25 de febrero de 2016

Capítulo cuarenta y siete - Fresa con Chocolate.



Miro el techo con atención. Estoy tapada con las sábanas de la cama y una frazada. Todo está oscuro. La luz de la luna entra por la ventana de nuestra acogedora cabaña. Mi mente está llena de pensamientos. Todos y cada uno son respecto a lo que ha sucedido hoy, pero también son sobre lo que siento y sobre lo que vendrá en mi vida.

Lo que pensé desde el principio es que éste paseo universitario iba a ser para disfrutarlo del todo. Y en realidad lo he hecho, pero lo último que ocurrió fue algo que me hace querer vomitar. No sé cómo  no se me ocurrió que iba a pasar algo así, tan repleto de drama, gritos, y cosas malas. Tal vez es porque yo nunca actuaría como lo hizo Anita y preferiría quedarme con dignidad y principios en lugar de un hombre. Sin embargo, olvidé que algunas mujeres son exactamente lo contrario.

De pronto escucho el maullar de un gatito, que indica que alguien ha recibido un mensaje en su celular. No es el mío, porque yo tengo el sonido de una rana. Fabiola es el gatito. Así que sigo mirando el techo, mientras escucho como se mueve sobre su cama y coge el celular. Segundos después, me habla.

- ¿Estás despierta? -pregunta en susurro.
- Sí -respondo- No tengo sueño.
- Yo tampoco. Drew me ha mensajeado.
- Que bueno. No has hablado con él desde que salio de la pequeña guerra en la otra cabaña.
- Me pide que vaya con él al lago -me cuenta. Giro mi cabeza en su dirección.
- ¿Ahora? -abro la boca.
- Sí -una sonrisa genuina aparece en sus labios- ¿Crees que debería ir?
- Claro que sí. Disfruta tu noche. Nada más ten cuidado con que te descubran al escabullirte.
- No me gustaría ir y que te quedes aquí sola.
- No estoy sola. Marizza me acompaña -sonrío para tranquilizarla.
- ¿Es en serio? -sus ojos se desvían hacia la cama de en frente. Hago lo mismo. En ella, una muy durmiente Marizza está ligeramente roncando- No creo que te entretengas demasiado.

El sonido del gatito vuelve a sonar. Fabiola mira con atención la pantalla de su celular. Frunce el ceño por un momento. Alza su cabeza y clava sus ojos en mí.

- ¿Estás enojada con Seth?
- ¿Cómo? -no puedo evitar mostrar mi confusión- No. Para nada. ¿Por qué?
- Porque según Drew, tu novio te ha mandado varios mensajes y tú no le has dado ni señales de humo.
- Oh...

Me incorporo en la cama y cojo el celular de la mesita. Tomo mi celular y aprieto un botón para que la pantalla se ilumine y ver si en realidad me ha enviado algo. Pero no pasa nada, porque está apagado. Con razón he creído no recibir nada.

- Dios, me descuidé del aparato. Se apagó solo -le digo mientras lo enciendo . Me siento tan tonta. Seguro Seth piensa que estoy hecha una furia- Ni siquiera recuerdo haberlo apagado. ¿Cómo es posible?
- Los duendes están jugando contigo -se burla mi mejor amiga. Río un poco.
- ¡Y los Pixies!

Apenas la cosa comienza a funcionar, las ranas comienzan a sonar. Tengo siete mensajes no leídos y dos llamadas perdidas. Me maldigo a mí misma en mi interior. Pero dejo de hacerlo pronto y los leo de inmediato.

De: Chocolate.
"¿Dónde estás? No podemos ir a su cabaña porque Jaqueline está por allí". A las 20:46.
De: Chocolate.
"Vamos, Cristal. No seas así. Contéstame. ¿Estás molesta conmigo?". A las 21:01.
De: Chocolate.
"Por lo menos dime un Sí o un No para quedarme más tranquilo". A las 21:17.
De: Chocolate.
"Está bien, no quieres hablar. Lo entiendo. Te dejo en paz". A las 21:28.
De: Chocolate.
"Maldita sea. No me gusta que estemos así". A las 22:36.
De: Chocolate.
"Júntate en el lago conmigo". A las 11:53.
De: Chocolate.
"¿Podrías considerarlo al menos? Por favor, responde algo".

