23 de septiembre de 2014

Capítulo 56 -Por un capricho.




Ya era tarde, era hora de que Justin se fuera a su casa. Habíamos salido fuera de la casa para despedirnos. Yo lo dejaría en su auto. Era casi medianoche pero no hacía nada de frío. Rodeamos el auto y él se apoyó en la puerta del conductor. Me acerqué a él y rodeó mi cintura con sus fuertes brazos cálidos.

- Odio esto -soltó.
- Ambos lo hacemos -reconocí, acariciando su mejilla- No es algo justo.
- Sí. Me gustaría poder pasar al menos una noche juntos.

Él no sabía que yo era la que más deseaba pasar una noche a su lado. Todas las noches imaginaba qué se sentiría estar siendo abrazada por él. Ya lo habíamos hecho, pero el tiempo pasaba tan rápido que se antojaba volver a sentir lo mismo. Era como si se olvidara.

- Bueno, si estuviéramos casados ya lo estaríamos. Así que asegúrate de pedirme matrimonio pronto -bromeé. Él rió, entendiendo el chiste.
- Voy a tomarlo en cuenta -me guiñó un ojo y giró su cabeza lo suficiente para poder mirar la ventana de mi casa. No había nadie, así que me apretó contra él y nos besamos.

Él me hacía estremecer. Me sentía tan protegida a su lado que dolía. Entre el beso que ya se hacía más largo, tuve que abrir uno de mis ojos para poder echar un vistazo y ver si papá miraba. Detestaba hacer eso. Pero no tenía elección. Rompí el beso con delicadeza y mordí su labio superior. Me sentía bastante nerviosa teniendo que estar pendiente.

- No me gusta la idea de un idiota durmiendo en tu habitación -comenzó a decir. Maldije en mis adentros.
- A mi tampoco -miré las facciones de su cara y solté un suspiro.
- Pues a mi menos. Me enoja -arrugó la frente, casi juntando sus cejas- Y mucho.
- No parece -me extrañé- Pero lamento que esto pase. No es algo que me guste.
- Solo no quiero arruinar el momento.
- Y agradezco eso -junté mis labios con los suyos, solo por un instante- Te amo.
- Yo te amo más, shawty.

Estuvimos unos cinco minutos más abrazados, sin decir ni una sola palabra. No era para nada incómodo, era como si no quisiéramos decir nada, por no querer discutir o arruinar lo bien que estábamos en nuestra relación. Al final, nos separamos y nos despedimos. Fingí estar normal, pero en el fondo no lo estaba.

Arrancó y vi como se alejaba en el interior. Usualmente hacíamos las despedidas más largas, pero no quería forzarlo. Le había molestado mucho la idea de que alguien que no era él durmiera cerca de mí y ninguno de los dos quería que se desquitara conmigo.

Un cierto pánico se adentró en mi. ¿Qué pasaría si la llegada de Cipion arruinaba todo? Digo, no mal interpreten, es mi primo, es un tonto, a pesar de eso lo quiero. Es el primo con el que mejor me llevo y eso que vive increíblemente lejos. Pero yo no quería problemas. Ni siquiera llegaba todavía y Justin ya se había molestado. No quería ni imaginarme lo que podría suceder después. Pero lo mejor era ignorar esos pensamientos por el momento. Sin atormentarse. Aún faltaba para su llegada.

                                                             +++

Estaba parada de mala gana en el terminal de buses de Atlanta. Cipion estaba por llegar. Apenas ayer papá me había avisado que él vendría, pero no tenía idea que llegaba hoy. Mi primo había venido en avión, pero luego tomó un bus para no alargar tanto la cosa y nosotros tuviéramos que ir a buscarlo. Yo había venido con Michelle. Papá se encontraba en casa con Lila, durmiendo.

- Michelle, muero de hambre -me quejé.

El bus de Cipion se había atrasado y ya llevábamos como dos horas sentadas en unos asientos de plástico y fierro duro. No era tanto, digo, en mi vida he estado incluso más, pero no había comido mucho en el almuerzo. Había lentejas. Iugh,

- Bueno, tengo un poco de dinero -observó por los alrededores hacia las pequeñas tiendas de comida. Detuvo su mirada precisamente en una de comida rápida. Me indicó con el dedo- ¿Quieres ver que venden ahí?
- Oh, claro -me levanté con un ánimo que no reconocí. Ella me observó.
- Deberías levantarte con ese mismo ánimo para la escuela.

Caminamos lo más rápidamente posible. No era por el hambre exactamente, no. Estaba casi segura de que era porque Cipion estaba por llegar y si nos encontraba comiendo, tendríamos que compartir nuestras dos raciones.

Miramos en el mostrador. Habían papas fritas recién echas, además de arroz, pollo frito, carne asada, papas duquesas, entre otras cosas que no me interesé en mirar. Yo estaba pendiente en la hermosa bandeja de nuggets de pollo. Eran mi debilidad. Las caseras no me gustaban. Mi debilidad solo iba por la de tiendas especializadas. Algo hacían que las volvía diferentes.

- Cinco dólares en nuggets de pollo, por favor -pidió ella. Me guiñó un ojo sonriente. A ella le gustaban tanto como a mí. Cualquiera pensaría que en realidad era mi madre.

Al rato nos encontrábamos devorándonos las nuggets en los mismos asientos que habíamos estado hace unos minutos. Justo venía llegando un bus que tenía un enorme catel que decía "Atlanta" y en unas letras más pequeñas a su lado, se incluía un "retrasado". Dios mío que ahí venía Cipion. Yo y Michelle nos miramos y tratamos de echarnos todas las nuggets que quedaban en la boca. Por suerte solo quedaban cinco. Dos y media para cada una. Diría que lo tragamos. Seguíamos con la boca llena cuando Cipion bajó de su bus. Nos saludó con la mano y una sonrisa, mientras él esperaba a que le entregaran su bolso. Sonreímos y saludamos con la mano también, intentando que las nuggets lograran pasar lo más rápido posible por nuestra garganta. Cuando estuvimos ya repuestas, pudimos respirar en paz. Solo entonces me di cuenta de que habíamos sido un poco egoístas. Pero la tentación por esa comida era grande. Que va.

- ¡Hey, tía Michelle! -Cipion se acercó trotando hacia nosotras, con su enorme bolso colgando de su brazo. Me sorprendí cuanto vi una guitarra sujeta en el otro. Abrazó a Michelle por un momento y le dio un beso en la mejilla. La siguiente fui yo. Me abrazó también, por el mismo tiempo que a ella. Reí bajo- ¿Cómo están?
- Bien, Cipion -le respondió mi tía- ¿Cómo estuvo tu viaje?
- Uh, estuvo bien -comenzamos a caminar. Yo estaba en el medio, Cipion a mi lado izquierdo y Michelle a mi lado derecho- Lo único malo fue el retraso. Dormí todo el viaje, así que bien.

Eso sí me lo esperaba de él.

- ¿Donde está el tío __(tu padre)? -preguntó con interés.
- Se quedó con Lila en casa. La está cuidando -respondió Michelle. Yo estaba bastante callada. No hablaba nada. Sigo siendo algo tímida, así que en un rato estaría ya mejor.
- Oh, cierto, lo había olvidado. Seré el primero de la familia lejana en conocer a esa pequeña bestia -sonrió- Incluso me han pedido que cuando me vaya de aquí, les lleve fotos. Muchas fotos.
- Vas a tener suerte -le dijo ella sonriendo- Le encanta la cámara.

                                                       +++

Su encuentro con papá en la casa fue todo lo que me esperaba. No hacían más que hablar de la familia que casi no veíamos, pero que queríamos mucho. Papá le preguntaba todo lo que podía sobre allá. Cipion con gusto le respondía. Además, hablaron de fútbol y sobre mi abuela paterna.

Estuvimos cenando hasta casi las doce. Luego, se decidió que ya era tarde, así que había que ir a nuestras habitaciones. Me sentí extraña con las pertenencias de un chico en mi habitación. Máximo solía tener algunas prendas de Justin, que las aceptaba con toda mi gloriosa felicidad.

- Linda habitación, ¿volviste a decorarla? -preguntó, mientras se sentaba en los pies de mi cama y echaba un vistazo.
- Sí, la pinté, quité los posters, y demás.
- Me doy cuenta. Estabas loca por el grupo Rebelde la última vez que vine.

Me reí abiertamente.

