8 de octubre de 2014

Capítulo 58 -Por un capricho.







Habían pasado dos semanas y con Justin no nos veíamos. A lo más nos comunicábamos por facebook todas las noches, pero se comportaba un poco borde. Yo creía que todo había quedado claro ese día en que conoció a Cipion, pero al parecer no era así. Aunque posiblemente era por otra cosa su comportamiento. No había querido preguntarle por temor a una discusión no deseada. 

Papá no me había dejado salir estos días por una razón que no sé. Por un momento creí que era por Cipion, por no querer que lo dejara solo. Pero hasta él ya había programado una cita, por lo que podía escuchar.

- ¿Enserio tienes una cita? -pregunté sin creerlo. Él me fulminó con la mirada, tomándolo a mal- Digo, me refiero... ¿tan pronto?
- Sí. Es increíble. Supongo que aún siente algo por mí, no sé -la confusión se apoderó de mis adentros, ¿él había dicho la palabra con A?
- ¿Con quién irás? 
- Pues, sobre eso, __. 

Oh, no. Dios mío. Mis sospechas fueron directo a una persona con la que ya no me sentía ni con el más mínimo gusto. ¿Cómo podía hacerme esto? 

- ¿Dakota? -pregunté, y él soltó una risa nerviosa. No fue necesario que afirmara- Dakota. Sí. Lo sabía.
- Así es, con ella. ¿Pero cual es problema? -preguntó inocente- Es tu amiga.
- ¿Cómo que cual es el problema? -alcé los brazos sin poder creerlo, casi grité- ¡Ella no es mi amiga!
- ¿De qué hablas?

Me callé. Empecé a recordar. Había olvidado comentarle a Cipion que yo y ella ya no éramos amigas. Que nuestra amistad por siempre-no-siempre había acabado. Supuse que era mi culpa por no haberlo compartido con él. Pero es que he estado ocupada con tantos pensamientos sobre Justin, que no se me había pasado por la cabeza.

- Lo siento, yo, había olvidado decírtelo -le expliqué, pasando mi mano por mi frente un poco sudada por el calor infernal y además por la noticia- Solo espero que la pases bien.

Dicho eso me tiré a la cama como si fuera lo último que podría hacer en la vida. Cerré los ojos y respiré hondo, queriendo quedarme dormida un rato y quizás, después atreverme a llamar a mi novio por teléfono para preguntarle de una vez qué era lo que le pasaba.

- ¿Qué pasó con ustedes que yo no sepa? -noté un poco de preocupación en su voz- La última vez que vine ustedes eran las amigas del alma. Ella estaba loca por mí y a mi me atraía. Incluso me llevaste a su casa.
- Sí, lo sé, pero es que algo sucedió. Ahora no es la misma. Nos peleamos porque ella me dejó tirada y se fue con otras personas.
- Oh, entiendo. Te ha pisoteado el corazón con sus zapatos de aguja contra frío y duro suelo -expresó de lo más natural. Abrí los ojos, lo miré y deseé tener rayos láser para poder hacerlo papilla.
- Lo siento -se dio cuenta de su falta de compasión- Pero, no tenía idea. Jamás dijiste nada.
- Lo olvidé, al parecer -aclaré un poco mi garganta- Pero olvida lo que te dije. Ve y disfruta.
- ¿Estás segura? -no se notaba convencido.
- Lo estoy. No es correcto que porque yo ya no me hable con ella, tengas que hacerlo tú también. Quizás contigo sea la misma, de todos modos.
- Lamento lo que pasó. Pero está bien, iré, y luego te contaré como fue todo.
- ¿Cuando irán? -le pregunté mientras él cogía una toalla suya tirada en el piso, la guardaba en su bolso y se dirigía a la salida de la habitación.
- Mañana por la tarde. Iremos a pasear a la pequeña zona de turismo -informó- Voy a comer algo abajo, ¿vienes?
- No, gracias.