- ¿Qué dicen los mensajes? -me pregunta Fabiola, interesada, justo antes de sentirme mal por no haber estado atenta a mi celular.
- Piensa que estoy molesta. Y también me ha pedido que vaya al lago con él.
- ¿Vas a ir? -Fabiola da un salto de emoción.
- Sí. Quiero hablar con él.
- ¡Estupendo! -exclama en un susurro- Voy a vestirme.

Sin molestarse en ocultar sus emociones, coge sus vaqueros y se los pone. Suelto un suspiro y decido hacer lo mismo, sólo que yo me pongo mis shorts. Me quito la camiseta para dormir y no me molesto en tomar mi playera. En su lugar solamente me pongo mi sudadera. Juston entonces vuelve a sonar el gatito.

- Drew dice que nos están esperando en el otro lado del bosque que está por detrás de nuestra cabaña -me informa Fabiola- ¿Estás lista?
- Sí, ya casi estoy -tomo mis botas de caminata, me las pongo y comienzo a atarlas. Cuando ya está todo en su lugar, me pongo de pie- Listo.

Observo a Fabiola de pies a cabeza. Está completamente vestida, dando golpecitos con el pie contra el suelo, ansiosa por irse. Ha terminado mucho antes que yo. No puedo evitar alzar las cejas.

- Jamás te vestiste tan rápido -comento.
- Ya vámonos, pesada -comienza a reír.

Antes de salir de la cabaña doy un cepillado a mi cabello y acomodo nuestras almohadas bajo las sábanas para que, en caso de que venga alguien, tenga la impresión de que estamos allí. Abrimos con cuidado la puerta, intentando que no rechine ni un poco. Miramos hacia todos lados para asegurarnos de que Jaqueline no está por ningún lado.

- ¿No hay moros en la costa? -pregunta Fabiola.
- Creo que no -digo, no tan segura. La tomo por el brazo- Baja. Corramos rápido hacia los árboles.

Con cuidado cerramos la puerta y nos vamos lo más rápido posible pero a la vez con muchísimo sigilo hacia nuestro objetivo. En cuanto estamos dentro, completamente protegidas y ocultadas por todos los troncos, ramas, arbustos y hojas, nos sentimos mucho más seguras.

- ¿Y ahora qué? -pregunto. Fabiola se encoge de hombros.
- Supongo que hay que caminar hacia lo desconocido.
- Mm, eso es muy ideal, considerando que unos caníbales pueden salir desde cualquier lugar y comernos.
- No hay caníbales aquí -comienza a reír, pero luego su risa se va apagando- ¿Te imaginas que sí hubieran? Dios.
- Una nunca sabe. Pero en fin.
- Estoy seguro de que no hay -la voz de Drew, en un tono muy bajo, se hace presente- No hay por qué temer. Estamos muy a salvo.

Camina hacia Fabiola y la toma de la mano, para después comenzar a alejarla de mí. Me doy cuenta de que Seth no está y que si ellos se van me quedaré totalmente sola. Fabiola mira en mi dirección, luego me doy cuenta de que al parecer no me está mirando a mí, pero sí tras de mí. Después me sonríe y se deja guiar por Drew.

Siento una respiración en mi oído que me hace sobresaltar, y suelto un grito ahogado. Me tapan la boca de inmediato. Siento un cuerpo tras de mí y luego un aroma muy masculino se mezcla en el aire. Reconocería tal exquisitez donde fuera. Me relajo al instante. Las manos comienzan a retirarse poco a poco. Me giro y en efecto, Seth está frente a mí.

Estoy por pedirle que me disculpe por no haber contestado sus mensajes, pero sólo alcanzo a abrir mi boca un poco cuando él lleva uno de sus dedos a sus labios, pidiéndome que no diga una palabra. Su mano busca la mía y me jala con cuidado para empezar a caminar. En el proceso, quita algunas ramas de enfrente para que no me golpeen la cara, cosa que agradezco porque casi no veo nada y la única luz existente es la que proviene de los rayos de la luna que logran entrar por algún espacio diminuto.

