27 de febrero de 2015

Capítulo diecisiete - Fresa con Chocolate.



Extiende su mano hacia mí, junto con las fresas cubiertas de chocolate, atravesadas por el fino palillo de madera. Dudo un momento, porque no sé si quiero en realidad comer eso, aunque se ve delicioso. Así que termino aceptando, y cuando tengo la maravilla en mis manos, intento sonreír.

- Gracias -asiento con la cabeza, queriendo ser educada.
- No hay de qué -responde indiferente, mientras me siento en mi silla.

Toma otro de los palillos, y comienza a comer de pie. Estoy nerviosa, mucho, porque no sé si decirle lo que quiero decir. Él está muy calmado comiendo, incluso lo hace perfectamente. En cambio yo, por mi parte, soy pésima comienzo frutas porque siempre termino chorreada o con los dedos sucios. Mi boca es pequeña, no me cae la fresa entera como a él. Bueno, sí me cae, pero no me gusta así.

Me llevo una a la boca, y la muerdo lo mejor que puedo. No me mira, así que si de pronto pasa algo vergonzoso pues ni modo, así que me dedico a seguir comiendo. ¿Qué haré luego? ¡Me saldrán granos! Dios quiera no suceda, porque lo culparé de todo. 

- Deberías sentarte -le invito, lista par seguir con la siguiente fresa.
- Estoy bien aquí -se encoge de hombros- Ya será luego.

Paso de lo que me dijo y sigo comiendo. Los minutos pasan y Seth ha comido más que yo. Por mi parte, sólo comeré las de mí palillo, no quiero que después mi cara estalle. Ya me porté lo suficientemente bien con él, porque acepté su comida sin rechistar. Quería hacer algo bueno, porque el remordimiento de lo que le hice el otro día no puede conmigo. Pero ya me siento mucho mejor, ¡Sí! Menos mal, agh. ¡Ya no lo soportaría! 

- ¿Cómo estuvieron? -pregunta, mientras va a la cocina y se lava las manos. Yo, en cambio, tomo una toalla húmeda de la mesa, y me las limpio con ella.
- Ricas -respondo- Gracias.

Tomo mi lápiz junto con mí goma. ¿Qué dibujo? No tengo ni idea. ¡Voy a morir! Papá va a matarme, no me canso de repetir esto en mí cabeza. Me sacaré una calificación horrible, y seré castigada. Por supuesto, ocultaré el resultado hasta que sea la reunión de apoderados, así que tendré días para sentirme libre antes de ello.

La silla que está a mi lado se mueve, y Seth se sienta en ella. Me mira con atención. Su mirada divaga entre mi rostro, y mis manos. De pronto me siento un poco incómoda. ¡Pasaré la pena más grande de toda mi vida! Él es artista, por Dios, va a la universidad y estudia Artes. Quedaré como una tonta que no sabe ni hacer un par de líneas.

- Puedo ayudarte si quieres -se ofrece, rompiendo el silencio. ¿Habrá notado mi tensión y mi poca seguridad al sostener el lápiz? 
- No creo que puedas -respondo lo más agradablemente posible.
- Sí puedo.
- No, no puedes porque el trabajo trata de dibujar algo que represente algo especial para mí -le explico- Si yo no sé qué es especial, ni tampoco qué es lo que me hace sentir algo profundo, ¿Cómo vas a saber tú?
- Es algo fácil, Cristal -me dice- Tienes que mirar las cosas con perspectiva. Dime algo que te haya hecho sentir feliz últimamente. 

No me había sentido feliz ésta semana, porque estuve muy ocupada pensando en lo que te hice, idiota. ¡Cómo me gustaría decirle eso! Pero jamás lo haré, claro que no, antes muerta. Yo siempre con la cabeza en alto.

Sin embargo, tengo que ser sincera. ¡Yo siempre soy sincera! Tanto que me gano el odio de la gente y por eso nadie me aguanta, pero de verdad necesito ésta calificación. No debo dejar pasar la oportunidad de lograr lo que quiero.

- Creo... -trago saliva, y miro a Seth algo temerosa- que ha sido compartir fresas contigo.

Cuando lo digo, parece sorprenderle, porque abre un poco los ojos, y entonces ahora estoy preguntándome si he hecho bien en decirle eso. Dios, ¿Qué es lo que hice? ¡Pensará que soy una inadaptada y deprimida! 

- ¿Y algo que te haya hecho sentir triste? -formula otra pregunta, y quiero ahorcarme porque sé bien cuál es la respuesta. ¡Arriésgate!
- Cuando te golpeé -suelto de golpe- y luego me sentí culpable.
- Mira ésta fresa que quedó -apunta hacia un pedazo de papel con ella encima- y mira el chocolate derretido que está sobre ella.

Hago lo que me dice, y me siento un poco confundida.

- ¿Qué tiene?
- Míralas -insiste. Lo hago, pero no noto nada.
- ¿Quieres que me coma eso? -pregunto.
- No, Cristal. Fíjate bien, tienes que ver más allá de que ésto es una miserable fresa y que lo otro es sólo un poco de chocolate. Mira sus consistencias y lo que transmiten.
- Seth, el chocolate me provoca granos y la fresas son ricas, ¿Pero tanto importa?
- No estoy hablando de eso -a pesar de que dice eso, no luce irritado- Dime qué es lo que te hace sentir la apariencia de la fresa y qué es lo que te hace sentir la apariencia del chocolate. Y luego dime lo que te hace sentir el sabor.

No sé a dónde quiere que llegue, pero me pongo a pensar. Entrecierro los ojos, queriendo lograr lo que me está pidiendo.

Las pequeñas semillitas de alrededor de la fresa, un poco amarillas, mientras que las pequeñas hojas de arriba son verdes. Lindos colores. El verde da vida, sin el verde el mundo sería muy apagado, y por eso es mí color favorito. El amarillo me da luz, y me gusta la luz, en pocas palabras me gusta el sol, porque me anima, me ayuda a impulsarme a hacer buenas cosas. ¿Y el rojo? Calidez, quizás, pero también algo de felicidad, porque cuando miro una fruta que me gusta, en éste caso una fresa, siempre me hace sentir mejor, porque me gusta comerlas. Y su sabor es dulce, realmente dulce. Tanto, que te hace querer comer más. Es muy agradable.

¿Y el chocolate? No sé qué me da cuando miro un chocolate. Jamás me ha gustado casi nada comer eso, y además que tampoco me favorecería. No me atrae.

 ¿Qué haría yo si fuese uno? Tal vez me vería apetitoso por fuera, porque llamaría a la gente a que me comiera, pero si no soy ingerida pronto, terminaría quedando derretida. Sería comos si necesitara ser disfrutada pronto, pero si no lo hacen, me derrumbo. Eso sería triste. Y cuando estás triste, lloras. Tu cuerpo es fuerte, pero lloras, como si una parte de ti se derritiera. Y su sabor, cuando está sólido, sabe bien. Pero cuando está ya derretido y algo tibio, sabe un poco amargo, y ya no se siente tan bien.

- He sentido muchas cosas -respondo, no queriendo decirle lo que me ha provocado, porque no sentiría lo mismo que yo.
- ¿Cosas negativas o cosas positivas?
- Ambas -sincero- La fresa cosas positivas, y el chocolate cosas negativas.
- ¿Y no te da eso una idea de lo que podrías dibujar?
- Sí, al parecer sí -respondo mientras una chispa se forma en mi mente.
- Empecemos, entonces. Tú me dices cómo quieres que quede, y yo te enseño a mover el lápiz.


Asiento con la cabeza, sonriente. Y casi dos horas más tarde, tengo la silueta en color negro de una persona equis, cubierta con una amplia capa roja, y un corazón café. El dibujo, si uno no lo ve, se lo imagina horrible, pero con lo que Seth me ha ayudado a pintar y a hacerle efectos, ha quedado precioso.

El significado de ésta pequeña pieza de arte es: Una persona que se siente desconocida y asustada, aún cuando hay personas que la conocen. Y que sabe que toda su vida va a tener que lidiar con su pasado, con su amargura y la tristeza que por mucho tiempo poseyó su corazón. Pero aún así, va a tener la suerte de cargar con la calidez y amor de personas que la aman, aún cuando sienta que no lo merece.

Jamás se me habría ocurrido hacer tal cosa de no ser por el extraño ejemplo de Seth Maxwell, y algo tan insignificante como una fresa con chocolate. Tal parece, que no son sólo comida.

+++

Hoy es viernes, ya salí de clases y me dirijo a mi casa. Estoy tan cansada que lo único que quiero es dormir. No sé de dónde me ha salido tanta pereza, pero la cosa es que la tengo.

¡Lo bueno es que me he sacado un destacado en mí trabajo! Como si fuera poco, he tenido la nota máxima. Aunque bueno, no es la gran cosa, porque todos tuvieron buena calificación a pesar de que sean horribles. La profesora dijo que la intención valía, pero ella me dijo que le encantó mi dibujo, y hasta quería ponerlo en una exposición, a lo que yo me negué rotundamente, diciendo que no era necesario. Porque lo que en realidad quiero, es colgarlo en una de las paredes de mí habitación y mirarlo todos los días. Hace mucho no lograba tal cosa, y recordarme a mí misma lo que fui, lo que soy ahora, y lo que tendré, me hace querer superarme. Debo admitir, que ésto no estaría pasando de no ser por Seth. No sé cómo voy a agradecerle. Porque sí, quiero agradecer.

Fabiola también ha tenido un destacado, y cuando la profesora le dijo que también quería poner el de ella en la exposición, aceptó de inmediato. Su dibujo fue una estrella siendo atravesada con una espada. Dice que significa: Una pequeña esperanza, que está atascada, y luego me explicó con más detalles. Mí mejor amiga es toda una poeta. Y es mía.

- Mamá, ¿Ya pensaste lo de la pijamada? -le pregunto, cuando tomo un sorbo de jugo.

El almuerzo consiste en fideos con vistec. Estamos todos sentados en la mesa, disfrutando de la comida. Mamá me mira algo dudosa, y Drew, al notarlo, se pone a reír, sacándome la lengua. Yo hago rodar los ojos. ¡Es un fastidioso!

- Pregúntale a tu padre -termina diciendo mamá. Agh.

Giro mi cabeza hacia papá.

- ¿Voy a poder ir a la pijamada? -pregunto, pero ahora con un toque de esperanza.
- No.
- ¿Qué? -exclamo impresionada- ¡Papá, el otro día dijiste que quizás ibas a dejarme!
- Sí, dije que quizás. Pero ahora ya decidí que no -suspira.
- ¿Por qué razón? -me cruzo de brazos.
- Cristal, no conozco a los padres de esa chica, tampoco la conozco a ella. Además, puede que tenga hermanos. Uno nunca sabe -se excusa- Tu seguridad está primero.
- Pero papá, Carlota es agradable y otras compañeras también irán -intento convencerlo.
- No me interesan tus compañeras, hija. Mi trabajo es protegerte. No vas a ir a esa pijamada. ¿Fabiola a va a ir?

Justo en ese momento, cuando estoy por responder, vibra mi celular, que está a mi lado. Lo tomo y deslizo el dedo. ¡Que no sea una mala noticia, por favor!

"No me dejaron, pero dijeron que podría ir si ibas tú. Sólo por un rato -Fabiola".

Suspiro en derrota.

- No la dejaron -le digo- Pero, ¿Y si voy sólo por un rato? Hasta cierta hora.
- ¿Fabiola irá? -alza una ceja.
- Si yo voy, sí.
- No lo sé. Tal vez, pero Drew tendrá que ir a dejarlas -termina por decir.

