6 de septiembre de 2014

Capítulo 53 -Por un capricho.



Vaya. Tenía razón. Al director no le importaría ni en lo más mínimo que yo le explicara que ya nos conocíamos desde tiempo antes. Y no eran tanto los problemas que me llegarían a mí. El que más saldría afectado era Justin. Yo no quería eso.

- Ya lo sé -reconocí.
- ¿Y?
- ¿Y, qué?
- Tú arruinaste todo.
- Al contrario. Tú... -tragué saliva, sintiendo algo de dolor- Me botaste.
- Tú decidiste que yo lo hiciera. 
- No lo hice y tampoco te lo pedí, lo hiciste sola. Y no te hagas la santa con esto de quién rompió nuestra amistad. Sé muy bien que has estado hablando mal de mí a mis espaldas.
- ¿Quién te dijo eso? -preguntó sorprendida.
- Jackson me lo dijo, y le creo. Eres una persona diferente. Ya ni siquiera te reconozco. Te olvidaste de mí, de Sam, y, joder, también de Roy. Le rompiste el corazón.
- ¡Yo jamás aseguré nada con él! -se cruzó de brazos.
- ¡Tú misma me decías lo atractivo que te parecía! -alcé la voz, sin poder creerlo- De un día para otro lo dejaste tirado. Te entiendo si era alguien sin importancia, pero él era tu amigo. Debiste decirle.
- ¡Eso ya ni interesa, __! -gritó.
- Oh, tienes razón -reconocí- Él ya te superó y seguramente estará con una chica genial uno de estos días -pensé en Kathryn- No quiero seguir discutiendo contigo, enserio. ¿Si quiera te duele que nuestra amistad de acabara? -pregunté, teniendo una esperanza.

Pero se quedó callada. Y entonces, supe que a ella no le importaba ni en lo más mínimo. La única razón por la que había iniciado esta discusión, fue para, de alguna manera, reclamar. Simplemente eso. Nada más. Esperé otro momento, pero tampoco respondió. Solo movía su pie y para todos lados menos a mí.

- Sabes -hablé bajo, sintiéndome pésimo por dentro. Quería llorar- Yo sufrí mucho por lo que pasó. Quizás sigo mal, y estoy tratando de superarlo. No me cabe que todo lo que pasamos juntas, se te haya olvidado y ya es como que ni te conociera. ¿No recuerdas las cosas que hicimos, las cosas por las que pasamos? ¿todo lo que hice por ti? ¿los cuatro juntos, tú, yo, Sam, y Roy?

Hice pausa, para ver si se dignaba a decir algo... pero no. Solo miraba su zapato. 

- Todo eso -continué- ya no significa nada. Para mí, pero para ti no. Y es horrible.
- __ -por fin habló, y me callé por completo- Tienes que entender, que las cosas cambian. No todo es para siempre. Solo es temporal. Y así va a ser siempre. 
- ¿Y por qué demonios me decías que seríamos amigas toda la vida? -me entró una rabia enorme.
- Es lo usual, __. Muchas lo decimos, sin pensar que luego ya no será así. 
- Yo me lo tomaba enserio.
- Yo igual, por un tiempo. Pero luego... quería ir más allá, y tú te quedaste atrás. 
- Y preferiste avanzar, en lugar de quedarte conmigo, o esperar.
- No me quedó de otra. Quería algo, pero tú no querías. No somos tan parecidas, __. Cuando no te gusta un tipo de persona, te alejas. A mi me agradaron. Y es todo.
- Mira... está bien. Olvídalo. Ya está, mejor me voy -sentía que iba a romper a llorar pronto, y no quería caer tan bajo como para que ella viera lo mucho que me afectaba- Solo, cuídate. Y elige bien las amistades con las que andas.
- ¿A qué te refieres con eso?
- Sabes a lo que me refiero. Sé como te llevas con tu madre ahora, sé lo de tus calificaciones, sé todo eso, y más. Así que espero que vuelvas a ser la misma. No finjas ser otra persona, si es que eso es lo que pasa.
- No es lo que pasa, y no te metas en mis asuntos -atacó- Tú igual cuídate.
- Si mal no recuerdo, tú viniste a meterte en los míos hace un momento. 

No hubo más voces, solo el silencio. Nos quedamos mirando fijamente. Y ya no quedaba más que decir. Ambas caminamos a la puerta de salida, y nos fuimos cada una a donde debíamos ir. Con nuestras nuevas amistades, con nuestros diferentes sentimientos, y nuestras irreconocibles personalidades. 

                                                                     ***

- ¡__, hola! -Roy venía corriendo hacia mí, desesperado. Se paró a mi lado y buscó algo con la mirada- ¿Donde está tu amiga rubia?
- Ahm, está hablando con la profesora, aún no viene para irnos ¿Te sientes bien? -le pregunté.
- Sí, dios, ¿por qué no lo estaría?
- Es que, en la mañana estabas extraño, y ahora... aún más. 
- Pues, es que... tengo una mariposa dentro del estómago.
- Oh -comprendí. Yo estaba en lo cierto, a él le atraía Kathryn.

En eso llega Sam y lo toma por la espalda. 

- ¡Amigo, me dejaste tirado en el gimnasio! Casi te faltaron patas para venir corriendo , ¿acaso te gusta Kathryn? -le molestó sin piedad. 

Roy lo empujó contra el casillero. Pero su mirada no era enojada, si no, comprensiva. Realmente, él estaba increíblemente raro. Por la mariposa, supongo.

- Sam, tienes que entender, ahora no eres el único en mi corazón. Eres mi amigo, pero, llegó una chica ahora.
- Espera, ¿me estás rompiendo? -ellos solían tener como un noviazgo de hermandad, de amigos desde el alma. Siempre jugaban con eso.
- Es complicado, pero sí. Lo siento. Antes eras solo tú, pero luego llegó ella, y entonces... todo se revolvió. Pero aún eres parte de mi corazón. Soy tuyo, pero también de ella.
- Eres una puta. 
- Sí, pero solo para ti, bebé.
- Maldito cabrón -Sam se echó a reír, lo abrazó y le dio un coscorrón en la cabeza, entonces Roy rió, y luego yo también. Ambos me abrazaron.
- También tu eres nuestra puta, __ -me dijo Sam, todo feliz.
- Eh, ¿gracias? -sonreí.
- De nada -dijeron ambos al unisono. 

Justo llegó Kathryn, se acercó a nosotros, luego dudó. Nos miraba a tres metros de distancia. Sam alzó la cabeza y la miró.

- Oye Kathryn, ¿quieres ser la cuarta puta?
- Pues, yo, uh... -lo pensó- Claro, por qué no.

Y se acercó rápidamente a nosotros y se unió al abrazo, quedando entre Roy y yo. Fue realmente gracioso. Todos reíamos. Y me daba más risa aún, porque seguramente Roy estaba disfrutando mucho aquello.

Estuvimos así como por un minuto más y nos fuimos a la salida de la escuela. Nos despedimos, y Roy y Sam se fueron juntos por su lado. Yo y Kathryn nos quedamos ahí, paradas.

- ¿Te quieres ir con nosotros? -le pregunté.
- ¿Nosotros? 
- Sí. Conmigo y Justin. Suele esperarme a la vuelta de la esquina, casi todos los días -sonreí.
- Oh, no lo sé, sería como tocar el violín -rió nerviosa.
- Claro que no, será divertido. Así lo conoces -la alenté, sin quitar mi sonrisa- ¿Por favor?
- ¿Prometes no hacerme pasar por momentos incómodos?
- Vale, lo prometo.

Nos fuimos caminando hacia el lugar. Justin esperaba parado en la puerta de su auto. Al vernos, no pudo evitar mostrar su amplia sonrisa que tanto me encantaba. Nos paramos frente a él y era mi turno de presentarlos.

- Justin, ella es Kathryn. Kathryn, Justin -los presenté.
- Al fin nos conocemos en persona. Son un par de chicas babosas, eh -bromeó mi novio, haciéndonos reír.
- Tu novio es muy creído, __ -me dijo ella.
- Oh, y no has visto lo demás -le dije.
- Ella tiene razón -nos sacó la lengua- Vamos, suban. 

Y eso hicimos. En menos de diez segundos nos encontrábamos arriba. Justin en el asiento de conductor, yo en el de copiloto, y Kathryn tenía todo atrás para ella. Arrancamos rápidamente, casi sin darnos cuenta. La rubia puso su cabeza entre el espacio de nuestros asientos.

- Yo en realidad ya sabía tu nombre. __ me contó todo.
- ¿Todo? -preguntó él.
- Sí. Y, dios ¿Entrar a la casa de un extraño a mear? ¿es enserio?

Justin estalló en carcajadas.

- ¡No me quedó de otra! -me quejé alzando los brazos, intentando no sonrojarme. 
- Aún recuerdo tu cara, linda -me dijo él- Debiste verte, y tú Kathryn, debiste verla. Lucía como un pollito aterrado cuando me vio acostado en la cama y luego me paré a acercarme. 
- ¡Debió ser increíble! -ella le siguió el juego.
- Oh, ustedes dos, me las pagarán por sus burlas -les amenacé, pero no pude evitar reír. 

                                                           _________________

Fue corto, pero dije que subiría. 
Disculpen si está mal escrito, pero estoy resfriada y se me hace difícil concentrarme :c
Las amo un montón, son increíbles.
¡Comente y voten! 
Únanse a mi grupo: 
Y seguirme en wattpad:
¡Chaooo!

4 de septiembre de 2014

Capítulo 52 -Por un capricho.



Iba llegando a la miserable escuela que odio con todo mi ser. Mi mochila colgaba a mis espaldas con gracia y caminaba, prácticamente, arrastrando los pies. Cero ganas. Pensaba en irme de pinta, ¿pero a donde? Justin ahora trabajaba, obvio no podía ir a su casa. Así que solo me limité a ir a donde debía.