Caminamos durante aproximadamente unos diez minutos. Me doy cuenta de que quedan pocos árboles frente a nosotros, muy pocos. Seth se detiene y tira una mochila al suelo. Una mochila de la que ni siquiera me percaté que traía. Miro a mi alrededor. Estamos en una zona libre de troncos y ramas. Lo único que hay es un corto y tierno césped. Aquí sería ideal para acampar.

- Ahora vamos a comer algo aquí. ¿Te parece? -es lo primero que dice en toda la noche. Me limito a no decir nada y simplemente asiento con la cabeza. Tengo que admitir que siento un poco de hambre.

Me quedo ahí de pie, sin moverme, mientras Seth abre la mochila y saca una frazada del interior. La desdobla y luego la estira sobre el césped perfectamente. Se sienta con cuidado, para luego dar unas palmaditas a su costado. Sonrío delicadamente y me siento junto a él. Comienza a sacar una bolsa de la mochila y de ella extrae dos paquetes de papitas y dos jugos.

- Lamento no haber traído algo más... apetecible -puedo notar que se siente culpable- Pero es que cogí lo primero que encontré.
- Descuida. Está perfecto así -aseguro. Y no miento. Lo digo en serio.

Extiende hacia mí un paquete y uno de los jugos. Lo abro al instante y comienzo a comer. Saben delicioso, mi estómago necesitaba algo dentro. Mientras comemos, ninguno de los dos intercambia ni una sola palabra. Pero no es incómodo. Simplemente estamos disfrutando el primer y pequeño picnic nocturno que hemos tenido desde que nos conocemos.

Narra Fabiola

Tiro una piedrita al agua. Salpica un montón y me llegan unas gotas en la cara, haciéndome parpadear rápidamente. Drew se da cuenta y se burla de mí, soltando unas cuantas carcajadas, pero lo suficientemente bajas como para que nadie nos oiga.

- No veo el propósito de lanzar esa porquería al agua de esa forma -comenta, mientras me regala una sonrisa torcida. Me encojo de hombros- ¿Sabes hacer patos?
- ¿Te refieres a cuando tiras la piedra medio ovalada y ésta da un montón de saltos por encima? -pregunto emocionada. Él asiente con la cabeza- No, no sé.
- ¡Pero si es lo más fácil del mundo! -se pone de pie y comienza a caminar por detrás de mí. Me quedo en mi sitio, sentada sobre la roca junto al lago. Siento que Drew revuelve unas cuantas piedritas de por ahí, que por cierto hay bastantes, pero no tarda en volver. En un segundo ya está a mi lado de nuevo.
- Observa mi maestría.

Adopta una pose un tanto extraña de preparación que sabría muy bien cómo describir, y con agilidad lanza la piedra al agua. Sin ningún problema la piedra salta cinco veces, primero son saltos más altos pero después se van haciendo algo más pequeños, hasta que finalmente se hunde. Si yo hubiera sido la que lanzara la piedra, se habría ido al fondo de inmediato y salpicado un montón de agua sobre mi cara, incluso más que con la primera que tenía hace un minuto.

Subo mi pulgar hacia arriba en señal de que me ha gustado. Él hace una mueca.

- ¿Es todo? -alza una ceja- ¿No vas a gritar derrochando admiración como una loca fan?
- Tú sabes muy bien que no -comienzo a reír. Eso está en mi lista de cosas que nunca haré. En serio, tengo la lista en mi diario.

Drew se me queda mirando desde el lugar en donde se encuentra. Sus ojos están fijos en los míos, y noto que estos comienzan a recorrer cada zona de mi rostro. Me siento un poco cohibida. No sé por que no logro soportar ninguna de sus miradas por demasiado tiempo. Tal vez es porque me transmite algo positivo. O porque él ni siquiera se molesta en disimular y tampoco nunca lo hará.

