17 de agosto de 2015

Capítulo treinta y siete - Fresa con Chocolate.



Salgo de mi habitación terminando de acomodar mi playera. Me paso por frente a la habitación de Drew, quien mantiene la puerta abierta. No puedo evitar mirar hacia adentro y me doy cuenta de que está en una muy importante sesión de besos con Fabiola. Me río en voz alta,  asomándome para que noten mi presencia. No lo hacen, así que no digo nada y cierro la puerta sin hacer ruido. Estoy casi segura de que ni se percataron de que lo hice.

Sigo caminando hasta llegar a las escaleras. Las bajo, y todos siguen charlando y riendo animados, como si los temas de conversación fueran infinitos y jamás se les acabasen. Tía Ana nota mi presencia y me llama hacia donde se encuentra, alzando una mano. Sin discutir me acerco a ella. De inmediato me doy cuenta de la presencia de Seth, que está ahí a un lado hablando con papá y tío Dino.

- ¡Mi chica preferida! ¿Dónde te habías metido? -pregunta, curiosa- No te he visto hace rato. De pronto desapareciste.

Observo a Seth disimuladamente, quien está mirándome atentamente. Intenta aguantar una sonrisa, pero no le sale y se le escapa, para luego negar con la cabeza. Sé muy bien lo que está pensando. Sería bastante divertido y extraño confesar lo que realmente he estado haciendo hace unos momentos.

Hace rato, después de lo ocurrido, cuando ya nos habíamos tranquilizado, acordamos que él saldría primero de la habitación y yo saldría, como mínimo, quince minutos después. Él se había puesto su playera y cuando se estaba poniendo su sudadera, no pude evitar ayudarlo, subiéndole el cierre de ésta con mucho cuidado. Me miró de una manera inusual, no como si le molestara, pero sí como si le sorprendiera y se sintiera cohibido por mi repentina atención. No es para menos, porque yo jamás fui así con él. No sé de dónde salió ese gesto de mí, pero me pareció muy lindo cuando él me ayudó a mí también, pero con mi playera, sin mencionar que además me recordó a cuando me abrochó el sujetador en su auto. Justo antes de salir de la habitación, cuando él ya se había ido y ya habían pasado los quince minutos, me revisé para ver si estaba todo en orden, y de paso me acomodé bien. 

- Es que tenía sueño, intenté dormir y no pude -sincero. Porque es verdad, intenté dormir pero hubo un inconveniente que me lo impidió. Solamente estoy omitiendo una parte.
- Oh, ¿Y cómo es que se te ha quitado? -se pone aún más curiosa- ¿No deberías tener aún más sueño? Porque ya es tarde.
- Sí, es que, verá... -intento pensar en algo y la incomodidad comienza a crecer en mí de una manera desgarradora. Siempre soy muy buena para inventar excusas, pero con Seth aún mirándome y sonriéndome, aparentemente muy entretenido viéndome en ésta situación, se me hace un poco bastante difícil- Sucede que con la calor que está haciendo es imposible hacerlo.
- Pero, cariño, hace un frío de muerte. ¡Incluso hace rato estabas hasta con bufanda! No se puede cambiar la temperatura corporal así como así. ¿Segura que estabas en tu habitación? ¿No estarás enferma? -toca mi frente con cuidado, para ver si tengo fiebre- No tienes nada, parece. ¿Cómo es que andas con una playera así nada más?

La sangre me comienza a subir a la cabeza. Miro a Seth, pidiendo auxilio, pero él se hace el tonto y mira hacia otro lado, reprimiendo más sonrisas. Traidor. A mí no me está haciendo ni la más mínima gracia, ya que la cara se me está acalorando y odio ponerme roja. Yo jamás me pongo roja y precisamente ese es el problema. ¡Es un canalla! A ver cuál sería su risa si confieso que estuvo quitándome la ropa hace minutos mientras que está con papá encima intentando matarlo. 

- No lo sé -me limito a decir, rendida- Mi habitación estaba muy calientita.
- Que bueno. Yo tampoco siento frío, es que aquí adentro no está helado como cuando estábamos afuera. Menos mal, uf.

No hace ninguna otra pregunta, así que me limito a quedarme en silencio, más agradecida que nunca. Doy un paso para alejarme, yéndome hacia la cocina. Tomo un vaso y me sirvo un poco de jugo de damascos. Doy un sorbo, sintiéndome realmente bien, ya que me relaja parte por parte todo mi cuerpo.

- ¿Sería tan amable de darme un poco? -pregunta alguien. Es Seth. Miro hacia un lado, y está extendiendo un vaso en mi dirección. Noto su sonrisa maliciosa.
- Lo siento, yo no hablo con traidores -sonrío de la misma forma, dándole un poco de su propia medicina, mientras dejo el jarrón en la mesa. De verdad, no le daré. Miro hacia otro lado, y me sobresalto un poco cuando siento que posa una de sus manos en mi cintura, para luego acercarse a mi oído, haciendo chocar su respiración.
- Pero sí te besas con ellos -susurra.

