28 de noviembre de 2014

Último capítulo -Por un capricho.


-Él ha terminado su propósito en la vida-


Un año después.

Tomo otra prenda de mi pequeño armario y comienzo a doblarla lo mejor que puedo, aunque no sale del todo bien. Siempre he sido pésima doblando ropa. Michelle, mi madre, lo hace sin problemas todo el tiempo pero esta vez no ha podido ayudarme porque ella hace lo mismo, solo que con la de ella, la de papá, y la de Lila. 

Meto la prenda en la caja color café que es algo delicada y comienzo a sacar más ropa para continuar doblando y guardando. De a poco va quedando vacío por dentro y habré terminado con esta parte. Hay un montón de ropa que jamás uso así que la he apartado para regalarla a personas que la necesiten. Eso de tirar a la basura cosas que aún sirven no es lo mío.

Golpes no tan fuertes en la puerta de mi habitación se hacen notar, y sé que de seguro es papá, porque conozco muy bien el tono que hace al tocar. Tin ti ri rin tin, tin tin. O algo así. Le digo que pase y él lo hace de inmediato. Asoma su cabeza por el espacio.

- ¿Lista para terminar con la mudanza?
- No, aún no -le digo concentrada en lo que hago, sin mirarlo- Es lo único que falta.

Observo a papá y él mira todo el interior de mi habitación y asiente con la cabeza. Yo hago lo mismo que él. La habitación sin nada en ella se nota mucho más espaciosa, y entonces me doy cuenta de lo mucho que voy a extrañarla. Las paredes color damasco son de una niña pequeña porque al crecer jamás quise pintarla, y me parece acogedora y dulce, pero a la vez nostálgica. Jamás la quise color rosa porque todas las niñas la tenían rosa, y yo quería ser diferente.

- Bueno, intenta apurarte para yo llevar el armario vacío al camión con ayuda de Justin para después llevar la caja de tu ropa. Quiero acabar con esto pronto. Se me hace latoso.

No alcancé ni a contestar y él ya había cerrado la puerta. No tardé mucho en terminar de guardar la última prenda. Tomé la cinta de embalaje que había dejado a un lado por el suelo y la sellé. Tomé el plumón negro que tenía en mi bolsillo y escribí en letra imprenta y grande "Ropa estilosa de __". Sonreí al terminar. Justo entonces siento que alguien grita desde abajo.

- ¡__, iré con tu padre y tu hermana a cargar dinero al celular, volvemos enseguida! -y luego escucho un portazo.

Hace ya rato que quería estar sola. Justin podría llegar en cualquier momento así que debía aprovechar la oportunidad. Si no hacía lo que quería hacer me arrepentiría por mucho tiempo o quizás el resto de mi vida. Debía despedirme.

Salgo de la habitación lo más rápido que puedo, bajo por las escaleras y salgo al patio delantero. Miro el espacio que siempre me daba algo de tristeza mirar. A pesar de que ya estaba saliendo adelante sin él, el dejarlo aquí, tirado y solo, me retorcía por dentro.

Entonces, camino lentamente hacia su pequeña tumba. Me agacho y apoyo las rodillas contra el césped, y me acomodo, mirando su lugar. Me entran un poco de ganas de llorar.

- Hola, Romano -lo saludo apenada, creyendo que él me escucha. Espero un momento para relajarme, porque de lo contrario estaré hecha un mar de lágrimas- Hoy me voy. Nuestra familia ha decidido irse de aquí, y no sé, pero quizás otras personas lleguen a vivir a esta casa.

No aguanto y mi cara comienza a humedecerse. No quería dejarlo. Tenía tantas ganas de que siguiera aquí, de que me reconfortara haciendo que lo acaricie en su pelaje.

- Me habría gustado irme contigo -continúo, sorbiéndome la nariz- Y es que tu vida fue muy corta. Los gatos duran varios años, casi lo mismo que los perros, o más. Pero tú te fuiste tan temprano. No tuviste la gran vida que me habría gustado que tuvieras.

Guardo silencio por un momento para respirar bien.

- Lo que quiero decir es que, se me hace difícil irme y dejarte. Siento que de alguna manera te abandono. Porque ya nadie te visitará, de hecho, ni siquiera sabrán que hay alguien tan especial enterrado aquí, y si lo supieran, ni siquiera se interesarían. Porque no cambiaste la vida de ellos. Cambiaste la mía, y me encanta que haya sido así -le digo- Me encanta que yo haya tenido la oportunidad de tenerte como mi mejor amigo.

Llevo mi mano a donde está la tierra que lo cubre y comienzo a jugar con ella. No puedo evitarlo y dibujo un corazón. Dentro de él, escribo "Romano". Ahora llevo mi otra mano al bolsillo de mi pantalón y saco un sobre de semillas de césped. Las esparzo por encima de esa tierra, por sobre lo que he escrito. Me levanto, voy a llenar la regadera con agua y luego riego. La tierra queda café oscuro y vuelvo a sentarme a su lado.

- Cuando el césped crezca y la gente llegue, nadie sabrá que estás aquí, y supongo que eso es mejor -le explico y vuelvo a llorar- Tu trabajo ha terminado, bebé. Por fin puedes descansar en paz, sin remordimientos por mí. Porque en este mismo momento te dejo ir de verdad. Nunca voy a olvidarte, y sé que tampoco vas a olvidarme a mí. Te amo, te amo tanto. Gracias por todo.

Vuelvo a llevar una de mis manos a mi pantalón y de entre ellos saco un insecto volador que tanto le gustaban. El otro día pasaba por cerca de los arbustos con espinas y había uno tirado, ya muerto. Así que hago un pequeño agujero en la tierra mojada, lo dejo dentro, y lo cubro.

- Ese es un pequeño regalo de agradecimiento -le cuento- Sé que te gustaban mucho y era muy divertido cazarlos. Todas las tardes hay montones por los alrededores. Si estuvieras aquí estarías encantado y no dudarías en ir corriendo conmigo hacia ellos -ahora sonrío, porque recordar esas cosas preciosas que pasamos ya no me dan tristeza. Me dan felicidad. Y por eso mismo, sé que ya estoy saliendo adelante.

Suspiro y miro al cielo. ¿Y si él estuviera cerca, observándome? ¿si en realidad su alma me escuchara? Sería tan hermoso e increíble. Pero no se sabe. Uno no sabe lo que es estar muerto. Solo lo sabremos cuando lo seamos.

- He pensado en adoptar otro gato -le digo mis planes- No sé si papá me deje. Seguro que sí, pero es que creo que quizás hay otro pequeño por allí que me necesita. Podría ayudarlo y salvarlo de una vida mala, sin alimento, sin amor. Sé que te gustaría que eso hiciera, además sería correcto. Pero no dudes que siempre vas a ser mi favorito. Nadie podrá arañarme el primer día más de lo que hiciste tú. Recuerda que tuve que ganarme tu cariño con comida, prácticamente te soborné -me río en voz alta porque me hace tanta gracia que no logro aguantar.

Si alguien me viera pensaría que soy una loca porque hablo sola y porque encima me río como desquiciada. Pero no importa. Nada de eso importa. Solo Romano y yo sabemos el contacto que tenemos, aún si él no está vivo.

Sé que mamá y papá están por llegar. El tiempo se ha acabado, pero es lo suficiente. Mis ojos tienen un poco de lágrimas al saber que en realidad el momento ha llegado. Creo que lo más difícil de tener que venir aquí.

- Adiós, bebé -me despido de una vez por todas- Nos veremos de nuevo algún día. No lo olvidemos -me seco la lágrima que acaba de caer- Te amo infinitamente -y por último, agrego- Te echaré de menos.

***

- ¡__, baja la caja de tu ropa ya, que el camión de mudanza ya se va! -grita papá desde abajo.

Intento tomarla pero es muy pesada. Con toda mi fuerza logro sujetarla contra mi cuerpo, pero me sobresalto porque la puerta se ha abierto de golpe y se me cae al piso. Afortunadamente sigue cerrada y no se ha roto.

- Shawty, ¿estás lista? -me pregunta Justin. Su mirada se va al piso y se ríe- ¿Quieres que te ayude?
- Sí, por favor -acepto riendo con él- Pesa como el infierno.

Él entra a la habitación y se agacha para recoger la caja. Creo que no será capaz de tomarla, pero me sorprendo cuando la levanta como si fuera la pluma más liviana del mundo, siendo que la caja, en sí, ya es grande. Miro a cualquier lado de la habitación excepto a él, intentando disimular mi sorpresa.

- Yo creo que tú eres la debilucha -se burla de mí- Pobre, no tienes fuerza.
- Pues es mejor porque soy mujer -me defiendo- Debo tener la fuerza necesaria. No quisiera ser una musculosa. Es poco femenino.
- Tienes razón -reconoce- Me encantas así. Eres caliente.
- Tú eres más caliente -me acerco a él, tomo su cara entre mis manos y lo beso- Te amo.
- Yo te amo más.
- ¡__! -grita mi padre otra vez- ¡Justin te pedí que fueras a buscarla, no que te quedaras ahí con ella!
- Será mejor que bajes -le digo, soltándolo.
- Te espero abajo -me dice- Tú has lo que tengas que hacer.

Con la caja entre sus brazos, camina hacia la puerta y sale. Lo escucho bajar las escaleras y hablando con mi padre de algo que no logro distinguir. Pero supongo que es por la tardanza, sobretodo la mía.

Estoy de pie en el medio de la habitación. La contemplo fascinada, y agradecida. He pasado tantos buenos momentos en esta casa. También malos, pero ahora mismo siento que esas cosas malas nunca existieron. Que lo verdaderamente importante es lo que me hizo feliz. Así que la miro por un par de minutos más y respiro hondo. Debo empezar una nueva vida. Es hora de hacerlo, y no hay vuelta atrás.

Cuando ya estoy en la sala de estar, papá parece ya más relajado. Entre todos nos disponemos a tomar las últimas bolsas que están dispersas por ahí. Cuando lo hacemos, miro todo el lugar, y no hay nada. Solo hay paredes. Nada de cuadros, nada de sofás, nada de nada. Es tanto el vacío que cuando uno habla se escucha un eco.

- Bueno, familia, es todo -dice papá- No hay que estar tristes. Nuestra vida quizás mejore. Hay que confiar en eso.

Todos asentimos con la cabeza.

- ¿Tú por qué asientes, Justin? -le pregunta papá, mirándolo serio- Si ni siquiera vives con nosotros.
- Eh, uh -no sabe qué responder- No lo sé.
- Eres extraño, ya veo por qué se aman tanto -le dice.

Me pongo a reír y Justin sonríe en mi dirección.

- Tendrá que aguantarme, suegrito -le asegura Justin- Porque me casaré con ella en algún día no tan lejano ni tan cercano.
- ¡Sabes que no me gusta que me digas suegrito! -grita papá, pero luego nos apunta a ambos. Mi madre, se ríe y Lila se ríe con ella por su grito- Ustedes dos son un peligro, no puedo imaginar como serán sus hijos, si es que llegan a tener.
- Sí tendremos -le dice Justin.
- Muchacho, ya, que entiendo que quieras pero no me porfíes. Soy el hombre de la casa, estas son mis reglas, así que guarda silencio. Ahora vamos al camión de mudanza.
- Oh, no, papá -le detengo- Justin me llevará en su moto.

Papá se detiene y mamá lo mira preocupada. Lo que sucede es que hace poco a Justin le ha dado por tener una moto y su padre se la regaló. Además él piensa ir a la universidad un día, dentro de poco. No sabe cuando, porque tiene que decidir que estudiar. A mi aún me falta para ir.

- ¿En la moto? -pregunta tan serio que asusta.
- Sí, señor -le responde Justin- No se preocupe, manejaré con cuidado.
- Uno nunca sabe. Esas cosas son peligrosas, yerno.
- Sí, pero no sobrepasaré el límite de velocidad, tendré a __ amarrada a mi y ambos tendremos cascos.

Papá se tarda unos segundos en responder, pero luego la tensión en su cara de desvanece y se convierte en resignación. Mamá suspira aliviada y yo hago lo mismo. Realmente creí que no iba a dejarme, pero sé que está mejorando y cada día entiende de mejor forma que yo estoy ya creciendo, que no soy una niña como era antes.

- Está bien, pueden ir en la moto -nos deja- Pero por favor, tengan cuidado. Agradezcan que los dejo solo porque me siento bien hoy y no quiero empezar nuestro gran cambio con el pie equivocado.
- ¿Enserio? -pregunta Justin- Ya que está tan bien, ¿dejaría a __ dormir en mi casa hoy, en la misma cama?
- No te pases hombre, no te pases -lo fulmina con la mirada. Todos reímos, incluidos ellos.

Cuando Justin ya me tiene sobre su moto y estoy sujetada a él, lista para partir, me pongo a mirar la casa por última vez. Hace unos segundos, cuando estaba dentro, sentía que aún vivía en ella. Pero ahora la observo desde la distancia y es como si nunca hubiese sido mía. Porque ya no lo es.

Estoy a punto de alejarme de la vida que solía tener. Del dolor, de las lágrimas, de la tristeza. Todo eso que pasé en esta casa ya no me atormentará. Pero me quedarán lindos recuerdos. Esos que no olvidaré nunca, jamás.

- ¿Lista? -pregunta Justin- Agárrate bien.
- Sí, y estoy bien agarrada. Recuerda que estamos amarrados -río, porque Justin no bromeaba cuando le dijo a papá que me amarraría. Ató una cuerda entre nuestros cuerpos.
- Bien, lo siento -se hace sonar su risa angelical- Es solo que es primera vez que te llevo en ella. No quiero hacer algo mal.
- Lo sé, tú tranquilo -le digo y acaricio su mejilla. Lo siento sonreír y partimos.

Los minutos pasan y andar en esta moto se siente bien. El viento me golpea fuerte en la cara pero es relajante y me gusta. Por el motor no siento casi ningún ruido. Se siente adrenalina al estar montados en ella. En un momento nos detenemos porque el semáforo está en rojo y como para las personas está en verde, se disponen a cruzar.

