hago la misma mueca de asco que hizo ella, y se ríe-, después los viernes hace alguna otra cosa variada, pero hoy ha hecho puré y eso que puré toca los sábados. ¡Los domingos son el único día en que hay la maravilla!
- ¿Arroz con pollo al horno, ensalada de papas con mayonesa y tomate con cebolla? -pregunta, alzando una ceja sonriendo, segura de lo que dice.
- ¡Sí! -exclamo con ganas, retorciéndome por querer comer eso- Ese almuerzo, lo mejor.

El resto del tiempo nos dedicamos a terminar nuestro helado, y no tardamos casi nada en hacerlo. Luego de reposar, nos levantamos y vamos a alguna tienda económica en donde vendan artículos escolares. Elegimos las más bonitas y buenas, que estén al alcance de nuestro bolsillo, claro. Ambas compramos de la misma y satisfechas salimos de ahí.

- ¿Ya pensaste qué vas a dibujar? -me pregunta mi más mejor amiga en todo el mundo.
- No -respondo paciente- Tengo todo el resto de los días para pensarlo. ¿Y tú?
- Tampoco sé todavía. Pero ya se me ocurrirá algo -explica- O tal vez sí. Tengo una pequeña idea, pero te la diré cuando esté confirmada.
- Me parece bien -le sonrío- Ya quiero saber lo que es.

Nos vamos caminando del centro hacia mi casa. Como no queda tan lejos, es bueno hacerlo de vez en cuando. Además es saludable.

Nos la pasamos riendo y contando cosas que nos ocurrieron cuando pequeñas. Ella casi se desmaya de la risa cuando recordé y decidí contarle del día en que me caí en la pileta de gansos de mi abuela, que por cierto, estaba llena de caca. ¡Santa virgen! ¡Casi me morí! ¡Fue AS-QUE-RO-SO!

- No puedo creer que te haya pasado eso, con razón hueles tan mal.
- ¡Oye! -la regaño con la mirada, pero sin poder evitar reír- Me duché bien y el olor ya se fue. Pasó hace años, por favor.
- Quizás te queda un olor -se acerca e intenta olerme.
- Ya basta, no es gracioso -le pido.
- Sabes que te quiero así de fétida -me abraza, ruedo los ojos pero se lo correspondo. No sé qué haría sin sus burlas y sin su cariño.

Nos vamos acercando a mi calle, y lo primero que noto, es la joya de auto negro que no veía hace días. Frunzo el ceño sin poder evitarlo. ¿Ya está en casa? ¿Quién lo invitó? Que pregunta más sin sentido, obvio que fue Drew. No he visto a Seth desde ese día en la piscina. Sólo espero que no intente acercarse más a mí de nuevo. ¡No lo soportaría!

- Vaya, no soy la única que ha decidido venir hoy -habla Fabiola, sacándome de mis pensamientos, mientras seguimos caminando.
- Al parecer no. Tú no me molestas -le aclaro-, pero él sí.
- ¿Te ha hecho algo malo?
- No -confieso, mirando al suelo- Pero ese día en la piscina, fue tan raro...
- ¿A qué te refieres?
- Tú sabes que no me gusta que ningún hombre me toque, amiga. Sabes que tampoco quiero que se me acerquen, a menos que sea para decirles algún insulto después -ella asiente con la cabeza, escuchándome atentamente- Pero ese día cuando me tocó, me sentí eufórica. Pero luego cuando tú y Drew se salieron de la piscina y me dejaron sola con él, me dijo que... Que lo había hecho bien -vuelvo a observar a Fabiola, y ella tenía una expresión confusa. Desvío la mirada y sigo hablando- Que nuestro roce había sido un paso más para mí. Que no tenía de qué temer -hago una pausa, y suelto un gran suspiro- Por último, dijo que sólo quería ser mi amigo.

Fabiola se queda en silencio por unos segundos, sin quitar la expresión. De pronto me entra la sensación de que está impresionada, tanto como yo. Como en un estado de shock.

- ¿Cómo no me contaste antes? -cuestiona- Estoy enojada.
- No estás enojada -me río.
- Pero podría estarlo, amiga -me dice- ¿Tienes idea de lo que quiso decirte?
- No. No sé a lo que se refería, es todo muy complicado, y...
- No es complicado, Cristal -me interrumpe- Por el amor de Dios, él ha averiguado cosas de ti sólo mirándote. Una de dos, o se refería a que hiciste bien en esforzarte por intentar nadar, o que estuviste bien dando un paso más cuando él te tocó. Sabe que es un problema para ti, lo presiento. Y también presiento que, no sé, que hay algo que él intenta.
- Pero no puedo dejar que él lo sepa -le digo- Voy a seguir negando lo que pasa. Jamás voy a admitir alguna debilidad que yo tenga en frente de él, y sabes por qué.
- Deberías dejar que él sea tu amigo. Lo ha dejado claro. No quiere más que eso.
- Los amigos hombres no existen para mí. Menos él. Me pone los pelos de punta -expreso con nervios, y me dispongo a abrir la puerta de entrada al jardín de la casa.

