19 de marzo de 2016

Capitulo cuarenta y ocho - Fresa con Chocolate.



Narra Cristal

Miro el cielo repleto de estrellas. Cerca de mi oído escucho un mosquito. Hago una mueca y sacudo mi brazo por la zona, para que ni se le ocurra picarme. La verdad es que es muy raro que alguno de estos insectos me haga algo. Para comprobarlo, podría estar en una habitación con varias pulgas, pero nada me harían, así que no es que me preocupe demasiado. Supongo que mi sangre les sabe fatal.

Seth está sentado a unos centímetros de mí. Tengo ganas de olvidar todo por un momento. Pero no puedo. Porque siento mi pecho apretado y estoy un poco triste. Por más que quiera, no puedo evitar nada de lo que me está pasando en mi interior. Y lo odio a más no poder.

Él está ahí, sin decir ni hacer nada, excepto mirar el agua. ¿En qué piensa? ¿Acaso se siente tal como yo? ¿Se está haciendo un montón de preguntas? ¿Son peores que las mías? ¿Está preocupado de lo que yo puedo estar pensando?

- Espero que no estés cabreada conmigo -suelta de repente, sacándome de mis pensamientos. No giro mi cabeza para verlo y le digo:
- No lo estoy -aclaro mi garganta al darme cuenta de que mi voz suena un poco rasposa- No tengo por qué estarlo.
- ¿Dónde estuviste después de que Drew y yo nos fuimos? -pregunta. Supongo que se refiere a cuando nos dejaron solas y se fueron súper enojados, en busca de Cinthia y Anita para atacarlas.
- Estuve un poco más allá de la cabaña llena de griteríos y me quedé ahí hasta el atardecer -le hago saber. Siento que sus ojos se clavan en mí, por el rabillo. Él ni siquiera se percató de que los seguimos, justo como supuse.
- Escuchaste todo -no es una pregunta. Es una afirmación.
- Sí. Incluso cuando dijo que terminaste con ella por mi culpa.


También por el rabillo del ojo, puedo observar el horror que ha tomado posesión del rostro de Seth. Eso sólo logra que un montón de ira crezca dentro de mí, porque me hace pensar que lo que dijo Anita es cierto. Tal vez él sí la dejó por mí y sí soy una maldita baja novios. 

¡Yo! ¡Una baja novios! ¿Con qué moral pude sentirme mal cuando me hicieron eso a mí, si al parecer yo he hecho lo mismo a otra persona? Si Anita me botó a propósito a un montón de ortigas y sería capaz de hacer mucho más, ¿Por qué me siento mal por ella? ¡Debería importarme un rábano! 



El silencio de Seth es ensordecedor. Me dan ganas de lanzar mi bota contra su cabeza y echarme a correr lejos, mientras grito un montón de maldiciones al cielo, enojada con él, enojada con Anita. Pero sobre todo, enojada conmigo misma.

¿Por qué no dice nada? ¡Lo que quiero es que me diga que lo que dijo no es cierto! Porque, en el fondo, tengo la débil esperanza de que no sea verdad. O una esperanza de haber escuchado mal, siquiera. Aunque sé que es muy patético de mi parte pensar que tal vez fue eso. Y yo no soy patética.


La batalla que tengo dentro es horrorosa y la única que se siente lastimada soy yo. Sufrí tanto cuando me hicieron lo mismo, y no podría soportar el saber que otra persona está sufriendo por lo mismo que yo, nada más que por mi culpa. La vergüenza que sentiría sería insoportable. No me podría volver a mirar al espejo. El descaro se apoderaría de mí. Esto no es más que una lucha contra mis propias creencias y experiencias, en donde tengo que decidir si voy a mandar al demonio todo lo que prometí no hacer jamás, o aceptar lo que hice, decepcionarme de mí misma y sentirme mal hasta superarlo, cuando me entre en la cabeza que nadie puede obligar a una persona a estar con alguien a quien no quiere, y que cada quien puede irse con quien se le antoje, porque la vida es para hacer lo que deseas.

Eso me aterra.

- ¿Fue por eso que terminaron? -logro preguntar. Siento que en cualquier momento me echaré a llorar como una estúpida.


Dejo mi vista fija en el lago, queriendo que él piense que me importa un bledo e intentando que el temblor en mis ojos se vaya. Pero se me hace demasiado difícil. Lograr tal cosa es algo que veo muy lejos.

Trago saliva lentamente.