Los pasillos estaban llenos de estudiantes y faltaban diez minutos para entrar a clases. No llegué después del timbre, oh sí. Debía celebrarlo, pero luego decidí que no. No iba a saltar sola en puntitas mientras que todos me miraban como si estuviera loca. Y admiré mi capacidad de razonar eso. Sin embargo, abrí la puerta de mi mugroso casillero, que no había limpiado en más de una semana, gracias a mis enormes ánimos.

Sarcasmo.
Esperen, ¿eso es pizza con hongos?
¡Que asco!

- ¡__! -me gritaron en mi oído, haciéndome retorcer y cerrar fuertemente mis ojos. Me volteé.
- ¿Kathryn? -me sorprendí- ¿Qué haces aquí?
- Vaya niña, ¿así es como me recibes? Saluda a tu nueva compañera de clases.
- ¿Nueva compañera? ¿de qué hablas? -fue cuando noté que parecía una tonta preguntando algo que ella ya había aclarado- ¿Lo dices enserio?
- ¡Que sí! ¿estás bien? -me afirmó del hombro- Andas lenta hoy -se rió.
- Es que, dios, ¿cómo no me dijiste? -me eché a reír y ambas nos dimos un pequeño abrazo.
- No podía, era como una sorpresa... -dijo no muy segura- Bueno, no. Fue inesperado. Mi otra escuela quedaba bastante lejos. Mamá no quería seguir gastando dinero en pasajes, siendo que podría ser para otra cosa. Así que aquí estoy. Ella quería algo cercano, y como una vez me dijiste el nombre de tu escuela, investigué sobre ella y me inscribió.
- ¡Me has hecho el día! -le dije sin poder quitar mi enorme sonrisa- Amo a tu madre.
- Y yo -me estrechó contra ella y la acompañé a su casillero, ya que ninguna de las dos tenía ni la mínima idea de donde estaba.

Por si no recuerdan, Kathryn es mi vecina. Casi la única que me apoyó cuando Justin y yo peleamos sin ser nada, y me fui de su casa, sin volver a hablar durante más de dos semanas. Desde que la conocí fue una gran persona conmigo, y a pesar de que ya no hablábamos tanto, seguíamos teniéndonos el mismo cariño de cuando nos conocimos.

Cuando finalmente llegamos a su casillero, nos dimos cuenta de que habíamos dado toda la vuelta y se encontraba al lado contrario del mío, de donde habíamos caminado. Unos cinco metros más allá, para ser exactos. Fue un gran lol.

- ¡__! -alguien volvió a gritar mi nombre, y otra vez me retorcí. Volví a voltearme. Eran Roy y Sam, bastante alarmados.
- ¿Hiciste la tarea de biología? -preguntó Sam paranoico, alzando los brazos- ¡Voy a morir!
- Uhm, no, no la hice.
- ¿Por qué diablos no? -ya casi lloraba. Se lanzó contra mi casillero, cerrando la puerta de golpe- ¡Ésta era mi oportunidad de subir mi promedio! Creí que, al menos, tú la harías. Yo... estoy podrido.
- No tanto como la pizza de mi casillero.

Hubo un silencio. Sam volvió a abrir la puerta, cogió la pizza y comenzó a comerla. De pronto, notó que Roy no hablaba nada y estaba mirando el suelo. Lo sacudió por la espalda.

- Amigo, ¿qué carajos? ¡Estás jodido! ¿desde cuando estás tan callado? Te pareces a mi primo Alberto.
- ¿Qué Alberto?
- El que te dejó el culo abierto jajajajajajaja -Sam, prácticamente, lloraba de la risa. Trató de secarse una que otra lágrima que le caía por la mejilla.
- ¡Hijo de la puta! -Roy se lanzó de tacleada contra Sam, estrechándolo contra la pared.
- Roy, cielo, ahorita no. Están las chicas -coqueteó como el gay total que era.
- No me importa -le fulminó con la mirada.
- Pues hazme tuya, cariño.

De pronto Sam se dio cuenta de la presencia de la extraña chica rubia a mi lado y dejó de reír. Como se quedó tan serio, Roy lo soltó y volvió a quedarse tranquilo. Bajó la mirada otra vez.

- Oh, carne fresca. Hola -la saludó- __, ¿quién es?
- Ups, lo siento. Mi error. Chicos, ella es Kathryn. Y Kathryn, bueno, supongo que ya sabes.
- Hola -saludó ella, tímidamente.
- Un gusto -dijo Sam. Era muy educado cuando quería- Eh, Roy, saluda.
- Hola  -hizo lo que le pidió.

Sam miró detalladamente a Roy, cualquiera pensaría que se lo comía con la mirada. Posó sus ojos en nosotras, y sonrió de lado. Yo ya sabía lo que pasaba y él también. Eché un vistazo a Kathryn y lucía un poco incómoda.

- __, Kathryn, debemos irnos -nos informó él- Nos vemos luego.

Tomó a Roy del brazo y lo arrastró por el pasillo. En menos de cinco segundos ya no estaban a nuestra vista. Mi nueva compañera de clases estaba perdida pensando cosas que de seguro suponía. Lo esperaba, sinceramente. Sonreí, queriendo transmitirle tranquilidad y seguridad, de que nada malo pasaba. Y justo tocaron el timbre para entrar. Caminamos juntas al salón.

- Sabes -empezó a hablar- Creo que no le agradé mucho a tus amigos. No quiero incomodar, ¿entiendes? Si para ustedes es un problema mi presencia, puedes decírmelo. Prometo no enojarme -la miré y ella tenía pena en sus ojos.
- No es eso -aclaré riendo- Le atraes a Roy.
- ¿Qué? -ella pareció no creerlo- Pero si es primera vez que lo veo.
- ¿Y? No fue impedimento para que se pusiera así, ¡es obvio!
- Woah, me siento tan extraña. No esperé atraer a un chico el primer día de clases. No le vayas a decir a ese tal Roy, pero me parece guapo.
- Y es muy sonso, pero dulce una vez que lo conoces. Aunque hay que aprender a sobrellevar su noviazgo falso con Sam.
- Sí, ya me he dado cuenta -reímos al mismo tiempo.

                                                                     ***

- __, ¡por dios! -chilló Kathryn en la cafetería. Me sacudió tan fuerte por los brazos que se me cayó un poco de jugo de piña en la falda del uniforme. En fin, no se iba a notar.
- ¿Ah? -tomé una servilleta mientras me limpiaba, sin mirarla.
- ¿Que no es el sexy chico de cabello claro que te recogió en su auto cuando tu padre estaba en su luna de miel? -preguntó- ¡Al que le robaste el baño! -gritó tan fuerte que tuve que taparle la boca. Nadie más podía enterarse.
- ¡Estás loca, shhh! -comencé a reír y ella también. Poco a poco fui sacando mi mano- Eres la única enterada. Si alguien más lo hace, estamos fritos.

Miré a donde ella había apuntado. Justin se encontraba en la zona de la fila de la comida, cerca de un bote de basura, donde con una pala y una escoba recogía los sobres de galletones que muchos solían arrojar, sin lograr encestar. Hasta así se veía increíblemente atractivo. No fue hasta ese momento que miró en nuestra dirección, y se percató de que estábamos por los alrededores.

- Pero jamás me dijiste que trabajaba aquí, ¿no que lo conociste en su baño, cuando irrumpiste en su casa?
- Sí -me ruboricé un poco al recordarlo- Pero hace poco consiguió este trabajo. Decidimos mantenerlo en secreto, para no tener problemas.
- Vaya. Debe de ser difícil, digo, fingir no conocerse. Solo mirar lo que hace el otro durante todo el día.
- Lo es, pero aveces es genial. Suele coquetearme en frente de chicas que quieren cogerlo.
- ¿Lo quieren coger? -se echó a reír a carcajadas- Pobre chico. Lo acechan las zorritas.
- ¡Lo mismo pienso! -y chocamos los cinco.

Notamos que se empezó a acercar. ¿Tan obvio era que lo habíamos estado mirando? O mejor dicho, yo lo devoraba con la mirada, nada menos. En unos pocos segundos estuvo frente a nuestra mesa. Apoyó sus codos en ella y nos miró fijamente.

-Señoritas -nos saludó. Kathryn suspiró- Espero no molestar, pero veo que tienen el envase de jalea vacío. ¿Lo arrojo por ustedes?
- Claro -respondimos las dos al unisono, haciendo reír a Justin.

Cogió nuestros envases y con rapidez los metió a una bolsa. Al parecer ya se estaba acostumbrando a esto de la basura, y se volvía más ágil.

- Cierren la boca, niñas -acercó una mano a mi cara y apretó mi mentón- Que se les cae la baba. Sobretodo a ti, __.

Y como todo un galán, se volteó y salió caminando como solo él sabe caminar. Es tan swaggy. No sé que diablos significa, pero él siempre lo dice, y como tiene un cierto ego, lo dice aún más. Así que como yo también quiero ser swaggy, también lo digo. ¿Se entiende? En fin.

Cuando estaba pendiente en mirar su perfecto trasero, se atraviesa Dakota por en frente y me dirige una mirada impresionada. Luego mira a Kathryn, y se queda analizándola fijamente, para después irse con las chicas que ahora son sus nuevas amigas. Por un momento creí ver una cierta mala vibra cuando lo hacía. Que conste, no soy una bruja, no. Nada de eso. Solo digo. 

Las horas pasaron, y ya nos podíamos ir a casa. Yo ya había recogido mis cosas y Kathryn estaba hablando con la profesora sobre los exámenes que tendría que dar, y así se conocían más. Le avisé que iría al baño porque estaba que me meaba, y que nos encontrábamos afuera para irnos juntas a casa. Ella estuvo de acuerdo, así que partí. 