Abro los ojos como plato. Creo que eso ya es sorpresa, pero cuando miro a Drew está que se le salen los globos oculares. Frunce el ceño, y eso es suficiente para que yo me ponga a reír como una maniática. Le pasa por burlarse de mí hace unos segundos.

- ¿Por qué tengo que llevarla yo? -se queja con notable furia.
- Porque es tu hermana -responde papá, como si fuese algo obvio.
- ¡Ya no es una bebé! Puede ir sola, ni siquiera sé dónde diablos queda -vuelve a quejarse.
- Bueno, ya que hoy viene Seth, podrías pedirle que los lleve -le sugiere.
- ¡No, papá! -se niega- ¡Seth viene a buscarme para ir a la galería de Arte que sólo estará el día de hoy! -comienza a inhalar y exhalar con dificultad, como si tuviese un ataque de asma- ¡No puedes permitir que yo me pierda la muestra de pinturas de los artistas más prestigiados del mundo!
- Hijo, cálmate -le pide papá, algo asustado, poniendo una de sus manos en su hombro
- ¿¡Cómo quieres que me calme!? -a duras penas, estira su brazo hacia el vaso de agua, y luego comienza a beber. Su respiración se vuelve más normal, y yo intento no reír.
- Cristal se irá para allá a las nueve, pasarán a buscar a Fabiola, y las irán a dejar. Asunto arreglado. Y, oh, llévenlas a la galería de Arte con ustedes. Podrían pasar un buen rato -vuelve a sugerir, inocentemente.
- ¡Papá, no estás ayudándome! -grita, y su respiración se vuelve pesada otra vez- Joder, ésto no puede estar pasando.
- Irán con ustedes. Punto.

Ya no aguanto las risas. Comienzo a carcajear tanto, que un par de lágrimas se me escapan de los ojos. Drew me fulmina con la mirada, mientras toma más agua. Bueno, no fue mi intención arruinar su día. En mi defensa, papá así lo quiso.

♥♥♥

¡Hola! Subo apurada, me duele la espalda y quiero tirarme al suelo y hacer nada, pero antes de eso les dejo éste capítulo. Iba a subir anoche, mí mejor amiga me lo recordó pero creo que se me pasó. 
¡Muchas gracias por los comentarios! Me alegro de que Cristal les comience a caer mejor. 
Ya ven, no todo es superficial y egocentrismo en ella. ¡DIGAN NO A JUZGAR!
Un beso enorme, intentaré subirles el domingo, si dejan +5 comentarios antes de ése día, porque me lo han pedido y les dejaré unos avisos importantes.
¡Adiós! Posdata: Lamento algún error o mal redacción, no lo releí.

24 de febrero de 2015

Capítulo dieciséis - Fresa con Chocolate.



Ése día, o mejor dicho ésa noche, luego de que Seth se fue, Drew vino directo hacia mí en la cocina y se sentó en frente. Sus ojos estaban abiertos de la impresión todavía, e intentó preguntarme qué me había pasado. No me regañó, simplemente no podía creer lo que había pasado, creo. Agradecí que no se tirara sobre mí a decirme lo desgraciada que soy, porque no me sentía animada para ello.

Pensar en la mirada que Fabiola me dirigió esa noche a través de la pantalla del notebook, me hacía querer esconder mi cabeza bajo la tierra y permanecer allí hasta morir. Había tanta decepción en ella, tanta tristeza y dolor por lo que hice, que no puedo olvidar.

No se molestó conmigo, ni siquiera hemos hablado del tema en lo que llevamos de días de instituto ésta nueva semana. Agradezco eso, pero al mismo tiempo quiero que me diga algo. Que me diga que estuve mal, que no debería comportarme así.

Siento que la bofetada se la tenía merecida, porque la discusión fue en mi casa, y no tenía derecho a hablarme así en la misma. ¿Pero era necesario llegar a tanto? Ni siquiera alcancé a percatarme de lo que hice. Me di cuenta cuando él ya tenía su rostro rojo, y todos se quedaron en silencio. Jamás pensé que iba a llegar a éstos extremos. ¿No he cambiado ya lo suficiente?

- Fabiola, tengo que decirte algo -le digo, tragando saliva y sentándome derecha a su lado. 

Es miércoles. Estamos en el instituto, en el último recreo de la jornada. Hace bastante frío, porque el día está nublado, cosa que se está haciendo costumbre. Por lo que froto mis manos con delicadeza, queriendo calentarlas. Tengo guantes puestos, pero no están ayudando mucho.

- Claro, dime -me permite ella, con una sonrisa, mirando los lugares del instituto que están a la vista- Sabes que puedes contarme lo que quieras.
- No quiero contarte algo, solamente quiero hablar de lo que pasó -le doy a entender- Me refiero a lo del viernes, en casa, mientras que hablábamos por cámara, junto con la bofetada, mi carácter, mi reacción y...
- Sí, entiendo -me interrumpe, mirándome. Bajo la mirada un poco cohibida. Hablar de ésto se me hace tan difícil, que siento que no lo podré manejar bien.
- Al parecer quieres decirme algo, y si lo haces, prometo que no me enojaré -le digo, segura de mis palabras- Porque no me gusta que no estés siento honesta conmigo. Sé que tienes cosas guardadas sobre ello.
- Las tengo, pero no creí que quisieras hablar.
- Pues quiero, así que, no sé, pensé que tal vez es momento de que lo hagas -miré al cemento del suelo, y suspiré.

Ella se queda en silencio, y se acomoda en su asiento. No con incomodidad, si no que sólo para adaptar una mejor postura y poder expresar mejor lo que tiene para decir. Me siento un poco nerviosa, por lo que me preparo mentalmente para lo que vendrá.

- Estuviste mal, Cristal -habla por fin, y yo froto mis palmas contra mis rodillas- Mejor dicho, sé que Seth no debió decirte eso, pero no debiste golpearlo. Era como si, uhm -se aclara la garganta-, como si no fueras tú.

Es cierto. Yo puedo ser la más pesada, la más dura de carácter y hasta la más histérica, pero jamás llegué a tal límite de golpear a alguien. Ni siquiera con los antiguos amigos de mi hermano, que me hacían la vida miserable.

Y eso es precisamente lo que más me llama la atención. Que yo no le haya hecho eso a ellos, que se pasaron diez veces más conmigo, pero, sin embargo, se lo hice a Seth. ¿Cómo se llama éste sentimiento? ¿Culpabilidad, de verdad? ¿Desde cuándo yo siento eso?

- Me sentí un poco decepcionada -continúa- Jamás te vi de ésa forma. Sé que tienes tus razones por haber cambiado, pero Cristal, hay ciertos límites que debes intentar no cruzar.
- Me sentí atacada -me excuso- Tú sabes que...
- Lo sé, amiga -me interrumpe- Pero a veces no puedes hacer nada para que alguien te diga algo que no quieres escuchar. Debes plantar cara. Tú no eres de las que golpea, lo sabes. Odias hacerlo.
- Es que no sé qué es lo que me pasó, Fabiola -sincero, algo frustrada- Estos días he pensado mucho, porque siento que estoy empeorando. No quiero que eso suceda.
- Entonces tienes que esforzarte. Tú eres más que ésto, puedes salir adelante -pone una de sus manos en mi hombro, con ternura- No dejes que tu pasado siga afectándote en tu futuro. Sé que no vas a cambiar de un día para otro, pero oye, puedes amarrar tus manos para así no dar golpes. Mantén eso en mente, chiquilla loca.

No puedo evitar soltar unas carcajadas, y ahora mi nuevo suspiro no es de frustración, si no de relajación. Tan paranoica que me había puesto por ésto. Fue sólo un golpe, si me lo propongo puedo no volver a hacerlo jamás. No es nada de vida o muerte. ¡Por favor, yo soy más que ésto! Puedo con ello. Soy fuerte. Soy muy fuerte.

- Gracias por apoyarme -le digo, sonriendo delicadamente- Sé que no te gusta ésta parte de mí, pero no te alejas, y eso ya es suficiente para mí.

Ella sonríe, y yo me giro para tomar mi termo. Lo abro, y en la tapa en forma de taza, sirvo un poco de té. Se lo entrego, y ansiosa, lo coge. Comienza a soplar para que se enfríe un poco, y yo ya me siento más tranquila. No sé qué haría si me quedara sin mí mejor amiga. La soledad me aterra. Sí, yo le tengo miedo a eso.

- No importa cómo seas, yo voy a quedarme contigo -asegura- Sin mencionar que le das ese toque de locura e histeria a mi vida -ríe, y yo me uno a ella.
- Y yo me quedaré contigo a pesar de que salgas con mi hermano -expreso, y de un momento a otro ella se atraganta con su té y tiene un ataque de tos- Dios, siempre te pasa ésto. ¡Respira!
- No estoy saliendo con tu hermano -me dice, cuando termina de toser, con cierto tipo de dificultad- No tiene sentido lo que dices.
- Fabiola -la reprendo con la mirada-, han quedado en ir a nadar juntos.
- Sí, pero no significa nada -se pone a reír- Solamente es nadar.
- Para ti es un paso muy grande, y para Drew también -le digo- ¿No viste la felicidad que irradiaba de él? ¡Jamás lo vi así! Menos con una amistad mía, por si no te ha quedado claro antes. Sin mencionar que no te gusta que nadie te vea con poca ropa.
- La verdad no sé por qué he aceptado, no lo pensé -admite- Me da un poco de pena.
- No tiene por qué darte pena. Mi hermano te ha estado tratando bien, eso significa que no será malo contigo, Fabiola.
- ¿No te molestas con que yo pase tiempo con él?

Su pregunta me toma por sorpresa. Me pongo a pensar un poco en ello, pero lo suficiente, y luego niego con la cabeza, segura de lo que en realidad pienso. Aunque en el fondo, la respuesta que le daría ya la sabía.

- Jamás voy a interponerme en algo que quieras hacer -sincero-, a menos que sea algo que ponga en riesgo tu vida. Pero, no sé, pase lo que pase tienes mi apoyo. Yo no tengo poder en decirte qué es lo que tienes que hacer.

Fabiola

Ésta es una de las cosas que más adoro de Cristal. Que siempre deja que los demás tomen sus decisiones, al menos a mí, no importa lo que sea. A veces hago cosas tontas, de las que luego me arrepiento, pero siempre está ahí, y a pesar de que ella pueda haber pensado antes que era una mala idea, jamás me lo saca en cara.

- Gracias -sonrío, satisfecha con su respuesta- Drew ya no me parece una mala persona. Ni siquiera me parece molesto. Me gusta cuando se ve interesado en hablarme.
- También me gusta que se muestre así -confiesa, sonriendo de lado- ¡Pero a veces es un acosador! Es decir, quiero hablar a solas contigo, pero llega él con su ánimo a meterse entre nosotras, y nos aleja. Pero qué le voy a hacer. No estoy tan acostumbrada a compartirte con hombres -hace una mueca, yo río.
- Lo dices como si fuera a gustarme él, o como si fuese a ser más frecuente que él me hable desde ahora -le digo, suspirando- No quiero que me gusta nadie más. No sé si algo que yo haga, va a ser correcto o incorrecto.
- No hay problema en que te gusten chicos con cierta frecuencia, Fabiola -me dice, mirando directamente a mis ojos- Es parte de la vida. Yo era como tú antes.
- Pero ya no lo eres -le recuerdo. Ella se encoge de hombros, y mira hacia el frente.
- Es lo que me gané por ser la más estúpida de las estúpidas -dice con normalidad.