Volví a cerrar los ojos, escuché el sonido de la puerta al cerrar, y acto seguido, las pisadas de Cipion bajando las escaleras.

¿Y ahora qué? Él iba a salir con Dakota y yo me quedaría sola. Sería una excusa perfecta para que papá me dejara salir con Justin. Por fin. Todo esto había tenido su lado bueno después de todo. Tenía que llamar a Justin de inmediato si quería que tuviéramos una linda tarde al otro día.

Cogí mi celular al que mi padre había puesto dinero. Gracias al cielo. Solo tenía seis números de celular guardados en él, entre ellos estaba el de papá, Michelle, Justin, Cipion, Sam, y Roy. Y de esos seis, solo me llamaban tres: Papá, Michelle y Justin. Llámenme marginada total, pero no podía hacer nada. Es la vida misma. 

Llamada telefónica.
- ¿Aló? -contestó. A pesar de la falta de motivación en ella, hacía despertar múltiples sensaciones en mí.
- Justin, amor, hola -saludé animada- ¿Qué hacías?
- Estaba durmiendo -oh. No era la respuesta que esperaba. Lo había despertado.
- Lo siento por eso, no lo sabía -me disculpé, pero debía continuar- Te llamo porque quería saber si tenías algo que hacer mañana -le pregunté esperanzada. Enserio quería tiempo a solas con él.
- Uhm, pues, que yo sepa no tengo nada que hacer -se aclaró la garganta- De hecho, nunca tengo nada que hacer.
- ¿Podríamos salir? A pasar el rato por ahí, no sé -propuse. Hubo un silencio en la línea, por un momento creí que él no quería y algo dentro de mí se tambaleó- Si quieres. O si no, no importa. Yo...
- Está bien, vamos a salir -aceptó. Suspiré relajada. Habría sido humillante recibir un no por respuesta.
- ¿A qué hora?
- Tú dime.
- Ah, no sé, ¿tal vez a las tres y media? Así tenemos bastante tiempo de la tarde. Ya sabes, papá no me deja estar tan tarde fuera.
- Lo sé, lo tengo claro. Siempre es así -era cierto- Pero bueno, nos vemos mañana, entonces.
- Está bien. Y... -intenté hablar, pero no pude continuar.
- Adiós, __ -porque él había interrumpido mis palabras.

¿Era mi idea, o estaba apurado o algo así?

- Sí, ah, adiós -respondí con dificultad. Quedé un poco aturdida- Te amo.
- Y yo -dicho eso, colgó.
Fin llamada telefónica. 

Pi, pi, pi. Fue lo único que escuché después. Así que alejé el teléfono de mi oreja, y me quedé mirándolo como una tonta. Comenzaba a hacerme posibles falsas ideas. ¿Él no quería hablar conmigo? ¿quiso terminar la conversación a propósito? Yo ni siquiera tenía la intención de acabar la llamada todavía. Su voz me daba paz, era un complemento para mí. Amaba escucharlo hablar.

Preferí no pensar más. Tal vez ni siquiera me había escuchado y creyó que eso era todo. Cualquiera lo pensaría, ¿no? A muchos les pasa. No es necesario cuestionar tanto cosas que no significan nada. Ahora debíamos ahorrarnos todos los problemas en la relación que pudiéramos tener.

                                                      +++

- Hola, amor -lo saludé sonriendo ampliamente. Me lancé en sus brazos gustosa de verlo.
- Hola, shawty -sonrió también. ¿Se le habría pasado su momento alejado?
- Te extrañé mucho -enterré mi cabeza en su pecho, queriendo oler lo más que pudiese su exquisito aroma. Era embriagante.
- Yo también te extrañé -acarició mi cabeza con gentileza. No tardamos mucho en separarnos y ambos nos subimos a su auto.

Cipion ya se había ido a su cita que no es cita, con Dakota. Al parecer él ya no quería llamarle así. Pero bueno. Lo importante ahora, era que yo estaba con mi hermoso novio, por fin. Y ambos estábamos felices. O eso parecía.