Entré a hacer pipí y me recordé a cuando vi por primera vez a Justin. Y me maldije por hacerlo, dios, ¿por qué tenía que pensar en él cuando meaba? ¿no podría pensar en algo más romántico? Es que, que va, no puedo evitarlo. El meado es nuestro emblema. Y nos amo así. 

Cuando ya terminé, me limpié, me subí los calzones y abrí la puerta. Me encaminé hacia los lavabos, abrí el grifo y este estalló, empapándome toda. Intenté secarme con un trozo de confort, pero fue en vano. Justo en ese momento alguien se para al lado mío. Creí que era Kathryn, pero...

- ¿Podemos hablar, __? -me preguntó- No sé si aún recuerdas mi nombre, pero me llamo Dakota.

Eso, precisamente, me tomó por sorpresa.

- De hecho, me sorprende que tú recuerdes el mío -le dije.

Seguí lavando mis manos. Se quedó callada, pero luego recuperó la compostura.

- ¿De qué hablas, __? Somos amigas -se hizo la loca.
- Éramos. Ya no existo para ti en ningún momento. A lo más me saludas una vez a las quinientas.
- ¿Qué quieres que haga? Conocí nuevas personas, tú nunca te llevaste con ellas.
- Oh, sí -cerré el grifo y me sequé las manos en mi ropa ya empapada- Por eso me dejaste sola e hiciste como si ni existiera, ¿verdad? Y ahora, como ves que estoy con una nueva amiga, te enojas.
- No es verdad -se negó.
- Sí lo es. De no estar ella, ni siquiera te habrías pasado por en frente de mí en el almuerzo -la miré algo molesta.
- No quiero estar en malos planes contigo, __. Deberías agradecer, al menos, que no he ido a hablar con el director de tu novio recoge basura.
- Oh, ¿ahora quieres delatarme? Y no lo llames recoge basura, se gana el dinero limpiamente. 
- ¿Limpiamente? -rió cínica- ¿Es un chiste? ¿te has dado cuenta de que no puede tener manos limpias porque lo que hace es recoger restos?
- Sabes de lo que hablo Dakota, no es gracioso. Estás cambiada, ¿desde cuando eres así y te burlas de los demás? Te llevabas bien con él. 
- Me llevaba. Y a lo que iba, sí, he pensado en delatarte. No es correcto.
- Tú sabes que lo conozco antes de que entrara a trabajar aquí.
- Pero eso no le importaría al director, y lo sabes.

                                                           ___________________

¡Holaaaa! Subiré el sábado otra vez, lo prometo, ¿vale?
Las amo, no lo olviden. Y disculpen las ausencias.
¡Besos! 
Comenten y voten.
Y ohhh, tengo un nuevo wattpad, donde igual subo novelas
Pueden encontrarlo aquí:
http://www.wattpad.com/user/rayisdiferent
Chaaaaoooss.

25 de agosto de 2014

Capítulo 51 -Por un capricho.



Por fin sonó el timbre de salida. Yo seguía en las nubes, pensando en lo sucedido con el cubo de basura, el tiesto de compost, y la humillación ajena que presencié. Cabe decir que sonreía como una tonta durante la clase todo el tiempo, cuando no me daba cuenta.

Todos tomaron sus cosas echándolas a los bolsos. Yo me paré despacio y empecé a hacer lo mismo. Al minuto casi no quedaba nadie. Hasta la profesora se había largado. Miré a mi alrededor y solo quedábamos cuatro alumnos con una pereza enorme, y entre ellos Brenda Banana y Jackson, charlando juntos. Él no me había hablado en todo el día, y por un momento me pregunté si le pasaba algo. Consideré acercarme a él y ayudarlo en lo que necesitara. Iba a hacerlo en cuanto terminara de meter todo lo mío. Cuando lo hice, me puse mi mochila, lista para girarme y entrometerme adecuadamente en la vida de alguien más. Pero justo en ese momento, su voz se hizo notar, dirigiéndose a mí. Brenda Banana ya se había ido.

- __ -me volteé y le miré. Él estaba serio y sin una pizca de simpatía- Tenemos que hablar.
- Lo sé. Eso mismo iba a hacer, ¿estás bien? -él no me agradaba completamente, pero le tenía algo de aprecio. Era de los pocos que me tomaba atención en la escuela.
- Sí, estoy bien, pero no es por lo que quería hablarte -se aclaró la garganta- Vi lo que ocurrió entre el tipo de la basura y tú, en la hora del almuerzo -uh.
- ¿Y que pasa con eso? -intenté lucir calmada y sin nervios. No quería hablar de Justin. Podría notarse que estoy perdidamente enamorada de él, cuando se supone que ni lo conozco.
- Tienes que alejarte de él.

Eso me había tomado por sorpresa.

- ¿Por qué?
- Porque es un idiota.
- ¿Cómo sabes que es un idiota?
- ¡Porque simplemente lo sé, __! -me alzó la voz, evidentemente enojado. Di un paso hacia atrás. Él jamás me habló así. Me dieron ganas de irme y debió notar la expresión en mi cara, pero continuó- Te voy a admitir algo. El otro día yo estaba mirándote desde el pasillo y de pronto el tipo se me acercó. Se dio cuenta de lo mucho que te miraba y me dijo lo buena que estabas.
- ¿Que tiene eso de malo?

Su cara se transformó a un enojo aún más grande, pero solo se limitó a suspirar. Obviamente Justin le habló y le dijo eso porque quería quitar toda la atención de Jackson sobre mí. De alguna manera intentó marcar territorio. No le gusta que los hombres me miren. Lo detesta.

- Dios, __ -avanzó hacia mí y me tomó por los hombros- Eres realmente inocente -fruncí el ceño. Odiaba que me tomaran por pendeja que no sabe nada- Tienes que darte cuenta. No me fío de él.
- No me va a pasar nada, y por favor no me llames inocente -me quité sus manos de mis hombros- No soy una estúpida que no comprende las cosas -no quería ser grosera, pero me jodió de verdad.
- No es normal, entiende. Él es un trabajador de la escuela, no puede acercarse a ti de ese modo. ¿Sabes lo que pasaría si el director se entera de que te acosa?
- Él no me acosa Jackson, deja de ser tan dramático -ya estaba enojada.
- A mí me parece que sí. No tiene derecho a hablarte como si fueras su conquista, y lo sabes. Además tiene novia, __. Solo está jugando contigo.

Y esas palabras sólo logrando enojarme aún más. ¿Qué sabía él? ¿y cómo iba Justin a tener novia? Solo está conmigo. Seguro mentía. Y encima me hablaba tan comprensivo, que solo lograba ponerme más enojada aún. Detestaba que me viera de ese modo, como una incapaz.

- ¿Y por qué crees saber todo de él? ¿acaso investigaste de su vida privada?
- No, pero lo vi en el centro con una chica de la mano la otra vez, comiendo papas -mi corazón saltó de susto. ¿Él había visto nuestra salida? ¿no me había reconocido? ¿y si lo sabía pero no me quería decir?- ¿Y viste la horrible forma en que le habló a Brenda?
- Ella se lo merecía. Se comportó como una vulgar -sinceré.
- No hables así de ella.
- ¿Qué te pasa? -me ofendí. Él la estaba defendiendo a pesar de que Justin tuvo razones- ¿No viste como chupó el maldito plátano?
- No es razón para referirse así. Como trabajador debería tener más respeto por las mujeres.
- Tú estás exagerando todo, ya no quiero seguir aquí. Me voy -retrocedí y me giré, pero se me adelantó rápidamente poniéndose frente a mí.
- ¿Por qué lo defiendes tanto?
- ¿Por qué tanto odio hacia él? Fue gentil conmigo.
- Eres como su juguete, ¡comprende las cosas! No es gentil, ni dulce, ni príncipe azul -joder, estaba harta.
- ¿Ah, no? ¡Brenda tampoco lo es!
- ¡Pero es mujer! -exclamó sacado de sus casillas.
- ¡Y tú un maldito machista! -exclamé igual que él- Es tu amiga Jackson, no la mía.

Me hice a un lado y caminé hacia la puerta del aula. Éramos los dos últimos que quedábamos. Quería estar en casa, encerrarme en mi habitación y estar con mi gato. Él me entendía, como nadie lo hace.

- Siquiera ten respeto por ti misma -wtf. No pude evitar voltearme y mirarlo con rabia.
- Sí tengo respeto por mí, tú no sabes nada -rodé los ojos- Ya no te entrometas.
- ¿Lo tienes, enserio? -se echó a reír como un cínico. Me recordó a mi padre. Sin embargo, asentí- Tú no te tienes respeto ni a ti, ni a tu relación.
- ¿De qué hablas? -de verdad había comenzado a confundirme.
- Estás en una relación, tienes novio. Pero a pesar de eso coqueteas con ese idiota, le sigues el juego y lo defiendes. Vaya respeto.
-  Oh, si mal no recuerdo, tú eras quien coqueteaba conmigo también. ¡Déjame en paz! -grité, maldito irrespetuoso.
- Sí, pero ya no más. Todos tienen razón sobre ti.
- Demonios, ¿de qué hablas ahora? ¿razón de qué?
- De que eres una mosca muerta. Todos me lo decían, pero nunca les hice caso. No eres quien muestras ser. Toda dulce y tímida, cuando en realidad no tienes nada de eso cuando se te conoce. Hasta Dakota me lo advirtió. Y también me dijo que seguro querías con él para que te diera dinero.
- Primero que nada, tú no me conoces -me limité a responder, tratando de guardar mis lágrimas. Él me estaba lastimando- Ni tú, ni ellos. Ni siquiera les hablo. Eres hipócrita. Fingiste ser un buen compañero y ahora me dices todo esto. No te metas en mis cosas, así como yo no me meto en las tuyas. Tampoco sé por qué diablos se me ocurrió acercarme a ti para ver si te pasaba algo. No tengo por qué preocuparme, menos ahora.