- Demonios, estoy que me meo -se queja Justin en voz alta, para que yo pueda escucharlo.
- ¿Ah, sí? ¿Tanto como cuando me metí en tu casa por no poder aguantar más? -me echo a reír.
- No, vaya, es que yo jamás haría eso. No sé como fuiste capaz de hacer algo así. ¿Cómo te atreviste?
- No lo sé, pero no importa ya, ¿o sí?
- Claro que importa -gira su cabeza hacia atrás y me mira- Si no hubieras hecho eso, probablemente nunca te habría conocido.
- Si no hubieras dejado la puerta abierta tampoco -le corrijo.
- Que bueno que fui un imbécil despistado, entonces -sonríe de manera amplia y me dan ganas de besar sus labios, pero nuestros cascos nos lo impiden.
- Eres tan dulce -digo suspirando, sin poder evitarlo.
- ¡No me digas dulce! Por Dios, __, tengo que verme rudo y lucir rudo conduciendo esta cosa -hace puchero enojado pero sé que finge.
- Para mí nunca serás rudo, porque no te temo -me burlo de él.
- Ya verás, te daré tanto miedo que no aguantarás y te mearás encima.
- Oh, claro, esperaré eso entonces -ruedo los ojos.

No sé que me da, pero miro hacia una de las tiendas y de pronto mi mirada se dirige a unos tarros enormes de basura. Entre ellos veo una cosa peluda y blanca. Trato de ver mejor.

Es un gato. Un pequeño y diminuto gato que no debe de tener más de un mes, está entre ellos. Un perro está ladrando hacia él y quizás puede que lo ataque.

El corazón me late fuerte y deshago el amarre lo más rápido que puedo. Me bajo de la moto con una agilidad que no conozco y me voy hacia él corriendo.

- ¡__! -me llama Justin- ¡Vuelve! ¿qué haces? ¡Es peligroso y el semáforo está a punto de cambiar!

Ese pequeño necesita ayuda y yo puedo brindársela. Ahuyento al perro fingiendo que le lanzaré una piedra, siendo que no tengo nada en ella. Él se lo cree y se aleja al instante. Cojo al pequeño gato y corro hacia la moto. Me subo y Justin está rojo y temblando de los nervios.

- __, me has dado un susto de muerte, ni siquiera he alcanzado a bajarme porque todo fue muy rápido ¿qué es lo que te pasa? ¡tengo que cuidarte, tu padre me mata si algo te sucede!
- Cálmate, amor -intento tranquilizarlo mientras él me ata de nuevo- Ese perro pudo matarlo. ¿No es lindo este chiquitín?

Le apunto. Lo observamos bien y me doy cuenta de que tiene los ojos de un color azul cielo. Son hermosos. Yo nunca tuve un gato blanco y tampoco con este color de ojos. Pero si fuera uno con el pelo alborotado y sin el sentido de la vista, aún así sería hermoso.

Él se acurruca contra mi con plena confianza. Yo me sorprendo. El pobre no tiene miedo, de hecho está desesperado por recibir amor. Se entrega a mí sin el más mínimo signo de querer irse. Y eso me emociona, me pone nostálgica, porque lo he salvado.

- No es tan feo como Romano -comenta Justin. Lo miro, y sonríe. Sé que de alguna manera lo alaga y quiere decir que ninguno, nunca será como él. Así que asiento con la cabeza.
- No, no lo es -concuerdo- Nunca ninguno será como él. Pero este es diferente y me necesita.
- ¿Crees que tu papá estará de acuerdo si es que es hembra?
- No lo sé. Pero le engañaré y no se dará ni cuenta si es que es gata o gato. Al menos no hasta que crezca un poco -sonrío delicadamente.
- Está bien. Me gusta.

El semáforo cambia y todo el tráfico comienza a avanzar. Yo me afirmo con un brazo a Justin y con el otro sostengo al pequeño.

- ¿Cómo le llamarás? -me pregunta. No lo había pensado. Apenas lo he conseguido hace unos segundos.

Miro al cielo, y de pronto siento más cerca que nunca a Romano. Siento que es una esperanza más que él me ha enviado. Que no me dejará sola. Que me ha permitido volver a tener un amigo, y volver a ser feliz con alguien como él a mi lado. Así que sonrío.

Una bocanada de aire llega a mi y siento que un peso de encima se me va. Ya no siento que lo que sucedió con él sea mi culpa. No siento remordimiento alguno por ello. Y entonces, justo ahora, sé que me he perdonado a mi misma. Pero lo más importante, es que sé que por fin, él me ha perdonado. Porque me estoy permitiendo volver a ser feliz. Porque lo he salvado. Porque he dejado ir a mi mejor amigo, a pesar de que aún quisiera tenerlo vivo.

Mis ojos se llenan de lágrimas, pero no tristeza, si no de felicidad pura. Tomo bien al pequeñín  y miro para averiguar su género. No tiene genitales masculinos. Vaya, resulta que en realidad es una gatita. Así que no se me ocurre un mejor nombre que el que se me ocurre. Romano es mi esperanza, y mi ángel. Él será siempre eso para mi. Pero él también me ha mandado una en cuerpo y alma ahora.

- Se llamará Esperanza -le digo- Ese será su nombre.
- Es precioso, amor -me dice- Romano estaría orgulloso de ti.

Intento que la voz no se me quiebre, porque significaría mucho para mi. Respiro hondo y apoyo mi cabeza en su hombro. Unas lágrimas de alivio salen de mis ojos.

- Lo sé -sincero, porque sé que es cierto- Sé que lo está.

Justin acelera y, de una vez por todas, siento que por fin todo lo malo se ha ido. En el fondo sé que siempre vendrán otras cosas malas, pero también sé que debo aprovechar lo que ahora mismo siento como si nunca volviera a sentirlo nuevamente.

La vida es confusa, y difusa. Es así. Nos destruye, nos hace sentir que nunca volveremos a ser lo que éramos antes, y que nunca volveremos a conocer ciertas sensaciones que solíamos conocer. Pero todo tiene su sentido. Todo tiene una razón y una recompensa.

En ocasiones cometemos errores que no tienen arreglo. Que nos hacen arrepentirnos de tal forma que daríamos todo por cambiarlo, y por haber actuado de otra forma. Quizás alguien pueda pagar lo que nosotros hemos hecho mal, como me pasó a mi con Romano. Pero el tiempo nos hará darnos cuenta de que a pesar de que hemos actuado mal, y que hemos cambiado las cosas de mala forma, siempre existirá el perdón hacia nosotros mismos y hacia todo. Que el amor y la amistad nos van a ayudar a vencer todo. Pero que sobretodo, jamás debemos perder la esperanza.

A lo largo de nuestra vida perdemos amigos, perdemos familiares, perdemos tanto de lo que alguna vez nos llenó por dentro que creemos que es el fin. Pero no, amigos, eso no es lo cierto. Lo único que debemos hacer es tener esperanza. Debemos aferrarnos a lo que significa eso para nosotros, como una persona o alguien que ya no esta, y creer en ello, pero sin llegar a poseer a ese alguien. Dejándolo ir, y permitiendo que ellos estén lejos, apoyándonos desde ahí.

No sé las siguientes cosas por las que tendré que pasar. No sé como será mi vida que estoy comenzando ahora. No sé si Justin estará conmigo por siempre, y tampoco sé si algún día sabré lo que el destino tiene preparado para mi. Solo hay que vivir el día a día. Amar como si fuese la última vez que amaré a alguien, recordar como si pudiese perder la memoria en algún instante, llorar como nunca has llorado, soñar como nunca has soñado, desear como nunca has deseado, darte oportunidades como si creyeras que enserio puedes lograrlo ahora y superarte como si nunca puedas volver a hacerlo. Y, especialmente... tener a tu esperanza, a tu Romano, como si pensaras y temieras que algún día, en realidad podría desaparecer.

No estás sola.
Agárrate fuerte.
Espera lo más que puedas.
Sal adelante.
Vive y perdona.
Porque todo saldrá bien.

_______________


Chicas, la verdad todo esto ha sido increíble. Muchas gracias por apoyarme en "Por un capricho" y muchas gracias a las que no me han dejado. Esta novela es muy profunda porque siento que jamás me he entregado tanto a una. Sé que me tardé montones, más de un año, y no saben lo difícil y emocionante que fue escribirla. Lloré, sufrí, sonreí, de todo un poco, pero estoy tan satisfecha que no podrían creerlo. Todo esto comenzó por un sueño que tuve, pero mientras avanzada se volvía aún más potente, y no puedo estar más feliz por haber soñado tal cosa. Las quiero mucho, gracias por todo, realmente espero que les haya fascinado y que hayan llorado mucho ♥ JAJAJA. Aún queda el epílogo, y las escenas extra. Ese será el fin definitivo. Les aviso que el epílogo probablemente será como no se lo esperan. Así que, si quieren que suba rápido, comenten mucho. Subiré conforme a la cantidad de comentarios que haya, así que si no lo hacen varias, no subiré. Después de todo el último capítulo se lo merece. Un beso a todas ♥




22 de noviembre de 2014

Capítulo 69 -Por un capricho.



Mañana volvemos a casa y el día de hoy se está volviendo realmente pesado pero sobretodo, entretenido. Toda la familia se ha reunido para ir a dar paseos. Miguel, uno de mis primos de Tennessee que ya tiene treinta años, nos llevará en su furgón. No sabemos a donde iremos, pero él está decidido a hacerlo. No aguanto más, y me inclino hacia adelante, para poder hablarle mientras él conduce.

- Quiero saber hacia dónde vamos a ir -le digo sonriente.
- Y yo quiero saber si algún día me subiré a un cohete y visitaré la luna, pero no todo en esta vida se puede, querida __ -me dice. Tonto.
- Eres un pesado -frunzo el ceño- Y yo que me estoy portando bien contigo.
- Es una sorpresa, sonsa -lleva su mano hacia mi cara, sin voltearse y me agarra la nariz para sacudirla- Te va a gustar. A todos les gustará.
- Más te vale. Son vacaciones y quiero disfrutarlas. Recuerda que mañana me voy.
- Lo sé, por eso mismo. Ahora cállate y deja que conduzca -se ríe, yo lo imito, y me echo para atrás.

Eso de hacerle recordar que nos iremos no es para hacerme la sufrida o ponerle tanto interés, más bien era una advertencia de "si no me gusta quedará en tu conciencia". No tiene mucho sentido, ahora que lo pienso bien. Ni siquiera se atormentaría por eso. Es un poco gracioso. Miro a Cipion y está escuchando música con audífonos mientras se golpea las rodillas con las manos simulando que es una batería. Lo golpeo en el hombro para que reaccione.

- ¡Oye! -se queja al quitárselos- Estoy en la zona.
- No me importa, hay algo más importante -le doy a por saber- Quiero hablar contigo.
- ¿De qué?
- No lo sé, de cualquier cosa. Estoy algo inquieta.

En eso la voz de Lila se hace sonar. La pequeña ya está aprendiendo a decir unas cuantas palabras. A mi no me llama por mi nombre. Para ella me llamo Caqui. Siempre me dice Caqui. O Caca, cualquiera que le salga.

- Lila quiere ver a un cochinito -nos cuenta Michelle.
- ¿Un cochinito? -pregunta papá- ¿Qué diablos es eso?
- Me refiero a un cerdo, hombre.
- ¡Oh, yo sé donde pueden haber! -exclama la tía Casilda, como siempre llena de entusiasmo- Estamos en Tennessee, casi todo es campo. En cualquier lugar hay.

Miguel comienza a pasar calle por calle y nosotros nos dedicamos a ver hacia las casas, para ver si alguno tiene un cerdo. Pasa como media hora cuando recién Cipion divisa uno. Se pone a gritar y a frotar el culo contra el asiento lleno de felicidad.

- ¡Lo encontré, lo encontré! -grita sin parar- Soy mejor que ustedes ilusos, ¡yo gané!
- No era una competencia -aclaro.
- Estás envidiosa porque eres una idiota y no has podido encontrarlo antes que yo. Soy genial, pueden idolatrar a esta maravilla -se apunta a sí mismo.
- Cipion, cariño, ¿cuantas películas has estado viendo? -pregunta la tía Casilta. Papá, Michelle y Miguel se ponen a reír.

Nos bajamos del auto para ir a saludar al animal color rosa lleno de polvo. Es muy bonito. No es ni grande, ni pequeño. Es tamaño promedio. No para de hacer ruidos y mueve un poco su pequeña cola. Me sorprendo, porque es tierno, y parece ser juguetón.

- ¡Mira, Lila! -le dice Michelle y la lleva cerca- Ahí está el cochinito. Puedes ponerle un nombre.
- ¿Cochi? -es lo único que le sale a mi hermanita- ¡Cochi, cochi!
- Gran nombre, muy original -comenta papá partiéndose de risa.
- Estás gracioso hoy, amor -le dice Michelle fulminándolo con la mirada.
- Sí, lo estoy -responde sin parar.
- ¡Hay que tomarle una foto! -propone Miguel.
- Oh, sí, sí -Cipion se une a él- Yo también quiero una foto.
- Hija, ponte al lado del cochinito -le dice Michelle a Lila y la acomoda a su lado.

Se aleja para atrás y saca la cámara de su bolso. Cipion corre a su lado para salir también en la foto. Michelle la enciende, enfoca, ya lista para tomar la fotografía, pero Lila se pone a gritar como una loca.

- ¡Caqui, Caqui! -llama, y sé que quiere que vaya a su lado. 

Antes de que me obliguen a ir hacia ella, lo hago por mi cuenta y sin enterarme ya la han tomado. Sonrío y nos dispersamos. Todos nos vamos al vehículo para seguir con nuestro recorrido vacacional. Pero le pido a Michelle que me muestre, para ver como he salido. Al hacerlo me doy cuenta de que no he podido salir más fatal.

- ¿Es mi idea o estoy turnia? -pregunto.
- Sales muy mal, pero Cipion y Lila salen bien -comenta Michelle sonriendo- Espero que no te moleste que vaya a subirme a mi Facebook, Twitter, Instagram y a todas mis redes sociales jaja.

Sin dejar que le responda se mete al furgón y me doy cuenta de que ya todos han subido. Me apresuro a entrar o de lo contrario me dejarán tirada aquí y me perderé para siempre. Ellos ni se darían cuenta de que falto porque la tarde está genial, ¡me encanta!

