29 de enero de 2014

Capítulo 30 -Por un capricho.



-Capítulo dedicado a Sofía Medina-

Los días pasaban, pero con mi chico del baño no podíamos estar más felices. Todo era perfecto. No discutíamos… bueno, no hasta ahora, cosa que me agrada. Aún así esperaba que no sucediera hasta en un tiempo más. No quería momentos amargos tan apresurados entre nosotros. Ahora que recuerdo, antes de estar juntos ya habíamos discutido unas cuantas veces y no era nada bonito. 


Papá llegaba mañana temprano. No era para nada genial, no es que estuviera entusiasmada por ello, ¡para nada! Menos ahora, que tendría que irme a casa, a ordenar un poco y por primera vez en días, dormiría sola en mi cama. Lo único bueno es que vería a Kathryn todos los días y a Dakota, a veces. Pero eso no se compara con tener que fingir el amor que le tengo a mi novio. Eso es horrible. 


- Te echaré de menos, __ -confesó él. Sentí que se me aguaban los ojos.

- También te echaré de menos, no sabes cuanto –me esforzaba por mantenerme.

- ¿De verdad voy a tener que fingir todo?

- No es algo que yo desee, Justin –le hice saber. Llevé una de mis manos a su mejilla y le acaricié- No sabes lo mucho que me gustaría que papá fuera un poco más comprensivo, que su carácter no sea tan fuerte.

- ¿Y si no me quiere? –preguntó dudoso- Yo solo quiero caerle bien.


Me daba mucha tristeza ver a Justin así, tan preocupado por lograr una aceptación de parte del hombre que me había criado. Papá me sacaba de mis casillas. Yo realmente quería a Justin, lo amaba. Habían veces en que lo pensaba, y quedaba completamente segura de que le diría sin más que estoy de novia, pero quién sabe, le daría un ataque de furia y no sé de lo que sería capaz, podría hasta alejarme de él. Prohibirme todo. Internet, salidas, incluso teléfono, cosa que sería horrible, porque sin eso ni siquiera podría llamarlo o escuchar su voz. 


- Eres un buen chico –sinceré- Terminarás ganando aprecio de su parte. Tal vez tenga que pasar unas semanas o meses, pero lo lograrás. Pero solo si estás dispuesto, Justin. No quiero que te sientas obligado a esperar tanto por…

- Estoy dispuesto a esperar –interrumpió mis palabras con tono firme- Quiero estar contigo, no tengo dudas de eso. Solo espero saber comportarme, dios, no quiero cagarla con lo que sea que yo haga.

- Te amo, ¿lo sabías? –él asintió, sonriendo- Y otra cosa, debes saber que yo no digo palabrotas frente a mi padre, por si acaso. 

- Oh, entonces, jamás has dicho una.

- Me alegro que lo entiendas –me eché a reír- Trata de que no se te salgan, ¿está bien? Quizá le moleste.

- ¿Él no las dice? –abrió la boca, al parecer impresionado.

- Sí las dice, vaya que las dice. Pero no lo encuentra apropiado viniendo de mí o de mis amistades. Es bastante estricto. 

- Uh, pues, me esforzaré –frotó las palmas de sus manos con nerviosismo, una contra la otra- Parezco un niño de doce años, no sé como puedo estar tan asustado. Siempre he sido tan seguro y maduro, casi ni me reconozco.


Me acerqué a él y besé sus labios detenidamente. Él inmediatamente me correspondió. Me tomó por la cintura, estrechándome a él. No pasó mucho para que nos miráramos a los ojos.


- ¿Hablar con tu padre ayudaría a calmar los nervios? Podrías llamarlo, decirle que lo necesitas. No tengo dudas de que vendrá –propuse. Estaba casi segura de que ayudaría a calmarlo, al menos un poco. Él debía tener experiencia.

- Tienes razón, él podría alentarme y contarme sus anécdotas. No lo había pensado, eres tan inteligente –volvió a besarme y soltamos carcajadas a la mitad.


Se hicieron las nueve de la noche y nos subimos a su auto, para hacer el camino de vuelta a mi casa. Ya habíamos adentrado mi maleta en el maletero y hasta había visto su casa por última vez. Quién sabe en cuanto tiempo no podría venir. Ambos estábamos deprimidos y me sentía tan culpable. Su padre vendría en un rato y ni pude despedirme. Agh.


En todo el trayecto casi ni hablamos. Tantos pensamientos de por medio no nos dejaban hacer las cosas bien, ni como antes. Las palabras no podían salir, ni los movimientos, solamente las miradas una que otra vez. Se hizo todo muy largo, hasta que finalmente llegamos. Las luces estaban apagadas, todo estaba oscuro. No era tan tarde, pero aún así no había nadie por las calles. Justin me acompañó, llevando mi maleta hasta la puerta que daba paso de la calle al jardín. Tiró lo que cargaba al cemento y se fue hacia mí, para darme un abrazo. Un reconfortante abrazo, que ambos necesitábamos.


- Esto es tan jodido –me dijo él con la voz algo rota- No sé que pasará, estoy jodidamente preocupado. Todo es una jodida mierda. Es difícil, joder.


Probablemente él no se había dado cuenta de todas las veces que usó palabras provenientes de Joder. Escucharlo así, me hizo sentir peor aún.


- Justin, lo siento. Enserio lo siento. Solo debemos estar tranquilos, pensemos positivo, ¿esta bien? –le pedí en su oído. Mi voz se quebró, aún más que la de él. Si alguien debía mantener la calma debía ser yo- Te amo, lo sabes. No importa lo que papá diga, aún así te amaré. Lo prometo. 

- ¿Estás segura? –preguntó dudoso, sentía que en cualquier momento nos echaríamos a llorar como unos locos desquiciados- ¿no me echarás hacia la calle si tu padre dice algo malo de mí?


Mierda. Sí, mierda de las mierdas.
  ¿Cómo era posible que él pensara algo así? Digo, ¿tan bruja soy? Le he demostrado estos días lo mucho que lo amo y él piensa algo así. Me partía el corazón. No podía culparlo, esto era demasiada presión para él. No me imaginaba lo que debía estar sintiendo. Yo a su padre le agradé incluso antes de conocerlo, pero con él y el mío, las cosas eran diferentes. En ocasiones me daba rabia por lo que los hombres debían pasar. Ellos pidiendo permiso a nuestros padres completamente aterrados o tratar de agradarles de a poco, mientras que nosotras nos quedábamos de brazos cruzados. Era una rareza que una chica fuera a hablar con el padre del chico a pedirle estar con él. Pues el chico puede tener las novias que quiera, todas las que quiera. La chica no, al menos no las decentes o las que tengan padres complicados. 

- No podría estar más segura, Justin –aseguré desde lo más profundo- No te echaré, ni te pediré no volver a verte si mi padre dice algo malo de ti. No vuelvas a pensar eso, porque no sucederá. Confía en mí, amor. Te amo –le besé. 


Y ese beso no fue corto ni solo momentáneo, si no, que fue largo y apasionado. Fue simplemente perfecto. Él acariciaba mi espalda bajo mi playera, mordisqueando mi labio inferior. Yo jugaba con su suave cabello, enredándolo como pudiera. Me encantaba. Tan sedoso, brillante… hermoso. No pasó tanto para que nuestras respiraciones se volvieran irregulares y ambos lo notáramos. Pasé mi lengua sobre sus labios y volví a crear otra guerra junto con la de él. 


- Ya no necesitas cepillar tus dientes –habló de repente al terminar el beso.

- Justin, ¡eres un tonto! –exploté en carcajadas. Estaba loco.

- Pero me amas –me guiñó un ojo. Pude darme cuenta de que las sensaciones que sentía cuando hacía eso antes de ser novios, no se habían ido.

- Más que a nada, ¿puedes creerlo? –uf, no mentía.


Lentamente fuimos alejando nuestros cuerpos hasta quedar solo tomados de las manos. Nos mirábamos a los ojos, queriendo transmitir lo mal que nos sentíamos. Todo era muy rápido, no nos veríamos como ambos hubiésemos deseado, tendríamos que fingir que no nos amábamos y habría una presión enorme sobre nosotros, por no decir más. Asco.


Retrocedió y nuestras manos ya no estaban entrelazadas. Se separaron. Esta, inmediatamente se sintió más fría. Caminó hacia su auto, abrió la puerta y me miró. Me hizo un gesto con la mano y sonrió. Sabía que era una sonrisa forzada. Se adentró en su transporte y cerró la puerta. Sentí el motor encender. Justo entonces corrí hacia él y golpeé la ventana de copiloto, pidiendo que la bajara. Él no dudó en hacerlo. Se me quedó viendo, nostálgicamente. 


- Conduce con cuidado, Justin –le pedí- No quiero recibir llamadas diciendo que tuviste un accidente. Mucho cuidado, ¿sí?


Una amplia sonrisa se extendió en su rostro. Supe que esta no era fingida. Sí, me preocupaba mucho por él. Moriría si algo le pasaba.


- De acuerdo, shawty. Conduciré con cuidado, lo prometo –aceptó.

- Mándame un mensaje a mi celular cuando llegues a casa y mándale mis saludos a tu padre. Dile que lo quiero –le pedí con timidez.

- En tu nombre, amor –volvió a sonreír.

