26 de abril de 2015

Capítulo veintinueve - Fresa con Chocolate.



Me pongo de pie delante de mi cómoda. Abro uno de sus cajones, y enseguida saco todos los vestidos preciosos que tengo. Uno. ¡Uno! Nada más que uno, porque la verdad es que mi vida es tan poco loca que a las únicas fiestas a las que voy son las familiares y me aburro más que nada. Bueno, no me aburro tanto, porque me gusta estar con ellos, pero me refiero a lo de bailar y todo eso. Ni siquiera es un vestido, es como una playera larga hasta un poco más arriba de la mitad del muslo. Su color es negro, se ajusta completamente a mi cuerpo porque es como elasticada. Quien lo viera, pensaría que es un vestido, así que no hay problema con que me lo ponga.

Para los pies, decido usar mis zapatos de satín negros, con un taco decente lo suficientemente soportable para un par de horas. Tienen un broche, así que si hago un mal movimiento no se me salen. Y que los tenga es pura suerte, porque mamá me los compró cuando me obligó a ir a mi fiesta de graduación de un curso, que por cierto fue un acontecimiento que no quiero volver a repetir durante el resto de mi vida. Ir a esa cosa fue el error del año, perdí tiempo de mi vida que pude aprovechar leyendo un libro.

Me pongo el vestido y los zapatos. Camino hacia el espejo y me sorprendo con lo corto que es. Siempre lo había uso con leggins largos, pero ahora mis piernas están descubiertas y me da una mejor visión de la forma en que siempre ha lucido puesto. Sin embargo, debo admitir que me gusta. Tal vez, incluso más de lo que debería.

Mientras me suelto el cabello, dejándolo caer sobre mis hombros, comienzo a pensar en el infierno que será sin Fabiola. No me confirmó que iría, así que seguro estaré más sola que la ardilla Scrat de la era del hielo, yendo detrás de algo que haya para comer, o que me distraiga, porque no voy a buscar bellotas.

Abro una caja que tengo que contiene unas cuantas pulseras. Me pongo una bañada en oro que me obsequió una tía años atrás. Es preciosa, porque contiene lunas y estrellas colgando. Son diminutas, casi ni ven, lo que las hace aún más preciosas.

Doy un salto cuando siento que tocan la puerta de una forma lo suficientemente brusca como para hacerme enojar. Suelto un bufido, y ruedo los ojos.

- ¿Estás ya lista? -la voz de Drew se hace sonar a través- ¡Tenemos que irnos!
- Sí, idiota. Allá voy -respondo borde.
- Idiota tu abuela.
- ¿Sabes que es tu abuela también? -me río en mis adentros.
- Lo que sea, sal ya o llegaremos cuando no quede nadie.

Al parecer Drew se está poniendo muy pesado y desesperado con todo lo de sentirse asfixiado queriendo respirar. Así que tomo mi pequeña cartera cruzada en la que sólo me cae el celular, me la pongo y abro la puerta de mi habitación, para luego bajar las escaleras. La puerta ya está abierta, así que salgo, y veo que Drew está parado en la vereda de la calle frente al inconfundible vehículo brillante de color negro. De pronto me siento un poco acalorada. ¿Qué me pasa?

Camino hacia ellos y me cruzo de brazos, cargando todo mi peso en una pierna mientras que con la otra hago sonar mi tacón. Cuando ellos notan mi presencia, ruedo los ojos y suelto un bufido molesto. Me niego rotundamente a hacer contacto visual con Seth. Siento mis pierna débiles, como si quisiesen flaquear, y lo que menos necesito es verme insegura. No sé si él me observa todavía o no, pero aún así.

- ¿No te quejabas con que nos fuéramos ya? -alzo una ceja- Porque ahora tú estás demorándote, Drew.
- ¿Vas a una fiesta o a un prostíbulo? -pregunta el muy irrespetuoso, para luego comenzar a partirse de risa. Yo, en cambio, permanezco seria. Menos mal no escucho a Seth reír, o los atacaría sin dudar.
- ¿Terminaste de reír? ¿Hay algo más que quieras comentar, infeliz? -me burlo de él, completamente desinteresada del tema. De inmediato se detiene y me fulmina con la mirada.
- Pesada de mierda -escupe- Subamos al maldito auto o lo que sea.

De inmediato camino hacia una de las puertas traseras y la abro. Me apego a la ventana con rapidez. Drew sube al asiento de copiloto y el último en hacerlo es Seth, obvio de conductor. Drew avisa a mamá y a papá con un grito que ya nos vamos, y en un santiamén estamos a varios kilómetros por hora entre las calles de la ciudad.

Me sobresalto cuando comienza a sonar mi celular. Mi mandíbula por poco se cae cuando lo saco de mi cartera y noto que es Fabiola. Deslizo el dedo y contesto de inmediato.

- ¿Hola?
- ¡Cristal! -suelta un grito- Por favor, dime que no están ya en la fiesta.
- No estamos ya en la fiesta.
- No, en serio. Te lo pregunto de verdad.
- Te estoy respondiendo, aún no estamos allí, vamos apenas en camino.
- ¡Vaya, es una suerte! ¿Van a pasarme a buscar? Porque estoy lista -abro los ojos como plato y una llama de felicidad se enciende en mi pecho.
- ¿Qué? -cuestiono- ¿Estás hablando en serio?
- ¡Sí! Mamá y papá me dejaron a último minuto. Algo bueno que haya logrado intentando como último recurso, comportarme tan insoportable como tú en ocasiones.
- ¡Esto es un milagro, bendito sea Dios! -alzo los brazos y mi cartera sale volando hacia adelante. Golpea en la cabeza a Drew, y se voltea furioso.
- ¿Quién es? -pregunta.
- Iremos de inmediato -le digo a mí mejor amiga- Tú espéranos allí -y corto.

Cuando lo hago, le quito mi cartera a Drew que estuvo teniendo entre sus manos desde que le llegó en su dirección, y guardo mi celular dentro. ¡No puedo estar más feliz! Definitivamente, la mejor noticia que he tenido en toda ésta semana.

- Era Fabiola. Podemos pasarla a buscar, ¿Cierto? -pregunto inocentemente.
- ¿Va a venir? -Drew parece impresionado- ¿No bromeas?
- Por supuesto que no.
- Vaya, eso es genial. No pensé que fuese a presentarse.
- Yo tampoco, ¡Pero ya ves!


La conversación termina ahí, y yo sé que indirectamente eso ha sido un sí. Noté algo extraño en Drew cuando se lo dije, lucía tenso, como si intentara ocultar alguna emoción. Pero no me lo tomo tan a pecho. De haber sucedido algo importante, Fabiola me lo habría dicho. 

Cuando llegamos a casa de Fabiola, ella no tarda mucho en salir, pero cuando lo hace, puedo asegurar que se hace notar. Luce hermosa. Trae unos leggins de color negro con unas cruces blancas, y encima una polera blanca que tiene unas palabras escritas, además de sus zapatillas. Me quedo fascinada, ella siempre tan natural y simple, que incluso eso la hace aún más hermosa.

Narra Fabiola

Cuando me voy acercando al auto de Seth, siento que un vehículo viene a lo lejos. Me quedo mirando, por alguna razón, hacia el lugar de donde proviene. Cuando están lo suficientemente cerca de mí, noto que es una camioneta, y de pronto un chico se asoma, saca la cabeza por la ventana y me chifla. ¡Vaya!


La camioneta sigue su rumbo. Me quedo embobada. ¡Dios mío, esto nunca había pasado! Digo, me habían chiflado antes, pero éste era especial, porque era guapo, ¡Mucho! Recuerdo que un día estaba sentada en las afueras de un colegio en el que estuve, y alguien me tocó el hombro. Alcé mi cabeza para mirarlo, y era un chico más mayor que yo, que me preguntaba mi nombre. Lo ignoré, y me puse a temblar. Jamás lo había visto en mi vida, y no es que su rostro me ayudara a sentirme cómoda o algo. Podría haber sido un secuestrador. 

Drew saca su cabeza por la ventana, mirando para todos lados y luego deteniéndose en mí. Avanzo hasta el vehículo con rapidez, para no hacer que todo se atrase.

- ¿Qué fue eso? -pregunta, aparentemente molesto- ¿Un idiota te chifló?
- Sí -respondí sonriente.
- Maricas, ¿Y sonríes como si nada? Irrespetuosos de mierda -maldice.
- Ay, ¡Ya cállate, Drew! -interviene Cristal- Si se ve muy guapa, ¿Cómo no iban a hacerlo? -ahora me mira a mí- ¡Amiga, eres toda una modelo! ¡Cuando grande quiero ser como tú, enséñame tus secretos!
- Eso no va a suceder, porque tu nunca vas a crecer -le dice Drew con amargura en su voz. Yo me dispongo a abrir la puerta y me siento al lado de Cristal. De inmediato el vehículo comienza a avanzar- Eres más baja que un pitufo.
- Nadie preguntó tu opinión, bacalao -escupe ella- Fabiola, escucha, como Drew es un bacalao aléjate de él, porque apesta y son anti besos. Nadie jamás querría besar un bacalao, por eso lo ponen como penitencia en algunos juegos. ¡Que asco!

Me quedo en silencio y me dispongo a reír de manera fingida. Intento no sonrojarme. La verdad es que no me ha causado gracia porque de pronto me siento un poco culpable. Cristal no tiene ni idea de que Drew y yo nos besamos hace ya varios días, la última vez que lo vi. Me siento la peor mejor amiga del mundo.

- Estoy seguro de que a Fabiola no le molestaría besarme -sincera Drew, claramente seguro de sus palabras. Noto que me mira por el espejo retrovisor- Apostaría a por ello.
- Uh, ¿Por qué piensas tal cosa? -pregunta Cristal, frunciendo el ceño de la curiosidad.
- ¡Por nada! -me entrometo- Drew, deja a mi amiga. No es momento para hablar de esas cosas.

Le mando una mirada asesina a través del espejo. Él parece captarla y suelta unas risas. Siento mi cuerpo relajarse cuando sé que no seguirá diciendo esas cosas. ¿Por qué le hace gracia? No es en absoluto divertido. Para nada.

Cuando llegamos a la fiesta, me quedo impresionada. Todo está lleno de luces, de gente que nunca antes vi en mi vida y con montones de alcohol junto con humo de cigarrillos. Apesta. Miro a Cristal y ella tiene una mueca de horror. No puedo evitar burlarme de ella.

Ambas seguimos a Drew y a Seth. Tomo el brazo de Cristal con fuerza, porque estoy segura de que si alguien se nos atraviesa, nos perdemos y no nos encontramos hasta la próxima semana, o al menos hasta que la fiesta termine. Ella también se aferra a mí, y eso nos ayuda a sentirnos más seguras.

Puedo admitir que incluso desde antes de llegar, pensé que nos iban a dejar solas de inmediato, no sin antes decirnos que tuviésemos cuidado, que no nos fuésemos muy lejos de un lugar determinado y que por nada del mundo bebiéramos algo que un extraño nos ofreciera. Pero todo fue lo contrario, porque los cuatro llegamos a una mesa. Ellos se sentaron, y Drew nos hizo una seña para que nos sentáramos con ellos.



- ¿Qué? -pregunta Cristal, extrañada por el comportamiento de ambos.
- Siéntense, ¿Acaso quieres estar de pie todo el día? -molesta Drew, riendo.
- ¿Estás invitándonos a pasar el tiempo en la fiesta con ustedes? -ahora pregunto yo, sin ser capaz de ocultar mi impresión- ¿No deberían estar con sus amigos y amigas? Nosotras no vinimos para molestar.

Cuando digo eso, noto que el buen humor de Drew, desaparece como por arte de magia. Su frente se arruga un poco y su cuerpo se pone un poco tenso. Parece que lo que he dicho le ha causado un malestar. Es como cuando dices algo y resulta ser un golpe bajo para otra persona. Pero no entiendo, ¿Por qué debería afectarle? Ha sido la verdad. Puede que nos hayamos besado, pero nada más ha cambiado. No me sorprendería que fuese con otra chica, o con la que estaba con él en la galería de Arte, si es que aún se le puede llamar así.

- No van a molestar -responde Seth por él, quizás dándole una mano- Hemos venido a pasar el rato, nada más. ¿Verdad, hermano? -mira a Drew, ayudándolo.
- Claro, ¿Para qué más íbamos a venir? -Drew intenta volver a tomar su compostura- Le dije a mamá y a papá que vendría a despejarme, no a tomar o hacer algo que no deba.
- ¿Hola? -habla Cristal- ¿Estás hablando en serio? ¿No irás a besar o a mantener relaciones sexuales con alguna de estas golfas? 

Siento una punzada de dolor en el pecho por lo que ha dicho Cristal. Sí, es cierto, Drew y yo no somos nada, pero eso no quiere decir que no me lastime si llega hacer algo así. Es mi culpa, yo no le conté a Cristal sobre lo que pasó entre nosotros. De haberlo hecho, estoy segura de que no le habría dicho tales sugerencias a su hermano.