Me quedo tiesa. Me suelta y toma el mismo jarrón que yo dejé en la mesa. Se sirve jugo, me mira, me sonríe y se despide con un asentimiento de cabeza. Él espera hasta que yo le devuelvo la sonrisa para voltearse e irse con los demás. Ay mamá, no puedo creerlo, estoy que me derrito. ¿Cómo pudo cambiar tanto nuestra relación de un momento a otro? O sea, hace rato estaba lo más lejos de él posible. No tiene ni el más mínimo sentido.

Salgo de la cocina luego de acabar de beber, y cuando voy subiendo la escalera, tío Dino me llama. Me detengo, mirando en su dirección.

- Mi niña, ¿Ya te vas a dormir?
- Sí, la verdad es que pensaba hacer eso. Ya estoy cansada.
- De acuerdo, entonces mejor nos despedimos ahora. Uno de estos días vamos a volver a vernos. Quedamos con tu padre en que ustedes irían a nuestra casa en vacaciones de verano.
- Eso sería genial -sonrío con satisfacción.

Nos despedimos con un cálido abrazo y varios besos en la mejilla, además de unas palabras de amor. No sólo con ellos, sino que también de tía Susana y de tía Ana. Ariela y Vicente se han quedado dormidos en el sofá, cubiertos de una frazada color rosa. Doy un pequeño beso en la cabeza de ellos como forma de despedida.

Siento, de pronto, la mirada de Seth sobre mí, pero decido no darle importancia y me voy escaleras arriba. No quiero que papá note que hay algo distinto entre nosotros. No porque me sienta avergonzada de ello, sino porque no me agradaría que pensara mal de Seth, o que sintiera que éste está abusando de su confianza haciendo algo a sus espaldas conmigo.

Abro la puerta de mi habitación y me sorprendo cuando encuentro a Fabiola junto a Drew, acostados sobre mi cama, besándose como unos locos desesperados. Éstos dos se tienen unas ganas tremendas y, sinceramente, no tengo muchas ganas de que su cercana demostración física de amor sea en mi cama.

- ¿Qué hacen aquí? -les pregunto, interrumpiéndolos. Fabiola me mira, disculpándose, y se incorpora sentándose en mi cama.
- Oye, hermana, tu colchón es mucho más blando que el mío. Te lo cambio -propone Drew.
- No, gracias. Y no es por ser metida pero, ¿Qué les dio que se vinieron a mi santuario privado? -alzo una ceja- ¿Planean bautizar cada habitación de la casa?
- Algo parecido -me responde Fabiola, encogiéndose de hombros. Me pongo a reír.
- Como sea. Fabiola, me llamó tu mamá y me dijo que ésta noche duermes aquí en mi casa, conmigo.
- ¿De verdad? -abre los ojos, complacida por lo que le he dicho. Yo asiento- ¿A qué hora llamó?
- Hace ya rato.
- ¿Y recién me lo vienes a decir?
- Sí, es que estaba un poco... ocupada.
- ¿Haciendo qué? -pregunta, analizando cada uno de mis movimientos.
- Nada, solamente se me olvidó.

Miro hacia otro lado, y sé que Fabiola sabe que le oculto algo. Pero Drew es tan tonto que no se da cuenta de nada y solamente suelta un bostezo. Entonces, me quito mis pantuflas y camino hasta la cabecera, tirando las sábanas hacia atrás, para después meterme entre ellas y taparme.

- ¿Ya te vas a dormir? -pregunta mi mejor amiga.
- Sí, estoy cansada -contesto- Ha sido un muy largo día.
- Bien, entonces supongo que también me acostaré.
- Ahora es tiempo de que me vaya, entonces -decide Drew, poniéndose de pie- Buenas noches, preciosa. Dulces sueños -se acerca a ella a paso lento, y besa su frente- Hasta mañana.
- Hasta mañana -le corresponde ella, sonriendo con delicadeza. Por último, Drew se dirige a mí y me dice:
- Sueña con demonios que te poseen.
- Igualmente.

Camina hacia la puerta, la abre y en un segundo nos encontramos solas, las dos, con la puerta cerrada. Fabiola suelta un bostezo diminuto, estirando los brazos lo más que puede. Luego, se friega los ojos con sus puños. Eso la hace parecer tan tierna que no puedo evitar sonreír.

- ¿Tienes algo para dormir que me prestes? -pregunta con dificultad.
- Mira en la cómoda -le indico con la mano- Usa lo que quieras, con lo que te sientas más cómoda.
- Gracias.

No tarda en encontrar algo que le apetezca usar. Cierro los ojos e intento dormir mientras que ella se cambia y, sin darme cuenta, ya está acostada a mi lado. Apago la lamparita que está en la mesita de noche a mi costado. Pienso que no dirá nada y que sólo se dormirá, así que vuelvo a cerrar los ojos, preparándome para entrar en un profundo sueño. Aún se pueden escuchar las voces de los demás, charlando en el primer piso.

- ¿Me dirás lo que sucedió? -pregunta de repente, lo que me toma desprevenida.
- Uhm, ¿Te parece si hablamos mañana? -tengo la ligera esperanza de que acepte.
- No. Quiero que sea ahora -insiste- ¿Pasó algo entre tú y Seth?

