29 de octubre de 2014

Capítulo 63 -Por un capricho.



El resto del camino a casa estuvimos en completo silencio, solo abrazándonos y dándonos calor. Mantuve mis ojos cerrador todo el tiempo, agradecida a más no poder de que todo lo malo hubiera acabado por fin. Pero agradecía aún más que a Justin no le hubiera funcionado lo que quería hacer.

Al llegar, sentí como Michelle se bajaba del furgón. Consideré besar a Justin fugazmente en los labios, pero me arrepentí, y justo en ese momento el padre de Justin abrió la puerta. Me sonrió, y sonreí de vuelta. Tomó mi mano y me ayudó a bajar. Yo y Michelle caminamos hacia la vereda y el furgón arrancó, dejando una nube de humo que salía de este.

Lo primero que hice al llegar a mi habitación, fue abrir la puerta bruscamente y divisar a Cipion. Él se encontraba viendo la televisión, y al darse cuenta de la forma en que yo lo miraba, se protegió rápidamente con una almohada.

- __... -habló apenas- me estás asustando.
- ¡Maldito! -le grité.

Corrí hacia él como una desquiciada, me tiré sobre su cuerpo en la cama y comencé a golpearlo. Mi rabia hacia su persona desapareció casi al instante, y luego ambos nos encontrábamos riendo.

- ¡Te odio, te odio! -expresé sin dejar de darle con mis puños- ¡me dijiste que él sabría cuidarse solo!
- ¡No sabía que iba a intentar otra cosa! -intentó defenderse, pero su risa se acabó cuando lo golpeé en el dormilón del brazo- ¡Estás jugando sucio, voy a vengarme!
- ¡No te tengo miedo! ¡me tragué lo que me decías como una tonta! -seguí expresando- Debí obedecer a mis instintos. Última vez que le hago caso a un imbécil cuyo nombre empiece con C.

Y el resto de la noche nos la pasamos llenos de relajación, viendo su típico programa favorito nocturno llamado "Esta noche somos así", mientras comíamos unos cuchuflis rellenos de manjar junto con un vaso de leche. Ambos íbamos a subir de peso como condenados en el verano.

***

Abrí los ojos y era casi medio día. Perfecto. Podría disfrutar bien la mañana, como me gustaba. Sin embargo, sabía que papá estaría abajo esperándome, listo para preguntar las razones por la que pasó lo que pasó, y darme un enorme sermón.

Bajé las escaleras aún con mi pijama puesto. Entré a la cocina, deseosa de que no tocara el horrible tema por el que tuve que pasar, y no me obligara a contarle como fue todo en el hospital.

- Buenos días -saludé sin mirarlos, mientras abría el refrigerador y buscaba lo usual.
- La mantequilla está aquí -la voz de papá se hizo sonar. Me giré, y en efecto, ya estaba en la mesa.
- Oh, vale. Gracias.

Esperaba que el papel de la hija bien educada fuera de ayuda.

- Necesito que te sientes aquí conmigo y Michelle para discutir el asunto que tú y Justin crearon, __. No escapes. No tengo que trabajar hoy, después de todo. Por lo que tengo todo el día.

Suspiré derrotada y rodé los ojos.

- Bien.

Ahora fui hacia el mueble que tenía las tazas, tomé una, puse agua hervida en ella, me fui a sentar en una silla al lado de la mesa, tomé una bolsa de té y la hundí en el agua. Ahora cogí una cuchara pequeña que estaba a un lado de mí, eché azúcar y comencé a revolver. En ningún momento dirigí la mirada a papá.

- Hija. Lo que Justin ha hecho está mal -empezó- Muy, pero muy mal.
- Lo sé.
- Y yo supongo que han vuelto -papá tenía un sentido de la intuición enorme- ¿O me equivoco?
- No te equivocas.
- ¿Por qué? -preguntó. De pronto me enredé.

Alcé la mirada normalmente, pero con un toque de incertidumbre.

- ¿De qué hablas?
- Que por qué han vuelto sin mi consentimiento.

He de decir que eso no me lo esperaba. En nada. Diría que jamás se me habría pasado por la cabeza tener que volver a tener el consentimiento de mi padre para nuestra relación. Ese lado lo había dado por superado hace mucho tiempo.