- Más respeto, pequeña -le detiene Drew- Yo he cambiado. Sólo tengo ojos para una chica. De hecho la besé hace unos días, y no he vuelto a mirar a otra mujer que no sea ella.

Abro los ojos impresionada. Lo miro directo a los ojos, y está mirándome tal como yo. No ríe, no se burla, simplemente quiere transmitir que con lo que ha dicho se refiere a mí. De pronto, me siento un poco feliz. No puedo evitar soltar una diminuta sonrisa.

Me percato de que Cristal mira la escena con un poco de confusión. Sus ojos viajan a los míos, y sé que intenta interrogarme. Me siento de lo peor, pero no puedo hacer nada ahora. No es que quiera decirle de ésta manera, porque seguro montará una escena. Por lo que hago una mueca y encojo de hombros.

- ¿Y bien? -le pregunto- ¿No sentamos o no? -ella parece dudar un momento, aún queriendo leer entre líneas o mis pensamientos. Pero finalmente, suelta un suspiro y asiente.
- Claro. Es mejor que nada.

Me doy cuenta de que va a avanzar hasta el lugar al lado de Drew, pero me apresuro y me siento yo a su lado. Ella me fulmina con la mirada, como si estuviese realmente asesinándome. Ésto no es porque yo sintiese unas ganas desesperadas por sentarme con Drew, sino porque sé que está tratando de huir de Seth, y definitivamente ya es tiempo que se de cuenta de las cosas, que haga algo por ese miedo o trauma que tiene. No saca nada con huir.

Narra Cristal

Miro con nerviosismo el lugar que queda al lado de Seth. Él me observa fijamente. Bacilo entre sentarme a su lado como todos esperan que haga, o en caminar hacia algún lugar de la fiesta sin ningún objetivo. Pero finalmente llego a la conclusión de que haciendo eso podría ser un blanco fácil para un drogado necesitado, y definitivamente no quiero que me violen, así que termino sentándome a duras penas al lado de Seth. Cuando lo hago, siento que rozo con su brazo, y de inmediato me alejo lo más que puedo, hasta que no lo siento.

Nos quedamos un rato conversando, o más bien, se quedan un rato conversando, porque yo no es que diga mucho que digamos. Drew y Fabiola son casi los únicos que hablan, él le ha estado poniendo mucho tema de conversación. ¿Cómo es posible que se lleven tan bien? Porque bueno, es Drew. Sé que siempre pienso esto... ¡Pero es Drew!

Intento no mirar a Seth mientras el tiempo transcurre. No ha intentado hablarme, y yo tampoco voy a hacerlo. ¿Qué podríamos decir? *Oh, sí, ¿Recuerdas ayer, cuando te vi por la ventana? Resulta que me pasé la enorme película en mi cabeza con que tú eras el otro protagonista en mi vida*. No, yo no voy a decir eso nunca, que vergüenza y humillación.

No sé cuanto tiempo termina pasando, pero me percato de que Drew y Fabiola comienzan a pararse de sus asientos. Los observo detenidamente, sin entender nada.

- Vamos a ir a dar una vuelta por ahí, para conocer el lugar -nos informa Drew, sin que se lo preguntáramos siquiera- Juntémonos a las una y media afuera, en el carro tuyo -mira a Seth- Adiós.

Un pánico profundo se apodera de mí, cuando noto que Fabiola se aleja. ¡Traidora! ¿Cómo pudo abandonarme? ¡O sea, yo le pedí que viniera para que estuviésemos juntas y se va con el mugriento de mi hermano! Sé que suena egoísta, ¿Pero por qué no se ha fijado en mí? ¡Me dejó con Seth, la última persona que quiero tener a mi lado para que me acompañe! Estoy destinada al fracaso social.

Minutos después de que ellos se van, Seth y yo seguimos en silencio, de tal forma que me comienza a sofocar. De pronto me siento insoportable y asfixiada, no es que los olores de la fiesta ayuden mucho. Pero cuando dos chicos se sientan en los lugares en que estuvo mi hermano con mí mejor amiga, me causa tal sorpresa que me hago para atrás, hasta llego a creer que se han equivocado de mesa.

Comienzan a saludar a Seth, y entonces dos chicas llegan, que al parecer son novias de esos dos anteriores. Me comienzo a sentir fuera de lugar, porque hablan como si la vida les dependiera de ello, mientras que yo estoy como pintada al lado.  No me puede importar menos el tema de conversación que tienen, solamente escuché algo de que la fiesta es como un huracán de licor (?), ah, y que unos metros más allá una pareja completamente drogada estuvo teniendo sexo en frente de todos. ¡Vaya historia! Es algo de tanto interés que tendrán que contárselo a sus hijos, si es que llegan a tener.

Me harto y me pongo de pie, sin siquiera dedicarles una mirada y camino hacia donde mis pies me permitan. No voy a sobrar, estoy aburrida y no ganaría nada quedándome. Tampoco parecieron percatarse de mi presencia. Odio eso, cuando estás con alguien y llegan personas que conocen a ese alguien, pero notan que estás ahí y pasan de ti como si no fueses más que un estorbo que no merece ni el mínimo de interés, o por lo menos, una presentación o un saludo con la mano. Se siente feo, pero de todas formas: ¿Por qué habrían de pensar que yo era acompañante de Seth? Si parecíamos dos personas que no habían hablado nunca en la vida, unos completos desconocidos.

Entre la multitud, me encuentro con una máquina de gaseosas. Sonrío, porque tengo sed y como no bebo alcohol, esto es lo único que podría permitirme. Así que meto el dinero necesario por el espacio correspondiente, pero parece que hay algún problema técnico, porque por más que espero, mi gaseosa no cae.

Decido dar ligeros golpes en la máquina, para ver si eso es necesario para que la cosa funcione. Pero no lo hace, así que comienzo a desesperarme y ahora no sólo doy golpes, sino que también uno que otro puntapié frustrado. ¡Maldita sea!

Me enojo a tal nivel que me alejo. No ha valido la pena encontrar la porquería de máquina y encima me ha robado el dinero. ¿Por qué a mí? ¡Moriré de sed el resto de la noche! No pienso pedir algo en el bar, porque cobran muy caro y de seguro no venden algo que sea para personas sobrias.

Varios minutos me quedo dando vueltas por la fiesta, solamente para matar el tiempo, queriendo que llegue rápido la hora en que deba volver a casa. Miro la hora en mi celular, y falta un montón. Pero tengo que admitir esto: Tanto rato sola, aquí en un ambiente totalmente fuera de lugar para mí, me ha servido para reflexionar sobre algunas cosas de mi vida.

Primero, jamás en mi vida volveré a hacer caso a papá sobre cuidar a Drew.
Segundo, traer algo para beber desde tu casa cada vez que sales.
Tercero, hacer caso a tu madre cuando te dice que comas y así luego no pasar hambre.
Cuarto, no creerle a tu mejor amiga cuando te dice que no te dejará sola.
Y quinto, que soy una solitaria nivel yisus.

Pero de pronto miro hacia una mesa grande y espaciosa, llena de taburetes a su alrededor. En ella, está Seth, solo, sentado con nada más que una botella de SevenUp, mirando hacia ningún lugar en específico, y pasando sus manos por su cara de vez en cuando. Al parecer, no soy la única solitaria.

Lo que pasa a continuación es algo que me sorprende: siento unas enormes ganas de ir hacia él, y no se por qué, ya que hace rato lo tuve a mi lado pero sin embargo lo único que deseaba era alejarme. Aún así, decido caminar hacia él, sin esperar nada en realidad, solamente porque quiero sentirme menos sola y quizá a su lado el tiempo pase más rápido, o podría convencerlo de que me lleve a casa antes.

Cuando se da cuenta de que me siento en un taburete cercano al de él, se sorprende. No estoy cerca, dos taburetes nos separan, pero no hay nadie entre nosotros tampoco. Sonrío ligeramente, para que sepa que vengo en son de paz, pero él no hace nada, solamente se queda ahí, sin hacer ninguna expresión.

La verdad es que me sorprende que Seth esté sin nadie a su alrededor. Sé que es popular, porque Drew me lo ha dicho incontables veces, siempre tan orgulloso que da náuseas. ¿Por qué está solo? ¿Por elección? No dudo que sus amigos esos de antes lo hubieran invitado a ir con ellos.

De la nada, una chica aparece, y de inmediato me percato de que es Anita. Se acerca a Seth con tal decisión, que lo abraza por detrás, susurrándole cosas al oído y luego muerde su mejilla. Él parece fuera de lugar, solamente me mira, y cuando se decide por girarse hacia Anita parece impresionado, como si apenas se hubiese dado cuenta de que prácticamente tiene a un mono colgando de su anatomía.

La escena me parece asquerosa, horrible, y de pronto me siento cabreada. Seth vuelve a mirarme y  yo hago una mueca de horror. Me giro en mi taburete en dirección contraria al de ellos. No quiero ver la manera en que fornican entre sí. Me siento enojada, realmente enojada. Una sensación molesta crece en mi pecho, como si alguien me lo estuviera apretando y yo desease gritar sin lograrlo.

Lo bueno es que logro distraerme, porque aparece un chico que podría haber sido la última persona que esperaba encontrarme. Es quien me gustó mucho cuando era más pequeña, a la edad de trece años. Luce tan diferente que me sorprende.

Cuando mira en mi dirección, me sobresalto un poco. Parece que intenta averiguar si en realidad soy yo, porque me estudia detenidamente. No es que sea algo inesperado, porque he cambiado mucho físicamente, pero bueno, aún así por ciertos rasgos soy capaz de reconocer. Finalmente, se pierde entre la gente. No es que fuese a venir hacia mí.

- Ten -una voz completamente conocida se hace escuchar tras de mí. Me giro muy despacio, y noto que Seth me extiende la botella de SevenUp que tenía. Lo miro sin entender- Es tuya. No pudiste obtenerla, y yo la saqué por ti.

Me quedo estupefacta, porque no puedo creer que se haya dado cuenta lo que me ocurrió. Él estaba con sus amigos, ¿Es posible que haya estado pendiente de mis movimientos? Es decir, se supone que cuando pasan ese tipo de cosas siempre ruegas que nadie haya visto tu fracaso. Como cuando subes al autobús y tienes ganas de abrir una ventana, lo intentas pero eres un bueno para nada porque no logras ni mover un poco el vidrio siquiera.

- Gracias -agradezco, tomando la botella de sus manos, algo temerosa de hacer un movimiento equivocado. Él sonríe con delicadeza. Creo que jamás lo vi sonreír tan dulcemente conmigo.
- ¿Por qué tan solitaria? -pregunta, lo que me hace avergonzar un poco.
- ¿Porque no conozco a nadie, quizá? -le digo- Fabiola me abandonó, si no te diste cuenta.
- Me tenías a mí.
- No es lo mismo -le explico- Tú y yo somos un problema. Ni hablamos, o algo.
- Estamos hablando ahora mismo -aclara.
- Sí, ahora. ¿Pero y hace rato? -suelto un suspiro- No estábamos haciendo nada.
- Eso no quiere decir que no me sintiese bien estando contigo.

Me quedo muda. No sé muy bien qué responder a eso, porque la verdad es que me parece ridículo. ¿Por qué se sentiría bien? Cada vez que hablamos todo sale fatal. Soy una alterada, histérica, y todo se pone aún peor cuando Seth mete el dedo en la herida, como la noche en que me puse ebria. Aún no supero ese momento. Me da hasta pena recordarlo.

- ¿Por qué no fuiste a casa en dos semanas? -decido preguntar, porque algo me llama a saber las razones, sobretodo porque puede ser por mi culpa. Él intenta ocultar su impresión por lo que he dicho. Intenta ocultarlo, pero aún así me percato de ello.
- No pensé que querrías que fuera -responde- Menos después de lo que ocurrió.
- No sé -me encojo de hombros, y miro mis manos- Te he extrañado, por alguna razón -sincero. Mi corazón comienza a latir con fuerza- Me sentí un poco culpable por tu ausencia, porque de hecho sí ha sido por mí, así que no me equivoqué.
- ¿Por qué no me llamaste por teléfono? -pregunta con seriedad- Habría ido en lugar de darte espacio.
- Quería hablar contigo ayer, pero te fuiste de inmediato.
- Me habría quedado si me lo hubieses pedido -asegura. Levanto mi mirada, para encontrarme con la de él. Sonrío un poco, porque no sé que más decir. No sé si sentirme bien o mal con eso- ¿Ya ves? ¿No dijiste que éramos un problema? No hemos discutido en al menos dos minutos.
- Es un nuevo récord -bromeo, y ambos soltamos unas risas. De alguna manera, se siente bonito- ¿Quieres SevenUp? -le ofrezco la botella.
- Sólo si tomas tú primero. No la probaste. Aún está sellada.
- Bien -acepto, y giro la tapa haciéndola sonar. Me la llevo a la boca y tomo un sorbo. De inmediato los ojos se me humedecen por la fuerte sensación de gas. Luego, la extiendo hacia él.