Nada más entramos, todos están sentados en los sofás, conversando felices. Menos Alejandro, claro, porque de seguro está acostado viendo vídeos en su mugroso celular. ¡Es un rata! Que salga de su madriguera o lo que sea alguna vez en su vida. ¡No tiene gracia ser como él! Que un Dios lo ayude.

- Ya llegué -aviso, como si fuera lo más obvio- Hola a todos.
- ¡Hola! -saluda Fabiola a mamá de un beso, y también a papá. Incluso a Drew y a Seth. Ella sí es educada. Debería de aprender de ella, lástima que no puedo.
- ¿Cómo les fue? -pregunta papá.
- Bien, compramos las pinturas y los pinceles -le cuento- Te sobró un poco de dinero, nada más que unas cinco monedas. Descuida, ya me las quedé -sonrío satisfecha.
- Vaya, te regalé algo y ni cuenta me di -dice él.
- Ese dibujo les va a quedar terrible -comenta Drew, de la nada. Lo asesino con la mirada de inmediato. Nada más acabamos de llegar y ya quiere arruinarnos la tarde, ¡Él es imposible!
- Drew, no seas malo con las chicas -le pide mamá, frunciendo el ceño.
- ¡Pero es que es la verdad! -insiste- No saben dibujar.
- Para que lo sepas, Fabiola es muy buena dibujando. Dibuja por diversión todo el tiempo. Me muestra sus dibujos, sus maquetas, y demás -le cuento orgullosa. Drew abre la boca, sin poder creerlo.
- ¿Es eso cierto? -le pregunta a ella para verificar, mirándola.
- Sí. Siempre lo hago -reconoce algo tímida- Me gusta mucho hacerlo.

Al parecer Drew no se lo esperaba, porque sigue con un aire de no poder creerlo. Alguien tenía que saber los dotes de mi mejor amiga. Hay muchas cosas geniales de ella, muchos talentos que nadie conoce, pero que deberían de ser mostrados.

- Las dos chicas son muy buenas -dice mi padre- Bueno, Cristal lo era, no sé ahora. Ella sacó el tercer lugar en un concurso de dibujo cuando tenía apenas siete años.
- Papá, no cuentes eso -me apresuro a impedirlo.
- ¿Por qué? -pregunta confundido- ¡Tienen que saber lo que mi hija logró!
- No me gusta -sincero- Era pequeña, no quiero hablar sobre eso.
- Yo pienso que fue pura suerte que Cristal sacara un lugar en ese concurso -se mete Drew, poniéndome en una posición aún peor.
- Estás celoso porque tú no sacaste un lugar -le dice Fabiola riendo.

Me uno a sus risas. No me esperaba eso. Drew se quedó callado, con el ceño fruncido. ¡Se lo merece, le pasa por idiota! Mamá y papá empezaron a burlarse de él también, mientras que el espécimen de Seth le daba palmadas en el hombro, en señal de apoyo. ¿Podría ser más tonto? Agh. ¡Me cae tan mal! No sé ni por qué lo aceptan en la casa.

El resto de la tarde pasó rápido. Con Fabiola vimos una película, comimos unas frutas, y luego tomamos el té con mi familia. Fue todo muy bonito, y afortunadamente, no hubo ningún otro problema en el transcurso de nuestro viernes. ¡Al fin un día agradable!

♥♥♥

¡Buenas! ¿Cómo han estado? Yo espero que bien, porque yo sí lo estoy. Quiero decirles que me encanta que les guste tanto la novela. Agradezco a quienes no me han dejado de leer, porque varias lo han hecho por el desagrado que le tienen a Cristal, o porque ésta novela no les gusta tanto como las otras. Así que un montón de besos y abrazos. 

Por cierto, les diré algo. En dos semanas voy a irme de viaje por unos días de otro lado del país, y pensé en tal vez hacer una maratón. Por ejemplo, subiría un día martes. Si los comentarios llegan a +5 en un sólo día, subiría el siguiente de inmediato al llegar a esa cantidad, y así sucesivamente. En total, subiría cuatro capítulos en la semana, si comentan lo necesario. ¿Les parece? No sé si me han entendido, díganme en los comentarios. Y también si les gustaría que lo hiciera. Pero no sé la fecha aún. Avisaré, de todos modos.

Las invito a mí nuevo blog: www.hogarnocturno.blogspot.com
No esperen novela ahí. Solamente son sentimientos profundos que desarrollo.

Bueno, es todo. Espero que lo hayan disfrutado, que les guste, que se hayan antojado de comer helado JAJAJAJ y demás. Muy buenas noches si lo están leyendo ahora en la noche, y buenos días si lo están leyendo en el día. ¡Adiós! ¡Nos vemos el Viernes!