De pronto me siento un poco mal. ¿Será que Cristal algún día logrará superar lo que le pasó? Sé que intenta no demostrarlo, pero aún sigue dolida. ¿Qué digo? ¡Por supuesto que está dolida! ¡La chica no se acerca a hombres ni en sueños! Bueno, sí se acerca, pero para hacerles cosas malas.

- No eres estúpida -intento animarla. Pero es cierto, no lo es- Sólo fueron cosas que pasaron. Jamás te mereciste nada de eso.
- Pero me cegué. Tapé el sol con un dedo, por miedo y por el tipo que no voy a nombrar, perdí todo lo que pude tener. Tal vez no fuera mucho, pero hice cosas incorrectas.
- Un error lo comete cualquiera.
- Sí, un error, quizás dos o tres. ¿Cuántos no cometí yo?

Me quedo callada, porque no puedo discutirle eso. Cometió muchos, y tropezó con la misma piedra tantas veces que me faltan dedos en la mano para contar la cantidad. Quizás ni siquiera sé el número exacto de sus errores.

Ella nota que no voy a decir nada más, y se encoge de hombros, restando importancia al tema. A fin d cuentas, ya pasó, ya está libre de ello, y aunque no lo esté enfrentando de la manera correcta, quiere poner de su parte.

- Solamente no hagas lo que yo hice, Fabiola -me pide, volviendo su mirada hacia mí- Siempre ten los pies sobre la tierra, no importa que te mueras por volar. Es el mejor consejo que podré darte en mi vida. Por favor, hazme caso.

El sentimiento de agobio que siento por dentro, es un poco molesto. Pero sé que debo llevar a cabo lo que me dice, porque no me gustaría pasar por lo mismo. Si mí mejor amiga me está deseando ésto de corazón, es porque quiere mi seguridad y mi bienestar, nada más que eso. Así que asiento con la cabeza, y tomo una de sus manos.

- Prometo que lo haré -la aprieto-, puedo asegurarlo.
- Ni siquiera con mi hermano -recalca.
- Ni siquiera con tu hermano.

Y la conversación llega hasta ahí, porque el recreo termina y es hora de volver a los salones, a seguir estudiando, o también a seguir parloteando, porque estudiar a nadie le gusta.

 Cristal

Cuando el instituto termina, voy hacia la parada del autobús con Fabiola. Ella divisa el que me corresponde, me despido de ella y me subo. Los treinta minutos de viaje pasan volando. Ni cuenta me doy y ya tengo mis pies en el piso del interior de mi casa.

¡Estoy repuesta! Nada podrá detenerme. ¿Qué haré hoy? ¿Ver vídeos en internet toda la tarde? ¿Quizás un película? ¿Haré ejercicio? Porque me hace falta. O podría leer algún libro, cosa que es tentadora. O quizás podría ser algo como...

Oh. ¡Santa jirafa! ¿Cómo lo pude olvidar? ¡El trabajo de Artes, es para el viernes! Y yo no tengo nada hecho, ni siquiera he pensado en lo que voy a dibujar. Estoy frita. Si no lo hago y papá se entera de que me he sacado un insuficiente, me colgará viva y me dirá lo holgazana que soy. No voy a aguantar eso. ¡Prefiero morir!

Antes de ponerme a hacer cualquier cosa, bebo un poco de agua, y voy a mi habitación a quitarme el uniforme. Lo doblo, dejándolo ordenado en los pies de mi cama. Me dejo puesta una ropa cómoda, que consiste en mi pijama de polar color rosado y diseños de mariquitas. Listo eso, tomo el cartón entelado que mi padre me ha comprado para el trabajo, además de las pinturas que fui a adquirir con mi mejor amiga, y bajo al primer piso.

Tomo mi celular de la mesa y marco el número de Fabiola. Impaciente, comienzo a chocar el pie contra el suelo. Ésta mujer jamás contesta el celular. ¿Qué haré con ella? Dios.

- ¿Hola?
- ¡Fabiola! -grito- ¿Ya pensaste qué hacer en el trabajo de Artes?
- Sí, lo tengo casi listo. Por cierto, Drew me llamó a mí celular, para decirme que iremos a nadar uno de estos días, que pidiera permiso.
- Me alegro por ustedes, sólo espero que no intente ahogarte, porque en las piscinas siempre es mal intencionado -le hago saber- A mí me ponía debajo hasta que me quedaba sin aire.
- No pasará nada -se pone a reír- Ya le he dejado la condición.
- Me gusta, me gusta -sonrío satisfecha con lo que me cuenta- Pero oye, ¿Qué vas a dibujar?
- Uhm, es un secreto. Puedo mostrártelo el viernes. ¿Tú ya tienes una idea de lo que harás?
- No, estoy desecha. Papá seguro va a colgarme si se entera de que no lo hago.
- Ya se ocurriría -escucho unas voces aparte de la de ella- Tengo que ir a ayudar a mamá, hablamos luego, te quiero -y me corta.

Genial, estoy sola en éste embrollo. No sé cómo pude ganar un concurso de dibujo cuando era sólo una niña. ¿Dónde quedó mi talento? Encima debe de ser algo personal, que te haga sentir mucho. Pero no tengo ni idea de lo que podrá ser.

Los minutos empiezan a pasar. Mamá se va donde mi abuela con Alejandro, dejándome totalmente sola en casa. A Drew no lo he visto, así que debe de estar en no sé donde. Papá trabaja, y Fabiola está ocupada. Tendré que dibujar algo, lo que sea, y fingir que siento algo con él.

Cuando tengo la goma y el lápiz de mina en mis manos, lista para dibujar, tocan la puerta. Miserable de Drew, seguro es él, interrumpiéndome en mí momento de concentración máxima. Juro que le gritaré y amenazaré de hacer su vida un asco si no me ayuda con ésto.

Abro la puerta, y me sorprendo al ver a la única persona que no me esperaba ver. Seth, con sus manos en sus bolsillos, una bufanda gris oscuro y una chaqueta del mismo color, junto con una mochila, está mirándome. Parece que también tiene frío.

No digo nada, y lo dejo pasar, en lugar de decir que no está quien busca, por lo que ha venido para nada. Me vuelvo a mí lugar de trabajo, e intento volver a concentrarme. Él entra sin rechistar, y siento que se baja el cierre de su chaqueta y la tira al sofá. De pronto, me siento un poco nerviosa.

- Drew no está -rompo el silencio, con voz fuerte y segura- Si lo buscas, puedes volver más tarde, o llamarlo y preguntar dónde viene, porque no tengo idea.

Dicho eso, vuelvo a tomar mi lápiz y mi goma, Intento ignorar el hecho de que no me ha respondido, como si pasara de mí por completo. Me molesta un poco, ¿Pero qué podría decirme? Lo golpeé el otro día, debe de seguir enojado.

El nerviosismo sigue adentrándose en mí cuando siento sus pasos, acercándose. Cálmate, Cristal. ¿Por qué te pones así? Tienes que relajarte. No es nada de otro mundo. Él no es de otro mundo. No pasará nada malo.

- ¿Qué estás haciendo? -me pregunta. Yo suelto un suspiro de relajación, porque su voz no está llena de odio, o de furia. Es un tono de voz normal.
- Un trabajo -me limito a responder. Alzo la mirada, y noto que espera que diga algo más- Un trabajo de Artes, que nos han mandado hace una semana.
- Y lo haces a última hora -afirma, más para sí mismo que para mí.
- Lo he olvidado -admito- He tenido muchas cosas en mi cabeza ésta semana.
- Sí, te entiendo -suspira profundamente- Yo también.

Me niego a preguntar por qué, ya que es una de las cosas que he estado evitando de hacer hace ya muchos meses. No entrometerme tanto en la vida de alguien. Excepto en la de Fabiola, claro. A los hombres no les gusta que una chica sea tan metida.

Nos quedamos en silencio, y de pronto me siento un poco triste. La culpabilidad vuelve a mí como un golpe bajo, y de pronto me siento pequeña, cosa que odio. Yo no debo sentirme así con nadie, menos con él. Pero no puedo evitarlo. Así que decido hacer algo que pienso que me hará sentir mejor, a pesar de que seguramente luego me sentiré una tonta.

Me pongo de pie, derecha, así como él, y miro hacia mis pies. Apoyo mis manos en el respaldo de la silla en la que yo me encontraba, pero a la vez, queriendo parecer decidida.

- Lamento haberte golpeado esa noche -expreso, desde lo más profundo de mi alma, con todo mi esfuerzo- No debí actuar de esa forma -levanto la mirada un poco, y él está fijo en mí. No habla, y me pone un poco frustrada- No supe lo que hice hasta después de un rato, yo...
- Está bien, Cristal -me interrumpe, y no puedo evitar notar que me habla con cierto corazón blando, como si no quisiera ponerme mal- No hay problema con lo que pasó -me quedo en silencio ante lo que me dice, dando el tema por terminado, pero me sorprendo cuando agrega:- Lamento haberte dicho que eras una malcriada, y haberte amenazado con golpearte. Pero quiero que sepas que todo eso fue fingido.
- ¿Ah? -la confusión se apodera de mí.
- Fingí todo, Cristal. No estaba enojado, no quería golpearte, y todas las cosas que dije fueron improvisadas -se calla, pero cuando nota que no digo nada y que sigo impactada, continúa- Tenía que llegar de una forma a ti, porque tú no me dejas. Y cuando te altero, es el único modo para analizarte.
- Pero yo creí que...
- ¿Que te odiaba? -termina por mí- ¿Que pensaba que eras todo lo que te dije? ¿Y que en serio quería golpearte, y hacerte la vida miserable? Pues no, no era cierto. No soy un imbécil, ni un irrespetuoso. Lo único cierto de todo lo que dije, es que sí tengo los pantalones bien puestos, y que eres muy fresa. Además, no vas a creerme lo que he traído en modo de disculpa.
- ¿Venías a disculparte conmigo? -pregunto, ahora aún más confundida.
- Sí, no era para ver a Drew.
- Yo no tengo nada que darte, Seth, así que no esperes algo de mí -le aviso- Tampoco esperes que después de ésto voy a comportarme como ángel contigo. Solamente son disculpas.
- Sé que no vas a darme nada, no espero algo a cambio -responde como si nada. Pero yo lo hacía.

Camina hacia su mochila, que descansa en el sofá, y saca una pequeña caja cubierta en una bolsa de color blanco. La acerca a mí mesa, en donde tengo mis materiales. Quita la bolsa y abre la caja, y no puedo creer lo que veo. Lo miro y él sonríe, y yo sigo tan extrañada que no hago ningún movimiento, y tampoco sonrío. ¡Él está loco! ¿O acaso es una burla?

- ¿Quieres fresa con Chocolate? -toma el palillo que tiene las fresas atravesadas por él y que están cubiertas de chocolate provoca granos. Ah, no, el que provoca granos es él.
- ¿Estás bromeando?
- No -de un momento a otro, empieza a explotar en risas. Frunzo el ceño. ¡Sabía que no podía ser tan increíble que vienen a por mis disculpas!- Pero Cristal, fue realmente estúpido lo que me dijiste el otro día. Me dejaste desconcertado. Ésto es todo un espectáculo, cuando las vi no pude evitar comprarlas. Anda, come. Son para nosotros.