Me quedo en silencio. No es que no quiera contarle, pero la verdad es que han pasado tantas cosas que se me hace muy complicado ordenarlas y explicarle. Tampoco sé cómo mostrarme emocionalmente, si ansiosa, o emocionada, o neutra. Porque no siento algo como una emoción de esas que te dan como cuando el chico que te gusta te sonrió en la escuela, pero sí siento que se me oprime el estómago, que estoy feliz, y que me siento realmente bien en mi interior, sin ignorar que cada vez que pienso en el momento en que nos besamos algo me golpea el corazón.

- Sí -decido confesar. Una sonrisa escapa de mis labios- Cosas que no esperé.
- ¿Se besaron? -abre la boca, sorprendida, pero sonriente.
- Claro -suelto unas carcajadas.
- ¡Quiero detalles!
- Bueno... yo estaba aquí en la habitación luego de que te fuiste, me cambié ropa y entonces llegó él, se acostó a mi lado, le agradecí por el café y comencé a preguntarle distintas cosas sobre eso.
- Continúa, vamos. Quiero oír más.
- Parece que todas mis preguntas le incitaron a preguntar también, así que me preguntó que por qué lo evitaba. Él quería hablar del tema, de lo que sucedió en la fiesta. Le respondí y de un segundo a otro nos estábamos besando.
- ¿Y después qué pasó?
- Pues... -hago una pausa, debatiendo si le cuento o no le cuento.
- Dioooos, ¿Tuvieron...?
- No -me pongo a reír con ganas- Pero podríamos decir que sentí su piel muy de cerca y que él sintió la mía de la misma forma.
- ¡Me muero, Cristal, que hermoso! -exclama en voz baja- No me lo puedo creer. Es decir, tenía la esperanza de que ustedes por fin se dieran una oportunidad, pero ahora que ocurre simplemente no me entra en la cabeza. Estoy muy feliz por ti, de verdad.
- Gracias -siento que el pecho se me oprime un poco de la increíble sensación que siento en mi interior- Yo también.

Eso es lo último que hablamos, porque lo que viene después es que vuelvo a cerrar los ojos y las dos caemos en un profundo sueño. No sé cuál de las dos se duerme primero, pero no tiene importancia. Creo que de hace mucho no me sentía tan tranquila antes de dormir.

+++

Siento que algo se mueve incómodamente a mi lado. De inmediato recuerdo que Fabiola está durmiendo conmigo. Abro los ojos un poco y veo que se está revolviendo entre las sábanas, dormida. Pero hay una silueta a su lado, de pie, hablándole. Es Drew.

- Fabiola, mi hermano quiere hablar contigo -le digo, dudando que algo se me entienda. La tomo por el brazo y la muevo. Cuando noto que está despierta, vuelvo a intentar dormir.

Lo siguiente que escucho son nada más que balbuceos. Estoy tan cansada y ansiosa por volver a dormir que mi mente no está lo suficientemente apta como para poder percatarme de lo que sucede a mi alrededor. Abrazo mi almohada con fuerza, respirando su aroma, y tratando de evadir cualquier ruido exterior. Sin embargo, algo me toma del brazo y me sacude con brusquedad. Frunzo el ceño y me quejo por lo bajo.

A continuación, creo que Fabiola me está diciendo algo a lo que no tomo ni la más mínima atención. Es decir, me esfuerzo por entender algo, pero no puedo. Así que, con esfuerzo, asiento con la cabeza y me dedico a decir sí o no a cada cosa que me dice, sin saber por qué, para que todo vuelva a estar tranquilo y así yo pueda volver a dormir.

Segundos después, todo queda en un silencio absoluto, tanto, que es como si no hubiese nadie más que yo. La tranquilidad que siento es enorme y suelto un suspiro de satisfacción. Me dedico a pensar en cosas con las que me gustaría soñar y, sin previo aviso, Seth aparece en mi mente. Pero todo se vuelve más real cuando comienzo a sentir su aroma. Algo se mueve a mi lado, y ya no me parece que estoy sola.

- Cristal, ¿Estás despierta? -logro oír. La voz la reconozco de inmediato. Abro los ojos un poco, confundida.
- ¿Seth? -murmuro.
- Shh, vuelve a dormir -me pide con delicadeza. Pero no hago caso, e intento incorporarme.
- ¿Qué haces aquí? -me apoyo sobre mi codo, viendo borroso. Sólo veo su silueta.
- Fabiola se ha ido a dormir con Drew, y no dudé en venir para dormir a tu lado.

Siento que su brazo choca con mi espalda, y me atrae hacia él. No me abstengo, sólo me dejo guiar por él. De un momento a otro tengo mi cabeza apoyada en lo que parece ser su pecho. Éste sube y baja, a causa de su respiración. La relajación se apodera de mi cuerpo.

- Eres muy cómodo... Me gustas mucho así -susurro sin darme cuenta. El pecho de Seth vibra a causa de unas pequeñas risitas que ha soltado por mis palabras.
- Creo que tendré que venir cada noche mientras duermes para recibir más halagos de tu parte.
- Oh, sí... por favor...
- Estuve pensando en ti -dice en mi oído. Lucho por mantenerme despierta, para poder oír cada palabra-, y en mí. La verdad lo he pensado bastante desde hace días, pero hoy no he podido sacarlo de mi cabeza -siento que entrelaza una de sus manos con la mía, y  una sensación muy cálida recorre mi cuerpo nuevamente- ¿No crees que tú y yo... nos complementaríamos bien?
- Jamás tomaste mi mano antes -comento de la nada- Se siente bonito. Tus manos son suaves y acogedoras.
- Cristal, no sé si me estás entendiendo y ni siquiera estoy seguro de que estás despierta, pero me gustaría que algo nos uniera. Dejar claro que, juntos, somos algo.