Me giré y salí del salón lo suficientemente rápido como para no volver a escuchar ni su voz, ni su respiración, ni sentir su presencia. Solo era un imbécil. Cielos, era tonta, tonta, pero tonta. ¿Cómo se me pudo haber ocurrido que él se merecía mi aprecio? Tal vez en realidad no se fiaba de Justin, ¿pero decirme todo eso y tratarme de esa forma? ¿hablar sobre mí a mis espaldas? Al parecer todos me detestan, él lo ha dejado bastante claro.

No quería encontrarme con Justin en la calle en la que siempre me esperaba. Me iba a dar más pena aún que me viera llorando. Aún no lo hacía, pero sabía que iba a quebrarme en frente de él, y no quería ni necesitaba eso. No podía mostrar lo vulnerable que me sentía.

Intenté poner una máscara de felicidad en mi cara y me dirigí a su auto. Él sonrió apenas me vio, pude notarlo. Y al verlo hacer eso, salió una verdadera sonrisa. Esperaba que durara todo el trayecto hasta mi casa.

Me metí al auto, lo abracé y lo besé. Me acomodé en el asiento, puse el cinturón de seguridad e intenté mirar para todos lados, excepto sus ojos. Esperé a que arrancara, pero no lo hizo. Volví a esperar, y nada. Dios, se había dado cuenta de que algo pasaba. No tardaría en preguntar...

- ¿Algo está mal? -ahí lo tienen.
- No, para nada. Vamos, arranca -le animé sonriente y aunque me costara, lo miré- Ya sabes, a papá no le gustan las llegadas tarde.
- __, dime qué está mal. ¿Te pasó algo? -la preocupación era evidente en su voz.
- No, Justin. Estoy bien, es solo una tontería. No quiero hablar de eso, enserio -sonreí.
- Estás fingiendo. Tienes el contorno de los ojos de color rojo... ¿Estuviste llorando?
- No, no he llorado -aseguré. Y es que era cierto. No lloré, solo estaba a punto de hacerlo.
- ¿Segura?
- Sí -ya ni podía hacer una sonrisa buena, casi no soportaba contener lágrimas.
- Dime, bonita.
- No, estoy bien.
- __...
- ¡No! -sollocé, y tapé mi cara sin poder seguir aguantando, con una tonelada de vergüenza sobre mí.


Y ahí estaba yo, llorando en su camioneta como una niña de cinco años. Él no sabía por qué, pero yo sí, y todo era un asco. Me sentía como basura. No podía entender cómo se me había ocurrido entrar a estudiar a ese nefasto lugar. Todo habría estado perfecto de no ser por mi estúpida decisión.

- No llores, mi vida -Justin me acarició por la espalda, y de un momento a otro me estrechó contra su pecho, a pesar de ser una posición incómoda para él.
- Es que, todos son unos imbéciles -me quejé aún sollozando, y casi ni se entendía- Malditos falsos.
- Linda, no entiendo. ¿A qué te refieres?
- ¡Dakota, Jackson, todos en la estúpida escuela!

Sentí como él se bajaba del auto, pero aún así no me destapé la cara. Por un momento creí que se había hartado de mí y me pediría que me largara, pero en lugar de eso, abrió la puerta de copiloto, por donde estaba yo, y me cargó hacia la parte trasera. Yo aún no me atrevía a verlo. Me metió dentro, y luego entró él. Tenía tanta pena, que no era capaz de nada. Sin embargo, a la fuerza me quitó las manos de la cara y nos quedamos mirando. Pero ni siquiera me importaba verme tan horrible frente a él. Simplemente no me daban las fuerzas para hacerlo.

- ¿Qué te hicieron? -preguntó en susurro, tratando de entender- Creí que Dakota era tu amiga, y el otro idiota, pues no sé.
- De todo. No puedo creerlo todavía. Jackson es un imbécil, me dijo cosas horribles, Justin -me limpié la nariz con la manga de mi polerón- Me sentí tan mal. Todos hablan pésimo de mí a mis espaldas, y Dakota es otra de ellas. Yo... creí que era mi amiga. ¡No lo entiendo! -me alteré- Todo lo que pasamos juntas, ¡las cosas que hice por ella! -ambos nos quedamos en silencio, como si hubiese pasado un ángel- ¿Tú crees que... solo te quiero por tu dinero?

Fue lo más estúpido que pude preguntar, pero debía saberlo. Estaba dando el gusto a todos los que pensaban mal de mí, creyendo que podría ser cierto. Pero en el fondo sabía que nada era así. Jamás había sido una mala persona, siempre intentaba ser lo mejor posible.

- Cariño, eso no es verdad. Jamás he pensado así de ti -tomó mi cara entre sus manos, y me miró fijamente.
- Pues Dakota sí. Se lo dijo a Jackson. Y él dice que soy una mosca muerta, que todos lo dicen. Y que no tengo respeto por mí misma, que tengo novio pero que aún así coqueteo contigo. Prácticamente me llamó puta.
- __, no eres nada de eso -un tono de molestia se apoderó de él. Quitó sus manos y apretó su puño- Joder, voy a romperle la cara a ese saco de mierda. ¿Dónde diablos está? -se preparó para bajar del auto, pero lo tomé por el brazo lo más fuerte que pude.
- Justin, por favor, no. Sabes que no me gusta que hagas esas cosas, yo... Digo, podrías perder tu trabajo -quise convencerlo.
- Me vale un carajo, le haré trizas los cojones, su ego y todo lo que tenga que ver con él. Maldito hijo de puta. No tiene derecho a hablarte así, __. Ni yo lo hago, ¿y quieres que lo haga él?
- No, no quiero que lo haga, pero no volveré a hablar con él, de todos modos. Solo necesito que me apoyes y escuches -suspiré, secándome la cara.

Ambos nos quedamos callados otra vez. Me abracé a mi misma, sabiendo que me miraba desde al lado de la puerta, aún con la mano en el pestillo para abrirla.

- __, esto no está bien. No puedo dejarme sentir que él se aprovechó de la situación -se deslizó hacia mí con lentitud, y volvió a tomar mi cara- ¿Crees que puedo estar tranquilo, sabiendo que un idiota te hace daño? ¿que es fácil para mí verte así? ¿Eso crees? -sentí un hilo de voz. Levanté mi cabeza y me enfoqué en sus ojos. Se volvían rojos al rededor, igual como los míos. Dios, él quería llorar- Es un marica. No puede hacer eso con una mujer, no contigo. Las otras me dan igual, tú eres mi prioridad, ¿comprendes?

Asentí.

- No puedes pedirme que no haga algo al respecto -lo entendía, pero algo de mí no quería.
- Esta vez no hagas nada. Si lo vuelve a hacer, si quieres hazlo. Pero no hoy -le pedí, de verdad no iba a soportar que hubiera otro problema hoy.

A duras penas él se resignó. Nos abrazamos y nos quedamos ahí por unos diez minutos. En ese tiempo todo volvió a la normalidad. Incluso pensé en por qué me había puesto tan mal por lo de Jackson, ahora ya no tenía sentido mi comportamiento. Entonces, me eché a reír.

- ¿Qué es tan gracioso? -preguntó mi novio, frunciendo el ceño.
- Creo que exageré, ni siquiera me importa ahora. Tal vez solo fue un momento.
- ¿Un venazo? -rió conmigo.
- Sí. Es extraño.
- Tal vez, solo tenías muchos sentimientos acumulados, y entonces explotaste.
- Puede ser -sonreí ampliamente- Llorar ayuda mucho.
- ¿Sabes algo? Ahora que estás bien, voy a comentarte sobre mis celos. Ese idiota, ¿qué se cree? Lo vi comiéndote con la mirada en el pasillo, bastardo. Hubiera armado una escenita de no ser porque...

Y continuamos hablando sobre él y sus celos ocultos durante aproximadamente cinco minutos. Luego, decidimos que ya era hora de ir a casa. Nos cambiamos a los asientos de adelante, encendimos la radio y escuchamos música. Justin arrancó, y reímos, mientras me contaba una que otra anécdota que le había pasado en el trabajo.

                                                                      _________

Vaya, a rayis sí que le dio un ataque, pero es comprensible, ¿no?
A cualquiera le pasa, ah.
En fin, estoy teniendo problemas para seguir con la novela.
Falta de inspiración, no sé muy bien como seguirla, estoy en proceso.
¡Comenten y voten mucho! Las amo.
Pd: Denme ideas, estoy ansiosa por ello. Y únanse a mi grupo en facebook:
¡Adiós!

17 de agosto de 2014

Capítulo 50 -Por un capricho.



La noche llegó y yo ya me sentía un poco mejor. No lloraba, así que estaba bien. No discutía, así que era aún mejor. Pero estaba castigada, así que no iba a poder hablar con Justin, ni decirle lo que sucedió, ni hacerlo tranquilizar al menos un poco. Y me urgía decirle que seguiría con él, que no nos separaríamos. Que íbamos a estar juntos por mucho tiempo más. Esperaba eso.

Estuve acostada en mi cama, mirando el techo. No me di cuenta cuando ya eran las 12:30am. Más de media noche, obviamente. Y papá y Michelle ya deberían estar durmiendo. Sobretodo papá, que tenía trabajo al otro día, por lo que se me ocurrió una cosa.

Me paré de la cama y abrí la puerta de mi habitación lo más delicadamente posible. Bajé las escaleras, rogando al cielo no hacerlas crujir. Lo que haría no era nada de otro mundo y menos de riesgo, porque papá no sabía nada de internet ni del wi-fi. Encendería ese aparato mágico que brinda internet en la casa. Tomaría mi notebook y me pondría a chatear con Justin. Ooh, joder, que mala soy. Soy la gatilla alegre que no respeta las reglas en: La gatilla alegre que no respeta las reglas. Como Timmy Turner. Que va.