Miguel nos lleva a nuestro destino. Pasamos por distintos lugares y la verdad es que aún no logro darme cuenta de a donde nos lleva. Pero todo se me aclara cuando pasamos por un puente enorme y alto. Miro hacia abajo y me impresiono, ¡hay un río enorme! Me pongo a chillar de a alegría.

- ¡Bienvenidos al puente los vientos, familia! -grita Miguel- Hoy almorzaremos aquí con la comida que hemos traído y podremos bañarnos en el agua todos juntos, ¿qué les parece?
- ¡Es genial! -exclama Michelle- Me encanta nadar.
- ¡Por fin me voy a bañar! -grita Cipion. Todos lo miramos impresionados.
- Con razón hueles a diarrea de perro con choclo y pepas de ciruela -comento.
- ¡__! -me regaña mi padre- No seas irrespetuosa.
- ¿Qué? es la verdad.

Cuando por fin llegamos abajo, nos salimos del auto y todo se ve aún más precioso. Al rededor no hay pequeñas rocas normales. Casi todas son blancas y relucientes. En pocas palabras son preciosas. Se me ocurre llevarme unas cuantas a Atlanta para conservarlas como recuerdo.

Enseguida nos acomodamos en un lugar con piedras grandes que utilizamos como asientos. Comimos arroz con ensaladas que Michelle y la tía Casilsa se molestaron en preparar, además de bebida. Papá ha traído una sandía y la compartimos entre todos. Está jugosa y rica y en media hora ya no queda nada. Satisfechos esperamos como una hora y nos comenzamos a preparar para meternos al agua.

El puente los vientos tiene ese nombre por algo que ya me he dado cuenta. ¡El viento es muy helado! En el lugar hace calor pero cuando llega una ráfaga fuerte no puedes evitar que los pequeños vellos de la piel se te ericen.

Obligo a Cipion a taparme con una toalla para que nadie me vea cambiarme de ropa. Él está volteado sujetándola y yo estoy vigilando lo mejor que puedo a mi alrededor, porque no somos los únicos que estamos aquí. Hay otras familias también disfrutando del día y me daría mucha morbo que alguien que viera. Encima hay un chico que no deja de mirar hacia mí mientras me cambio. Sé que no puede ver nada porque lo he comprobado, pero es incómodo hasta la muerte. Si Justin estuviera aquí no dudaría ni un segundo en ir a enfrentarlo y preguntarle qué demonios se trae. Me río ante mi pensamiento.

- ¿Lista? -me pregunta Cipion ya aburrido.
- No, aún no.
- Apúrate.
- Eso intento -reprocho- Pero es que estoy algo nerviosa.
- ¿Por el chico que mira hacia acá intento verte desnuda a toda costa? -pregunta y se echa a reír como si fuera lo más gracioso en todo el mundo.
- Yo no le veo lo gracioso. Es un acosador -miro en su dirección disimuladamente y aún observa- ¿Cómo puede ser tan obvio lo que hace?
- Por lo que veo es muy decidido. Cuando no se molesta en fingir que hace otra cosa es porque es así. Si se te acerca a hablarte, ¿qué harás?
- Nada. Le pediría que se alejase, o lo ignoraría. Tengo novio.
- Sí, pero tienes novio en Atlanta, no aquí en Tennessee.

Abro los ojos como platos.

- ¡Idiota, yo estoy de novia en todos lados, para todos, todo el tiempo! -en parte me siento algo ofendida, yo jamás engañaría a Justin, sin importar el lugar en donde me encuentre.
- Sabía que dirías eso -se ríe aún más- Cuando me enamore supongo que diré lo mismo.
- Eso también lo sé. No puedo esperar a oírte -sonrió.

No me pongo bikini. Bueno, me pongo uno, pero bajo de la ropa que traigo. Me he puesto unos shorts delgados y bastante cortos, y una camiseta de tirantes ajustada y pequeña. Yo nunca, pero nunca uso bikini sin nada más. No me gusta mostrar tanto mi cuerpo en público, es muy incómodo, sobretodo cuando no sabes si te queda bien o no. Hay personas muy molestas que te miran hasta en el más mínimo detalle, sobre todo chicas, que pueden mirarte por horas solo para encontrarte un defecto y reírse con las amigas sobre ello. Debo decir que eso no es lo que me afecta, pero hay personas y personas, y yo soy de esas que no me siento segura mostrándome tanto. Encima el tipo no deja de mirarte todavía.

Cuando todos estamos listos nos vamos hacia el agua. Apenas pongo el dedo grande del pie me quedo fascinada porque no está helada como pensé que estará, ¡está tibia! Como si fuese agua de manantial.

Me meto lo más lento que puedo para no resbalar con las rocas de abajo. Todos reímos y chapoteamos. Michelle moja los pies de Lila y ésta grita de alegría. Papá ríe mientras las abraza y las besa en la cabeza. La tía Casilta está siendo mojada por Miguel. Cipion intenta bailar en el agua un paso tan extraño que no lo reconozco. Miro hacia un lado y me doy cuenta de que hay chicas, así que seguro está tratando de impresionarlas como pasó con la chica del bus.

Me instinto malvado crece en mí cuando noto que ellas suspiran de deleite por lo atractivo que lo encuentran. Asco. Así que me hundo en el agua y a me guío hacia donde él está. Cuando ya estoy lo suficientemente cerca de su pierna, le agarro el tobillo con la mano y lo muerdo. Vomitaría luego, pero valdría la pena.

Siento el grito de Cipion y su intento desesperado de salir del agua. Saco mi cabeza a la superficie y aún sigue gritando, tan asustado que hasta se cae y queda hundido. Cuando por fin sale del agua se voltea y me ve. Me río lo más que puedo y él me fulmina con la mirada. Miramos hacia las chicas y ellas se burlan a más no poder. Su cara se le cae al piso y esta vez me mira, pero con odio.

- ¡Maldita! -me insulta- Me las pagarás -se mete al agua de nuevo y se pone frente a mí- ¿Tienes idea de lo que has hecho? ¡he tenido la oportunidad de tener sexo luego con alguna de ellas! ¡tengo que dejar de ser virgen antes que tú, joder!
- Ya has perdido de todos modos -me río aún más pero me callo al momento en que me doy cuenta de lo que he dicho. Cipion me mira con la boca abierta.
- ¿Qué dijiste? ¿tuviste sexo?
- Nada, nada. Yo no dije eso, ¿estás tomando pastillas equivocadas? -me hago la loca.
- ¡__, tuviste sexo con el papasito de Justin! -exclama a los cuatro vientos, alzando los brazos.
- ¡Baja la voz! -le pido desesperada- Si papá se entera todo se arruinará. Y no tuve sexo. Hice el amor -suspiro de ternura por como suena.
- Estás enamorada hasta las patas -comenta- Pero enserio, ¿cómo has podido? ¿cómo puedes ser capaz de humillarme por haberlo hecho antes que yo?
- No es la gran cosa, tonto -agarro sus cachetes- Aw, si aún es un niñito. No sabe lo que es sentirse un hombre. En cambio yo ya he sentido como una mujer.
- Estoy celoso -escupe algo molesto- ¿Cómo fue? ¿cómo te lo hizo? ¿rápido, lento, término medio? Dicen que la primera vez de la mujer es aburrida, porque no logran irse. ¿Usó condón?
- Por Dios, no quiero hablar de esas cosas, ¿qué te pasa?
- Tengo que saberlo. Soy tu primo con muchas hormonas. Debo enterarme de lo que les gusta más que les hagan.
- Estás loco, con todo el sentido de la palabra.

Luego de esa conversación verdaderamente incómoda, Cipion sigue esforzándose por recuperar la atención de las chicas que se habían burlado y derretido por él antes de mi ataque. Todos comparten felices, pero yo prefiero ir a sentarme a una roca que está en medio del río.

Observo a todos. Mi familia está tan feliz, y yo también lo estoy. ¿Cómo es posible? Yo creía que estos momentos tardarían mucho en venir. Creí que estaría triste el resto de mi vida. Pero no ha sido así.

Hay veces en que nos sentimos tan mal que creemos que todo está perdido, cuando en realidad solo debemos esperar. Hay veces en que nos sentimos felices pero nos sentimos mal y pensamos que no deberíamos estarlo, porque encontramos que no es justo cuando ese alguien especial no está, o se ha ido hace poco. Sentimos que deberíamos tener un mínimo de respeto porque ya no está con nosotros. Es como si los insultáramos de alguna manera, pero es porque los amamos.

Momentos como este son los que recordaré el resto de mi vida. Ni siquiera siento la necesidad de tomar una foto especial para este día. Porque lo atesoraré en mi memoria por siempre. Mi memoria la utilizaré como una fotografía, de las personales, de las que sientes que no es necesario mostrárselas a nadie y esas son las más hermosas. Las más especiales. Sabes que en realidad estás feliz cuando sientes que no son necesarias. Cuando sabes que no tendrás ningún problema para recordarlo, porque se quedará dentro de ti, siempre.

Estas personas me aman y yo los amo a ellos. Cada uno tenemos distintas formas de demostrarlos. Papá me regaña y me riñe pero es porque me quiere proteger. Michelle me demuestra lo especial que soy para ella porque siempre me apoya. Tía Casilda me lo demuestra abrazándome a cada momento y diciéndome lo hermosa que soy. Cipion me lo demuestra insultándome en broma y confiándome todos sus secretos. Y Lila, bueno, Lila me lo demuestra llamándome Caqui y golpeándome, y hasta regalándome sus sonrisas. Pero Justin, bueno, Justin es diferente. Él es el hombre y el amor de mi vida. Siento que hasta su respiración mientras me mira ya es una forma de demostrarme lo mucho que me ama. Todos esos detalles son importantes, y en ocasiones, son los elementos necesarios para saber que eres especial. Que no estás sola. Aunque no te digan las palabras exactas, el "te quiero". ¿Pero qué más da eso? Son palabras, no son acciones. Una palabra no significa nada. Todo aquí es de demostraciones variadas y distintas que cada persona da a su manera íntima y personal.

La tarde se hace fría y comienza el atardecer. El cielo está naranjo y morado, lleno de rayos de luz. Todos decidimos ir a casa, pero papá le pide a Miguel que nos lleve a un lugar más. Me dice que es necesario que vayamos. Yo no sé a donde me lleva, pero supongo que debe de ser especial para él y eso es suficiente para que acepte.

Cuando el vehículo se detiene, asomo la cabeza por la ventana y en un cartel grande y duro, están las palabras "Parque del recuerdo". Miro a papá, porque este es el lugar al que menos me esperaba venir pero el que varias veces le había pedido que me trajera. Es un cementerio. El cementerio en que está enterrado mi abuelo paterno que jamás conocí.

Papá me hace un gesto a que me acerque, y yo lo obedezco. Me bajo del vehículo junto a él. Michelle y Lila se bajan luego. Le pregunto a Cipion si quiere venir. En realidad espero que diga que no, porque es un momento que me gustaría compartir solo con quienes convivo día a día.

- No, gracias -me dice- En el año vengo varias veces, pero la verdad no se me dan muy bien.
- Anda con tus padres, hija -ahora me dice la tía Casilda- Es algo personal para ustedes hoy.

Asiento con la cabeza, les sonrío y sigo a papá y Michelle hacia la entrada. Me quedo pensando en lo que dijo: "Tus padres". Yo jamás he llamado a Michelle como mamá. Siempre la llamo por su nombre. No había considerado eso.

Papá es quien nos guía porque, de los cuatro, es el único que ha venido aquí. Jamás quiso traerme antes, por alguna razón. Pero estoy feliz de que por fin se haya decidido a hacerlo. Cuando llegamos a la tumba me doy cuenta del silencio enorme que hay en el lugar. No hay nadie más que nosotros. El césped es verde y brillante. ¿Será relajante, o escalofriante?

Como pidiendo permiso, nos vamos sentado a su alrededor. Su nombre sale escrito de una manera perfecta en la lápida. De pronto me siento un poco triste. Papá se nota algo apenado también. Lógico, porque es su padre. Algún día yo tendré que estar en su lugar, y estaré igual.

Como estoy a su lado, me pasa el brazo por los hombros. Lila aplaude. Ella no sabe lo que pasa, ni en donde estamos. No sabe que ha venido a visitar su abuelito que ha muerto, y que ahora se encuentra en el cielo.

- Hija, tú sabes que yo perdí a mi papá cuando tenía dieciocho años -me cuenta, y yo me dispongo a escucharlo atentamente- Siempre me hacía trabajar en el campo desde pequeño y por eso no pude terminar mis estudios. ¿Pero sabes una cosa? -niego con la cabeza y él me mira sonriente, pero a la vez nostálgico- Si hay algo de lo que estoy seguro, es que tú y Lila habrían sido sus regalonas. Él amaba a los niños, tanto como no te imaginas.

Sonrío, intentando no llorar, porque todo es muy triste. Miro a Michelle y noto que está sonriente pero que se seca las lágrimas. Por su lado, ella nunca conoció a su suegro.

- Papá era agresivo, sabes. Pero sé que me quería. Cuando yo jugaba a la pelota me dejaba ir apenas. Pero un día le pedí que fuese a verme, porque quería que viera lo bueno que era. Le dije que si él iba y le gustaba, seguiría jugando, y que si no le gustaba, le prometería que jamás volvería a jugar. Que trabajaría y lo ayudaría, para él -se le llenan los ojos de lágrimas, y me pregunto qué es lo que vendrá, porque jamás había oído esta historia. Verle los ojos así hace que los míos se humedezcan también- Lo que él me respondió es que jamás iría a mi estúpido juego. Que terminara lo que hacía y que entonces me dejaría ir, pero que él no iba a esas porquerías. Así que yo hice lo que tenía que hacer y me fui hacia el partido -lágrimas comenzaron a caer por su rostro y entré en pánico porque no sabía que hacer, entonces preferí dejarlo llorar, porque debía de ser muy doloroso y necesitaba desahogarse- Al jugar, íbamos a cero, __. Nadie ganaba. Los dos equipos nos sentíamos frustrados. Pero entonces, de pronto metí un gol. Todo mi equipo gritaba y celebraba. Me abrazaban. Y no sé que me dio, pero miré hacia la tribuna y... y entonces lo vi -más lágrimas le cayeron y sentí que no podía contener las mías, y comencé a llorar con él- Él estaba ahí y no podía creerlo. Asintió con la cabeza y sonreía. Y se lo dediqué. Alcé el brazo hacia el aire, y lo apunté, porque era el mejor regalo que me habría podido dar y jamás lo olvidaría -me trecha más hacia él- ¿Y sabes lo que me dijo después, al terminar todo? Me acarició la cabeza y me desordenó el pelo, luego me dijo: Juegas bien, hijo. Eres muy bueno. Jamás me sentí tan orgulloso de ti.