- ¿Qué has hecho hoy? -pregunté, queriendo poner algún tema de conversación para alegrar aún más el ambiente.
- Estuve en mi casa todos los días. Jugué juegos, comí, y esas cosas. Todo normal -me contó, me miró de reojo y luego volvió su atención a la carretera- ¿Y tú que hiciste? ¿Algo divertido? ¿tal vez algo que jamás habías hecho antes?

Sus preguntas me causaron un extraño escalofrío. Su tono de voz ya no era como hace unos minutos. Ahora tenía algo tosco en ella. Como un toque de sarcasmo, o un doble sentido. Sin embargo, decidí ignorarlo.

- En realidad, estuve en casa la mayor parte del tiempo. Y un par de veces, toda la familia salió a comprar mercadería, y a comer una que otra comida chatarra -decidí que lo mejor era no referirme específicamente a Cipion, algo me decía que no lo hiciera- Lo único que quería era verte. Papá no había querido dejarme salir, por algún motivo. De lo contrario, habría llamado antes -le di por saber.
- Está bien, no es gran cosa -asintió despreocupado.
- ¿No lo es?
- No, no lo es.

Creí que poder salir juntos de una vez por todas, sería una gran cosa. Pero al parecer no lo era para Justin. ¿Por qué me estaba haciendo tantas ideas en mi cabeza? ¿no podía solo ignorarlo? Me volvía paranoica, todo me lo estaba tomando a mal. Tenía que cambiar eso. Comenzaba a sofocarme. Incluso abrí lo más que pude la ventana de mi lado del auto. Necesitaba calmarme.

- ¿Y como está tu padre? -pregunté, esforzándome por no hacer notar mi cambio de humor.
- Bien, supongo. Pregúntale.

¿Siquiera eso era posible?

- No puedo preguntarle, Justin -reí nerviosamente- No está aquí.
- Entonces llámalo por teléfono -respondió, de repente con un tono antipático. Me sorprendí por sus cambios raros de humor.
- No tengo su número de teléfono -le recordé.
- Pues pídeselo.

¿De acuerdo? Esto ya no era normal. Estaba pesado conmigo. Era un hecho, ya no habían dudas. Estaba intentando alejarme, o esquivarme. Mi humor y felicidad se iban por el drenaje. Mi resentimiento, culpabilidad, tristeza y dolor se hacían presentes. De pronto quería irme a casa.

- ¿Y qué haremos hoy? -otra vez intenté aligerar el ambiente.
- No sé -fue su simple respuesta. Comenzaba a molestarme.

Con que no sabe.

- Justin, ¿te sientes bien? -pregunté queriendo parecer tranquila- Si no te sientes apto para salir hoy por el exterior, podríamos ir a tu casa y pasar el rato allí -pensándolo bien, tal vez solo podría estar sintiéndose mal y por eso sus cambios de humores- A mi no me molestaría.

Esperé su respuesta, sonriendo. También me importaba su estado, no solo el mío. Tal vez yo quería salir con él, pero si él no estaba en condiciones, podríamos de más hacer otra cosa. Él era mi prioridad en esos momentos. Ya lo había hecho pasar por mucho.

- No. Solo vamos a algún lugar, y ya -decidió- Es todo.

Y no dije más. Preferí no hacerlo. Aunque las ganas de exigirle que me dijera qué era lo que le pasaba, no me faltaban.

El resto de la tarde pasó un poco lento. Justin me llevó a comer un helado y por más que intenté que se comportara con ánimos, no lo hizo. Estaba como neutro. Y detestaba admitirlo, pero no me sentía a gusto estando con él de esa forma. Supe que su problema solo era conmigo, porque cuando un conocido amigo de él paso por su lado y lo saludó, la sonrisa de Justin se iluminó como nunca antes lo había hecho. Pero cuando estuvimos a solas, era el chico más oscuro e inexpresivo del mundo.