- No te entiendo -aclaré haciendo muecas.
- Como tu padre, tengo el derecho de decidir y estar al tanto de todo en la vida de mi hija.
- Sigo sin entender -me crucé de brazos. Comenzaba a ponerme nerviosa.
- __, me refiero a que ustedes no pueden volver así como así -me explicó- ¡El chico acaba de intentar matarse! ¡no está bien! -su tono era un poco brusco, pero era bajo, por lo que no me molestó- No es sano que eso suceda, hija. No lo es. Si él ya casi se mata, ¿qué pasará después?

No podía ponerme a alegar y a gritar tratando de defender a Justin. No podía decirle a papá que todo lo que él estaba diciendo era una exageración, porque no lo era. Él tenía razón. Y un escalofrío recorría mi cuerpo al darme cuenta de ello.

Me daba un poco de temor imaginar lo que luego podría venir. Yo no quería tener una vida llena de malos sentimientos, de miedo, por lo que podría volver a hacer. Pero podía comprobarlo.

- Papá, sé que lo que Justin hizo estuvo mal -reconocí- Pero lo hemos conversado. Él prometió no volver a hacerlo. Enserio.
- __, las promesas no sirven de nada. No son más que palabras. Las personas pueden romper esas palabras como si no hubieran significado nada -en el fondo, estaba de acuerdo con él. Pero yo me tomaba las promesas muy a pecho, y le creía a mi novio.
- Estoy de acuerdo con eso, pero he confiado en él -insistí- Si él intenta volver a hacerlo, todo habrá acabado. Pero quiero darle una oportunidad más.
- Él ya es adulto, __. No quiero que mi hija tenga que pasar una vez más por estas cosas de mierda. Eres joven aún. Sigues viviendo bajo mi techo. Sigues teniendo mi sangre. No quiero un hombre inmaduro a tu lado que no es capaz de enfrentar las consecuencias de sus actos.

***

Llamada telefónica.
- ¿Y que voy a hacer? -me preguntó Justin algo alterado. Me senté en la cama de golpe.
- No lo sé -le dije- Supongo que tendrás que venir aquí a mi casa y explicarle.
- ¿¡Cómo diablos le voy a explicar!? -exclamó eufórico, más para él mismo que para mí.
- Tampoco sé eso, Justin. Tú fuiste el que intentó hacer lo que no debiste intentar.
- Shawty, demonios, sé que estuve mal. Pero, ¿qué quieres que le diga? ¿quieres que le diga todo?
- ¿A qué te refieres con todo?
- A todo lo de ese día -aclaró- Él va a odiarme. Me alejará de ti.

Ambos nos quedamos callados. Y es que era cierto. Si papá se enteraba de todo lo que Justin me dijo, de la forma en que me trató ese día, seguro lo golpearía hasta hacerlo sangrar. Lo amenazaría. Le prohibiría acercarse a mí. Encargaría a todos sus amigos conocidos y tal vez a los vecinos que me vigilen y le informen cada cosa que tenga un comportamiento extraño por mi parte. Y más.

- No lo digas eso. Pero puedes simplemente conversar de hombre a hombre. Él dijo que tenías que enfrentar las consecuencias.
- Ya, ya, vale. Lo haré -aceptó- Sé que tengo que hacerlo. Pero estoy nervioso. Jamás he hecho esto antes. Tu padre da un poco de miedo, porque sé que es capaz de muchas cosas cuando está en su papel de padre.

Yo no era una persona rencorosa. Pero en ese preciso instante me entraron ganas de gritarle que todo era su culpa. Que con su decisión que creyó que era la salida, haya arruinado lo que habíamos construido en el progreso de nuestra relación. Todo había estado increíble.

- Te amo -le dije, intentando calmar los sentimientos feos dentro de mí. De alguna manera, decirle y recordarme a mí misma que lo amaba mucho, me adentraba paz.
- Yo también te amo, __. Mucho. Demasiado -soltó unas risas- ¿Pero cuando debo ir?
- Cuando quieras -permití, pero de pronto eso no era suficiente- O mejor cuando te sientas preparado.

No quería obligarlo o presionarlo. Eso sería lo último que haría.