Bajé la cabeza y miré el césped. Todos llorábamos, excepto Lila. No sabía que papá tenía recuerdos tan íntimos y hermosos como ese. Siempre amé sus historias, pero oyendo esta siento que finalmente he completado su rompecabezas. Él antes me dijo que había una cosa sobre ellos que nunca me había contado, y ahora sé que era esta. Por fin, lo completé. Miro a Michelle y ella intenta dejar de llorar.

- Me habría gustado conocerlo, papá -le digo- Me habría gustado que él me quisiera, y me contara cosas de su infancia, así como tú.
- __, él ya te quiere -me corrige, sonriendo pasivamente, como si hubiese dicho algo tonto.
- ¿Pero cómo? Está muerto. Todo acaba cuando llega la muerte -le digo sorbiéndome la nariz y acordándome de Romano.
- No, __, no acaba. Todo acabará cuando ya no los recuerdes. Si su recuerdo permanece intacto, su alma vivirá, y lo sentirás presente -intento que sus palabras entren en mi cabeza, e intento no preguntar lo que quiero preguntar, pero lo hago, porque no aguanto.
- Aveces siento que jamás podré superar las cosas -le cuento- Sé que no va al caso, pero, siento culpa por lo que le ha pasado a Romano. ¿Cómo voy a saber que él aún me quiere? ¿Cómo voy a saber que me perdonó?
- Cariño -habla Michelle esta vez y yo la miro- Sabrás que él te ha perdonado cuando aprendas a perdonarte a ti misma.

Sus palabras me llegan. Yo no lo había pensado así. ¿Pero seré capaz de perdonarme algún día? ¿y si es así, cuándo? ¿Que pasa si eso nunca sucede? ¿Estaré así por siempre?

Miro a ambos y les aprieto la mano. Ambos aprietan la mía también. Por primera vez, siento un apoyo incondicional con la pérdida que sufrí con Romano. Siento que saben mis sentimientos. Siento confianza plena. Y no puedo encontrar otra manera para decirles lo que siento.

- Te amo, papá -le digo botando una lágrima. Él sonríe y miro a Michelle, que está cabizbaja, quizás sintiendo que sobra. Ahora me doy cuenta que sentía eso cada vez que en la vida le he dicho a papá lo importante que es para mí- A ti también te amo, mamá.

Ella levanta la cabeza y se pone pálida. Seguro no esperaba eso. Por un momento pensé que tal vez ella no quería que la llamara así. Pero me doy cuenta de que ella deseaba escucharlo, porque vuelve a llorar y no puede parar de sonreír.

- Oh, __. Te amo más, hija -y me abraza- Mucho más.

Yo jamás había tenido una madre. Siempre tuve a papá solamente. Y creía que no sabía lo que se sentía, pero cada cosa que Michelle hacía por mí era un gesto maternal. Desde que llegó a la familia siempre se preocupó por mí, y siempre me cuidó. Aveces dicen que mamá hay una sola. Que solamente es tu madre la que te llevó en el vientre. Pero eso no es cierto. Mamá, al igual que papá, es el que te cría. El que te ama, y se queda contigo, pase lo que pase.

No sé que pasará ahora. No sé si lograré superar todo lo que he pasado, ni tampoco sé si llegaré a perdonarme a mí misma para que Romano me perdone a mí. Pero debo intentarlo. Debo permanecer fuerte. Debo amar como si fuese el último día que ame y vivir como si fuese el último día que viva. Porque los tengo a ellos. Porque están vivos. Porque un día ya no estarán.

Entonces, siento que esto es una lección y enseñanza más que me ha enviado Romano. Gracias a él, ahora valoro más a mi familia. Gracias a él ya logro sentirme más feliz. Y gracias a él tengo una perspectiva completamente exquisita de las cosas.

_________

Dios, pongo mi alma y todo en esta novela, se los juro. Me dan ganas de llorar cuando leí los comentarios del capítulo anterior, porque han sido hermosos. Muchas gracias por molestarse en ponerlos. No sé como decirles lo agradecida que estoy. Solo queda un capítulo más y el epílogo, aparte de las escenas extra. Subiré luego, ¿sí? Porque sé lo que pasará ahora. Un beso, las adoro, tengan buen fin de semana y otra vez, gracias por todo ♥



20 de noviembre de 2014

Capítulo 68 -Por un capricho.



Abro los ojos al despertar. Estoy ya en mi casa. Es de mañana, el sol brilla afuera y por alguna razón me siento triste. Se supone que debería de estar feliz. Se supone que todo debería ya superarlo. Pero no puedo. 

Me incorporo y termino sentándome en la cama. Lágrimas corren por mis mejillas y sé exactamente la razón. Él ya no está conmigo. Otro día sin él, y no lo soporto. Porque por Dios, solo es un gato. Pero no cualquiera. Y cualquiera pensaría que estoy tonta, pero es que no puedo evitarlo.

Un hermoso y delicado miau se hace sonar en la misma habitación en la que estoy. Me sorprendo al instante. Limpio mi cara con las mangas de mi suéter, y un extraño temor se apodera de mí. Es tan familiar que me da una punzada en el corazón. ¿Será lo que estoy pensando?

Con nerviosismo e incertidumbre me levanto de la cama, lo más lento que puedo, como si cualquier movimiento brusco que pudiera hacer lograra provocar lo más malo del mundo. Mis piernas se mueven solas, no puedo impedir que avancen. Quiero, pero a la vez no. Y me recuerda al día en que él murió. Mi bebé.

Entonces, otro miau. No puede ser cierto. Mis manos tiemblan y no sé que esperar. No sé que pensar. Solo sé que el sonido viene desde atrás del mueble en el que la televisión está apoyada. Así que nerviosa, lo corro despacio para no provocar un accidente indeseado.

Mi corazón se me sale por la garganta. Él está ahí, mirándome. ¿Es posible? ¿Es real lo que estoy viendo? Dice miau otra vez y me cubro la boca con las manos, llorando desconsoladamente. Pero no lloro de miedo, ni de tristeza. Lloro de felicidad.

No puedo perder ni un segundo más. Al diablo mis lágrimas. Extiendo los brazos, y no alcanzo ni a agacharme porque él ya ha saltado hacia mis brazos. Sus patitas rodean mi cuello y es lo más hermoso del mundo. Lo atrapo y lo presiono contra mi como si fuera lo último que pudiera hacer en esta vida. Él no ha muerto. Él no se ha ido. Está aquí, conmigo.

- No puedo creerlo -le digo llorando, sin aflojar mi agarre- Romano, estás aquí conmigo. No me has dejado, bebé -no podría estar más feliz, jamás- Gracias por venir hacia mi. Gracias por volver.

Por arte de magia, siento que mi corazón está reparado de nuevo. Es como si nunca nada malo hubiese pasado. Él está vivo. Ha regresado. Juro que nada más importa. La suavidad de su pelaje es tan suave y relajante que podría estar así por horas.

La emoción me llena y lentamente lo alejo de mi. Me mira fijamente, y yo lo miro a él. Sonrío aún con lágrimas cayendo. Sus pequeños ojos verdes son relucientes y brillantes. Preciosos, como siempre lo han sido.

Aún teniéndolo en brazos, comienzo a correr hacia las escaleras. Las bajo, y voy directamente hacia la cocina. Ellos tenían que saber esto, ¡tenían que saber que está vivo!

Al entrar, papá está sentado en la mesa y Michelle está haciendo el almuerzo. Miran hacia mis brazos, y sonríen.

- ¡Michelle, papá, él está aquí, Romano está aquí! -grito llena de felicidad y lágrimas- No ha muerto, papá -le digo- Está aquí. Jamás sucedió lo que creí que pasó, ¡lo he encontrado! Estaba atrás del mueble que tenía al televisor, ¿pueden creerlo? -lo aprieto más hacia mi pecho- Jamás volveré a dejar que se vaya. Estaré con él siempre. No lo perderé de vista ni por un segundo.
- Me alegro mucho, hija -me dice mi padre, aún sonriente.
- Te dije que volvería y que nunca iba a dejarte -me dice ahora Michelle, con una sonrisa reluciente que solo ella tiene- Que ha estado y estará contigo, siempre.

Mis ojos se abren lentamente. No tengo lágrimas ni nada en la cara. Mi pulso está acelerado. Pero mi cara seca no dura mucho, porque a los segundos la tengo completamente empapada.

Todo ha sido un sueño. Solo eso. Y me parte el corazón que todo fuera irreal. Que no haya sucedido en realidad. Él está muerto. Y no va a volver.

Haber soñado tal cosa, ha sido una verdadera tortura. Me he sentido tan ilusionada en un momento, que volver a despertar y notar que nada ha cambiado y que sigo hecha un asco, es horrible. Ahora me siento más sola que nunca. Más desamparada que no soy capaz de explicarlo.

Me giro y Cipion está durmiendo a mi lado. Todo absolutamente normal, pero yo lloro como una idiota. Deseaba poder pedir un deseo, y tenerlo a mi lado por un segundo. Poder decirle lo mucho que lo amaba, al menos una vez más.

Esa noche me costó mucho conciliar el sueño. Tenía miedo de volver a soñar con él, y entonces volver a llorar y ha sentirme como lo más miserable porque nada era cierto. Pero terminé cerrando los ojos y no desperté hasta la mañana.

Esa tarde, al llegar la noche, le conté lo de mi sueño a Justin y no pude evitar ponerme a sollozar. Él intentaba consolarme, pero no funcionaba. Sin embargo, agradecía que se esforzara, y se lo dije. Pero mi corazón se reconstruyó en el sueño y ahora estaba roto de nuevo. Fue como si la herida volviera a abrirse aún más. Lo poco que había avanzado ahora se había extinguido y debía empezar otra vez.

Cinco días después.

Ya me siento un poco mejor. La verdad no he tenido mucho tiempo de pensar en lo ocurrido y eso me gusta. Todos se han encargado de tener los días lo suficientemente ocupados. Siento que soy completamente capaz de salir adelante. No sé cuando, pero lo haré.

Estoy parada en la orilla del río que pasa cerca de la casa de mi tía Casilda, con una rama de árbol en la mano, mientras jugueteo con el agua. Pasado mañana nos vamos a casa y sé que el viaje me ha servido mucho emocionalmente. Ayer parecía que estaba igual, pero hoy me he despertado y siento que se me está dando una oportunidad más. Una oportunidad de salir adelante, de salir del pozo.

Siento una mano en mi hombro y me giro. Me sorprendo porque es papá, pero sonrío. No me lo esperaba. Creí que estaba sola.

- Estás haciendo un buen trabajo, hija -me dice de repente. Yo lo miro extrañada.
- ¿A qué te refieres? -pregunto sin quitar mi expresión, pero no lo miro. Miro el agua.
- Intentas salir adelante, y eso es increíble.

Me deja perpleja lo que me dice. Él se ha dado cuenta de lo difícil que han sido para mí estos días. Yo pensaba que papá hacía caso omiso, que ni siquiera se percataba. Que estaba lo suficientemente ocupado estando feliz con sus familiares, porque era de esperarse, él los ama mucho. Pero no ha sido así.

No sé que decirle. Las conversaciones profundas con papá siempre me hacen quedar muda. Significan mucho para mí y siento que con cualquier palabra que diga algo podría salir mal.

- ¿Hueles eso? -me pregunta- ¿Sientes la diferencia?

Bajo la mirada y sonrío tímidamente. Asiento con la cabeza.

- Sí. El olor de aquí. El cambio de aires -le digo- En Atlanta este olor no existe.
- Exacto. Nada de autos, nada de ruidos. Solo nosotros, los árboles, la naturaleza. El sonido del agua corriendo. El de las hojas moverse de un lado a otro. El viento con olor a esto, es magnífico.

Papá es muy sensible por dentro. Siempre se muestra duro y cruel, pero lo conozco y sé como es en realidad. Los momentos en que se pone así, siempre los intento aprovechar. Jamás se lo he dicho, pero son preciosos. Son algo que jamás olvidaré.

- Me gusta venir aquí -suelto, pero aún no soy capaz de mirarlo- Me gusta como es todo. Los problemas no están, y aquí es como si yo pudiera ser yo misma. Y sé que tú sientes lo mismo.

Él se queda en silencio y pienso que quizás no debí decirle tal cosa. No era nada malo, pero quizás él no lo tomará de buena forma, o algo.

- Sí -responde al fin- También siento eso. Y creo que ya que hablamos de cosas que sentimos, es momento para decirte que respeto tu relación.
- ¿Mi relación?
- Sí, la tuya con Justin.
- Oh -me sentí un poco tonta por no haber sabido de lo que hablaba- Pero yo creí que no te gustaba.
- Me gusta, __. Han hecho cosas incorrectas y han mentido -me dice, y vuelvo a mirar el agua mientras corre-, pero él es un buen chico. Se nota que te quiere -algo dentro de mi se oprime porque su aceptación es algo de lo que necesitaba- Y vaya que te quiere eh, porque hasta intentó matarse.

Se pone a reír y no puedo evitar reír con él. Le golpeo el hombro despacio.

- ¡No me hagas reírme de eso! -le pido intentando parar- No es gracioso. Pudo terminar de un modo aún peor.
- Bueno, bueno, pero aún así te lo digo.

Ambos nos quedamos callados por un largo rato, pero no es un silencio incómodo. Veo que un caballo se va acercando a donde nos encontramos, porque quiere tomar agua. Me retuerzo de la ternura por dentro. Es de color café y tiene un flequillo liso y bonito.

Papá me gira hacia él, tomándome por sorpresa. Lo miro a los ojos, creyendo que se volvió loco, pero no. Me mira con los ojos llorosos y me estremezco, ¿he hecho algo mal?