- Te amo, Justin. Te amo de verdad –extendí mi mano a través de la ventana y él extendió la de él. Se juntaron.

- Te amo más, __. Siempre te amaré más.


Se inclinó sobre la palanca de cambio, alzando un poco su cuerpo y juntamos nuestros labios en un tierno beso. Cogí su cara entre mis manos y luego besé la punta de preciosa nariz. 


- Yo demasiado más.

- Yo uno más que tú –guiñó su ojo de nuevo. Casi me desmayé. 

- Pues, yo dos más que tú.

- ¿Y qué? Aún así te amo uno más que tú.

- Pero yo te amo dos más que tú, ¿o no? He ganado –comencé a confundirme.

- Sí, pero aún así yo uno más que tú, ¿no entiendes? Yo sigo ganando.

- Ah… -sacudí mi cabeza, tratando de ordenarme- estás enredándome.

- Tan dulce que eres, bonita –esas palabras bastaron para hacerme sonrojar.


Y ahí tuve que hacerme para atrás. Debía dejarlo irse, no podía mantenerlo toda la noche aquí, aunque tenía unas ganas enormes de atarlo y llevarlo al ático, pero no podía. El auto arrancó, y ya no vi más que a Justin alejándose. Ni siquiera el auto había desaparecido y ya lo extrañaba. Cuando ya no pude verlo, me di cuenta. Ahora sí que lo extrañaba, de una manera fervorosa. 


Al entrar a casa, todo estaba en silencio. Tan solitaria, y hasta tenía polvo en los muebles. Dejé mi maleta a un lado y caminé hacia la cocina. Todavía quedaba algo de dinero de lo que papá me había dado, justo sobre la mitad de la mesa, donde lo había dejado desde que se fue. Recordé cuando conocí a Justin. Sin duda, jamás me iba a arrepentir de haber ido a vender pan para acompañar a Dakota.


A los varios minutos después me llegó el mensaje. Mi novio había llegado a salvo y me sentí tranquila. Respiré hondo y me dejé caer sobre el sofá. Ya había ordenado todo, así papá no me regañaría si encontraba algo en mal estado. De lo contrario comenzaría a decirme que no tenía edad para quedarme sola y cuidar de mí misma como debería, y blah blah blah. 


Me puse a ver televisión mientras comía un paquete de galletas. Cuando era exactamente media noche, la apagué y subí las escaleras hasta mi habitación. No tuve ganas de ducharme, no supe por qué. Siempre cuando estaba deprimida lo hacía, me hacía sentir mejor. Pero ahora fue diferente. Entonces, apenas puse mi cabeza en la almohada, me entró el sueño. Mañana papá llegaría y todo volvería a la normalidad. La parte de conocer a Justin era como una alucinación. ¿Qué haría, que pasaría? No sabía. Todo era suspenso. Pero si de algo estaba segura, era de que papá no impediría que yo lo quisiera. Si él intentaba prohibirme estar con él hasta como amigo, no podría hacerle caso. Lo prohibido es lo más tentador, y estoy seguro de que con Justin eso no sería un impedimento.
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¿Qué opinan? Lamento si la novela se está poniendo aburrida o latosa, pero es que, no puedo irme de los personajes y su carácter. Espero que les guste. Estoy un poco apenada, pues hubieron muy pocos comentarios en el capítulo anterior. Pero bueno, espero que en este hayan más, me harían muy feliz. Únanse al grupo: https://www.facebook.com/groups/249293821904711/   Y como ven, en esta novela, no existe ese problema de las chicas que quieren quitarle al novio, quise ir más allá y crear un problema diferente que en muchas vidas sucede. Es más realista, pero espero que a pesar de ello les guste. Un beso a todas, ¡las amo!

26 de enero de 2014

Capítulo 29 -Por un capricho.

                                                        

Esa noche dormí increíblemente, de la mejor forma que alguna vez esperé. Me sentía en paz, feliz, cómoda, de todo. No dormía sola, dormía con Justin, con mi chico del baño… Con mi novio. Sí, mi novio. Había esperado este momento desde hace ya tiempo, y no creí que pasaría lo que pasó justo anoche. Sigo siendo virgen, por si lo preguntan. 

Desperté y no encontré a Justin a mi lado. No me preocupé, ni nada. Sabía que estaba en la casa, pues sentía el sonido del aceite caliente sobre el sartén, además de que había un olor muy peculiar esparcido por toda la casa, o al menos en la habitación. De seguro estaba haciendo el desayuno. Sonreí como una boba.


- Buenos días, zebra –me saludó mi novio luego de haber bajado las escaleras y caminado a la cocina. 

- Buenos días –correspondí riendo- ¿Zebra?


Me acerqué a su lado y le abracé por detrás, sobre su torso. Deposité un beso en su espalda desnuda, oliendo su cuerpo. Era embriagante. 


- Sí, zebra. Una hermosa, por cierto –soltó risas, una melodía para mis oídos.

- Una zebra se confunde con las otras, el león no suele distinguirlas –comenté de repente, sin soltar su agarre.

- Tú no te confundes, eres una especial. Eres una zebra color verde agua, ¿no has visto bien tu pijama? 


Apagó el fuego de la cocina. Tomó mis manos y las apartó de él, para luego girarse y quedarme viendo. Me abrazó por la cintura y yo apoyé mis manos en su pecho. Ambos sonreíamos de oreja a oreja.


- ¿Así como Marti? –de un momento a otro salió el tema de Madagascar.

- Sí. Marti es una zebra increíble y creía que se confundía con las demás. Pero para Alex eso no era verdad, y logró reconocerlo entre cientos de ellas. Él no era blanco con rayas negras, era negro con rayas blancas. Tú no eres ninguna de ellas, si no que eres verde agua, ¿ves? Tú sí que eres una especial –inclinó su cabeza hacia abajo, para luego darme un suave beso en los labios.

- Pues tú eres el rey Julien. 

- ¿Rey Julien? –alzó las cejas- Debo decir que me siento alabado, dado que es el rey. Pero es un idiota. ¿Por qué no movemos el bote? Como la canción, digo. Pero si quieres movemos las caderas, o yo muevo la mía sobre la tuya.


Me guiñó un ojo y tenía una sonrisa completamente descarada en él. Me eché a reír de los nervios. Sentí que mi cara se acaloraba. Lo único que pude hacer fue darle con mi puño en el hombro, acto que no logró moverlo siquiera.


- Por poco me rompes un hueso –exageró- ¿Por qué te sonrojas? Pasará tarde o temprano, ya verás. Te desvirgaré.

- ¡Yo no sabía que tenías este lado tan patán! –le dije tratando de calmarme, pero riendo a carcajadas.

- Yo tampoco lo sabía, me has cambiado –se me acercó y mordió levemente mi mejilla, para luego mirarme a los ojos- Jamás te lo perdonaré. 

- Lo que digas. Yo voy a perder mi virginidad mínimo a los veinte años –le conté, amenazándole con un dedo sobre su naríz- Lo tengo ya decidido.

- Menos cuatro.

- ¿A qué te refieres? –le miré confundida, quitando mi mano.

- Me refiero a que no pasarás de los dieciséis siendo virgen, querida __.


Admitiré que en ese momento, yo estaba dudando de mis capacidades. Digo, sé que he dicho que llegaría virgen a los veinte, pero lo decía en mayor parte jugando. Siento que no aguantaré hasta esa edad, menos teniendo un novio tan atractivo, al que amo a más no poder. Detestaba que tuviera ese poner sobre mí, ¡encima él está tan seguro de que la perderé pronto!


- Yo pienso que eres estás tratando de decirme, indirectamente, que no serías capaz de esperar hasta los veinte años –le eché en cara, queriendo divertirme. Alcé una ceja, queriendo parecer segura de mi misma.

- ¿Estás retándome? –preguntó desafiante.

- No lo sé, tú dime. No serías capaz de aguantar. Estás lo suficientemente alborotado como para lograrlo –le saqué la lengua, burlándome.

- Eso no es verdad, yo si puedo controlarme –se hizo en ofendido.

- ¿Con que sí? Pruébalo.


No vayan a pensar que quería que esperara. Solo quería saber cual era su límite, quería molestarlo de por vida cuando ya no lo lograra, ¡estaba ansiosa! Trataba de no reírme, cosa que hasta el momento, me estaba funcionando.


- ¡Bien, lo haré! –exclamó sin problemas- ¿y sabes por qué? Porque tengo fuerza de voluntad.


Nos quedamos en completo silencio. Tenía una cara tan chistosa, tan segura pero a la vez insegura y con el ceño fruncido, que no pude aguantar las carcajadas. Exploté en risas. No había podido contenerlas, pero me daba igual. 


- ¿Qué es lo gracioso? –sonrió de lado. Pasó una de sus manos por su cabello, dejándolo algo alborotado, para luego volver a ponerla en mi cintura.

- Tú no tienes fuerza de voluntad, Justin –le dije sin más.

- ¿Ah no?

- No –insistí.

- Te diré que, estoy entre las fervorosas ganas de mandar a la mierda la fuerza de voluntad, pero por otra quiero ganar. Es muy difícil elegir.