Al rato ya lista, me puse la pijama y me acosté en la cama. Apagué todas las luces, y puse el notebook sobre mis piernas. Abrí google y me conecté a Facebook. No tuve ni necesidad de revisar inicio, porque al principio ya habían algunos estados de Justin que se hacían notar bastante desesperados. Unos cuantos amigos de él le comentaban preguntándole que pasaba, pero él simplemente los dejó ahí, ignorándolos por completo. Esperaba eso de él. No le gustaba hablar con los demás sobre su relación, a menos que sea sobre lo mucho que me ama, cosa que es hermosa. Yo sabía que era por lo que había sucedido hoy, entre nosotros. Y en parte me jodía hacerle sentir así. Entonces, intenté ignorar ese sentimiento y revisé el chat, y, aleluya, estaba conectado. Gracias, Dios.

Chat.
- ¿Justin? ¿Estás ahí? -envié. Y pareció que al más mínimo milisegundo me respondió.
- ¡__, maldita sea! Te estaba esperando, joder, me tenías preocupado -puso carita llorando, y me lo imaginé llorar. No debí hacerlo- ¿Estás bien?
- Sí, estoy bien, creo -respondí, no quería echarme a morir para hacerlo sentir peor- ¿Tú como estás?
- Podría estar mejor, pero ahora mucho mejor que te conectaste. Creí que no lo harías, pero aún así lo hice, por si acaso.
- Eso es considerado de tu parte, amor -puse carita feliz. Porque en realidad estaba sonriendo.
- ¿Amor? ¿No hemos terminado? -ouh, él pensaba eso y casi me da algo. Pero era obvio que sí lo esperaría. Los dos esperábamos eso.
- No, no hemos terminado. Seguimos juntos, aunque no lo creas, mi vida -puse un corazón.
- Mierda, gracias. No sabes lo mal que estuve __, no sabía que carajo pasaría, creí que tu padre te alejaría de mí y yo soy un idiota. No debí haberte estado besando de esa forma en la calle -me sentí mal por su culpabilidad. ¡No era su culpa!
- Justin, yo fui la que lo hizo. Me tiré encima de ti y fui algo... feroz. Fui yo la que arruinó la mentira -sinceré, era cierto.
- Amor, no digas tonterías. Basta. En todo caso no debí seguirte -eso me dio una cierta molestia.
- Tú debías seguirme porque soy tu novia y ya, ¿o no es así?
- Sí, lo es, pero aún así. Yo ocasioné esto, __. Soy el hombre.
- No lo hiciste. Pero ya no hablemos de eso -decidí aliviar las cosas, porque presentía que acabaríamos discutiendo- ¡Seguiremos juntos!
- Y por siempre, shawty, ya vas a ver.
- Sí quiero ver -puse carita feliz.
- Sí quieres te muestro otra cosa :$
- Imbécil jajaja. Maldito.

FinChat.

Y así estuvimos chateando hasta como las dos de la mañana. Yo estaba tranquila, sin nervios a que me descubrieran, porque podía sentir los ronquidos de mi papá desde su habitación. Ese hombre sí que estaba cansado, imaginaba cuanto debió haberle afectado lo que había sucedido hoy. Le mentí, no debí hacerlo, pero él tarde o temprano, de una u otra manera, debía entender que yo crecía, que iba a tener novio, que querría tener una vida verdadera, con más libertad. Y sé que él lo debió intuir. 

                                                                        +++

Ya han pasado unos días. No he vuelto a hablar con papá desde el incidente. No me gusta estar así, me he sentido pésimo por como debe de estar. Michelle dice que está enojado, que cuando se le pasé me volverá a tomar en cuenta. Y yo espero que sea así, quiero pensar que se le pasará y que luego todo volverá a estar como antes. Jamás me llevé perfectamente con él, pero sigue siendo mi padre, y sigo amándolo. 

Mientras tanto, caminaba por los pasillos de la escuela y todo seguía igual que siempre. Paré en mi casillero y dejé mis libros. Me tocaba orientación, así que no tenía que llevar nada. Buena materia, para empezar, porque el profesor era absolutamente relajado. Algunos chicos podían estar rompiendo las paredes, pero él siempre era pasivo o ni siquiera se daba cuenta. Era una buena persona, pero malditamente ingenuo.

- Y bueno, alumnos. Hoy hablaremos sobre los valores. Les entregaré a cada uno esta guía -alzó una hoja de papel tamaño carta y en la otra tenía todas las demás-, en donde está escrita una actividad. Escribirán veinte valores positivos que ustedes posean, y veinte negativos, o al menos, algunos. Les aconsejo que la hagan, porque les puede ayudar mucho para subir todas las calificaciones nefastas que algunos tienen. 

Comenzó a entregar uno por uno, y casi nadie se dignaba a mirar la hoja siquiera. Cuando me dio una a mí, la leí y comencé a pensar en cual de mis valores poner. No era algo que me entusiasmara demasiado, jamás me gustó que alguien sepa cosas que siento que son más especiales si me las guardo. Así que pondría cualquier cosa para no tener mala nota. 

- Oye __, ¿hacemos la guía? -la voz de Roy, tras de mí, me hizo salir de mis pensamientos. Me giré- Ya sabes, Sam y yo... pues, enserio, ya sabes. 
- ¿Ustedes qué? Yo no sé nada -me hice la loca, mientras reía.
- Demonios, ¡lo sabes! -se quejó Sam- Somos un asco en casi todas las materias. De no ser por ti, estaríamos repitiendo el año. ¿Nos ayudas?
- ¿No saben sus valores?
- Claro que sabemos -respondió Roy, poniendo una de sus manos en su pecho, como ofendido- Pero nos da hueva pensar y escribir. Es un trabajo muy duro. Pensamos que, tal vez, podrías escribir algunos tuyos y luego nosotros los copiamos en un orden diferente. 
- Lo haremos contigo, por supuesto -agregó Sam.

Pensaría que ellos solo querían aprovecharse de mi, pero ellos no son de los chicos que solo hacen embarradas. Son como solo ellos, dos amigos que son parecidos y holgazanes cuando quieren. Y también me ayudan en cosas que no sé. Les debía. Nos ayudábamos entre los tres.

Varios minutos después ya faltaba menos para salir a recreo. Habíamos terminado de hacer nuestra guía, pero los demás parecía que ni habían empezado. 

- Ustedes pueden ser mucho más en su vida -hablaba el profesor tranquilamente desde su escritorio, mientras escribía en el libro quién sabe que cosa- Sus valores son muy importantes. Cada uno de ustedes los tiene. Confío en que serán más de lo que son ahora.

Sonreía tan confiado, que daba pena. Miré a su lado, donde cuatro chicos estaban meando de la risa, mientras que uno de ellos tenía la guía en la mano y otro, le encendía fuego con el encendedor. Pero, dios, el olor a quemado comenzó a notarse y el profesor seguía escribiendo, sin darse cuenta. Finalmente, cuando casi no quedaba nada de la hoja, se percató y los obligó, sin insultarlos, a salir de la clase. Ellos lo hicieron, por suerte. Sentí que quería reírme, pero no lo hice, por respeto a ese buen hombre.

                                                                        +++

Ya había terminado la hora del almuerzo, y Sam y Roy habían ido al baño. Yo me preparaba para la siguiente clase, ya que faltaban cinco minutos para que el recreo acabara. Solo dos horas más, y me iría a casa, al fin. 

Terminé mi manzana mientras cogía mi cuaderno, me giré dejando la puerta abierta del casillero y casi choco con un chico.

- Señorita, ¿ya acabó? Digo, para tirarlo a la basura -casi me derretía. Era increíble lo que podía lograr su mirada. 

Bastó que solo me dirigiera la palabra para que algunas chicas que estaban por los alrededores se nos quedaran viendo. A él lo miraban con lujuria, pero a mí, como si nada. Y eso me hacía reír. Yo tenía toda su atención, y era lo único que importaba.

- Oh, sí, acabé -sonreí tratando de no sonrojarme mucho. Sentía mis manos temblar, y quería golpearme por eso, por dios, ¡era mi novio, no otra cosa!- ¿Pero no debería ir eso en el tiesto de compost?
- Traeré ese tiesto, si lo desea. Sería capaz de traer el de la siguiente calle, si quiere -demonios, lo amaba.
- Gracias, pero no. No quiero abusar.
- Abuse y peque conmigo si gusta, yo encantado -casi se me salieron los ojos de la impresión y me puse como tomate. Él coqueteaba conmigo y no le importaba que se dieran cuenta. Miré hacia las chicas mironas, y ellas tenían la boca, literalmente, por el piso.

Antes de que pudiera responder, la chica de mi salón, Brenda, o como se llame, esa que nombró el profesor, se puso entre nosotros. Y Justin la miró algo molesto, sabía que no le gustaba que nos interrumpieran cuando estábamos en algo, menos aquí, en donde tenemos que fingir que no pasa nada y que no nos conocemos. 

- Justin Bieber, casi termino mi banana -llevó la estúpida banana, que le quedaba hasta por la mitad, y se la metió a la boca. Y comenzó a lamerla. Parecía que estuviera chupando el órgano genital masculino o mejor dicho pene. Maldita vulgar. Luego la masticó y se la tragó. Alzó la cáscara- ¿Podría traer el tiesto de compost para mí? 

Justin la miraba atónito y fuera de sí.

- Que asco, creo que jamás volveré a comer un plátano. Para que sepas, la palabra banana no te hace volver sexy, y esa cara que has puesto... Dios, un poco más y luces como un simio en celo. Ve a buscar el maldito tiesto tú. No te mereces mi respeto. Deberías aprender de la señorita -me apuntó y luego acercó el tiesto hacia mí- El resto de su manzana, linda. Y yo mismo lo llevaré al compost, se lo aseguro.