Quería echarme a llorar como nunca antes lo hice. Su actitud me dolía mucho. Tal vez haberle pedido que saliera conmigo esta tarde había sido un error. No debí haberlo forzado. Podría haberme quedado sola en casa. Eso era mejor que recibir actitudes feas de él.

Ya había acabado mi helado, me senté recta en la mesa apartada que habíamos escogido y me dispuse a dedicarle una sonrisa. Otra de las miles que no había correspondido en toda la tarde. Como era de esperarse, se comportó indiferente. Entonces, supe que era el último insignificante esfuerzo que haría en todo el día. ¡El último!

- ¿Qué te pasa? -pregunté sin más.
- ¿Qué me pasa? -se hizo el loco. No iba a tragarme eso.
- Sí, sabes de lo que hablo, Justin. No quiero que discutamos, lo sabes. Pero necesito saber qué es lo que te pasa conmigo -abrió la boca para hablar, pero se lo impedí- Has estado todo el día comportándote como un esquivo. Me duele.
- ¿Te duele? -rió. Al momento lo odié.
- ¿Qué te he dicho de reírte como un cínico? -intenté controlar mi ira. La imagen de papá riendo de la misma forma se posó en mi mente- ¡Sabes que me molesta!
- No me grites -ordenó serio y de pronto enojado.
- No te grité, nadie más de aquí nos escucha -miré a los alrededores, verificando.
- Claro que lo hiciste. No quiero hablar de esto, __. Arruinarás todo.
- Tú ya has arruinado la tarde, lo mío es aparte. Estoy aquí como una tonta, tratando de hacer algo que te agrade, de al menos recibir una sonrisa, pero nada.
- ¿Qué quieres que haga? -preguntó ya más enojado- ¿quieres que finja?
- No finjas. Pero es que no lo entiendo -agité la cabeza- Creí que estábamos bien.
- Creíste mal -dijo esta vez indiferente.
- ¿Que no puedes aprovechar esta tarde? No nos habíamos visto desde ya bastantes días y ni te importa -escupí- Papá no me dejó salir, y cuando por fin acepta, estás todo enojado.
- ¡Claro que estoy enojado! -gritó- ¡Tengo derecho a estarlo! ¡Mi novia se acuesta con un imbécil todas las noches! -alzó un puño y lo estampó contra la mesa, haciéndome sobresaltar, llamando la atención de las otras mesas.
- Justin, no hagas eso. Harás que nos corran -le pedí con la voz baja- Cálmate.
- ¿Cómo quieres que me calme? -preguntó aún más enojado, esta vez tratando de no gritar- ¡__, tú no entiendes lo que me sucede!
- ¡Por supuesto que no lo entiendo! Ya has hablado con Cipion, es mi primo y somos como hermanos desde que éramos niños, ¿por qué no puedes confiar en mí?
- ¡Porque es un imbécil que solo piensa en sexo! No dudo que en algún momento su calentura podría pasar a otro nivel y tú ni te niegues.
- No soy ese tipo de persona, y deberías saberlo -me defendí- Prácticamente acabas de llamarme puta.
- No te he dicho puta.
- ¡Pero insinuaste que lo soy!
- Hay que irnos de una vez -comenzó a pararse de la mesa y no tuve más opción que hacer lo mismo. Ambos salimos del lugar con algunas miradas sobre nosotros.

Caminábamos hacia donde se encontraba el auto de Justin. Él iba delante de mí, y yo le seguía el paso. Cosa que me costaba, porque no era tan rápida como él. Tenía que trotar para poder alcanzar su caminata a largas zancadas.


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Ah, no. Este Justin. 
Parece que los celos en los hombres, no son tan lindos después de todo.
¡Las adoro! Muchas gracias por sus comentarios y votos.
Son geniales.
¡Muchos besos!
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4 comentarios: