20 de enero de 2015

Capítulo seis - Fresa con Chocolate.



A las dos horas y media después, con mi mejor amiga, hemos terminado de ver la película. No fue nada de otro mundo. Fabiola lloró, yo no lloré, y eso fue todo. Parecía una abuelita cuando cuentan historias, y de la nada comienzan a llorar. Entonces entras en pánico, porque no sabes qué hacer, y no haces más que quedarte en silencio, o correr, o pedirle a alguien más que haga algo. Solo que yo no hice nada de eso. Simplemente me reí.

Fabiola comienza a pasear por mi habitación, y se detiene en mi escritorio, justo en donde tengo una no tan alta pila de libros que mamá solía comprar para mi escuela. Todos los meses nos pedían leer un libro que la profesora pedía,  y luego nos hacían un examen.

Comenzó a revisar uno por uno. No me fijé en cuales dejaba su atención. La mayoría eran para niños, pero no por eso dejaban de tener cosas preciosas, que te dejaban buenos mensajes. Cuando estoy con ella y cuando leo libros son los únicos momentos en que puedo mostrar mis sentimientos más profundos. Nadie lo sabe. Excepto ella. Y yo, por supuesto.

- Los amiguetes del pequeño Nicolás -murmura. Me mira y me sonríe- Entretenido libro.
- Sí -le digo- Aunque los niños eran unos diablos en persona, pero me reí bastante.
- Tienes razón. Aún así, se notaba que eran felices y nunca se aburrían. ¿Cuál de estos son los que te gustan más?

Me levanto de la cama al oír su pregunta, y me acerco. Comienzo a buscar. Yo sabía exactamente cuales eran. Había uno en especial que me había llegado mucho. Recuerdo que cuando era pequeña, lo leí, pero no entendí el verdadero significado de lo que leía. Ahora, hace un año, tuve un impulso de volver a leerlo. Un día estaba revisándolos, y la portada me pareció hermosa. Entonces me di cuenta de que no recordaba de qué trataba. Por lo que lo volví a leer.

- Este -lo tomo y lo extiendo hacia ella. Lo acepta de inmediato, y lo examina.
- ¿Surazul? -pregunta.
- Sí -respondo- Nada más mira el ave de la foto. Es una maravilla.
- ¿Y por qué elegiste este? Yo nunca lo he leído.
- Mm, no lo sé -me encojo de hombros- Bueno, en realidad sí lo sé. Lo elegí porque cuando lo leí, estaba pasando por momentos malos. Tú ya sabes de cuales momentos hablo -la miro, y ella entiende de inmediato- Entonces, mientras lo leía, sentí que era un impulso enorme. Me ayudó mucho, de cierta forma. Supongo que es porque decidí leerlo en el momento preciso, justo cuando debía. Sin duda, es uno de los libros que más significan para mí.
- Jamás me contaste eso -me dice- Pero está bien. Algunos libros hay que guardárselos por mucho tiempo, ya sabes -soltó unas risas. Siguió mirando los demás y se quedó perpleja al ver uno- ¡Ay por Dios! ¡El diario de Anna Frank!
- ¡Ese es un libro perfecto! -exclamo- Amo la historia de amor entre Peter y Anna. Me pone los pelos de punta. Sobretodo en las partes en que se besan. ¡Casi me moría al leerlo!
- ¡Sí, ambos son tan únicos! -concuerda conmigo- Es uno de nuestros favoritos, sin duda.
- Tienes razón -concuerdo- Pero bueno, lo importante no es solo la historia de amor. Tiene muchos acontecimientos que te hacen sentir identificada con Anna. Siento que soy tan parecida a ella. Todo lo que sufrió, y lo que vivió, te hace pensar. Pero de alguna u otra forma, así logró convertirse en escritora, a pesar de ya no estar viva. Ese era uno de sus sueños más anhelados.
- Exacto. Sin duda, un libro inigualable. Que bueno que Otto haya decidido publicar el diario. Cumplió el sueño de su hija. Anna sin duda se lo agradecería. ¿Ya viste la película?
- Sí, la vi. La he visto muchas veces. En ocasiones, al llegar del instituto, la veo desde el celular mientras almuerzo -me río.
- Entonces deberíamos verla juntas. Yo no la he visto aún. ¡Anda, hay que hacerlo!
- ¡Claro! Hay más de una, eso sí.
- Pues a verlas todas -suelta carcajadas- Quiero verla desde todas las perspectivas.

Nos quedamos hablando de libros por el tiempo que sigue. En un momento mamá me avisó que saldría con papá a comprar mercadería. No sé exactamente cuánto pasó, solo sé que bastante rato. Hace mucho que no hablábamos de cosas que significaran tanto para nosotras. No habíamos tenido el tiempo ni el momento adecuado para hacerlo.

- Tengo hambre -se queja Fabiola. La miro, impactada.
- Hace sólo un rato comimos los dos paquetes enteros de chatarra -le digo, como si fuera una razón por la que no debería volver a tener hambre el resto de su vida.
- ¿Qué tiene? Mi estómago cruje -justo en ese momento, crujió. Me miró, haciendo una mueca- Eres mi mejor amiga. ¿Me prestas plata?
- ¡Abusadora! -le digo riendo- Pero, mm, bueno, creo que tengo un billete por el cajón -apunto con mi dedo hacia él.

Fabiola va hasta el lugar que yo le indico, y de ahí saca un reluciente billete de color verde. Lo estira entre sus manos, para luego ponerlo en dirección a la ventana, logrando que la luz pase a través de él y así ver si es verdadero o falso.

- ¿Hay un negocio, o un kiosko, por aquí? -pregunta.
- Sí, nada más queda a la vuelta de la esquina -respondo- Vamos ya.

Salimos de la habitación y en un minuto ya nos encontramos fuera de casa, caminando hacia uno de los lugares en que venden comida incorrecta un montón de horas al día. Por supuesto, yo no voy a comer más. Estoy más que satisfecha. Si sigo a este paso, mi ejercicio diario no servirá para nada.

- Compra tú -le digo a Fabiola, al llegar- Yo me quedaré viendo unos precios de pinches para el cabello.
- De acuerdo, pero no te vayas sin mi -dicho eso, se va hacia las chatarras.

Me acerco a uno de los ventanales en donde a través de ellos, habían un montón de adornos para el cabello. Cintas, trabas, elásticos, cintillos, de todo un poco. Son bonitos, pero tengo algunos en casa y casi nunca los utilizo. Aunque no estaría mal tener unos extras.

Siento que me tocan el hombro. Oh, no. Seguro es alguien que no es Fabiola. Si hay algo que no me gusta, es encontrarme con gente cuando no me apetece. Me aborrece. ¡No me gusta! Sin duda la mala suerte se está adentrando en mi vida como una espina filosa.

Me giro, y me llevo una gran sorpresa. Es nada más y nada menos que Julián. Un chico que hace dos años fue mi compañero de clase. No era más que un molesto pinta monos, que no hacía más que hacer el tonto para llamar la atención y que todos los demás lo encontraran divertido. Solía meterse en problemas sólo para mostrar lo guay y desinteresado que era. ¡Basura! ¡Pura y maloliente basura!

- Cristal, preciosa. Siglos sin verte -me dice, mirándome de abajo hacia arriba. Muestra una sonrisa coqueta y amplia, pero no me provoca nada.
- Solo fueron dos años -corrijo, sin mostrar la misma felicidad que él.
- Sí, pero parece que fuese más. He querido verte desde hace tiempo.

Halagador, pero es una de las mentiras más podridas del mundo. Yo nunca hablaba con él, más que cuando me preguntaba si tenía una goma, o un lápiz, o una tijera o un pegamento. Yo sí tenía, pero le decía que no, a pesar de tenerlas a la vista en la mesa y habérselas prestado a otras personas.

- Vaya -es lo único que se me ocurre decir. Ofrezco una sonrisa torcida, y observo alrededor para ver si Fabiola está lista. Para mi mala suerte, recién está en la corta fila para pagar.
- ¿Qué te parece salir uno de estos días? -propone. Abro los ojos como plato. Que rápido que es. Va directo al grano. Se notan sus intenciones de inmediato.
- No lo sé. Tal vez no tenga tiempo -le digo- ¿Cómo está tu novia, Mariza? -pregunto, fingiendo interés. Quería cambiar el tema.
- Terminé con ella hace un año -suelta risas- No era para mí. Esa chica es una total sosa. Ni siquiera sé cómo diablos pude estar con ella -su risa sigue, y yo me quedo completamente seria- Pero salir contigo no estaría mal. ¿Quieres? Para ponernos al día.