- ¡Eso fue hace mucho tiempo! -excusé- Solo que me daba flojera quitarlos.
- Oh, bien -asintió, se paró y cogió el control remoto de la mesita de noche- ¿Te molesta si veo la tele? Hoy dan "Esta noche somos así" -informó.
- ¿Ese programa de televisión donde sale el loco predicador? -pregunté.
- Sí, está jodido ese tipo, pero, dios, es genial.

Se tiró en mi cama y se puso a ver su programa, que justo estaba empezando. Él ya tenía diecinueve años, la misma edad de Justin. Yo salí por la puerta, porque de pronto me había entrado una duda. Caminé a la habitación de papá y Michelle. Abrí sin tocar. Papá estaba acomodando su almohada y Michelle veía Peppa con Lila, tratando de que se durmiera cuando terminaran sus dibujos animados.

- Eh, solo por casualidad -hablé y ambos me miraron- ¿donde va a dormir Cipion? -mantuve mi voz lo más baja posible. No podía gritar y simplemente preguntarlo sin importar que él me escuchara. Era muy feo hacer eso.
- __, sobre eso, te dijimos que dormiría en tu habitación, ¿no? -dijo papá.
- Sí, pero, ¿donde está el colchón para que él duerma en el piso? O un saco de dormir, no sé.
- Cariño -esta vez me habló Michelle, aclarando su garganta- Cuando dijimos que Cipion dormiría en tu habitación, nos referíamos a que también dormiría contigo... en tu cama. ¿Entiendes? Contigo.

Abrí la boca para protestar, pero papá se adelantó, y me interrumpió.

- Hija, por favor, no quiero discutir esta noche -me pidió con un tono tan suplicante y cansado que tuve que quedarme callada- Mañana tengo trabajo, pero al llegar podemos hablar de ello.

Asentí, sin estar satisfecha. Salí de ahí y me fui al baño. ¿Qué iba a hacer si Justin se enteraba de esto? Si se molestó porque dormiría en mi habitación, seguro le daría un ataque si se enteraba de que dormíamos en la misma cama. Pero bueno, él tendría que lidiar con eso. Debía confiar en mí.

Me puse pijama, pero aún no me cepillé los dientes. Salí del baño lista para ir a chatear con mi sexy novio. Entré a mi habitación y encontré un montón de paquetes de comida en mi hermosa y suave cama. Cipion notó mi presencia.

- __, ¡volviste! -exclamó emocionado, alzando los brazos- ¿Tienes hambre? Tengo de todo lo del mundo aquí. Mamá me compró un montón de comida pero casi ni la probé. Ya sabes, como dije, dormí todo el viaje.
- Uh, oh, yo, gracias, pero... -iba a decir que no, hasta que me fijé exactamente en todo lo que traía. Habían galletas oreo, papas fritas, cuchuflis, alfajores, bebidas gatorade y muchas más- Creo que mejor sí.

Encendí el ordenador, ya preparada para conectarme a Facebook, pero justo en ese entonces sonó mi celular. Inmediatamente presioné mi dedo contra el lugar que daba el parlante de este. Deslicé mi dedo en la parte verde de la llamada y me llevé el celular a la oreja. No tenía ningún miedo de contestar frente a Cipion, porque le tenía confianza desde siempre y nunca diría algo a mis padres de lo que escuchara. Además, seguía concentrado en su programa.

Llamada telefónica.
- Hola amor -contesté animada.
- Mi vida, ¿cómo estás? -él siempre era tan dulce. Me alegraba que ya no se encontraba molesto.
- Bien, estaba comiendo papas. Iba a conectarme.
- Ah, sí, te llamaba porque no sabía si lo harías. Ya son más de las doce -se rió.
- Sí, lo siento por eso, es que estuvimos hasta tarde -le conté.
- ¿Tenían algún tipo de cena familiar? -preguntó normalmente.
- Sí, con Cipion -respondí riendo.

Un silencio se tornó en la línea. Era como si hubiera pasado un ángel. ¿Siquiera era posible que pasara uno a través de la llamada?

- ¿Qué dijiste? -su voz sonó extraña.
- Uh, que sí, que tuvimos una cena familiar, con Cipion -aclaré riendo- Deberías lavarte los oídos, tienes mucha caca de pato ahí -me reí por mi propia broma, intentando no ahogarme.
- ¿De qué te ríes? -preguntó, ahora no sonaba extraño, si no molesto- ¿Por qué no me dijiste que ese tipo estaría en tu casa hoy?

Mi risa se extinguió casi al instante. De pronto sentí un malestar.

- Es que papá solo me lo dijo durante el almuerzo -le conté preocupada. No entendía qué le sucedía- ¿te encuentras bien? Te noto extraño, amor -no quería presionarlo, así que tenía que ser la más dulce posible.
- ¿Que si me encuentro bien? -cuestionó impresionado- Un imbécil que no conozco está durmiendo en la misma habitación que tú, y me preguntas eso. ¿Y si te viola, __?

Él ya se estaba volviendo paranoico. Para algunas personas, los celos eran lindos. Pero yo, los odiaba. Precisamente porque los celos de Justin no hacían sentir lindo. Eso aprendí en casi los dos años que hemos pasado juntos. Sobre todo en el último.

Decidí salir de la habitación. Cipion no necesitaba escuchar nuestra discusión. Caminé hacia el baño, que estaba bastante apartado de la habitación de papá y Michelle, y la mía. Cerré la puerta con seguro e intenté no hablar tan fuerte.

- Él no me va a violar, Justin -le dejé en claro, sin mostrar agresividad- Es mi primo, nos llevamos bien desde niños.
- No me interesa, __. Las personas cambian. Es hombre, tú una mujer. No puedes estar durmiendo  en la habitación con él.
- Sí, pero es mi primo. Solo un primo. Ninguno de los dos tiene sentimientos raros por el otro. Yo solo te amo a ti.
- Ya, ¿pero y si él tiene otras intenciones? -suspiré ya frustrada por su pregunta.
- Justin, si quieres puedes venir a casa mañana -le invité- Tú y él se llevarían bien. Además, ambos tienen la misma edad y les gusta música parecida. Cipion incluso toca la guitarra.
- Yo también toco la guitarra -atacó. Sentí una ola de celos en aquellas palabras.
- Sé que tocas la guitarra, por eso te lo digo. Es solo otra razón por la que se llevarían bien -de pronto pensé que podría haber sonado mal como lo dije y por eso se puso así, así que agregué algo más- Él es un principiante, tú tocas mucho mejor.
- ¿Donde va a dormir? -ignoró todo lo que le dije. Esa pequeñez me dolió.

¿Qué le decía ahora? El chico iba a dormir conmigo, a mi lado. Pero no quería mentirle. Había aprendido que las mentiras eran un asco luego de que Michelle nos descubrió juntos. No iba a pasar por algo así de nuevo, menos con Justin.

- Él... -me preparé para lo que él pudiera decirme- Él va a compartir conmigo.
- Genial -escuché sarcasmo en su voz. De pronto se puso a reír. Como un total cínico. Me recordó a papá y sus momentos. Odiaba con toda mi fuerza esa risa.
- Basta -ataqué yo esta vez, sin nada de simpatía en mi voz- Deja de hacer eso.
- Ah, ¿te molesta? -preguntó haciéndose el tonto- A mi también me molesta que te vayas a acostar con otro mierdas -lo hizo sonar como un insulto hacia mí. ¿Era doble sentido?
- Dios, Justin, al menos intenta comprender que solo vamos a dormir. Separaré la cama en dos con una almohada. Nos mantendremos alejados. Yo te amo a ti, entiéndelo, por favor -casi le rogué.

Se quedó callado sin decir una palabra. Esperé un momento para ver si se dignaba a responderme. Sabía que era difícil para él lidiar con las cosas. Era muy débil en ese sentido. Igual cuando me fui de su casa antes de ser novios y me dejó sola. Se bloqueó esa vez. Y ahora se bloqueaba de nuevo. Cuando supe que ya no iba a responder, supe que tenía que hacerlo yo.

- Será mejor que descansemos un poco, ya es tarde.

Siguió callado. Me frustré aún más. Pasé mi mano por mi cara y mi cabello, de mala gana. Sentía que estaba hablando sola.

- Al menos dime que vendrás a mi casa mañana -le pedí- No quiero que estemos mal, Justin. ¿Lo harás? -deseaba con mi alma que dijera que sí. Tardó un poco en contestar.
- Bien.