Me tardo un poco tratando de analizar las palabras que me está diciendo. Abro los ojos lo más que puedo, los cierro, y los vuelvo a abrir, intentando despertar bien. Levanto mi cabeza un poco, para mirarlo. Él se percata de eso, y mira hacia abajo para que nuestros ojos se conecten. Suelto un pequeño bostezo.

- ¿Tratas de decirme que quieres una relación? -frunzo un poco el ceño. Él asiente con la cabeza, luego de estar un tiempo en silencio.
- Sí. Quiero que seas mi novia -expresa. Yo no digo nada, y parece creer que algo anda mal- Podemos hablar de ello mañana, u otro día. Lo que tú decidas está bien. Sé que no nos conocemos mucho. Sé que no sé cuál es tu color favorito, y mucho menos la hora exacta en que naciste, pero no me importa, ¿Entiendes? Hemos conocido nuestro carácter mutuamente, y a pesar de ello hay algo que hace que nosotros seamos compatibles. No voy a apresurarte en nad...
- Novios me parece bien -respondo, mientras suelto otro bostezo y aprieto su mano.
- ¿De verdad? -parece sorprendido- ¿Estás segura? No pareces consciente de lo que dices.
- Sí, Seth. Lo estoy.

Mantengo mis ojos fijos en los suyos, queriendo transmitirle que de verdad estoy de acuerdo en lo que me está proponiendo. No me esperaba algo así, mucho menos ahora, pero por alguna razón, al escucharlo, algo  ha surgido dentro de mí que tiene una ligera esperanza de que sería algo maravilloso. No puedo seguir encerrándome. Quiero tener una historia con él, o mejor dicho, quiero que nuestra historia siga adelante, continuando.

Despacio, acerca su rostro hacia mí y deposita un besito dulce en mis labios. No dura más de tres segundos. Cuando se aleja, lo veo sonreír con delicadeza, y no puedo evitar sonreír también, soltar su mano y acariciar su mejilla.

- Descansa -susurra- Buenas noches.
- Dulces sueños.

Cierro mis ojos de golpe, y parece que me quedo dormida de inmediato, porque todo se vuelve un enorme manto de oscuridad en el que me adentro gustosa, esperando poder tener algún sueño lindo que sea digno de contar.

Cuando vuelvo a abrir mis ojos, luz entra por la ventana de mi habitación. Está muy iluminado afuera, el cielo está despejado y me doy cuenta de eso porque al parecer olvidé cerrar la cortina durante la noche.

Mi cabeza sigue en el pecho de Seth. Miro al reloj de la pared de mi habitación, y son las ocho con veinte minutos. Aún falta para que mis padres se levanten, pero no quisiera que pillen a Fabiola en la  habitación de Drew y mucho menos que encuentren a alguien que no sea ella en la mía. Me incorporo, sentándome. Parece que mi movimiento es un poco brusco, porque en un segundo Seth se despierta y me sorprende escrutándolo con la mirada.

Parece preocupado, como si temiera que yo reaccione de una manera no deseada. ¿Por qué haría eso? Y cuando comienzo a hacer memoria, recuerdo la pequeña conversación que tuvimos anoche, en la madrugada. Ambos estamos en silencio, entonces me doy cuenta de que estoy demasiado seria y decido sonreír un poco.

- Buenos días -lo saludo. Me inclino hacia él y deposito un beso en sus labios- ¿Cómo amaneciste? Es temprano aún.
- Dios, temía que no recordaras nada y me sacaras de aquí a patadas -comienza a reír.
- No pienso hacer eso -sonrío- Recuerdo todo perfectamente.
- Eso es estupendo.
- Sin embargo, temo que tienes que irte ahora. Mamá y papá no se sentirán felices si te ven aquí. Es mejor que te vayas antes, o luego podría ser muy tarde.
- Está bien -comienza a sentarse en la cama, y no tarda en ponerse de pie. Su pelo está despeinado como nunca lo había estado, y tiene una cara soñolienta que lo hace ver hermoso de una manera no habitual. Se inclina hacia mí, y vuelve a besarme, sólo que éste beso es más largo que el anterior- Hasta más tarde.
- Sí, nos vemos. Adiós.

Se va sin hacer ruido hasta la puerta. Antes de salir mira en mi dirección, se despide con la mano y la cierra a sus espaldas. Me lanzo contra la almohada con fuerza, mirando el techo con atención. Decido esperar a que Fabiola llegue y, cuando la puerta vuelve a abrirse, noto que es ella. Se lanza sobre la cama con brusquedad, con una enorme sonrisa en la cara, mientras me mira picarona.

- ¿Alguna novedad? -sus ojos brillan ante la necesidad de oír lo que quiere oír.
- Bueno, pues... -no puedo evitar reír a carcajadas en voz baja- Resulta que ahora tengo novio.