- Hija -suelta con un hilo de voz- Estoy muy, pero muy orgulloso de ti.
- ¿Qué? -suelto en un susurro inaudible, pero lo escucha.
- Lo que has oído. Estoy orgulloso -deja en claro- Has sido fuerte, pequeña. Sé que aveces soy muy pesado, y que me pongo insoportable. Pero es que tengo miedo, __. Hay tantas cosas a las que temo que nunca podría terminar. No soy tan valiente como crees.
- Pero papá, sí lo eres -lo corrijo. Él ha cuidado de mí y se ha encargado de criarme aún siendo que no tengo una madre.
- No, las cosas no son así.
- Haz estado conmigo siempre. Tú eres mi padre y a la vez mi madre. Y eso es valentía.

Mis palabras parecen llegarle y sé que he dicho algo bueno. Su frente se arruga porque se esfuerza por no llorar, pero la verdad no me importaría que lo hiciera, porque sería porque se siente bien. Noto que no sabe que decir a eso, y sé que empezará a decir una cosa que no sea sobre eso.

- ¿Sabes por qué siempre me he comportado tan desesperado con el tema de ti teniendo novio? ¿lo sabes?
- Tengo unas ideas, creo.
- Sé que las tienes. Pero es porque no quiero que hagas cosas de las que luego te arrepientas. No quiero que puedas quedar embarazada y que luego el chico te deje y sufras. No quiero que te pase nada malo, ¿entiendes? -asiento- Soy tu padre. Siempre serás mi hija, no importa la edad que tengas. Si sufres así, siento que también sufro yo -de un momento a otro, me doy cuenta de que unas lágrimas corren por sus mejillas. Cuando habla, su voz es entrecortada- Me aterra que no puedas tener tu juventud, y haber fracasado como padre.

No me gusta que llore, porque lo hace por temor. Siento algo dentro de mi, porque no sé que hacer para hacerlo sentir mejor. En momentos así no soy muy buena. No estoy acostumbrada a ver a papá llorar, porque él nunca lo hace. Por lo que me decido a hacer lo único que está a mi alcance y que sé que al menos lo haré sentir un poco más tranquilo: me acerco decidida hacia él y lo abrazo apretando su cuerpo. Creí que no iba a abrazarme él también, pero lo hace. En segundos nos hundimos en un hermoso abrazo que desde hace tiempo no teníamos.

- Nunca vas a fracasar -le digo sincera- Intentaré tomar siempre las mejores decisiones posibles, papá. No quiero decepcionarte.
- ¿Estás segura? -se sorbe la nariz- Muchas veces decimos cosas que en realidad no sabemos, __. Tú no sabes lo que podrás hacer o pasar en un futuro.
- Voy a pensar siempre en ti cada vez que haga algo que tenga que ver con la maternidad, las drogas y todo lo demás.
- Te amo mucho, hija. No importa que aveces demuestre lo contrario, porque lo hago -hunde su cabeza en mi cuello y siento su respiración.
- Y yo a ti te amo también -iba a ser lo único que dijera, pero decido continuar- Aunque muchas veces pueda ser una cabezota.

Me asusto porque de repente algo jala de mi cabello. Papá se aleja un poco de mi por el brinco que doy. Me giro y ambos reímos al ver al caballo tratando de comerme lo que ha tomado de mi propiedad. Tomo mi mechón y lo tiro de él.

- Oye, esto no se come. Es mío, ¿comprendes? Mío -lo reclamo. Él hace un ruido extraño, ese que los caballos hacen. Es lindo.
- Creo que le gustas -papá vuelve a abrazarme y yo sonrío, porque no pudo haber una manera mejor de hacer sentir feliz, por fin.

Nos quedamos así por varios minutos más, charlando sobre la vida, para luego acariciar el pelaje del caballo mientras las palabras fluyen. Me cuenta otra vez la forma en que conoció a Michelle, y sus antiguas historias de su juventud estando con chicas. Yo las escucho atentamente, como siempre lo he hecho, sin importar que ya me las sepa de memoria. Porque me encanta que me las cuente. Es como si me regalara muchos pedacitos de él y yo deba armar su rompecabezas.

Mientras él habla, lo observo y pienso en que todo esto lo recordaré por siempre. El día en que papá muera y yo siga aquí respirando, recordaré y sonreiré ante estos instantes inigualables, y si llego a tener hijos y nietos, los sentaré a mi alrededor para contarles todas nuestras historias. Entonces, solo entonces, será mi turno para regalar pedazos de mí, y el turno de ellos para armar mi rompecabezas.

___________

¿Qué opinan de el intento de superación de __? Ella lo intenta. Es fuerte. 
Todas ustedes son fuertes, cada una con sus problemas, pero siguen aquí. 
No me he tardado en subir, así que me merezco un diez JAJAJA. 
Un beso a todas, por favor comenten, que ya casi no lo hacen tanto, ¿si?
Las quiero mucho, guapas.


17 de noviembre de 2014

Capítulo 67 -Por un capricho.



Estoy acomodada en mi asiento con los audífonos puestos y escuchando la radio. Sí, la radio, porque mientras esté viajando no quiero ponerme a escuchar canciones específicas corta venas que pueda causarme cierto malestar, que es lo que casi siempre hago. Además, están tocando algo de los 80', y eso sí que es genial.

Cipion me toca el hombro y yo lo miro. Noto que mueve la boca, pero como no lo escucho tomo el cable de mis audífonos y lo tiro.

- ¿Qué dijiste? -pregunto. 
- Te estoy pidiendo que te quites esos aparatos.
- ¿Qué? ¿Por qué? -pregunto esta vez más alto, y justo va pasando el joven que es el ayudante del bus, y me pide que hable más bajo. Cuando se retira, sigo hablando- ¿Por qué quieres que los quite?
- Porque estoy aburrido y ya es de noche, sin mencionar que los tienes en un volumen bastante fuerte y no me deja dormir.
- Oh, entiendo. Pero no te dije nada cuando te pusiste a cantar wiggle wiggle wiggle mientras intentabas mover el culo en el asiento y te ponías la mano bajo la axila para hacerla sonar.
- ¡Oye, no digas esas cosas! -se lleva una mano al pecho y se hace el ofendido- Trataba de impresionar a una chica.
- ¿Una chica?
- Sí, mira -me pide que me haga hacia adelante, miramos hacia atrás por el costado, y una chica rubia teñida está durmiendo con la boca bastante abierta, con la cabeza pegada al cabezal. 
- Vaya, se ve sexy cuando duerme -comento sarcástica.
- Sí, ¿no es cierto? -suspira- Creo que me he enamorado.
- Lo mismo dijiste cuando fuimos a la playa hace tres años y viste a una chica gótica.
- Ella tenía estilo -se excusa- Lástima que ni siquiera notó mi presencia, de lo contrario se habría enamorado.
- Mm. De hecho sí te vio, pero pasó de ti -sinceré riendo.
- __, tú no sabes de estas cosas. Me miró con tal deseo que sentía que iba a tocarse frente a mis ojos -puso cara de caliente total- Pero cambiando de tema, ¿qué hora es?

Tomo mi celular que había dejado en mis piernas, lo desbloqueo y observo. Me impresiono al instante, no sabía que era tan tarde. Supongo que ver el paisaje de afuera y escuchar música al mismo tiempo aceleraba mucho los minutos. Pero me gustaba, era muy relajante.

- Van a ser las tres y media de la madrugada -respondo.
- ¡Sí! -celebra alzando los brazos- Es la hora perfecta.

Lleva los brazos al costado de su derecha, y noto que saca la guitarra. El tipo se ha metido una tonelada de cosas aquí adentro y yo no me había dado ni cuenta.

- ¿Por qué has puesto tu guitarra aquí adentro? -pregunto- Creí que solo habías subido la comida.
- ¡La comida! -chilla no tan bajo- Lo había olvidado -deja la guitarra sujeta entre sus piernas, coge la mochila, la abre y saca dos paquetes de papas fritas, mas un pote de ketchup- ¿Quieres?
- Claro que sí -prácticamente le arranco el paquete de la mano- Muero de hambre.

Creí que ambos íbamos a empezar a comer de inmediato, pero Cipion no lo hace, así que en cambio, se pone la guitarra acomodada entre su brazo y sus dedos. Me pregunto qué demonios es lo que está haciendo. Abro mi paquete de papitas, me meto una a la boca y comienzo a masticar. El chico no hará nada, no es tonto para hacer lo que pensé que podría hacer.

- ¡I'm so hollow, baby! ¡I'm so hollow! -grita y toca, me tapo los oídos- ¡I'm so, i'm so, i'm so hollow!
- ¡Estás loco!

Me abalanzo sobre él y le quito los dedos de la guitarra. Él me mira confundido, como si estuviera estúpida por interrumpir sus chillidos. Giro mi cabeza para mirar hacia los asientos de atrás. Papá se ha despertado y mira para todos lados con la cara más soñolienta que pueda existir, y como nota que no pasa nada, vuelve a dormirse. Michelle y Lila, por suerte, no se han despertado.

- No puede ser, esto es un insulto a James Blunt -le digo sin poder creerlo, intentando aguantarme la risa.
- ¿Por qué dices eso? ¡Soy un cantante genial! Es más, ¿quieres que cante de nuevo? -comienza a acomodarse otra vez.
- No, está bien así, ya me ha quedado claro -lo detengo- ¿Pero es que no te das cuenta? Los pasajeros están durmiendo. Si se despiertan y alguno se queja, nos echarán y quedaremos a mitad de la nada con nuestros bolsos, sufriremos un asalto, se llevarán todo el equipaje, tendremos que hacer dedo para que nos lleven y terminaremos perdiéndonos.
- Por mis cojones, __, estás alucinando. Yo canto perfectamente, y si alguien se despierta se sentiría bendecido por escuchar tal voz.
- Sí, ya, como digas.

El ayudante del bus vuelve, y se encamina hacia nosotros sin despegarnos la mirada. Se nota un poco molesto. Yo bajo la cabeza y sigo intentando tragarme las risas que quiero soltar. Es para morirse.

- Jóvenes, voy a tener que pedirles que no toquen instrumentos musicales en el trayecto a su destino y que tampoco griten ni se pongan a delirar.
- ¿Delirar? -pregunta Cipion, claramente más ofendido que antes- Estaba cantando.
- Eso no es cantar. Michael Jackson cantaba. Tú ladras. Con su permiso -dice y se retira a toda prisa hacia donde debe de estar, que es cerca del asiento del conductor.


***

Bajamos del ahora mini-bus que tuvimos que tomar luego de ese bus anterior. Son exactamente las 12:30pm, y juro que en la mañana tuve las horas más largas de toda mi vida. No encontrábamos un mini-bus en donde venirnos. No sabíamos que salían recién a las doce. Estuvimos desde las cinco tirados en el suelo del terminal, esperando uno. Dormí en el piso con Cipion.

Diviso a mi tía de inmediato. Ella trota hacia nosotros y salta a los brazos de mi madre. Todos miramos la escena, conmovidos. A ambos se le saltan las lágrimas y no me toma por sorpresa porque siempre pasa, cada vez que venimos. Luego saluda a Michelle con un abrazo, luego a Cipion, luego a Lila, y finalmente a mi. Extiende sus brazos y me estrecha fuertemente contra ellos.

- Oh, __, mi querida __ -me dice mientras sus manos friegan mi espalda. Yo le hago lo mismo y no puedo dejar de sonreír. Ella es la mejor tía que tengo. Me suelta, me sujeta por los hombros y sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas- ¡Mírate! Estás tan grande, tan bonita.
- De hecho mide lo mismo desde la última vez -comenta Cipion. De inmediato lo fulmino con la mirada.
- Bueno, pero entonces lo de bonita si va -insiste mi tía sonriente- ¡No puedo creerlo! Mejor dicho, estás preciosa. Ya veo por qué tienes novio. Pero bueno, era de esperarse. Eres una dulzura de chica.
- Seguro, Casilda -dice mi papá con sarcasmo- ¡Si estuvieras todos los días con ella!

Todos explotan en carcajadas y a pesar de que su broma fue algo pesada, me río también. Y me gusta hacerlo. Hace días que me estaba costando. Es como una ola nueva de esperanza. Una ola más de él.

Caminamos por la calle hacia la casa de mi tía. Extrañaba este lugar. Los viñedos están presentes en más de la mitad del camino. La calle no es más que piedras y tierra. Cada varios metros hay postes de luz, y puedes escuchar pequeños riachuelos en donde el agua corre. Los pájaros cantan y me doy cuenta de que lo que me dijo Justin era cierto. Necesitaba venir aquí. Había olvidado lo que se sentía.

Llegamos y lo primero que todos hacemos es dejar tirados los bolsos en el piso de la sala de estar, para luego sentarnos rodeando la mesa. La casa de mi tía es muy linda y acogedora. Siempre me ha gustado. Aunque la verdad es que la primera vez que la conocí fue a los once. Papá jamás me había traído y desde ese día entre todos nos volvimos inseparables. Ahora no podemos pensar en otro lugar para pasar vacaciones.

La tía Casilda saca vasos del mueble de cocina y nos sirve gaseosa. Eso es genial, porque la calor es insoportable. Sin embargo, me gusta así.

- ¡Tengo algo que contarles! -exclama mi tía- Este año no nos molestarán las moscas. ¡Miren! -apunta al techo y vemos un pedazo de papel enrollado lleno de pegamento. Decenas de moscas están pegadas y muertas- ¡He encontrado un modo de matarlas sin esfuerzo! Son tan tontas que por su misma cuenta se posan allí.

Al rato el resto de la familia que vive por los alrededores viene a darnos la bienvenida. Papá está encantado. Las veces en que está más feliz es cuando venimos aquí. Hay ocasiones en que hemos hablado de lo mucho que extraña su verdadero hogar. Porque él nació aquí, no en Atlanta. Pero siempre que tocamos el tema me asegura que no se arrepiente, ya que nací yo y no me cambiaría por nada. Eso siempre nos hace sentir mejor a ambos.

La tarde es preciosa. Todos reímos por anécdotas que nos contamos, todos celebramos, todos nos abrazamos. Comemos trozos de una jugosa sandía y nos bebemos varios vasos de jugo y gaseosa. No podía explicarme a mí misma lo mucho que me gustaba estar junto a ellos. Cipion decide no volver a su casa en la ciudad y quedarse con nosotros en el campo. A él no le gusta la soledad. Siempre está solo allá. Prefiere quedarse aquí conmigo y los demás.