Estaba siendo muy borde. Pero era suficiente.

- Bien, te amo. Buenas noches -le dije queriendo sonar amable. Pero era verdad, lo amaba igual que siempre. Entonces, colgó.
Fin de la llamada telefónica.

Creí que me iba a responder pero apenas alcancé a decir buenas noches y me había cortado. Ni siquiera me había dicho te amo de vuelta. Sentí ganas de llorar. Muchas ganas.

_______________

Chicas, espero que les haya gustado el capítulo.
¿Qué piensan de la actitud de Justin? ¿Es justificada, o no lo es?
Díganme en los comentarios qué les pareció. 
Comenten mucho y subiré más rápido. Empezaré a escribir el próximo de inmediato.
Yo había querido subir antes, pero enfermé de nuevo.
Y eso quita bastante las ganas de hacer cosas. 
Las adoro un montón, no lo olviden, ¿vale? ♥
Únanse al grupo para estar al tanto de la novela:
¡Chaoooosss!



18 de septiembre de 2014

Capítulo 55 -Por un capricho.



Ha pasado un año y medio desde esa primera cena en familia junto a mi novio. Muchas cosas han cambiado. Ahora papá se lleva lo suficientemente bien con Justin como para estar todos cómodos y felices. Viene a casa cada fin de semana, a acompañarnos y comer con nosotros. Ayuda a papá construyendo cosas para la casa, hablan de baloncesto, fútbol americano, ya saben, como cualquier hombre en el mundo.

Me impresiona la forma en que todo ha pasado. Primero, ellos no podían verse ni en pintura, luego, gracias a nuestra primera cena juntos, ellos pudieron compartir como nunca lo hicieron. Papá comenzó a decirle que siguiera en contacto, porque era necesario que él supiera que clase de chico era él. A Justin no le molestó ni en lo más mínimo, así que aceptó. Y no pasó mucho para que Justin viniera cada vez que quisiera, sin permiso de papá. Nada más yo tenía que decirle que él estaba en camino y todo arreglado. Ambos se ríen de chistes que se cuentan entre ellos, a pesar de que son verdaderamente aburridos y sin gracia.

Acababan de empezar las vacaciones de verano, solo hace dos días. Ya estábamos en el atardecer, luego de que estuviera increíblemente caluroso. Me asomé a la ventana de mi habitación y dirigí mi mirada hacia los arbustos con espinas que se encontraban en el terreno vacío al lado de mi casa. Ya no había nada allí, puesto que el hogar que solía estar había sido demolido, y poco a poco comenzaron a crecer, de la nada.

- Romano, es hora -le dije.

Me acerqué a él, lo bajé de mi cama y salimos de mi habitación. Exactamente las siete de la tarde, así que haríamos lo que la última semana habíamos hecho. Llegamos afuera. La brisa era tan tibia que no era necesario ponerse un abrigo. Era la perfección de día.

Corrimos hasta los arbustos, con la esperanza de que hubieran los insectos que tanto nos gustaba cazar. No eran para mí, por supuesto. Por alguna extraña razón, a Romano le encantaba comérselos. Yo se lo permitía. Había pasado toda una tarde paranoica en internet averiguando sobre esos pequeños escarabajos voladores de color café, luego de verlo tragarse uno que viajaba por el patio. Casi me morí del susto, creí que se envenenaría. Pero no, eran inofensivos, al menos los de ese tipo. Gracias al cielo. Yo odiaba matar cualquier ser vivo, pero, ver su cara tierna me volvía tan vulnerable que se me era imposible no dejarlo.

Logré divisar uno grande junto a todos los demás. Sin pensarlo dos veces, pasé mi mano lo más rápido que pude y lo golpeé. Calló al piso, no sé si aturdido o muerto. No iba a pensar en eso. Si lo hacía, iba a sentirme la peor asesina del mundo mundial, creyendo lo mala que había sido al matarlo, que quizás había dejado a varios pequeños escarabajos huérfanos y una viuda. Podía ser bastante exagerada con cualquier cosa, y lloraría.

- Ahí está -le apunté- Vamos, puedes devorarlo.

Él se acercó, haciendo lo que le pedí. En un segundo ya estaba en su boca, y luego en su estómago. Seguí haciendo lo mismo varias veces, y me encantaba verlo disfrutar. Me preguntaba qué tan sabrosos serían. Él tenía comida en casa pero se veía aún más feliz cuando comía de estos. Algo debían tener.

- Toma tres más -le dije entusiasmada.

Pasamos como media hora más cazando. Luego de ese tiempo me apetecía sentarme. Pero podía notar que Romano estaba con toda su energía para seguir.

- Voy a sentarme, tú sigue -le avisé.

Seguro parecía una tonta hablando con un gato, que jamás me respondería. Pero sabía que me tomaba atención. Me miraba. Nuestra conexión era fuerte. Dios, lo amaba con mi vida. Era mi mejor amigo. Era mi bebé. Me impresionaba cada vez más tener un cariño y amor tan fuerte, que jamás tuve con ningún otro amigo. Él era algo. Él era especial.

Caminé hasta la roca más cercana, y puse mi trasero en ella. Observaba la forma en que cazaba. Sus fuertes patas traseras hacían fuerza, logrando saltar y con sus patas delanteras alcanzar algún escarabajo que pasaba cerca del suelo. Reí. Mi gato era salvaje y obstinado. Por un momento, me recordó a mi otro gato que también se llamaba Romano. A él también le gustaba comer insectos. Pero, yo sabía que eran diferentes. Mi primer Romano siempre fue tímido, e increíblemente cariñoso. Este Romano era atrevido. Los animales tienen personalidades, igual que los humanos. Los amaba a los dos, aún cuando uno de ellos ya no se encontraba aquí. Sentí que los ojos se me humedecían.

- No sabía que ya era hora del banquete.

Era su voz. La voz de mi novio que amaba con toda mi alma. Una sonrisa amplia se formó en mi cara, al instante. Giré mi cabeza y se encontraba ahí, completamente arreglado, con un short color azul, una polera blanca, supras también azules, una gorra del mismo color y un collar plateado. Más guapo no podía ser.

- Hola -saludé tímida. Siempre causaba eso en mí.
- Hola, bonita -avanzó hacia mí.

Me hice a un lado, queriendo darle un espacio en la roca para que se sentara. Lo hizo sin protestar. Miró para todos lados, fijándose en si papá o Michelle estaban por los alrededores. No había nadie. Así que tomó mi cara entre sus manos y me besó. Si había una regla de papá, era que jamás debíamos besarnos en su presencia, ya que era una falta de respeto.

- Te eché de menos -confesó, sin quitar sus manos de mí.
- Y yo a ti, pero más -acerqué mis labios a los suyos, siendo yo la que lo besaba esta vez. Jamás me cansaría de hacerlo.
- Ni lo creas -rió.

Pasó su brazo por detrás de mi cintura y nos quedamos mirando la hermosa imagen de Romano cazando.

- ¿Harán esto por siempre? -preguntó- Ya sabes, hace cuatro días, el último día que te vi, también estaban aquí haciendo esto. Shawty, si no tienes dinero para comprarle comida puedes decirme.

Solté carcajadas al oírlo decir eso.

- Tiene comida, sonso -hice una mueca- Pero le gusta comerlos. Saben bien.
- ¿Los probaste con él? -preguntó asombrado.
- No, pero si se los come es porque deben saber así, ¿no?

Asintió lentamente, analizando mis palabras.

- Puede que tengas razón. Pero conste que tú y tu gato están locos.
- Pero nos amas así -le saqué la lengua y lo besé. Él saboreó sus labios.
- Te amo a ti. A él no -me imitó, sacándome la lengua.
- ¡Oh, vamos! -protesté- Admite que le has tomado cariño. Te he visto acariciarlo cuando no estoy cerca. Sé que lo quieres.
- Claro que no. Míralo -pedí lo que me hizo, y él también- Es tan feo.
- ¡Es precioso! -reí- Tiene elegancia.
- Lo que digas, pero igual. Sabes que tengo la razón.
- Uh, lo que digas -rodé los ojos, no creyendo ninguna de sus palabras.

Estuvimos ahí hasta que ya casi estaba completamente oscuro. Los tres acabamos entrando a la casa. Romano inmediatamente comenzó a maullar, pidiendo comida. Dios, él no se cansaba. Siempre tenía hambre. Solo para molestarlo, no le di todavía.