Tomé su mentón entre mis dedos con suavidad, para acariciarlo con mi dedo índice. No lo pensé y me dirigí hacia él para besarlo por un par de segundos, podía hacerlo todo lo que quisiera ahora. Sonreí, feliz. Cada vez descubría más lugares de él que me gustaban más y más. Amaba ser yo la persona que lo hacía.


Lo que desayunamos fueron huevos fritos con un poco de tomate al lado, además de pan y té. Estaba muy rico. Me sentía extraña, ya que Justin me preparaba todo y quizás pensaría que lo tenía como esclavo. Afortunadamente, sin necesidad de preguntarle, me dijo que me atendería en todo y que no quería que yo estuviera trabajando en algo durante mi estadía en su casa.


- Justin.


Le hablé mientras estaba sentada en su regazo y él en el sofá. Le acariciaba el cabello, dándole masajes en el cuero cabelludo. Estábamos haciendo nada más que eso, ni siquiera teníamos la televisión encendida. Nada más pasábamos un rato a solas, sin ningún tipo de interrupción. 


- ¿Qué pasa, __? –me miró a los ojos, sin borrar esa sonrisa hermosa que tiene.

- Estuve pensando… -hice una pausa y me aclaré la garganta- ¿qué haremos cuando mi  padre llegue?


La pregunta pareció tomarle por sorpresa. Quizás a él se le había olvidado, o no lo vio como un problema antes. Él jamás había conocido al hombre que me crió toda la vida, pues supe de su existencia en la cena de la boda solo por casualidad. 


- ¿Cómo es tu padre cuando se trata de “brutos cazadores” que quieren con su, hasta el momento, única hija? –bajé la mirada, él lo notó.

- Pues… -dije con un tono de inocencia, saliendo de encima, arrastrándome por el sofá hasta quedar sentada en una esquina.

- ¿Tan mal es? 

- Sucede que, él no aprueba que yo tenga novio hasta que termine mis estudios.

- ¿Por qué tan así? –preguntó boquiabierto.

- La educación es primero, los hombres y besuqueos pueden esperar. Al menos eso es lo que él dice –le conté rodando los ojos- De otra forma podría causar un inesperado e indeseado embarazo adolescente.

- Pero ya tienes dieciséis, tienes edad para novios.

- Lo sé, pero él no lo aprueba. No quiere darme libertad ni cuando se la pido.

- Joder, esto está mal –pasó sus manos por la cabeza, en señal de desagrado. Bufó- ¿también tiene problemas con la diferencia de edad?

- Eso la verdad no lo sé… Solo nos llevamos por tres años, no creo que…

- Sí, __. Tres años –interrumpió mis palabras y me miró seriamente- Esos tres años, para él, será como si un idiota ya maduro, quisiera violar y hacerle daño a su bebé. Seré como tu asesino. Soy ya adulto, mientras que tú aún eres una adolescente. Nuestra diferencia de estatura hará que piense aún más que puedo aprovecharme de ti.

- No sabía que para ti mi estatura fuera un problema –comencé a sentirme mal.


Yo era bastante baja, bueno, hay chicas más bajas que yo, pero para tener dieciséis años no era bastante grande. En la escuela siempre solían burlarse de mí, diciéndome que era pulgarcito, y cosas así. No lo hacían por ser malos, a mí me causaba gracia y eran mis amigos, pero por primera vez esto me está acomplejando.


- Amor, para mí no es un problema –se acercó rápidamente a mí y tomó mi cara entre sus manos- Para mí jamás será un problema tu estatura, eso te hace ser jodidamente irresistible, me atrae como la mierda, además de que estás bastante guapa. Me encanta todo de ti, pero tu padre no pensará en lo mucho que te amo ni menos en lo que me fascina tu cuerpo. Lo único que verá es lo que ya he dicho, solo cosas malas –se hizo hacia delante y me besó- Solo debo pensar en lo que puedo hacer para que él me acepte y cuál sería la mejor forma en la que me conozca. No quiero alejarme de ti por nada del mundo, y tu padre no será la excepción. Jamás he hecho esto, yo… no sé como actuar.


Ante las últimas palabras que él decía, Justin parecía estar nervioso y apenado, sus ojos lo reflejaban. Me sentía mal por él, todo era mi culpa. Papá jamás aceptará que yo quiero tener novio y he metido a Justin en este lío. Sé que él no está preparado para esto, lo sé de sobras. Y yo tampoco quiero alejarme de él. 


- No te preocupes, tontito –le acaricié la mejilla, tratando de lograr que se sintiera un poco mejor- Ya veremos que hacer. 

- No quiero que te aleje de mí.

- Yo tampoco, y no quiero pensar en qué pasaría si lo hace –me entraban ganas de llorar- Tal vez, solo tal vez, deberíamos mantenerlo en secreto por unos días o semanas cuando llegue. Podría presentarte como un amigo, no lo sé. Puede ser que si lo hacemos de esa forma, comience a apreciarte y luego cuando le diga que de un momento a otro decidimos ser novios, no le parecerá un error.

- ¿Enserio quieres eso? ¿que finjamos que no estamos juntos ni que nos amamos?

- No lo quiero, créeme –sinceré- Pero papá me asusta, y prefiero prevenir lo malo.


Luego de un rato más de intercambios de palabras e ideas sobre nuestra relación, decidimos dejarlo de esa manera. Fingiríamos no ser algo más que amigos. Él iría a casa solo como un invitado más con el que tengo buena amistad y conocería a mi padre. Se adentraría en su vida, ganaría confianza y trataría de agradarle, pero le dejé en claro que no quería que dejara de ser él mismo. Quería que ese plan funcionara, quería lograrlo. Mi chico del baño era lo suficientemente importante par a mí y no quería que nadie me lo arrancara de las manos.

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Espero que el capítulo les haya gustado. Lamento si quedó mal, o si está poco interesante, pero no he podido escribir algo mejor. Pero me esforcé, mucho. ¿Qué tal han estado? Los comentarios del capítulo anterior han sido hermosos, así que ahora toca que los dejen en este. Lamento esto de la dedicación de capítulos, pero es que a veces lo olvido y me enredo. Pondré una publicación en el grupo de lectoras y tendrán que poner si quieren una dedicación y ahora sí, lo haré por orden de comentarios en que lo pidan, ¿vale? Las amo, un beso a todas. Unirse al grupo en Facebook: https://www.facebook.com/groups/249293821904711/  Y cuídense un montón, ¡adiós!



21 de enero de 2014

Capítulo 28 -Por un capricho.




Me impresionaba a más no poder el efecto que él podía lograr en mí. Era tanto, que ni siquiera me sentía capaz de decirle una palabra. No era parecido a nada que me hubiera pasado antes. Cuando Sam hacía cosas así conmigo, yo me echaba a reír y le decía unos insultos de juego. Pero con Justin, por dios, no puedo. No me sale, no me nace, y debo admitir que tampoco le diría algo, porque no es algo que me moleste que haga. Es más, a pesar de que no era capaz de hacer ninguna muestra de vida, quería permanecer de esa forma y nunca apartarme. Podría estar así toda la vida. Toda. 


Yo sabía que él estaba consciente de lo que me estaba sucediendo y agradecía que no se lo tomara como algo para burlarse. Nos mirábamos fijamente. No entendía como estaba logrando sostenerle la mirada, sobretodo en un momento así. Pero entonces, él rompió esa conexión que estábamos teniendo. Comenzó a acercarse a mí, muy despacio. Yo creí que iba a besarme, pero no, no lo hizo. Su objetivo era mi cuello, solo eso. Cuando sentí su respiración contra él, fue suficiente para crear una electricidad, estremeciéndome. Esto hizo que sus brazos me estrecharan más aún. Pero a pesar de notar eso, no se detuvo, si no que empezó a depositar una hilera de suaves y pequeños besos en mi cuello. Mi respiración se detenía y luego volvía. Sus labios tomaron otro rumbo, subiendo hasta mi mejilla y haciendo lo que anteriormente hacía. Y cuando pensé que me besaría, se apartó unos centímetros, para volver a mirarme. Me sentía completamente revuelta por dentro, pero de la forma hermosa. Su vista se dirigió a mis labios, a mis ojos, luego a mis labios otra vez, para luego quedarse en los ojos de forma permanente. Él, soltó un suspiro.


- Te amo, __.


Si antes había abierto los ojos como platos, ahora eran unos bolos. Mi corazón comenzó a latir frenéticamente, ya sentía que me desmayaba. Mi chico del baño me amaba. Esto era definitivamente un sueño, mucho más de lo que yo podría haber esperado. No podía quedarme callada, debía decirle algo, no iba a ser tan desatenta o esquiva. Abrí mi boca para expresarle parte de mis sentimientos, pero no alcanzó a salir ni una sola palabra, cuando se me lanzó encima y comenzó a besarme. Al principio, era muy suave. Pero luego, cuando ya ambos estábamos dispuestos a continuar, se fue desenvolviendo más, hasta abarcar en uno apasionado. No tengo palabras para describir lo que se sentía que él me besara. Sus brazos dejaron libre mi cintura, para tomar mi cabeza entre sus manos y enredar sus dedos en mi cabello, acariciándolo, sintiendo la suavidad de este. Por fin decidí darle mi contacto. A pesar de no estar segura de si hacerlo o no, lo hice. Llevé mis manos a su espalda. Apenas la toqué, sentí una explosión en ellas. Fue como si me quemara de lo bien que se sentía. Angosta abajo, ancha arriba. Definitivamente su espalda me volvía loca. Enterraba las yemas de mis dedos sobre ella, y sabía que a él le gustaba, porque cada vez el beso subía más de todo y enredaba sus dedos en mi cabello con más fuerza. Mordí su labio inferior, sin querer detenerme. Justin, al sentir tal mordida, quitó las manos de mi cabello, yo llevé mis brazos alrededor de su cuello y volvió a abrazarme por la cintura, y al momento de hacerlo, apegó su cara y sus labios, su todo mucho más a mí, soltando un enorme suspiro de él. Yo estaba completamente consciente de que había sido lo que mi mordida había provocado. Una simple mordida llena de amor que yo le había dado, logró mucho más sentimiento en él de lo que alguna vez pude imaginar.