Comienza a caminar hasta mí, y vuelve a recuperar un lugar a mi lado, haciendo que nos quedemos muy juntos. Su brazo derecho choca con mi brazo izquierdo, igual que nuestras piernas. Se queda en silencio y suspira, probablemente pensando en algo para decir. Me relajo más de lo que estoy y aprovecho de mirar hacia el lago. La luna hace que la superficie brille, y de vez en cuando se escucha a un búho por algún lugar del bosque. Bonito.

- Hace un par de días he estado pensado en nosotros -suelta de repente- Y me he dado cuenta de que no sé tanto de ti como me gustaría.

De todas las cosas que podría imaginar que diría, estoy segura de que esto no se me habría pasado por la cabeza ni en un millón de años. Porque Drew nunca habla de temas serios por su propia cuenta. Él siempre está yendo de un lado a otro gastando bromas, burlándose de la gente y divirtiéndose mientras también trata de entretener a los demás.

- Nunca tenemos tiempo suficiente para, ya sabes, conocer sobre nosotros un poco más -continúa diciendo- Digo, somos pareja, me gusta mucho como estamos, pero siento que me he comportado un poco egoísta al dejar pasar tanto tiempo para pedirte que hablemos. Me hace sentir un mal complemento para ti.

Baja su mirada hacia el agua, y juraría que, aunque no me está mirando, puedo ver un poco de decepción en sus ojos. Mi estómago se retuerce ligeramente, sin saber muy bien qué hacer. En realidad no es gran cosa el hecho de que no hemos hablado mucho sobre lo que dice, pero si para él es importante no quiero dejarlo pasar.

Me doy cuenta de que es el momento para que yo diga algo al respecto.

- No eres un mal complemento para mí -intento mostrar toda la seguridad que puedo en mis palabras- Solamente no nos hemos encontrado el tiempo para ponernos al día. Tú vas a la universidad y yo al instituto.
- Pero debería haber buscado un tiempo, o hacerlo de algún modo -insiste, pasándose una mano por el cabello- Sé más de mi hermana que de mi novia.
- Eso es normal, considerando que vives con ella -sonrío, para que se sienta mejor.
- No, es que Cristal está demente. ¿Cómo puedo saber más de una demente, que de ti?

Frota las palmas de sus manos en su chándal. La frustración y nervios que Drew está demostrando en este momento es algo que, definitivamente, no había visto en él. Siempre ha sido muy seguro, manda a todos a volar tal y como su hermana, no tiene problema en decir las cosas, por lo que ésto queda totalmente fuera de lugar con su personalidad. Perfectamente podría pedirme que hablemos muerto de risa. Al parecer, debajo de esa fachada de pinta monos, hay todo un mundo por conocer.

Drew suelta un suspiro, mira hacia el lago, después al ciego y cierra los ojos. Lo siguiente que hace es abrirlos y voltear su cabeza en mi dirección.

- Deberíamos hablar ahora -propone firmemente. Yo asiento con la cabeza.
- Claro. Suena genial.

Una sonrisa pequeña se forma en sus labios, y se me contagia.

- Bien -se aclara la garganta y se calla, pensando en qué preguntar. Espero pacientemente a que se le ocurra algo, cualquier cosa. Creo que pasan unos dos minutos hasta que abre la boca y pregunta:- ¿Fuiste infeliz alguna vez?

Mi mente retrocede hace unos cuantos años atrás, casi de manera automática. Vaya. Justo en el clavo, así sin más. Si no lo hubiera superado, me habría puesto a llorar aquí mismo hasta quedar sin aliento.

- Sí. Lo fui por un tiempo -pienso decir sólo eso, pero Drew me observa atento, esperando más de mi parte- Yo... digamos que estaba con un chico, y comenzaron a odiarme por eso -Drew frunce el ceño- Habían chicas que no querían que yo estuviera con él y me decían cosas horribles. No conocía a Cristal en ese entonces. Comencé a tener ansiedad. A veces iba a natación y escuchaba comentarios a mis espaldas sobre esto y aquello, sobretodo de por qué mi bañador era más largo que el de ellas.

No digo más. La verdad es que sigue dándome un poco de pena.