- __ -llamó mi papá desde la cocina- ¿Estás ahí?
- Sí, papá -respondí.
- Ven acá. Necesito darte una noticia.

Tomé a Justin se la mano y juntos nos dirigimos allá. Papá estaba sentado en la mesa junto con Michelle, mientras tomaban un vaso con coca-cola. Notaron la presencia de Justin.

- Oh, hola, hijo -saludó mi papá. Justin se acercó a él y estrecharon sus manos.
- ¿Cómo está? -le preguntó mi novio.
- Bien, aquí, ya sabes, acabando de llamar a familiares, como siempre.

Diría que papá llamaba todos los días a su familia. Como estaban bastante lejos y no vivíamos cerca, solía comunicarse con ellos por teléfono. ¿Mencioné alguna vez que él tenía trece hermanos? Mi abuelo murió cuando papá tenía dieciocho, así que nunca lo conocí. Conozco a mi abuela, sin embargo. Papá siempre decía que su padre fue malo con su madre, que siempre peleaban, y que incluso aveces llegaron a los golpes. Pero jamás quiso ponerlo mal conmigo. No había vez en que no me dijera que si me hubiera conocido, habría sido su favorita. Porque amaba a los niños, y amaba ser abuelo. Cuando él murió, mi abuela jamás tuvo otra pareja. A pesar de todo, el corazón de ella siempre perteneció a un solo hombre: Él. Me hubiera gustado verlo, al menos una vez, en persona.

- ¿Cómo está, Michelle? -le preguntó.
- Muy bien, cariño. ¿Quieres coca-cola? -le ofreció ella- Está helada, perfecta para este clima.
- Sería genial.

Ella se levantó de la mesa, en busca de un vaso. Yo y Justin nos sentamos en otras dos sillas sobrantes. Volvió con dos vasos y nos sirvió de la gaseosa.

- __, sobre la noticia, verás. Es vacaciones, y tu primo Cipion va a venir otra vez.
- ¿Enserio? -pregunté impresionada.
- Sí, llamó y dijo que vendría.
- Oh, bueno, era de esperarse -le dije riendo.

Cipion siempre se invitaba solo. Había estado los últimos meses diciendo que vendría a mi casa, quisiéramos o no. Lo peor de todo es que siempre venía solo para conocer chicas. Nos llevábamos muy bien, y solíamos divertirnos mucho juntos.

- Sí, y, pasa que no tenemos un lugar en donde él se quede, así que dormirá en tu habitación contigo.
- Papá, sabes que odio eso -rodé los ojos. Me fastidió. Podía sentir el desagrado en Justin, a mi lado.

Me atreví a mirarlo. Su rostro estaba serio, sin ninguna expresión. Tomó un sorbo a la coca-cola. Estaba tratando de actuar normal. Ojalas no hubieran problemas. La última vez que Cipion vino, no hubo problemas, porque yo no conocía a Justin y menos tenía novio.

- Lo sé, pero no hay otra opción. Ustedes dos son primos, no hay nada de que preocuparse, ¿vale?
- Veremos si podemos hacer algo, __ -me animó Michelle- Haremos lo posible, ¿está bien?

Sonreí tratando de agradecer su comprensión, y asentí levemente. Al rato Justin comenzó a hablar con mi padre sobre las noticias, donde un tipo había sido electrocutado por haber tratado de sacar una cometa de los cables de los faroles. Michelle cocinaba la cena y yo ponía la mesa. Justo en eso, Lila, mi hermana pequeña, comenzó a llorar.

- Oh, no. __, linda, por favor ve tú -me pidió suplicando- Quiero terminar la cena.
- Bien. ¿La traigo? O...
- Sí -interrumpió de inmediato- Tiene pijama, así que está bien.

Salí de la cocina y subí a la habitación que ella compartía con papá, y tomé a Lila en brazos. Paró de llorar muy rápido. Ella ya caminaba. No muy bien, pero lo hacía. Antes de salir de la habitación, tomé uno de sus juguetes favoritos y bajamos.

- ¡Lilaaa! -chilló Justin. A él le encantaba jugar con ella. Se la entregué- ¿cómo estás, boba?

Lila rió. Debió de creer que era un payaso.

- Justin, ¿podrías darle su jugo? -le pidió Michelle, dándole su botella. Él la aceptó y se la metió a la boca. Dos minutos después, algo pasó, que Lila empezó a llorar.
- ¿Qué sucede? -preguntó mi novio, mirándonos- Joder, ¿qué hago? ¡Miren como se puso!
- Uh, no sé -dije yo. Papá miraba a Lila extrañado- Michelle, está llorando, de repente. Nadie le ha hecho nada -avisé.

Justin entró en pánico. Con toda la velocidad de la luz le entregó a Lila a mi padre. Papá también entró en panico.

- ¡Michelle, por dios! ¡Tómala, que está llorando! -gritó eufórico. Estallé en carcajadas.
- ¡No puede ser! -se quejó Michelle, secándose las manos con un paño. Se acercó a ambos y tomó a Lila en brazos- Los hombres no sirven para nada. Debe haberse mordido. Tranquila, mi niña.

Le dio algunos mimos y no tardó en dejar de llorar. Los cuatro comenzamos a reír.

- __(tu padre), hay que cambiarle el pañal -le dijo Michelle- Ven a ayudarme.

Papá rodó los ojos, pero aceptó. No le gustaba mudar bebés, porque le salía mal cada vez que ella le pedía que lo hiciera. Ambos salieron de la cocina y subieron las escaleras. Justin y yo nos quedamos solos en el lugar.

- Sobre lo de tu primo... ¿debo preocuparme? -preguntó incómodo. Había esperado eso.
- No, amor. No tienes que hacerlo. Él es solo un idiota -acaricié su brazo- Solo eso.

    _________

¡Muchísimas gracias por los diez comentarios anteriores!
Es increíble, agradezco que no me abandonen por hacerlas esperar tanto.
No he tardado casi nada en subir, ya ven, les dije aksdajs.
El capítulo está con mucho sentimiento, pero es necesario.
Únanse al grupo de facebook para estar al tanto del blog: 
Las adoro un montón.
¡Comenten y voten!
Chaaaooosss.


16 de septiembre de 2014

Capítulo 54 -Por un capricho.



Llegamos a mi casa. Él nos dejó justo en la entrada. Estábamos, los tres, en nuestros asientos sin siquiera movernos. Era como un tipo de relajación extrema antes de ponernos de pie. Debía de ser pereza que nos daba.

- ¡Kathryn! -gritó alguien de repente, sobresaltándonos. La tía Margaret se encontraba en la puerta de su casa, algo desesperada- ¿por qué tienes tu teléfono apagado? -preguntó.
- Demonios -se quejó Kathryn, mirando desde la ventanilla a su dirección. Abrió la puerta y se comenzó a bajar- Gracias a los dos, por traerme.

Cerró la puerta y se fue trotando hasta donde su mamá la llamaba. Ambas se pusieron a discutir ahí mismo, seguramente por lo del teléfono. Finalmente entraron, ya resignadas.

- No sabía que tenías una amiga en frente de tu casa, y menos que era la que estuvo en la escuela contigo hoy -comentó Justin, extrañado.
- Pero si ya la habías visto -le dije riendo.
- ¿Eh? ¿cuando? -se rascó la nuca.

Flashback.
Las cosas estuvieron listas. El chico del baño ya había dejado mis cosas en el maletero y era hora de irnos. Yo sonreía de lado a lado, con todo mi buen humor del mundo. Me sentía tan boba, pero no podía evitarlo. Era como imposible. Él, por su lado, también se veía con ánimos como yo, cosa que hacía que todo fuera más perfecto todavía. Miré hacia la casa de Kathryn, y ella se encontraba en la puerta de su jardín que daba a la calle. Le avisé a mi acompañante que me esperara por un momento y fui hacia ella trotando muy sonriente.