- __, quiero tener novia –susurró sobre mis labios. Me paralicé, bueno, por dentro, porque no dejé de besarlo. Eso ni loca.

- ¿Una novia? –pregunté. Moriría si yo no estaba en sus prototipos de novia. 

- Sí, novia. La quiero ahora, ¿comprendes? –esta vez fue él quien me mordió el labio, pero el superior. 


No sé qué pasaba, pero pareciera que nuestra conversación sobre lo que él quería hacía que esto subiera más de tono, porque Justin separó mis piernas, alzándome para que yo rodeara su cintura con mis piernas y me llevó a uno de sus muebles. Me sentó encima y me apretó más contra él. Nuestras respiraciones ya eran como un tornado, nuestros pulmones de seguro estaban hechos un desastre.


- ¿Ahora? ¿cómo lo harás? –pregunté inocentemente pero mis ganas hacia él continuaban.

- Sí, ahora –continuó besándome- No sé si hay alguien en esta casa que desee tener una relación tanto como yo. 

- Yo quiero un novio también –las manos de Justin se fueron hasta mis piernas y comenzó a masajear mis muslos desenfrenadamente.

- ¿Quieres un novio? –preguntó. Sus labios bajaron a mi cuello y le fue dando mordidas. Solté un pequeño gemido, estaba impresionada. Yo estaba excitada.

- Sí, quiero un novio ahora, Justin –aseguré. Volví a llevar sus labios a los míos, pero luego me separé y fue pasando mi lengua en su cuello, dando pequeños círculos. Esta vez, él soltó uno. 

- ¿Ah sí? –su voz sonaba muy sexy gracias a este momento de hormonas.

- Sí –respondí rápidamente. Nuestros labios volvieron a juntarse.

- Ya que quieres un novio y yo quiero una novia, ¿qué te parece si lo somos?

- ¿Quieres que lo seamos? –pregunté esperanzada.

- Por supuesto, ¿tú quieres?

- Sí quiero –respondí. 

- Pues ya estamos. 


De repente sentí que el nudo de mi toalla se fue desvaneciendo, porque esta se fue bajando. No era obra de Justin, él no estaba intentando bajarla, porque tenía sus manos muy ocupadas en mis piernas. Una parte de mí tenía vergüenza de exponerse a él, pero por otra, no quería subirla. 


Cuando él volvió a subir sus manos –aún besándome-, tuvieron una extraña reacción. Palparon mi espalda, y ahí se dio cuenta de que se había caído. Las detuvo por un momento, pensando si sería correcto o no. Pero al parecer su fuerza de voluntad lo venció, porque comenzó a acariciarla como si no hubiese un mañana. Me juntó hacia a él fuertemente, y cuando sintió mis pechos contra el de él, soltó otro gemido. Por dios, puedo asegurar, que esto era lo más caliente y satisfactorio que había hecho en toda mi vida. 


- __ -habló Justin tratando de que su voz sonara normal- No respondí- __, hermosa, oye.


A duras penas decidí hacerme para atrás. No tenía nada de ganas de hacerlo, pero aún así lo hice. Nos miramos a los ojos fijamente. Sus ojos brillaban, haciéndome sentir completamente tímida. Pero luego, esos mismos ojos color miel, bajaron hacia mis pechos. La sangre se me subió a la cabeza, de seguro en menos de dos segundos me puse como un tomate. 


- Eres tan preciosa, __ -me dijo, sentí la sinceridad en su voz- Aunque no lo sepas por ti misma, lo eres –volvió su mirada a mis ojos- No sabes cuanto.


No dijimos una palabra más y nuestras bocas volvieron a juntarse. Jamás me cansaría de él. Las sensaciones que me hacía sentir eran inexplicables, tanto, que de seguro ningún otro hombre me haría sentir. Las manos de Justin se fueron a mi abdomen, queriendo investigarlo. Lo tocaba, le hacía cariño, y mi no se molestaba. Él no subió las manos arriba, quizás pensaba en mí, o en que no estaba preparada aún sin querer aprovecharse y en realidad, eso para mí significó mucho. Me encantaba la sensación, era única. Luego de un momento, nos separamos. Y esta vez sí que nos quedamos mirando. Bajé la mirada y con su dedo, me hizo ver hacia arriba. ¿Quién iba a decir que esto pasaría esta noche? Todo era perfecto.


- Te amo, Justin –solté.


Di una risa nerviosa. Él me miró desconcertado, como si las palabras que yo le hubiera dicho fueran un golpe. Estaba impresionado, parecía que los ojos se le salían de sus órbitas. 


-¿De verdad? –preguntó, aún no creía lo que había escuchado. 

- De verdad, te amo –aseguré. Él sonrió de oreja a oreja. 

- Te amo mucho más, __. No sabes cuanto –confesó. Era tan lindo- Quién iba a decir que la chica tímida que conocí sería tan podidamente ardiente en momentos así. Siempre fuiste ardiente sin demostrarlo, pero me has dejado sin habla. Definitivamente he obtenido lo que ningún otro idiota hizo, ya pueden recibir su golpe en la cara, sobre todo Sam. Joder, eres tan deliciosa, ¿sabes qué? Viólame, soy todo tuyo, anda shawty.


Se hizo para atrás, alzó sus brazos para los lados y se expuso para mí. Esperando a que me parara y le violara. ¿Estaba jugando o lo decía enserio?


- Cariño, ¿por qué tardas tanto?


Y ahora sí que parecía un tomate, un ají, una manzana roja, una cereza, una fresa, lo que sea que fuera rojo. Me puse completamente intimidada y tratando de relajarme, queriendo desaparecer a toda costa ese color de mi cara. Justin no pudo aguantar, y soltó una enorme carcajada que probablemente, se había escuchado hasta donde estaba mi padre.



                                                ___________


Santa mierda. Este capítulo fue hot, ¿no lo creen? Sé que querían que hubiera más, pero, ah, lo siento. Es que no sé, no me atreví a poner más. Lo haré, pero no aún. ¡Ahora lo importante es que rayis y Justin ya son novios! Oh sí, por fin, luego de 28 capítulos, por fin lo son. Espero que les haya gustado, ¡me esforcé! Subiré pronto, ¿vale? Las amo, ya lo saben. Un beso enorme para todas, ¡adiós!

18 de enero de 2014

Capítulo 27 -Por un capricho.




Deben haber pasado como cinco minutos y mi chico del baño ya se encontraba subiendo las escaleras, para luego caminar hacia mí, que no me había movido de donde estaba. Sin pensarlo dos veces, le dediqué una sonrisa.


- Aquí tienes, __ -dijo mientras entraba a su habitación y lo dejaba sobre su cama.

- Muchas gracias.


Caminé hacia mis pertenencias, hice un pequeño nudo con la toalla para que no se me cayera y corrí el cierre, abriéndolo. Revolviendo mis cosas, supe que en el fondo de este se encontraba el pijama que tanto había estado buscando. 


- Aquí está –le mostré cuando ya lo tuve en mis manos.

- Está muy bonito –opinó Justin, desde en mueble en donde estaba sentado.


Mi pijama era un short color blanco, con rayas de zebra de un color verde agua. La parte de arriba era una camiseta de tirantes con el mismo diseño, muy bonita. Me lo había regalado una tía que vive en otra parte del país, a quien no veo muy a menudo, pues solo viene una vez a las quinientas. 


- ¿Tú crees? Digo, yo opino lo mismo, pero me gustaría saber tu opinión.

- Sí, enserio, me gusta. Está llamativo, lucirás hermosa –sentí que un ligero rubor se apoderaba de mis mejillas- Una sexy y hermosa zebra.


Y el rubor ha desaparecido.


- ¿Supongo que debo darte las gracias nuevamente? –pregunté extrañada. Él permaneció en silencio por un momento, mientras me miraba atento, tratando o esforzándose por no reír.

- No hay de qué –me guiñó un ojo en forma coqueta, para luego soltar carcajadas.


No le dije nada y me encaminé, con mi pijama en la mano, hacia la habitación en que me había hospedado un par de semanas antes. Era definitivo, este chico me provocaba sensaciones difíciles de comprender. Tomé la cerradura con mis manos y la giré, intentando abrirla, pero ¿qué pasaba? ¿estaba atorada?


- ¡Justin! –lo llamé fuerte- ¡La cerradura se ha atorado!


Él no tardo en aparecer tras de mí, con una sonrisa de oreja a oreja. Volví a hacer lo mismo con esta, para que pudiera ver el problema que se estaba presentando.