Seth acerca su taburete más hacia mí, de tal forma que quedamos bastante cerca. Es suficiente para que los nervios se hagan presentes en mí. Él toma la botella, y la lleva directo a su boca. Pero dejo de mirarlo cuando algo interrumpe.

- ¡Seth! -la voz de Anita se hace escuchar. Se vuelve a colgar del cuello de Seth. Que bien. Una vez en la vida nos estamos llevando bien, y se arruina. Anita me observa con asco, como esperando a que yo me vaya. Y eso haré.
- Bien, disfruten la noche, me voy -les digo- Si ves a Drew, dile que esperaré afuera. Quizá me iré a casa, ahí voy a ver. Adiós.

Me paro del taburete y me voy caminando hacia la salida de la fiesta. No quería estorbar entre ellos, tampoco. Seth no tiene por qué poner pausa a su vida sólo porque yo estoy cerca. No tiene que cuidarme, ni estar tan pendiente. Puedo hacer las cosas por mi cuenta, no requiero de nadie.


♥♥♥

¡Buenas! ¿Cómo están? Aquí un capítulo, como soy buena, he cumplido, porque subí el martes y hoy sábado. Aunque debería haberlo hecho ayer, pero no alcancé. Espero que les haya gustado, que lo hayan disfrutado, y que, bueno, que sea de su agrado en general. Son increíbles, muchas gracias por el apoyo que me dan. ¡Un beso enorme! ¡Comenten y voten! Nos vemos pronto, muah.



21 de abril de 2015

Capítulo veintiocho - Fresa con Chocolate.



Estoy sentada en la mesa, desayunando. Son exactamente las diez y media de la mañana. Obvio yo no tenía ganas de levantarme a estas horas, pero hoy es viernes y no ha habido instituto por una reunión especial de maestros. Creí que mamá me permitiría dormir hasta tarde, pero ha ido a despertarme porque no quería desayunar sola. 

No he visto a Seth desde hace dos semanas. Sé que ha venido a casa algunas ocasiones, pero nada más ha dejado a Drew y luego se va a quién sabe donde. Lo sé porque he estado en la ventana algunas veces cuando eso sucede. No se da cuenta, porque ni mira hacia la casa. ¿Estará enojado? ¿Lo harté? Vaya sorpresa, qué novedad. Me molesta el hecho de que se esté comportando así siendo que no debería, pero bueno, mejor sola que mal acompañada, sobretodo con él.

- ¿No vas a comer nada? -pregunta mamá, alzando una ceja. 

Me preparo para responder que no, que no tengo hambre y no me apetece nada, pero puedo notar su mirada amenazante, queriendo asesinarme con la mirada si digo algo indebido. Así que asiento con la cabeza y suelto una sonrisa. No le gusta que yo deje de comer desde hace tiempo, cuando tuve problemas con el peso y todo eso.

- Sí comeré, sólo no me decido -termino diciendo.
- Decide luego, porque de lo contrario acabaré antes y te quedarás sola aquí en la mesa -toma un sorbo de té mientras revisa su celular.

Justo en eso, unos fuertes pasos se escuchan en las escaleras. En unos segundos Drew y Alejandro llegan a la sala de estar y se acercan a la mesa para unirse a nosotras. Alejandro tiene unas ojeras horribles que le salen por ver puros vídeos inútiles de niños ratas en internet, y Drew tiene el pelo todo alborotado, tanto que parece un simio recién parido.

- Buenos días -saluda Drew, mientras ambos toman una silla y se sientan. Sacan un pan cada uno y se disponen a agregarle algo- ¿Hoy hace frío o calor afuera?
- ¿No miraste por la ventana? -pregunto impresionada. Todas las mañanas, lo primero que yo hago, es mirar por ella y ver el clima.
- No, no estoy loco -bufa- Ni que fuera importante.
- ¿Entonces por qué preguntas? -cuestiona Alejandro.

Drew lo fulmina con la mirada. Murmura algo que no alcanzo a escuchar, porque últimamente estoy bastante sorda, pero tampoco me dedico a darle importancia. Así que tomo una tostada y le pongo un poco de mermelada. Yo nunca como mermelada, pero hoy me siento muy extraña y no sé, hay algo extraño en mí.

- Alguien se levantó de mal humor hoy -comenta mamá.
- ¿Puedo ir a una fiesta? -pregunta Drew, ignorando lo anterior que ha dicho mamá. De inmediato se gana la atención de ella- Es mañana por la noche.
- Tú estás loco -es lo que mamá se limita a decir- Me lo pensaré.
- Oh, querido hermano, eso -la apunto a ella- es un rotundo no.
- ¿Por qué? -Drew se pone enojado- ¿Por qué no puedo ir?
- Sabes lo que te pasa cuando vas a fiestas, ¿Quieres volver a pasar por lo mismo? -Mamá se cruza de brazos y apoya los codos en la mesa, firme en lo que dice.
- ¡Era antes! -se queja mi hermano- Pasó hace siglos. Las cosas cambian.
- Fue sólo hace unos meses -comento.
- Demonios, Cristal -me mira con odio- No me ayudas nada.
- ¿Por qué debería ayudarte? -me pongo a reír de lo patético que suena lo que ha dicho.
- Porque soy tu hermano -responde, y todos nos quedamos en silencio. Definitivamente éste no es Drew, digo, está pidiéndome ayuda- Sólo déjame ir a la fiesta, mamá. No haré nada malo.
- Tendrás que convencer a tu padre porque yo no te...
- ¡No es justo! -se queja, interrumpiendo a mamá- ¡No va a dejarme!
- Pues allá tú, chiquillo. Pero por favor, sufre en silencio.
- ¡Mamá! -Drew golpea la mesa con sus puños- Soy un hombre pecho peludo, puedo hacer lo que yo quiera. He madurado.
- Cuando tengas tu propio techo harás lo que quieras, y es todo -le dice mamá, ya un poco molesta- Fin de la discusión.
- Bien, perfecto. Me mudaré. Mañana me voy y no volverán a verme.
- ¡Pero si no tienes dónde caerte muerto, por Dios! -exclamo riendo.

Cuando Drew está por gritarme algo en su defensa, se escuchan otros pasos por las escaleras. Papá aparece y se acerca a nuestra mesa. Toma una silla y se sienta, tal como lo hicimos todos nosotros. De inmediato mamá se para, va hacia la cocina y vuelve con el hervidor. Le sirve té a papá, va a dejar el hervidor a la cocina y después vuelve a sentarse donde estaba.

- Buenos días, familia -saluda papá- Hoy tengo que ir a cobrar el cheque, y yo...
- ¡Oh, yo quiero! -Drew alza la voz, desesperado- ¡Yo quiero acompañarte!
- ¿En serio? -papá luce tan asombrado, que se le salen los ojos para afuera- Pero si siempre tengo que estar convenciéndolos. ¿Estás enfermo?
- Sucede que quiero ir a una fiesta, así que es como un acuerdo que podríamos hacer -le explica Drew- Yo te acompaño a eso de tu cheque semanal, y tú me permites ir.
- Y también existen los unicornios, supongo -papá comienza a reír de su propio sarcasmo.
- Los unicornios sí existen -se mete Alejandro, que ha dejado de intentar atrapar a la mosca y decidió hablar por primera vez desde que estamos desayunando.
- Como sea -interrumpe Drew- ¿Me dejas ir o no?
- No lo sé, hijo. Tú sabes que las cosas hoy en día están peligrosas. Y el que estés por allá afuera, quién sabe donde y encima solo, es algo que no puedo permitir.
- Papá, es que no voy a ir a sólo. Iré con Seth.
- ¿Seth es tu novio? -pregunta Alejandro. Intento con todas mis fuerzas aguantar la risa cuando noto la cara que Drew a puesto. Sin embargo, todos deciden no tomarlo a pecho.
- Hijo, puede que sea un viejo de más cincuenta años pero no soy estúpido -le reprende papá- Ambos se van a separar buscando chicas, van a tomar y del otro ya ni se acuerdan.
- ¡Papá, tienes que dejarme ir! -insiste- No voy a hacer nada indebido, ni siquiera voy a tomar. Por favor, maldita sea, sólo quiero pasar el rato. Estoy cansado de encerrarme, la universidad ha estado pesada y necesito respirar.

Todos quedamos en silencio. Mamá sigue comiendo, pasando de la conversación, igual que Alejandro. Yo decido tomar la cuchara y revolver mi té. Doy una mordida a mi pan con mermelada, sintiendo el sabor. Sé que papá está debatiendo con él mismo.

- ¿Tanto quieres ir a esa fiesta?
- Sí, de verdad quiero ir -sincera Drew- Quiero despejarme.
- Si te digo que sí, tendrás que hacerlo bajo ciertas reglas claras, de lo contrario, olvídate de ello. Que conste que estoy hablando muy en serio.
- Bien, todo lo que tú quieras -acepta de inmediato, sonriendo- Lo aceptaré de todas formas.
- ¡Excelente! Entonces que les vaya bien -papá aplaude, y luego mira en mi dirección- Cristal, ponte linda para mañana, porque irás con tu hermano a la fiesta.
- ¿Qué? -la molestia de Drew vuelve a crecer- ¿Qué dijiste? ¡No puede ir!
- Eh, ¿Qué acordamos? -papá sonríe con malicia- O va tu hermana o nada.
- Papá, ¿No puede haber otra regla que no sea esa?
- Dije o tu hermana o nada.
- Demonios -maldice. Apoya sus codos en la mesa y suelta un suspiro frustrado. Cierra los ojos, y se prepara para dar su respuesta- De acuerdo. Iré con ella.
- Yo no tengo muchas ganas -decido hablar- ¿Qué voy a hacer ahí? No conozco a nadie y las amistades de Drew no me interesan.
- Hija, puedo darte dinero para que te entretengas en algo, sólo tienes que cuidar a tu hermano. Además, volverán a las dos de la madrugada, más tardar -mira hacia Drew- Supongo que Seth los vendrá a dejar, ¿O me equivoco?
- Sí, lo que sea -bufa Drew- Hablaré con él. Da lo mismo.

El resto de la mañana cada uno de nosotros se limita a desayunar, por lo que el tema de la mugrosa fiesta y eso queda completamente olvidado. Drew y papá se van a cobrar el cheque junto con Alejandro, que finalmente decide unirse a ellos.

Mamá y yo, por otro lado, nos quedamos haciendo el almuerzo. Sugerí que preparara arroz con hamburguesas. Creí que iba a mandar mi sugerencia al infierno, pero me sorprendí cuando aceptó gustosa, siendo que no es la gran admiradora de comer hamburguesa con el almuerzo. ¡Soy invencible! He podido con mamá. Merezco un premio.

La verdad es que todo eso de la fiesta me tiene un poco de los nervios. ¡No quiero estar como una idiota ahí! Seguro serán puros universitarios, y no es que yo me lleve bien con la gente al primer momento. ¿Qué hago? ¿Y si llamo a Fabiola? ¡Sí! Sería una gran idea, aunque seguro no la dejarán. Si de por sí ya me sorprende que a mí me hayan dado permiso, que a ella se lo den también, sería casi un milagro.

Termino de ayudar a mamá y subo las escaleras directo a mi habitación. Entro, tomo mi celular de la mesita de noche y me dispongo a marcar su número. Lamentablemente, como siempre, la chica tarda un siglo entero en contestar. Hago rodar mis ojos, aún esperando.

- ¿Aló?
- ¡Aleluya! -exclamo- Creí que estabas muerta.
- No -suelta unas risas- Pero estaba en el baño.
- Lamento interrumpirte mientras hacías tus necesidades, pero es que quiero preguntarte algo de vida o muerte.
- ¿Qué cosa? -pregunta. Respiro profundamente.
- Tengo que ir a una fiesta mañana en la noche, y no quiero ir sola. Papá me obliga.
- Eso es raro -reconoce- Explícate.
- Drew tiene una fiesta y no puede ir si yo no voy. Lo dejaron, así que por ende debo ir con él -termino de darle la explicación- Por favor, pregúntale a tus padres si puedes ir conmigo. ¡No me abandones!
- ¿De verdad crees que me dejarían? No me dejan casi a nada, ya lo sabes.
- ¿Y si los engañas un poquito? -propongo algo tímida- Una mentirita piadosa por aquí, por allá. Así revelas tu maldad interior.
- Lo que tú quieres es que me castiguen hasta los cien o no.
- ¡Claro que no! Seguro no llegamos ni a los noventa, pero es que Dios, ¡No puedes hacerme esto! ¿No crees que es emocionante hacer papel de algo rebelde por una noche?
- Mm, puede ser -se ablanda por dentro- ¡Pero no es el punto!
- No seas así. Vamos, yo lo haría por ti -confieso- Nada más pregúntales si puedes venir a hacer un trabajo ultra largo, que tiene un porcentaje muy alto para las calificaciones de éste semestre. Oh, y que te iremos a dejar después, como a las dos de la madrugada.
- ¿Piensas que van a tragarse eso? -cuestiona- ¿Quién haría un trabajo hasta esa hora?
- Las alumnas responsables que estudian una carrera complicada, como nosotras.
- ¡Ugh! -se queja- Lo intentaré, pero no prometo nada -dicho eso, corta la llamada.