- ¡Kathryn! –le saludé dándole un abrazo- ¿lo has visto?
- ¡Por dios, es muy guapo! –exclamó emocionada mirándolo de reojo, obviamente para que no fuera tan obvio que hablábamos de él- ¿qué ha pasado? ¿volvió de nuevo? ¡cuéntame!
- Anoche ha venido a mi casa sin avisar, pasaron muchas cosas, ¡te las contaré todas en cuanto vuelva! –nos tomamos las manos y comenzamos a saltar- ¡Yei, yei yei, yei! –celebrábamos juntas. Pero recordamos que estaba mirándonos, así que nos separamos inmediatamente.
- ¿Cuándo vuelves? –preguntó sonriente.
- Creo que en una semana, aproximadamente. Te voy a extrañar, eh –le dije desde mi corazoncito.
- Y yo a ti, suertuda –nos abrazamos y soltamos unas risas.
- Nos vemos en unos días –le dije mientras me alejaba, yendo hacia el auto.
- Claro, ¡adiós! –se despidió con la mano, para luego girarse y entrar a su casa.

Llegué hasta el auto. Justin ya se encontraba dentro, por lo que abrí la puerta de copiloto y me monté encima. Me miraba divertido, pude notar que era por nuestros saltos de niñas locas que habíamos hecho hace un momento. Hizo arrancar el auto, por lo que partimos camino a su casa, en la que me alojaría algunos días.

- Caray, niña. Eres tan extraña –se echó a reír, negando con la cabeza.
- ¿Por qué? –me hice la loca, mirando su perfil.
- Me ha encantado la manera en que celebran, eh.
- Eres un pesado. Ay, perdóname, chico perfecto, rey de Inglaterra, dios griego.
FinFlashback.

- ¿Recuerdas ahora? -le pregunté, creyendo que sería el colmo que aún no lo hiciera.
- Sí -se echó a reír- Sobre eso, ¿qué hablaban ese día? Saltaban como unas completas bobas. Apostaría a que hablaban de lo increíblemente guapetón que soy. O apostaste con ella sobre tirarte al gran Bieber -chuleó.
- ¡Dios! Estás loco. No hablábamos de eso, hablábamos de... cosas de chicas -mentí. Sí habíamos hablado de lo perfecto que él era, pero no se lo iba a decir.
- Júralo -oh, diablos.
- No.
- Te pillé -volvió a reír, esta vez victorioso.

Miré por la ventana, vigilando que papá o Michelle no estuviesen por ahí mirando, si es que estaban en la casa. El horario de trabajo de papá me confundía. Pero como no había nadie, me relajé y pude acercarme a su bello rostro.

- Ya debo entrar -avisé. Tomé sus mejillas con mis manos, uní nuestros labios y lo besé lentamente, poniendo mi vida en ello- Te amo mucho.
- Yo te amo más, shawty. No es justo que me dejes así, en este estado. Alborotas mis sexys hormonas masculinas.
- Lo sé, pero ya sabes, no hemos podido estar solos.
- ¿Cuando vamos a estarlo? Podría sobornarte. ¿Y si te digo que te haré cosas que disfrutarás tanto que llegarás a gritar? -dijo sensualmente, acercándose más a mi rostro. Puso su boca entre mis labios y le dio una mordida. Llevó una mano a mi pierna, acariciándola por debajo de mi falda escolar. Una chispa se encendió dentro de mi. 
- Uh, yo, ni idea -me eché a reír de los nervios. Quité su mano sobre mí. Él notó mi nerviosismo y también rió.
- Oh __, eres tan inocente -me dijo, y de pronto bajó un poco la voz- Pero no eres nada inocente cuando estamos en mi casa y...
- No me molesta mostrarte lo poco inocente que soy -interrumpí, y era verdad, con él me costaba un mundo ser inocente, ¿cómo podría serlo?
- Y a mi no me molesta que me lo muestres, joder, me encanta. Y por cierto, iré a saludar a tu padre.

Abrió la puerta del auto y se bajó, rápido como un rayo. ¿Qué tipo de cambio de tema era ese? Antes de siquiera pensarlo, hice lo mismo que él.

- ¿Te sientes bien? ¿qué te ha dado por ir a buscar a mi padre? -pregunté sin poder creerlo- Justin, parece que te gusta buscar problemas -le dije sin más.
- No son problemas, __. No puedo ocultarme y fingir que nada pasó. Sigo estando contigo, ¿enserio crees que tu padre está contento por mi falta de comunicación hacia la familia? Seguro me ve como un mediocre que no quiere que nadie sepa de su vida llena de marihuana y alcohol.

Lo medité, y él tenía razón. Los padres podrían ser tan exagerados cuando no saben con el tipo de persona que está su hija. Se imaginan un mundo lleno de drogas, violaciones, delincuencia, y todo lo malo que puede existir.

En unos pocos segundos nos encontrábamos tocando la puerta. Esta se abrió inmediatamente, por Michelle. Ella sonrió ampliamente.

- Chicos, pasen -agradecía al cielo que ella no fuera maleducada después de todo lo que le hice.
- Gracias -sonrió Justin. La saludó de un beso en la mejilla, igual que yo- ¿cómo se encuentra?

Y ahí se fueron caminando hasta el sofá y se pusieron a charlar como si se conocieran de toda la vida. Incluso me dejaban fuera de la conversación. Justin había sido un serio que prefería la falta de interés de cualquier cosa, hasta de mí, al principio. Pero ahora parecía saber lo que tenía que hacer y no se callaba nunca.

Como yo estaba tan sola, me quedé como una estatua mirando las figuras de vidrio que Michelle tanto adoraba. Romano se sentó a mi lado. Lo saludé. El único que me tomaba en cuenta. Mi gato era mi salvador.

- Michelle, cariño, ¿con quién hablas? -preguntó mi papá desde la cocina. Por un momento había tenido la pequeña esperanza de que no estuviera en casa. Fracasé.

Ella se paró del sofá, preparándose para ir a decirle que mi novio se encontraba en casa. Pero Justin fue más rápido, la tomó despacio por el brazo, y le susurró que él iría. Así que se paró del sofá, listo para ir donde mi padre. ¡Casi me da un soponcio!

- Buenas, señor -lo escuché saludarlo- En caso de que no me recuerde, soy Justin Bieber. El novio de su hija -lo decía con tanta seguridad y ánimo, que me dio un vuelco al corazón. Lo amaba tanto, tanto, pero tanto.

Aunque seguía queriendo darme miles de cabezazos contra la pared.

- Sé quien eres -respondió mi papá. Podía imaginármelo siendo interrumpido mientras leía el periódico, para luego bajar sus lentes y mirar de arriba a abajo a Justin.

Miré al piso, me quedé en completo silencio, queriendo escuchar el resto de su conversación.

- __ -me habló Michelle- Será mejor que te vayas a cambiar el uniforme.
- ¿Qué? Pero...
- Ve -interrumpió- Son charlas de hombre a hombre -al decirme eso, rodé los ojos.
- Bien.

Me fui de mala gana hacia las escaleras, siendo seguida por Romano. Ambos nos metimos a mi habitación. Debí de haberme tardado unos quince minutos en quitarme todo y ponerme el pantalón de pijama. Sí, eso era lo que solía hacer todos los días luego de la escuela. Antes de bajar, tomé un sobre de trozos de carne para gato, y le di a Romano en su plato color naranja. En un abrir y cerrar de ojos ya no tenía nada. Dios bendito, mi gato es un agujero negro. ¡Genial!

Llegué cerca de la cocina justo a tiempo para escuchar la continuación de la conversación de macho a macho entre mi novio y el viejo de mi padre. No le digo viejo para insultarlo, si no que, vamos, seamos sinceras, ¡ya tiene canas!

- ¿Fumas? -preguntó papá.
- No gracias, estoy bien -respondió Justin, relajado.
- No te ofrecí, te pregunte si fumas -aclaró.
- Oh, en ese caso, también es un no.
- ¿Lo dices enserio, niño?
- Sí. Digo, estoy en contra de esas cosas. Jamás he fumado en mi vida y nunca lo haré.
- Espero que sea así. Jamás dejaría a mi hija estar con un fumador o alcohólico.
- No se preocupe.
- Claro que me preocupo, soy su padre -aveces papá se toma las cosas muy a pecho- Será mejor que no me entere de que eres un fiestero, además de lo que ya he dicho. Te aseguro que hasta aquí llegaría todo con ella.
- Esta bien, señor -agradecía al cielo que Justin no le reprochara nada.
- ¿Quieres un consejo? -se ofreció papá, pero ni siquiera se molestó en esperar a que él le dijera que sí- Amarra a ese amigo tuyo de ahí abajo. No quiero domingos siete.