- ¿Y? –le miré para que dijera algo- ¿qué le pasa?

- Me temo que no dormirás aquí esta noche, __ -respondió- Al menos, no hasta que mi padre vuelva –me dijo de lo más normal.

- ¿Qué? ¿por qué? –genial.

- No tengo la llave. Ya no. 

- Bien –analicé la situación, dándome por vencida- ya que cierta persona me invitó a quedarme, siendo que no tenía un lugar para hacerme descansar, tendré que ir al sofá. Buenas noches. Hasta mañana. 


Me despedí con la mano, me di la vuelta y me encaminé para ir hacia las escaleras para bajar a donde debía, pero no alcancé a dar ni cinco pasos cuando me tomaron por el brazo y me jalaron, teniendo que mirarle directamente a sus ojos. Admito que casi me había caído, me logré mantener el equilibrio gracias a su ayuda. Mi pulso se aceleró. La firme, seria y decidida mirada que tenía me hacía estremecer.


- No dormirás en el sofá –me dejó en claro- Sabes perfectamente que no pienso dejar que mi invitada se quede ahí.

- ¿Entonces? –me quejé- No te preocupes, Justin. No hay probl…

- Tú dormirás conmigo –me interrumpió- No hay otra opción.


Por dios, ¿escuché mal? ¿dormir con él? ¿de nuevo? No me lo creo, esto me ha tomado por sorpresa. Vaya que sí. Digo, no quiero que suene como si no quisiera, porque sí quiero. No me faltaban ganas para dormir a su lado esta noche. Pero me sentía inquieta por dentro, la exaltación y la timidez, emociones que siempre han estado presentes en mí, me hacían volverme loca. Sentía que en cualquier momento me pondría de un color rojo, otra vez ¿y por qué? Por él. Era realmente estúpido que me sucediera esto, siendo que anoche dormimos juntos también, en mi casa, en mi cama, y fue hermoso.


- ¿Que duerma contigo? –pregunté, haciendo notar la impresión que tenía.

- Sí, ¿por qué no? –cuestionó- ¿te parece una mala idea?

- Ahm, claro que no –tragué saliva, pero luego cambié la expresión de mi cara a una más relajada, para que me creyera.

- Que bueno, porque ya sabes… Acostarnos no es algo nuevo para nosotros, ¿no?


Le miré sorprendida y sujeté fuerte el nudo de la toalla, al parecer fue lo único que pude apretar por el salto en el corazón que me había dado ¿qué había dicho? Su cara estaba normal, seria, serena, sin ninguna pista de que había dicho eso. Sentía mariposas en mi estómago. Pude notar que yo había tomado ese comentario de una forma errada. Me puse a maldecir para mis adentros mi absurdo pensamiento.


- ¿Y qué dices, __? –su voz me sacó de mi mente, de mi nube. Me rasqué la nuca y le miré para prestarle atención- ¿te sientes bien? ¿algo te sucedió?


Su mano que se encontraba en mi brazo, un poco más arriba de mi codo, comenzó a bajar, hasta llegar a mi mano. La tomó entre las de él, haciéndole cariños y masajes, trasmitiéndome seguridad, mientras una mirada tierna y dudosa de hacía presente en su rostro.


- Que no hay problema, lo haré. Y estoy bien, es solo que estoy algo cansada. Tal vez la ducha me relajó bastante –expliqué, sintiendo fulgor en mi cuerpo, feliz de haber notado su preocupación por mí en algo tan mínimo como eso.

- ¿Estás segura? 

- Sí, Justin –asentí y le sonreí. Él me devolvió la sonrisa.

- Entonces vamos a dormir.


Ambos nos adentramos a su habitación, que ya se encontraba con las cortinas cerradas y las sábanas de la cama hacia atrás, dándonos paso a poder entrar en ella. Él ya la había tenido lista. Supuse que si yo le hubiera insistido en decirle que no, aún así me hubiera traído para acá. 


Olvidé que tenía mi cabello húmedo. A mi no me gustaba dormir con el cabello empapado, lo odiaba. Miré al rubio de ojos miel que me hacía compañía en su casa, indecisa de preguntarle si tenía un secador de pelo. Ya ven mi inseguridad.


- ¿Tienesunsecador? –le había preguntado lo suficientemente rápido y fuerte como para que pudiera escucharlo y entenderlo.


Rió de mí, le había causado gracia. Pude saberlo cuando noté que estaba tiesa, como si algo me estuviera causando un enorme miedo. Tendría que trabajar en eso, no podía estar así todo el tiempo. Por ahora lo único que podía hacer era relajarme, y lo logré a los pocos segundos.


- __, no te haré daño. Siéntete como en tu casa –me dijo, intentando hacerme sentir mejor- Si quieres algo pídelo, o sácalo, búscalo, quédatelo, no me importa. Solo quiero que la confianza sea la suficiente como para que te agrade estar aquí.


Abrió su closet, y pude notar que en la parte de arriba, guardaba sus cosas eléctricas y necesarias para el aseo personal. Entre ellas, se encontraba el secador de pelo. Era gris, con unos diseños de color negro alrededor. Lo tomó y lo entendió sobre su mano. Sin pensarlo dos veces, lo cogí.


- Gracias –le sonreí complacida- Ahora sabré donde lo guardas.


Volví a curvar mis labios y salí caminando de la habitación. Esperaba que él pudiera entender lo que había querido decir. Desde ahora quería sentirme como ambos queríamos. No se veía tan difícil, solo debía sentir que era mi hogar, se siente increíble, mucho mejor que estar sola en la mía. 


Descalza bajé las escaleras y me senté en el sofá. Encendí la televisión para no sentirme tan sola y conecté el secador de pelo al primer enchufe cercano que divisé. Lo puse en un nivel suave y el delicado viento comenzó a chocar contra él. 


Debieron pasar como unos quince minutos cuando ya no tenía tanta humedad. Así como odiaba dormir con el cabello empapado, también odiaba secarlo por completo. Siempre lo dejo hasta un momento en que ya no gotea y la humedad solo se siente un poco cuando lo palpas con la mano. 


Me quedé viendo una película en la sala. Ya la había visto antes, se llamaba “Diva adolescente” con Emma Roberts. Me recordaba a una gran amiga que había hecho por Internet, pues a ella le gustaba mucho esa película y me avisaba por chat cuando la veía. La quería mucho, aunque ya no hablábamos tanto, pero aún así lo hacía y me acordaba de ella. 


Al final apagué la televisión a las tres de la madrugada, pues luego de la película me había puesto a ver otra cosa. Subí con algo de sueño por las escaleras y, sigilosamente, entré a la habitación de Justin. Obviamente, él estaba ya durmiendo. Ocupaba su lado de la cama, como lo hizo la primera vez que dormí aquí. Las luces estaban apagadas, por lo que puse la linterna en mi celular y lo puse en la mesita de noche. Como estaba que echaba ronquidos, decidí que me quitaría la toalla y me pondría el pijama ahí. Me detuve a echar un vistazo en los cuadros de fotos de una pared en especial. Salía Justin con su padre, y una chica, que de seguro era la prima de la que me había hablado. Miré con atención cada uno de los cuadros, y me preparé para dejar caer mi toalla al suelo…


- Yo no haría eso si fuera tú, __.


Di un salto del susto con su voz inesperada, ¿acaso estaba loco? ¿cómo se le ocurría asustarme así? Mi respiración se volvió irregular. Volví a hacer el nudo de la toalla rápidamente y me apoyé contra la pared, tratando de calmarme. Él se encontraba a menos de dos metros de mí, observándome. No tenía nada más que sus boxers puestos, dejando a la vista el resto de su cuerpo.


- Por dios, Justin. No vuelvas a hacer eso –le pedí, pasando una de mis manos por mi frente, ya más aliviada. Solté un suspiro.


Él caminó hasta el interruptor de la luz y la encendió, para luego volver al lugar en que lo había encontrado parado al hablarme. Estaba algo avergonzada, por poco me quito la toalla. De haberlo hecho me habría visto desnuda, por dios. Pediría que la tierra me tragara si él lograba ver alguna zona jamás vista por alguien más que no sea yo. Me da mucha pena mostrar mi cuerpo de esa manera, ¡menos si no estoy consciente de que alguien me miraba!


- ¿Ibas a desnudarte para mí, __? –se echó a reír bajo. Me ruboricé un poco, pero también me había molestado bastante su burla.

- Niño torpe, no sabía que estabas despierto, se supone que dormías –le dije bajando la mirada, queriendo lucir seria.

- Tú no necesitas quitarte esa toalla –me dijo. Alcé la cabeza, para luego mirarlo confundida- Es alguien más quien debería quitártela, no importa para qué.


Mis ojos se abrieron como platos por lo que él acababa de decir. No pasó mucho para que comenzara a dar pasos hacia mí, acercándose cada vez más. Mi pulso comenzó a volverse loco junto con mi corazón y cualquier órgano que tenía dentro de mí. Rodeó mis caderas con sus brazos y sin dudarlo me estrechó contra él, sin despegar su mirada de la mía. Mis manos estaban medio alzadas, no lo tocaba, no sabía que hacer. Estaba en algo parecido al shock.