- Íbamos a terminar de todas formas -responde. Pero eso no me sirve. En lo absoluto, no me hace sentir mejor. Sólo peor.
- No es lo que te he preguntado -digo despacio, rogando al cielo tener paciencia y esperar a que me responda con la verdad por sus propios medios.
- Cristal...
- ¿Por qué estás evitando decírmelo? -mi voz se vuelve más cruda- ¿Lo hiciste, sí o no?
- Necesito tiempo para explicarlo. No pienses cosas que aún no he dicho...
- ¡Sólo necesito que me digas una mísera palabra! -alzo la voz, ya fuera de quicio- ¿Por qué dar más vueltas al asunto?
- ¡Quiero explicarte todo tal y como es!
- Me ayudaría más en éste momento que sólo fueses directo conmigo, Seth -la fuerza de voluntad que estoy teniendo para no explotar en ira es desgarradora.
- No. Eso no sirve para mí -escupe con dureza.

Tal vez de verdad quiera salir de la duda, pero tengo que admitir que el querer hacer las cosas con calma y de la manera correcta es algo muy atento de su parte. Sería una idiota si lo rechazara y me comportara como una estúpida, tal y como lo hice hace un tiempo.


Me quedo en silencio y suelto un suspiro. No puedo explicar la sensación que corre por mis venas, mi estómago, mis órganos, mi anatomía. Jamás había sentido tantas emociones perdidas.

 Pongo un mechón de mi pelo tras mi oreja, preparándome mentalmente para lo que venga, permitiendo que se exprese con libertad así como él quiere. Tiene todo el derecho a ser escuchado. Quiero hacerlo, en el fondo. 


- Terminé con ella porque me di cuenta de que estar con alguien que no quieres no tiene ni la más mínima mierda de sentido. Pero sí, fue por tu culpa -admite. Sin más. Tan directo como quería que fuera. Incluso más.

Que irónico. Quería que fuera sincero. Y creo que me ha dolido más de lo que esperé. Porque lo ha recalcado: Sí, fue por tu culpa.

Giro mi cabeza hacia él, congelada. Me siento fatal y no sé cómo aún no lloro. Sus ojos chocan con los míos. Ahora ya tengo lo que quería. ¿Qué hago? ¿Qué sigue? Si ya me ha dado lo necesario. Yo se lo pedí. Es como si me hubiese dado una bofetada a mí misma. Una dolorosa, maligna y ridícula bofetada.

Justo cuando estoy por derramar mi primera lágrima, él decide hablar.

- Yo te observaba, tú lo sabes-continúa. No lo detengo- Desde el principio me pareciste interesante. Creo que fuiste una especie de proyecto en donde me propuse averiguar qué pasaba contigo y el por qué de tu conducta. Me entretenías.

Guardo silencio. Ha capturado toda mi atención. Es como si quisiera escuchar más, aunque probablemente me haga trizas. Porque lo necesito. Si no lo hago, sé que me arrepentiré.


- Cuando comencé a notar que pasabas de todos y que nunca estabas cerca de alguien con quien no querías estar, supe que, aún fueras como fueras, tenía algo que admirar de ti.

La sorpresa que me invade es colosal. Mi corazón, metafóricamente, se ha detenido. ¿Él me ha admirado desde el principio?

- ¿Sabes la cantidad de personas que no pueden estar sin alguien al lado? -continúa- Las mujeres sueñan con tener un novio por siempre o lo que sea, muchas veces sólo se ganan un idiota por estar tan apuradas por conseguir uno e irse con el primero que les dice una ridiculez. Pero tú no. Tú eras independiente. Ibas por tu propio camino. No te dejabas engañar por nadie, ni tampoco ahora. ¿Cómo podía una pringada antipática soportar la soledad de esa manera? ¿Cómo podías ser mejor que yo en eso? Yo no iba a ser menos. Si tú podías, yo podía. -hace una larga pausa. Dejo mis labios un poco entreabiertos sin poder evitarlo, mientras guardo cada palabra en mi mente- Quizás incluso te envidié. No con una envidia mala, sino con una envidia sana. Me gustaba, me atraía, quería tener eso también. Algo me llamaba, deseaba conocerte, saber sobre ti, que me enseñaras a ser así. Bien, tal vez podía tener dinero y mujeres, pero no sentía nada. No hay nada peor que tener mucho, y sin embargo estar más que vacío por dentro. Todo pierde su sentido cuando sucede eso.

Creo que yo, más que nadie, puedo estar segura de que lo que está diciendo es cierto. Hace tiempo, lo sentía cada día, cada noche, cada madrugada, cada mañana. Una y otra vez. Cada día. Deseando que todo acabara. Deseando salir de lo oscuro. Deseando un cambio.