Un par de horas más tarde me dedico a almorzar. Drew llega a casa y se queda el resto de la tarde. Papá se pone a ver partidos de fútbol, mamá hace sudaderas para una de las líneas de ropa en las que trabaja, y Alejandro como siempre está ocupando su tiempo siendo un niño rata desamparado.

Mi día está pasando tan, pero tan lento, que siento que voy a morir desahuciada o algo así. Es tanto, que decido tirarme al piso y mirar el techo, no sin antes haber tomado todos mis libros y dejarlos cerca de donde me tiraría para elegir algo qué leer. Eso nunca está de más, y nunca es un problema. Son la solución a los días de éste tipo. En pocas palabras: Son la solución a todo.

A pesar de que logra capturar mi atención por aproximadamente una hora y media, luego se me comienza a hacer pesado. Mis párpados comienzan a cerrarse, y de inmediato decido ponerme de pie. Debo hacer algo productivo, porque sinceramente odio dormir la siesta. Cada vez que lo hago, al despertar, mi cuerpo se encuentra un poco helado y me atacan dolores de cabeza. ¡Lo odio!

Lanzo mi celular a la cama y me pongo a pensar en qué cosa hacer. Pero no encuentro nada de mi agrado, por alguna razón hoy no tengo ganas de hacer lo que suelo. Así que enciendo la televisión y me dedico a cambiar de canal todo lo que quiera, hasta que por fin encuentro una película digna de ver: El diario de Noa. Ya está por acabar, eso sí.

No es que me gusten tanto las películas con un romance así. Pero tengo que admitir que me llama la atención el hecho de que ellos discutían por todo y que jamás estaban de acuerdo en nada, pero que aún así estaban locos el uno por el otro. Aquí en la vida real si discutes por todo te dan una patada en el trasero que madre mía. Al menos la mayoría.

Justo en el momento en que Allie llega a casa de Noa luego de haber tomado su decisión, seguido con Noa saliendo de la cama y yendo hacia el balcón para ver quién es, siento el ruido de un auto estacionándose en la calle. De inmediato me sobresalto, me levanto de la cama y voy hacia la ventana lo más rápido que puedo.

El gran vehículo color negro de Seth se encuentra justo en la entrada, y toca la bocina. No puedo ver muy bien su rostro, porque los vidrios están polarizados. Pero entonces baja la ventana y alcanzo a verlo. Al parecer espera a alguien.

No había visto a Seth en dos semanas, y ahora que está aquí, tengo unas extrañas ganas de que se quede. Es como si lo echara de menos, o como si quisiera que se digne a hablarme, aunque sea para preguntarme qué hora es, o incluso, para preguntarme de temas personales de los que hablé la noche de hace dos semanas atrás.

Una silueta se acerca a su vehículo. Es Drew. Lleva consigo una bolsa como con un extraño cuadro con telar blanco, además de otra bolsa con cosas de colores dentro, que supongo que deben de ser pinturas. Eso es extraño, Seth es rico, ¿Por qué tendría que pedir prestadas unas pinturas? Tiene un transporte de incontables billetes y no quiero ni imaginarme la mansión que tendrá que ser su casa.

¿Será Seth mi Noa? Me refiero, a que estaba viendo la película y Noa salió al balcón. Entonces, llega Seth y yo me asomo a la ventana. Pero Seth no puede ser mi Allie, porque es hombre. Y yo no puedo ser su Noa, porque soy mujer. Así que, ¿Será Seth alguien que podría ser importante para mí? ¿Por qué lo extraño? ¿Por qué quiero ir hacia allá abajo, acercarme a su vehículo y preguntarle por qué no ha venido?

Me asusto cuando su mirada se dirige en mi dirección, tan decidida y penetrante que hace que mi corazón de un vuelco. Pero no quiero alejarme, en realidad, quiero que sepa que sé que está aquí y que lo estoy viendo. Así que intento sonreír, cosa que me sale fatal, y alzo una mano en señal de saludo, lo que lo deja estupefacto, realmente estupefacto, porque frunce el ceño y mira hacia afuera del vehículo para saber si en realidad lo estoy saludando a él. ¿Tan difícil es de creer?

Cuando vuelve a dirigir su mirada a mí, hace una extraña mueca y alza la mano, correspondiendo a mi sutil gesto. Eso me hace sentir un poco mejor, incluso considero ir abajo y hablarle. Pero no lo logro, porque enciende el motor y en unos segundos se va alejando, hasta que ya no lo veo.

Siento un balde de agua fría sobre mí. Realmente quería saber cómo estaba, qué ha sido de él, y por qué ha estado tan ausente en mi vida. Y ahora tengo ganas de exprimirme el cerebro, porque el hecho de que Seth me haga falta es tan inesperado que no lo entiendo. ¿Qué sucede? Y me doy cuenta en éste momento de otra cosa: ¿Por qué me pregunté a mí misma si Seth era mi Noa?
                                                            

♥♥♥

¡Holaaaa! Es Martes por la noche, aquí tienen un capítulo. Iba a hacerlo más largo, lo intenté pero me quedaba horroroso. Hoy no ha sido mi día que digamos, así que eso es todo lo que puedo decir. Espero que les haya gustado. ¡Oh, y una cosa! Los dos siguientes capítulos no se los pueden perder porque estarán llenos, pero llenos, de cosas que les van a gustar. ¡Un beso, no olviden comentar y votar! ¡Chao!



13 de abril de 2015

Capítulo veintisiete - Fresa con Chocolate.

Capítulo dedicado a Sara Santos: ¡Ojalá hayas pasado un feliz cumpleaños!
y a Iris Anabalón:  Aquí estoy, no desaparecí JAJA.



Abro los ojos, y lo primero que hago es volver a cerrarlos. Me quejo en voz baja. ¿Anoche he olvidado cerrar la cortina, que está toda abierta y me entra toda la luz? Papá siempre me recuerda hacerlo, ¡Anoche no lo ha hecho! Debo regañar su actuar.

Me volteo un poco bruscamente, y de inmediato siento como todos mis sesos se sacuden dentro de mi cabeza. De la molestia y dolor, la sujeto con mis manos, quejándome aún más. ¿Por qué yo, de todas las personas del mundo, tengo que estar así? Aunque bueno, muchas personas están así un domingo por la mañana, pero porque eso es lo que ellos quieren. ¡Pero yo no lo pedí, así que no cuenta!

Una palabra se viene a mi mente: Drew. Menudo capullo, hijo de la trola, bastardo... ¡Oh, por Dios, qué he dicho! La trola sería mi mamá. Merezco morir. Como mi madre se entere, uy, vaya que se va a enojar. Menos mal nadie puede oír mis pensamientos. ¿Hola? ¿¡Hola!? No, nadie.

Activo mi sentido del olfato. ¿Por qué mi almohada huele a perfume de macho? Si yo no ocupo éste. Es más, me pongo un poco cuando me acuerdo y es olor a flores. Me incorporo en la cama con mucho cuidado, para que no se me sacuda todo de nuevo. Cuando estoy bien sentada, comienzo a recordar.

Lanzo un grito tan fuerte como mis cuerdas vocales me permiten. Es tan fuerte, que tengo que volver a agarrar mi cabeza con fuerza, porque llega a hacerme doler. ¡Todo ésto es por Seth! Estuvo en mi habitación, me vio vomitar la porquería de todo un año, me cambié de ropa en frente de él y para colmo casi me lo como a besos. Que vergüenza, Cristal, ¡Qué vergüenza! ¿Dónde están tus modales?

Me pongo de pie de la cama, soportando otra sacudida de sesos, y comienzo a tocar todo mi cuerpo en caso de que algo falte. ¿Mis bragas están puestas? Sí. ¿Mi sostén? Uhm, no. No está. ¿No está? ¿Me lo quité en su presencia? Dios mío.

Tomo mi celular, deslizo el dedo y marco el número de Fabiola. Golpeo el piso detenidamente con mi pie, entrando en pánico. He quedado como la bruta del siglo. ¡No lo soportaré! ¿Y por qué no contesta?

- ¿Aló -escucho su voz.
- ¡Al fin! -exclamo- Fabiola, no sabes lo que me pasó. Estoy en una depresión post-muerte.
- Oh, ni que lo digas. Drew me llamó y me lo ha contado todo. Estoy llegando a tu casa -suelta unas risas sonoras.
- ¡Chica, Dios tiene que haberse apiadado de mí, enviándote! Yo te llamo para una charla desesperada, pero el que vengas es muchísimo mejor. Dios te bendiga, hija. Dios te bendiga.
- Aguarda, ¿Estás predicando? ¡Esa cosa que bebiste sí que debe de haberte afectado! -grita- Pero ya, nos vemos en unos minutos -y corta la llamada.

Camino por la habitación de aquí para allá, pensando en si hay algo que no he recordado, en si se me ha escapado algo, pero no, nada sale a flote.  Pero antes de eso, aprovecho de buscar un sostén y ponérmelo. No quiero que se trasluzcan mis senos. No tengo tanto, es poquito la verdad, lo suficiente, ¡Pero aún así! No por eso voy a andar dejando que todos me las vean, ¡Ni muerta!

Narra Fabiola

Troto por las calles lo más lento que puedo para no cansarme. Se me olvidó traer dinero para un taxi desde el centro a la casa de Cristal, así que sólo me alcanzó para el autobús y me deja a unas cuantas cuadras. He decidido venir porque me ha dado algo raro saber lo que le pasó, aunque debo admitir que igual quiero reírme un poco de ella, para que no sienta tan mal ni se lo tome tan en serio. En ocasiones es muy dura consigo misma, y no quiero ni imaginar como se pondrá de aquí a unas horas o días más.

Cuando llego al lugar, abro la puerta que da de la calle al jardín, y luego me detengo en la puerta de la casa, respirando algo agitada, con las manos apoyadas en mis rodillas y mirando al suelo cabizbaja, porque soy pésima para ésto del deporte. No es tan así, pero bueno, simplemente no me gusta.

Me sobresalto cuando la puerta se abre de golpe. Alzo mi cabeza y un Drew muy sonriente está frente a mí. Me pongo derecha, y disimuladamente finjo mirar a mi pecho, pero en realidad quiero saber si huelo mal o algo con o que sudé. ¿Cómo supo que llegué?

- ¡Fabiola, viniste! -exclama, haciéndose a un lado para que yo pase. Lo hago de inmediato, y luego cierra la puerta tras de mí- ¿Cómo estás?
- Bien, acabo de transpirar un montón. Olvidé para un taxi -le cuento algo nerviosa. Es increíble que aún no pueda desenvolverme bien a su lado- Pero a pesar de eso todo va muy...
- Debes de estar cansada, lo sé porque luces un poco roja -me dice, antes de siquiera dejarme terminar- Te traeré jugo. Pero oye, puedes subir a ver a Cristal y yo te lo llevo para allá.

Se aleja de mí, en dirección a la cocina. Me percato de que la casa está en total silencio. Drew es muy atento, tanto que me da una sensación extraña. El estómago se me encoge cuando estoy cerca, y el que actúe de ésta manera lo provoca aún más.

Decido hacerle caso, porque para eso he venido. Así que voy hacia las escaleras y las subo. Pero casi me da un infarto cuando, al llegar al último peldaño, algo o alguien me empuja contra la pared, poniendo los brazos a los costados de mi cabeza. Suelto un grito ahogado cuando me percato de que es Seth.

- ¿Conocías a Cristal cuando le pasó todo eso? -pregunta amenazante- Estoy seguro de que sabes de lo que hablo.
- Suéltame, me pones nerviosa -le pido, porque en serio, no es que Seth sea alguien muy difícil de ignorar, menos de ésta forma- No sé de lo que hablas.
- Ella me contó mucho anoche sin desearlo -me dice. Abro los ojos como plato. ¿Tan lejos llegó ella? ¡Dios mío, no creí que fuera para tanto!
- Júralo -ordeno, sin quitar mi expresión de asombro.
- Fabiola, ¿Qué...? -escucho la voz de Cristal. Miro en dirección de donde proviene, y la noto refregando sus ojos con sus manos, justo en la entrada a su habitación.

Cuando me nota a mí, completamente atrapada por el cuerpo de Seth, pone una expresión de horror, y parece que se va a desmayar. Pero me quedo desconcertada cuando vuelve a entrar en su habitación, y más aún cuando vuelve a salir y trae con ella un bate de béisbol.

- ¡Violador! -grita- ¡Sabía que eras un violador! -corre hacia nosotros, empuja a Seth con toda su fuerza a pesar de que no logra que se mueva nada, e intenta golpearlo.
- ¿Qué? -Seth me suelta e intenta frenar sus golpes con sus brazos- ¡No intentaba eso!
- ¡Maldito, aprovechador! -logra darle en una pierna- ¡Fabiola, corre a mi habitación y protégete! -sigue golpeándolo- ¡Este tipo está desquiciado!
- ¡Cristal, lo vas a matar! -le grito, queriendo que se detenga- ¡No me hacía nada malo!
- ¿Cómo que no? -se detiene, pero apunta a Seth con el bate, que se encuentra algo enojado, apuntándolo como si fuese un arma- ¡Si lo que yo he visto pareció otra cosa! -se gira a Seth- Quédate quieto o llamaré a la policía.