                                             _____________


Prometí que subiría hoy y aquí está. ¡Espero que les guste! No se pierdan el próximo capítulo, las amo demasiado. Los comentarios del capítulo anterior estuvieron hermosos. Chicas, comenten mucho, últimamente estamos bajando, creo que estoy perdiendo lectoras, pero muchas gracias a las que se quedan. Un beso a todas. Las adoro. Dependiendo de la cantidad de estos que hayan, subiré más pronto de lo que imaginan. Únanse al grupo: http://www.facebook.com/groups/249293821904711/ Ahora sí, adiosito.

13 de enero de 2014

Capítulo 26 -Por un capricho.


-Capítulo dedicado a Micaela Sierra-

Y así fue como empecé a contarle mis anécdotas. Las razones por las cuales siempre fui tímida e insegura. No era tanto que contar, porque por alguna razón desde que era una niña siempre fui así. Pero dejé una historia en especial para el final, una que me había marcado mucho, por la cual sufrí bastante, aunque sea, probablemente, una estupidez. 

- Cuando tenía unos doce años, era una chica muy… distinta. Recuerdo que no tenía problemas con mi padre, estábamos bien, de hecho, o al menos eso es lo que recuerdo. Claro que teníamos discusiones continuas, pero era mucho mejor a como estamos ahora –le fui contando, segura de que él me estaba escuchando atentamente, pero sin perder la concentración al manejar- Yo… estaba loca de amor por un chico al que estimé que tenía quince años . Su nombre era Brendan –solté unas risas al recordar todo lo que había sentido, que por cierto jamás lo olvidaré- Era muy tonto que sintiera cosas por él, porque jamás habíamos hablado, solo era un amor a primera vista. Recuerdo que el primer día que lo vi fue cuando salía del baño junto a una amiga que tenía en ese entonces. Él estaba en los lavamanos, hablando con un chico. Le miré y él yacía mirándome fijamente, y desde ese entonces nada fue igual conmigo, todo había cambiado.

Hice una pausa, para poder tomar aire y juntar las palabras que sirvieran para poder explicarle mejor a Justin, y así pudiese entender a la perfección. No quería quitarle nada, quería ser sincera con él, que lo supiera. Quizás le ayudaría. Y noté que me miró por un momento, para sentir con la cabeza e incitarme a que siguiera contándole, por lo que decidí hacerlo.

- Entonces, no había un solo día en que no saliera a recreo solo para verlo, o que me saliera de clases para estar presente cuando hacía educación física. Yo era una de esas chicas que hacían de todo para faltar al menos dos días a la semana a clases, pero al mirarlo por primera vez, en lo único que pensaba era en levantarme temprano e irme corriendo a la escuela, no podía faltar, no podía estar un solo día sin verlo. Llegaba tarde, pero iba, por eso corría –sentí que Justin soltaba unas risitas, haciéndome sonreír- Lo que más me emocionaba era que cada vez que yo lo miraba, él estaba mirándome. Yo creía que quizás podría gustarle, así que deseaba que me hablara o que me saludara, o me sonriera, aunque en el fondo estaba consciente de que nunca sucedería, porque yo tenía trece y de seguro no me veía como nada más que una niña fea y tonta –expresé, eso me había causado mucho dolor en ese tiempo- Pero luego cumplí trece y me enteré de que estaba repitiendo de curso, así que, por él, comencé a subir mis calificaciones. No soportaba la idea de repetir y no poder seguir viéndolo, porque en ese entonces separarían a la escuela en dos partes, y si yo no pasaba, no podría irme al mismo lugar que él. Pero a que no adivinas ¡logré pasar! estaba muy feliz, estaría con él, además mi padre estaba orgulloso de que lo había logrado. 
- Me alegro por eso, que haya notado que lo lograste –habló mi chico del baño. Le miré y él me sonreía, me sonrojé un poco.
-A mi también me alegró mucho –me mordí la lengua sonriendo a medias, bajando la mirada.
- ¿Pero qué pasó después? –preguntó. Me puse a pensar, y continué.
- Pasó que llegó la última semana de clases del año. Era Diciembre, y estaba triste, porque no lo vería en casi tres meses, así que me propuse a aprovechar esos días como nunca, lo miraría y acosaría más que cualquier otro día –el rubio explotó en carcajadas, me contagié y le golpeé levemente el hombro. Al pasar las risas pude continuar- Como decía, este día lunes y tenía hasta el viernes para ello, así que fui con todas mis ganas a la escuela. En el último recreo yo estaba afuera de nuestro salón con una amiga, haciendo tonterías. Y ella me dijo que mirara hacia el sector de los baños, y ahí estaba él, parado afuera de ellos, esperando a un amigo. Pude notar que me miraba, estaba que me derretía y mi amiga se dio cuenta y comenzó a reír y a molestarme, haciéndome parecer tomate. Y cuando su amigo salió, se fueron a su salón. Esa… esa fue la última vez que lo vi –dije algo apenada.

Justin se me quedó mirando por un momento, algo desconcertado. Nos quedamos callados por un momento. Yo ya lo había superado, no me daban ganas de llorar ni nada, pero en ese tiempo yo sufría mucho para tener solo trece, y eso no me gustaba, lo odiaba a decir verdad, y todo por un amor.

- ¿Por qué no lo volviste a ver? –preguntó curioso, queriendo más información.
- Porque el resto de la semana no fue a la escuela, y yo sí. Fui hasta el último día con la esperanza de que iría, pero no fue así.
- ¿Y el otro año? ¿qué pasó con él? –oh, sí.
- Sobre eso… estuve todas las vacaciones emocionada, queriendo que llegara marzo para volver a verlo. Me había comprado cosas bonitas y puesto más linda, quería que se enamorara de mí. Pero cuando llegó el primer día de clases, todo se derrumbó –le conté- Él se había ido de la escuela. 
- ¿Estás jodiendo?
- No, no jodo –le miré firmemente- No tienes idea de lo que sufrí, estuve casi dos años sufriendo por él, llorando ilusionada, con el corazón roto. Mis amigas intentaban hacerme sentir mejor, pero no lo lograban. Yo seguía sintiendo amor por él a pesar de no volver a verlo.
- Dios, __... no sé que decir –habló apenado, lo pude notar.
- Desde ese día odié mi timidez, odié no poder decirle lo que sentía y de que darme con el “lo que podría haber sido” en lugar de “lo que fue”. Me di cuenta de que habría preferido el rechazo en lugar de sufrir tanto de esa forma –bajé la mirada, era algo muy triste recordarlo.
- ¿Entonces jamás lo volviste a ver?
- De hecho, sí. Cuando dije que fue la última vez que lo vi me refería a algo temporal –me eché a reír, era extraño mi cambio de ánimo, ya me estaba pareciendo a este chico que está junto a mí.
- Sígueme contando, entonces –me pidió- ¡anda, anda!
- Bien, seguiré, ya que insistes –me hice la difícil- Un día cuando me iba a la escuela, lo vi por una calle. Mi corazón se volvió loco, lo veía otra vez, luego de varios meses. Iba con sus nuevos amigos. Él no me vió, creo, pero yo lo vi. Lo peor era que en ese entonces ya estaba superando todo, pero como lo vi de nuevo, todo lo que logré se vino abajo. Tuvieron que pasar otros meses para que lo volviera a superar, ¿lo puedes creer?
- Mierda, __, jamás me lo habías contado, ¿por qué no lo hiciste?
- No creí que fuera necesario.
- Lo era, y mucho –insistió- Ahora esa si fue la última vez, ¿cierto?
- De hecho, no –volví a reír- Cuando ya tenía quince, un día estaba en Facebook, y tenía una nueva solicitud de amistad, vi y casi me desmayé. Era una solicitud de amistad de él, comencé a correr por toda la casa, estaba vuelta loca. Yo ya lo había buscado antes, pero no tenía y al parecer se había creado una cuenta. Lo acepté y al instante me habló.
- ¿Y qué hiciste?
- Le respondí, lol. Aunque me empezó a decir cosas algo... vergonzosas. 
- ¿Qué eran?
- Me dijo que estaba atractiva, que estaba rica, que estar conmigo sería algo para sentirse orgulloso, aunque usaba unas palabras típicas de los chicos mujeriegos, al parecer se había convertido en uno de ellos. Él ya tenía dieciocho. Me preguntó si yo fumaba o tomaba alcohol, le dije que no, así que le pregunté si él lo hacía y me dijo: En ocasiones, también le hago a la marihuana. Yo no lo creía, jamás pensé que él sería un chico así, siempre lo vi muy tranquilo. Hasta me dijo que vivía cerca de mí, aunque yo eso lo sabía, pero nunca pasé por ahí y prefería no pasar. Él sabía perfectamente quién era yo, y mi sorpresa más grande fue que dijo que yo le gusté y le seguía gustando. Me pidió que me juntara con él, que me iría a buscar y a dejar a mi casa si quería… Incluso, me invitó a su fiesta de cumpleaños que sería el fin de semana, cumpliría diecinueve. Dijo que lo que más quería era que yo fuera, que la pasaríamos excelente los dos juntos, que quería lograr estar en una relación conmigo… me dio algo de miedo, no sentía confianza.
- ¿Aceptaste?
- La verdad ni yo me creo aún que lo hice, pero… le dije que no. Me insistió y me insistió, pero un NO fue la respuesta. A pesar de eso, dijo que volvería a insistir.
- ¿Desaprovechaste la oportunidad que esperaste por años? –no me creía.
- Sí, lo hice. Me sentí decepcionada, y me di cuenta de que las cosas ya no eran las mismas, que tanto que sufrí me hizo madurar, y que no quería estar con un chico que tuviera esa pinta de cazador de chicas. Eso hizo falta para darme cuenta de que yo ya no sentía nada por él. Definitivamente él no fue quien yo imaginé por tanto tiempo. Todo fue como… una obsesión con él, por mi parte. Pero la enseñanza que me dejó, fue que jamás hay que dejar que la timidez te gane, puede ser muy destructora y dolorosa. La inseguridad y el no sentirte preparado deja heridas que tardan años en sanar, y me siento conforme. Aún sigo tímida, pero no tanto como era antes. Imagínate como era –alcé la cabeza para mirar a Justin, y le sonreí. Estaba feliz.
- Lamento lo que sucedió, __ -bajó la mirada. Soltó una de sus manos del volante y me tomó la mano.
- No te preocupes, ahora solo lo tomo lo que sentí como un amor de niños, que me marcó. Ya no significa nada –sonreí delicadamente. Me sentía escuchada y comprendida.