Jesús. Papá hablando de genitales.
Y así pasó el día. Papá invitó a Justin a cenar. Casi me caí de culo al enterarme. Michelle no se molestó en cocinar, así que preparó té, puso queso, jamón y palta para ponerle al pan. Todo muy normal. Estábamos un poco callados, casi ni se hablaba.

- Y bueno, Justin, ¿estudias? -preguntó, ya saben quien, el hombre de la casa.
- No, yo ya terminé. Pienso ir a la universidad en un tiempo más -le contó mi novio.
- ¿Y tienes alguna idea de lo que quieres estudiar?
- Aún estoy pensándolo. Quiero algo que tenga un buen futuro laboral, que me convenga, y así poder tener una buena vida el día que me case -Justin me miró de reojo. Papá no se dio cuenta, así que asintió. Michelle trató de no reír. Y yo me puse como un tomate. Me llevé la taza a la boca y de pura tonta me quemé el labio. Llegué a saltar.

Romano saltó a la mesa. Papá pareció ver a un monstruo.

- Mierda, hija. Te he hablado sobre esto. Gato mugriento, ¡que alguien lo saque! -chilló paranoico. Tomé a Romano en brazos y lo puse en el piso.
- No sabe lo que hace -le defendí- Se equivocó, no lo volverá a hacer. Es muy lindo.
- Lindo mis cojones -respondió.
- ¡__(tu padre)! -le regaño Michelle- El gato solo quiere un trozo de jamón.
- Bien, bien, denle jamón. Pero no quiero que vuelva a subir a la mesa. Los pelos de esa cosa son peligrosos. ¿Sabes, Justin? -se dirigió a él- Una vez tuve un amigo, que amaba a los gatos. Dormía con ellos, jugaba con ellos, todo. Lo tuvieron que operar y le sacaron una enorme bola de pelo del estómago. Por poco muere. Eso mismo puede que le pase a __.
- Debió de ser terrible -comentó mi novio.
- Lo fue.
- Papá, no es para tanto -rodé los ojos.
- Oh, sí que lo es -aseguró- No queremos que te pase a ti, así que hay que cuidarse.

                                                     _____________

¡Hoooola! Lindas, tantos días, pero quiero decirles algo.
Este tiempo me ha servido para poder aclarar cosas sobre la novela.
Ya tengo la idea en mente de lo que vendrá hasta el final de ella.
Me he dado cuenta de que he tardado más de un año en terminar la novela.
Osea que esta vez sí que comenzaré a subirles más seguido
Al darme cuenta sentí que me daría un ataque.
¡Jamás había tardado tanto en una novela!
Así que, ¿vale? ¡Confíen en mí esta vez! :3
Las amoooo mucho.
Únanse al grupo de mi blog, para estar al tanto: 
¡Comenten y voten mucho!
Porfis, enserio.


6 de septiembre de 2014

Capítulo 53 -Por un capricho.



Vaya. Tenía razón. Al director no le importaría ni en lo más mínimo que yo le explicara que ya nos conocíamos desde tiempo antes. Y no eran tanto los problemas que me llegarían a mí. El que más saldría afectado era Justin. Yo no quería eso.

- Ya lo sé -reconocí.
- ¿Y?
- ¿Y, qué?
- Tú arruinaste todo.
- Al contrario. Tú... -tragué saliva, sintiendo algo de dolor- Me botaste.
- Tú decidiste que yo lo hiciera. 
- No lo hice y tampoco te lo pedí, lo hiciste sola. Y no te hagas la santa con esto de quién rompió nuestra amistad. Sé muy bien que has estado hablando mal de mí a mis espaldas.
- ¿Quién te dijo eso? -preguntó sorprendida.
- Jackson me lo dijo, y le creo. Eres una persona diferente. Ya ni siquiera te reconozco. Te olvidaste de mí, de Sam, y, joder, también de Roy. Le rompiste el corazón.
- ¡Yo jamás aseguré nada con él! -se cruzó de brazos.
- ¡Tú misma me decías lo atractivo que te parecía! -alcé la voz, sin poder creerlo- De un día para otro lo dejaste tirado. Te entiendo si era alguien sin importancia, pero él era tu amigo. Debiste decirle.
- ¡Eso ya ni interesa, __! -gritó.
- Oh, tienes razón -reconocí- Él ya te superó y seguramente estará con una chica genial uno de estos días -pensé en Kathryn- No quiero seguir discutiendo contigo, enserio. ¿Si quiera te duele que nuestra amistad de acabara? -pregunté, teniendo una esperanza.

Pero se quedó callada. Y entonces, supe que a ella no le importaba ni en lo más mínimo. La única razón por la que había iniciado esta discusión, fue para, de alguna manera, reclamar. Simplemente eso. Nada más. Esperé otro momento, pero tampoco respondió. Solo movía su pie y para todos lados menos a mí.

- Sabes -hablé bajo, sintiéndome pésimo por dentro. Quería llorar- Yo sufrí mucho por lo que pasó. Quizás sigo mal, y estoy tratando de superarlo. No me cabe que todo lo que pasamos juntas, se te haya olvidado y ya es como que ni te conociera. ¿No recuerdas las cosas que hicimos, las cosas por las que pasamos? ¿todo lo que hice por ti? ¿los cuatro juntos, tú, yo, Sam, y Roy?

Hice pausa, para ver si se dignaba a decir algo... pero no. Solo miraba su zapato. 

- Todo eso -continué- ya no significa nada. Para mí, pero para ti no. Y es horrible.
- __ -por fin habló, y me callé por completo- Tienes que entender, que las cosas cambian. No todo es para siempre. Solo es temporal. Y así va a ser siempre. 
- ¿Y por qué demonios me decías que seríamos amigas toda la vida? -me entró una rabia enorme.
- Es lo usual, __. Muchas lo decimos, sin pensar que luego ya no será así. 
- Yo me lo tomaba enserio.
- Yo igual, por un tiempo. Pero luego... quería ir más allá, y tú te quedaste atrás. 
- Y preferiste avanzar, en lugar de quedarte conmigo, o esperar.
- No me quedó de otra. Quería algo, pero tú no querías. No somos tan parecidas, __. Cuando no te gusta un tipo de persona, te alejas. A mi me agradaron. Y es todo.
- Mira... está bien. Olvídalo. Ya está, mejor me voy -sentía que iba a romper a llorar pronto, y no quería caer tan bajo como para que ella viera lo mucho que me afectaba- Solo, cuídate. Y elige bien las amistades con las que andas.
- ¿A qué te refieres con eso?
- Sabes a lo que me refiero. Sé como te llevas con tu madre ahora, sé lo de tus calificaciones, sé todo eso, y más. Así que espero que vuelvas a ser la misma. No finjas ser otra persona, si es que eso es lo que pasa.
- No es lo que pasa, y no te metas en mis asuntos -atacó- Tú igual cuídate.
- Si mal no recuerdo, tú viniste a meterte en los míos hace un momento. 

No hubo más voces, solo el silencio. Nos quedamos mirando fijamente. Y ya no quedaba más que decir. Ambas caminamos a la puerta de salida, y nos fuimos cada una a donde debíamos ir. Con nuestras nuevas amistades, con nuestros diferentes sentimientos, y nuestras irreconocibles personalidades. 

                                                                     ***

- ¡__, hola! -Roy venía corriendo hacia mí, desesperado. Se paró a mi lado y buscó algo con la mirada- ¿Donde está tu amiga rubia?
- Ahm, está hablando con la profesora, aún no viene para irnos ¿Te sientes bien? -le pregunté.
- Sí, dios, ¿por qué no lo estaría?
- Es que, en la mañana estabas extraño, y ahora... aún más. 
- Pues, es que... tengo una mariposa dentro del estómago.
- Oh -comprendí. Yo estaba en lo cierto, a él le atraía Kathryn.

En eso llega Sam y lo toma por la espalda. 

- ¡Amigo, me dejaste tirado en el gimnasio! Casi te faltaron patas para venir corriendo , ¿acaso te gusta Kathryn? -le molestó sin piedad. 

Roy lo empujó contra el casillero. Pero su mirada no era enojada, si no, comprensiva. Realmente, él estaba increíblemente raro. Por la mariposa, supongo.