Seth no hace caso, se acerca a nosotras y arranca el bate de las manos de Cristal sin el más mínimo esfuerzo. Ella lanza un grito desesperado, y me cubre con su cuerpo, queriendo que yo esté a salvo. Así que para aligerar el ambiente, la tomo por los hombros, girándola hacia mí, y la miro fijamente.

- Escucha, amiga. Nada malo sucedió -le digo- Solamente Seth me estaba preguntando una cosa.
- Pero no entiendo, ¿Quién pregunta de esa manera? -luce confundida- No me fío de él.
- Anoche no parecía eso -escupe Seth, evidentemente más enojado que antes.
- Cállate, no estoy hablando contigo -le responde Cristal.
- No discutan, no entiendo nada del asunto. ¿Qué sucedió entre ustedes? -pregunto, casi al borde de la locura. Detesto estar en medio de algo que no sé.
- Te sorprenderías -suelta Seth- Pero alguien aquí no quiere reconocer nada.
- ¿Cuál es el problema contigo? -Cristal se gira en su dirección- Que yo sepa, no pasó nada que sea digno de contar. Dices cosas que no son.
- ¿Estás segura? -Seth alza un ceja, y se le acerca- ¿Estás jodiéndome?
- ¡Aléjate! -ella se echa para atrás, en lugar de él.
- Fabiola, aquí está tu jugo... -Drew aparece en la escena por las escaleras, y cuando nos ve a los tres con el ceño fruncido, suelta un suspiro- Vamos a mi habitación.
- ¿Qué? -pregunto.
- Que vamos a mi habitación, gatita -me toma por la cintura y me arrastra con él.

Sin darme cuenta, ya estoy en su habitación y él asegura la puerta con pestillo. Un poco de miedo se adentra en mí, no es que sea para menos, considerando todo lo que pasó allá afuera y de la nada llega él, prácticamente me trae sin mi consentimiento, me llama gatita y para suavizar la situación tiene un vaso de jugo entre sus manos. Me lo tiende, y lo acepto algo dudosa.

- Esos dos tienen un problema de hormonas que deben solucionar -me cuenta- Pero que bueno que vinieras, me habría molestado estar solo mientras ellos dos se dicen cosas.
- Sigo sin entender -sincero, pegada contra el escritorio de Drew, mientras él se sienta relajadamente en su cama.
- Anoche Cristal bebió una cosa que no debió, obvio contenía mucho alcohol. Se puso ebria, y tiró muchas secretos personales de ella sobre Seth. Él la ayudó hasta que se durmió, y bueno, yo, como todo hermano cotilla que soy, escuché todo.
- ¿Qué exactamente le dijo? -pregunto.
- Todo sobre el maricón ese que estuvo con ella, incluso estuvieron encerrados en su habitación, pero eso ya es un tema aparte, porque me encerré aquí y pasé de ellos totalmente -se pone a reír. ¿Dónde está la gracia? Todo es mi culpa, yo fui la que abrió la boca y provocó que pensara en él más de la cuenta, pero que va, ¡Amigas por siempre! ¿Cierto? Sí, no creo que me odie por ello.
- Ah, bueno, eso ya está mejor, comienzo a entender. Cuando me llamaste sólo me dijiste que estuvo ebria -le digo, soltando una sonrisa.
- Supongo -se encoge de hombros, y lentamente se va poniendo de pie- Pero ahora hablemos de nosotros, que esos dos se vayan a la mierda.

Mi corazón se comienza a acelerar nada más al escuchar esas palabras. Drew se viene acercando a mí con decisión, como si yo fuera un indefenso gato y él un perro feroz, listo para atacar. El corazón se atasca en mi garganta y me limito a hacerme más para atrás, pero el escritorio me lo impide.

- ¿Pasa algo? -pregunta, alzando una ceja. Se detiene frente a mí, y acerca su mano a mi cintura. El aire se me va- Estás tensa.
- ¿Nosotros? -es lo único que me atrevo a decir.
- Sí, nosotros, nada más que nosotros -aprieta su agarre contra mi cintura, y de pronto me siento demasiado encerrada, con mucho calor.
- No hay un nosotros -le recuerdo. La voz casi ni se me escucha, ¿Qué me pasa?
- Que lo haya, entonces -dice con seguridad- Apostaría para que tuviéramos algo, tanto, que dejaría que apostaras por un No habrá, y yo esforzarme hasta ganar con mi Sí habrá.
- Drew...
- ¿Drew? -sonríe un poco, pero una vez más, yo no veo la gracia.
- Tú no eres así, estás comportándote extraño -le digo.
- Oh, estaba esperando el momento indicado, pequeña Fabiola -esboza una sonrisa aún más grande- Lo astuto que soy te podría dejar impresionada. Planeé hasta lo del jugo.
- ¿Qué? -abro los ojos- ¿Cómo podrías planear eso? -ahora estaba un poco molesta.
- ¡Todo fue parte de mi plan! -dice orgulloso- Si te dejaba pensar que era un tonto muy atento que no se daba cuenta de nada, aceptarías estar más cerca de mí, y funcionó. Por poco fracaso, pero míranos ahora. Indefensa en mi habitación.
- ¿Quieres decir que fingiste todo? -intento ocultar mi voz molesta.
- No -niega con la cabeza- Claro que no. A lo que me refiero es que quise que tuvieras un poco más de confianza en mí, y sólo iba a lograrlo si iba a paso lento. Lo de tus padres, y mi atención hacia ti eran completamente verdad, pero a poca velocidad. Si me tiraba como un tigre sobre ti, te iba a espantar.
- Me estás espantando ahora -confieso, temblorosa.
- ¿Y por qué no estás corriendo? -pregunta, y ahora rodea mi cintura con ambos de sus brazos y se adhiere a mí. Mi respiración se detiene- ¿Va a ser necesario que nos emborrachemos como esos dos? -suelta risas- Espero que no.
- Yo no bebo -mi poca capacidad de habla en este momento es lo que me molesta más ahora- Sólo un poco de vino, en ocasiones.
- Me alegro de eso -acerca su rostro a mí, y siento que voy a morir. Ni siquiera puedo moverme, estoy totalmente tiesa- No temas de mí. Tú y Cristal son tal para cual, ambas parecen haber sufrido y creen que todos vamos a hacer lo mismo con ustedes.

Drew hace un movimiento tan rápido con sus brazos que no alcanzo a reaccionar. Solamente me percato de que una de sus manos sujeta mi cuello con decisión, y abalanza su boca contra la mía, dejándome completamente capturada por él.

Nada más al primer contacto, siento que un montón se sensaciones estallan dentro de mí y se esparcen por cada cavidad de mi cuerpo. La sangre me hierve, mis manos sudan y de pronto es como si estuviera pasmada, como si no supiera qué hacer. A pesar de eso, cuando logro entrar en razón, comienzo a corresponder su beso como si mi vida dependiera de ello.

Mi cintura permanece rodeada por uno de sus brazos, mientras que su otra mano la mantiene en mi cuello, pero termina deslizándola por entre mi cabello, queriendo sentir su textura y suavidad, atrayéndome aún más a él.

Me estremezco cuando muerde mi labio inferior y suelta un gruñido. Sé que se da cuenta, porque aprieta su agarre y hace que nuestro beso se vuelta totalmente apasionado. Llevo mis brazos a su cuello y ahora soy yo la que lo trae a mí. Jamás había tenido un beso tan increíble como éste. Llego a desconocer lo sexy que me parece, lo atractivo y caliente que es, sobretodo cuando Drew me alza en el aire y me sienta sobre su escritorio, para luego adentrarse entre mis piernas y hacer que estemos completamente adheridos el uno al otro. Puedo sentir su cuerpo y de pronto siento una calor insoportable.

Por poco me alejo cuando siento que Drew desliza una de sus manos por debajo de mi camiseta holgada. De no ser porque me lo impide, seguro lo habría hecho. Su dedo recorre con delicadeza la zona de mi columna vertebral, desde arriba hacia abajo, lentamente, y vuelve a intensificar nuestro beso. Pero justo entonces, se detiene en la parte baja de mi espalda, y hace presión con la yema de sus dedos, como queriendo que se queden pegados a mi piel. Es cuando nuestros labios comienzan a separarse, y una sensación de malestar crece en mí. Yo no quiero que se acabe.

Había besado a otros chicos antes, pero jamás había sido de ésta manera, menos cuando apenas es el primero. Mi respiración está un poco entrecortada, mi estómago parece un remolino y cuando alzo mis ojos para verlo, me pregunto qué es lo que siento por él.

Narra Cristal

Cuando mi mejor amiga y Drew se encierran en su habitación, Seth y yo nos quedamos en completo silencio. Pero cuando él se da la vuelta y baja hacia el primer piso, todo está más silencioso aún. De pronto me siento un poco sola. Algo triste, también.

Estoy realmente aburrida de ser como soy. Siento que no encajo ni con mi hermano. No soy idiota, sé que él tiene sentimientos por Fabiola, y aunque ella no lo reconozca o quizás ni siquiera se ha dado cuenta, puedo sentir que hay algo dentro de ella que brilla a causa de él.

Con esto puedo llegar a la conclusión de que me quedaré totalmente desamparada o algo así. No es que me moleste, me haría muy feliz que ella pueda volver a querer o incluso amar a alguien. ¿Pero y yo? ¿Qué pasará conmigo? Vamos a alejarnos. Nadie me soporta.

Unas enormes ganas de llorar se apoderan de mí. Doy todo mi esfuerzo por mantener mi rostro sin ninguna expresión, y porque mis ojos dejen de humedecerse, pero se me hace tan difícil que fracaso; La primera lágrima cae por mi mejilla.

Seco mi rostro con mi brazo, y suelto un suspiro frustrado. ¿De dónde viene esa tristeza? Porque no es sólo por esto que pienso. Creo que hay algo más, pero no sé lo que es. Así que me decido a ir abajo. Es mejor que quedarme desconectada del mundo, tan solitaria y penosa.

Encuentro a Seth sentado en el sofá, mirando fijamente el florero de la mesita de centro, tan concentrado que me pregunto en qué pensará. Y eso hace que recuerde todo lo que le conté anoche, por lo que la idea se me hace insoportable y estoy desesperada por decir algo al respecto.

- Seth -le hablo, con voz calmada. De inmediato se sorprende, y sus ojos se dirigen hacia mí.
- Dime.
- Recuerdo muy bien lo de anoche -sincero, y eso parece llamar su atención, porque endereza su postura y sigue atento a lo que digo- Pero nada fue cierto, ni lo del maldito abusivo imaginario. Nada más te dije puras porquerías, me pareció divertido jugar con algo así -miento de tal manera que me duele- ¿Está claro?

Lucho por lucir decidida y segura de mis palabras. La mirada fija de Seth hace que las cosas se me hagan un poco difíciles, pero gracias al cielo logro mi objetivo. Cuando lo veo asentir con la cabeza, mi cuerpo se relaja un poco.

- Lo sé -se limita a responder.
- ¿Lo sabes? -suelto, y me maldigo a mí misma por no mantener mi boca cerrada- Digo, ¿Cómo supiste?
- Estabas ebria, tu mente procesó cosas sin sentido -se encoge de hombros- No es nada.
- Y lamento haber intento besarte o algo -trago saliva- No tengo intenciones ni nada de eso.
- Bien.

Dicho eso, me dirijo hacia un sofá individual y me siento allí. Llevo mis rodillas al mentón, y abrazo mis piernas con mis brazos. Sé que Seth me mira, pero escondo mi cabeza entre mi cabello, queriendo demostrar que he dado el tema por acabado. Porque así son las cosas: No hay nada más que decir.

♥♥♥

¡Hola! Aquí un capítulo, sé que seguro pensaban que no iba a publicar, pero ya ven que he cumplido. ¡Ha sido el primer beso de Fabiola y Drew! Estoy muriendo, literalmente. Espero que les haya gustado tanto como a mí. No olviden comentar, y estaré de vuelta por aquí pronto. Las quiero un montón, besos para ustedes, muaaah. 


11 de abril de 2015

Capítulo veintiséis - Fresa con Chocolate.

Capítulo dedicado a Ari: ¡Feliz cumpleaños adelantado!




Me quedo ahí parada, sin sentirme con las fuerzas necesarias como para quitar mis ojos de él. Por alguna razón, intento encontrarlo guapo. Me esfuerzo con unas ganas enormes, pero no sé por qué no puedo. No logro sentir nada. 

Estoy nerviosa, y no sé por qué. Tal vez por su atención, o por su ayuda, o tal vez porque he despotricado un sin fin de cosas que jamás debí decir, que juré sólo guardarme para mí, el resto de mi vida. Los odio a todos.