(...)

No pasó mucho y llegamos a su casa, sin darnos cuenta ya estábamos sentados en los sofás, mirando la televisión, comiendo unos espaguetis revueltos en salsa. Este almuerzo estaba muy rico, me encantaba su forma de cocinar. 

Lo que Justin no sabía era el propósito de mi historia en el auto. Quería alentarlo a que él me dijera qué sentía por mí, que me dejara claras las cosas. Era muy importante para mí saberlo. Tampoco soy tonta, no le iba a contar esa enorme y larga historia por nada, eh. ¡Debía aprovechar! Oh sí, admiro mi inteligencia.

Llegó la noche y era hora de dormir. Hablé unos minutos con papá por el celular. Me dijo que llegaría antes de lo previsto, porque en el hospital dijeron que Michelle tendría el bebé antes de lo esperado, por lo que quieren estar en casa en ese momento. A pesar de ello, aún me quedaba tiempo para estar con mi chico del baño, y eso me mantenía animada. En total llegaría como en dos o tres semanas.

Subimos las escaleras, juntos. Justin me pasó una de sus toallas, ya que le pedí permiso para ir a ducharme. Tardé aproximadamente media hora en estar bien seca, lo malo era que había olvidado llevar mi pijama al baño y no me quería poner la ropa ya usada. Mi bolso estaba dentro del auto y no pensaba salir desnuda, ¡por supuesto que no! Moriría si él me viese. Así que, como toda una chica ruda, tuve que salir envuelta en mi toalla, que solo cubría mis pechos hasta un poco menos de la mitad de mis muslos. Me paré frente a la habitación de Justin, que estaba con la puerta abierta. Él se encontraba metiendo unas cosas en el cajón de la mesita de noche. 

- Justin… -le hablé, haciendo que se sobresaltara. Él se volteó de inmediato- Mi pijama está en el bolso, y el bolso está en el auto, ¿podrías ir a buscarlo?

Pero la mirada de Justin ya no solo se encontraba en mis ojos, si no que comenzó a recorrer mi cuerpo entero, analizándolo. De mis ojos bajó a mi cuello, del cuello bajó hasta comenzaba la toalla, y bajando hasta mis piernas expuestas a él. Comencé a sonrojarme y a ponerme algo nerviosa, ¿será que había ignorado lo que le dije sobre el bolso?

- ¿Quieres que lo traiga? –oh, sí me había escuchado.
- Sí, por favor –le pedí, sonriendo. No quería que fuera tan obvio mi estado.

Entonces, él no se movió ni un solo centímetro de donde se encontraba. El muy fresco se quedó mirando mis piernas como ya lo acababa de hacer. Esto me hizo sonrojar aún más, ¿qué tenia que decirle para que me tomara en cuenta?

- Lo necesito ahora, Justin –le volví a hablar- ¿entiendes? Ahora.

Hice un gesto con la mano para que me mirara a la cara. Cuando por fin lo hizo, comenzó a ponerse de pie y avanzó, lentamente, a donde yo me encontraba. Pude notar que se esforzaba por no llevar sus ojos a otra zona de mí.

- Sí, yo solo… -tragó saliva- Eso mismo.

Rápidamente salió por la puerta, haciéndome a un lado y bajó las escaleras rápidamente. Reí cuando ya no estuvo presente. En realidad era muy gracioso, era divertido. Puse una de mis manos en mi mejilla y miré hacia el suelo mientras recordaba lo sucedido, sin quitar, ni por un segundo, mi sonrisa de oreja a oreja.

                                           _____________

Posiblemente aburrido, pero subiré pronto, creo. Pues tengo una idea de cómo será el siguiente capítulo. ¿Qué les ha parecido la historia de rayis? Debo decir que esa historia es completamente real, eh. El próximo capítulo estará más bueno. Las amo un montón, cuídense. Cualquier duda, pregunten en Ask. Y únanse al grupo para estar al tanto de los capítulos: https://www.facebook.com/groups/249293821904711/250295038471256/?notif_t=group_comment    Bueno, eso es todo, un beso a todas. Subiré pronto.




9 de enero de 2014

¿Se unen al grupo para el blog?

Como dice el título, he creado un grupo en facebook sobre mi blog, o para mis novelas, como quieran llamarle, para así poder tenerlas al día y avisarles en el momento en que suba una entrada y así yo no olvido avisarles haha. ¿Qué les parece? Así que si quieren, se unen, para que sea más simple en cierto sentido.

Aquí está el grupo: https://www.facebook.com/groups/249293821904711/249293825238044/?notif_t=like

Espero que lean esta entrada. Ya debo irme, las amo un montón y subiré pronto, ¿de acuerdo? Se cuidan mucho, un beso enorme a todas.


7 de enero de 2014

Capítulo 25 -Por un capricho.



Oh por dios, ¡recordó que me estaba dejando aquí! Debe de ser un sueño, en realidad no sé como expresar toda la suerte que tengo. Querer que algo pase ya es como algo casi inalcanzable, pero que se cumpla de inmediato ya es increíble. Mi tristeza y soledad desaparecieron al instante, quería irme con él, pero en parte no quería que él se diera cuenta de lo desesperada que me encontraba por eso.


- ¿Tú quieres que vuelva? –le pregunté. No por hacerme la difícil, si no porque quería que me lo dijera con sus propias palabras.
- ¿No se nota? –se echó a reír.
- Vaya –reí con él- Tomaré eso como un sí.



Él volvió a entrar, para poder esperarme en la sala de estar mientras que yo iba a subir las escaleras para escoger algo de topa para llevar, porque no iba a usar otra vez la de su prima, ¿verdad? Menos ahora que puedo entrar a mi casa. Yo estaba que me colgaba de un árbol. Emoción, felicidad, ánimo, todo lo lindo estaba dentro de mi cuerpo. De alguna forma, estar nuevamente junto a él me hacía sentir completa. Sin él me sentía vacía, pero ahora, todo ha vuelto. Todo.



- ¿Por qué te he tenido que esperar abajo? –me preguntó por sorpresa. De un momento a otro había aparecido por la puerta mientras yo me alistaba.
- Pues no sé, ah. No recuerdo haberte dicho que te quedaras allá abajo –reí.
- Entonces he sido un tonto.



Caminó hacia mi cama y se tiró sobre ella. Cogió mi celular y comenzó a revisarlo. Yo me hacía la loca, como si no me diera cuenta. En realidad no me importaba, pero me hacía tener ganas de reír, ni que le haya dado permiso. Sabía que iba a ver mensajes, ya que la mayoría del tiempo cuando una persona se pone a revisar, es lo primero que ve, solo por ser sapa –curiosa-, ¿verdad? Bueno, al menos a mí me sucede eso. Pero como sea, estaba parada frente a mi closet sin tener idea de qué llevar o cuanto llevar. 



- ¿Está bien si solo llevo una cosa de cada una? –pregunté inocente.
- ¿Solo te quedarás un día? –me miró impresionado.
- No lo sé, tú dime. Es tu casa –bajé la mirada.
- El tiempo de aceptación es de al menos una semana. Échala toda al jodido carro, mientras más mejor.
- ¿Hablas enserio? 
- No bromeo –esta vez, su cara se puso seria y tensa. Me impresionaba su rápido cambio de humor, él no estaba jugando.
- Entonces, supongo que llevaré mucha –comprendí que eso debía hacer.
- Buena decisión, eres muy inteligente –sonrió. Vaya.



Lo miré desconcertada, sonreí de lado y busqué la ropa que debía buscar. Este chico me confundía, de un momento a otro cambiaba de humor y actuaba como si fuera mi propia decisión, siendo que no me dejó otra opción. ¿Pero qué importa? Me encanta la idea de quedarme por una semana, ¡bastante!



- Que romántico, atento, caballeroso y dulce que es ese Sam –comenzó a hablar de repente. Sonó extraño que un hombre dijera eso- Es el chico con que cualquier chica querría estar –comentó, para luego mirarme con una sonrisa bastante cínica en el rostro que se podría notar a leguas.
- Ahm, sí –me limité a contestar.
- __, eres hermosa, te cogería –wtf. Eso ya lo he escuchado. Inmediatamente supe que él no me estaba diciendo eso a mí. Mierda.
- ¿Estás leyendo nuestras conversaciones de Facebook? –le pregunté con la boca abierta. 