♥♥♥

¡Hola! Les dije que no me tardaría en subir capítulo, y ya ven que no he mentido. ¡POR FIN FRESA Y CHOCOLATE SON NOVIOS! Lo más esperado, al parecer. Me gusta como ha quedado, porque tiene su propio encanto la manera en que decidieron serlo. Espero que les guste mucho. Se me hizo rápido escribirlo, mis dedos se movían solos y parece que estaba bastante inspirada. Quiero avisar que no creo volver a subir hasta el viernes, porque tengo que estudiar para una exposición que es ese mismo día, pero intentaré hacerlo, de todos modos. Subiré antes si logro aprender todo lo que debo. 
Sinceramente, no esperé que hubieran tantos comentarios en tan poco tiempo JAJAJA, así que quiero agradecerles de corazón que sigan leyéndome, de verdad no saben lo mucho que significa para mí. Respondiendo a la pregunta de que si pondré días en especiales para subir, diré que no, ya que por el momento no estoy en condiciones de tener fechas en específico para publicar por mis estudios, pero mantendré actualizado el blog como he dicho. 
Es todo, ya me voy. Cuídense mucho, las quiero. No olviden: +8 comentarios para que suba el próximo capítulo. ¡Un beso enorme! Buena noche y/o buen día. ¡Muah! PD: Como siempre, si hay algún error éste será corregido más tarde, ya que no he releído el capítulo.



14 de agosto de 2015

Capítulo treinta y seis - Fresa con Chocolate.



Todos nos adentramos en la casa rato después. Tío Dino, como siempre, pone un montón de cervezas y alcohol en la mesa. Es como una tradición. Todos se sirven un poco, hasta Drew. No me molesta para nada, lo que me sorprende, porque cuando específicamente él bebe me pongo como una salvaje y me dan ganas de lanzar el líquido en su cara, pero ya no. Se siente extraño... y bien.

En un momento, papá extiende una copa hacia Seth que, claramente, está llena de alcohol. Pienso que él va a aceptarla, pero me siento un poco sorprendida cuando niega con la cabeza, toma su mano  y la hace retroceder.

- No, gracias, señor. No me apetece -le dice Seth de la forma más educada posible. Papá deja la copa en la mesa, sonríe, y le pone la mano en el hombro.
- De acuerdo, muchacho -le da unas palmadas- Muy bien. No hay problema. Me parece genial, nadie te obliga.

Papá se da la vuelta y se va hacia donde están todos. Y cuando Seth se gira en mi dirección, algo extraño me da dentro de mí. Siento unas ganas enormes de ir hacia él y decirle que el café que me dio hace unos momentos estaba delicioso y que probablemente es el mejor que he probado, pero lo más importante, le confesaría que no sé si siento eso por el simple hecho de que, quien lo preparó, fue él.

- Vicente, deja de jugar tanto con tu estúpido flequillo -ordena la tía Ana a lo lejos, un poco molesta- Me tienes harta.
- Estás celosa porque mi cabello es sedoso y el tuyo es una maraña.
- Niño de porquería, ¡Te daré un...!
- ¡Ay, Ana, deja al niño! -tía Susana se mete entre ambos- No está haciendo nada malo. Vicente, tú hazlo no más, estás grande y guapo, mi niño.

Me percato de que Fabiola se sienta a mi lado en el sofá. Está sonriendo, y tiene una copa también, pero con vino. Ella sólo bebe eso en ocasiones especiales, y sé de antemano que todo lo de esta noche es especial para ella. ¿Cómo no lo sería? Ha conocido a la parte de la familia que es más cercana a Drew, y lo más mejor es que se ha adaptado maravillosamente.

- Todos aquí son muy agradables. Jamás pensé que me sentiría tan a gusto -confiesa mi amiga.
- Son buena gente -reconozco-, y al parecer ya te quieren.

Ambas soltamos unas carcajadas, porque es cierto, miran a la chica como si fuese una escultura hermosa e inocente. Y no se equivocan, ella lo es, realmente lo es.

Me quedo conversando con Fabiola por bastante rato más. Ambas nos reímos mucho y hablamos por lo bajo para que nadie más escuche. No sé, hay cosas que simplemente prefieres hablar a callado. Estamos tan metidas en nuestros temas que decidimos ir a la habitación, dejando a los demás abajo para que continúen disfrutando su tiempo juntos.

Ambas nos tiramos a la cama con despreocupación, sonriendo. No puedo explicar la sensación que me recorre cada vez que estamos así, juntas, durante la noche. Es un tipo de paz que no muchos tienen la suerte de sentir. No todos tienen una mejor amiga o un mejor amigo, tampoco.

- ¿Qué crees que pase en el futuro? -me pregunta, de pronto. Yo giro mi cabeza hacia ella, y la miro con toda mi atención. Su vista permanece fija en el techo- ¿Todo seguirá así de bien, como ahora? Porque no sé, deseo que jamás se acabe.

Fabiola solía deprimirse muy fácilmente y, casi siempre, estaba muy triste o agobiada. Odiaba eso en ella, no me gustaba el daño que le hacía. Pero ahora la veo feliz, más segura, y eso me hace desear lo mismo que ella desea.