- Sam, tienes que entender, ahora no eres el único en mi corazón. Eres mi amigo, pero, llegó una chica ahora.
- Espera, ¿me estás rompiendo? -ellos solían tener como un noviazgo de hermandad, de amigos desde el alma. Siempre jugaban con eso.
- Es complicado, pero sí. Lo siento. Antes eras solo tú, pero luego llegó ella, y entonces... todo se revolvió. Pero aún eres parte de mi corazón. Soy tuyo, pero también de ella.
- Eres una puta. 
- Sí, pero solo para ti, bebé.
- Maldito cabrón -Sam se echó a reír, lo abrazó y le dio un coscorrón en la cabeza, entonces Roy rió, y luego yo también. Ambos me abrazaron.
- También tu eres nuestra puta, __ -me dijo Sam, todo feliz.
- Eh, ¿gracias? -sonreí.
- De nada -dijeron ambos al unisono. 

Justo llegó Kathryn, se acercó a nosotros, luego dudó. Nos miraba a tres metros de distancia. Sam alzó la cabeza y la miró.

- Oye Kathryn, ¿quieres ser la cuarta puta?
- Pues, yo, uh... -lo pensó- Claro, por qué no.

Y se acercó rápidamente a nosotros y se unió al abrazo, quedando entre Roy y yo. Fue realmente gracioso. Todos reíamos. Y me daba más risa aún, porque seguramente Roy estaba disfrutando mucho aquello.

Estuvimos así como por un minuto más y nos fuimos a la salida de la escuela. Nos despedimos, y Roy y Sam se fueron juntos por su lado. Yo y Kathryn nos quedamos ahí, paradas.

- ¿Te quieres ir con nosotros? -le pregunté.
- ¿Nosotros? 
- Sí. Conmigo y Justin. Suele esperarme a la vuelta de la esquina, casi todos los días -sonreí.
- Oh, no lo sé, sería como tocar el violín -rió nerviosa.
- Claro que no, será divertido. Así lo conoces -la alenté, sin quitar mi sonrisa- ¿Por favor?
- ¿Prometes no hacerme pasar por momentos incómodos?
- Vale, lo prometo.

Nos fuimos caminando hacia el lugar. Justin esperaba parado en la puerta de su auto. Al vernos, no pudo evitar mostrar su amplia sonrisa que tanto me encantaba. Nos paramos frente a él y era mi turno de presentarlos.

- Justin, ella es Kathryn. Kathryn, Justin -los presenté.
- Al fin nos conocemos en persona. Son un par de chicas babosas, eh -bromeó mi novio, haciéndonos reír.
- Tu novio es muy creído, __ -me dijo ella.
- Oh, y no has visto lo demás -le dije.
- Ella tiene razón -nos sacó la lengua- Vamos, suban. 

Y eso hicimos. En menos de diez segundos nos encontrábamos arriba. Justin en el asiento de conductor, yo en el de copiloto, y Kathryn tenía todo atrás para ella. Arrancamos rápidamente, casi sin darnos cuenta. La rubia puso su cabeza entre el espacio de nuestros asientos.

- Yo en realidad ya sabía tu nombre. __ me contó todo.
- ¿Todo? -preguntó él.
- Sí. Y, dios ¿Entrar a la casa de un extraño a mear? ¿es enserio?

Justin estalló en carcajadas.

- ¡No me quedó de otra! -me quejé alzando los brazos, intentando no sonrojarme. 
- Aún recuerdo tu cara, linda -me dijo él- Debiste verte, y tú Kathryn, debiste verla. Lucía como un pollito aterrado cuando me vio acostado en la cama y luego me paré a acercarme. 
- ¡Debió ser increíble! -ella le siguió el juego.
- Oh, ustedes dos, me las pagarán por sus burlas -les amenacé, pero no pude evitar reír. 

                                                           _________________

Fue corto, pero dije que subiría. 
Disculpen si está mal escrito, pero estoy resfriada y se me hace difícil concentrarme :c
Las amo un montón, son increíbles.
¡Comente y voten! 
Únanse a mi grupo: 
Y seguirme en wattpad:
¡Chaooo!

4 de septiembre de 2014

Capítulo 52 -Por un capricho.



Iba llegando a la miserable escuela que odio con todo mi ser. Mi mochila colgaba a mis espaldas con gracia y caminaba, prácticamente, arrastrando los pies. Cero ganas. Pensaba en irme de pinta, ¿pero a donde? Justin ahora trabajaba, obvio no podía ir a su casa. Así que solo me limité a ir a donde debía.

Los pasillos estaban llenos de estudiantes y faltaban diez minutos para entrar a clases. No llegué después del timbre, oh sí. Debía celebrarlo, pero luego decidí que no. No iba a saltar sola en puntitas mientras que todos me miraban como si estuviera loca. Y admiré mi capacidad de razonar eso. Sin embargo, abrí la puerta de mi mugroso casillero, que no había limpiado en más de una semana, gracias a mis enormes ánimos.

Sarcasmo.
Esperen, ¿eso es pizza con hongos?
¡Que asco!

- ¡__! -me gritaron en mi oído, haciéndome retorcer y cerrar fuertemente mis ojos. Me volteé.
- ¿Kathryn? -me sorprendí- ¿Qué haces aquí?
- Vaya niña, ¿así es como me recibes? Saluda a tu nueva compañera de clases.
- ¿Nueva compañera? ¿de qué hablas? -fue cuando noté que parecía una tonta preguntando algo que ella ya había aclarado- ¿Lo dices enserio?
- ¡Que sí! ¿estás bien? -me afirmó del hombro- Andas lenta hoy -se rió.
- Es que, dios, ¿cómo no me dijiste? -me eché a reír y ambas nos dimos un pequeño abrazo.
- No podía, era como una sorpresa... -dijo no muy segura- Bueno, no. Fue inesperado. Mi otra escuela quedaba bastante lejos. Mamá no quería seguir gastando dinero en pasajes, siendo que podría ser para otra cosa. Así que aquí estoy. Ella quería algo cercano, y como una vez me dijiste el nombre de tu escuela, investigué sobre ella y me inscribió.
- ¡Me has hecho el día! -le dije sin poder quitar mi enorme sonrisa- Amo a tu madre.
- Y yo -me estrechó contra ella y la acompañé a su casillero, ya que ninguna de las dos tenía ni la mínima idea de donde estaba.

Por si no recuerdan, Kathryn es mi vecina. Casi la única que me apoyó cuando Justin y yo peleamos sin ser nada, y me fui de su casa, sin volver a hablar durante más de dos semanas. Desde que la conocí fue una gran persona conmigo, y a pesar de que ya no hablábamos tanto, seguíamos teniéndonos el mismo cariño de cuando nos conocimos.

Cuando finalmente llegamos a su casillero, nos dimos cuenta de que habíamos dado toda la vuelta y se encontraba al lado contrario del mío, de donde habíamos caminado. Unos cinco metros más allá, para ser exactos. Fue un gran lol.

- ¡__! -alguien volvió a gritar mi nombre, y otra vez me retorcí. Volví a voltearme. Eran Roy y Sam, bastante alarmados.
- ¿Hiciste la tarea de biología? -preguntó Sam paranoico, alzando los brazos- ¡Voy a morir!
- Uhm, no, no la hice.
- ¿Por qué diablos no? -ya casi lloraba. Se lanzó contra mi casillero, cerrando la puerta de golpe- ¡Ésta era mi oportunidad de subir mi promedio! Creí que, al menos, tú la harías. Yo... estoy podrido.
- No tanto como la pizza de mi casillero.

Hubo un silencio. Sam volvió a abrir la puerta, cogió la pizza y comenzó a comerla. De pronto, notó que Roy no hablaba nada y estaba mirando el suelo. Lo sacudió por la espalda.

- Amigo, ¿qué carajos? ¡Estás jodido! ¿desde cuando estás tan callado? Te pareces a mi primo Alberto.
- ¿Qué Alberto?
- El que te dejó el culo abierto jajajajajajaja -Sam, prácticamente, lloraba de la risa. Trató de secarse una que otra lágrima que le caía por la mejilla.
- ¡Hijo de la puta! -Roy se lanzó de tacleada contra Sam, estrechándolo contra la pared.
- Roy, cielo, ahorita no. Están las chicas -coqueteó como el gay total que era.
- No me importa -le fulminó con la mirada.
- Pues hazme tuya, cariño.

De pronto Sam se dio cuenta de la presencia de la extraña chica rubia a mi lado y dejó de reír. Como se quedó tan serio, Roy lo soltó y volvió a quedarse tranquilo. Bajó la mirada otra vez.