Me tiré a la cama sobre él para quitarle el celular, con toda mi fuerza me retorcía sobre él. Parecíamos dos niños pequeños peleando por un juguete. Justin trataba quitarme de encima para seguir leyendo, haciéndome rabiar.


- Ay, Sam, eres un idiota. No quiero coger contigo –siguió leyendo, ¡era un tonto!
- ¡Dame el celular, Justin! –grité, luchando contra él, queriendo alcanzar el teléfono que se encontraba en su mano alzada.
- Te violaría hasta por los codos, estás buenaza. Te quiero tanto, princesa –continuaba, pero esta vez con voz de niña como “imitando”.
- ¡Ya basta te dije! –volví a gritar, comencé a golpearlo por la espalda con mis puños, no era fuerte, pero lo hacía lo más que podía.
- ¡Ya, ya, lo he sacado! –avisaba rápido- ¡que lo he sacado!



Justo en ese momento pude arrebatarle el celular de las manos. Me paré de la cama rápidamente y me acomodé la ropa que traía puesta. Me había molestado, sí, pero también quería reír, mientras le daba bofetadas en la cara por comportarse así de burlesco. Aunque estaba super alegre por lograr que él se divirtiera junto a mí, y que no estuviera tan serio como solía serlo cuando nos conocimos. Eso era suficiente para mí.



Ambos nos quedamos callados. Yo estaba parada como una tonta sin hacer nada y él siguió recostado en mi cama, pero esta vez miraba el techo, con los brazos abiertos hacia los lados. 



- Sam tiene una mezcla de romanticismo con sexo desenfrenado. 
- Justin, que pares. ¿Por qué te importa tanto ese tema? Sam ni siquiera está aquí, con nosotros. 
- Menos mal que no está con nosotros, de estarlo tendría que interrogarlo para ver si es un novio apto para ti, de lo contrario tendría que golpearlo. 
- Que no es mi novio, ya te lo he dicho –le expliqué nuevamente, rodando los ojos- Y no lo golpees, es muy agradable, y yo lo quiero.
- Ah, lo sabía. Estás colada por él –alzó su cabeza, mirándome enojado.
- Es mi amigo, no confundas las cosas –detestaba que se pusiera así.
- Claro, amigo que va y te besa, que te dice que se quiere acostar contigo a cada momento, linda amistad –dijo sarcástico. Se incorporó y se sentó en la cama.
- No me ha besado, ¿si? Él solo bromea con esas cosas, yo le gusto y por eso se comporta así –le conté.
- Tú necesitas a alguien que te quiera de verdad, alguien que respete tu virginidad y todo eso, __. ¿De verdad quieres estar con un pendejo como ese?
- Agh, explícame en qué momento dije que quería estar con él –le miré fijamente, algo molesta- ¿Cuándo te lo he dicho?
- No lo has hecho, pero se te nota. Si estuvieras conmigo yo respetaría todo de ti y luego cuando estés lista tendríamos sexo con amor desenfrenado sobre capó de mi auto, bautizándolo.
- ¡Ah, Justin eres un grosero! –chillé, explotando en carcajadas, no podía creer lo que él había sido capaz de decirme. Me tapé la cara avergonzada.
- Santa virgen, tienes razón –se dio cuenta de lo que me había dicho. Me miró tímidamente y se volvió a acostar en mi cama, apoyando su cabeza en la almohada, mientras miraba la pantalla de su celular- Lo siento, tengo diecinueve años, estoy algo… alborotado. 
- Como digas, y luego te quejas de Sam –solté la última risita.
- La diferencia es que yo tengo mis momentos, pero la palabra sexo gira por su cabeza cada segundo del día, específicamente contigo.
- Me estás asustando, ahora tú dices esa palabra todo el tiempo –le hice saber.
- ¿Sabes? Mejor dejémoslo –dijo él. Decidí no seguir con el tema como él lo había pedido, para volver a lo mío, que era buscar la ropa necesaria.


Las cosas estuvieron listas. El chico del baño ya había dejado mis cosas en el maletero y era hora de irnos. Yo sonreía de lado a lado, con todo mi buen humor del mundo. Me sentía tan boba, pero no podía evitarlo. Era como imposible. Él, por su lado, también se veía con ánimos como yo, cosa que hacía que todo fuera más perfecto todavía. Miré hacia la casa de Kathryn, y ella se encontraba en la puerta de su jardín que daba a la calle. Le avisé a mi acompañante que me esperara por un momento y fui hacia ella trotando muy sonriente.


- ¡Kathryn! –le saludé dándole un abrazo- ¿lo has visto?
- ¡Por dios, es muy guapo! –exclamó emocionada mirándolo de reojo, obviamente para que no fuera tan obvio que hablábamos de él- ¿qué ha pasado? ¿volvió de nuevo? ¡cuéntame!
- Anoche ha venido a mi casa sin avisar, pasaron muchas cosas, ¡te las contaré todas en cuanto vuelva! –nos tomamos las manos y comenzamos a saltar- ¡Yei, yei yei, yei! –celebrábamos juntas. Pero recordamos que estaba mirándonos, así que nos separamos inmediatamente.
- ¿Cuándo vuelves? –preguntó sonriente.
- Creo que en una semana, aproximadamente. Te voy a extrañar, eh –le dije desde mi corazoncito.
- Y yo a ti, suertuda –nos abrazamos y soltamos unas risas.
- Nos vemos en unos días –le dije mientras me alejaba, yendo hacia el auto.
- Claro, ¡adiós! –se despidió con la mano, para luego girarse y entrar a su casa.



Llegué hasta el auto. Justin ya se encontraba dentro, por lo que abrí la puerta de copiloto y me monté encima. Me miraba divertido, pude notar que era por nuestros saltos de niñas locas que habíamos hecho hace un momento. Hizo arrancar el auto, por lo que partimos camino a su casa, en la que me alojaría algunos días.



- Caray, niña. Eres tan extraña –se echó a reír, negando con la cabeza.
- ¿Por qué? –me hice la loca, mirando su perfil.
- Me ha encantado la manera en que celebran, eh.
- Eres un pesado. Ay, perdóname, chico perfecto, rey de Inglaterra, dios griego.
- De hecho, puedo ser tu dios griego si quieres. Te gusto –alzó una ceja, seguro de sí mismo. Me sonrojé.
- Ya quisieras, Justin Bieber –miré hacia la ventana, para que no se notaran mis mejillas enrojecidas.
- ¿Vas a decirme que lo de anoche solo fue un calentón? Te has dejado, cosa que no pasó con otros, ¿o se te ha olvidado?
- ¡Ya basta! –de seguro ya estaba como tomate. Trataba de ocultar mi cara- ¿Y qué me dices de ti? –le pregunté recordando lo que él me contaba y lo que yo misma había vivido en mi experiencia en la fiesta de su amigo- Tienes una tonelada de chicas que llorarían por subirte a tu auto o para besarte, y sin embargo, lo has hecho conmigo, y no se por qué. 
- Ya deberías saber por qué.
- No me has dicho la razón específica, que sepa –le hice acordar.
- Te la diré, pero no aún, no estoy preparado.
- Ah, bueno –comprendí- Sé lo que es no estar preparado para algo –volví a mirar hacia la ventana. Sentí que desviaba su mirada de la carretera para verme.
- ¿Enserio?
- Sí. Muchas veces lo he sentido.
- Anda, cuéntame tus experiencias. Quiero oírlas. 
- Son aburridas –advertí.
- No me importa, quiero saberlas.
- De acuerdo, te daré más de mi confianza –le dije. Le miré y el yacía mirándome con una sonrisa enorme en el rostro, conforme con mis palabras ya dichas.


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No me maten. Solo ha sido un capítulo, aunque se suponía que sería dos, pero no he podido hacer más, encima debí haber subido el martes. Verán, es cosa de tiempo, de ánimos y de inspiración. Ya tenía este capítulo listo el martes, pero intenté ver si el miércoles lograba hacer algo con el segundo, pero solo escribí tres líneas y no pude más, me atasqué. Estos días he tenido que salir, cuidar a mi hermana, entre otras cosas, por lo que me cuesta un mundo ponerme a escribir. Pero lo más importante, otra razón por la que no he podido, es porque una vida que llenaba mi corazón de felicidad y amor, se ha ido al cielo. Debía cuidarlo, no podía dejarlo solo, y obviamente estaría junto a él en lugar de estar en el ordenador todo el día. Estoy hecha un desastre, les pido muchas disculpas, de verdad, espero que lo entiendan. Y pasando a otro tema, si alguna tiene una pregunta, no las hagan por los comentarios, háganmela en Ask, se me hace más fácil. Aparte, en cuando tenga el siguiente capítulo hecho lo subiré, porque como he dicho no he podido escribir más de tres líneas. Ah, y un favor, no piensen que las tengo abandonadas o tiradas o que no me importan, yo a ustedes las amo un montón y juro que no hago esto porque quiera. Yo subiría todos los días si pudiese, pero no puedo. Un beso a todas y cuídense mucho.