La pobre chica, parecía que hubieran arrancado su ego y lo hubieran pisoteado en el piso. Se fue corriendo hacia sus amigas, tocando su cara roja, mientras buscaba apoyo moral con sus amigas plásticas. 
Sonrió coqueto y me guiñó un ojo. Sonreí encantada y lancé la cosa dentro. Le miré mientras se giraba y alejaba, caminando con todo el estilo que solo él podía tener. Y era todo mío.

                                                            ____________

Lamento la tardanza, lindas. Pero siempre las tengo en mente.
Las amo mucho. ¿Cómo han estado? ¿qué cosa les ha ocurrido?
Únanse a mi grupo en facebook para estar al tanto de la novela:
¡Un beso! Ah y por cierto, no piensen que dejaré la novela.
¡Eso ni hablar!
¡Chao!




27 de julio de 2014

Capítulo 49 -Por un capricho.



Me desesperaba el no saber que más hacer. Y aún más que el me viera de esta forma sin tener idea de lo que estaba sucediendo. Todo en mí era bastante idiota. Mi dignidad se iba por la borda. 


- ¿Pero qué es lo que pasa? ¡Habla hija!–sabía que no me gritaba por enojo, pero me dolía lo que yo misma provocaba- Me estás asustando –levanto la cara a duras penas y se gira hacia Michelle- ¿Qué sucede? ¿han peleado? –noté que su voz no iba con demasiada dulzura hacia a ella y no podía permitir que ambas saliéramos mal cuando solo debía ser yo.


Pero además, yo tenía más que claro que su susto no era más grande que el mío. Y podía apostar por eso en ese mismo momento. Todos los millones de mundo.


- No la metas en esto –mi voz se escuchó pésimo y me sorprendí- No es con ella. No ha pasado nada entre nosotras. Ella… intenta ayudar.

- ¿Ayudar qué? –preguntó exaltado- ¿Qué mierdas está pasando aquí? Michelle salió de la casa muy bien. Tú en la escuela. La bebé durmiendo. No la dejé por más de diez minutos aquí y me encuentro con esto al llegar –realmente estaba comenzando a alterarse- ¿Y si me dicen de una vez?


Miro fijamente a Michelle, tratando de ignorar que así podrían ver perfectamente mis ojos horribles y mi cara roja. Se encuentra cabizbaja y pude darme cuenta de que ella no se sentía bien ni victoriosa por haberme pillado. Simplemente actuaba como una madre lo haría por su hija. El no serlo directamente de sangre, era lo de menos. 


Yo solo estaba retrasando la verdad, y eso no me llevaba a ningún lado. Era un hecho que no me pararía de este sofá sin desahogar todo lo que había tenido guardado: La culpa, el remordimiento, el temor, la traición. No exagero. Me sentía como una caca de perro pisada por un tipo de zapato enorme. 


- Tengo novio –solté lo más rápidamente posible. 


El silencio reinó en el lugar. Podía meterme en la cabeza de papá, metafóricamente, analizando esas dos cortas palabras. Sin embargo, me quedé impresionada con la respuesta que obtuve a cambio, al cabo de un minuto.


- Bueno, __. Eso tarde o temprano iba a pasar –suspiró, sin nada de gusto, pero queriendo parecer comprensivo- ¿Quién es?


Me quedé callada. Y él esperó, no por mucho.


- __, ¿quién es? ¿Es mayor que tú? Y su nombre, por dios –su insistencia comenzó, pero no podía culparlo.

- No te enojes –bacilé, volviendo a llorar.

- ¿Con quién estás? –volvió a preguntar firmemente. Poniéndose tenso- ¿Con ese chico Justin?


Sentí el desagrado en su voz, pero una pizca de burla, como tirándolo en broma. Eso no duraría mucho. Él realmente creía que no sería posible. Me maldije a mi misma por hacerle creer tan insistentemente que nada ocurría entre nosotros.


- Es Justin, sí –asentí con la cabeza. Demonios.


Me preparé para su furia. Levanté la mirada y su rostro parecía desfigurado y casi irreconocible. Y por eso, me preparé aún más. Los gritos, los regaños, no tardarían en aparecer.


- Maldita mierda, hija –se pasó la mano por su cabello, sin poder creerlo- ¿Él? ¿Estás hablando enserio? –preguntó casi en un susurro, y entonces gritó- ¡Te dije que no te metieras con él! ¡Te lo dije! -fue tan fuerte que salté y hasta Michelle lo hizo. Bastó para seguir llorando, ahora frenéticamente- ¡Fueron tantas veces que perdí la cuenta! ¿Me mentiste? ¡Te creí!

- ¡No es cierto! ¡No me creías, siempre dudabas! –grité en respuesta.

- ¿Entonces por qué carajo seguías esforzándote por convencerme? ¿Te sientes mejor, recordando que querías agrandar aún más la mentira? ¿Y por cuando jodido tiempo han estado besuqueándose?


Lo del besuqueo me cayó mal. Pero lo demás, puedo decir, lo reconocía, dentro de mí. Pero no me atreví a decirlo. Me odiaba.


- Dos meses –y ahora me odiaba aún más, por mentir sobre la cantidad de tiempo- Solo dos meses –vaya, remate.

- ¿Segura que solo dos meses? –olvidaba que papá era testarudo y tenía un maldito don de saber qué es cierto y qué no lo es- Puedo sentir que estás mintiéndome. 


Me quedé callada y rodé los ojos, pero no lo notó.


- Él es buena persona, ha hecho mucho por mí, papá.

- ¿Mucho por ti? ¿qué cosas ha hecho por ti? –su risa sínica se apoderó de él por un segundo- ¡Tú lo quieres por lo que ha hecho por ti, solo es compasión! Ni siquiera sé si es cierto eso de lo que ha hecho, ¡pero no es amor, __! ¡Son cosas distintas!

- ¡Yo quiero estar con él, papá! ¡No es la estúpida compasión! –ahora ya no tenía pena, me sentía cabreada por la poca comprensión que él tenía.


Siempre los adultos están quejándose y diciendo que los adolescentes somos aún niños y que no podemos amar a alguien. Todo el tiempo se escucha el “Cuando seas grande, entenderás” y se olvidan de que también tuvieron nuestra edad, ¡me jodía!


- ¡No lo quieres, entiéndelo! ¡Yo te dije que te buscaras alguien mejor, joder! –ahora gritaba más- ¡A un hombre! ¡Un hombre que te cuide, que sea responsable! ¡Aún son unos niños! ¿Qué crees que pasará si te deja embarazada? Adiós puta juventud, adiós salidas, adiós vida loca, y adiós a él, ¿sabes por qué también le dirás adiós a él? Porque te va a dejar. Va a irse con otra y tú tendrás que criar al bebé, sola. Luego dejarás la escuela y trabajarás de niñera con una mierda de sueldo, ¿acaso eso quieres?


No, por dios, ¿cómo querría eso? Y odiaba que utilizara a las mujeres que son niñeras, como poniéndolas en menos. Son personas que se ganan la vida haciendo lo que pueden, además de que cuidar bebés no es nada fácil. No andan robando. Que él las viera como poca cosa era horrible. Pero también, por un lado, sentí que solo quería poner un ejemplo. Él quería que yo fuera mucho más mejor. Que saliera adelante.


- No –respondí sin más.

- ¿Entonces? –gritó de nuevo.

- ¡Que no voy a quedar embarazada! ¡No por estar con alguien significará que todo está asegurado, quizás ni siquiera me case con él! –reconocí, nadie sabe su destino, ni aunque lo desee- ¡Tienes que dejarme tener la edad que tengo! ¡Darme más libertad, no conozco nada del mundo! ¡Ni siquiera me sé el nombre de las calles del barrio!

- ¿Cómo quieres que te deje hacerlo? Me descuido por un tiempo y luego resulta que ya estás con alguien y yo no lo sabía. ¡No sabía lo que estaba sucediendo en la vida de mi hija, hasta ahora!

- ¡Tenía miedo, papá! ¡Tú me das miedo! Antes me decías que si yo llegaba a quedar embarazada a temprana edad me echarías de casa, y que si llegaba a tener un novio que no aprobaras me alejarías, costara lo que costara. ¡Incluso hubo una vez en que amenazaste con llevarme a un internado!


Michelle abrió los ojos como platos. Definitivamente no se lo había esperado, pero tenía derecho a enterarse. Y no temí en decirlo, porque sabía que ellos seguirían juntos. Después de todo, sé que se aman. Quizás tanto como yo amo a Justin. O más. 


- __, eso del internado no era cierto, cuando uno se enoja dice cosas estúpidas. Pero sigo sin entender, ¿no tienes cabeza? ¡Creí que eras más inteligente! ¡Esperé más de ti!

- ¡Joder, papá! ¡Basta! –le grité furiosa.

- ¡No, tienes que entend…! 

- ¡__(tu papá)! –la voz de Michelle nos interrumpió de sorpresa y ambos la miramos, atónitos- Tú y yo también estuvimos escondidos, ¿se te olvidó?


La cara de papá casi se cayó al piso, pero la mía realmente se cayó. No tenía idea de eso, jamás supe historias de sus romances. Bueno, sí, pero nunca me contó la de él y Michelle. 


- Cuando yo tenía dieciséis y tú tenías veinticuatro, nos escondimos de mi madre y de mi padre por bastante tiempo, ¡tú sabes lo que se siente!

- Cariño, eso no es lo mismo, ¡no puedes compararlo! –se negó.

- __ tiene la misma edad que tenía yo cuando nos conocimos –sentí que ella me defendía, y se sintió tan, pero tan bien. Entonces, se dirigió hacia mí- Tu padre y yo estuvimos juntos a esa edad. Luego de un tiempo, todo acabó. Y nos encontramos hace cinco años y volvimos a estar juntos, y entonces nos casamos hace poco, pero tú eso ya lo sabes, __.