♥♥♥

¡Meeeeee meeeeeo! Porque, a ver, iba a subir capítulo anoche a las doce, pero de pronto, al releerlo antes de publicarlo, sentí que estaba incompleto, que algo le faltaba, y vaya que estoy conforme con haber hecho eso, porque el final del capítulo me ha encantado *Que se note la poca modestia*, y bueno, sé que les ha gustado a ustedes también.

Muuuuuuchas gracias a cada una de ustedes, como siempre digo, que me apoyan, que están al tanto de mi proyecto, y que no podría llevar a cabo ésto sin ustedes. Me dan motivación para seguir con esto, no me cansaré de decirlo.

Tengo la necesidad de aclarar el por qué del nombre de la historia Fresa con Chocolate, porque leí por ahí que no entendían muy bien lo de Fresa y de Chocolate, así que aquí van los significados de por qué:

Fresa = Es como una jerga en algunos países. Fresa se les dice a las personas que tienen un complejo de superioridad, de soberbia, que rechaza a personas por cómo son, y tienen una manera de hablar como si fuesen sofisticados, creyendo que todos deberían hablar como tal.

Chocolate = Cristal le dijo a Seth chocolate, porque él se comportó prepotente con ella, y de alguna manera ella lo comparó con un chocolate, por tal efecto que provoca en las personas provocando erupciones en la piel, haciendo estallar granos, molestias que a nadie le gusta tener.

Espero que haya quedado claro. Un besito a cada una de ustedes, tengan buenas tardes, abrazos grandotes para cada una. 

¡Chaaaaaao!
¡Nos vemos el viernes!


20 de febrero de 2015

Capítulo quince - Fresa con Chocolate.



Me encuentro en mi cama, recostada, leyendo un libro. Es sábado. Son las de la nueve de la noche, hora perfecta para hacerlo. La comodidad de mi habitación me hace olvidar todo lo del mundo exterior. Mamá y papá están abajo, Drew está no sé dónde, y Alejandro, obviamente, en su celular en algún lugar de la casa, y encima escondido, seguramente.

Me sobresalto cuando mi celular empieza a sonar. ¿Quién se atreve a llamarme a ésta hora? ¡Estoy concentrada en mi lectura. Más vale que sea alguien importante, porque, sea quien sea, me las va a pagar, y muy caro.

Cojo el celular de la mesita y miro la pantalla. Vaya, es Fabiola. Pensándolo bien, ella no cuenta en eso de que las pagaría sea quien sea. Porque mi mejor amiga en todo el mundo, por supuesto. Gran suerte que tiene, padece inmunidad por mi parte. La quiero tanto.

Deslizo mi dedo en la pantalla y contesto.

- Hola -saludo con simpatía.
- ¿Qué haces? -preguntó. A lo lejos se escuchaba el sonido de la radio.
- Leía. ¿Y tú?
- Veía televisión -me cuenta. Entonces no era la radio, pf- Pone el canal que nos gusta, están dando una película buena. Y además hablé con Carlota porque me llamó a mí celular para darme una invitación, y ya que no le contestaste me pidió que te informara.

Carlota es una compañera de instituto con la que nos llevamos bastante bien. Varias veces nos dedicamos a compartir en clases y en los recreos, junto con Ana y Lucía, otras dos compañeras.

- ¿De qué invitación me hablas? -curioseé, mientras afirmaba el celular con una mano y con la otra cerraba el libro, para luego dejarlo en la mesita. Tomé el control y encendí la tele, poniendo nuestro canal favorito. 
- Una pijamada que hará en su casa la próxima semana, día viernes. ¿Vas a ir?
- No lo sé. ¿Tú irás?
- Aún no pido permiso -se echa a reír- Pero dudo mucho que me lo permitan.
- Entonces hazlo y dependiendo de tu respuesta veo qué hago.
- De acuerdo. ¿Por qué no te conectas a internet y chateamos? Tengo algunas cosas que contarte. Y por aquí no me apetece.
- Bueno, tienes suerte, mi notebook está cargado -suelto unas risas.

Soy interrumpida cuando se abre la puerta de mi habitación. Es mamá, y parece algo apurada junto con un toque de ansias.

- Cristal, yo y tu padre vamos a ir un rato a la casa de tu abuela -avisa- Por favor pórtate bien, cuida a Alejandro y échale un vistazo cada cierto tiempo para ver cómo está.
- Bien.
- No tardaremos. Drew va a llegar pronto a casa, así que estarán solos por sólo unos minutos. Traten de no pelear.
- No es que Drew sea necesario en la casa, sabes.
- Hija -me reprende con la mirada. Entiendo de inmediato y ruedo los ojos- Bien, adiós.

Cierra la puerta y suelto un suspiro. Vuelvo a poner el celular en mi oreja, dispuesta a seguir la conversación con Fabiola. Nada más lo hago y ella comienza a hablar.

- Estás sola. Deberías hacer una fiesta, con muchas drogas, alcohol y todo lo que puedas comer -suelta una risa tan grande que pareciera que se burla, y no puedo evitar reír. Sabe la respuesta que le daré.
- Sabes que eso no me va -hago una mueca, aunque no pueda verme- Y lo dice la que más toma. Alcohólica, mala influencia.
- ¡Oye! -se queja- En ocasiones tomo vino. Eso cuenta.
- Sí, un vaso minúsculo que casi no se ve -digo en broma.
- Algo es algo. Eso demuestra mi rudeza. Pero ya, te dejo, y te espero para chatear. Oh, mejor por cámara, así es más entretenido.
- Muy bien, adiós -y cuelgo.

Me levanto de la cama y voy a por el notebook, que está en mi pequeño escritorio. Lo abro, pongo la contraseña y me meto internet. Nunca la apago, sólo lo hago antes de ir a dormir. Detesto esperar a que encienda y esas cosas. ¡No lo aguanto!

En un abrir y cerrar de ojos ya tengo a Fabiola en la pantalla y su rostro sonriente está frente a mí. Saludo con la mano, inocentemente.

- Mis padres tampoco están en casa -me cuenta.
- ¿Por qué?
- Fueron al supermercado a ver no sé qué cosa, la verdad es que no recuerdo.
- ¿Y qué fue lo que pasó?
- Pues... -hace una sonrisa, y ladea la cabeza- Digamos que lo mismo de siempre. La historia de mi peso, de que debería subir, y pues, esas cosas que no me gustan.
- Lo lamento -me pongo la mano en el corazón para que sepa que lo digo en serio, y ella niega con la cabeza y suelta unas risas tristes.
- Sé que lo lamentas. Pero es que me afecta mucho que me recuerden ese tipo de cosas. No soy tan delgada porque quiera, sabes. ¡Simplemente no puedo subir!
- Vamos a ver cómo le hacemos, ¿Sí? -intento tranquilizarla- No prestes atención a tus padres. Voy a ayudarte. Son cosas sin importancia. No pienses en ello.
- Está bien -suspira, y quedamos en silencio por unos segundos- ¿Y qué hiciste hoy?
- Oh, me puse a hacer unos separadores de libros con papel lustre, cinta adhesiva y tijeras. Deberías verlos. ¡Han quedado preciosos! -aplaudo con las manos, entusiasmada.
- Que modesta, Cristal -suelta unas carcajadas.
- Es que es de verdad, mira -me salgo de la pantalla y busco en el cajón de la mesita de noche. Saco los seis colores en los que los hice y vuelvo, a mostrárselos- ¿Ya ves? ¿Qué te parecen? A mi parecer, tres palabras: Maravillosamente preciosos.
- Esas fueron dos -comienza a reír fuerte- Mujer, eres muy mala contando.
- Sabes que soy pésima en matemáticas -me excuso, pasando mi mano por mi cabello, haciéndolo volar, para luego poner un mechón de pelo tras mi oreja- ¿Quieres uno?
- ¡Claro! Pero mejor tres -sonríe.
- Bueno, ¿Qué color? Tú elige, a mí me gustan todos, así que tampoco sabría.
- Me gusta el morado, el rojo y verde.
- ¿Cuál de los dos verdes? -le muestro uno en cada mano.
- El oscuro. El claro luce demasiado claro -decide.
- Dios, Fabiola. Por algo se llama verde claro. Aunque en realidad es verde limón.
- Yo lo veo verde chillón, está horrible -hace una mueca de desagrado y yo me hago la ofendida- Me refiero al color, no a que te haya quedado feo -y ríe.
- Más te vale, porque ya sabes, para mí están increíbles. Y me costó hacerlos.
- ¡Oh, no te conté algo! -grita, y me sobresalto, igual que cuando escuché su llamada al celular- Hoy supe que Darío está saliendo con una chica, y sabes, es una con características físicas parecidas a las tuyas, pero yo creo que es más para darte celos.
- Pobre de la chica. Y que estúpido por parte de Darío, haga lo que haga jamás una de sus novias me va a superar. Quiere darme celos que nunca llegarán...
- Eso es cierto. Los vi en el centro comercial. No estaban haciendo nada, pero cuando él me vio, de inmediato se tiró encima de la chica y comenzó a besarla como un animal. Supongo que quería que te enteraras por mi parte.
- Que asco. ¡Odio a los hombres así! -expreso con desagrado.
- Tú odias a todos los hombres -sonríe, alzando las cejas. No puedo evitar reír.
- Algo así.

Justo en ese momento, abren la puerta de mi habitación. Me giro extrañada, y abro los ojos lo más que puedo cuando noto que es Drew. ¡Pero no sólo él, si no que también está con Seth! ¿Quién los invitó a mi habitación?

- Con que el tal Darío quiere darte celos -comenta mi hermano, lanzándose a mi cama, seguido por el otro. Ay Dios, mi cobertor. ¡Lo van a ensuciar!
- ¿Estuviste escuchando mis conversaciones? -cuestioné, frunciendo el ceño.
- Sí -se encoge de hombros- Seth y yo nos quedamos tras la puerta desde que escuchamos el nombre Darío, hasta que entramos.
- Miserables metidos, ¿No tienen algo mejor que hacer? ¿Eh?
- No te sulfures, princesa -se mete Seth, cruzado de brazos, sentado en los pies de mi cama.
- No me llames así, mi nombre es Cristal. Además nadie te incluyó en la discusión. Ahora no me molesten, estoy hablando con Fabiola.
- ¿Es Fabiola? -pregunta Drew, evidentemente interesado.

Ambos se ponen de pie. Toman dos de los banquitos que tenía en el extremo de mi habitación y, como si yo los hubiese invitado, se ponen a mi lado y se sientan. Los miro con horror. ¡Que molestos! ¿Por qué a mí? ¿Cuando estaré en paz?

- ¡Hola Fabiola! -la saluda Drew, moviendo la manito como si fuese un niño pequeño.
- Hola -le corresponde.
- ¿Cómo estás? ¿Vas a ir a la piscina conmigo? ¿Qué día? -la atormenta con preguntas sin percatarse de lo molesto que es.
- Uhm, no lo sé. Aún no he pedido permiso -responde ella, con timidez.
- Deberías pedir. Mira, voy a darte mi número, tienes que anotarlo en un papel.
- ¿Tú crees que ella te va a llamar, inepto? -le pregunto, riéndome en su cara- ¡Que inocente! Tú tienes que llamarla para lo que tú la invitaste -ahora me giro hacia Seth- ¿Puedes creerlo? ¿Acaso tú eres igual? ¡No sé cómo las chicas pueden interesarse en ambos!
- Somos atractivos -me dice Seth, con desinterés- Eso les importa más que lo demás.
- ¡Asco! -grito- Ustedes sólo se meten con tontas sin cerebro. Agh, no me hables -pongo una mano frente a su cara por un segundo. Luego la bajo y miro a mi amiga, en la pantalla.
- Fabiola, entonces dame tu número -le pide Drew.
- Oh, claro, déjame ver cuál era -le dice ella, tomando su celular que está a su lado.
- No es necesario, yo ya lo conseguí el otro día. Sólo te lo preguntaba para ser cortés.