- Vi fidelidad en ti. Vi que eras real, sincera, directa... Pero también dulce, buena y preocupada con quienes ganan tu corazón. Jamás dejas a los que quieres a un lado. Cuando alguien es importante para ti, se nota mucho, Cristal. Mucho. -sonrío débilmente, sabiendo que es verdad- Además eres bonita, atractiva, guapa. Tienes coraje. Sé que tienes un montón de inseguridades y problemas dentro, pero te los callas y tratas de eliminarlos. Me vuelve loco algo como eso. Tienes una especie de coraza encima, pero luchas por lo que quieres cambiar. Sí, eso, te gustan los cambios. Te atreves a ellos y los enfrentas. Todos deberíamos hacer exactamente lo mismo. Pero no lo hacemos.


Se acerca un poco más a mí.

-Ana está obsesionada conmigo. Lo ha estado todo el tiempo, desde que entré a la universidad. Estuvo con un chorro de tipos y yo sólo fui otro más, a ellos también les decía que los amaba y todo ese rollo. Es cuática y mentirosa, por eso sé que no tiene ni idea de nada, aún es inmadura. No se plantea nada, no piensa, sólo le interesa ganar en todo y hacer sentir en menos a otras personas, ser superior. ¿Sabes lo diferentes que son tú y ella? Si lo supieras, entenderías que no es posible sentir amor por alguien como ella, para luego pasar a sentir amor por ti. Un cambio como ese no sería posible, sería ilógico. Y lo agradezco, demonios. Agradezco haber esperado a fijarme en ti, aún cuando intentabas por todos los medios alejarte de mí. Así que sí, fue tu culpa que terminara con ella. Rompiste una relación sin futuro en donde ambos eran unos imbéciles que no sabían ni lo que era querer y estaban juntos por llenar las bocas de los demás. Sólo por verse bien, por dinero, y por tener algo más que hacer. Felicidades.

Y no aguanto más. Exploto en llanto. Doblo mis rodillas y escondo mi cabeza entre ellas, tapándome la cara. En realidad no sé por qué tengo esta reacción, si por alivio, por felicidad o porque estoy cohibida.

Mi miedo desaparece a medida que sigo botando lágrimas. No escucho nada a mi al rededor, sólo pienso en lo que me ha dicho, en lo que está pasando, en lo que sentí, en lo que siento ahora, y en todo. Los brazos de Seth de pronto me rodean, pero yo sigo hecha un río, sin detenerme.

- Cristal, no, no. Espera, no llores -me aprieta contra él, pero no le hago caso. Es más, me pongo a sollozar- Mierda. Lo siento. No quería que te sintieras mal. Creí que sonó bien. Me esforcé por decir toda la verdad y pensé que fui romántico. Maldita sea...


Casi puedo ver a Seth pasándose una mano por el cabello, lleno de frustración. Pero estoy demasiado ocupada llorando como para decirle que no me ha hecho sentir mal. Que en realidad es todo lo contrario, y esta reacción que estoy teniendo es sólo para desahogarme y botar todo lo que tengo acumulado dentro.

Comienza a frotar mi brazo y mi espalda con desesperación. Toma mi cabeza entre sus manos y me acurruca contra su pecho, demasiado fuerte para mi propio bien. 

Hago una mueca.  


- Perdóname -me pide, con su voz temblorosa- De verdad, lo siento tanto. No llores por mi culpa...
- No -es lo único que me sale. Comienzo a secar las lágrimas de mi cara, safándome de su abrazo.
- Por favor. Te juro que no he querido que te lo tomaras así -intenta acariciar mi cara el pobre, así que se lo permito. Seca el resto de lágrimas que quedan- Soy un imbécil. No te merezco.
- No estoy llorando por eso -el sollozo se ha ido y ahora sí puedo hablar- Yo... Tenía tanto miedo de ser una baja novios, que...
- Tú no eres nada de eso, y no lo serás nunca. No lo harías -me interrumpe. Se acerca a mi rostro y deposita un pequeño beso en mis labios.
- Pero sí inconscientemente, tonto. Quizás ya lo era y no tenía idea, por eso estaba preocupada -Seth saca un pañuelo de papel de su bolsillo. De inmediato me lo llevo a la nariz y hago que todos mis mocos salgan- Habría terminado contigo si me hubieses dicho que sí.
- Cristal, sé lo importante que son para ti ciertas cosas. ¿De verdad crees que te lo habría ocultado? -pregunta, reflejando un poco de dolor en sus ojos- No te mentiría. Menos con algo que podría afectarte tanto.