Siento asco adentrarse en todo mi cuerpo. Por lo más sagrado, que porquería de chico. ¿Por qué tiene que ser tan falso y poco hombre? El muy horrendo habla así de la chica a la que decía amar. Yo mismo lo escuchaba en esos tiempos. Me entran ganas de vomitar en su cara. La idea de tener un tiempo para humillarlo me llama.

- Me parece perfecto -acepto su invitación- Sería genial que pudiésemos salir.
- ¿Ya ves? -sonríe, victorioso- ¿Te paso a buscar a tu casa?
- ¿Qué casa?
- La tuya -aclara, mirándome divertido- La que está a la vuelta de aquí.
- ¿Cómo sabes que vivo ahí?
- Lo supuse. Te vi salir de ahí con una chica -dice. Me mira, esperando una respuesta- ¿Entonces?
- Oh, pues, sí. Pasa a buscarme ahí -le brindo una sonrisa completamente falsa- Espero que la pasemos muy bien.

Cuando digo eso, él parece tomárselo de una manera rara. Vuelve a mirarme de abajo hacia arriba, y alza las cejas de manera pervertida. Lo hace de una forma muy disimulada, que me sorprende, porque es raro que los chicos disimulen cuando miran a alguien.

- Genial -habla por fin- ¿El viernes, te parece bien?
- Claro.
- ¿A las cuatro? -asiento- Vale. Tengo que irme, solo vine aquí para hablarte -noto que se prepara para despedirse de mí con un beso en la mejilla, pero reacciono rápido y comienzo a alejarme en dirección a Fabiola.
- Nos vemos el viernes. Hasta pronto -me despido con la mano. Me devuelve el gesto, y luego sale del negocio a toda prisa.

Me pongo a un lado de Fabiola, sonriendo. Observo como entrega los dos paquetes individuales de alfajores al vendedor, le entrega el dinero y éste le da el vuelto. Sin darnos cuenta, salimos de ahí y ya estamos en la calle.

- ¿Con quién hablabas? -me pregunta, curiosa. Sabía que me lo preguntaría.
- Era Julián. Un chico que conocí hace dos años -le cuento- Era mi compañero de clase.
- Vaya pinta de prostituto que tiene -comenta. No aguanto, y exploto en carcajadas. Esto hace que ella se una a mis risas, sin poder parar. Cuando me relajo, sigo.
- Me ha invitado a salir.
- ¿Y has aceptado? -abre los ojos como plato, a pesar de saber la respuesta.
- ¡Claro que sí! -respondo- Pero no pienso salir con él.
- ¿Por qué? -la cara se le cae.
- Tú misma lo dijiste: Es un prostituto. Me acaba de decir que la chica con quien estuvo de novio, llamada Mariza, no era más que una sosa, y que no sabía cómo pudo estar con ella. ¿Puedes creerlo? -sacudo la cabeza. El recordarlo me daba náuseas- ¡Es un capullo! Jamás saldría con alguien así. ¡Iugh! ¿Cómo puedes pensar que en realidad lo haría?
- No lo sé. Era guapo. Cualquiera le diría que sí. Solo pensé -hace una mueca- Pero si yo hubiera estado en tu lugar, estaría igual que tú.
- Lo sé -le toco el hombro- ¡Que bueno que somos astutas!
- ¡Sí! -da un salto- Lo hemos desarrollado con el tiempo. Nuestras caídas nos han puesto en alerta máxima.

Cuando termina de decir eso, fijo mi vista en el césped del parque, que está justo en frente de donde acabamos de salir. Me dan ganas de estar al aire libre por un rato más. ¡La tarde está preciosa! ¿Por qué desperdiciarla?

- ¿Quieres estar en el sube y baja? -le pregunto, sin poder ocultar mi sonrisa.
- ¿Y hacemos competencia de quién se come los alfajores más rápido mientras está arriba y abajo, hasta que nos provoque dolor de estómago?
- ¡Por supuesto!
- ¡Vamos!

Y así pasamos el resto de nuestra tarde. Bueno, no solo en el sube y baja. También en los columpios, en la rueda giratoria, en los neumáticos, etcétera. Nos lanzamos muchas veces en el césped. Teníamos nuestros jeans un poco verdes en las rodillas, de tantas veces que nos empujamos haciéndonos caer en el césped. Incluso conocimos a dos pequeños, una niña y un niño, que eran hermanos. Tenían cuatro años. Eran iguales, porque eran gemelos. ¡Eran los más preciosos que había visto en mi vida! No como Alejandro que es una molestia o Drew, que es un gorila en celo. 