Los ojos de Fabiola se agrandan y yo lo miro frunciendo el ceño.

- Más te vale que no hayas revisado mis cosas.
- Tenía que hacerlo.
- ¡No, no tenías! -vuelvo a gritar- ¿Por qué no se van? ¡Déjenme tener vida privada!
- ¿Para qué? Si escuchamos bastante. Por cierto, ¿Quién es ese tal Darío? ¿Fue tu novio? -me pregunta Drew, cruzándose de brazos, protector.
- Cristal no tiene novios -responde Fabiola por mí. Le sonrío y agradezco con la mirada.
- ¿Era tu amigo con derecho, entonces? Porque por lo que pude oír, ya te cambió -se pone a reír como un desquiciado y yo intento guardar paciencia.
- Nunca en mi hermosa vida estaría con alguien como él -excuso- El tipo era igual que ustedes dos, así de poco hombres.
- Habla por Drew -Seth me lleva la contraria, frunciendo el ceño- Yo sé que tengo los pantalones bien puestos. Así que no hables si no sabes, Cristal. Callada te ves mejor.

Ante sus palabras, intento no demostrar que me ha sorprendido que me dijera eso. Digo, que me enfrentara. Porque es gracioso, éste cree que voy a tragarme el cuento de que no es poco hombre. Todos dicen lo mismo. Al menos los que he conocido. Y encima se atreve a decirme que me calle.

- Cierra tu bocota y será mejor que me respetes, ¿Entiendes? -le dejo en claro- A mí nadie me habla así, ni siquiera tú.
- Yo voy a hablarte como quiero -responde cortante.
- Seth, déjala -le ordena Fabiola seriamente. Mi cuerpo se tensa.
- ¡Sigue hablándome así y juro que te echo de mi casa!
- No vas a venir tú a ponerme reglas -vuelve a enfrentarme.
- Estoy hablando en serio, Seth. ¡Déjala, no sabes lo que estás haciendo! -vuelve a insistir mi amiga, pero mi furia ya está hasta el tope. No voy a permitir que él me haga esto.
- No, Fabiola. Cristal está pasándose -le dice él, y luego vuelve a mirarme- Estoy harto, no porque seas la reina suprema vas a poder decirme lo que se te antoje. ¿Estamos, malcriada?

Y eso fue la gota que rebasó el vaso. Mi respiración se vuelve agitada de una manera inmediata. Sin esperar ni un segundo más, levanto mi brazo y estampo mi mano contra su cara con toda la fuerza que tengo. Siento que mi garganta se cierra, y siento que todos me están mirando en silencio, impresionados, porque sólo tengo mi mirada fija en Seth. Su cabeza, que quedó hacia un lado por el impacto, se gira y sé que está furioso. Desvío mi mirada hacia la pantalla, para ver a Fabiola, y ella está con una mano en su boca, y su mirada no muestra otra cosa que dolor. Por último Drew, que está con la boca un poco abierta, y no reacciona.

- Fabiola, yo... -me aclaro la garganta- Ya me voy. Puedes quedarte a hablar un rato con ellos si quieres. Buenas noches.

Dicho eso, me levanto de mi asiento y salgo de mi habitación. Me adentro en el baño, e intento calmarme. Abro la llave y lavo mi cara con toda el agua que puedo. Dios, ¿Qué he hecho? ¿Qué me está sucediendo? ¿Soy yo, en realidad? ¿Esto es lo que ha estado logrando mi dolor?

Me seco el rostro, salgo del baño y me voy hacia las escaleras. Llego a la cocina y cojo un vaso limpio, para luego llenarlo de agua y tomarla como si no hubiese un mañana. Vuelvo a llenar el vaso, y me siento en la mesa, a intentar no pensar en nada más. Estoy enojada. Pero lo que más me enoja, es que Seth tenga razón. Estoy pasándome.

No sé cuantos minutos pasan. Al momento en que me sumerjo en mis pensamientos, pierdo toda conexión con la realidad, por lo que cuando noto que hay una persona dentro de la cocina, me asusto de un salto y doy un grito ahogado.

Seth está mirándome fijamente. Su ceño fruncido y su rostro ligeramente rojo, me dice que sigue furioso. Lo ignoro con la mirada, como si me diera igual, y tomo un sorbo de agua. Aclaro mi garganta, y miro mis uñas. Les hace falta una nueva capa de barniz, ¿Cómo no me di cuenta antes? Es hora de cambiar el color. Éste ya me aburrió.

- ¿Por qué me golpeaste? -me pregunta. Su voz está más oscura que nunca.
- No te golpeé -me defiendo- Sólo fue una bofetada.
- ¡Tu maldita bofetada me tiene cabreado! -alza la voz- Está bien que seas como seas, pero no te da derecho a ir y golpearme como si tuvieras poder sobre mí.
- Cállate, Seth -lo fulmino con la mirada- Tú me provocaste. Y si estuviera bien para ti que yo sea como soy, no me abrías dicho malcriada, ni las otras cosas, y nunca abría pasado lo demás.
- ¿Así que porque te provoqué vas a creerte mi madre o mi padre y vas a hacerme entender como si fuera un pendejo? ¿Fue eso un castigo?
- No, pero Fabiola te advirtió que pararas. ¡Te lo advirtió! -le grito- ¡Si ella te dice algo sobre mí, es porque tienes que hacerle caso!
- Si crees que voy a darte el gusto de hacerte sentir bien tratándome mal, así como lo hiciste con el imbécil del otro día -comienza a acercarse a mí, y de pronto siento un poco de miedo-, estás equivocada.
- Sólo hazle caso a Fabiola para la próxima, ¿Bien? -es lo único que me limito a decir- Y asunto acabado. No quiero hablar más.
- Me importa una mierda que no quieras hablar más -escupe, y sus ojos ahora muestran odio, y es como si se pusieran más oscuros. Comienzo a sentir mi respiración irregular, y todo se vuelve peor cuando comienza a acercarse a mí de nuevo- No he tenido un buen día, y tú acabas de ponerlo aún peor ¿Qué pasa si ahora me provocas tú? ¿Vas a aceptar mi golpe en tu cuerpo con gusto? -me paro de la silla, con más miedo que antes y retrocedo hasta la pared. Dios, ayúdame.
- Aléjate de mí -ordeno- No te atrevas a hacerme daño.
- Entonces tú deja de comportarte así.
- Si fueras tan hombre como dices, no estarías amenazándome con golpearme -suelto, como último recurso de lograr que no siga acercándose a mí. Aún está lo bastante lejos, pero sirve.

Gracias al cielo, mi intento funciona. Porque Seth se queda de pie, y no sigue avanzando. Intento que no se note un suspiro que dejo salir. Mi cuerpo tiembla. Él es un loco. No tiene respeto por una mujer. ¡Me amenazó!

Toma una silla de la mesa y se sienta en ella con brusquedad. Mi corazón, que está lo suficientemente agitado, no quiere volver a la normalidad. Queriendo escapar, tomo mi vaso de agua, y me preparo para salir de la cocina.

- No sé por qué ocupo mi tiempo pidiéndote que te comportes -habla de repente, impidiendo que pase por su lado y que me vaya. Suelta una carcajada irónica- No eres más que una fresa.
- ¿Cómo me llamaste? -pregunto, queriendo que se retracte.
- Fresa. ¡No eres más que una fresa! Creída, egocéntrica, hueca... ¡Toda esa mierda! Si crees que es linda una mujer así, no tienes ni idea de nada. Ni idea de nada, Cristal.
- Oh, bien. ¡Pues entonces me encanta ser una fresa! Mejor que ser una cualquiera con las que están tú y el mugriento de mi hermano. Y si yo soy una fresa, tú eres un chocolate. ¡Un asqueroso chocolate!
- ¿Asqueroso? -alza una ceja, y vuelve a reír con ironía- Un chocolate. Vaya insulto.
- ¡Sí, un chocolate! ¡Que haces que me salgan granos de la molestia que provoca tu presencia y tu voz en mí! -dejo de gritar y me quedo en silencio. Seth ahora ya no ríe. Está con el ceño fruncido- No vuelvas a hablarme.

Corro hacia la salida de la cocina, y salgo de la casa. Me voy hacia la piscina que está en el patio trasero y me siento en una banca que está a un lado. Necesitaba aire fresco. Detesto lo que ha pasado. De verdad que lo hago. Y lo que más me enoja, es que Seth tenga razón: Me he pasado.

♥♥♥

Bueno, ¡Hola! Supongo que ahora se les aclaró la duda de por qué le puse así a la novela. Es algo muy tonto, lo sé, pero me gusta bastante. No me arrepiento de haber puesto éste nombre. ¿A ustedes qué les pareció?

Muchas gracias por todos sus comentarios, son las mejores. Estaré subiendo el Martes de nuevo. Quizás, sólo quizás, suba el domingo otro capítulo, pero aún no lo sé. No prometo nada. Como que no me agrada mucho esto de subir sólo dos veces a la semana. Repito: No prometo nada. ¡Un beso, y buenas noches o buenos días dependiendo de cuándo lo han leído! Posdata: Lamento si está mal narrado o tiene alguna falta, pero no he tenido ganas de releerlo. 


17 de febrero de 2015

Capítulo catorce - Fresa con Chocolate.



Estoy en clase, y es viernes. En la sexta de ocho horas diarias de instituto, y no puedo sentirme más sofocada. Estas dos últimas semanas han sido un problema. Creí que la semana de la piscina iba a ser relajada, ya que días antes terminaron todos los deberes en exceso, pero después todo se volvió incluso peor. Hace frío, estoy tratando de que Fabiola no se quede dormida, ya que anoche no pudo dormir bien, y encima nos están mandando un trabajo de Artes. Porque sí, estoy en la clase de Artes. ¡Menos mal que ya empieza el fin de semana!

- Y bueno, alumnos -comienza a hablar la profesora- Como les decía, el próximo viernes van a tener que traer un trabajo ya terminado, es decir que será para llevarlo a cabo en casa. La razón de esto es que el Director obliga a que pongamos una última nota éste mes, que será directo al libro. 

La maestra de ésta clase me agrada bastante. Es muy relajada, agradable, y tranquila. En pocas palabras, es como la maestra de ensueño. Tiene un aire hippie, y luce bonita. Dice que todo en el mundo es Arte. ¡Siempre me recuerda a Drew, porque es lo que él dice!

- Los materiales que usarán serán: pintura, no temperas. Lápiz de mina, goma, pinceles, y nada más que eso -informa- Quiero que lo que dibujen sea creado por ustedes, puede ser lo que quieran. Pero nada de dibujos animados, o frases de bandas musicales, ni insignias de ello tampoco. Exijo algo que los identifique más que eso, que los haga sentir un sentimiento profundo, personal, pero más allá de eso, que sea propio. Que nadie más pueda leerlo y analizarlo tan bien como ustedes.