Unas lágrimas más caen por mis mejillas. De inmediato me paso las manos, queriendo que desaparezcan por completo y así no volver a derramar ni una más durante el resto de esta noche o, mejor aún, durante el resto de mi vida. A menos que esas sean lágrimas de felicidad. 

Miro el suelo. Aún haciéndolo, puedo sentir los ojos de Seth clavados, una vez más, en mí. Nos quedamos en silencio por un par de minutos.


- ¿Realmente ibas a terminar con todo? -es lo que pregunta.

Alzo la vista. Él está lastimado. Es como si apenas se hubiera dado cuenta de lo que he dicho momentos atrás, como si no lo hubiese analizado ni aceptado de inmediato.

Vuelvo a mirar al suelo. Las pequeñas piedritas y arena de pronto lucen muy atractivas. Puede que no debí decir eso, porque ni siquiera yo sé lo que habría hecho si él me hubiera dicho otra cosa.

- No lo sé -confieso, encogiéndome de hombros- Tal vez. No estoy segura. Te estaría mintiendo si te digo que sí. Pero también estaría mintiendo si te digo que no -comienzo a jugar con mis propios dedos- Habría sido algo horrible para mí. Sería una batalla personal en donde tendría que decidir. Y es que te amo tanto que no sé qué me habría dolido más: Si dejarte o sentirme decepcionada de mí misma.

Lucho contra las lágrimas. El simple hecho de haber tenido que decidir algo como eso me hace entrar en pánico. No me había dado cuenta de eso hasta ahora. Para muchas personas preocuparse por algo como eso sería estúpido, pero me importa un pepino. Las personas, la mayoría del tiempo, suelen encontrar estúpidas las cosas que sí valen mucho. Sentirse bien con uno mismo es algo primordial, esencial para una vida feliz. 

Cuando alzo mi cabeza, Seth, como era de esperarse, aún me observa. Pero ahora luce impresionado, confundido, o como si estuviese viendo algo que le causa una especie de golpe paralítico. Creo que al decirle eso, sólo lo he arruinado más.


- ¿Me amas? -pregunta, muy lentamente. Saboreando cada palabra. Y entonces siento la sangre subiendo por mi cabeza.

Dios. Se me ha escapado. Le he dicho que le amo. ¡No me he dado cuenta! ¡Lo acabo de decir así, sin más! ¡Me ha pillado vulnerable! ¿Cómo puedo ser tan bruta? ¿Cómo?

No sé cuántos segundos me quedo en silencio, tratando de aceptar y ordenar mis ideas. Sea cual haya sido el tiempo, termino reconociendo que ya no puedo hacer nada para borrar mis palabras. Lo he soltado. Está hecho. Y no voy a retroceder, aún cuando estoy a punto de tener un ataque de nervios. Lo último que haría sería decirle que me he equivocado, o que lo he dicho sin pensar. Porque no creo que haya sido eso. Porque en verdad, aún cuando mi corazón está vuelto un loco, una parte de mí se siente con ganas de decírselo por lo menos una vez más. Que lo escuche bien. 

Trago saliva. Ya basta. Es hora. ¿Por qué negarme tal privilegio de admitir que siento algo tan fuerte por él? ¿Por qué tener miedo de decírselo? No es un pecado amar a alguien. No es algo malo. Y aún cuando tal vez, en un futuro, pueda salir lastimada de esto, en este momento siento que lo que ahora tenemos es eterno. Y es suficiente para mí.

- Sí.

Los ojos de Seth, muy abiertos, no pasan desapercibidos. Bien, sé que tal vez le ha impresionado lo que he dicho, pero no es razón para que se quede mudo y su rostro luzca como si estuviese viendo un fantasma. Está incrédulo, o no sé. Casi me siento ofendida. 

Sonrío un poco, sin saber qué más hacer. La incomodidad comienza a apoderarse de mis entrañas. Yo pensando cosas tan poéticas en mi cabeza hace unos segundos, y ahora esto. La verdad es que no espero que me diga que él también me ama. Pero me habría gustado que, no sé, hubiese sonreído, o luciera como si fuese algo bonito de oír. 

- Oye, podemos volver a la cabaña ahora -vuelvo a sonreír mientras me voy poniendo de pie- Iré a guardar las cosas.

Dicho eso, camino hasta los árboles y me adentro hasta llegar a la manta que él había puesto en el piso. Recojo los envases de papas fritas, mientras los hago una bola y los meto dentro de la mochila. Mis manos tiemblan un poco cuando lo hago. Y me siento un poco decepcionada de todo.