Asentí, aún tratando de asimilar todo, y no entendía, ¿por qué si ellos pasaron por eso, me lo están negando a mí? ¿Con qué cara?


- ¿Y yo qué? –pregunté- ¿No puedo hacer lo mismo?

- No, no puedes. No quiero que vuelvas a ver a ese chico –habló bajo, pero muy seguro de sí mismo.

- Si se lo niegas, será peor –dijo Michelle- No creo que __ deje de verlo solo porque tú se lo ordenas. Lo hará de todas formas –hubo un silencio, ambos me miraban y supe que esperaban una respuesta de mi parte- ¿verdad?


De eso no tenía dudas. Asentí con la cabeza, sin mirarlos, pero estaba completamente segura de que lo haría y eso nadie me lo haría cambiar.


- Sí. 


Estuvimos discutiendo y gritándonos por varios minutos más, y ninguno hacía cambiar de parecer al otro, y yo ya estaba cansada, mi cuerpo se adormecía y quería tirarme en la cama a llorar y dormir. No quería seguir ahí.


- ¿Saben? Hagan la mierda que quieran. Desde ahora Michelle, tú te vas a ocupar de ella. ¡No quiero nada que tenga que ver con __! Nunca voy a perdonar esto. Que haga lo que quiera. Yo me rindo.


Y eso me rompió el corazón. Se giró sobre sus talones, se fue hacia las escaleras y subió al segundo piso. Cerró la puerta de un portazo. La bebé debía estar en mi habitación durmiendo, porque no se despertó con los gritos. Y yo, a pesar de que no estuviera ahí, seguí llorando. Y de repente agradecí al cielo no haberle dicho que Justin ahora trabajaba en mi misma escuela. Odiaba seguir mintiéndole, pero ahorraría problemas. No era necesario que se enterara. Eso pensé, al menos.


Cuando sentí un brazo sobre mi hombro, lloré aún más. No podía creer que siguiera aquí, a mi lado, siendo que le mentí y me gané la confianza completa de su parte. Ni siquiera mi verdadera madre se dedicó a cuidarme, pero ella actúa como una. Jamás me ha significado el hecho de no tener una verdadera, de que me haya abandonado en los brazos de papá, pero agradecía al cielo tenerla a ella. Incluso a veces me daban ganas de decirle Mamá, pero no tenía las agallas. 


- Lo siento tanto, Michelle –ella me entregó un pañuelo suave y me soné- Yo no quería que tú también salieras con problemas con él , de verdad. Puedo jurarte esto, y no te miento, ¡enserio!

- Tranquila, __ -me acarició- Sabes como es tu padre. Se le va a pasar. Solo necesita tiempo para entender todo y aceptar las cosas como son –asentí, intentando creerle, y tener confianza sobre ella, tanto como ella la tuvo por mí- Pero esta debe ser la última mentira, por favor, no lo repitas, ¿de acuerdo? Y ahora límpiate la cara, porque estás horrorosa –se echó a reír- Ese chico, Justin, seguramente saldría corriendo por esa puerta de verte así.


Y me reí con ella, fue como un milagro. El día en que menos espero sonreír, ella lo logra con algo como eso. Era increíble. Una increíble persona.


- Gracias, Michelle. Por todo –agradecí temerosa. No podía decirlo más enserio.

- De nada, cariño –la miré y tenía una sonrisa tan diminuta y dulce, sé que significaba mucho para ella oírme decirlo- Y por cierto, estás castigada –se puso seria y se paró del sofá- No hay Internet, ni llamadas, ni televisión. Estoy segura de que a tu padre se le olvidó decírtelo, y que está ahora mismo en la habitación enojado con él mismo por no gritártelo. 

- Tienes razón, debe estar haciéndolo –era cierto. 


Michelle se fue a la cocina, a lavar los platos. Fui a buscar mi almuerzo y subí las escaleras y me adentré en mi habitación lo más rápido que pude. 


Lo primero que miré fue la hermosa cabeza de Romano. Ronroneó al instante, apenas mi vio. Y una ola de alegría vino hacia mí. Él podía provocar tanto en mí, que no podía creerlo. Sin él, estaría perdida.


No me enorgullezco de decir que seguí llorando por horas seguidas. Pero al menos tenía a mi mejor amigo a mi lado. Es un gato, lo sé. Pero no un simple gato. Él es mío. Es mi niño, mi bebé, mi ángel de la guarda. Tiene un gran trozo de mi corazón. Y no podía imaginar el no tenerlo cerca. Y tampoco quería. Pero podía sentir su intento por hacerme estar mejor. Se paseaba sobre mis piernas, queriendo tener mi mano acariciando su pelaje, y decía
miau continuamente, mirando mis ojos. Y créanme, lo lograba, porque dejé de llorar gracias a él. Sus patitas estaban apoyadas en el colchón. Su cabeza reposaba en mi hombro y ahora se encontraba durmiendo plácidamente. Verlo tan tranquilo y en paz, me hizo mi día, a pesar de que tuve una tarde de solamente mierda. Pero él hacía la diferencia. Y sentía que no necesitaba nada más. Solo a él, ahí conmigo. 

     ___________

¡Hola! Les he subido pronto, ya lo ven. Y ojalas les guste.
No sale Justin, y pido disculpas por eso. 
Pero ya saben, es solo por este.
Besotes y comenten y voten muuucho.
¡Chaolín!



24 de julio de 2014

Capítulo 48 -Por un capricho.



Todos en la clase estaban impresionados. Un poco más y la mandíbula se les caía al piso. Tenía ganas de pasar por en frente de cada uno y cerrarles la boca de manera burlona. No me atrevería, por supuesto. Pero deseaba hacerlo.

- ¡Sorpresa nivel dios! –exclamó el profesor, asustándome- Señorita __, usted debe tener al menos un agradecimiento para este joven. La ha elegido a usted, entre todas –dicho eso, dirigió su mirada a mi ardiente novio- Justin Bieber, cada vez es más digno de mi admiración. Podría darle una medalla, pero no gastaría mi valioso dinero en ello –volvió a dirigir su mirada hacia mí- Señorita __, el gracias por favor. Los modales son esenciales en mi clase.
- Ahm… –me aclaré la garganta, roja como un tomate.
- No, que no agradezca –interrumpió mi novio- Una dama no agradece un halago que no solicita.

El silencio reinó en el salón. Todos estaban, aparentemente, aturdidos por lo que había dicho Justin. Pero yo lo comprendí. Es más, lo comprendí perfectamente. Dirigí mi mirada hacia Sam y Roy, que yacían dormidos con las babas colgando.

Flashback.
Cuando llegó la hora de comer, todos nos fuimos a sentar. Todo estaba perfectamente ordenado. Los cubiertos, las copas y los platos brillaban de lo limpios e impecables. De verdad que se había tomado un trabajo muy duro en hacer todo esto. Me senté en frente de Dakota y Sam. Todos guardamos silencio y papá hizo un brindis y a continuación todos aplaudimos. Me hacía muy feliz ver esa sonrisa en su cara. Si él estaba feliz con ella, yo lo estaba y nada más importaba.

Luego vinieron unas palabras de un amigo del trabajo de papá. Yo no lo conocía. Tenía las intenciones de escuchar todo el discurso pero me aburrí, así que cogí mi móvil y entré a Facebook. Escribí un estado y subí una foto que había sacado en mi habitación al ponerme el vestido. A los minutos ya tenía comentarios de algunos amigos diciéndome lo bien que me veía. Yo siempre los dejaba ahí, sin poner like o decir siquiera un "gracias". No sé, no prestaba mucha atención a ese tipo de cosas. Si me gustan mis fotos, las subo. Eso.
FinFlashback.

Él sabía que a mi no me gustaba agradecer cuando me decían algo bonito. Pero yo a él siempre se lo agradezco, porque no es cualquier persona, es mi novio, y se merece toda la cortesía del mundo. Sin embargo, él no olvidó que para todos los presentes,  nosotros éramos unos completos desconocidos. No dejó que yo hiciera algo que no me gusta estando en otro papel.

- Bueno –la voz del profesor se hizo sonar, de repente- No pensaré que es un demente, a pesar de que lo pienso, porque algo me dice que tiene una razón para decir tal cosa. Así que muchas gracias por compartir parte de su tiempo con nosotros, joven Bieber. Ha hecho feliz a bastantes alumnas hoy –se rió él y luego al terminar, aclaró su garganta-  Que tenga un buen día.
- Y usted también, Don Juan.

Justin hizo un gesto de marinero con la mano y se dio vuelta para salir por la puerta, no sin antes darme una hermosa mirada. Sonreí para mis adentros, no podía ser tan obvia. Recibí la mirada de algunas chicas y la de Jackson. Él no es una chica, pero igual. Fue entonces cuando me di cuenta de la cara melancólica y molesta que tenía. Dirigí mi mirada hacia el frente para no tener que lidiar con eso. No me gustaba.

El día siguió pasando, como siempre. Estuve con Sam y Roy durante los siguientes recesos. Y cuando estaba por tocar el timbre para ir a casa, recibí un mensaje de Justin diciéndome que lo esperara en la misma calle en la que me deja ciertas veces. Me emocioné. Quería que llegara el momento, ansiosamente.

- Hola –lo saludé inocente al ya estar cerca de su auto. Me esperaba de pie, en la puerta. Me puse en puntillas y besé sus labios. Él correspondió al instante.
- ¿Cómo está la más guapísima de toda la escuela? –me reí ante lo que dijo y él también.
- No sé como lo hiciste –sinceré sin quitar mi sonrisa- No me lo imaginé.
- Deberías. Soy capaz de muchas cosas –una sonrisa coqueta se le formó- Muchas, muchas. Muuuchas.
- Deberías mostrarme –coqueteé también.
- Demonios, sí. En cuanto tenga la oportunidad, créeme –me abrazó por la cintura y antes de que pudiera besarme, me lancé encima y lo besé yo.