Bueno, eso sí es tierno. Y significativo. Pero no sé qué es lo que dibujaré. ¡Una cosa más encima de mi preciada cabeza! ¿Cuándo acabará mi infierno? Porque no soy buena en Artes, creo. ¡Para nada! Quizás pueda dibujar algo bonito, pero pintando no salvo a nadie.

- ¿Qué vas a dibujar? -siento la voz de Fabiola, que está sentada a mi lado. La miro, y está refregando sus ojos con sus manos.
- Eso me estaba preguntando -suspiro- No tengo ni la más mínima idea.
- A mí me entusiasma, ya sabes que me gusta dibujar -sonríe de oreja a oreja- Sólo espero que no nos hagan decir el significado de nuestro trabajo en voz alta. Odio eso.
- Yo también. Si es personal que se quede personal -le digo, conforme con sus palabras.
- No voy a pedir que expliquen el trabajo -nos habla la maestra, tomándonos por sorpresa. No me di cuenta de que estaba pasando por nuestro lado. Está sonriendo- Así que pueden estar tranquilas. Cada uno debe sentir el Arte de otra persona a su manera.

Asentimos sonrientes, agradecidas de la decisión de ella. Ojalas todos los profesores pensaran así. Nada más uno hace algo y piden que lo gritemos a los cuatro vientos, ya sea para demostrar lo maravilloso que ha sido lo que hemos hecho, o lo malo y patético que es.

- Yo pienso que deberíamos ir a comprar los materiales pronto -propone mi amiga, mientras caminamos a la parada, para ir a nuestras respectivas casas- No sé, tal vez después de almorzar. Es viernes, tenemos tiempo libre.
- Eso estaría bien -le digo- ¿Entonces vamos hoy? Si quieres luego podemos ir a mi casa y ver una película. Así te quedas a la hora del té.
- ¡Claro! -acepta- Tengo que pedir permiso a mamá, ya sabes como es. Oh, mira -señala con el dedo hacia la calle- Ahí viene tu autobús.

No me esfuerzo en mirar si es o no el que me corresponde, porque confío en lo que me dice y en parte porque no alcanzo a distinguirlo. Aún está lejos para mi capacidad visual. Así la beso en la mejilla y me despido con la mano cuando ya está detenido frente a mí.

- A las cuatro en Sissy's. Pasaremos a comer un helado y de paso vamos por los materiales -le digo entusiasmada, y ella asiente con la cabeza, con mi mismo humor.

Me meto al transporte, pago mi pasaje y voy directo al último asiento. Saco mi celular de la mochila, conecto los audífonos y me pongo a escuchar música. El trayecto se pasa rápido. Los treinta minutos parecían haberse reducido. Eso es lo que pasa cuando te gusta tener algo bueno que oír, y encima te gusta viajar. ¡Son de mis cosas favoritas!

Llego a casa y ya todos están sentados en la mesa, con los platos servidos, esperándome. Me encantan los viernes, es el único día en que pasa esto.

- Hola -saludo, y me siento al lado de Drew. Puré de patatas con carne. ¡Rico!
- Hola, hija -me corresponden mamá y papá al unisono.
- Han hecho puré, ¿No es delicioso? -me pregunta Alejandro, con una felicidad tan notoria que mira al techo, como si fuese un milagro.
- No es gran cosa, pendejo -le dice Drew- Mamá hace puré una vez a la semana, sin excepciones. Ni que no hubieras comido nunca.
- Drew, no le digas pendejo a tu hermano -le reprende mamá.
- Entonces pendex, como suelo hacerlo -propone.
- Así está mejor -le permite papá.
- ¿Hola? -me hago escuchar- Saben que significa lo mismo, ¿Cierto?
- Sí, pero así no suena feo para ellos -me aclara Drew. Yo ruedo los ojos.

Decido ignorar y comienzo a comer mi comida. Alejandro tenía razón, está deliciosa. Me siento animada, ni siquiera tengo deseos de discutir con alguien. ¡Todo es perfecto! Siento que nada podrá arruinar mi día. Ni siquiera los más molestos del planeta: Mis hermanos.

Luego de comer bastante por unos minutos, hago una pausa y recuerdo en lo que he quedado con Fabiola. Yo nunca tengo dinero a la mano, porque no me dan mesada. Así que tengo que prepararme para pedir un poco.

- Papá, dame dinero -exijo.
- Claro, hija linda, cómo negarse a tu por favor -dice con sarcasmo haciendo una sonrisa torcida. Yo suspiro e intento no soltar una carcajada.
- Dame dinero, por favor -recalco el por favor y él me mira.
- ¿Para qué?
- Hoy debo ir a comprar pinturas para hacer un trabajo de Artes, así que quedé en ir con Fabiola y así ella podría venir a tomar el té con noso...
- ¿Tú haciendo Arte? -me interrumpe Drew, explotando en carcajadas- Eso sí es nuevo.
- No lo hago porque quiero, tonto -lo fulmino con la mirada- Es por una calificación al libro.
- En ese caso, creo que estaría bien que tu padre te de dinero -acepta mamá, y yo le sonrío en señal de agradecimiento.
- Créeme, sacarás un cero con o sin la pintura -comenta Drew.
- Cállate -le ordeno, ya un poco irritada. Me sentía bien y él comienza a arruinarlo.

Terminamos de almorzar, y luego me voy a duchar. Cuando termino, voy a mi habitación y comienzo a prepararme para llegar a Sissy's a las cuatro. No tenía ganas de llegar tarde. Además, se me antojaba el helado de la amistad.

Papá me da el dinero antes de irme, y me dirijo hacia el lugar de encuentro. Nada más llego, me voy a la misma mesa de siempre. Fabiola ya estaba ahí. La saludo, ella me pasa su dinero y voy a hacer nuestro usual pedido. No se demoran más de cinco minutos y regreso a la mesa, sentándome en el asiento libre.

- Helado de menta con trozos de oreo y salsa de chocolate para ti -le digo, extendiéndolo hacia ella. Lo toma y me regala una sonrisa grande, ansiosa por comerlo- Y helado de menta con trozos de frutilla y salsa de frutilla para mí.
- Gracias -agradece. Toma su cuchara y se echa un poco a su boca. Lo ingiere y me mira- Hace bastante tiempo que no veníamos. Se me antojaba uno de estos.
- A mi también, precisamente por eso llegamos a la hora justa, al parecer -comento riendo.
- Es que con estas delicias es imposible. Por cierto, ¿Qué almorzaste?
- Puré de patatas con carne, ¿Y tú?
- Caigua rellena -expresa, haciendo una mueca de asco. No puedo evitar soltar carcajadas- ¡No te rías! Sabes que detesto comer eso.
- No sé por qué no te gusta, se ve delicioso -sincero.
- Eso es porque no lo pruebas aún, Cristal. Un día que mi mamá vuelva a cocinar eso, irás a mi casa a probarlo -me invita.
- Sería genial. Porque ya sabes, ¡Mi madre no varía! -me quejo en voz alta- Los lunes legumbres, los martes suelen ser espaguetis con salsa, los miércoles la mayoría del tiempo es estofado, los jueves seguro hay cazuela -hago la misma mueca de asco que hizo ella, y se ríe-, después los viernes hace alguna otra cosa variada, pero hoy ha hecho puré y eso que puré toca los sábados. ¡Los domingos son el único día en que hay la maravilla!
- ¿Arroz con pollo al horno, ensalada de papas con mayonesa y tomate con cebolla? -pregunta, alzando una ceja sonriendo, segura de lo que dice.
- ¡Sí! -exclamo con ganas, retorciéndome por querer comer eso- Ese almuerzo, lo mejor.

El resto del tiempo nos dedicamos a terminar nuestro helado, y no tardamos casi nada en hacerlo. Luego de reposar, nos levantamos y vamos a alguna tienda económica en donde vendan artículos escolares. Elegimos las más bonitas y buenas, que estén al alcance de nuestro bolsillo, claro. Ambas compramos de la misma y satisfechas salimos de ahí.

- ¿Ya pensaste qué vas a dibujar? -me pregunta mi más mejor amiga en todo el mundo.
- No -respondo paciente- Tengo todo el resto de los días para pensarlo. ¿Y tú?
- Tampoco sé todavía. Pero ya se me ocurrirá algo -explica- O tal vez sí. Tengo una pequeña idea, pero te la diré cuando esté confirmada.
- Me parece bien -le sonrío- Ya quiero saber lo que es.

Nos vamos caminando del centro hacia mi casa. Como no queda tan lejos, es bueno hacerlo de vez en cuando. Además es saludable.

Nos la pasamos riendo y contando cosas que nos ocurrieron cuando pequeñas. Ella casi se desmaya de la risa cuando recordé y decidí contarle del día en que me caí en la pileta de gansos de mi abuela, que por cierto, estaba llena de caca. ¡Santa virgen! ¡Casi me morí! ¡Fue AS-QUE-RO-SO!

- No puedo creer que te haya pasado eso, con razón hueles tan mal.
- ¡Oye! -la regaño con la mirada, pero sin poder evitar reír- Me duché bien y el olor ya se fue. Pasó hace años, por favor.
- Quizás te queda un olor -se acerca e intenta olerme.
- Ya basta, no es gracioso -le pido.
- Sabes que te quiero así de fétida -me abraza, ruedo los ojos pero se lo correspondo. No sé qué haría sin sus burlas y sin su cariño.

Nos vamos acercando a mi calle, y lo primero que noto, es la joya de auto negro que no veía hace días. Frunzo el ceño sin poder evitarlo. ¿Ya está en casa? ¿Quién lo invitó? Que pregunta más sin sentido, obvio que fue Drew. No he visto a Seth desde ese día en la piscina. Sólo espero que no intente acercarse más a mí de nuevo. ¡No lo soportaría!

- Vaya, no soy la única que ha decidido venir hoy -habla Fabiola, sacándome de mis pensamientos, mientras seguimos caminando.
- Al parecer no. Tú no me molestas -le aclaro-, pero él sí.
- ¿Te ha hecho algo malo?
- No -confieso, mirando al suelo- Pero ese día en la piscina, fue tan raro...
- ¿A qué te refieres?
- Tú sabes que no me gusta que ningún hombre me toque, amiga. Sabes que tampoco quiero que se me acerquen, a menos que sea para decirles algún insulto después -ella asiente con la cabeza, escuchándome atentamente- Pero ese día cuando me tocó, me sentí eufórica. Pero luego cuando tú y Drew se salieron de la piscina y me dejaron sola con él, me dijo que... Que lo había hecho bien -vuelvo a observar a Fabiola, y ella tenía una expresión confusa. Desvío la mirada y sigo hablando- Que nuestro roce había sido un paso más para mí. Que no tenía de qué temer -hago una pausa, y suelto un gran suspiro- Por último, dijo que sólo quería ser mi amigo.

Fabiola se queda en silencio por unos segundos, sin quitar la expresión. De pronto me entra la sensación de que está impresionada, tanto como yo. Como en un estado de shock.

- ¿Cómo no me contaste antes? -cuestiona- Estoy enojada.
- No estás enojada -me río.
- Pero podría estarlo, amiga -me dice- ¿Tienes idea de lo que quiso decirte?
- No. No sé a lo que se refería, es todo muy complicado, y...
- No es complicado, Cristal -me interrumpe- Por el amor de Dios, él ha averiguado cosas de ti sólo mirándote. Una de dos, o se refería a que hiciste bien en esforzarte por intentar nadar, o que estuviste bien dando un paso más cuando él te tocó. Sabe que es un problema para ti, lo presiento. Y también presiento que, no sé, que hay algo que él intenta.
- Pero no puedo dejar que él lo sepa -le digo- Voy a seguir negando lo que pasa. Jamás voy a admitir alguna debilidad que yo tenga en frente de él, y sabes por qué.
- Deberías dejar que él sea tu amigo. Lo ha dejado claro. No quiere más que eso.
- Los amigos hombres no existen para mí. Menos él. Me pone los pelos de punta -expreso con nervios, y me dispongo a abrir la puerta de entrada al jardín de la casa.

Nada más entramos, todos están sentados en los sofás, conversando felices. Menos Alejandro, claro, porque de seguro está acostado viendo vídeos en su mugroso celular. ¡Es un rata! Que salga de su madriguera o lo que sea alguna vez en su vida. ¡No tiene gracia ser como él! Que un Dios lo ayude.

- Ya llegué -aviso, como si fuera lo más obvio- Hola a todos.
- ¡Hola! -saluda Fabiola a mamá de un beso, y también a papá. Incluso a Drew y a Seth. Ella sí es educada. Debería de aprender de ella, lástima que no puedo.
- ¿Cómo les fue? -pregunta papá.
- Bien, compramos las pinturas y los pinceles -le cuento- Te sobró un poco de dinero, nada más que unas cinco monedas. Descuida, ya me las quedé -sonrío satisfecha.
- Vaya, te regalé algo y ni cuenta me di -dice él.
- Ese dibujo les va a quedar terrible -comenta Drew, de la nada. Lo asesino con la mirada de inmediato. Nada más acabamos de llegar y ya quiere arruinarnos la tarde, ¡Él es imposible!
- Drew, no seas malo con las chicas -le pide mamá, frunciendo el ceño.
- ¡Pero es que es la verdad! -insiste- No saben dibujar.
- Para que lo sepas, Fabiola es muy buena dibujando. Dibuja por diversión todo el tiempo. Me muestra sus dibujos, sus maquetas, y demás -le cuento orgullosa. Drew abre la boca, sin poder creerlo.
- ¿Es eso cierto? -le pregunta a ella para verificar, mirándola.
- Sí. Siempre lo hago -reconoce algo tímida- Me gusta mucho hacerlo.

Al parecer Drew no se lo esperaba, porque sigue con un aire de no poder creerlo. Alguien tenía que saber los dotes de mi mejor amiga. Hay muchas cosas geniales de ella, muchos talentos que nadie conoce, pero que deberían de ser mostrados.

- Las dos chicas son muy buenas -dice mi padre- Bueno, Cristal lo era, no sé ahora. Ella sacó el tercer lugar en un concurso de dibujo cuando tenía apenas siete años.
- Papá, no cuentes eso -me apresuro a impedirlo.
- ¿Por qué? -pregunta confundido- ¡Tienen que saber lo que mi hija logró!
- No me gusta -sincero- Era pequeña, no quiero hablar sobre eso.
- Yo pienso que fue pura suerte que Cristal sacara un lugar en ese concurso -se mete Drew, poniéndome en una posición aún peor.
- Estás celoso porque tú no sacaste un lugar -le dice Fabiola riendo.

Me uno a sus risas. No me esperaba eso. Drew se quedó callado, con el ceño fruncido. ¡Se lo merece, le pasa por idiota! Mamá y papá empezaron a burlarse de él también, mientras que el espécimen de Seth le daba palmadas en el hombro, en señal de apoyo. ¿Podría ser más tonto? Agh. ¡Me cae tan mal! No sé ni por qué lo aceptan en la casa.

El resto de la tarde pasó rápido. Con Fabiola vimos una película, comimos unas frutas, y luego tomamos el té con mi familia. Fue todo muy bonito, y afortunadamente, no hubo ningún otro problema en el transcurso de nuestro viernes. ¡Al fin un día agradable!

♥♥♥

¡Buenas! ¿Cómo han estado? Yo espero que bien, porque yo sí lo estoy. Quiero decirles que me encanta que les guste tanto la novela. Agradezco a quienes no me han dejado de leer, porque varias lo han hecho por el desagrado que le tienen a Cristal, o porque ésta novela no les gusta tanto como las otras. Así que un montón de besos y abrazos. 

Por cierto, les diré algo. En dos semanas voy a irme de viaje por unos días de otro lado del país, y pensé en tal vez hacer una maratón. Por ejemplo, subiría un día martes. Si los comentarios llegan a +5 en un sólo día, subiría el siguiente de inmediato al llegar a esa cantidad, y así sucesivamente. En total, subiría cuatro capítulos en la semana, si comentan lo necesario. ¿Les parece? No sé si me han entendido, díganme en los comentarios. Y también si les gustaría que lo hiciera. Pero no sé la fecha aún. Avisaré, de todos modos.

Las invito a mí nuevo blog: www.hogarnocturno.blogspot.com
No esperen novela ahí. Solamente son sentimientos profundos que desarrollo.

Bueno, es todo. Espero que lo hayan disfrutado, que les guste, que se hayan antojado de comer helado JAJAJAJ y demás. Muy buenas noches si lo están leyendo ahora en la noche, y buenos días si lo están leyendo en el día. ¡Adiós! ¡Nos vemos el Viernes!

15 de febrero de 2015

Capítulo trece - Fresa con Chocolate.



Después de unos cuantos minutos decidiendo qué era lo que queríamos hacer, quedamos en intentar aprender a nadar. Yo no sé hacerlo, me ahogo de inmediato. Pero Fabiola es mejor que yo. No tanto, pero comparada conmigo, ella podría ser la diosa suprema.

- Tienes que recostarte en mis brazos, patalear y manotear como te indiqué, no debes parar, ¿Entiendes? -me dice ella. Yo asiento con la cabeza.
- Sí, no dejar de mover mis extremidades, lo entiendo -respondo nerviosa- ¡Pero voy a morir! Dios, ya no quiero hacer esto.
- No morirás, Cristal -suelta unas risas- Te sacaré antes de que mueras. Tú solo tienes que relajarte o ni siquiera podrás flotar.
- Amiga, ¿Estás hablando en serio? -me cruzo de brazos- ¡Si ni siquiera sé hundirme sin taparme la nariz! Se me entra toda el agua.
- Ya, pero tienes que esforzarte. Eres capaz. ¡Vamos!

Ella no se cansará hasta que le diga que sí. Lo de no poder hundirme sin taparme la nariz me parece una molestia. ¡Esa fue una de las razones por la cual me enojé cuando me hundieron hace un rato! No quise decirle a nadie, pero creo que inhalé un litro de agua. ¡La sensación es horrorosa!

Me recuesto en los brazos de Fabiola, quedando con mi cabeza fuera del agua y mi cuerpo dentro. Era una posición extraña. Fabiola se esforzaba por mantenerme a flote. No es que sea muy fácil tener todo el peso de una persona en una forma incómoda. Pero bueno, ella insistió.

- ¡Tienes que moverte! -me recuerda, y entonces comienzo a hacerlo. El intento es fatal porque comienzo a gritar en cuanto mi nariz toca el agua.
- ¡Amiga, no puedo! -chillo- ¡No logro flotar!
- Cristal, lo estás haciendo mal. ¡Más rápido! -exige, y hago lo que me pide pero soy tan mala que mi cuerpo se cansa al instante y comienzo a reducir la velocidad.
- ¡No, no puedo, me rindo! ¡Aahh! -me quejo cuando respiro y un montón de agua se me va hacia la boca y la trago- ¡Sabe a cloro!

Me salgo de los brazos de mi amiga y me pongo de pie como puedo, respirando con dificultad. De pronto siento un montón de risas tras de nosotras, y nos giramos. Seth y Drew lloran de la risa por mi momento dramático, que por cierto, fue un desperdicio total. Sin embargo, aunque me cueste, decido ignorar sus risas.

- Mejor muéstrame cómo lo haces tú, e intentaré hacerlo lo mejor posible -le digo.
- Bien -acepta Fabiola- Lo haré, pero tienes que poner atención.

Pone su cuerpo por debajo del agua y de pronto sale a flote. Intenta mantener con dificultad su cabeza algo afuera para poder respirar, nadando así como perrito, cosa que quería aprender yo hace unos segundos. Logra avanzar un metro y luego para. Acto seguido se pone de pie.

- No está nada mal, pero podrías mejorar -sincero.
- Sigo siendo mejor que tú.
- Bueno, sí -reconozco soltando risas, y ella ríe.
- Vamos a ver, chiquillas tontas -se mete Drew, de la nada, en nuestra conversación de chicas- El más maravilloso profesor de nado sincronizado, es decir yo -aclara, apuntándose con su dedo índice-, va a salvarlas de lo patéticas que se ven haciendo la cosa esa que sea que hagan.
- Nadie pidió tu ayuda, Drew -le recuerdo- Tú solo vuelve a tu lado de hombres.

Dicho eso, me empuja con fuerza a un lado sin que pueda hacer nada y se pone al lado de Fabiola. Miro a Seth, que también está acercándose a nosotros y mira la escena de mi hermano, con un aire divertido. No puedo evitar girar los ojos.

Fabiola

El sentir a Drew tan cerca de mí, de pronto me hace sentir nerviosa, y quizá hasta un poco incómoda. Sé que puede ser grosero, pero nadie le pidió que nos enseñara. Pero sinceramente, tengo grandes ganas de aprender a nadar bien pronto. Aunque una de mis ventajas es que puedo aguantar mucho tiempo sin respirar sin problemas.

- Vamos al extremo de la piscina -me dice Drew, creyéndose todo un instructor o jefe.

Sin esperar a que yo le responda, va hacia donde me indicó. Miro a Cristal, que está con el ceño fruncido, y se encoge de hombros. Sonrío divertida por su comportamiento. Pero decido hacer caso a Drew, solamente porque en serio quiero esto. Así que camino hacia donde él, y me pongo a un lado, a una distancia considerable.

- Solamente tienes que tirarte al agua e intentar avanzar, ¿Estás captando? -me pregunta, alzando una ceja. Luce serio, y es como que comienzo a creer que no está intentando hacer ninguna broma o inventar algo sólo para que me vea ridícula.
- ¿Eso no más? -pregunto dudosa.
- Sí. Tienes que hacerlo moviendo los brazos -dirige su mirada hacia donde están Cristal y Seth, uno al lado del otro, observando con atención- Ustedes dos también deberían memorizar lo que nosotros dos vamos a hacer para que no se ahoguen si un día viajan en un barco y éste se hunde.
- No tengo problemas con ello -dice Seth- Soy un buen nadador.
- Entonces va para ti, Cristal -dice Drew, riendo sólo para molestarla.
- No veo el problema si un barco se hunde. Siempre están los chalecos salvavidas -se excusa ella, haciendo una mueca, y agrega:- Además tengo ventaja, siempre mujeres y niños primero. Ustedes son lo que se van a ahogar.

Suelto carcajadas incontenibles, porque lo que dice es completamente cierto. Drew me mira con el ceño fruncido, creyendo que eso me hará dejar de reír, pero aún así no puedo parar. Cristal se une a mi risa.

- Ya, ya, si ya terminaron de reír como unas hienas locas, deberíamos aprender a hacer esta cosa ya -interrumpe Drew- Después de todo será una ayuda para ustedes.

Decido callarme y me aclaro la garganta. Drew se pone en una posición para lanzarse, por lo que yo intento hacer lo mismo. Se siente un poco raro hacer todo esto con su ayuda. Nunca habíamos hablado más de un saludo.