El ruido de una rama crujiendo hace presencia tras de mí. Me pongo derecha y me giro en la dirección. Seth está ahí, serio, justo como quiero que no esté. Creo que puedo decir que acabo de entender lo que sienten las personas cuando confiesan lo mucho que aman a alguien, pero esta otra persona no siente lo mismo y tiene que aguantarse y esperar a que llegue el momento en que la otra también lo haga. Si es que alguna vez llega a sentirlo, porque cabe la posibilidad de que eso nunca suceda.

Seth comienza a avanzar hacia mí, primero despacio, pero luego rápido. Me toma por la cintura y en un segundo está besándome. Esto me toma por sorpresa, porque de haber sabido que lo haría no me habría esperado más que un beso lleno de compasión, pero este no tiene nada de eso. Tiene pasión, decisión, es de tal manera que casi podría pensar que él me ama también.

Me olvido de todo. Lo único que quiero es tenerlo a mi lado. Llevo mis brazos hacia arriba y rodeo su cuello con estos, ansiosa de seguir teniéndolo así conmigo. Nada más me importa ahora. Quiero aprovechar todo lo que pueda estar viviendo a su lado, aún sabiendo que tal vez él no siente lo mismo que yo.

- ¿Desde hace cuánto tiempo? -pregunta en un momento en que separa sus labios ligeramente de los míos. Su nariz choca con la mía y siento su aliento sobre mi rostro. Me aprieta contra él.
- ¿Cómo? -esta soy yo, demasiado ida y pendiente de tan maravilloso momento como para ser capaz de responder sus típicas preguntas inesperadas.
- ¿Desde hace cuánto me amas? -vuelve a besarme por un par de segundos- ¿Por qué diablos no me lo dijiste antes?
- No sabría responderte a eso. No tengo ni idea. ¿Siquiera importa?
- Sí, porque te habría confesado que te amo también- me da otro beso- No habría tenido que esperar tanto para poder hacerlo.

Ahora la que lo besa soy yo. No quiero que siga hablando. No es necesario que lo haga. Ahora mismo tengo todo lo que necesito.  A él, y al conocimiento de saber que mi amor hacia él es correspondido de una vez por todas. Quizás incluso lo fue desde hace mucho antes. Y yo no lo sabía.

Ahora sí que pierdo la noción del tiempo y no estoy muy segura de cómo llego a quedar con mis piernas rodeando la cintura de Seth. Tampoco sé cómo llego a quedar tendida sobre la manta que él estiró en el césped. Tampoco sé cómo él llega a quedar sobre mí para luego desarrollar una exquisita excursión a través de nuestros cuerpos. Y mucho menos sé como llego a entregar mi cuerpo al novio que tanto amo, al mejor amigo de mi hermano, al tipo hostigador, al que jamás vi como una posibilidad amorosa aquí, en este mismo bosque. 

Pero me encanta.

♥♥♥

¡Hooooolaaaa! Tanto tiempo, pero aquí tienen otro capítulo. Espero que les haya gustado muchísimo. Tal vez esta no es la manera en que pensaron que sería la intimidad entre Cristal y Seth, pero no sé, me pareció bonito escribirlo así, sin tanto detalle. Hacerlo más simple. Y dando importancia a, ya saben, otros sentimientos y emociones.
¿Cómo están? Dios, no puedo creer que sólo queden dos capítulos para que la novela acabe. Sí, dos. Estoy emocionada. Tengo muchas ideas en mente. Quiero que sea perfecto para mí. Escribí, borré y volví a reescribir varias veces este capítulo, así que espero haber logrado resultados positivos.
No olviden, +8 comentarios. Me encanta cuando comentan y me dan sus palabritas. En los comentarios anteriores me han dicho cosas muy bonitas, que mi novela les inspira, que les alegro el día, que aman lo que escribo y me muero de amor con ello. Ah, y gracias por preguntarme si estoy bien, si no me equivoco ha sido Tati quien me ha preguntado eso, y  quiero decirle que muchas gracias por tomarse el tiempo de hacerlo 
Muchísimas gracias a mis lectoras que aún después de tanto tiempo siguen estando aquí, de verdad las quiero mucho. Son increíbles e incondicionales. Son preciosas. No tengo palabras suficientes para agradecerles todo. El saber que hay personas a quienes les gusta lo que escribo me hace tener sentir algo que no tiene palabras. Siempre pienso en mi blog, en ustedes y en cada momento lindo que he tenido gracias a esto. Por cierto, creo que de aquí al próximo fin de semana la novela estará terminada. Un beso y un abrazo enorme. Mis mejores deseos. Nos vemos pronto ♥