- Por tus cicatrices... -agrega Drew. Bajo un poco la cabeza y me encojo de hombros- ¿Todo eso hizo que comenzaras a hacerte daño?
- Sí -confieso en voz baja- Junto con comentarios sobre mi cuerpo.

Un silencio ensordecedor se hace presente. De pronto, la mano de Drew coge la mía, mientras me da ligeros y suaves cariños con su pulgar. Él intenta consolarme. Él de verdad se pone en mis zapatos. Lo sé, y lo siento.

- Sólo para que lo sepas, tu cuerpo es delicioso.
- ¡Drew! -le empujo con el brazo, mientras comienzo a reír. Ésto sí es muy de él. Escucharme reír hace que él sonría. No toca más a fondo el tema y lo agradezco en mi interior- Pero bueno, me toca. ¿Qué me dices de ti?
- Oh, bueno. Yo era muy feliz hasta que la tonta de Cristal nació y me arruinó la vida.

Lo fulmino con la mirada, tratando de reprimir una sofocante risa.

- Sabes que estoy bromeando -me guiña un ojo- Pero bueno, la verdad es que nunca he sido infeliz. No lo digo por alardear, sino porque es verdad. Por más que intentara no podría recordar un momento demasiado malo como para encasillarlo en algo como eso. Lo más que me ha pasado es que cuando tenía como diez años, mi madre me cambió de escuela y empezaron a hacerme bullying. Entonces me cambió de nuevo. Es lo único un poco malo que me ha pasado.
- ¿El gran y rudo Drew fue víctima de bullying? -pregunto impresionada.
- Ya ves, preciosa. Hasta los grandes hemos tenido malas rachas -dice sonriendo con superioridad. Pero me gusta. Ni siquiera le interesa o le presta importancia, simplemente lo ha dejado atrás. Increíble.
- ¿No te causó nada haber pasado por eso?
- Para nada. Lo único que hice fue contarle a mis padres, me sacaron de allí y todo acabó. ¿Por qué pensaría tanto en personas que no lo valen? Lo único que merece mi atención, soy yo mismo y las personas a las que quiero. Lo demás puede irse al demonio -vuelve a sonreír- Por eso ahora el bully soy yo.
- Drew -vuelvo a lanzarle una mala mirada- Eso no es divertido.

Niega con la cabeza, escondiendo su sonrisa. Y vuelve a mirarme.

- Jamás me atrevería a causar daño a alguien, Fabiola, mucho menos con algo tan asqueroso como eso -me asegura, ahora ya más serio- Sé que sabes que me comporto como un idiota con Cristal y que a veces parece que mi propósito en ésta vida es hacer de su vida una miseria, pero eso no quiere decir que sea así con todos. Eso algo de hermanos. Pero por lo demás, soy buena persona.
- Lo sé -sonrío, y apoyo mi cabeza en su hombro- Estoy muy segura de eso.
- ¿Y tus complejos? -vuelve a hacer otra pregunta- ¿Qué hay de ellos? ¿Qué es lo que te acompleja de ti misma?
- Uhm...

¿Qué tiene Drew con las preguntas tan personales?