- A la cuenta de tres, te lanzas conmigo e intentas nadar hasta el otro extremo -indica, y yo asiento con la cabeza.

Uno, dos, tres... Y me lanzo. Trato de mover los brazos y piernas lo mejor que puedo, pero me cuesta lograr sacar la cabeza un momento para respirar, y eso es lo que yo quiero lograr, porque lo demás siento que lo hago como se debe. Pero festejo cuando llevo al extremo debido y salgo a la superficie.

- ¡Lo hiciste! -grita Cristal, feliz por mi logro- ¡Eres toda una profesional!
- No es una profesional -Seth le lleva la contraria- Sólo lo logró.
- ¿Es una mosca la que habla? -se pregunta Cristal, poniendo una mano en su oído- Porque yo no te he preguntado nada, bocón.

Parece que Seth va a decirle algo, pero luego deja su boca abierta sin decir nada, la cierra y se queda callado. Aguanto mis risas, porque es sorprendente que alguien se detenga a meditar sólo para no discutir con ella, tragándose todo el orgullo. Eso no es lo normal.

- Estuviste bien -me dice Drew- No tanto como yo, pero aún así.
- Gracias.
- ¿Alguna vez en tu vida hiciste natación?
- Sí. Bueno, por la escuela a la que iba -le cuento- Nos obligaban.
- Con razón. Porque te mueves bien. No entiendo como una chica tan pequeña y frágil puede haberlo hecho. No se te nota.
- Uhm. El que no lo demuestre físicamente no quiere decir que no lo haya hecho.
- Ya veo. Estoy impresionado -sonríe satisfecho- ¿Te parecería venir a nadar conmigo a la piscina del centro algún día?

Me quedo estupefacta. Primero que nada, está teniendo buenos modales y segundo, me está invitando a ir a nadar con él. ¿Está pasando algo de lo que no me he enterado? ¿Drew está siendo agradable conmigo? Cristal me dijo que jamás era así con alguna de sus anteriores amigas.

- Oh, pues, yo... -trago saliva, aún en otra dimensión- De acuerdo.
- Bien. Porque debe de gustarte nadar, ¿Verdad?
- Me encanta, lo adoro en sí.
- ¡Pues ya estamos! -exclama entusiasmado- No puedo creerlo.
- ¿No puedes creer qué?
- Eres la primera chica que acepta ir a nadar conmigo.

Me quedo callada, porque no sé qué decir. Miro a Cristal, y está prácticamente con la boca abierta. No sé si es porque he aceptado la invitación o por el actuar de Drew. Seth, por otro lado, está sonriendo de oreja a oreja.

- Vaya, hermano -Seth comienza a hablar- Por fin encontraste a una chica que comparta ese afán tuyo. No lo desperdicies.
- No lo haré -responde Drew, casi con la misma sonrisa.
- ¿¡Alguien puede explicarme qué es lo que sucede aquí!? -grita Cristal, tan fuerte que Drew llega a hacer una mueca. Yo sonrío un poco- ¿Desde cuándo te gusta nadar?
- Desde que me he ido en las vacaciones de éste año a la casa de nuestra tía -nos cuenta.
- ¿Y por qué pasó eso? -vuelve a preguntar ella.
- ¿Qué coño te importa a ti? -comienzan a responderse mal.
- Tienes razón, no me importa -Cristal se cruza de brazos.
- ¿Vas a querer hacer lo que hice yo con Fabiola? -le pregunta Drew, dejando de lado la pequeña discusión- Dilo.
- No. Pensándolo bien, no quiero -responde.
- Vamos, Cristal, tú puedes -la animo, y ella me mira algo dudosa- Con el tiempo te irá saliendo bien. No es la gran cosa que no puedas todavía.
Mantiene su mirada fija en la mía por un momento. Luego suspira, y mira hacia el agua. Sé que es un poco difícil para ella. Hacer algo que no le entusiasma mucho, que no sabe hacer, y encima en frente de muchas personas no es su fuerte. Termina encogiéndose de hombros, sin una expresión de ansias en su rostro y voz.
- Está bien -responde- Voy a intentarlo.
- Vas a ver que vas a mejorar -le digo, intentando hacerla sentir mejor. Y parece que lo logro, porque sonríe y asiente con la cabeza.
- Te toca hacerlo con Seth -dice Drew, y Cristal abre los ojos como plato.
- Pero creí que era contigo.
- Será con Seth, porque yo ya tengo mi pareja de natación -le dice.

Al parecer Drew se está tomando muy a pecho lo de la natación. Pero por alguna razón no me molesta. A mí también me agrada tener a alguien que quiera hacer conmigo algo que me gusta. Nunca lo he hecho con un chico.

Cristal mira a Seth algo nerviosa, y él sólo se limita a asentir, como diciéndole que está bien. Ambos se acercan al extremo, y Cristal se aleja más de lo debido de él. Sus expresiones en su rostro muestran inseguridad, pero nadie más parece darse cuenta. Yo obvio no digo nada.

Cuando Drew se pone a contar y llega al número tres, ambos se lanzan al agua y comienzan a nadar. Digo, Seth lo hace. Pero como Cristal no sabe hacerlo, se termina poniendo de pie al llegar a duras penas a la mitad de la piscina. Se pone la mano en la nariz. Debe de haberle entrado agua. De pronto me siento un poco mal por ella. Seth ya está parado en el extremo. Él sí es muy bueno haciéndolo, tanto como Drew, por lo que pude ver.

- En las siguientes podrás haber avanzado un poco más -me acerco a ella, y la abrazo por los hombros.

Sé que se siente desilusionada. También sé que quizás, si ella quiere, algún día aprenderá a nadar. Pero no sé si llegue a superar su miedo.

- No lo creo -me dice ella- Soy pésima.
- Es cierto, eres pésima -se mete Drew- Yo creo que peor que eso.
- No la molestes -le pido por lo bajo.

La tarde sigue pasando rápido, entre ciertos juegos y burlas entre Drew y Seth, que me hacen reír. Cristal también lo encuentra gracioso, pero se niega a reír como lo hago yo. En parte será porque no quiere darles tal satisfacción a ellos de saber que los encuentra graciosos, pero también es porque sigue sintiéndose mal por su fracaso en aprender a nadar. Lo intentó algunas veces más, pero ninguna le salió. Y terminó rindiéndose. No es usual en ella. Quizás se sintió presionada por tener más de mi mirada sobre ella.

El anochecer llega, y aún somos los únicos en la casa. Comienza a hacer frío y digo que ya tengo ganas de salirme. Todos están de acuerdo, sintiendo que la brisa ha empezado a salir. El primero en hacerlo es Drew. Al ya estar fuera toma una toalla y se rodea con ella, intentando cubrirse del frío. Sin esperar a nadie, asiente con la cabeza y entra a la casa.

La que sigue soy yo. Pido que nadie mire y subo y luego bajo la escalera, para luego cubrirme con mí toalla. Miro a mi alrededor. Todo de pronto está en silencio.

Cristal

Me quedo mirando fijamente el agua de la piscina, viendo cómo se va poniendo más quieta una vez que hay menos personas dentro de ella. Alzo mi mirada y Fabiola sigue mirando hacia todos lados, como si hubiese visto algún fantasma o cosa extravagante. ¡Está loca! Sonrío sin poder evitarlo. Ella es tan tierna, es una cosita adorable.

- Voy a estar en tu habitación secándome y poniéndome mi ropa -me avisa cuando se gira en mi dirección- Te espero allí.

Sin darme cuenta ya caminó hacia la casa y está entrando por la puerta de ésta, Mis sentidos de alerta se activan con rapidez.

- ¿Qué? ¡No! -le pido- ¡Fabiola, no me dejes sola con él! Sabes que no me... -y dejo de hablar, porque ya ha juntado la puerta y escucho sus pasos subiendo por la escalera del interior.

Me quedo en silencio. Y cuando lo hago, hay aún más silencio, tanto que es un poco escalofriante. Me abrazo a mí misma, protegiéndome de la brisa helada. De pronto me siento intimidada. Y nerviosa, e incómoda.

Espero a que Seth salga de la piscina. Pero los segundos pasan, incluso un par de minutos, y no hay ningún movimiento. Me niego a salir antes que él, o a romper el silencio. ¿Por qué tengo que sentirme así cada vez que estoy a solas con él? No es una sensación que me guste, ni que esté acostumbrada a sentir. Sólo me pasa con él, y eso me preocupa. Él da miedo. Sobretodo con lo que me hizo el otro día. No puedo soportar este sentimiento.

Suelto un suspiro, impaciente porque decida irse y dejarme sola aquí. Pero pasan aproximadamente cinco minutos, que se hacen eternos, y cada vez estoy más impaciente y sofocada.

- Puedes salir tú primero, Cristal -dice su voz.

Mis manos comienzan a temblar de tan sólo escucharla. Dios, ¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho para que me afecte tanto su presencia solitaria? Trago saliva, preparándome para fingir que estoy de lo más bien. Que no pasa nada. Que por gusto me he quedado parada como una tonta en medio de la piscina.

- Está bien -respondo, y me lamento al instante, porque me ha salido distorsionada.

No digo nada más, y comienzo a avanzar hacia la escalera, a un paso tan lento que impresiona. Apoyo una de mis manos en ella. Subo uno de mis pies al primer escalón, y luego el otro al mismo. Suelto otro suspiro. Estoy nerviosa.

Pero me pongo aún más nerviosa, cuando siento una respiración tras de mí, en mi oído. Un ligero calor corporal hace que el frío en mi espalda se vaya, incluso sin que esté haciendo contacto. Me estremezco y mi piel se eriza. No lo sentí acercarse. Que no haga nada malo. Por favor.

- Lo haz hecho bien, Cristal -susurra, de una forma casi inaudible, que no ayuda en nada. Mi respiración se vuelve un poco pesada, y cierro mis ojos, apretándolos tan fuerte como puedo- Nuestro leve roce cuando toqué tu abdomen, ha sido un paso más para ti, pequeña. No tienes de qué temer.

Aprieto aún más mis ojos. Intento salir desesperada de la piscina, pero mis piernas no reaccionan. Nada en mi cuerpo reacciona. Todo queda en silencio, pero sigo sintiendo su respiración. De a poco voy abriendo mis ojos, y noto que apoya una de sus manos cerca de la mía, pero no me toca.

- Sólo quiero ser tu amigo -concluye, con el mismo tono casi inaudible. Dios.

Y eso es suficiente para que reaccione. Con toda mi fuerza interior, continúo subiendo la escalera y bajo rápidamente después. Agarro mi toalla, aún con mi cuerpo temblando, y me rodeo con ella. Me preparo para caminar adentro. Sé que está observándome. Pero tengo que dejarle claras las cosas. Nada va a hacerme cambiar de opinión.

- Yo no tengo amigos hombres, y tampoco quiero tenerlos -suelto, dándole la espalda, sin atreverme a mirarlo- Pero gracias por las mentas del otro día.

Y sin más, me voy hacia la entrada de la casa, respiro hondo, subo las escaleras y me voy hacia la seguridad de mi habitación, dejándolo solo allá afuera.

♥♥♥

Les dije que subiría el Domingo, y aquí tienen el capítulo. 
Espero que les haya gustado y que me lo hagan saber. ¡Muchas gracias por leerme!
Recuerden, +5 comentarios para que suba el Martes, o no lo haré.
¿Qué opinan sobre el acercamiento que están teniendo Seth y Cristal?
¿Y qué opinan sobre Drew y Fabiola?
¡Un beso! Son preciosas.