- Oh, carne fresca. Hola -la saludó- __, ¿quién es?
- Ups, lo siento. Mi error. Chicos, ella es Kathryn. Y Kathryn, bueno, supongo que ya sabes.
- Hola -saludó ella, tímidamente.
- Un gusto -dijo Sam. Era muy educado cuando quería- Eh, Roy, saluda.
- Hola  -hizo lo que le pidió.

Sam miró detalladamente a Roy, cualquiera pensaría que se lo comía con la mirada. Posó sus ojos en nosotras, y sonrió de lado. Yo ya sabía lo que pasaba y él también. Eché un vistazo a Kathryn y lucía un poco incómoda.

- __, Kathryn, debemos irnos -nos informó él- Nos vemos luego.

Tomó a Roy del brazo y lo arrastró por el pasillo. En menos de cinco segundos ya no estaban a nuestra vista. Mi nueva compañera de clases estaba perdida pensando cosas que de seguro suponía. Lo esperaba, sinceramente. Sonreí, queriendo transmitirle tranquilidad y seguridad, de que nada malo pasaba. Y justo tocaron el timbre para entrar. Caminamos juntas al salón.

- Sabes -empezó a hablar- Creo que no le agradé mucho a tus amigos. No quiero incomodar, ¿entiendes? Si para ustedes es un problema mi presencia, puedes decírmelo. Prometo no enojarme -la miré y ella tenía pena en sus ojos.
- No es eso -aclaré riendo- Le atraes a Roy.
- ¿Qué? -ella pareció no creerlo- Pero si es primera vez que lo veo.
- ¿Y? No fue impedimento para que se pusiera así, ¡es obvio!
- Woah, me siento tan extraña. No esperé atraer a un chico el primer día de clases. No le vayas a decir a ese tal Roy, pero me parece guapo.
- Y es muy sonso, pero dulce una vez que lo conoces. Aunque hay que aprender a sobrellevar su noviazgo falso con Sam.
- Sí, ya me he dado cuenta -reímos al mismo tiempo.

                                                                     ***

- __, ¡por dios! -chilló Kathryn en la cafetería. Me sacudió tan fuerte por los brazos que se me cayó un poco de jugo de piña en la falda del uniforme. En fin, no se iba a notar.
- ¿Ah? -tomé una servilleta mientras me limpiaba, sin mirarla.
- ¿Que no es el sexy chico de cabello claro que te recogió en su auto cuando tu padre estaba en su luna de miel? -preguntó- ¡Al que le robaste el baño! -gritó tan fuerte que tuve que taparle la boca. Nadie más podía enterarse.
- ¡Estás loca, shhh! -comencé a reír y ella también. Poco a poco fui sacando mi mano- Eres la única enterada. Si alguien más lo hace, estamos fritos.

Miré a donde ella había apuntado. Justin se encontraba en la zona de la fila de la comida, cerca de un bote de basura, donde con una pala y una escoba recogía los sobres de galletones que muchos solían arrojar, sin lograr encestar. Hasta así se veía increíblemente atractivo. No fue hasta ese momento que miró en nuestra dirección, y se percató de que estábamos por los alrededores.

- Pero jamás me dijiste que trabajaba aquí, ¿no que lo conociste en su baño, cuando irrumpiste en su casa?
- Sí -me ruboricé un poco al recordarlo- Pero hace poco consiguió este trabajo. Decidimos mantenerlo en secreto, para no tener problemas.
- Vaya. Debe de ser difícil, digo, fingir no conocerse. Solo mirar lo que hace el otro durante todo el día.
- Lo es, pero aveces es genial. Suele coquetearme en frente de chicas que quieren cogerlo.
- ¿Lo quieren coger? -se echó a reír a carcajadas- Pobre chico. Lo acechan las zorritas.
- ¡Lo mismo pienso! -y chocamos los cinco.

Notamos que se empezó a acercar. ¿Tan obvio era que lo habíamos estado mirando? O mejor dicho, yo lo devoraba con la mirada, nada menos. En unos pocos segundos estuvo frente a nuestra mesa. Apoyó sus codos en ella y nos miró fijamente.

-Señoritas -nos saludó. Kathryn suspiró- Espero no molestar, pero veo que tienen el envase de jalea vacío. ¿Lo arrojo por ustedes?
- Claro -respondimos las dos al unisono, haciendo reír a Justin.

Cogió nuestros envases y con rapidez los metió a una bolsa. Al parecer ya se estaba acostumbrando a esto de la basura, y se volvía más ágil.

- Cierren la boca, niñas -acercó una mano a mi cara y apretó mi mentón- Que se les cae la baba. Sobretodo a ti, __.

Y como todo un galán, se volteó y salió caminando como solo él sabe caminar. Es tan swaggy. No sé que diablos significa, pero él siempre lo dice, y como tiene un cierto ego, lo dice aún más. Así que como yo también quiero ser swaggy, también lo digo. ¿Se entiende? En fin.

Cuando estaba pendiente en mirar su perfecto trasero, se atraviesa Dakota por en frente y me dirige una mirada impresionada. Luego mira a Kathryn, y se queda analizándola fijamente, para después irse con las chicas que ahora son sus nuevas amigas. Por un momento creí ver una cierta mala vibra cuando lo hacía. Que conste, no soy una bruja, no. Nada de eso. Solo digo. 

Las horas pasaron, y ya nos podíamos ir a casa. Yo ya había recogido mis cosas y Kathryn estaba hablando con la profesora sobre los exámenes que tendría que dar, y así se conocían más. Le avisé que iría al baño porque estaba que me meaba, y que nos encontrábamos afuera para irnos juntas a casa. Ella estuvo de acuerdo, así que partí. 

Entré a hacer pipí y me recordé a cuando vi por primera vez a Justin. Y me maldije por hacerlo, dios, ¿por qué tenía que pensar en él cuando meaba? ¿no podría pensar en algo más romántico? Es que, que va, no puedo evitarlo. El meado es nuestro emblema. Y nos amo así. 

Cuando ya terminé, me limpié, me subí los calzones y abrí la puerta. Me encaminé hacia los lavabos, abrí el grifo y este estalló, empapándome toda. Intenté secarme con un trozo de confort, pero fue en vano. Justo en ese momento alguien se para al lado mío. Creí que era Kathryn, pero...

- ¿Podemos hablar, __? -me preguntó- No sé si aún recuerdas mi nombre, pero me llamo Dakota.

Eso, precisamente, me tomó por sorpresa.

- De hecho, me sorprende que tú recuerdes el mío -le dije.

Seguí lavando mis manos. Se quedó callada, pero luego recuperó la compostura.

- ¿De qué hablas, __? Somos amigas -se hizo la loca.
- Éramos. Ya no existo para ti en ningún momento. A lo más me saludas una vez a las quinientas.
- ¿Qué quieres que haga? Conocí nuevas personas, tú nunca te llevaste con ellas.
- Oh, sí -cerré el grifo y me sequé las manos en mi ropa ya empapada- Por eso me dejaste sola e hiciste como si ni existiera, ¿verdad? Y ahora, como ves que estoy con una nueva amiga, te enojas.
- No es verdad -se negó.
- Sí lo es. De no estar ella, ni siquiera te habrías pasado por en frente de mí en el almuerzo -la miré algo molesta.
- No quiero estar en malos planes contigo, __. Deberías agradecer, al menos, que no he ido a hablar con el director de tu novio recoge basura.
- Oh, ¿ahora quieres delatarme? Y no lo llames recoge basura, se gana el dinero limpiamente. 
- ¿Limpiamente? -rió cínica- ¿Es un chiste? ¿te has dado cuenta de que no puede tener manos limpias porque lo que hace es recoger restos?
- Sabes de lo que hablo Dakota, no es gracioso. Estás cambiada, ¿desde cuando eres así y te burlas de los demás? Te llevabas bien con él. 
- Me llevaba. Y a lo que iba, sí, he pensado en delatarte. No es correcto.
- Tú sabes que lo conozco antes de que entrara a trabajar aquí.
- Pero eso no le importaría al director, y lo sabes.

                                                           ___________________

¡Holaaaa! Subiré el sábado otra vez, lo prometo, ¿vale?
Las amo, no lo olviden. Y disculpen las ausencias.
¡Besos! 
Comenten y voten.
Y ohhh, tengo un nuevo wattpad, donde igual subo novelas
Pueden encontrarlo aquí:
http://www.wattpad.com/user/rayisdiferent
Chaaaaoooss.