- ¿Aún lo amas? -Seth interrumpe mis pensamientos.

Creo que está bromeando, así que me pongo a reír a un volumen moderado, pero cuando me doy cuenta de que él está completamente serio, sin una pizca de gracia, me entero de que está preguntando porque en serio quiere saber. No estaba bromeando.

- ¡Por supuesto que no! Ya no soy estúpida -sigo riendo- ¿Estás bien? Ha sido la pregunta más patética que he podido oír. Ya que hablamos de esto, ¿Viajaste fuera del país alguna vez? Un día me caí y me enterré un ladrillo en la frente, de ahí mi cicatriz -apunto la zona.
- ¿Qué tiene que ver? -frunce el ceño, pero luego se relaja y asiente con la cabeza- Olvidé que estás ebria.
- No estoy ebria -llevo una mano a mi pecho, ofendida- Estoy sobria.
- Más sobria está mi abuela muerta en estos momentos.

Seth desvía su mirada hacia mi vaso con jugo. Pienso que tiene sed, así que me acerco a él y se lo ofrezco. Lo toma, pero no bebe de inmediato. Justo entonces, siento la necesidad de ponerme el pijama. El sueño comienza a hacerse presente en mí, por lo que voy hacia mi pequeña cómoda y revuelvo la ropa que está dentro, buscando uno.

- Seguro han estado husmeando en mis cosas, ¡No se puede tener algo propio en esta casa! -me quejo- A cada rato se me pierde todo, le he dicho a mamá que nunca guarde cosas por mí en lugares que yo no...
- ¿No es éste? -Seth hace que deje de alegar. Me giro muy despacio en su dirección, y en efecto, lo tiene en una de sus manos.
- ¿Dónde estaba?

No me dice nada, sólo se encoge de hombros con desinterés, como si hablar conmigo justo ahora fuese un caso perdido. Lo irónico es, que si piensa eso, tiene toda la razón del mundo.

Me encamino hacia él. Me siento a su lado, y comienzo a quitarme el chándal. Lo deslizo por mis rodillas y luego saco un pie, con el otro. No observo a Seth, pero puedo notar que está mirándome disimuladamente. Eso hace que me entren unas enormes ganas de reír otra vez, así que obviamente mi risa se escucha por toda la habitación.

- Un gusto, gracias por ser tan atenta y pedir que me retire -expresa con seriedad.
- Ni que nunca hubieses visto a una chica desnuda -sigo burlándome de él- Son sólo piernas, por Dios, no es gran cosa.
- No es el punto. Es sólo que estás ebria y no me gusta ésto de que te estés exhibiendo frente a mí. Por el bien de ambos, sobretodo el mío.

Ruedo los ojos, y comienzo a quitarme la playera. Seth, como todo un correcto, mira hacia otro lado. Vuelvo a reír. Tomo ambas partes del pijama, que constan de un short corto y una sudadera ancha, para luego ponérmelas. 

Me quedo en silencio cuando estoy lista, y Seth, al darse cuenta de que no hago ningún movimiento, se vuelve hacia mí, para quedarse observándome. Segundos después, bajo mi mirada a sus labios, que me habían parecido bonitos hace unos minutos atrás. Lucen tan cálidos, con uno que otro pedazo de piel sobresaliente. Se le parten con facilidad, igual que a mí. Yo podría estar días intentando que no me suceda, pero siempre termino rompiéndolos yo misma.

Una pregunta se formula en mi mente: ¿Cómo besará? Pero me doy cuenta de que ha sido un error pensarlo siquiera. Una de las cosas que me dijo la persona que rompió mi corazón, fue que mis besos no eran los mismos, que besaba diferente, y sé que era una indirecta de que no le gustaba. Jamás supe a qué se refería. Tal vez era porque el dolor me hacia ponerme tensa, o abstenerme. Nunca fui buena fingiendo, y creo que se lo transmitía a él.

- ¿No te gusté? -pregunto, en un susurro.
- ¿Qué? -de pronto parece confundido.
- Que si no te gusté cuando me cambiaba el pijama -aclaro.

No me interesa si no debí meter el tema, juro que no. Quiero saberlo. No sé de donde me ha salido este interés en saber lo que él piensa, pero después de tanto tiempo realmente quiero enterarme de lo que los hombres piensan de mí, aparte de lo de histérica y eso.

- Cristal, escucha -suelta un suspiro- No estás en condiciones adecuadas, estás diciendo y haciendo cosas que nunca llevarías a cabo conmigo en tu estado normal.
- Quiero saberlo -insisto- ¿Tú llevarías a cabo cosas conmigo si estuviera apta? -Seth arrastra su mano por el cabello, frustrado, seguramente pensando qué hacer o decir, pero yo sigo esperando.
- Ven aquí -rodea mi cintura y pasa sus brazos por debajo de mis piernas. Me levanta, y con delicadeza me sienta sobre su regazo- Necesitas dormir. No hay problema en que lo hagas en esta posición, yo puedo acostarte después.
- Pero, Seth, no me respondiste -digo de mala gana.
- Voy a responderte en otro momento, pero no ahora. No es bueno para ti.

Me quedo observándolo, casi suplicándole con los ojos que sea sincero y me lo diga, aunque en el fondo, sé que no voy a lograrlo. Y entonces comienzo a sentir que mi corazón se acelera. Me vuelvo incapaz de desviar la mirada. Es increíble lo alto que es Seth. Aún sentada sobre él, tengo que alzar la cabeza un poco.

Una de mis manos se va a su mejilla, y la acaricio levemente. Él no me impide nada, es más, sigue sosteniendo mi mirada. Así que deslizo la mano de su mejilla, a su cuello, dando ligeros toques. Hace mucho no tocaba a un hombre. Puede parecer estúpido, pero por alguna extraña razón, no me siento mal si a quien toco, es a él. Al menos esta noche.

No sé muy bien lo que intenta transmitir con su mirada. Siento que está tenso, indeciso, confundido, y no está para nada relajado. Pero mi inocente juego de curiosidad por volver a experimentar algo tan insignificante como un roce, se va evaporando cuando su mirada se dirige a mis labios.

Mi mente me dice que me aleje, que ya lo hice, que es un gran paso. Pero mi cuerpo no obedece, así que continúo dándole leves caricias. De su cuello, ahora llevo mi mano hacia su cabello. Deslizo el dedo por su frente, avanzando hacia su oreja, y me sorprendo de mí misma cuando la apoyo en la parte trasera de su cuello, y para variar escondo mis dedos bajo su sudadera, sintiendo la cálida piel de la parte superior de su espalda. O mis dedos están muy helados que siento cualquier cosa con una temperatura alta, o es él quien hierve.

Mi corazón intenta salir por mi garganta cuando se acerca a mí. Solamente tiene la mirada en mis labios, como si fuese lo único que está a su alcance, lo único que es capaz de mirar; lo único que es lo suficientemente capaz de capturar su completa atención. Eso es suficiente para que unas enormes ganas de llorar se apoderen de mí.

Nunca, ningún hombre, había mirado mis labios de una forma tan atenta, llena de admiración. Ni siquiera la persona a quien amé hace mucho, con quien estuve años de mi vida, la suficientemente ciega como para creer que estaríamos el resto de nuestro días juntos.

Mi cuerpo reacciona, y ahora soy yo quien se acerca un poco más a él. Este acto no hace que deje de mirar esa zona, sino todo lo contrario. Lo único que hace es fruncir un poco el ceño, y entreabrir los labios, como si se estuviese cuestionando algo.

Puedo sentir su aliento en mi rostro, puedo oír como respira, y puedo sentir su calor corporal. ¿Por qué él ya no me transmite miedo, pánico, ni unas tremendas ganas de empujarlo? ¿Es bueno, es malo, debería preocuparme?

Justo en este momento, cuando nuestros labios están a punto de tocarse, un sentido de alerta se instala en mí. Sin embargo, no me hago para atrás.

- Apesto a vómito -le recuerdo, en un casi inaudible susurro.
- No me importa -se limita a responder.

Separo mis piernas sobre él, y rodeo su cintura con ellas. Sigue atento en mis labios, pero mi acto sólo ayudó a que ahora rodea mi cintura con sus brazos y me atrae a él. Mi cuerpo se estremece cuando siento lo fuerte que es su anatomía. Lo supe la noche en que fue a buscarme a la pijamada, estuvimos en su auto y prácticamente me obligó a que accediera a  su cercanía, pero ahora ya no siento terror, sino todo lo contrario. No puedo describir la sensación que me recorre.

- Vas a odiarme mañana... -lamenta, como si sintiese dolor.
- ¿Por qué lo haría? -pregunto, porque en serio, no lo sé.
- Porque prácticamente estoy aprovechándome de ti.

Dicho eso, me toma por las piernas, se pone de pie y en el más mínimo segundo me encuentro recostada en la cama, con la cabeza en la almohada. Una oleada de decepción y tristeza se apodera de mí. Es cuando me doy cuenta de que realmente quería que me besara. Mejor dicho, realmente quiero que me bese.

Pero ahora, gracias a lo que hizo, siento que me ha dado un rechazo. Odio los rechazos, ¡No los tolero! ¿Tiene idea de cuán hermoso habría sido que me besara, aún cuando yo estuviera así? ¡Habría sido romántico por el simple hecho de que sé que él no me hará daño! Creo. Así como en los libros, puede pasar de mil y un maneras pero aún así te gusta. ¡Idiota!

- Largo de mi habitación -ordeno, mirándolo con odio.
- ¿Qué? -frunce más el ceño.
- ¡Que te vayas! -repito- Eres un naco. Que soso eres. Guárdate lo del provecho para alguien que no sea yo. Arruinaste el momento. Te odio como nunca.
- ¿Te das cuenta de lo que dices? -suelta un suspiro- Tus hormonas están alteradas por lo que bebiste. Entiende ésto, Cristal, si algún día te beso vas a estar completamente consciente para que lo sientas bien y lo aproveches, para también yo aprovechar el tuyo. No es lo mismo si estás inconsciente, por así decirlo.
- Ah, sí, ajá -ruedo los ojos- Te he dicho que te largues.Y tráeme un tarro del baño por si vomito, por favor. Me da mucha pereza pararme de nuevo.

Me volteo a un lado de mi cama, deseando no verle nunca más la cara. Espero unos segundos para que me haga caso a lo que le dije, pero en lugar de eso, siento que el colchón se hunde a mi costado. Eso hace que un calor dentro de mí se encienda, y de un momento a otro ya no odio a Seth, es como si todo rastro de ese reciente sentimiento se haya esfumado y no tengo ni la más mínima idea de por qué. No voy a decirle eso, por supuesto.

Mi cuerpo se estremece, una vez más, cuando siento la cálida respiración de Seth en mi oído. No tengo ni que esforzarme por no ponerme nerviosa. Ésta noche es como si estuviera en plena confianza, cosa que no esperé antes. Así que cierro los ojos, queriendo quedarme así como estoy: Tranquila, sabiendo que todo está bien. Porque sí, en éste momento, todo lo está.

- ¿Puedo hacerte una pregunta? -lo escucho decir, con mucha delicadeza. Casi entrando en un sueño profundo, asiento con la cabeza, lentamente- ¿Hace cuánto no besas a alguien, Cristal?

Mis ganas de dormir disminuyen un poco, de un momento a otro. La pregunta debería incomodarme, pero no lo hace. Es más, me volteo en su dirección, aún recostada, y me quedo mirándolo. Pero no me doy cuenta de que sin querer he quedado encima de su brazo, y de no ser por unos centímetros más, estaría ahora mismo descansando en su pecho.

- No he besado a nadie desde él -sincero, desde lo más profundo de mi corazón. Aunque me llama la atención que Seth tenga una expresión un poco sorprendida. No sé, con mi carácter no sería algo difícil de creer. Nadie me tolera.
- ¿Por qué? -pregunta con curiosidad.

Dudo en si decirle la verdad o no. Pero algo tiene él en este momento que me hace querer decirle. Creo que, si me pidiera que le dijera hasta el secreto más grande del mundo, cedería a hacerlo solamente porque siento que confío en él.

- No puedo -bajo mi voz lo más que puedo- No quiero que nadie se me acerque. Solamente deseo que se alejen, que no me pongan un dedo encima. No puedo permitirme tropezar de nuevo.

Mantengo mi mirada en sus ojos luego de mis palabras, y de pronto, Seth se acerca a mi rostro y deposita un beso en mi frente. De un momento a otro mis pensamientos se van a otro lado, suelto un suspiro, y una sonrisa se me escapa.

- ¿Eres un violador? -pregunto. Al notar que Seth frunce el ceño, comienzo a reír- No te lo tomes tan a pecho, acosador. Envejecerás de golpe.