- No lo sé -admito- Nadie lo sabe. Eso es lo interesante, ¿No?
- ¿Pero nunca te han dado ganas de saber lo que en realidad va a pasar?
- Sí -confieso sonriendo- ¿Pero qué saco? De todos modos no lo sabré. Pero puedo elegir lo que quiero que ocurra.
- ¿Elegir? -frunce el ceño, gira su cabeza y me mira, tal y como lo hice yo hace un momento.
- Claro. No creo en eso del destino. Me parece una chorrada -hago una mueca de asco- Nadie tiene un destino escrito. Tú tienes el poder de escribirlo a tu manera, a tu gusto. Es como en el sexo.
- ¡Cristal! -Fabiola abre los ojos como plato y explota en risas- ¿Qué tiene que ver el sexo en todo esto?
- ¡Tiene mucho que ver! -me siento rápidamente en la cama, y ella me imita- Si quieres tener sexo pues bien, ¡Hazlo! Pero tú eliges si quieres correr un riesgo al hacerlo, o si lo haces de la forma segura. Es decir, tú tienes el poder de elegir si quieres que en tu cercano destino haya un bebé indeseado o no -le explico, y ella parece meditarlo. Entonces, asiente con la cabeza.
- Tienes razón. El sexo sí tiene algo que ver en este tema. Eres una golosa.

Nos sobresaltamos cuando la puerta de mi habitación se abre y un muy apurado Drew se pone a mirar con detenimiento cada partícula del lugar. Parece asustado, su cara muestra un gran horror. Cuando ve a Fabiola su cuerpo entero parece relajarse. 

- ¡Pensé que te habías ido! -exclama- Desapareciste así de repente. No es algo bueno. Fabiola, me tenías preocupado.
- ¿Por qué iba a irme? -cuestiona ella, confundida.
- No lo sé, pero me asusté. Quizás no te cayeron bien la tía Ana o Vicente, que está demente. Oh, y te escuché hablando de sexo. Cariño, ¿Tienes ganas? Porque podemos arreglarlo ahora mismo -comienza a desabrochar su pantalón.

Comienzo a partirme de risa al ver eso, tanto, que me ahogo y comienzo a tener un fuerte ataque de tos. Fabiola está roja como un tomate, aclarando que no le apetece eso en este preciso momento. Drew comienza a reír, y se vuelve a abrochar el pantalón. Nota que Fabiola sigue avergonzada, y lo siguiente que hace es darle un fuerte abrazo lleno de ternura.

- Tranquila, no voy a lanzarme sobre ti -intenta tranquilizarla de manera exitosa por un santiamen, pero logro oír que después susurra:- Aún.
- ¿Aún? -Fabiola alza una ceja.
- ¡Pues en algún momento lo tendremos que hacer!
- ¿De verdad crees que lo haremos?
- Preciosa, vamos a estar juntos, tú y yo, por mucho tiempo. Si es posible durante el resto de la vida, así que ocurrirá.
- Pareces muy seguro -nota Fabiola.
- Ya sabes lo que dicen: Cuando lo sabes, lo sabes.

Él se acerca a ella y toma su rostro entre sus manos. Le da un muy delicado beso pequeño, pero tan delicado, que creo que jamás había visto que alguien tratara la piel de otra persona con tal cuidado. Fijan sus ojos el uno en el otro, y estoy tan concentrada viendo la escena que no logro escuchar lo que Drew, a continuación, le dice. Y tampoco logro reaccionar cuando me percato de que ambos se están yendo de mi habitación, para luego desaparecer.

Me quedo sola y desamparada entre estas cuatro paredes. Puedo oír las risas provenientes desde el primer piso, aún puedo oler la carne que estaba en la barbacoa hace rato, y puedo escuchar ligeramente el sonido de las manecillas del reloj de la pared de mi habitación. Ahora mismo sería buen momento para, no sé, acostarme y dormir, quizá. Porque la verdad es que estoy bastante cansada y me apetece soñar por un momento.

La noche está fría y decido sacar un chándal de mi cómoda. Deslizo mis jeans por debajo de mis piernas, saco un pie, luego el otro, y en un segundo tengo el chándal puesto. Luego, saco una playera manga larga un poco bastante ajustada para ser un pijama, pero me la pongo de todos modos.

Suelto un suspiro y me lanzo sobre la cama, sin taparme. Mis ojos pesan lo suficiente como para que se vuelva molesto y cueste mantenerlos abiertos. Las estrellas pegadas en el techo de mi habitación de pronto me parecen muy atractivas de mirar, y me pongo a contarlas, una y otra vez, incluso aunque ya las haya contado antes.

Estoy medio dormida, pero no lo suficiente como para no notar que mi celular está comenzando a vibrar en la mesita de noche. A duras penas me incorporo, deslizo el dedo en la pantalla y me dispongo a contestar.