Cuando decidimos volver a casa, ya son las ocho. El cielo está naranja, con algunos toques de morado y amarillo. Fabiola aún no recibía una llamada de su madre, lo que era una novedad. Jamás le daba permiso para salir a algún lugar hasta tan tarde. Tal vez la está dejando por más porque ha venido a mi casa, y no a otro lado.

El cuerpo se me estremece cuando veo aparcado frente a mi casa el auto color negro de Seth, el chico que viene todas las mañanas a mi casa para irse con Drew a la universidad y presumir lo geniales que se ven en tal aparato trasladador. ¿Ya llegaron? ¡Había olvidado por completo que Drew llegaría en cualquier momento!

- Fabiola, llegó mi hermano con su amigo molesto -le digo, poniendo una mano en mi pecho. Ambas nos detenemos- ¿Te podrás quedar?
- Uhm -lleva una mano hacia su boca, mirando el vehículo- Esa cosa es enorme. Tanto, que asusta. ¿Crees que nos ataquen? -exagera, haciéndome reír un poco. Pero no dura mucho.
- No lo creo. Mamá y papá deben de estar ya en casa. Cuando ellos están, nunca pasa nada. Pero te pregunto, por si acaso. No quisiera obligarte, para que luego alguien se burle de ti.

Mira por momentos el auto, luego mi casa, luego a mí. Hace lo mismo por unas tres veces más. Eso me hace pensar que me dirá que no, y que piensa que es mejor que se vaya. Pero de pronto la veo sonreír delicadamente, y se pone en una postura firme, dejando caer sus brazos a los lados y alzando la cabeza.

- Vamos a entrar -dice, segura de su decisión.
- ¿Estás segura?
- Segura. Tengo que superar mi problema a no poder aguantar lo que digan de mi. Además eres mi amiga. Debo quererte con lo bueno de tu vida -me mira, pero luego vuelve a mirar la casa-, y con lo malo.
- ¿Entonces vamos?
- Vamos -acaba con eso. Y comenzamos a caminar.

♥♥♥

¡Hooooola! Chicas, espero que les haya gustado el capítulo, a pesar de que Seth no haya aparecido pero es que como soy bien mala quería dejarlas con la intriga. De nada. Ah, y quería agradecer por los diez comentarios del capítulo anterior, han subido y eso me tiene demasiado contenta. Para las que no saben, allá por el lado hay una encuesta en donde pueden dar su opinión sobre Fresa con Chocolate. También quiero decir una cosa, que dos chicas me pidieron que subiera el domingo porque dije que subiría tres días a la semana, pero la cosa es que no voy a empezar a hacer eso de inmediato, lo haré cuando tenga varios capítulos avanzados. No olviden, +5 comentarios para que suba el viernes. ¡Adiós, las adoro! 



7 comentarios:

  1. Tishuuuu ¡amé el cap! Desearía tener una amiga así :c Siguelaaaa la amo y me identifico bastante con Cristal ¡Su verdadera personalidad es encantadora! Tengo una preguntita <3 ¿Porqué le pusiste Fresa con chocolate? ¿Puedes decirme? Si es que no te molesta, por supuesto. <3 ¡Te adoro!
    ¡Primer comentario!<3
    Tu por siempre lectora, Candy <3

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Toshuuuu me encango el caaap: ) por favor siguela pronto bess:*

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  4. Hola, corazón!
    No conozco un ser humano al que no le guste Anna Frank!
    Quiero saber qué va a pasar en la cita con Julián chan chan chaaaaaaaaan, y dÓNDE ESTÁ JUSTINNNNN?
    Anyway, espero ansiosa al próximo capítulo, a ver qué desastre ocurre en la vida de Cristal, jajaja!

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  5. Me gusto mucho el capitulo...jajajaja quiero saber que va a pasar con la cita de julian un poco curiosa siii y pues que va a pasar con justin me dejas siempre con curiosidad malvada pd:se te quiere un monto...siguela bye

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  6. ¡Holaaaaaaa¡ yo siempre tarde en comentar -.-``
    Ame el capiiiii me gusto mucho, en especial la parte entre fabiola y cristal, ellas dos jutnas son perfectas.
    AWWW ya quiero leer la parte en la que fabiola conose a justin y a drew jajaja espero ansiosa el proximo capi. Byeee.

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