♥♥♥
¡Hola, tanto tiempo! Las he abandonado, si no me equivoco, durante once días, ¡Once días! Me siento la peor, pero no lo soy, vale, no lo soy. La cosa es, que ya no tengo notebook, así que no tenía dónde escribir, ya que por el celular se me hace un lío. Pero justo ayer, decidí usar el PC de mis padres que es una cosa ultra mega hiper lenta, pero me ha servido, y quise publicar, porque estaba desesperada por escribir algo. La cosa es, que como empecé a usar esto, subiré más seguido, creo que incluso retomaré lo de subir los martes y viernes, ¡Sí! ¡Al fin! Mis ánimos aún andan malos, pero ésto, mi blog, es como una terapia. Estaré mejor de tiempo, y qué mejor que aprovecharlo en escribir, que es lo me encanta, y en ustedes. ¡Un beso! Subiré otra vez, de hecho escribiré el siguiente capítulo ahora mismo. ¡Recuerden comentar! Muuuuaah. Posdata: Si alguna quiere una dedicación de Capítulo, pedírmelo y lo haré por orden. ¡Oh, y otra cosa! ¿Les ha gustado el capítulo, qué opinan de lo que sucedió entre ellos, aunque haya sido algo minúsculo? ¡Adiós!

1 de abril de 2015

Capítulo veinticinco - Fresa con Chocolate.




Abro los ojos y de inmediato siento un dolor en la cabeza, además de mi estómago revuelto. Vuelvo a cerrar los ojos con fuerza, tratando de controlarlo, pero mi intento es en vano. Comienzo a contar ovejas en un intento por volver a dormir, pero nada funciona.

Me percato de que estoy sedienta, así que con cierta dificultad me siento en la cama y luego me pongo de pie. Camino hacia la puerta de mi habitación, salgo, la cierro y luego voy hacia las escaleras. Entonces, llego abajo, y noto que Seth está sentado en la mesa, solo.

- ¡Hola, Seth! -lo saludo animada, tan feliz como nunca antes lo estuve- ¡Me alegra mucho verte! ¿Por qué no viniste éstos días? -camino hacia donde está sentado, y me acomodo a su lado, pero en la otra silla. Miro sus manos, y entre ellas hay un vaso con un líquido color naranja- ¿Eso es jugo? -lo miro a los ojos, y asiente con la cabeza, algo aturdido- ¿Me das un poco?

No dejo que responda y se lo arranco de las manos. Comienzo a beber como una loca desquiciada, creo que jamás en mi vida había sentido tanta sed. Para variar, está acompañado con cubos de hielo, y yo adoro la sensación fría que deja en la garganta. Podría ser el día más congelado del año, y yo seguiría disfrutándolo. 

- ¿Cómo te sientes? -me pregunta, interrumpiendo mi agradable sensación. Dejo de beber y alzo la mirada. Me encojo de hombros, y vuelvo a llevar el vaso a mi boca- ¿No te duele algo? -asiento con la cabeza, pero no me detengo- ¿Qué cosa?
- La cabeza un poco, y mi estómago está muy extraño -digo cuando decido dejar de beber.
- En ese caso, será mejor que comas algo.
- No tengo hambre -sincero, sin muchas ganas de hacer lo que me pide- Estoy bien así. ¡Hay cosas mejores en la vida que comer! 

De pronto, siento unas increíbles ganas de reír, así que comienzo a hacerlo como nunca. La risa me sale tan real, que es como si en serio hubiese pasado algo digno para ello. Golpeo la mesa ligeramente con mis puños, intentando controlarme. Pero me detengo cuando me percato de que Seth no está riendo conmigo.

- Oye, ¿Por qué no ríes? -le pregunto sin entender- Las cosas son mejores cuando lo haces.
- Cristal, creo que deberías ir a dormir -propone, soltando un suspiro- Ya estás actuando de manera no usual.
- ¿Yo? -alzo las cejas, sin poder creer lo que me dice- No. Nunca. Siempre estoy igual.
- Hazme caso, no estoy mintiendo. Tus padres pueden llegar y notar que algo anda mal.
- ¿Qué hora es? -comienzo a mirar hacia las paredes, buscando algo- ¿Y los relojes? ¡Cada casa debería tener un reloj en la sala! -exclamo, y luego hago chocar mi espalda contra el respaldo de la silla, y me cruzo de brazos.
- Son las once y media -responde a mi pregunta. Alzo la mirada, algo divertida.
- ¿Once y media? -comienzo a reír- ¿Por qué le dicen once y media? Suena tan mal. Es como once patitos y uno muerto partido a la mitad -de repente, la idea me parece tan interesante que abro los ojos como plato- ¿Cómo será estar muerto? ¿Jamás te lo preguntaste?
- Todos nos hemos preguntado eso alguna vez -dice Seth, haciendo una mueca.
- ¿Y deseaste estarlo en ciertas ocasiones? -mi pregunta parece sorprenderlo, porque de pronto me mira de manera extraña. Pero yo no puedo ni tomar tanta atención a eso. La idea me ha parecido tan fascinante que asusta.
- No he querido estar muerto. Quiero vivir -sonríe un poco, y eso me da un poco de tranquilidad.
- Me alegro mucho por ti, Seth. Que bueno que jamás hayas pasado por algo tan malo como para que lo desees -llevo mi mano a su hombro, y le doy una caricia- Ojalá todos tuviéramos la misma suerte.
- ¿Tuviéramos? -cuestiona, frunciendo un poco el ceño. Yo asiento- Tú... ¿Deseaste estarlo?

Estallo en carcajadas incluso antes de que termine de hablar. Río tanto, que me llega a dar un dolor en el estómago. Niego con la cabeza, intentando parar. Hago un ademán con la mano, pidiendo que se detenga de hacer preguntas tan obvias.

- ¡Por supuesto que lo he deseado! -toco su brazo, dando un pequeño empujón- Que inocente eres. No conocía este lado de ti.

Suelto un suspiro cuando logro calmarme completamente. El vaso, que aún tiene jugo me llama, y vuelvo a tomarlo entre mis manos, para comenzar a beber. Cuando se acaba, le echo un poco más, y sigo bebiendo.

Siento la mirada de Seth sobre mí, pero lo ignoro. ¿Qué estará pensando? Sea lo que sea, quiero saberlo, pero aún así a una parte de mí no le interesa. ¡Ésta noche me siento muy animada! Podría caerse el cielo, y a mí me daría prácticamente lo mismo.

- Insisto, ve a dormir -Seth rompe el silencio- Estás tentándome -lo miro fijamente y sonrío de lado por su repentina confesión- Haces que quiera preguntarte cosas que no me dirías en tu estado normal.
- ¿Estado normal? -pregunto- ¡Pero si yo estoy normal! ¡Estoy mejor que nunca! -alzo los brazos de manera un poco histérica, y los sacudo.
- No. Estás ebria, Cristal.
- No estoy ebria -vuelvo a reír- Yo no bebo. Imposible. ¿Te gustan las vacas?
- No mucho.
- Yo amo las vacas. Son mi animal favorito. ¿Por qué no te gustan?
- Porque sólo son vacas. Nadie las toma mucho en cuenta.
- Pues yo sí. Entonces, ¿Cuál es tu animal favorito? Tiene que ser alguno.
- No lo sé -concluye. Pero cuando nota que yo sigo mirándolo, esperando una respuesta, se aclara la garganta, y añade:- ¿El gorila, quizá?
- ¡Oh! ¿Así como King Kong? -pregunto, y aplaudo- ¡Amo cuando le parte la mandíbula en dos al dinosaurio durante la película! Es increíble. La mejor parte, y la única parte que vi, porque no la he visto completa. Dicen que el final es muy triste, porque el gorila muere. Menudo spoiler que me dio Fabiola, ¿No? -espero a que diga algo sobre lo que le digo, pero no lo hace- ¿Tu almuerzo favorito? -hago otra pregunta, pero tampoco habla- Está bien, si no quieres responder a eso, puedo preguntar otra cosa: ¿A dónde te gustaría viajar, y por qué? ¿Tu color favorito? ¿Cómo se llaman tus padres? ¿Y por qué escogiste estudiar Artes? ¿Tu banda favorita? Yo no tengo ninguna, porque me gustan canciones variadas. He intentado tener una en especial, pero jamás he podido. Igual que con las series de la televisión, jamás he podido terminarlas porque me aburre esperar, y ni siquiera me digno a verlas por internet. Es decir, a lo que voy es que son una porquería.
- Preguntas mucho esta noche -comenta, siendo que no tiene nada que ver con lo que yo le he estado diciendo- Estás rara, y sé muy bien por qué.

Golpeo la mesa con fuerza, tanto, que Seth se sobresalta por mi reacción. Me pongo de pie, cabreada, y entonces lo miro desafiante.

- ¡Yo no soy rara, no me digas así! -exclamo. Me doy cuenta de que he actuado mal cuando noto que Seth está mirándome impresionado. Una pizca de culpabilidad se adentra en mí, así que vuelvo a sentarme en mi silla- Lo siento. No sé qué me pasó. Tienes razón, soy rara, no debí preguntar -me acurruco en el asiento, queriendo desaparecer- Es sólo que siempre me ha gustado hacer preguntas. Olvidé que a los hombres no les gusta eso.
- ¿Quién te dijo eso? -pregunta confundido.
- Me lo dijo Él -aclaré, haciendo énfasis en la última palabra- Él siempre tenía razón.
- ¿Él? -ahora luce mucho más confundido- ¿Quién es Él?
- ¿Quieres jugo? -pregunto, cuando el líquido ése, de color naranja, vuelve a capturar mi atención.

Lo tomo en mis manos y bebo un poco. No sé cuanto tiempo estoy así, pero me detengo cuando siento un poco de pena por Seth. Yo aquí, disfrutando la sensación en mi garganta, mientras que él no hace nada. ¿Tendrá sed y por eso me observa así? ¿Dónde han quedado mis modales?

De pronto, me siento algo tímida. Pero con toda mi fuerza de voluntad, logro dejarlo de lado. Cuando lo hago, acerco lentamente el vaso hacia él, y con delicadeza, acomodo el borde del vaso entre sus labios. Él me mira impactado, y entonces creo que me he adelantado mucho, que quizás no debí hacer ese gesto por él. Pero ése pensamiento se va cuando comienza a beber.

Suelto una gran sonrisa, orgullosa de mí misma por mi logro. No me ha rechazado como creí que haría. No sé si me habría tomado ese acto como algo sin importancia. ¿Pero importa, acaso? Si ya eso no sucedió.

- Ya está -retiro el vaso, y acaricio la mejilla de Seth, como si estuviese tocando la cosa más delicada que pueda existir- Así te mantienes hidratado. Aunque no lo necesitas. Desde el primer día que te vi, me di cuenta de que tienes una piel muy sana.

No sé de dónde ha salido eso, ni siquiera recuerdo haberlo pensado antes. Algo avergonzada miro mis pies, y cuando ya sé que si lo miro voy a poder mantenerme normal, decido volver a alzar mi cabeza. Lo malo es, que me arrepiento al instante luego de hacerlo, porque la forma en que ahora me mira, es como con desprecio. Con asco. Y la idea me resulta tan insoportable, que me dan unas enormes ganas de llorar.

- ¿Por qué no te agrado? -logro preguntar, con algo de dificultad- ¿Tan mala soy? ¿Tan fea y desagradable?

Al oírme, su expresión se vuelve aún peor, y eso es suficiente para que me sienta aún más mal. Intento guardar mis lágrimas con todas mis fuerzas.

- ¿Por qué no me respondes? -no aguanto más. La primera gotita cae por mi rostro, y me siento tan tonta que me tapo con las manos- No te preocupes, ya entiendo. Ni siquiera sé por qué me molesto en preguntarlo. Merezco morir. Por eso Él me dejó.
- ¿Qué?
- ¡Que por eso Él me dejó! -grito a todo pulmón. Apoyo mi cabeza contra la mesa, y mis brazos impiden que Seth pueda verme- Soy una estúpida, Él tenía razón. Siempre la tuvo.
- Cristal, no entiendo nada -siento que apoya un brazo sobre mi espalda, y se acerca a mí- ¿De qué estás hablándome?
- Soy fea, inútil, débil y todo lo que me dijo -me sorbo la nariz, sintiéndome aún peor- Yo lo amaba. ¡Lo amaba, de verdad lo hacía! ¡Nunca fue suficiente para él!
- Cristal...
- Para mí todo fue muy bonito -confieso, mientras recuerdo lo que pasó- Él me enamoró porque se esforzó por estar conmigo. Jamás ningún chico había esperado así por mí. Siempre me decían que no era tan agraciado, pero su interior me enamoró más que cualquier cosa. Para mí era perfecto en todos los aspectos -sigo llorando, pero me niego a dejar de hablar. Mi corazón golpea fuerte en mi pecho, y siento una presión en la cabeza horrible- El primer año fue increíble, pero luego todo comenzó a empeorar. Miraba a otras chicas, se enojaba por todo lo que yo decía. No podía hablar con un chico, porque él se enojaba. Y yo nunca quise que él se sintiera mal, así que dejé a todos de lado, incluso a mi mejor amigo, por él -recuerdo el preciso momento en que eso ocurrió, y comienzo a sollozar- Si lo amaba, iba a ser lo que sea para que estuviese feliz. Eso es lo que haces cuando amas a alguien.