- ¿Hola? -mi voz suena bastante apagada y no puedo evitar soltar un bostezo.
- ¿Cristal? ¿Eres tú? -me despierto de golpe al notar que es la madre de Fabiola.
- Oh, señora Yovanna, mhm -me aclaro la garganta- ¡Hola!
- Hola, cariño -me saluda con ternura- Te llamaba para decirte que, si estás de acuerdo, Fabiola debería dormir en tu casa hoy. Sé que es algo de último momento, pero es mejor para que así no tengan que venir a dejarla más tarde. ¿Te parecería bien?
- ¡Por supuesto! -accedo de inmediato- No hay ningún problema. Mamá está encantada teniéndola aquí, por no hablar de mí.
- Muchas gracias, linda. Entonces supongo que la veo mañana. Dile buenas noches de mi parte, porque he llamado a su celular y creo que no lo ha sentido.
- Es que hemos estado afuera y la verdad con tantas diferentes voces en casa es un poco difícil escuchar.
- Entiendo. Pues bueno, era eso. ¡Adiós! Gracias otra vez, a ti y a tu madre. Saludos.
- ¡Igualmente! -y dicho eso corto la llamada.

Vuelvo a dejar el celular en la mesita de noche. Bueno, la chica se quedará. ¿Será que debo avisarle? Seguro en un rato más Drew decidirá ir a dejarla y ni cuenta se dará de que la mamá ha llamado. Oh, pero Fabiola no se iría sin despedirse. No tengo nada de ganas de ponerme de pie y caminar hasta allá, así que esperaré a que venga.

Vuelvo a acostarme de espaldas sobre la cama. Las estrellas del techo han perdido su gracia, así que solamente me limito a respirar lenta y calmada. Me pongo a pensar y me doy cuenta de que, quizás, debí haber ido abajo para avisar a mamá que iba a dormir y así despedirme de mis familiares.

Pensando en ello no me percato de que mis ojos se están cerrando de nuevo. No sé cuántos minutos pasan desde ahí, pero ya no siento nada y comienzo a entrar en ese mundo aparte que tanto me agrada. Sin embargo, no estoy lo suficientemente ida como para no darme cuenta de que, de pronto, la puerta de mi habitación se abre. Algo aturdida abro los ojos, y cuando lo hago, lo primero que veo es a Seth, parado por los pies de mi cama. Me pongo tan nerviosa teniéndolo ahí que intento incorporarme con dificultad.

- No, Cristal, quédate ahí -me dice, pero no como si me lo ordenara, sino como si quisiera que simplemente continuara con lo que hago- No es necesario. Voy a tenderme a tu lado.

Se invita él mismo, pero no digo nada y me limito a asentir con la cabeza. Aún sigo un poco aturdida, no logro entrar bien en mí misma todavía. Él se acuesta con cuidado sobre la cama, muy cerca, aunque aún así entre nosotros no hay ni el más mínimo contacto.

El sueño se me ha ido por completo. ¿Cómo podría pensar en dormir en un momento como éste, cuando está a mi lado, haciendo que yo sienta que me carcome todo por dentro? Intento con todas mis ganas centrarme en el techo de la habitación como lo había hecho, pero no me funciona muy bien.

Mi piel se eriza cuando siento que una de sus piernas roza la mía. Es algo tan minúsculo que duele, pero hace estallar un montón de sensaciones dentro de mí que me cuesta controlar. La deja ahí, sin quitarla, como si quisiera que la sintiera. Como si quisiera probar que está bien así. Y, la verdad, es que lo está. Se siente a gusto, a pesar de todo lo demás.

Pasan unos minutos y seguimos en silencio. Ninguno hace el intento de hablar al otro. Tengo ganas de decirle unas cuantas cosas, no sé, simplemente hablar con él, pero sobretodo decirle unas lindas palabras que me gustaría. Así que tomo aire, y me decido a hacerlo.

- Oye, Seth -comienzo a decir, sin quitar mi vista del techo. No responde. Todo sigue en silencio- Eh, Seth, ¿Estás dormido?
- De hecho estoy ya en mi séptimo sueño -contesta.
- Te hablo para decirte que te agradezco mucho el café que me preparaste hace rato -dejo de hablar para ver si me dice algo, pero no lo hace. Decido continuar:- Estaba delicioso. Incluso he considerado que deberías dedicarte a eso -vuelvo a quedarme en silencio para que me diga cualquier cosa, pero continúa callado, así que no me queda otra que agregar algo:- ¿Cual es tu favorito? ¿Vainilla, Capuccino, Mocha? -otra vez no dice nada. Desesperada, respondo algo que ni me preguntó- El mío es el de Vainilla.
- Me gusta bastante el de Mocha. Y no hay de qué.
- Oh. Genial. Me parece muy bien. Gracias otra vez, de todos modos.
- Estupendo, y ahora que estás tan abierta a hacer preguntas, me parece que también puedo hacer algunas yo -estoy por decir algo, pero me interrumpe:- ¿Cuánto tiempo más vas a creer que se me ha olvidado que estas huyendo de mí desde hace días?
- Yo... no creía eso -le digo, sorprendida por el rápido cambio de tema.
- ¿Entonces, Cristal? -se alza y se sienta sobre la cama, mirándome- Sabes una cosa, lo que yo sí creo es que deberíamos hablar sobre lo ocurrido. Me refiero a lo que pasó cuando salimos de la fiesta, en mi auto. Específicamente en la parte trasera.

Guardo silencio. No tengo idea de qué decirle. Quiero ser sincera con él lo más que pueda, y es cierto que he tratado de evitarlo a toda costa durante estos días, pero no es por nada. Simplemente llegué a conclusiones probables y me he alejado para dejar que todo siga como estaba.