Puedo decir que fue un beso demasiado feroz. Tenía una inmensa necesidad de sentir sus labios, de abrazarlo, de decirle lo mucho que lo amaba y de morderlo por todo su delicioso cuerpo. Me aferré con más fuerza a él y ninguno de los dos hacía algo por parar. Lo disfrutaba, y sentir que él estaba igual que yo, me hacía estremecer. Somos novios, podemos hacer lo que sea que queramos.

De pronto sentí incomodidad. Un mal presentimiento. A pesar de no ser correcto, abrí uno de mis ojos y miré, por las dudas. Estreché la mirada. Una silueta que no se distinguía bien, estaba en la esquina de la izquierda. Decidí no darle importancia, cualquier persona podría pararse en una esquina. Decido fijarme bien una vez más. Dejo de besar a Justin y lo alejo lentamente de mí. El corazón me golpea y mi cuerpo se acalora. Mis manos tiemblan y al mismo tiempo sudan. Oh, no. Maldita sea, no. ¡No!

Se encuentra mirándome fijamente. Lo sé. Me reconoció. Posiblemente el momento más horrible que podría pasar, específicamente hoy. Miro a Justin, con ganas de llorar. Él me mira extrañado, y decide mirar a donde yo lo acababa de hacer. Sus ojos se agrandan y de un momento a otro, su piel se vuelve pálida. Luego vuelve hacia mí. Ambos nos miramos con pánico. Pero esa silueta que ahora ya los dos reconocimos, no se mueve. No queda otra opción que caminar directo hacia allí.

Mientras avanzo, me siento patética. Siento rabia, dolor, tristeza. De todo lo que no es bueno ni bonito. La incertidumbre me carcome y no sé que pasará. Aunque es más probable que desde este momento, ya no pase nada más con él.

- ¿Cómo pudiste? -me mira con tanto enojo y decepción que no puedo hacer más que bajar la mirada- Dijiste que no tenían nada. ¡Lo juraste! 

El alza de su voz me hace querer salir corriendo. No podía creerlo. No debía enterarse así. Se suponía que lo haría en el momento correcto. Se suponía que todo saldría como Justin y yo lo habíamos planeado, ¡eso debía pasar!

- Lo siento, Michelle –intento no tartamudear, y trato de no llorar- De verdad lo siento. 
- No, no lo sientes –se niega a comprender- Tú aseguraste que nada pasaba. Siempre lo hiciste. Ambos lo hicieron –nos apunta- ¡Le hice creer a tu padre que no tenían nada! –grita- ¡Yo más que nadie confié en ti y te defendí de él! 

No sabía qué decirle. Y sabía que Justin tampoco. Él parecía una estatua. Y yo sentía que cada parte de mí se rompía y caía al suelo. Era primera vez que me daba cuenta de que la idea que se nos ocurrió de ocultarnos no había valido nada. Nada.

- ¿No dirás nada? –preguntó sin perder su postura- ¿Te vas a quedar callada? Eres mentirosa. Los dos lo son. Pero sobretodo tú, __. Rompiste nuestra confianza. Sobretodo la mía. Yo confié más en ti que tu padre, y lo sabes.

Ella lo sabía, no iba a atreverme a decir nada. Y lo más irónico era que todo lo que ella decía era la verdad. Mentí. Gané su confianza y los traicioné. Y además de eso, soy una completa cobarde. Y trataba de guardar mis lágrimas con toda mi fuerza, pero se me hacía tan difícil.

- Hoy mismo le dirás sobre esto, apenas llegues a la casa. Todo se lo vas a decir –el solo pensarlo me hacía retorcer- Y lo lamento, pero si todo con este muchacho termina aquí, no será mi culpa. Simplemente tendrás que aceptarlo –eso lo sabía- Ya camina.

Michelle se gira y avanza. Me preparo para caminar y doy un paso, sin siquiera mirar a Justin. Él da un paso al mismo tiempo, pero Michelle lo frena.

- Tú no, Justin. Vete a tu casa. Déjala hasta aquí.

Me atrevo a mirar por un momento a mi novio, o ex-novio, no lo sé, la verdad. Y lo veo tan destrozado. Tan pálido, tan confundido. Era como si no estuviera aquí emocionalmente. Estaba perdido. Pero luego logró llevar sus ojos hacia mí y pude ver la agonía en ellos. No pude mirarlo más. Y no tuve más opción que caminar tras Michelle.

Mientras íbamos a casa, no sabía qué pensar. ¿Todo acabaría aquí? ¿Ya no podría verlo más? ¿Qué iba a pasar? ¿Cómo reaccionaría papá? El miedo me consumía poco a poco y cada vez más rápido. Los segundos pasaban y yo acumulaba muchas más preguntas sin respuesta en mi cabeza. Quería llorar, pero al mismo tiempo, no quería. Pensaba en cómo convencer a Michelle de no obligarme a contar la verdad, pero no me escucharía, menos después de enterarse de esta forma.

- Michelle, yo… -traté de mantener mi voz bien- No quería. No sabía que…
- No, __ -me interrumpió sin voltear y sin dejar de caminar- Tú juraste que no había nada. Lo juraste. No sé como pudiste mentir.
- No quería, ¿está bien? –le dije demostrando desesperación- ¡Tenía miedo! Tú y papá me presionaban, ¡no supe qué hacer!
- ¡Sabías lo que tenías que hacer __! ¡Debías decir la verdad! –dos hombres iban pasando cerca de nosotras, concientes de nuestra discusión, pero no me importó.
- ¿Cómo podría haberlo hecho? Papá me habría alejado de él. Pudo cambiarme de escuela, cancelar mis salidas, mis amigas, y… -paré al momento de darme cuenta de que yo ya no tenía amigas- Habría obligado a que rompiéramos. ¡Y yo no quería eso! 
- ¿Y preferiste mentir por meses antes de enfrentarnos? –dijo aún con más enojo- Eso es de cobardes, lo sabes. ¿Acaso eso es lo que tu padre te ha enseñado?

No. Tenía razón. Lo que más el me enseñaba era que no debía engañarlo, ni andar por la vida creando toda una farsa. Ser responsable y buena hija. Pero él siempre me ha mantenido sobreprotegida, aún sabiendo que ya no soy una niña.

- No, no es. Pero tú no entiendes, ¡no lo haces! –caminé más rápido para alcanzar su paso. Jamás me di cuenta de lo rápido que caminaba, sin contar que antes estuvo embarazada- ¿Jamás pasaste por algo como esto?
- Vamos a hablar en casa. Sé que no soy tu madre, pero me he preocupado por ti desde que entré en la vida de tu padre. Eres una hija para mí. Me has decepcionado. No lo esperé de ti, ¡yo fui la que deposité todo en ti! ¡En cierto modo te ayudé a que continuaras con la falsa historia de solo amistad!

Y no me atreví a contestar. Me daba coraje que tuviera tanta razón. Y no quería pelear más con ella. No quería decepcionarla aún más. Y sabía que algo peor esperaba en casa. Esto no era nada con lo que me imaginaba.

El tiempo pasó tan rápido, que ni supe cuando ya estábamos en la puerta de la casa. Mi corazón iba a salir por mi garganta. Michelle buscó a papá por la casa, pero él no estaba. Me tiré en el sofá y no pude más. Tapé mi cara con las manos y me eché a llorar en silencio. Estaba aterrada, como nunca antes lo había estado. 

Michelle paseaba por la casa haciendo los deberes usuales del aseo, y mantenía una expresión tan dura y fría, que la desconocí. No era la mujer que estaba acostumbrada a ver. Nos llevábamos bien, pero verla de esta forma me hacía temblar. Y no me atrevía a hacerlo más de unos segundos. No lo soportaba.

En el momento en que papá cruzó la puerta trayendo una bolsa de comestibles, me sequé rápidamente los ojos. Él me miró más o menos sonriente, pero luego pudo ver mis ojos hinchados y rojos. Su sonrisa se desvaneció.

- ¿Pasó algo? –avanzó hacia mí y depositó un beso en mi frente. Luego se giró y fue hacia Michelle, que ahora se encontraba en la cocina.

Cuando ambos salieron de ahí, sentía la mirada femenina sobre mí. Sabía que ella estaba esperando que acabara con todo de una vez. Y yo sabía que era lo correcto. Pero, ¿Cómo diablos empezar? 

Verás, papá, aquí un resumen. ¿Recuerdas cuando fue tu fiesta de matrimonio en el local y yo fui por un baño público? Pues, entré a casa de Justin, el tipo que ni conocía, y fui a mear a su baño. Lo vi en boxers y salí corriendo. Olvidé mi celular y por eso no te cogía la llamada. Fui a buscarlo a su casa, y olvidé las llaves. Luego me quedé a dormir con él por varios días, fui a la fiesta de su gran amigo Víctor, una chica me llamó pequeña zorra y al devolvernos por poco nos atropella un auto. Confesó querer violarme en el capó de su auto. Tuve momentos malditamente calientes con él y también me fui de pinta por primera vez. Y oh, lo olvidaba. Tuvimos sexo desenfrenado, también. Y me gustó.

- Tengo que hablar contigo –solté de una vez.
- ¿Está todo bien?

Me quedé callada y negué con la cabeza. Bajé la mirada, tratando de no volver a llorar. No sabía como comportarme frente a él en ese preciso instante.

- Habla, __. Dilo –de inmediato se puso insistente.
- Por favor, no te enojes conmigo –chillé y no aguanté, ya era tarde. Las lágrimas volvían a caer por mis mejillas, esta vez, frente a él.

                                                           
____________

Mil disculpas por la tardanza. Perdonaaarme, ¿vale?
Las amo así enormemente. Se merecen lo mejor.
Gracias por no abandonarme, ¡enserio!
Besitos a todas. 
¡Subiré luego!