Aprieto mis manos una con la otra, y mis limadas uñas se me entierran en mi piel. A pesar de eso, no siento ni el más mínimo rasguño. El dolor físico no es nada comparado con el dolor de mi interior. Podría compararlo a una tortura, y no sé qué sería peor.

- Cristal, no tienes que decir ésto precisamente ahora... -escucho a Seth balbucear, pero sólo quiero que se calle, que cierre su boca.
-Le hacía regalos con mis propias manos, porque no tenía dinero para comprarlos... -hago una pausa, pero Seth permanece en silencio. Tomo aire, y continúo- Con el tiempo se fue poniendo muy distante, frío, ya no me demostraba cariño. Soporté eso porque creí que eran malas rachas. Intenté hablar con él, decirle lo mucho que me afectaba, pero no le importaba. Comenzó a juntarse con chicas, a hacerse el lindo con ellas, y fue cuando mi autoestima comenzó a irse por el caño. Las miraba de una forma que a mí no. Le expliqué que me dolía, me dijo que era una paranoica, que pensaba cosas que nada que ver. Le creí, quizá sí estaba exagerando, ¡No podía prohibirle que tuviera vida social! ¡Pero aún así nunca quiso dejar de hacerlo, aún cuando yo dejé a mis amigos por él! -mi cuerpo comienza a temblar, y siento que la mano de Seth se posa en mi cabello, para acariciarlo, y de inmediato siento que es un masaje ideal para mi dolor de cabeza, pero aún así no es suficiente- Entonces comencé a tener problemas con mis padres... Todo se volvió horrible, papá y yo discutíamos por todo. Me quedaba llorando hasta la madrugada, cada día, sola. Mis amigas me dejaron, me quedé tan sola que no sabía qué hacer. Creí que él iba a ayudarme a superarlo, pero cuando le fui contando cada vez que me sentía mal, se comenzó a hartar, y casi ni me tomaba en cuenta. Si no era eso, me decía que me quejaba por todo, que era una débil y una niñata que no sabía enfrentar los problemas. ¿Por qué se comportaba así? Yo sólo quería apoyo, ¡Su apoyo, de nadie más! Después de todo, era la única persona que me quedaba. Era mi novio... -digo la palabra con amargura, como si fuese la última vez que la deseo pronunciar, y quizás, como si deseara nunca haberlo llamado de esa forma- Mi mala vida ocasionó que empezara a perder peso. Adelgacé mucho, incluso tuve que ir al hospital a chequearme, porque no podía seguir así. Me decían que me veía mal. Mi ropa me quedaba tan suelta que me daba pena salir a la calle. Hasta que un día, sólo con mi esfuerzo, logré salir del pozo. Pude salir adelante sola, porque él siempre pasó de mí. Si no lo hacía por mis propios medios, ¿Quién iba a hacerlo?

Creo oír a Seth suspirar, o quejarse, no sé, porque con mis sollozos no se me hace posible escuchar más nada con claridad. ¿Por qué es como si mi boca estuviese floja, descontrolada? ¿Y por qué quiero seguir contándole mis desgracias?

- Pude subir de peso. Me recompuse -continué, a duras penas- La relación dio frutos, todo se puso muy lindo otra vez, pero luego él volvió a ponerse histérico, y comencé a sentir que cada palabra que yo decía era utilizada en mi contra. Tenía miedo de decir algo, de arruinarlo todo. Cada día de la semana discutíamos. Yo lloraba en la escuela, mi dignidad desapareció. Comenzó a tratarme mal -sollozo otra vez, por lo que me cuesta respirar, pero me esfuerzo por seguir-, decía que era una inútil, una tonta, débil, incluso un día creí que iba a golpearme, porque ocurrió un accidente grave. Me llamó puta en varias ocasiones. Pero jamás sentí tanto miedo como la vez en que me llevó a un cerro, uno muy lindo, parecía un bosque. Me tomó por el cuello y me dijo que me había llevado hasta ahí para matarme.

Recuerdo el preciso momento, lo lindo que me había tratado antes de hacer esa broma de mal gusto. Todo fue muy improvisado, pero yo estaba feliz, porque un tiempo después de conocernos, yo lo había acompañado allí cuando él se sentía demasiado triste. Había peleado con su madre de una manera horrible, pero yo me quedé, aún cuando quería estar solo. Le prometí que nunca me iría. Sin embargo, él fue quien terminó yéndose.

- Sus ojos eran escalofriantes -decido dejar de pensar en eso, y continuar utilizando la lengua- Yo siempre lo había defendido, creyendo que él no era igual a su familia, porque no eran personas muy bien habladas, habían pasado por tragedias horribles y hecho cosas que no quiero nombrar. Pero ese día creí que hablaba en serio, pero todo fue una broma, creo, y se puso a reír de mí. Incluso lloré del miedo. Por otro lado, cuando él me pedía que lo acompañara a lugares que le gustaban, siempre aceptaba gustosa, aún cuando no me gustaran. Pero si yo le pedía que me acompañara a mí, o le hablaba de algún libro que me gustó, me decía que no le interesaba, que era una sosa, aburrida, buena para nada. Le entregué todo de mí, todo, cuando digo todo es todo. Así que mi autoestima volvió a morir cuando todas le parecían preciosas, excepto yo. Bajé de peso otra vez, queriendo volverme perfecta, para nadie más, sólo para él. Que viera lo buena novia que yo podía llegar a ser, que supiera que no necesitaba a otra chica. Siempre fui muy tierna, dulce, le decía lo mucho que me encantaban su cuerpo y sus rasgos, él jamás me hacía caso, no sé por qué no le bastaba lo que yo le daba. Un día fui a su casa, me abrazó por la cintura, me atrajo hacia sí, queriendo besarme otra vez. Yo iba a corresponderle, pero de pronto me apartó y me gritó que estaba demasiado delgada. Me miró con asco, como si fuese lo más horrible del planeta. Me confesó que ya no le gustaba mi cuerpo, que le dejó de parecer bonito. ¿No se supone que eso no es lo importante? Él un tiempo fue delgado, luego subió de peso, lo llamaban gordo pero a mí me daba igual, seguía siendo hermoso, ni siquiera le tocaba el tema. Era mi novio, yo lo amaba, ¿Qué importancia tenía el físico cuando hay amor? Le defendía cuando lo llamaban por algún sobrenombre. Cuando papá hablaba cosas feas de él, yo saltaba en su defensa a toda costa. Mi amor por él no cambiaba. Hasta que me dejó, porque ya estaba muy fea, flaca, anorexica, llorona, quejona... Porque ya no me amaba. Y me lo dijo -vuelvo a callarme, y cuando recuerdo una cosa, digo:- ¿Y sabes qué es lo peor? Que me dijo que todo era mi culpa. Que yo había ocasionado que él no me quisiera. Por cambiar, por bajar de peso, por ser otra persona. Lo irónico es que él nunca entendió que él ocasionó que yo me pusiera así. ¡Sólo mírame! -recupero mi postura rápidamente, y me apunto a mí misma- Sé que él ya desapareció de mi vida, estoy bien con eso. ¿Pero y ahora qué? Soy una bruta a la que todos odian. ¿Quién va a quererme si ni siquiera yo me quiero? Estoy cansada de ser como soy, no encajo con nadie, a veces no me soporto ni yo...
- Basta -me interrumpe Seth por primera vez.
- ¿Que baste con qué?

Me quedo en silencio cuando ya no soy capaz de formular más palabras seguidas. Sigo sollozando, sintiéndome una ignorante por haber soltado todo eso. ¿Cómo puedo ser tan bruta? He quedado como la estúpida del año. La penosa.

Me estremezco cuando siento el roce de la mano de Seth bajo mi mentón. Sin embargo, no intento alejarme. Levanta mi cabeza, y hace que lo mire. Mis párpados pesan, y podría quedarme dormida en cualquier momento.

- Tú no eres nada de lo que él te dijo, Cristal. Tú eres hermosa. No eres puta, ni sosa, ni aburrida, ni débil. Eres todo lo contrario.
- No es cierto -susurro, cerrando los ojos con fuerza.
- Sí lo es.
- No -niego con la cabeza, cerrando los ojos, que comenzaban a arder- A él le molestaba mi sinceridad. Cuando quería dar mi opinión contraria sobre algo, me decía que era una pesada de mierda, antipática, que por eso no tenía amigos -más lagrimas caen- Y es cierto, yo no los tenía. También que era una hueca, creída y...
- Ése bastardo es un monstruo inhumano -interrumpe mis palabras, y su cuerpo de pronto se vuelve tenso- No te merecía. Tú intentaste amarlo como era. ¿Sabes lo valiente que fuiste? ¿Sabes la poca cantidad de mujeres que ama con esa intensidad? Él te maltrató. Jugó contigo. Jamás te amó.
- No, Seth. Yo fui una ciega. Tapé el sol con un dedo. Creí que cambiaría, que tenía razones para tratarme como lo hacía. Todos me juzgan -aclaro con pesar- Estoy acostumbrada. ¿Pero cómo no iba a amarme? ¡Él me lo decía, y un tiempo me lo demostró!
- Quien te ama jamás va a trapear el piso contigo, ni con tus sentimientos. Jamás va a hacerte tanto daño. Nunca.

Hundo mi rostro en mis manos otra vez, y de pronto, siento que por el lugar de mi estómago me da una sensación horrible, y en cualquier momento devolveré hasta lo que comí ayer.

Tan veloz como puedo, me paro de la silla y corro escaleras arriba, para luego entrar al baño. Mi estómago vuelve a revolverse con tal intensidad, que abro la tapa del inodoro y en un segundo me encuentro expulsando todo como una alcohólica o fiestera un sábado por la noche, en una discoteca, llena de porquerías.

Aún vomitando, continúo sintiendo el estómago tan revuelto, que sigo expulsando todo. Unas malditas náuseas. ¡Odio ésto! ¿Qué hice yo? Ah, sí, beber esa cosa que toma Drew, que no sé ni qué era. Lo odio, lo odio.

Por el rabillo del ojo, noto que Seth entra en el baño, y me siento tan humillada que no sé cómo controlarlo. Estoy vomitando hasta los porotos de la semana pasada, y él mirándome. Pero me sorprendo cuando siento que sujeta mi cabello delicadamente, con sus manos. Quiero empujarlo lejos de mí, porque ese acto refleja lo débil que piensa que me veo en éste estado, pero tengo tan poca energía que no soy capaz de lograrlo.

Cuando dejo de vomitar, me alejo del inodoro. Intento tapar mi rostro con mis manos, pero Seth me lo impide. Me toma por la cintura, y me lleva a mi habitación. Me doy cuenta de eso cuando ya me encuentro en ella. No me había sentido tan débil físicamente desde hace mucho tiempo, cuando bajé de peso considerablemente, me enfermé, y por poco caigo inconsciente al piso.

Me recuesta en la cama, pero me incorporo de inmediato, quedándome sentada. Miro a mi alrededor, y Seth ya se ha ido. Espero unos segundos, intentando controlar mis sentidos. Cuando pasa el tiempo suficiente, me preparo para seguir llorando y botar todo lo que llevo acumulado dentro, pero soy interrumpida cuando vuelve a entrar, se sienta a mi lado y me entrega un vaso de jugo.

Acepto el vaso, lo tomo, y me pongo de pie lentamente. Camino hacia la ventana, y miro a través de ella. Hay muchas estrellas, y no hace frío, lo que me parece extraño. ¿Cuánto falta para la navidad? Pediré un libro. ¿Y por qué los libros se llaman libros?

Me doy la vuelta, un poco aturdida. Y cuando miro a Seth, una extraña sensación recorre mi cuerpo. Si antes sentía que no hacía frío, ahora siento un poco de calor molesto. Sobretodo cuando noto que sus labios son bonitos.

♥♥♥

Lamento mucho mi ausencia, de verdad lo lamento, pero es que todo en mi vida está patas arriba. No quiero entrar en detalles, solamente el tiempo y los ánimos no están, pero no voy a cancelar la novela. Daré todo de mí para poder seguir. Ésta semana ha sido de exámenes, y la próxima tengo tres más y además una exposición, pero intentaré subir éste fin de semana, ¿Si? Como regalo de semana santa. Muuuchas gracias a todas las que se han preocupado, pero sepan que no las dejo porque quiero. Ustedes son geniales, las mejores lectoras del mundo. Leí por ahí que yo nunca cumplo con lo que digo, pero chicas, sí cumplí todo el mes de enero y todo febrero, las cosas en mi carrera son algo completamente nuevo para mí, aún no me adapto, paciencia, ¿Si? En cuanto tenga el tiempo suficiente les traeré un regalo por aquí. ¡Ojalá les haya gustado el capítulo! Un beso hermosas, les dese felicidad y buena suerte para el siguiente día, ¡Oh, por cierto! Respondan en los comentarios: ¿Qué les pareció la historia de Cristal? ¡Adiós!