- Tal vez nunca lo esté.
- Eso no es bueno -mi gato, Romano, se subió a mis piernas y comencé a hacerle cariño mientras sonreía como una tonta al sentir su suave pelaje entre mis manos.
- Pero lo voy a hacer. Soy un cobarde.
- Lo eres -me puse de su lado, queriendo hacerlo reír, y funcionó, porque más risas vinieron de parte de él y también mía. Justo entonces sentí que papá me llamaba desde abajo- Tengo que irme. Te amo demasiado, ¿vale? Cuídate mucho. Hablamos a la noche.
- Te amo más, cuídate también. Voy a esperarte.
- Está bien -dicho eso, colgué.
Fin llamada telefónica.

***

Ya eran cerca de las dos de la madrugada y me había entrado el sueño. Cipion seguía mirando la televisión como si aún fuera de día. Como ya no aguantaba más tener los ojos abiertos, me despedí de Justin, quedando en que ambos nos iríamos a dormir y soñaríamos el uno con el otro.

Cuando apagué el notebook, miré hacia los pies de la cama, y vi a Romano durmiendo plácidamente en forma de bola. Creí que era lo más hermoso que podría ver durante el resto de mi vida, pero me equivoqué. Porque noté que un extraño charco de saliva estaba a un costado de su boca.

Eso no era normal. Yo no era veterinaria, no sabía nada. Pero era mi gato y sabía cada vez que estaba bien, y el que comenzara a babear de esa manera no era bueno.

El pánico se adentró en mí tan rápido que sentí que mi corazón iba a detenerse. Mis manos sudaban, comencé a tener calor, y encendí el notebook lo más rápido que pude. Debía consultar en internet, al menos. Algo de comprensión sería necesaria. Al menos saber si era muy malo, o si era temporal, o qué más podía ser.

Me acerqué más a él y examiné lo mejor que pude. Él despertó y alzó su pequeña cabeza. Eso me dio un acceso mejor a mi vista. La saliva no era muy líquida, más bien era como pequeños hilos de baba que no seguían cayendo como deberían. Permanecían ahí, colgando de su hocico. Como elásticos.

- Romano, por dios, ¿qué te pasa? -le pregunté, deseando que pudiera hablar, y así poder saber si algo le dolía, o si se sentía al menos un poco decaído.

En cuanto ya estuve en internet, comencé a visitar cualquier página que estuviera relacionada con el notorio síntoma que estaba presenciando. Todo era de menos a mayor. Algunas personas decían que era porque probablemente comió una lagartija. Que tal vez solo tenía mala una muela. Que quizás solo comió algo mal y se le había hecho un problema como hasta a los humanos les pasa. Pero luego, venían los comentarios de que seguro era veneno, que iba a morir. O que era una enfermedad horrible que les daba. Que debía llevarlo al veterinario lo antes posible.

Cipion trató de calmarme, diciendo que era algo pasajero, que a cualquier gato le podía suceder y que en un par de días ya estaría como nuevo y como todos los días había estado. Pero yo sabía que no era cierto, que Romano estaba enfermo y que si no hacía algo pronto podría pasar lo peor.

_______________

Siento la demora. Pero no estaba apta para subir capítulo. En ocasiones pasa. 
Pero espero que les guste y lo hayan disfrutado montones. Aunque está algo aburrido.
Muchísimas gracias por todos los comentarios del capítulo anterior. Son geniales.
Y para los comentarios que no tienen nada bueno que decir pues gracias igual.
Después de todo me regalan su atención *u*
Un beso a toooodas, las quiero. Besos enormes.
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https://www.facebook.com/groups/249293821904711/
Adiooooooooos.

5 comentarios:

  1. Siguela! Esta increible! Te Quiero:)
    Atte: Karla:D

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  2. me gusto mucho pd: ojala nose muera romano....eres la mejor te kiero mucho asii como hasta el infinito lol att francis chapman

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  3. ME ENCANTO SOS UNA GENIA (; SIGELA PRONTO XQ ESTA BUENISIMA *ME ESTOI OBSECIONANDO CN ESTA NOVE* JA MUCHOS BESOS BYE
    PD; AMO AH LOS GATOS & NO QIERO QE ROMANO SE MUERA AH
    ATTE; AYE

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  4. <3 Hola! Que más decir si sabes que cada capitulo es perfecto!
    Salva a Romano! Soy una amante de los gatos <3

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  5. Aw me encantó :)

    que no se muera romano :(

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