- Creo que... -intento formular las palabras- Mi peso. Mi cuerpo. Mi delgadez. Eso.
- Casi imposible de creer porque tienes un cuerpo delicado y hermoso, pero bueno. Entiendo.
- No exageres tanto.
- No veo por qué estaría exagerando. Yo no miento a nadie y digo lo que pienso.
- Sí, pero...
- Fabiola, te voy a decir una cosa -gira su cuerpo entero hacia mí, y toma ambas de mis manos entre las suyas- Mi complejo es que siempre actúo demasiado tarde. Nunca se lo he dicho a nadie, pero me gustó el Arte desde pequeño. Me encantaba pintar, me encantaba dibujar y apreciar cada detalle de las cosas, expresándolo todo con mi lápiz y papel, o lo que te tuviera a la mano. Jamás se lo dije a nadie, porque no era algo que los demás encontrarían ideal. Creía que iba a ser un pobre de mierda, que si no servía como profesor de Artes mucho menos me reconocerían algún día como un verdadero artista. Tenía miedo de lo que pensaran de mí. No quería que me vieran fracasar y tener razones para reír. ¿Pero sabes qué? Nada de eso importa. No todos van a amar mis pinturas. No todos van a pensar que mis tácticas son buenas. No todos van a pensar que soy lo suficientemente talentoso. No todos van a pensar que mi forma de peinar tiene estilo, o que mis ojos son llamativos, o que me visto bien, o que soy buena persona, o que soy atractivo. No todos van a pensar de ti como tú quieres o te gustaría que lo hicieran. ¿Sabes por qué? Porque cada persona en este mundo tiene su propia manera de pensar, nos guste o no nos guste. Ahora te pregunto: ¿Te gustan todos los libros que lees?
- Pues... -hago una pausa, pero sé muy bien la respuesta- No. Algunos no tienen sentido para mí. Es decir, no me transmiten tanto...
- Pues eso que no te transmite tanto puede transmitir todo a una persona y pueden tener todo el sentido del mundo. Tu físico no siempre va a ser amado por quienes son ajenos a ti. Pero yo lo amo. Desde que te vi, te miré el cuerpo, así de cabrón como suena. Vamos, te miré por todos lados -aquellas palabras me hacen sonreír- Y así como a mí me pareciste hermosa, dulce y buena, a otros hombres también les puedes parecer así. Tanto como a otros no, ¿Pero qué diablos importa? Si tú confías en lo que eres, nunca nadie va a ser superior a ti. Ahora tengo la necesidad de añadir algo... Tienes la mejor amiga más problemática, odiosa, antipática, histérica, sincera hasta rabiar, por no mencionar que se fija en todo y odia a todo el mundo. Lograr que alguien como Cristal te ponga por delante de todas las cosas es casi imposible de lograr. Ella te pone por delante de sí misma, te admira, sus tontos ojos brillan cada vez que te tiene a su lado. Si la conquistaste, vas a ser capaz de conquistar a cualquiera. Y si no, debes saber que siempre van a haber envidiosos a tu al rededor. Nada va a ser más importante que lo que tú piensas de ti misma. No dejes que los demás te aplasten y ganen. ¿Estamos?

Creo que nunca nadie, en toda mi vida, me había explicado esto de una manera tan directa. Y puedo estar segura de que nunca pensé que, alguien como Drew, iba a ser esa persona que lo hiciera. Llevo un tiempo de novia con él y jamás me lo esperé. 

Él tiene razón. No puedo esperar gustar a todos. No puedo pensar que si mejoro o empeoro van a quererme más, o me van a aceptar más. ¿Qué importancia tiene? Tengo personas que me aman a mi lado, esa clase de personas que muchos desearían tener. Todos ellos me aman. Pero sólo hay una persona que no, y soy yo misma. 

Eso tiene que cambiar. Sólo si me amo a mi misma, por fin voy a poder permitir que otros me amen a mí. No puedo vivir a raíz de mis complejos. Tengo que ser feliz. Tengo que olvidar el daño de mi pasado. Tengo que ser fiel a mí misma y continuar. Y eso es lo que haré.

Así que, luego de unos momentos en silencio, una amplia sonrisa se apodera de mí. Asiento con la cabeza, aprieto las manos tibias de mi novio, y le digo:

- Estamos.

♥♥♥

¡Hola! ¿Cómo están? Me pregunto si aún me queda alguna lectora, aunque a éstas alturas creo que ya estoy hablando sola. Lamento haber tardado casi dos meses en subir otro capítulo. No quiero entrar en detalles, es que eso ya me parecería mediocre de mi parte. Algunas cosas suenan mejor y se sienten mejor si están dentro de mí misma. Quiero que sepan que aún las quiero, obviamente. Y que siempre pienso en ustedes. Que ésta novela la acabaré y estoy segura de ello. Intenten comentar lo más que puedan, si alguien lee esto, ah y si quieren decirme algo o hacerme alguna pregunta, siéntanse completamente libres. Un beso enorme a cada una. Y un abrazo