Llega la noche y de pronto me siento un poco mal. No me lamento por eso, porque lo que quiero es poder desahogarme a solar y llorar lo que pueda mientras Justin no esté cerca de mí. Quiero llegar vacía a mi casa en una semana, para poder empezar a llenarme de poco a poco.

Sin que nadie se de cuenta salgo por la puerta trasera de la casa de mi tía que tanto adoro. Me siento en el pequeño escalón que divide el suelo con polvo y la cerámica. El viento suave me acaricia las mejillas y de pronto estoy feliz, pero a la vez tan triste que el más mínimo pensamiento podría provocar un desnivel.

Aún no puedo aceptar que Romano no esté. Pienso y me doy cuenta de que al volver a casa, él no me esperará en la puerta. Que no estará para recibirme. Y eso me hace tener ganas de llorar. Me hace sentir rota. Pero es que no logro entender cómo su muerte pudo afectarme tanto. En realidad sé como logró hacerlo, pero a la vez es como si no lo supiera y quiero que algo o alguien me lo diga.

Las ramas de los árboles crujen al chocar, las estrellas en el cielo son infinitas y dudo haberlas visto alguna vez en tanta cantidad. Mariposas nocturnas chocan contra la ampolleta del farol a un costado de la casa y me pregunto lo confundidas que se deben de sentir. O si les gustará.

Me sorprendo a mi misma por poco me comporto. Mis sensaciones han dado un vuelco inesperado. Desde que Romano murió veo todo de una manera distinta. Todo, pero absolutamente todo me hace sentir tanto, que es inexplicable. El cielo, el aire, una casa, el césped, las hojas, los árboles, un insecto caminando, una roca, el sonido de los grillos. Y más. Muchísimo más. Sé que ya lo he dicho antes, todo esto del cambio, pero es que es sorprendente.

Hace como tres meses yo había pensado en venir. De un momento a otro tuve muchas ganas, pero solo lo tomaba como un pensamiento pasajero, por lo que ni siquiera me molesté en decírselo a papá. Me preguntaba quién podría cuidar a Romano en alguna ausencia. Lo primero que pensaba era en Justin. Él si lo haría por mí. Pero ahora, él cuida la casa. A nada ni a nadie más. No puedo llamarlo y preguntarle: He, Justin, ¿cómo se encuentra mi gato? ¿Le has dado su comida en su bandejita naranja que compré especialmente para él? ¿Le cambiaste su agua? Espero que lo entres por la noche, así no pasa frío. Le gusta salir en las mañanas y por las tardes debes cazar insectos voladores con él, sin excepción.

De pronto, me doy cuenta de lo que hago. Pienso mucho en lo que ya es. En lo que ya no se puede arreglar. Me sentiré miserable probablemente el resto de mi vida, pero debo seguir adelante con quienes viven. Justin vive, gracias al cielo. No podría haber soportado perder a ambos, por lo que tengo que cuidarlos. Lo amo más que a nada. Lo quiero para mi, el resto de mi vida, si es que puede ser posible. Espero que lo sea.

No puedo esperar más. Tengo que aprovechar todos los segundos que pueda. Debo apreciar la vida más que nunca en este momento, y hacer saber a las personas que amo lo importantes que son para mi. Ahora mismo.

Cojo mi celular que estaba guardado en el bolsillo de mi jeans, bastante apretujado. No tengo que ni buscar el número porque es el primero que siempre sale y que me sé de memoria. De hecho he borrado su nombre de mis contactos, porque no creo que sea necesario. Solo sé cuando es él. Así que empiezo a llamar. Tarda un poco, ya va por el cuarto pitido y aún no contesta. Estoy impaciente por decirle lo que tengo que decir.

Llamada telefónica.
- ¿Shawty? -al fin contesta- Lo siento, me estaba duchando y dejé mi celular en la cama de la habitación.
- Te amo -le digo sin más, haciendo caso omiso a lo que dice. Pero me muero el labio imaginando lo sexy que ha de verse recién salido de la ducha en ese momento.

Parece llamarle por sorpresa lo que le digo, pues nada que ver con el tema. Escucho un par de risitas provenientes de él, y entonces yo también río. Comienzo a sentirme mejor. Su voz, su risa, su todo es capaz de lograr grandes cosas.

- También te amo, __. Te amo demasiado más.

_______

Por dios soy mala pero mala porque no les he subido.
Iba a hacerlo el sábado en la noche pero se me pasó porque estuve haciendo otra cosa y lo olvidé. 
Y anoche estuve en el notebook haciendo otra cosa y pues no alcancé. 
Pero ahora sí que va enserio que les subiré seguidos los últimos capítulos, ¿bueno?
Comenten y voten mucho y lo haré lo más rápido que pueda, lo prometo. 
Ustedes saben que cada vez que lo prometo, va enserio.
¡Las adoro mucho! Besos enormes. Muah.



11 de noviembre de 2014

Capítulo 66 -Por un capricho.



Ha pasado una semana desde que ya no tengo una mascota. Una semana en que no he tenido a nadie a quien abrazar, mientras le digo lo mucho que lo quiero y agradezco su amistad. Tampoco alguien que pueda consolarme y apoyarme luego de tener discusiones con papá. Ni mucho menos alguien con quien salir a los arbustos con espinas a cazar esos insectos voladores.

Definitivamente ha sido la semana más lenta y solitaria de toda mi vida. Si dijera esto en voz alta, todos se reirían de mí, pero la verdad me importaría un comino. Sin embargo, aún así, prefiero guardarlo para mí misma. Y es por el hecho de que aveces, sentimientos tan íntimos siguen significando lo mismo cuando solo los guardas dentro de ti. Algo que solo tú conoces, y que nadie a pesar de tener toneladas de explicaciones podría entender.

Miro hacia la ventana y por primera vez me doy cuenta de que en los últimos días he estado sintiendo las cosas de una forma tan diferente. En ocasiones inhalo el aire, y siento que es otro, que no es el mismo que siempre he respirado. Observo el césped, y luce tan precioso cuando el aire lo sacude que es como un pequeño baile lleno de vida que nadie ni nada podría realizar mejor.

Hay veces en que pienso que la muerte de Romano me ha afectado demasiado y que por eso estoy sintiendo todo esto, y otras cosas que no he dicho. Pero no puedo decir que me molesta. Me gusta la sensación. Siento que las personas que tienen este tipo de capacidad para sentir, tienen un pequeño don. Es algo que nos hace especiales. Y estoy agradecida de poder ser así. Quizás esto me lo ha enviado Romano para ayudarme a salir adelante. O tal vez solo es obra del destino. No sé. Pero agradezco a lo que me esté dando este empujón.

He llorado todas las noches y en ocasiones en el día también. Mi soledad me abruma. Una pequeña polilla viene volando y se me posa en la rodilla. Mis ojos se humedecen por tercera vez en el día y siento que tal vez es él, que ha venido a visitarme. De pequeña papá solía decirme que nuestros seres queridos, al fallecer, reencarnaban en estos pequeños vichitos voladores para venir a transmitirnos su compañía. Yo siempre le creí, y lo sigo haciendo. Son como ángeles que jamás deberían desaparecer.

Papá me llama desde la cocina y me levanto de la silla en la que he estado sentada, que por cierto, está en medio del jardín sobre el césped. Por alguna razón me ha dado por haberme puesto ahí. Así que me levanto y me encamino hacia el interior de la casa.

- ¿Qué? -pregunto con voz normal, como si pasara absolutamente de cualquier cosa que pudiera suceder.
- ¡Tenemos una noticia! -exclamó golpeando la mesa y por un segundo me sobresalto- Me han dado vacaciones, hija, ¿puedes creerlo? ¡Vacaciones! -esta vez grita, ni él se estaba creyendo lo que decía- Tengo tres semanas y he decidido que me tomaré una en especial para hacer un viaje familiar. He llamado a tu tía Casilda, ¡nos vamos mañana mismo a Tennessee!

¿Tennessee? Vaya. Definitivamente esto no me lo esperaba. No íbamos desde el verano antes de conocer a Justin. De estar en mi mejor momento me habría puesto a chillar de la felicidad, pero a pesar de que querer hacerlo, no podía.

Papá me mira estupefacto mientras su felicidad disminuye y una notoria arruga se le forma en la frente. Sus ojos me miran detenidamente.

- ¿Sucede algo? -me pregunta- ¡__, a ti te encanta ir allá!
- Sí me encanta -le dejo en claro algo ofendida, por supuesto que me encanta.
- ¿Entonces?
- No lo sé. Simplemente no me siento tan emocionada.
- ¡Eso noto! -grita mi papá sin poder creer lo que le digo.
- Déjala, cariño -interviene Michelle, tocando el hombro de mi padre para hacer que se relaje- Ha pasado por días difíciles, no la presiones.

Alabada sea Michelle. Bendita sea ella. Siempre es tan comprensiva que me dan ganas de abrazarla y llorar por un año entero. Sin embargo, sonrío un poco, solo para hacer sentir un poco mejor a papá. No puedo transmitirle mi tristeza interior todo el tiempo.

***

- Por lo que me voy a Tennessee por una semana -terminé de contarle a mi hermoso y perfecto novio, que estaba apoyado contra la puerta de su auto como todo un súper modelo.
- Entiendo.

El silencio torna entre nosotros y no puedo evitar bajar la mirada al piso. Justin estaba muy sereno durante su visita y yo me sentía a gusto estando así. Ni siquiera me molestaba que casi no hablara. Era más bien como un pequeño detalle que me agradaba.

Siento que mis ojos de pronto se humedecen, otra vez en todo lo que llevo despierta desde la mañana. Mi maldigo a mi misma, por no ser capaz de poder controlar mis emociones. Intento guardar la compostura y quitar a toda costa la sensación de querer romper a llorar.

Levanto un poco la mirada para ver si Justin me observa y en efecto, lo está haciendo, sin siquiera disimularlo. Su rostro, muy serio, está analizando cada parte de mi cara. Vuelvo a bajar la mirada y ruego que no se de cuenta de lo que me sucede.

- Te hará bien ir allá, __ -dice de repente, sorprendiéndome.
- No quiero dejarte por tantos días -solo era una semana pero lo quería a mi lado. Lo necesitaba.

Lentamente, quita el peso de su espalda de su auto y se acerca a mí. Me abraza por la cintura y yo apoyo mi cabeza contra su pecho. Oigo su respiración y siento sus boom boom boom, e intento no imaginar lo horrible que sería que su corazón ya no latiera más.

- Yo tampoco quiero eso -sincera, en un susurro casi inaudible- Pero lo necesitas.

Me pregunto si se está refiriendo a lo que sucedió a Romano. Intento quitarlo de mi mente por unos segundos, pero no puedo. Con toda la fuerza que era capaz de tener cierro mis ojos queriendo mandar muy lejos las lágrimas. Pero no soy lo suficientemente fuerte. No cuando se trata de él. De mi ángel.

Mi cuerpo tiembla y siento que los brazos de Justin me estrechan más contra él. Eso no ayuda, porque me quiebro, y en segundos tengo su playera entre mis puños, apretándolas como si se me fuera la vida en ello.

- Lo extraño, Justin -hablo, pero se me escapa un sollozo tan grande que me arrepiento en seguida de haber hablado. Pero aún así, sigo- Lo extraño tanto.

Rápidamente Justin esconde su cabeza en mi cuello y siento su respiración. Me da algo y me doy cuenta de que no podré parar de seguir hablando.

- Intento no pensar en ello -continúo sin esforzarme por no llorar- ¡pero no puedo! Él se ha ido, me ha dejado. Ya no está conmigo -ya no sé si él logra entenderme pero aún así no me callo- Me hace tanta falta...
- Lo sé, shawty -intenta comprender.
- Sé que lo sabes, pero, yo he sido la culpable, ¡por mi culpa él está muerto! -le digo más fuerte de lo que quería- ¡yo lo maté!
- __, no -me interrumpe- No pienses esas cosas. No lo hagas.
- No puedo no pensarlo -insisto- Odio todo esto.

Lloro ruidosamente. Ya ni siquiera me importa que papá pueda oírme desde la casa. Solo quiero desahogarme. Pero, por favor, solo ha pasado una semana. Una sola. Y yo ya estoy hecha un asco y siento que no puedo respirar. ¿Qué vendrá después? ¿Cuánto tiempo estaré tan destruida?

- __ -pronuncia, y sus manos recorren mis mejillas hasta que las presiona con sus manos- Tú no tienes la culpa, ¿de acuerdo? No la tienes. Jamás la has tenido.
- Yo no lo veo de esa forma -me porto terca, pero las cosas son así.
- ¿Crees que yo no quería a tu gato? -pregunta, y de pronto me impresiona, porque siento temblor provenir desde su cuerpo- Lo quería mucho. Tal vez no tanto como tú, porque yo no era su dueño y no estaba todos los días con él. Pero se ganó mi cariño, sin importar eso.
- Pero tú decías que era el gato más feo del universo y que apestaba -le recordé, sorbiéndome la nariz y parando de llorar un poco. Mis ojos los detengo en los suyos.
- Dios, no lo decía enserio -aseguró- Solo me gustaba joder y realmente la pasaba bien burlándome de él y haciéndote rabiar con ello. ¿Recuerdas cuando tu papá lo enterró? -preguntó, y enseguida vinieron a mi mente pequeñas imágenes- Tú no te atreviste a enterrarlo con él, porque no querías recordar un momento así en tu vida. Pero yo no soy tonto y sé que estabas viendo desde la ventana de la habitación de tu padre y Michelle.
- ¿Cómo lo sabes? -pregunto.
- ¿Qué importa eso? ¿Es valioso saber por qué lo sé? No, no lo es. Lo que es valioso es que estuviste con él en las buenas y en las malas. Hiciste lo mejor que pudiste hacer por él, __. Tú creíste que estaba mejorando y quizás fue un error, pero no lo sabías. Y a pesar de no querer verlo mientras la tierra lo cubría, te asomaste a la ventana, y viste. De ser otra simplemente te habrías escondido del todo, como una cobarde -junta su frente con la mía y respira hondo- Pero mi __ no es una cobarde. Y fuiste la mejor dueña que él pudo tener.
- ¿Y si lo defraudé? -cuestiono- ¿Y si él no me ha perdonado?
- Él te ha perdonado desde el principio. Te amaba. Yo lo sentía. Y, no debería decirte esto -acaricia mi mejilla con su dedo pulgar- Habían veces en que me daban celos cada vez que ese gato obtenía más de lo que yo podía obtener. Siempre estaba contigo, no te dejaba en paz y la forma en que lo mirabas me encabronaba. Perdóname, __ -me pide, y siento que su voz se quiebra y el temblor de su cuerpo se vuelve aún más notorio. Una lágrima cae por su mejilla- Perdóname. En ese tiempo yo era un demente. Y no sabía lo importante que él era para ti. De haberlo sabido, jamás habría sentido tal cosa.