- Tú y yo sabemos que no es necesario hablar sobre eso -hago mi mejor esfuerzo por explicar bien lo que estoy queriendo decir- Ninguno se imaginó que eso pasaría. No soy una tonta, y sé como funcionan estas cosas. Son sólo un momento, un desliz, no otro significado. Quédate tranquilo.

Y es todo lo que digo. Seth se queda tan callado que me hace extrañar. De a poco levanto la mirada y el ceño fruncido que tiene el su rostro es demasiado notorio. Parece molesto, como si yo hubiese dicho algo equivocado, algo horrible.

Sin previo aviso se lanza sobre mí, cubriendo mi cuerpo con el suyo. No alcanzo a reaccionar ni de la más mínima forma. Con sus manos sujeta mis brazos, dejándome inmóvil y, lo siguiente que siento, es que estampa sus labios contra los míos.

La sensación que esto provoca la había olvidado por completo. La forma en que me sentí esa noche en la fiesta cuando me besó, vuelve a vivir en mi cuerpo y correspondo su beso así, sin más, sin negarme a ello por nada del mundo. Sus labios y todo su ser tienen un poder sobre mí que no puedo impedir.

Nuestro beso se vuelve más intenso a medida que pasan los segundos, y cuando ambos sabemos que ninguno va a alejarse del otro, Seth suelta mis brazos, permitiéndome que lo abrace. Separo mis piernas y las flexiono, dándole más exceso. Cubro su espalda y la recorro con mis manos, por encima de su ropa. Es ancha, masculina, fuerte. Las manos de Seth pasan a mis piernas, que también están cubiertas de ropa. Luego las sube, toma mi cara entre sus manos y rompe el beso, pero nuestros labios siguen rozando.

- ¿Esto también es sólo un desliz? -pregunta, con la voz ronca, casi inaudible.

Vuelve a juntar nuestros labios y ésta vez nos estrechamos aún más el uno contra el otro. Todo empieza a subir de tono. Seth pasa sus manos por debajo de mi playera, tocando mi cuerpo. No aguanto, subo su sudadera hacia arriba y, cuando siento su piel, un montón de sensaciones explotan en mi cuerpo. Nuestras respiraciones se vuelven entrecortadas, el frío ya no está y comienza a darme bastante calor. Deslizo mis labios por su mentón, hasta llegar a su cuello y de un momento a otro la sudadera de Seth ya no está puesta y menos su camiseta sin mangas. Su torso desnudo se siente increíble, y cuando intenta sacar mi playera, no me niego. Se lo permito. Nos acariciamos y nos besamos sin tener noción del tiempo. Pero entonces se aleja un poco, y me susurra:

- Si sigues creyendo que ésto no tiene un significado, voy a romperme en pedazos -junta su nariz con la mía por un momento, y luego me mira a los ojos. Él espera que yo le diga algo al respecto. Y lo haré.
- Ya no lo creo.

♥♥♥

¡Jooooooder, tías! Hace muchísimo que no escribía algo al final de un capítulo y debo reconocer que se siente estupendo. Las extrañaba, extrañaba el blog, extrañaba escribir, extrañaba todo en sí. Ahora que he vuelto me siento bastante feliz y no quiero dejar ésto nunca en la vida, chicas. 
¿Qué les ha parecido el capítulo? Lo que yo espero es que les haya gustado, aunque sea un poquito. Cada vez queda menos para el final, y leí por ahí que varias no quieren que cambie el personaje de Seth todavía, sino que mejor lo haga al terminarla o que simplemente no lo cambie. Pues bien, creo que podría ser buena y podría considerar no cambiarlo hasta acabarla. Luego de eso ya lo cambiaría, pero me lo pensaré, ¿De acuerdo?
Pues bien, +8 comentarios en éste capítulo para que suba el siguiente y si es posible voten en reacciones. Muchas gracias a todas las que siguen aquí leyéndome, son de verdad muy fieles. Un beso enorme a la distancia, y nos vemos pronto por aquí. Posdata: No he corregido el capítulo antes de subirlo, si hay algún error es a causa de eso y bueno, si de pronto lo leo y siento que algo anda mal será editado. Oh, y uno de estos días me tomaré un tiempito para responder uno por uno a algunos de sus comentarios. ¡Adiós!



9 de agosto de 2015

¡Estoy viva!

A éstas alturas ya sé lo que dicen: Oye, chica, eres una desgraciada mentirosa, abandonaste la novela, no te creeré jamás, dejaré de leerte durante el resto de mis días. Pues bien, ¡Espero que aún me queden lectoras! Porque, nenas, ya tengo donde escribir y está como nuevo. Mañana, si todo sale como espero, publicaré capítulo, y si no publico, publicaré el martes o miércoles o de aquí al viernes sin faltas. La novela estará publicada completa de aquí a un mes aproximadamente o quizás un poco más, publicaré cualquier día siempre y cuando tenga +8 comentarios en cada entrada, ¿Vale? Palabra. ¡Eso es todo! Hoy estoy muy feliz y espero que se encuentren genial, que sus vidas estén bien, y que si tienen problemas no olviden que todo al final se soluciona. ¡Las quiero!