Me quedo en silencio y ya no sé que decir. Sin embargo, me aferro a él y hundo mi cabeza nuevamente en su pecho. Él esconde su cabeza en mi cuello y mi cabello y lloramos durante un tiempo que no sé muy bien cuanto duró.

Yo no quería que Justin se sintiera así. Él no debía sentirse culpable de algunas cosas que sintió, pero yo sé que él ya no es así y me lo está demostrando ahora mismo. Jamás podría odiarlo por algo como eso. Ni siquiera es algo tan malo. Es un sentimiento muy humano.

- No tengo nada que perdonarte -le digo, dando caricias en su espalda- Te amo, no importa lo que hayas hecho. Nada cambiará mi afecto hacia ti.

Él se sorbe la nariz como yo lo hice antes, alza su cabeza, me mira a los ojos y una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

- Vas a salir adelante, shawty.
- ¿Cuándo? -pregunto apenas- Creo que jamás lo podré superar.
- No lo sé, yo no podría saber eso -aclaró- Pero llevará tiempo. Y tienes razón, tal vez nunca lo superes. Pero aprenderás a sobrellevarlo.

Pienso y me doy cuenta de que es casi lo mismo que yo le dije a Romano cuando agonizaba. Le aseguré que tendría que aprender a ser fuerte, y que quizás nunca superaría del todo que él se haya ido. Le dije que lloraría mucho y que no se tendría que sentir mal por mí. 

Ahora me siento feliz de haberle contado que eso pasaría. Lo hice bien. Pero me habría gustado decirle mucho más. Tal vez esto sea ahora muy difícil, pero de apoco podré mejorar. La huella que dejó en mi vida es muy grande, y yo tendré que dejar que el tiempo pase para sonreír al recordarla.

***

- Cipion, ¡quítate! -le grito, pasando por entre el montón de gente que nos rodea.
- No puedo __, si choco contra esas personas arruinarán mi camisa recién planchada estilo baquero -se niega.
- ¿Y qué importa?

Nos encontramos, toda la familia, incluido Justin, esperando nuestro bus salón cama hacia Tennessee. Sinceramente tengo muchas ganas de poder ir a ver a mis tíos favoritos y a mis primos, pero siento que echaré mucho de menos a Justin. No quiero separarme de él, menos aún cuando lo necesito tanto.

Papá dice que ya es hora de pasar al otro sector. Solo podemos pasar los que tenemos el pasaje para viajar. Miro a Justin, sintiendo dolor por dejarlo solo. Sé que a él tampoco le gusta la idea de que me vaya.

- Solo será una semana -me dice, queriendo confortarnos a ambos- No nos daremos ni cuenta y estarás de vuelta.
- Lo sé -asiento con la cabeza, frunciendo el ceño- Pero igual me gustaría que me dijeras que me vas a extrañar, o algo. Esto de verle el lado bueno y fingir que no interesa no va conmigo, ya sabes.

Justin se echa a reír y me abraza. Yo le correspondo y río con él. Es imposible enojarme cuando estoy a su lado. Por más que me esfuerce, no puedo.

- Te amo, shawty. Te llamaré todas las noches, ¿vale? -vuelvo a asentir- Y cuando regreses quiero verte con una gran sonrisa llena de vida. Sé que es solo una semana, pero puede ayudarte mucho cambiar de lugar unos días.
- Gracias, también te amo y esperaré tus llamadas pero más te vale que no se te olvide -le digo- Si vas a una fiesta y te acercas a mujeres juro que te patearé las pelotas hasta no poder más Justin, ¡lo juro! -ahora me siento algo molesta pensando eso. Mis humores siguen siendo no muy buenos. Respiro, cuento hasta diez y trato de calmarme.
- No haré nada de eso, solo iré a caminar con los chicos, o algo, lo prometo -asegura y sonríe- No te enojes, tú sabes que solo tengo ojos para ti.
- Sí, claro.
- __, lo sabes, he dicho -insiste.
- Las amigas que tenías eran bien putas -expreso cruzándome de brazos.
- Ya no hablo con ellas, y jamás fueron mis amigas. Ni siquiera las llevé en mi auto, ¡fuiste la primera! -me toma por los hombros y me sacude- Todo será igual que cuando estas aquí.
- No quiero perderte -no tiene mucho que ver con el tema, pero necesito decírselo. No soportaría perder a alguien más, mucho menos a la persona que amo.

Justin me mira y su sonrisa se va. Sus ojos brillan y ahora me estrecha entre sus brazos. Sus brazos rodean mi cintura y yo huelo su aroma hasta no poder más.

- Nunca vas a perderme -susurra. Y le creo.

Unos minutos después por fin nos despedimos. También se despide de papá, Michelle, Lila, y hasta de Cipion. Justin le dice que tiene que cuidarme o que él mismo viajará a Tennessee a matarlo. Cipion hace una mueca pero asiente con la cabeza. Le asegura que no haré nada incorrecto y que lo único que haremos será comprar una guija y llamar demonios para que jueguen con nosotros. Definitivamente está enfermo del cráneo, yo no haré eso.

Cuando me encamino hacia las puertas para pasar al otro lado, miro hacia atrás, y él se encuentra mirándome. Asiente con la cabeza y se despide con la mano. Por un momento me dan ganas de llorar, pero le lanzo una sonrisa. Él sonríe de vuelta, y me doy cuenta de que ahora sus ojos observan mi trasero. Se muerde el labio y ruedo los ojos. Cuando me mira, le tiro un beso por el aire y él hace como si lo atrapara, y lo lleva a su boca. Sin duda él me enamora cada vez más. Lo miro por última vez, y cruzo la puerta.

Al ya estar del otro lado, nuestro bus llega. Rápidamente pasamos nuestro equipaje al hombre que los pone en la parte donde deben ir. Subimos y Cipion se sienta conmigo. Él trae una mochilla llena de comida chatarra. Michelle lleva a Lila con ella en su asiento y papá va a su lado. Por primera vez pienso que realmente somos una hermosa familia y que no podría amarlos más de lo que ya lo hago.

El bus parte, miro por la ventana y analizo todas las cosas que me han pasado, lo bueno, y lo malo. Ahora debo concentrarme en mejorar. Debo salir adelante. Sé que Romano me hará sentir triste, pero sé también que me enviará fuerzas de dondequiera que esté.

Mi prioridad ahora es eso, y Justin. Mis problemas no pueden impedirme seguir con un buen noviazgo. Mi viaje debe de valer la pena. Al llegar quiero ya estar más animada, y poder darle lo que se merece. Mi chico del baño siempre merecerá lo mejor del mundo, y yo misma me encargaré de darle eso, y mucho, mucho más.

_________

Chicas, realmente me siento tan bien escribiendo estos capítulos,
 y es que me llenan por dentro.
No me canso de pensar en ustedes y darme cuenta de que significan mucho para mí.
Son geniales, gracias por todo lo que han hecho.
Gracias por leerme, no dejarme, y esperar. 
Sé que no soy la mejor escritora, sé que ya no subo tanto como antes,
pero es que aún así siempre estoy esforzándome.
Las quiero mucho, no olviden eso ♥
Oficialmente quedan cuatro capítulos para el final de esta novela.
Un beso a todas. Únanse al grupo en facebook para estar al tanto:
https://www.facebook.com/groups/249293821904711/
Oh, oh, lo olvidaba, pasen a este blog:
http://escanove-justinbiebernovelas.blogspot.com/
Tiene una novela que recién está empezando, deberían pasarse.
La que no se pasa no es swaggy, así que.
Adiós ♥



6 de noviembre de 2014

Capítulo 65 -Por un capricho.



Cojo mis audífonos de la mesita de noche que está junto a mi cama. Me sorbo la nariz, tomo mi celular, y los conecto. Me quedo mirando un punto fijo de la habitación. La bandeja redonda color naranja con galletitas.

¿Por qué nacemos? O mejor dicho, ¿por qué nacer, si luego vamos a morir? No, mejor aún, ¿por qué miserable razón existe la muerte? ¿y por qué quienes no han hecho nada incorrecto se llevan la peor parte?

En momentos como este, siento más que nunca que Dios no existe. No porque no me haya ayudado. No porque no me haya concedido el deseo. Si no, porque él no puede hacer las cosas por nosotros...

¿Pero ahora que demonios estoy pensando? Nada que ver. Dios puede existir, de seguro existe aunque no hay pruebas concretas y personalmente jamás lo he visto. Tal vez él solo se encarga de entregarnos una buena vibra y de algún modo empujarnos a lo que es bueno porque solo existe cuando creemos. O tal vez solo los humanos lo creamos inconscientemente para tener una excusa por lo bueno que logramos o lo malo que nos pasa.

Y ahora mismo cambio de opinión por haber dicho que de seguro existe, porque siento que no, que es solo un cuento viejo, porque somos nosotros mismos los que tomamos las decisiones y nos guiamos a un lugar o a alguien. Nosotros tenemos que darnos las gracias a nosotros mismos por lo que logramos, no darle las gracias a Dios. No existe. Y si existe, está muerto y por esa precisa razón demostramos que no hizo nada y que nosotros tenemos todo el crédito.

¿Qué? ¿qué me sucede? ¡Dios sí existe! Papá me mataría si se diera cuenta de estos pensamientos míos. Es una falta de respeto sobretodo porque él es creyente y todas las noches reza. ¿Dios nos da la vida? ¿Dios nos la quita? La explicación más lógica sería que solamente estamos aquí porque dos seres humanos tuvieron sexo y luego morimos porque nos entra una enfermedad o nos atropella un auto o nos suicidamos y ya está. Nosotros somos capaces de decidir.

Cállate, __. Cállate. O no, como no estás hablando, solo pon tu mente en blanco. Tu mente se está yendo por la borda. Tienes que ser fuerte. Nada de lo que has pensado deberías estar pensándolo. A pesar de querer hallar respuestas. Dios no tiene culpa de nada. Dios no tiene el papel aquí. No lo metas en lo que te pasa, por más que encuentres que él es el culpable y todo sea negativo para ti desde ahora.

FlashBack
Me levanto de la cama con un nudo en el pecho. Algo sucede. Estoy impaciente por saber algo, pero no sé que es. ¿Algo anda bien? ¿Algo anda mal? ¿Porqué este sentimiento tan extraño? ¿O solo he soñado?

Mi cuerpo se levanta de un salto de la cama y me pongo las pantuflas sin siquiera querer hacerlo. Me dirijo a la puerta de la habitación y bajo las escaleras corriendo. Mis piernas no se detienen para ir a la cocina a dar los buenos días. Algo me espera allá afuera. Algo más importante, muchísimo más. Hay otra prioridad en el momento.

Miro hacia el jardín y solo una palabra viene a mi mente: Romano. Mi corazón se acelera tanto que me asusto y pienso que me dará algo. Ahora entiendo que el sentimiento no trae nada bueno. Es malo. Y Romano tiene algo que ver.

Alzo la vista y trato de encontrarlo. No está a la vista. Pero sé que está por los alrededores. Y sin siquiera percatarme, me encuentro caminando hacia dos arbustos que están juntos pero que tienen un espacio entre ellos. ¿Presentimiento de que estaría ahí? ¿Presentimiento de que algo malo le pasaba?

Necesité de toda mi fuerza de voluntad para atreverme a separar las ramas que me impedían ver entre el espacio. Mis manos tiemblan y sudan. Mi corazón se altera. Mi sangre fluye por mis venas pero cuando por fin logro tener un ángulo para mirar a lo más horrible que pueda ver, se congela y ya no fluye. Siento que es una pesadilla y quito las manos. Las ramas vuelven a unirse y ya no veo nada a través.

Me froto los ojos y me sujeto la cabeza. No, no, no. No.
Mi bebé. Mi gato. Mi mejor amigo.
Charco de saliva. Manchas de sangre. Respiración entrecortada.
Suciedad, tierra, polvo, corazón roto, dolor, angustia, tristeza...
Culpabilidad.

Tal vez de verdad puede ser una pesadilla. Tal vez solo estoy soñando. Tal vez papá tenía razón y debería dejar de pasar de cosas como rezar por la noche. Porque sueños como este podrían ser tan feos, tan destructivos que eran capaz de tener el mismo demonio. O solo sería una alucinación.

Necesitaba ver eso de nuevo, pero no quería. Sin embargo, lo hago. Separo nuevamente las ramas sin quitar el temblor, pero esta vez las rompo porque quiero que me quede claro. Y cuando vuelvo a notar que sí era lo que había visto, que no era una pesadilla, mi corazón explota de tal manera que toda la sangre congelada podría haberse hecho picadillo, enterrándose en cada alrededor. Filosas puntas de hielo.

- Oh -no pude seguir hablando. Llevo una mano a mi cara y me tapo la boca- No.

La realidad me golpea. Me abofetea, me apuñala. Y el dolor es insoportable. Entonces, me doy cuenta de que nada dentro de mí se había congelado. Las no existentes puntas de hielo no eran causantes del dolor en el corazón. Incluso yo misma ya lo he dicho. Solamente era lo más obvio y lo más sin esperanza del mundo: La realidad. Y acababa de darme cuenta.
Fin FlashBack

Me encuentro sentada en la puerta de entrada a la casa. El viento tibio me acaricia el rostro. A pesar de que todas las veces anteriores siempre me hacía bien el sentir el suave cosquilleo de la brisa, ahora no me ayudaban en nada.

Mantengo los auriculares en mis oídos e intento no recordar más. Intento reconstruirme y fingir que nada de lo que presencié sucedió. Que todo está bien, que lo imaginé todo. Pero no puedo. Y al empezar la canción que me recordaba tanto a él, comienzo a sollozar de la forma más desconsolada que jamás imaginé que sollozaría.

"La vida es hermosa. Amamos hasta que morimos.
Cuando corres a mis brazos, nos robamos el momento perfecto.
Deja que los monstruos te vean sonreír.
Deja que te vean sonriendo"


Y entonces, sigo recordando.

FlashBack
Sin quitar mi mano de mi boca y mis ojos asombrados, lágrimas comienzan a caer por mis mejillas. Y sentimientos de odio hacia mi persona, comienzan a aparecer. Porque yo tenía la culpa. Solo yo. Y me merecía lo peor que alguien podría merecer.

De pronto me doy cuenta de que soy una verdadera imbécil. El sentimiento de odio crece aún más. Mis rodillas caen al piso y ya no sé que cosa podría ser más dolorosa. Quería reconfortarlo. Quería decirle que todo estaría bien.

Sus ojos se mueven hacia mí y se quedan quietos en esa posición. Su hermoso miau sale de su boca. Y como desde el primer día que llegó a mí, es música para mis oídos. Mi canción favorita. Y eso me hace llorar aún más. Es como si tratara de explicarme. Como si me suplicara. Y tal conexión era tan fuerte, que podía leer a través de él. Y tal vez leía cosas que no me gustaría, o quizás solo eran mi idea por la culpabilidad que sentía. Pero me rompía más y más por dentro.

¿Qué me sucede, __? ¿Por qué mi cuerpo duele tanto?
Estoy sucio, __. Tú sabes que no me gusta estar así, ¿por qué no soy capaz de lamerme?
¿He hecho algo mal? Ya no me siento como antes.
¿Puedes ayudarme? ¿por qué no lo haces?
¿Ya no me amas? Yo a ti te amo tanto. Eres mi ama. Eres mi madre.
Tú me has criado. 


Era tanto el remordimiento, que debía encontrar una forma de hacerle que comprendiera. Que supiera todo lo que él no sabía. Y a pesar de que ninguno de los dos estaba en las condiciones, yo debía hacerlo. No soportaría que él pensara cosas malas, si era posible que lo hiciera.
Fin FlackBack.

La canción sigue y no puedo evitar llorar más y más, porque recordar me destruía. Deseaba tener una pérdida de memoria. Pero a la vez no. No quería olvidar precisamente a él. Pero quería olvidar ese momento. Pero olvidar ese momento, seguiría siendo olvidar algo de él.

"¿Te abrazo fuertemente cuando el dolor de golpee?
La vida es hermosa, pero es complicada apenas la conocemos.
No necesitamos entender. 
Hay milagros, milagros"



FlashBack
Hago lo único que creo que será la mejor idea para llevar acabo en un momento como ese. Y es que no podía más. Yo sabía que jamás nada sería suficiente para siquiera intentar compensarlo. Nunca, nada, solo sería.

En ese momento ya no le tenía importancia a nada. Solo me importaba él. Romano. Así que no me esfuerzo en limpiar el suelo, y me acuesto a duras penas a su lado. Siento la tierra abajo de mí y las pequeñas hojas secas que se cayeron del arbusto crujir. Mi mano se encamina a la pequeña y esponjosa cabezita de mi mejor amigo. Mis dedos recorren su pelaje, que para mí, a pesar de estar en la peor condición, siempre será precioso. Trago saliva y me dispongo a dirigir mi palabra.

- Romano... -me callo porque me sorprendió lo distorsionada que mi voz se escuchó. Aclaro mi garganta, sorbo mi nariz y me impulso a continuar- Voy a intentar explicarte de la manera más mejor, cariño. Necesito que me escuches atentamente, a pesar de que no imagino lo mucho que te debe costar -hago una pausa y cierro los ojos con fuerza, pero no pasa mucho y los abro. Debía mantener la compostura para poder hacerlo. Llevo mi otra mano hacia su patita diminuta, y la aprieto lo más delicadamente posible. De alguna manera, queriendo que sienta lo que yo siento- Tu cuerpo está enfermito, bebé. Tu cuerpo tiene una enfermedad que ninguno de los dos sabe cual es. Yo, hoy, te lo juro de verdad, iba a llevarte al veterinario. Pasé tardes construyendo una caja con cosas duras porque no había tenido el dinero para comprarte una jaula especial pero por favor créeme cuando te digo que iba a hacerlo, ¡de verdad iba a hacerlo! Puedo traerte la caja para que la veas y sepas que no miento, ¡podemos ir allá ahora mismo, Romano! -alzo mi voz y me desplomo al instante, sollozando desesperada. Tenía tanta necesidad de que me creyera- Si solo pudieras... aguantar.

Me desplomo y cierro los ojos. No puedo con el dolor, ni con ningún sentimiento tan horrible que sentía. Era el infierno en vida. No entendía como esto podía existir. Deseaba que la vida solo fuera felicidad, que lo que amáramos viviera para siempre y nada nunca malo nos atacara.

- Perdóname, bebé. Por lo más preciado, perdóname. No quería que esto pasara. Yo... he tardado demasiado.

Mi voz ya no se entiende pero tenía la esperanza de que pudiera ser capaz de hacerlo. Me esforzaba, aunque me salía mal, pero me esforzaba.

- Estuviste conmigo en todo, tantas veces, tanto tiempo, que nada jamás en podría demostrarte lo agradecida que estoy contigo -otra vez sorbí mi nariz. Llevé mis manos a mi cara y me sequé la humedad. Vuelvo a tomar sus patitas y al instante estas quedan cubiertas de pelo que a él se le ha caído- Te amo tanto, Romano. Tanto, tanto, pero tanto. Tú has cambiado mi vida, cariño. De no ser por ti, yo no estaría aquí. Me has enseñado lo que es la amistad verdadera y tampoco puedo ser capaz de demostrarte lo importante y valioso que ha sido. Porque ninguna persona antes fue capaz de brindarme la amistad que me has brindado tú.

Sus ojos, directos, siguen fijamente en los míos. Y me doy cuenta de que sigue ahí, pero que yo estoy pensando en él en pasado . Entonces, sé y comprendo que... el momento se acerca. Que desde el principio lo he sabido pero no había sido capaz de darme cuenta. De reconocerlo.

Pienso, y en el fondo, siempre he sido egoísta. Siempre he querido que lo que amo se quede conmigo y esforzarme para que eso pase. Cuando Justin había roto conmigo seguía queriendo ser solo yo quien lo tuviera. Que no se acercara a otra chica. Mi egoísmo me ganaba. Pero es que yo lo quería a mi lado, solo conmigo y nadie más.

Pero... Romano. Romano no merecía eso. Su cariño y su amistad era tan puro que no podía. No podía solo pedir un deseo a Dios, ni rogarle que se quedara, porque... ¡Porque eso sería crueldad! ¡No iba a pedirle que permaneciera, siendo que yo misma estuve y estaba viendo la manera en la que sufría! No sería tan mierda por dentro, no lo sería. No aguantaría.
Fin FlashBack.

Llevo mis manos y cubro mi rostro. La música sigue sonando en mis oídos pero sin embargo no la paro, porque quería seguir sintiéndome tan mal como estaba. Necesitaba llorar todas mis lágrimas y sabía que aún quedaban muchas por derramar.

"Sí, la vida es hermosa. Nuestros corazones, laten y se rompen.
Cuando huyes lejos del peligro, ¿volverás corriendo a mis brazos, como lo hiciste cuando eras joven?¿Volverás a mí?
Te abrazaré fuertemente cuando el dolor te golpee"

FlashBack
Mi cuerpo y mi mente aceptan que en algún momento de mi vida, siempre, tendré que dejar avanzar a alguien. Tendré que dejar que vaya por delante de mí. Que ya no estará más conmigo.

Y eso era exactamente lo que debía hacer ahora. Dejar ir. Dejar que se vaya. Que siga sin mí. Quedarme atrás, a pesar del dolor.

Acaricio su cabeza como si jamás la hubiera acariciado antes. Y como cuando lo hacía cuando era tan solo un bebé. Con tanta delicadeza como si fuera de porcelana, con miedo a romperla sin querer al hacer más fuerza de la necesaria.

- Romano... -vuelvo a hablar. Sus ojos, que estaban cerrados al sentir mis caricias, se abrieron, y miró a mis ojos- No sabes lo mucho que deseo que estés bien. Que mejores. Y no sabes lo mucho que amé cuando llegaste. ¿Recuerdas cuando llegaste? ¿Recuerdas? Estabas todo sucio, pegoteado y ensuciaste mi abrigo -una triste risita salió de mis labios sin poder evitarlo, porque había sido precioso ese momento que atesoraría por siempre- Desde el primer momento que te vi, supe que seríamos inseparables y que no podría amarte más de lo que ya te amaba. Fue todo tan rápido. También me arañabas, y te negabas a aceptar mi cariño. Pero... -ahora mi pequeña sonrisa se desvanecía y lágrimas brotaban por mis ojos. Mi voz se quebró- quiero que sepas que ni eso, ni nada, será capaz de disminuir mis amor hacia ti. Podrías hacer lo mas malo del mundo pero nada cambiaría. Sería imposible que eso pasara porque todo lo mío hacia ti es infinito... es permanente y siempre lo será, bebé. Siempre. Y la única manera que tengo en este mundo de demostrártelo es permitiéndote que... que si estás cansado, que si ya no puedes más... no impediré que te vayas -una punzada de dolor atravesó todo mi interior, pero seguía firme en mi decisión y debía continuar- Puedes irte, Romano. Puedes darte por vencido e irte sin mi. No sé que pasará, ni lo que harás. Te aseguro que no sé lo que hay allá arriba en el cielo, mi niño, pero el día en que me toque partir, me gustaría que lo primero que vea seas tú... y saber que morir haya valido la pena. Y aunque te hayas ido y yo permanezca, pensaré en tí, cada día. Y recordaré los momentos que pasamos juntos. Tú haz sido tan, pero tan fuerte. Yo tendré que aprender a serlo. Pero si te enteras de que estoy llorando, no será por algo malo, si no porque tendré que acostumbrarme a tu partida. Quizás nunca lo haga, pero no te vayas a sentir culpable o mal, porque por todo el amor que te tengo sería imposible que no llorara. Nunca olvides lo mucho que significas para mí... Nunca lo hagas. Aunque mueras físicamente, vivirás en mi corazón... Vivirás dentro de mí... Siempre. Para toda la eternidad. 
Fin FlashBack.


"Quédate donde estás. 
Dejemos que estos momentos... pasen"


Romano murió esa tarde exactamente a las 3:37pm. Había entrado a comer porque Michelle me había insistido durante varios minutos. Dijo que hacía falta que me despejara adentro un poco. Me dolió hasta el alma dejar a Romano ahí afuera, solo, sufriendo.

No tardé tanto. Diría que no fueron más de quince o veinte minutos. Apenas pude comer y no hice más que tomar un poco de gaseosa. Me dolía comer pensando que mi mejor amigo no era capaz de hacerlo, tampoco. Sin embargo, cuando volví... él se había ido. Ya no respiraba.

Michelle lloró junto a mi. Recuerdo maldecir por horas a Dios. Incluso llegó el momento en que le rogué que por favor se lo llevara, que ya había sufrido suficiente. Pero no me hacía caso y eso me hacía odiarlo cada vez más. Por eso no podía dejar de pensar en si existe o no existe. En por qué y cual es nuestro propósito en la vida.

Deseaba haberle dicho tantas cosas más que no pude decir. Haber tenido tiempo. De haber reaccionado antes y haber armado la caja más resistente tiempo antes. ¿Estaría vivo ahora? ¿seguiría conmigo? Mi culpa estaría dentro de mi por el resto de mi vida. Él fue tan bueno conmigo, y yo, en cambio, me porté como una basura con él. No lo salvé. Lo dejé caer.

Romano me enseñó tantas lecciones, que tal vez podría pasar horas diciéndolas. Nosotros los humanos cuando perdemos el contacto, nos distanciamos a tal punto que muchas veces dejamos de preguntar por su estado y ese es el final de la relación. Pero si hay una última lección que Romano me enseñó cuando estaba muriendo, era que no importa la distancia que haya entre nosotros, siempre estaremos unidos. Que la amistad verdadera si existe. Y que yo no me distanciaré de él. Porque permanecerá conmigo. Su alma sigue viva en mi interior. Siempre lo amaré, lo recordaré, y defenderé su memoria. Él no era solo un gato. Él, era mi mejor amigo, mi bebé, y sobre todo... Mi esperanza.

"Es increíble donde estoy.
Hay un montón de cosas que podemos dar.
Este es nuestro solo por un momento.
Hay un montón de cosas que podemos dar"



Y luego no oigo nada. La canción acabó. Y siento tantas cosas, aún más que antes. Me quito los audífonos y miro el césped, miro los árboles, miro los arbustos en donde tantas veces jugamos. Más lágrimas caen y me siento tan rota. Siento la corazonada de que él está ahí cerca, viéndome. Que está apoyándome, como siempre lo hizo.

- Siempre voy a recordarte, bebé... Gracias por todo.
___________

Por Dios. No me odien. La verdad es que habría subido antes, porque había escrito ya casi entero el otro día. Pero lo borré, porque no me gustó, además lloré tanto que se me hizo imposible. Y luego no era capaz de escribirlo otra vez porque no me sentía en el momento adecuado. Y hoy he podido. Me sentía en condición de hacerlo. Las adoro mucho, mucho. Supongo que todas hemos tenido un "Romano" en nuestras vidas. No importa si es perro o gato o un pez o hamster o un ave, incluso una cucaracha. Lo que importa es que nos marquen y las enseñanzas que nos dejan. Y que nos dieron la capacidad de amar, por sobre todas las cosas. Un beso enorme, subiré luego desde ahora, porque para escribir este capítulo necesitaba tiempo. Adiós ♥
Pd: El nombre de la canción es "Life is beautiful -Vega 4", por si a alguien le interesa. Yo he adaptado la letra a como encuentro que suena mejor, pero pueden buscar los vídeos subtitulados en Youtube.